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Anexo para Imprimir 2
Anexo para Imprimir 2
El siguiente de diez 10 + 3
El anterior a diez 10 – 1
El doble de diez 10 + 2
La mitad de diez 10 – 3
El triple de diez 10 : 2
10 + 1
Cuando la ecuación está bien resuelta:
x+ 24 . 2 = 120 : 2 12 + 24 . 2 = 120 : 2
x + 48 = 60 verificación 12 + 48 = 60
x = 60 – 48 60 = 60 Hay una
x + 48 = 60 verificación 108 + 48 = 60
Las ramas de madera de los árboles se mueven con el viento, pero no se rompen
porque son …………………; pero una vez que hubo mucho, mucho viento y se
rompieron algunas porque eran más……………………………………
-Joroba! -respondió el camello, y el buey se marchó a contárselo al hombre. Al final del día el hombre reunió al
caballo, al perro y al buey y les dijo: -¡Ay de ustedes tres!, qué pena me dan (con el mundo tan nuevo y flamante),
pero ese ¡Joroba! del desierto no puede trabajar o ya estaría aquí, así que voy a dejarlo en paz y ustedes tendrán que
trabajar el doble para compensar. Eso enfadó mucho a los tres (con el mundo tan nuevo y flamante) y mantuvieron
una conferencia y una discusión al borde del desierto. El camello vino masticando algodoncillo, holgazaneando de la
forma más horrible, y se rió de ellos. Luego dijo: ¡Joroba! y se volvió a marchar. Entonces llegó el genio que tiene a su
cargo todos los desiertos rodando en una nube de polvo (los genios siempre viajan de esa manera porque es mágica)
y se detuvo a conferenciar y discutir con los tres.
-Genio de todos los desiertos -dijo el caballo-, ¿es justo que alguien holgazanee con un mundo tan nuevo y
flamante? -¡Desde luego que no! -respondió el genio.
-Bueno -continuó el caballo-, pues hay un animal en medio de tu espantoso desierto (él mismo es un espanto) con
un cuello largo y largas patas que no ha trabajado absolutamente nada desde el lunes por la mañana. No quiere
trotar.
-¡Fiuuu!-dijo el genio silbando-, seguro que se trata de mi camello, ¡por todo el oro de Arabia! ¿Y qué dice? -Dice
“¡Joroba!” -respondió el perro- y se niega a ir a buscar y traer las cosas. -¿Dice algo más? -Solo “¡Joroba!” -intervino
el buey- y no quiere arar. -Muy bien -aseguró el genio-. Yo lo jorobaré, si tienen la amabilidad de esperar un
momento. El genio se envolvió con su nube de polvo, se lanzó a través del desierto y encontró al camello que
holgazaneaba de la forma más horrible contemplándose en un charco de agua.
-Larguirucho y burbujeante amigo mío -dijo el genio-, ¿qué es eso que he oído que no trabajas nada con el mundo
tan nuevo y flamante? -Joroba! -contestó el camello. El genio se sentó, apoyó la mano en la barbilla y empezó a idear
una gran magia mientras el camello contemplaba su imagen en el charco de agua. -Has estado haciendo trabajar
extra a los tres desde el lunes por la mañana por culpa de tu horrible holgazanería -dijo el genio, y siguió pensando
en magias con la barbilla en la mano.
-Joroba! -contestó el camello. -Yo que tú no volvería a decir eso -le aconsejó el genio-, puede que lo repitas
demasiado. Burbujas, quiero que trabajes. Y el camello volvió a decir “¡Joroba!”, pero nada más decirlo vio que su
espalda, de la que tan orgulloso estaba, se hinchaba y se hinchaba hasta convertirse en una enorme y desgarbada
joroba. El genio inició la magia que le trajo la joroba al camello. Primero trazó con el dedo una línea en el aire y se
volvió sólida. Después hizo una nube, luego un huevo y después una calabaza mágica que se convirtió en una gran
llama blanca. Entonces el genio tomó su abanico mágico y abanicó la llama hasta que la propia llama se volvió
mágica. Fue una magia buena y muy amable en realidad, a pesar de que tenía que jorobar al camello, porque era
perezoso. El genio que estaba a cargo de todos los desiertos era uno de los genios más amables, así que no hacía
nunca nada que fuera realmente malo.
-¿Ves eso? -preguntó el genio-. Es tu propia joroba que te has ganado por no trabajar. Hoy es jueves, y no has
trabajado nada desde el lunes cuando empezó el trabajo. Ahora vas a trabajar.
-¿Cómo voy a hacerlo -replicó el camello-, con esta joroba en la espalda? -Está hecha a propósito -explicó el genio-,
todo por haber perdido esos tres días. De ahora en adelante podrás trabajar durante tres días sin comer, porque
podrás vivir de lo que tengas en la joroba. Y no digas jamás que nunca hice nada por ti. Sal del desierto, reúnete con
los tres y compórtate. ¡Joróbate! Y el camello se jorobó, con joroba y todo, y marchó a unirse a los tres. Desde ese
día hasta hoy el camello lleva siempre puesta la joroba (ahora la llamamos giba, para no herir sus sentimientos), pero
nunca ha recuperado los tres días que perdió al principio del mundo y tampoco ha aprendido a comportarse.