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New Americana – Halsey

River (feat. Ed Sheeran) – Eminem, Ed Sheeran


Rockstar – Post Malone, 21 Savage
I Like Me Better – Lauv
OT – Niykee Heaton
More Than a Feeling – Boston
Californication – Red Hot Chili Peppers
Nexus – Niykee Heaton
Ride Or Die – Yelawolf
In This World (Bonus Track) – Yelawolf
Have A Great Flight – Yelawolf
Heartbreak – Yelawolf
I Run (Feat. Yelawolf) – Slim Thug
Like Father, Like Son – Struggle Jennings, Joshua Hedley
Like A Sewing Machine (feat. Yella Wolf & Struggle) – Alex King, Yella
Wolf, Struggle
Ex-Factor – Ms. Lauryn Hill
Nowhere Fast Extended Version (Feat. Kehlani) – Eminem, Kehlani
Cat ish Billy – SupaHotBeats
Bualo Bill – Eminem
Arsonist's Lullabye – Hozier
Work Song – Hozier
Mad – Ne-Yo
Knockin' On Heaven's Door – Guns N' Roses
Two Weeks – FKA twigs
Candy & Dreams – Yelawolf
I Said Hi – Amy Shark
Demons – Jelly Roll, Lil Wyte
Nice For What – Drake
Smells Like Teen Spirit – Nirvana
Heart-Shaped Box – Nirvana
I Don't Wanna Know (Feat. Enya And P. Diddy) – Mario
Winans, Diddy, Enya
Had Some Drinks – Two Feet
Demons – Jelly Roll, Lil Wyte
Now You're Gone Video Edit (Feat. DJ Mental Theos Bazzheadz) –
Basshunter
Quick Musical Doodles – Two Feet
Never Tear Us Apart – Bishop Briggs
Eyes Closed – Halsey
Taste (Feat. Oset) – Tyga, Oset
Solo (Feat. Demi Lovato) – Clean Bandit, Demi Lovato
Glycerine - Remastered – Bush
Fly Away – Lenny Kravitz
Hunger in My Stomach – Overtime
El Chapo – The Game, Skrillex
Savage (Feat. Flux Pavilion & MAX) – Whethan, Flux Pavilion, MAX
Birthday Sex – Jeremih pop a pill – gianni & kyle
Remember When – Bad Wolves Lost
Without You – Delta Goodrem Privacy – Chris Brown
Digging My Own Grave – Five Finger Death Punch
Do You Mind – DJ Khaled, Nicki Minaj, Chris Brown, August
Alsina, Jeremih, Future, Rick Ross
Get You Right – Pretty Ricky
Your Guardian Angel – The Red Jumpsuit Apparatus
Sunrise – Our Last Night
Medley: Let Me Talk to You / My Love – Justin Timberlake, T.I.
Lonely Day – System Of A Down
Better Than Me – Hinder
Third Day Of A Seven Day Binge – Marilyn Manson
The Love You Need (feat. Rashad) – Mase, Rashad
Sinopsis
Prólogo
PARTE 1
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Maddox
Capítulo 6
Maddox
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Amethyst
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Maddox
Amethyst
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Un mes pasa
Dos meses.
Tres meses.
Cuatro meses.
Cinco...
Capítulo 20
Maddox
Amethyst
Maddox
Capítulo 21
Capítulo 22
Maddox
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
PARTE 2
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Maddox
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Una semana pasa
Dos semanas...
Maddox
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Maddox
Capítulo 47
Dos meses después
Epílogo
Sinopsis

Hice algo que nunca había hecho antes.


Tuve una aventura de una noche.
Luego, en mi verdadero yo, dejé mi teléfono en su casa durante mi
desesperada aventura para escapar.
Me esforcé por ignorar los mensajes enviados al teléfono de mi mejor
amiga...

Amethyst: Qué hay, estas sel ies son muy lindas, pero tus labios se
veían mejor envueltos alrededor de mi...

NO le respondí.
SÍ juré no volver a hablar de él, o de esa noche otra vez...
Soy Amethyst Lily Tatum, y hasta ahora, me las había arreglado para
mantener una vida bastante discreta. Soy lo que ustedes llamarían un
desastre socialmente inaceptable. En vez de ir de iesta, patino,
haciendo ollies sobre tipos que amaban subestimarme. Luego empecé
la universidad, conocí a una chica salvaje a la que pronto llamaría mi
mejor amiga, tuve mi primera aventura ebria de una noche, dejé mi
teléfono en su casa y luego, cuando inalmente logré conocer al nuevo
novio de mi mamá, descubrí que mi aventura de una noche ahora era
mi nuevo hermanastro.
Prólogo

SIETE AÑOS DE EDAD


—Mami no tardará mucho. ¿Okay, cariño? —dijo mi mamá
mientras salía del auto. Estaba de nuevo en uno de sus extraños estados
de ánimo. Había notado sus cambios de actitud hace ya algún tiempo.
Suspiré cuando se fue, descansando mi cabeza en la ventana fría.
Eché un vistazo al reproductor de casete y consideré encender la radio,
pero cuando estiré la mano para girar las llaves, agarré aire.
Se había llevado las llaves. Afortunadamente para mí, era un día de
mediados de verano, así que mi ventana estaba baja y el sol caía sobre
mi piel. Levanté mis pies y los crucé sobre la puerta. Comenzando a
impacientarme con mi mamá, comencé a silbar una canción que había
escuchado en la radio esta semana.
Me preguntaba por qué mi mamá siempre venía a Krispy Kreme y
por qué siempre tenía que quedarme sentada en el auto. Tenía la
sensación de que estaba saliendo con alguien, pero no estaba
completamente segura, ¿y por qué iba a escondérmelo? No es como si
estuviera casada o tuviera novio. Tampoco sabía por qué no hacía esto
entre semana mientras yo estaba en la escuela. Era como si me
estuviera atormentando con solo hacerlo. Ella sabía que yo tenía
trastorno de dé icit de atención, y que me volvería loca tener que
quedarme sentada en el auto por tanto tiempo. Como si fuera una señal,
el coche negro familiar brillante se detuvo junto al nuestro. Apreté mi
cola de caballo, bajando el asiento hasta que mi camiseta se subió sobre
mi vientre. Llevaba pantalones cargo sueltos, una tank top y zapatos
de skate Circa. Siempre había preferido la ropa de niño a la de niña. No
sé por qué nos hacían la ropa tan ajustada, incluso a una edad tan
temprana. Las mallas, por ejemplo. Horribles.
Cuando la puerta del auto a mi lado se cerró, asomé mi cabeza por
encima para ver si podía ver quién era. Las ventanas eran más oscuras
que los autos normales, tan oscuras que no podía ver el interior, así que
avancé un poco más y vi a un hombre con un traje oscuro entrando a la
tienda de donas. Me hundí de vuelta en mi asiento, soltando un suspiro
de enojo cuando vi que la ventana del auto a mi lado bajaba lentamente.
Mi cabeza giró bruscamente hacia el movimiento y un niño,
probablemente un par de años mayor que yo, me miró. Tenía una gorra
puesta y ojos verde oliva oscuros. Era lindo, eso era obvio, pero los
niños tenían piojos.
—Hola —dijo, asintiendo.
Me moví incómodamente—. Hola.
Me di cuenta de que mi voz sonaba más profunda de lo que
pretendía, así que me aclaré la garganta y lo intenté nuevamente—: Ah,
¿te gustan las donas? —Mis mejillas se calentaron. ¿Por qué diría eso?
Quién siquiera... soy tan rara.
Se rio entre dientes, y fue entonces cuando vi dos muescas
perfectamente talladas en sus mejillas. Tenía hoyuelos—. A mi papá.
Viene aquí todos los jueves.
—Al mío también —le respondí, molesta una vez más con mi
mamá—. Quiero decir —me corregí—. Mi mamá viene aquí todos los
jueves a las cinco. Sólo regresa con mis donas de tiramisú. Me gustan las
donas, así que creo que vale la pena.
—El tiramisú es asqueroso y tiene café. No es bueno para tu altura
—Ignoré el brillante logo parpadeante de blanco, verde y rojo que
colgaba del ladrillo viejo.
Mirando mis piernas, siempre había sido más alta que la mayoría
de las chicas de mi edad, así que espeté—: Mi altura está bien, gracias.
Subió el volumen del estéreo de su auto. La canción que había
escuchado la semana pasada estaba sonando—. Oye —Moví mi cabeza
—. ¿Quién canta eso?
Me lanzó una mirada de reojo—. Lenny Kravitz. Se llama “Fly
Away”...
—Genial —Mi cabeza se movía con la canción, y él lentamente se
acercó. Le sonreí y él lo vio, devolviéndome una sonrisa pequeña.
Quince minutos después, su papá volvió a salir. Me despedí con la mano
antes de que se fueran. Un par de minutos después de eso, mi mamá
estaba saliendo con una sonrisa en los labios, cargando una caja de
donas.
Se subió al auto.
—Sabes, es bueno que seas una niña muy activa.
Le quité la caja, abriéndola y sacando una dona. Le di una mordida
—. ¿Por qué? —pregunté mientras masticaba.
—Vas a tener que aprender reglas de etiqueta algún día —susurró.
—Tal vez —junté un poco de crema con el dedo—. Pero hoy no —
Froté su mejilla con mi dedo, manchando su piel con crema.
Jadeó en sorpresa, y luego se echó a reír, sacando una dona para sí
misma. Me encantaba ver a mi mamá así. Feliz, contenta. Ella y mi papá
tienen una amistad, no una relación, y era todo lo que sabía de ellos.
Nada romántico en absoluto. Se separaron incluso antes de que yo
naciera, pero funciona para nosotros y nuestra dinámica. Al mismo
tiempo, nunca había visto a mi mamá con otro hombre tampoco.
El siguiente miércoles por la noche, me sentía aturdida y un poco
emocionada de poder ver al niño nuevamente al día siguiente. Mamá
entró en mi habitación, justo cuando mis ojos se estaban cerrando.
—Te veo sonreír mucho últimamente, querubín —Se hundió en la
cama a mi lado—. ¿Hay algo que debería saber?
Tiré de la manta para cubrir mi boca y sacudí la cabeza. No había
forma de que le dijera que mi pecho daba un giro extraño cada vez que
pensaba en el chico con una bonita sonrisa y ojos extraños. Quiero
decir, ella ni siquiera sabía que él y yo nos habíamos conocido. Aparte
de todo eso, mi papá era del FBI, y a él y a su compañero, al que llamo
tío Marcus, siempre les gustaba recordarme que el día en que su
“princesa” tuviera novio, sería el día en que le plantarían evidencia sólo
para encerrarlo.
Me daban miedo.
—¿Estás segura? —preguntó mamá, bajando la manta de mi boca
—. Podría jurar... eso es... —Luego sacó una barra de caramelo de
debajo de la cama.
—¡Goo-Goo Cluster! —Salté sobre mis codos y luego estiré mi
mano por ella.
Soltó una risita—. No le digas a tu papá que te doy dulces antes de
dormir —Luego me revolvió el cabello y besó mi cabeza. Caminó hacia
la puerta y apagó la luz. Instantáneamente mi cabeza estaba nadando
con imágenes del chico lindo con una sonrisa brillante, pero de ojos
atormentados.

TRES JUEVES DESPUÉS

—¿Nunca has probado un Goo-Goo Cluster? —pregunté, casi


ofendida—. Eso no es bueno.
—¿En qué sentido eso no es bueno? —resopló—. ¿Debería estar
preocupado por tu adicción al azúcar?
Entorné los ojos para mirarlo y encendí la radio. Esta vez
estábamos los dos sentados en mi auto, y hoy nuestros padres se
estaban demorando mucho. No me importaba. Realmente me gustaba
pasar tiempo con él.
—¿A qué escuela vas? —pregunté, masticando mi dulce. Él mordió
el suyo y paró de masticar.
—Esto es realmente bueno —Luego me miró de reojo—. Voy a
Charming, ¿tú? —Por supuesto, va a escuela privada.
—A la primaria Malfroy —jalé las partes deshilachadas de mis
jeans—. ¿Alguna vez has patinado?
Se encogió de hombros—. A veces lo hago, pero pre iero los
deportes prácticos —Me miró de arriba abajo—. Tú obviamente
patinas.
Asentí—. Sí. ¿Cuál es tu color favorito?
—Azul, ¿el tuyo?
—Rosa.
—Hmm —Sus ojos se entrecerraron—. No te ves como una niña de
rosa.
—No parezco muchas cosas, pero soy algunas de esas cosas.
Hizo una pausa—. Interesante.
—No soy interesante.
—Lo eres para mí —Su dedo comenzó a dar golpecitos en el
costado de su pierna, su atención desviándose a la ventana—. ¿Tienes
hermanos o hermanas?
Me chupé el chocolate del dedo, sacudiendo la cabeza—. Nop. ¿Tú?
—Dos hermanos.
—Siempre quise una familia grande —confesé, arrugando mi
envoltorio y arrojándolo a la consola central del auto.
—Realmente no la quieres —respondió rotundamente—. ¡Oye,
eres bastante buena en eso! —Señaló la imagen que estaba dibujando.
Me encogí de hombros—. Me gusta el arte. Todo tipo de arte, pero
mi favorito es la escritura creativa —difuminé el carboncillo en el papel.
Nuestros ojos se conectaron brevemente, y mi corazón volvió a hacer
esa estúpida cosa.
Se aclaró la garganta y ambos miramos hacia las puertas delanteras
para ver a mi mamá y a su papá hablando cerca de la entrada. De nuevo,
no nos vieron.
Ni siquiera cuando él salió de nuestro auto y regresó a su Lincoln.
Ni siquiera todas las semanas después de eso cuando nos vimos.
Todos los jueves, mi mamá se encontraba con este hombre. Y todos
los jueves, el niño y yo nos sentábamos juntos.
Nunca intercambiamos nombres, no creo que se nos haya pasado
por la cabeza preguntarlos. Sentí una conexión con él, una que nunca
había experimentado. Había visto películas que hablaban sobre almas
gemelas, pero ¿quién encuentra a su alma gemela a los siete? ¿Y si
alguien no tiene alma? ¿Todavía pueden encontrar a alguien? No digo
que el niño no la tenga, pero a veces me pregunto si un alma es incluso
real.
El primero de abril fue la última vez que lo vi, y mi madre nunca
volvió a ese Krispy Kreme otra vez.
PARTE 1

“Desobedece.
No acates órdenes.
La rebelión es jodidamente romántica.”

—Jonny Ox
Capítulo 1

Algunas personas parecen hacer un mal uso de la palabra "hogares


rotos". Como si fuera algo sucio, y honestamente creo que proviene de
la palabra "bastardo". El “Oh, él es un niño bastardo”. Ahora es “oh, él
viene de un hogar roto”. A la mierda tu pequeña caja estereotipada de
cerebro, Susan, no todos los hogares separados están rotos. Algunos
están llenos de más amor que un hogar normal. Quién necesita lo
normal, de todos modos. Lo normal nunca hace historia. Tampoco
vengo de una familia numerosa. Soy hija única cuyos padres también
son hijos únicos. Los padres de mi papá murieron en un accidente
automovilístico y ¿la familia de mi mamá? Bueno, en realidad nunca
pregunté, y en cierto modo no quise hacerlo.
Hubo una vez cuando era una niña, ¿debí tener alrededor de dos
años? Los recuerdos son turbios, pero por alguna razón, recuerdo
fragmentos de este día en particular, he ahí porque nunca pregunto por
la familia de mi mamá, era verano y recuerdo que mi "abuela" me alejó
de mi mamá, que estaba ocupada con otro niño. No recuerdo mucho al
otro niño, y no recuerdo si era una niña o si era un niño, pero luego mi
mamá me dijo que el niño era de su amiga que estaba saliendo de una
mala relación, sólo por eso la recuerdo de ese día. De todos modos, mi
"abuela" decidió llevarme a caminar por el parque local. Estaba
chupando mi paleta de hielo y todavía puedo saborear el jugo picante
del hielo goteando por mi garganta, el sol calentando mi piel y el fuerte
azote de mis sandalias golpeando el talón de mi pie con cada paso.
Recuerdo apretar su mano mientras saltaba todo el camino hasta el
área de juegos. Ella había señalado el juego de columpios y dijo que
estaría justo allí, y después señaló hacia una vieja banca oxidada.
Con iaba en ella. Era mi familia y, además, era un adulto, y de niña me
dijeron que debía respetar a los adultos, ¿no? Simplemente no tenía la
edad su iciente para entender que esto sólo aplicaba a ciertos adultos,
no a todos.
Entonces, mi ser feliz fue saltando hacia los columpios con mi
vestido de margaritas blancas con volantes golpeando mis rodillas con
cada salto. Mierda, odiaba ese vestido. Mi mamá probablemente
disfrutaba cuando me ponía vestidos. Poco sabía ella...
Me aferré a la cadena fría y me senté en la tira de goma, sonriendo
de oreja a oreja. Miré hacia donde se encontraba mi abuela, para
mostrarle qué tan alto podía balancearme en el columpio, sólo que la
banca estaba vacía. En ese momento, el silbido de los árboles se
intensi icó y, de repente, podía escuchar grillos grillando en la distancia.
Un sollozo se me escapó una vez que me di cuenta de que se había ido,
que no se veía por ningún lado. Salté del columpio y me escondí debajo
del pequeño refugio del área de juegos donde había un tobogán contra
él. Me hice bolita y lloré hasta que mi piel se sintió tan áspera como
papel de lija y mi cabello se pegaba a mi cara húmeda.
Mi mamá llegó dos horas después, no estoy segura de por qué
tardó tanto. Realmente nunca le pregunté sobre ese día porque cada vez
que planteaba la pregunta, ella se cerraba como un caparazón, así que
lo dejé pasar. Papá también estuvo allí más tarde esa noche. Vino tan
pronto como sintió que algo no andaba bien. Pero para entonces, mis
lágrimas se habían secado hacía mucho tiempo. Desde ese día, sólo
hemos sido mi papá, mi mamá, y yo. Nunca hemos hablado de la abuela
desde ese día. Es como mencionar a Lord Voldemort en ambos hogares.
Lo mejor de venir de un hogar separado es que tengo dos. Uno en
la ciudad de Nueva York, donde vive mi mamá, y otro en Spring Valley,
DC, donde vive mi papá. Es el detective principal de su división y mi
mamá tiene su propio negocio. Estoy agradecida de tener al menos a mi
mamá a un viaje en auto de distancia desde la universidad, pero extraño
a mi papá y a veces odio tener que manejar cuatro horas para verlo. Mi
mamá es dueña de su propia pequeña cafetería/librería que se
encuentra en el corazón de Brooklyn. Vive en el apartamento de arriba
en un cómodo desván. En cuanto al dinero, mi papá está bastante bien,
pero mi mamá apenas gana lo su iciente, y mucho menos para
ayudarme a terminar la universidad. Quiero decir, le va bien y
básicamente sobrevive gracias a los clientes leales que han ido desde
que abrió hace unos veinte años atrás, pero tuve la suerte de obtener
una gran beca. Todo lo que tengo que hacer ahora es trabajar para mis
gastos de subsistencia. Mi papá siempre dice que podría darme una
mesada mientras estoy aquí, pero nunca me sentí bien con eso. Él y mi
mamá me han cuidado toda mi vida, siempre me prometí a mí misma
que una vez que llegara a la universidad, sería una adulta y no esperaría
nada más de ellos. Han hecho más que su iciente. Ambos han hecho
sacri icios por mí en todo momento, algunos, como mi mamá, han
dejado de lado a su propia familia. De todos modos, no parece justo
esperar eso de ninguno de los dos ahora que tengo la edad su iciente
para cuidar de mí misma.
—Ame, cuelga esto por mí —dice mi compañera de trabajo,
gerente de tienda general y mejor amiga, rompiendo mis últimos
pensamientos. Me entrega un minivestido de seda blanca que cuelga de
un gancho. Lo tomo, caminando hacia la sección blanca de la tienda. He
estado trabajando en Dust Boutique durante tres meses,
aproximadamente dos semanas después de que comencé en Columbia.
Es sólo trabajo de in de semana y algunos jueves. O cuando una chica
ricachona aparece para gastar dinero, entonces, sólo se nos permite
cerrar una vez que haya terminado de comprar.
—¿Hola? —Leila agita su mano como una loca.
—¿Qué? —le pregunto porque no escuché lo que dijo.
—Amethyst Lilly Tatum. ¿Estás distraída de nuevo? —Leila coloca
sus manos en sus delgadas caderas, inclinando una ceja perfectamente
arqueada.
—Lo siento —Sonrío—. Estaba pensando en ese día con mi abuela
malvada.
Se detiene, su rostro cayendo levemente. Esto no es ninguna
sorpresa. Leila no me ha escuchado hablar sobre mi familia, y aunque
ella y yo sólo hemos sido amigas durante tres meses, nuestra amistad
se ha convertido en una de esas amistades unicornios. Del tipo en el
que se odian al principio, apenas se toleran, pero luego decides que los
amas y antes de que te des cuenta, se forma un vínculo y te apegas al
otro. También compartimos un dormitorio, por lo que hemos pasado
juntas todos los días durante los últimos tres meses. Nos peleamos y
discutimos, pero también nos amamos y nos protegemos.
—Okay —Se pone seria, caminando detrás del mostrador—.
¿Quieres hablar de eso? ¿O quieres beber por eso?
Me río, sacudiendo la cabeza—. Realmente no quiero beber por
eso.
Suspira, poniendo los ojos en blanco—. Nunca quieres beber por
eso.
Me encojo de hombros, yendo hacia ella justo cuando suena el
timbre para alertarme de que alguien ha entrado por la puerta—. Lo sé,
¿verdad? También es algo bueno, considerando quién diablos cuidaría
de tu trasero borracho cada in de semana.
Se ríe. Sabe que tengo razón. No sólo es una borracha di ícil, sino
que también tiene la mala costumbre de desaparecer. En mi defensa, no
he vivido mucho en comparación con otras chicas de mi edad. Tuve una
infancia muy diferente a la de Leila. Ella sólo trabaja aquí básicamente
para molestar a sus padres adinerados. Sí, así es, trabaja para hacerse la
rebelde. Un lujo que la mayoría de nosotros no podemos permitirnos.
Su padre es senador en las elecciones actuales y si alguien se entera de
que su hija menor trabaja en una tienda de moda, incluso si el
candelabro de diamantes de miel mostrara la fastuosidad de su espacio
de trabajo, aún sería una catástrofe.
Afortunada ella.
Yo, por otro lado, tengo mucha suerte de tener este trabajo. Mi
madre y mi padre trabajaron duro, ahorrando su iciente dinero para
que yo fuera considerada. Obviamente, mis cali icaciones y un
promedio de 4.0 me permitieron ingresar, pero sin mi querida madre y
mi papi, no estaría aquí, y sólo por eso, les debo el mundo a ambos.
Pero no me puedo permitir el mundo, así que, por ahora, trabajar
tendrá que ser su iciente. Papá y yo somos tan cercanos como mi mamá
y yo. La historia de ellos es extraña. Eran mejores amigos desde que
tenían tres años y luego decidieron durante una noche de borrachera,
después de que ambos cumplieran dieciséis, que serían la primera vez
del otro. Hicieron la acción y luego se rieron, prometiendo no volver a
hacerlo ni hablar de ello nunca más. Sólo un par de meses después, mi
mamá se enteró de que estaba embarazada cuando la madre naturaleza
decidió evitar su visita mensual. Por un tiempo, fue una situación
incierta entre ellos. Mamá dijo que mi abuela los echó o algo así, así que
mi otra abuela y el abuelo acogieron a mamá. La ayudaron y la
apoyaron durante todo el embarazo, y luego, cuando ella me tuvo,
montaron un cuarto de bebé hasta que mi mamá y mi papá compraron
su primera casa. Poco después de eso, ambos fallecieron en un
accidente.
Suena extraño, supongo, pero nunca he sabido que mi mamá y mi
papá fueran románticos, sólo han sido mejores amigos. Tampoco lo
preferiría de otra manera, la dinámica en nuestra familia siempre ha
sido luida. No hay ataques de celos en ninguno de los extremos porque
nunca ha habido elementos románticos. Siguen siendo mejores amigos
hasta el día de hoy, lo que sin duda ha causado algunos problemas en
sus propias vidas amorosas, más con mi mamá que con mi papá, que ha
estado con la misma mujer desde que yo era una niña. Lara es
ingeniosa, divertida y una de las mejores abogadas de DC. Ella y papá
son completamente opuestos, pero funcionan y se hacen felices el uno
al otro. Mi mamá nunca ha sentado cabeza. Salió con un idiota cuando
yo era un poco más joven, pero algo sucedió entre los dos y nunca
volvió a hablar de él.
—Entonces, ¿vamos a beber esta noche? —repite Leila, cerrando la
caja y dejando la llave debajo del escritorio.
Agarro mi bolso, lo lanzo por encima de mi brazo y me encojo de
hombros—. Realmente no veo el daño en eso —Excepto que en cierto
modo sí lo veo, porque ha habido dos veces en las que he salido con
Leila, y ambas terminaron con ella siendo arrestada.
—Oh, ¡vamos, Ame! —se queja, moviendo su cabello—. Prometo
que esta vez, no me arrestarán y, además, nunca te he visto beber.
—Sí —concuerdo, abriendo la cremallera de mi bolso para sacar mi
billetera—. Eso es porque no bebo.
—Cariño, necesitas hacerlo. Podría relajarte un poco —La sigo
hacia la puerta principal mientras mueve las llaves en su mano. Tal vez
debería llevar a Leila a una noche de chicas, ya que mi vida es
épicamente tediosa en este momento.
—No puedo darme el lujo de relajarme, Leila, algunos tenemos que
permanecer concentrados como en un pequeño rompecabezas para no
sólo sobrevivir a la universidad, sino también para aprobarla —Una vez
que salimos, me doy la vuelta y cierro con llave por ella, harta de que
gire las llaves sin rumbo ijo. Son poco más de las seis de la tarde. Un
viernes por la noche, y ya sé que no lo va a dejar en paz. Sería mucho
más fácil si sólo tuviera que defenderme de la excesiva molestia de Leila
en el trabajo, pero desafortunadamente, también es mi compañera de
cuarto en la universidad.
Me giro para mirarla, silbándole a un taxi que pasa—. De acuerdo.
Un trago.
Su rostro pasa de lucir como una niña malhumorada pidiéndole
una galleta a una niña consentida y malcriada a la cual sus padres le
acaban de decir que le compraron toda la maldita tienda de galletas.
—¡Sí! —Aplaude con alegría, luego su rostro cae—. Oh no, cariño,
¿realmente vamos a tomar un taxi?
Agarro la manija del taxi amarillo brillante y la abro—. Sí, ahora
entra —Finge dudar, pero luego lo piensa mejor y se desliza en el
asiento trasero a mi lado.
—Sabes —murmura, poniéndose el cinturón de seguridad—. Sé en
dónde podemos festejar esta noche.
El taxi avanza después de que le digo a dónde ir—. ¿De verdad?
Bueno, esperaba que dijeras eso, ya sabes, ya que tú me invitaste a salir.
Agita sus manos delante de sí misma—. Oh, lo sé, sólo que no pensé
que inalmente dirías que sí, pero... —Toca su sien con el dedo índice—.
Menos mal que soy tan ingeniosa —Sí, claro, como digas. El taxi
continúa llevándonos de regreso al campus, así que aprovecho este
momento para cerrar los ojos brevemente.
Sé que tengo que visitar a mi mamá este in de semana. Lo he
estado posponiendo durante las últimas semanas después de descubrir
que inalmente conoció a alguien, y aunque yo intento con todas mis
fuerzas sentirme feliz por ella, estoy vergonzosamente asustada. Me
siento aterrorizada, porque, aunque mi papá ha estado con Lara
durante tantos años, sé que puede cuidar de sí mismo, emocionalmente,
no ísicamente. Cada vez que voy a casa lo demuestra con la comida que
le gusta que yo le haga, y sus camisas que todavía necesitan ser
planchadas. A pesar de que Lara siempre dice que lo deje y que se
supone que una mujer no debe cuidar a un hombre, y que este es el
siglo veintiuno donde las mujeres trabajan, alimentan y mantienen a
sus familias y dan señales de poder pro-mujer (puño al aire),
simplemente parece que no puedo permitir que eso suceda. Sin
embargo, ella cuida de mi papá de la mejor manera posible, de la
manera que estoy segura de que a él le gusta, pero planchar y hornear
sus galletas favoritas es algo que a mí me gusta hacer cada vez que voy
a casa. Ya sea que sigan siendo sus galletas favoritas o no, él me permite
continuar. Probablemente por mi propio ego y no tanto por su
necesidad de ser atendido.
En in, mi mamá es una historia completamente diferente. Es
peculiar, cariñosa, independiente y una verdadera romántica de
corazón. Por eso es por lo que dudo en conocer a este nuevo hombre en
su vida. Él podría lastimarla y yo no creo tener la capacidad mental para
siquiera pensar en esa probabilidad.
Mi teléfono vibra en mi bolsillo y lo desbloqueo, deslizándolo para
abrirlo para ver “mamá” parpadeando en la pantalla.
Rayos.
Realmente no soy buena para desairar a mi mamá, y me siento
como una mierda cada vez que presiono “ignorar”, así que esta vez,
exhalo lo su icientemente fuerte como para llamar la atención de Leila y
poner el teléfono en mi oído.
—Hola, mamá.
Hay un largo silencio, así que observo cómo los árboles que pasan
se iluminan con las farolas. Sé que nos estamos acercando al campus
porque veo el 7-Eleven en el que Leila y yo básicamente vivimos.
—Cariño, ¿por qué no has respondido mis llamadas?
—Lo siento, mamá, he estado ocupada con el trabajo y el estudio —
Miro a Leila y veo una ceja perfectamente arqueada hasta el cielo.
Desvío mi mirada rápidamente. Me siento como una mierda por mentir,
no necesito su pequeña mirada juzgadora.
—Oh, bueno, me lo imaginé. Si no hubiese recibido algún mensaje
tuyo, habría llamado a un grupo de búsqueda.
—Lo siento mamá. Prometo que intentaré estar más disponible.
—Escucha, la razón por la que llamé fue...
Respiré profundamente. Aquí vamos. El gran “quiero que conozcas
a un hombre”. Aunque ella no sabía que mi papá dejó escapar hace un
par de semanas que ella estaba saliendo con alguien.
»... ¡Conocí a alguien, cariño! —Su voz casi salió de mi teléfono, así
de extasiada se escuchaba. Instantáneamente me sentí como una
mocosa malcriada por ignorarla. ¿Qué pasa si él no la lastima y es algo
serio? Seguramente por su tono, debe ser algo especial. Mi mamá no se
deja in luenciar fácilmente. Puede que sea coqueta, pero también es
inteligente. Muy inteligente y conocedora de la calle. Una ninja, por así
decirlo.
—¿En serio? —Intento sonar sorprendida, pero cuando miro de
nuevo a Leila para encontrarla mirándome con la ceja levantada, sé que
no he sonado tan auténtica como pensaba.
—¡Sí! Oh, Amethyst, él es asombroso. Realmente quiero que lo
conozcas, cariño. Es importante para mí.
Me remuevo en mi asiento—. Oh, bueno, ¿cuánto tiempo has
estado viendo a este tipo?
Suelta una risita—. Bueno, ya hace un tiempo, en realidad. Nos lo
hemos estado tomando con calma porque también tiene hijos y es muy
complicado.
—Oh, genial, hermanos —murmuro. En realidad, no se suponía que
lo dijera en voz alta. Suspiro, arrepintiéndome instantáneamente de mi
elección de palabras—. Okay, mamá. Bien.
—¿Vendrás?
—Sí —Menos mal que estaré con Leila esta noche. Me temo que
podría necesitar una distracción incluso si esa distracción es que la
arresten.
—¡Okay, bien! —responde emocionada—. Entonces, ¿este in de
semana?
—Ah —El taxi se detiene en el campus y las dos nos bajamos, Leila
paga el viaje—. ¿Qué tal el próximo? Estoy un poco ocupada este in de
semana.
—Oh, bueno, está bien, pero es que que el próximo in de sema—
—¿Mamá? Tengo que irme, acabo de llegar a casa. ¿Te veo el
próximo in de semana?
—De acuerdo, cariño.
Exhalo, mi corazón se retuerce en mi pecho—. Te amo, mamá.
Ella suspira—. Te amo demasiado, cariño.
Entonces la línea se queda en silencio y tomo unos segundos para
recomponerme.
—Supongo que el próximo in de semana conoceré al nuevo chico
de mi mamá.
Leila engancha su brazo alrededor del mío mientras ambas nos
dirigimos hacia los dormitorios—. No te preocupes, Ame. Tu mamá es
ruda.
Echo la cabeza hacia atrás y me río—. No, no lo es. Probablemente
ella es—
—Ame, tu mamá no es estúpida. Déjala ser adulta. Quiero decir,
necesita algo de tiempo para sí misma. ¿Imaginas no tener sexo? —
Hace una pausa y luego me mira de arriba abajo—. En realidad, no
respondas eso.
Pongo los ojos en blanco y la empujo a través de las puertas,
pasando por el mostrador de recepción donde Dahlia está escondida
con los pies apoyados en el mostrador, masticando, lo que supongo que
es su quinta dona en la última hora. Probablemente podríamos ser
amigas.
Golpeo el botón del elevador—. En realidad, la última vez que tuve
sexo no fue hace tanto tiempo.
—Oh, en serio —bromea, acercándose a mí justo cuando las
puertas se abren.
—¡Sí! —siseo, casi insultada. Al entrar, me cruzo de brazos—. Fue
como hace seis meses.
Resopla—. Seis meses es realmente horrible, ¿así que tu última vez
fue con Shane? —Shane era mi ex de cuatro meses. Leila siempre dice
que no debería contarlo como mi ex porque salimos por menos de seis
meses, y aunque debería estar de acuerdo con ella porque era un
imbécil, simplemente no puedo admitir que desperdicié cuatro meses
con tal idiota. Cuatro meses siguen siendo cuatro meses.
—¡Por supuesto! —Salimos del elevador y nos dirigimos a nuestro
dormitorio—. No tengo aventuras de una noche, Leila, lo sabes, incluso,
le tomó un mes acercarse a mi fortaleza.
Se echa a reír mientras abre la puerta de nuestra habitación y
arroja su chaqueta sobre su cama—. ¿Tu fortaleza? Bueno, lamento
decirlo, pero voy a necesitar que tú “fortaleza” sea pisoteada más de
una vez cada seis meses, sin mencionar después de un mes de salir con
un chico. ¡Suéltate, Ame! Créeme. Es la mejor sensación del mundo.
Capítulo 2

Todo duele. Mi cerebro retumba como si cien mil líneas de bajo lo


atravesaran al mismo tiempo, y cuando me estiro para acariciar mi
cabeza, mi cabello casi araña la palma de mis manos, así de áspero se
siente cada mechón.
—Estoy muriendo —Intento abrir los ojos, pero mis pestañas se
encuentran pegadas como pegamento. Mi estómago ruge de hambre,
pero duele, y mi boca está más seca que cualquier otra cosa que haya
experimentado antes. Es la peor sensación del mundo.
Me incorporo con mi codo, pero todo el dolor y la incomodidad que
estaba experimentando me golpean como un enorme camión cargando
toda una tienda con la basura de Ikea.
—Oh, por Dios —Me rindo, dejándome caer de nuevo en la cama,
sólo que eso hace que mi cabeza dé vueltas furiosamente y mi garganta
comience a hincharse por la comida llegando a mi garganta.
Rápidamente me tapo la boca para evitar que salga el vómito, pero por
instinto, me inclino sobre mi cama...
—¡Cubeta! —ordena Leila desde algún lugar al otro lado de la
habitación, pero antes de que pueda abrir los ojos completamente para
enfocarme en dónde está la cubeta, el vómito sale de mi boca, volando
por el piso. Ahora tengo los ojos abiertos. Malditamente ensanchados.
Suspiro de alivio cuando veo que, en mi estado de ceguera, logré
alcanzar la cubeta y no dejé ni una pizca de vómito en ningún otro lugar.
Que yo pueda ver.
Gimo, mi mano subiendo a mi frente mientras me recuesto en la
cama—. Esto es horrible. Creo que me estoy muriendo. No, en realidad,
ya estoy muerta y me he despertado en el in ierno —Leila se ríe desde
algún lugar de la habitación, supongo que desde su cama—. Eres
malvada.
Se ríe de nuevo y al diablo con ella porque en realidad ella suena
normal—. De hecho, anoche hiciste bastantes travesuras. Estoy un poco
impresionada por tus acciones.
—¿Mis acciones? —Aunque ahora mis ojos estaban bien abiertos,
mi mirada se encontraba únicamente en el techo de nuestro dormitorio.
El espantoso rosa pálido de repente hizo que mi estómago se sintiera
revuelto otra vez sin ninguna razón aparente. Esa razón podría ser el
tequila. O el vodka. Y lo que sea que decidí beber anoche.
—No recuerdas nada, ¿verdad? —Leila se ríe antes de sumergirse
directamente en su historia—. Amiga, irrumpí en su casa para salvarte
después de que me llamaras y dijeras que tuviste una aventura de una
noche con, sólo digo, el chico más sexy del campus, y yo, en mi estado
de ebriedad, seguí tus indicaciones de ultra borracha para llegar a su
casa. Bueno, de hecho, le di mi teléfono al taxista, quien, curiosamente,
sabía exactamente dónde estabas porque, y cito, “he estado allí muchas
veces. Sé dónde está”, y luego subí por la escalera del jardín afuera de su
ventana, donde estabas esperando en nada más que tu sostén y... —
Hace una pausa, su mirada baja a mi pecho mientras mueve sus dedos
alrededor—... bueno, eso.
Miro hacia mi camiseta y veo que estoy usando una blusa negra de
los Raiders que no reconozco. Mi boca se abre en shock.
Ella continúa—: Te fuiste con nada más que esa camiseta, pero no
antes de que él se despertara, nos sorprendiera a las dos, y tus manos
salieran volando, la dignidad saliera volando, junto con tu teléfono, y
luego ambas nos caímos por la ventana, aterrizando en el taxi que
estaba esperando abajo. Mientras el bombón se asomaba por la ventana
para reírse de nosotras, ambas salimos disparadas al coche, con el
taxista pisándonos los talones. Él salió de ahí a toda velocidad. Todos
tuvimos un ataque de risa.
—Oh, por Dios —jadeo, justo cuando los recuerdos comienzan a
brillar en mi cabeza como una película mala—. Lo recuerdo —El
teléfono de Leila vibra en su tocador, lo alcanza sin ijarse bien donde
está. Saco mis piernas de la cama, dejo que mi cabello largo caiga sobre
mi cara mientras masajeo mis sienes—. Dios, yo—
—¡Oh! —Leila se ríe con aire de su iciencia—. Oh, esto es genial.
—¿Qué? —respondo, todavía acariciando mis sienes. La miro
desde atrás de los mechones sueltos de cabello rosa—. Espera, no me
digas, te enganchaste con el taxista.
No me responde, pero siento un golpe seco junto a mi muslo—. No.
Quiero decir, lo consideré, pero ese mensaje —Señala el teléfono cerca
de mi pierna—. Es para ti.
—¿Qué? —pregunto confundida, y luego agarro el teléfono,
abriendo el mensaje.
Ame: Cargando mensaje multimedia…
—Oh, no…
—Oh, sí... —Leila imita mi tono, moviendo la cabeza de arriba a
abajo y juntando las yemas de los dedos como la malvada bruja que es.
Trago saliva nerviosamente y luego presiono “Abrir”

—Los tragos de tequila son la forma de vida —Leila empujó un


shot en mi mano—. Vamos, Ame.
Empezó a bailar una canción de hip-hop sonando por los altavoces
y, por un breve segundo, pensé en irme a casa. Estaba vestida con un
ajustado leotardo negro que se hundía entre mis pechos y una
minifalda que me ceñía la cintura, pero eso es lo más lejos que dejé ir a
Leila. Trató de ponerme tacones, pero antes de que pudiera sacar sus
horribles Louboutins, yo ya estaba atando mis, lo que ella llama, botas
góticas. No son botas góticas, o tal vez lo son, de cualquier manera, no
me importa. Son cómodas y todo lo que realmente me ha gustado usar
desde que era niña. Si no son mis Doc Martens negras, es algo casual
como los Chuck Taylors. Nunca, nunca, me verán con algún tipo de
tacón. Ella colocó unas medias de rejilla altas en mi mano y me exigió
que me las pusiera primero, y luego me permitiría usar las botas, y
pensé que en lugar de escucharla hablar y hablar toda la noche (porque
ella sería muy capaz de hacerlo), me puse la estúpida cosa. No uso
maquillaje, y eso tampoco cambió esta noche. Me coloqué un poco de
rubor, aunque no lo necesito, y un bálsamo labial con sabor a piña, que
tenía más aroma y sabor de lo que mostraba, dejé mi cabello rosa
pálido soltarse del apretado moño que generalmente siempre llevo, me
quité los anteojos para leer y nos pusimos en camino. Pero mientras
estaba allí de pie con un vaso de líquido transparente en una mano y
una rodaja de limón en la otra, comencé a lamentar cada decisión,
incluida la de ser amiga de Leila, que me trajo a este punto. Ella debió
haber sentido esto, por el pequeño sensor arácnido que poseía, porque
su brazo se envolvió alrededor de mi cintura mientras me atraía a su
lado.
»Oh, vamos. Sólo piensa... para esta hora el próximo in de semana,
desearás estar hasta el fondo con tragos de tequila mientras conoces al
nuevo hombre de tu mamá y a sus hijos.
Ella tenía razón. Estaba siendo una blandengue. No gustaban los
niños y a ellos no les gustaba yo. Realmente no me gusta que me digan
todos mis defectos en menos de treinta segundos.
Llevé el vaso hasta mis labios e incliné la cabeza hacia atrás,
tragando la bebida fuerte y repugnante, luego rápidamente metí el
limón en mi boca como había visto en tantas películas.
—¡Wuuu! —Leila levantó los brazos en el aire—. Esa es mi chica.
Ahora, vayamos a comprar otro.
Luego de unos cuantos tragos más, estaba bailando contra Leila y
la habitación como que estaba dando vueltas. Se agachó frente a mí
para frotar su trasero por todo mi frente de una manera seductora,
dándome una vista clara de la multitud frente a mí. Mi sonrisa cayó
cuando vi qué, o quién, me estaba mirando ijamente. Cabello castaño
oscuro sobresaliendo de una gorra que estaba al revés, ojos intensos
que convocaron a todos mis sentidos a la vez. Piel suave, bronceada, y
luego se pone de pie, su mirada en la mía. Tiene que medir alrededor de
un metro ochenta. Su cuerpo esbelto lleva unos jeans desgastados muy
bien ajustados y una camisa negra. Traga su bebida mientras su
atención permanece en mí, luego le da una palmada en la espalda a su
amigo y luego...—. Oh, no —murmuré, justo cuando Leila volvía a
enderezarse, riendo y echando su cabello sobre su hombro.
—¿Qué? —Chupó su labio inferior y me ofreció otra bebida.
Mis palmas estaban sudorosas, así que las froté por mi falda—. Él
está... vinien—
—¿Quién? —Leila me miró a los ojos, siguiendo mi línea de visión.
Era como si él estuviera caminando hacia nosotros en cámara lenta.
Contuve la respiración mientras se acercaba más y más, y sus ojos
destellan por encima de mi hombro, una sonrisa sexy haciendo
cosquillas en la comisura de su boca, mostrando una pequeña parte de
sus dientes blancos y rectos, y luego pasa a mi lado, yendo directamente
a la barra.
Dejo escapar el aliento que estaba conteniendo, mis hombros
hundiéndose por el alivio.
Leila se rio entre dientes—. Oh, veo que has notado en Maddox
Stone.
—¿Maddox qué? —pregunté. Sentí como si estuviera lotando y las
paredes parecían deformarse—. Creo que quiero beber más.
—Seguro que sí —Ella movió las cejas.
Puse los ojos en blanco, tratando de no parecer demasiado obvia
con lo decepcionada que me sentía de que pasara junto a nosotras.
Nunca lo había visto, jamás, pero, de nuevo, no salgo mucho, y cuando
salgo, casi siempre intento evitar que Leila se mate.
—Eso no es lo que quiero decir, sólo quiero decir —hice una pausa,
decidiendo elegir una distracción. Siempre funcionaba con Leila—.
Quiero decir que necesito emborracharme más. Creo.
—Bueno —Enganchó su brazo en el mío—, ¿quién soy yo para
detenerte? —Sacó un taburete de la barra y ordenó cuatro tragos y dos
Bombas Jager.
—Em —dije, mirando los vasos de shots con mi dedo índice
levantado—. No creo que esto sea lo que quise dec—
—¿Asustada? —dijo una voz a mi lado y por instinto, lo miré
directamente. Vacilé un poco, mi boca se secó.
Mierda.
—Asustada no, sólo... cautelosa.
Su mirada se quedó en mí y maldita sea, era más hermoso de cerca.
Sus mejillas, aunque su piel tenía un ligero tinte dorado, tenían una
pizca de rubor, probablemente por el alcohol. Sus ojos eran de un verde
aguacate oscuro, enmarcados por pestañas de un negro espeso. Su
mandíbula era prominente, sus pómulos ligeramente altos, como los de
un modelo. Sus rasgos eran tan profundos y sobrecogedores que casi
me tambaleé. Ambos brazos estaban cubiertos de tatuajes, con uno
grande en el cuello. También tenía un piercing de oro en la nariz. Algo
en él parecía amenazador. De initivamente me daba la vibra de ser un
chico malo, para nada mi tipo. Me gustaban los chicos raros. Los nerds a
los que les gustaba la ciencia antes que las iestas. Nunca podría salir
con un chico que patinara como yo, siempre les resultaba intimidante
cuando podía superarlos en trucos, así que me gustaban los chicos
raros y me gustaban por una razón, porque los chicos como Maddox
Stone, rompían a chicas como yo. Me di cuenta de que estaba juzgando,
ya que realmente no conocía su historia, pero al mismo tiempo, quería
ser consciente. Incluso si estuviera en un bar lleno de gente borracha,
siendo yo una de esas personas.
Él agarró mi vaso, sus ojos inmovilizándome en el lugar, y luego se
llevó el borde a sus labios, echó la cabeza hacia atrás y tragó. Chupó el
limón y luego la arrojó al vaso.
—Inténtalo. Es divertido.
—¿Qué? ¿Estás tratando de emborracharme? —levanté el otro
vaso, lo tragué y luego agarré el de Leila y también lo tragué—. Todo lo
que tenías que hacer era pedirlo.
Sus ojos se entrecerraron y luego se movieron sobre mi hombro,
aterrizando en Leila, supuse, luego regresó a mí—. Soy Maddox.
—Claro —Hice todo lo posible por no parecer fuera de lugar—. Soy
Amethyst, pero la gente suele llamarme Ame.
—¿Ame? —Sonrió—. Es lindo. Me gusta —Luego miró hacia la
mesa en la que lo vi antes—. ¿Vienes a sentarte con nosotros?
Eché una mirada rápida a Leila, que me estaba mirando ijamente
como diciendo qué carajos esperas, así que me encogí de hombros—. Sí,
seguro —recogió el resto de las bebidas que él había venido a buscar y
lo seguimos de regreso a la mesa. Me di la vuelta rápidamente cuando
supe que él no podía escuchar—. Cuéntame todo sobre él.
No fue una sorpresa que Leila supiera quién era. O se había
acostado con él (lo que realmente esperaba que no fuera así) o ella
había estado con su amigo.
—Me follé a su amigo y, ¡oye! —Su brazo agarró el mío—. El
muchacho puede ser un poco jugador. Nunca ha tenido novia, pero él
juega el campo, si me entiendes.
Busqué sus ojos, aburrida—. No te entiendo, así que escúpelo.
—Compréndelo.
—¡Leila! —La golpeé con el dorso de la mano, pero luego me di
cuenta de que, si iba a tener mi primera aventura de una noche,
¿realmente sería él el peor candidato? No. La respuesta era no, no lo
sería. Mi rostro cayó ante esta revelación.
Leila debió haberse dado cuenta porque se echó a reír—. Chica,
hazlo, pero primero sigamos bebiendo.
Pasó junto a mí y se dirigió a la mesa.
—¡Oye! ¡Rosé! —gritó una voz detrás de mí.
Me giré hacia la mesa y fue entonces cuando me di cuenta de que
ocho pares de ojos estaban observándome. ¿Me acaba de llamar Rosé?
¿Cómo el vino? Caminé hacia ellos, y como Leila, como la pequeña zorra
que era, se había sentado al lado de uno de los otros chicos, eso me dejó
a mí tomar el único lugar vacío.
Justo al lado de Maddox.
—¿Rosé? —Apreté los dientes levemente, arrugando mi rostro en
disgusto. El tipo sentado frente a mí, y que me había llamado así, se
parecía a Aquaman.
Él sonrió, sus ojos verde oscuro se curvaron con picardía. El cabello
castaño claro le caía por los hombros gruesos y la mandíbula estaba
oculta detrás de una barba espesa. Sin embargo, ahí no era donde se
detenía el parecido con Aquaman, oh, no, este tipo tenía los brazos y el
cuerpo para completar el paquete. Daba miedo, pero era lindo. Si eso
podía ser posible. También le tenía un poco de envidia por sus largos
mechones de cabello.
—¡Sí, tu cabello! —Hizo un gesto alrededor de mi cuerpo, su
actitud relajada.
—Oh, cierto, el rosa —Me senté lentamente, sintiéndome de
repente fuera de mi elemento. Agarré mi bebida y tomé un largo sorbo.
—Es diferente —Escondió su sonrisa detrás de su vaso—. Es todo
lo que digo.
—Aaajá, lo sé —Dejé mi vaso en la mesa—. Por eso lo teñí.
Maddox, a quien podía ver por el rabillo del ojo, todavía me estaba
mirando, puso su brazo sobre la parte superior de mi silla. Aquaman
captó el lenguaje corporal de su amigo y luego se hundió lentamente en
su asiento, con una sonrisa juguetona en su rostro.
Maddox señaló al chico al lado de Leila—. Ese es Wolf —Seguí su
dedo y mi atención se centró en otro par de ojos verdes, sólo que,
donde los de Maddox eran un poco más traviesos mezclados con
tormento, los de este tipo eran un poco más... reservados. Sin embargo,
se parecía a Maddox. Un poco. Era más bajo y delgado que él. Quizás un
primo. Atractivo, obviamente.
Maddox le hizo un gesto a Aquaman—. Ese es Talon.
—Aquaman suena mejor, sólo digo... —murmuré, bebiendo el resto
de mi bebida. Cuando devolví mi vaso a la mesa, todos se echaron a reír
—. Dije eso en voz alta, ¿no? —Luego miré a Leila suplicante—. Lei...
Se limpió las lágrimas de las mejillas—. Oh, cariño, está bien.
Hundiéndome en mi silla, me tragué los nervios—. Voy a necesitar
otro trago.
Muchos tragos después, todos habíamos caído en una conversación
alegre. Mis músculos se habían relajado, pero era muy consciente de
que me encontraba en un estado de ebriedad. Incluso Maddox, que
había seguido con las demostraciones públicas de afecto, tenía una
mano en mi rodilla, lo que me provocaba palpitaciones—. Aquaman y
Rosé, suenan bien, ¿no? —Aquaman, o sea Talon, me guiñó desde el
otro lado de la mesa.
Maddox apretó su agarre en mi pierna con más fuerza. Fue fugaz y
casi no lo noté
—Creo que dejaré que me llames Rosé, pero sólo porque yo te
llamaré Aquaman.
La cabeza de Talon se echó hacia atrás, risa brotando de él. La
música y la charla en la habitación estaban ahogando mi ansiedad, o tal
vez eso era por la cantidad de alcohol que había bebido.
Solté una risita, más para mí, y me giré hacia Maddox, que todavía
estaba sentado a mi lado. Nuestras miradas se conectaron, y la
intensidad de la suya absorbió todas las voces. Mi corazón estaba
martillando contra mi pecho, mi respiración era super icial y
desesperada. Sus ojos se posaron en mis labios, su cabeza se inclinó
para mirarme con interés. Tragué saliva cuando vi la comisura de su
boca levantarse en una sonrisa burlona. ¿Por qué se sentía
familiar? Algo sobre él. O las bebidas me estaban jugando una mala
pasada, sí, eso debía ser.
—¿Amethyst? —Su lengua envolvió cada sílaba de mi nombre, y de
repente, quise saber cómo se sentía esa lengua presionada contra mi
carne. Cómo sonaba su voz áspera al gemir mi nombre.
Jesucristo, estaba borracha. Y todavía lo estaba mirando ijamente.
—¿Qué? —pregunté, ignorando el creciente calor que trepaba
dentro de mi cuerpo.
De repente, su rostro estaba más cerca del mío, tan cerca que podía
sentir su respiración cayendo sobre mi labio inferior. Lo
deseaba. Mucho. Sus dedos se engancharon alrededor de mi nuca,
acercándome más hasta que nuestros labios se presionaron
ligeramente, sin besarnos, sólo allí, existiendo.
—Tú y yo nos vamos —gruñó sobre mis labios, conjurando todos
mis sentidos y poseyéndolos con cinco simples palabras—. Ahora —
inalizó.
Con esa, serían seis palabras.

Estábamos tropezándonos por un largo pasillo después de subir


unas tediosas escaleras. Todo se encontraba a oscuras, la realidad ahora
manchada por mi visión borrosa, pero mis labios permanecieron
siempre sobre los suyos. Su lengua dominaba mi boca, y justo cuando
llegamos a la puerta de su recámara, me levantó por el culo. Envolví mis
piernas alrededor de su cintura, quitándole la camisa mientras él
pateaba la puerta de su cuarto para cerrarla de nuevo y me azotó contra
ella. No recordaba exactamente qué fue lo que pasó entre dejar el bar y
llegar hasta aquí, y realmente no me importaba. Este hombre que
acababa de conocer iluminaba mi interior de todas las formas posibles,
y sentía que iba a arder por el in ierno que me estaba haciendo
atravesar. O tal vez ese era el alcohol, quiero decir, el alcohol era
in lamable, ¿verdad? A quién le importaba, se sentía genial. Él se rio y
su boca volvió a conectarse con la mía. Expertamente masajeó su
lengua con la mía mientras sus manos iban a todas partes, luego me
puso de pie y me arrancó la ropa, dejándome en nada más que mis
medias de rejilla. Me levantó de nuevo y luego me tiró sobre su cama,
dando un paso hacia atrás, sus pasos titubeando levemente.
Obviamente él estaba tan borracho como yo. Perezosamente apreció mi
cuerpo desnudo, mientras su lengua salía y se lamía el labio. Dios, creo
que era, por mucho, la cosa más sexy que había visto en mi vida, luego
se quitó los jeans y los calzoncillos, nop, esa de initivamente era la cosa
más sexy que jamás había visto. Tragué saliva, o estaba viendo doble, o
el tamaño de su pene era aterrador. Aparté mi atención de todo el sur y
miré su cabello. Con rulos, marrón y del largo justo para tirar de él. Mis
ojos volvieron a bajar por su pecho y me quedé sin aliento cuando vi
todos sus tatuajes. Llenaban una cuarta parte de su pecho y ambos
brazos. No podía distinguir qué eran, pero vi una gran escritura al estilo
inglés antiguo sobre su pecho. D E S T R —nop. No entendía nada.
Sonrió grande, luego agarró mis tobillos y me jaló hacia la orilla de
la cama. Grité con entusiasmo justo cuando su mano se estampó sobre
mi boca. Su cuerpo cayó ligeramente sobre el mío, cada pierna suya
estirando las mías hasta que quedó descansando allí. Podía sentirlo
presionándose contra mí así que incliné mis caderas hacia él, deseando
fricción.
—¿Vamos a hacer esto? Porque si es así, este es el único momento
en el que te daré una salida. Después de esto, tu trasero es mío.
—Jesús —exhalé, mis ojos rodando hacia la parte posterior de mi
cabeza. Su olor estaba por todas partes, frotando su piel y la mía. Cuero,
whisky, jabón limpio y menta.
Rio entre dientes—. No soy Jesús, princesa —Chupó mi labio
inferior y tiró, antes de abrir su boca y susurrar—: Maddox.
—No soy una princesa, pero sí... —Me penetró antes de que
pudiera terminar mi respuesta.
Gemí, todo fue borroso, entraba y salía de la inconciencia.
Sudor, lengua, pene, placer, dolor…
De vuelta al presente, Maddox ha enviado una foto de él con la
gorra puesta al revés, sin camisa, su lengua perforada saliendo de sus
labios y los dedos extendidos a ambos lados de su boca.
—Maldito descarado —murmura Leila, luciendo engreída a mi
lado.
—¡Dios mío, Lei! ¡No podré volver a verlo nunca más! O sea,
¡nunca!
—¡No seas dramática! Es sólo Maddox. Ya habrá olvidado tu
nombre. Yo no me preocuparía, ¡pero tienes que ir a buscar ese
teléfono! Chica, los iPhone son ridículos, a menos que inalmente
quieras cambiarte a Samsung —Se dirige a nuestro baño y lanza una
toalla sobre su hombro. Suspira una vez que ve que mi pánico no está
disminuyendo—. Cariño, está bien, en serio, he tenido toneladas de
aventuras de una noche. El truco es no pensar demasiado en ello.
Llega otro mensaje y grito, lanzando el teléfono al otro lado de la
habitación.
Leila pone los ojos en blanco, lo levanta y se pone de pie—. Puede
que necesites este teléfono, Rosé, pero me quedo con estas... —Hace
una pausa, luego sus labios se curvan mientras intenta detener su risa.
Gira su teléfono y es una maldita foto de mis bragas rojas.
—Mierda.
Leila se ríe—. Me voy a bañar, cariño, deberías enviarle un mensaje.
Si Wolf me escribe, dile que lo veré más tarde.
—¡Espera! —Me levanto de la cama—. ¿De verdad estás teniendo
algo con Wolf?
—¿Después de lo de anoche? Oh, sí. Maneja su pene muy bien.
—Oh, ves, no estoy hecha para eso.
—¿Para qué? —pregunta, inclinando la cabeza.
—¡Para eso! —Le hago un gesto—. Todo lo de ser casual. Es una
mierda.
—Ame, fue una aventura de una noche. Maddox las tiene
probablemente todos los ines de semana con chicas que él considera
dignas de él —Vuelve a poner los ojos en blanco y siento algo allí.
Quizás hay algo que no me está diciendo.
—Tienes razón, pero no voy a recuperar mi teléfono o mis malditas
bragas. Preferiría no volver a verlo nunca.
Capítulo 3

—¿Tienes todo? —pregunta Leila mientras nos dirigimos hacia el


estacionamiento de estudiantes. Abro la cajuela de mi pequeño BMW.
Fue lo único que papá dijo que yo no podía pelear para que no me lo
comprara. Siempre traté de evitar que él y mi mamá gastaran dinero
innecesario en mí, pero el auto era la cosa que él necesitaba que yo
tuviera. Me dio una charla sobre la clasi icación de seguridad de cinco
estrellas y sobre cómo los coches europeos son los más seguros. Sabía
que era su yo policía hablando por él, y sabía que papá había visto
algunos accidentes horribles en su época, así que se lo permití. Es rojo,
tiene asientos de cuero y palanca de cambios. Aprendí con un palo y se
me ha quedado grabado desde entonces.
—Sí, y sólo me iré al otro lado de la ciudad.
Pongo mis maletas en el pequeño baúl y me giro hacia Leila—.
Estoy segura de que él será agradable. Me gusta pensar que mi mamá es
inteligente.
—Tu mamá es inteligente. Como, inteligente de calle —asiente
Leila, dándole golpecitos la ventana del pasajero para que la baje, justo
cuando me subo al asiento del conductor—. Estoy segura de que sus
hijos serán geniales. Ojalá no usen pañales o algo así.
Eso es lo que temo. Espero que al menos sean adolescentes, pero la
forma en que mi madre habló de ellos me hace pensar que pueden ser
más jóvenes. Genial.
Le doy a Leila otro rápido beso de despedida a través de la ventana
y salgo del estacionamiento. Después de una breve parada para
comprar un teléfono nuevo pero barato, estoy cantando "Bad at Love"
de Halsey cuando una llamada telefónica llega a través de mi Bluetooth
en la radio. Se pasaron mi número rápidamente.
Presiono el botón verde del teléfono en mi volante.
—Hola, mamá, voy en camino.
—Hola, cariño, olvidé decirte que, me mudé a su casa, así que te
quedarás aquí el in de semana.
—¿Qué? —espeto, sorprendida de lo rápido que se habían movido
las cosas—. Mamá, ni siquiera conozco a esta persona. ¿Y qué hay de
Querubín? No puedes simplemente abandonar eso... —Querubín es el
nombre de su librería, la nombró en mi honor. Solía odiar el apodo
cuando era niña, pero ahora realmente no me importa. Me parece
extraño que ella simplemente empacara su vida y se mudara después
de conocer a este hombre por... —. ¿Hace cuánto tiempo que lo
conoces?
Suspira—. Amethyst, eres demasiado mayor para hacer este tipo
de preguntas. Te lo explicaré cuando llegues. Ahora te enviaré la
dirección.
Exhalo. Quizás estoy exagerando un poco—. De acuerdo, mamá. Te
veré pronto.
—Hasta pronto, cariño.
Un par de minutos después de que cuelga, llega su mensaje y lo
introduzco ilegalmente en mi GPS, con una mano todavía en el volante.
¿Armok?—. ¿Quién rayos es este tipo? —Armok es, por lo que he oído,
una ciudad llena de gente asquerosamente ricos. Ahora estoy
preocupada.
El viaje es rápido, y no pasa mucho tiempo antes de que llegue a
una vieja valla alta de concreto. El portón está cerrado, como era de
esperar. Salgo de mi auto, empujando mis lentes de sol hasta la parte
superior de mi cabeza y retirando mi largo cabello con ellos. Me protejo
del sol con la palma de la mano, y luego mi teléfono comienza a sonar
desde mi auto. Me lanzo a buscarlo, presionando responder.
—¿Mamá?
—¡Estoy abriendo las puertas, cariño!
—Gracias... —Lucho por mantener alejado el tono seco de mi
respuesta, terminando la llamada. Vuelvo a mi coche y espero. Unos
segundos más tarde, las puertas de metal pesado se separan y se abren
a un largo camino de grava.
Pongo mi coche en primera y conduzco hacia adelante, pasando los
árboles que están cubiertos de hojas color naranja quemado colgando
dramáticamente de las ramas. Hay postes de luces alineados entre cada
árbol, con un revestimiento de hierro que se aferra a las bombillas. Este
camino de entrada en sí mismo grita riqueza. Cuando mis ojos se posan
en la mansión que da al camino de entrada por el que vine, jadeo en
shock. La piedra victoriana antigua ha sido moldeada, no, perfeccionada
en toda la estructura. Las ventanas se distribuyen delicadamente
alrededor del frente con marcos negros. Jalo el freno de mano y me
detengo frente a los escalones de mármol que conducen a dos pesadas
puertas de madera rústica.
—Okay, mamá, ¿qué mierda está pasando aquí? —Agarro la manija
de la puerta y la abro.
—¡Oh, no tenía que hacer eso! —declara una voz profunda,
acercándose a mi coche. No he levantado la vista todavía, demasiado
perdida en mis propios pensamientos acerca de lo revelador que ha
sido todo desde que manejé unos pocos kilómetros por la carretera. Él
debe haber tomado la manija del otro lado de mi auto porque la puerta
se abre más.
—Gracias —murmuro, un poco confundida. Miro los pantalones y
luego viajo lentamente hacia arriba por el cuerpo ino, obviamente muy
bien formado—. ¿Me encuentro en el lugar correcto? —pregunto
mientras todavía subo hasta llegar a su cara.
Cuando mis ojos se posan en un cuello grueso y oscuro, trago
saliva. Buen cuello. Mi atención inalmente se estrella contra la suya y
mi boca se seca. Cubierto de hermosa piel oscura, suave como el
chocolate, era probablemente uno de los hombres más guapos que
jamás haya visto. Es joven, supongo que ronda los veintitantos años, y
luego sonríe y me tiemblan las piernas. Unos dientes blancos y rectos
iluminan la zona oscura, y dos profundos hoyuelos se hunden en esas
mejillas color moka. Dios mío. Era... delicioso. Necesito salir de
cualquier estupidez en la que acababa de meter mi trasero.
Sonríe suavemente, o educadamente, probablemente sea más bien
de forma cortés porque acababa de presenciar mi vergonzosa reacción
ante su apariencia. Tiene que ser al menos mitad afroamericano o algo
exótico. Cerrando la puerta y señalando los escalones, noto su acento.
Británico. Alguien me está llevando a dar una vuelta, y no es él,
desafortunadamente.
—¿Amethyst? No creo que esté equivocada. Su madre y el señor
Stone la están esperando —Es o icial. Tengo un lechazo por el guardia.
—Ah, ¿gra-gracias? —Me aparto de su camino, casi cayendo sobre
mi trasero. Sus ojos son como órbitas de color marrón oscuro, sólo que
la intensidad me hace sentir como si estuviera nadando en un pozo de
lava caliente. Okay, mi obsesión por él ha alcanzado nuevas alturas. Esto
comenzaba a ser un poco más que vergonzoso.
Su labio se levanta un poco como si le divirtiera el hecho de que lo
encontré interesante, luego señala la cajuela de mi auto—. Agarraré sus
pertenencias y las pondré en la habitación de invitados del ala oeste.
—¿Ala oeste? —Enarco una ceja, incapaz de ocultar la sorpresa en
mi rostro—. ¿Este lugar tiene un ala oeste?
Parece pensar en mi pregunta—. Es una mansión, señora.
—Oh, claro —No tengo idea de qué está parloteando. ¿Una
mansión?—. Bueno, gracias, supongo.
Luego me dirijo a la puerta principal. Con cada paso, mi garganta se
cierra más y más. No puedo creer que mi mamá haya logrado encontrar
a alguien tan rico. Tal vez sea muy mayor. Pero lo de los niños me está
confundiendo. A menos que su exesposa sea una cazafortunas de
veintitantos años que quedó embarazada a propósito, entonces sí, eso
podría ser realmente.
Miro alrededor de la zona de nuevo. Los jardines llenos de color y
vitalidad que evidentemente demostraban que eran cuidados por un
experto. No era por mi mamá, obviamente, porque lo único que mi
mamá hace con las manos es pasar las páginas de un libro, lo que nunca
es malo. Yo leía novelas románticas clásicas a una edad muy temprana,
con Jane Austen y Charlotte Bronte en nuestros estantes, lo
su icientemente altos como para que los alcanzaras un niño. Pero mi
papá también leía, sólo que las portadas de sus libros tenían dragones y
personas semidesnudas. De hecho, ahora que lo pienso, probablemente
vi mi primera teta por la portada de una de las extrañas novelas
eróticas de dragones de mi papá.
—¡Querubín! —La puerta de entrada se abre y mi mamá sale con
los brazos abiertos. Lleva, de alguna manera, un elegante sombrero de
paja en la cabeza, un vestido de verano amarillo y gafas de montura
blanca que son demasiado grandes para su pequeño rostro en forma de
corazón. También tiene un cóctel en una mano. Este es un lado
diferente de mi mamá que aún no he presenciado. Siempre ha sido
soltera, luciendo prendas de punto y jeans, y siempre tenía una taza de
café agarrada entre las palmas de las manos mientras balanceaba un
libro sobre sus muslos. Nunca un maldito cóctel y un sombrero
elegante.
Ah... la comprensión me invade. Lo entiendo. Finalmente perdió la
cabeza. Sabía que pasaría, pero esperaba que fuera más tarde que
temprano. Saben, yo quería una nana cuerda para mis hijos. Si quisiera
tener hijos... ¿quería hijos?

Maldita sea, hoy mi TDA1 estaba estropeado.


—¡Hola, mamá! —La abrazo, envolviendo mis brazos alrededor de
su pequeño cuello. Mi mamá es más pequeña que yo. Ella es pequeña,
en donde yo soy un poco más curvilínea. Con un poco más me re iero a
que mi trasero revotaría si lo golpearas.
—¡Entra, cariño! ¡Ven y conoce a Elliot!
Oh. Él tiene un nombre. La sigo hasta la entrada grande. Está
decorada con madera de caoba y acentuado con pintura blanca
inmaculada. También hay un candelabro reluciente en el medio que
cuelga delicadamente sobre tu cabeza. Me quito la chaqueta de cuero y
la cuelgo en uno de los ganchos mientras mantengo los ojos ijos en los
cristales brillantes que cuelgan encima.
—Mamá, realmente te superaste.
—¡Oh! —Desestima mi tono acusatorio con un simple movimiento
de su mano. Continúo siguiéndola hacia la sala de estar de planta
abierta que da a la piscina en el patio trasero.
Se deja caer en una tumbona y acaricia la que se encuentra a su
lado—. Llegaste temprano, dime, ¿cómo va la universidad? ¡Cuéntamelo
todo! —Da un sorbo a su bebida, justo cuando una sirvienta se nos
acerca balanceando un plato de plata en su mano, cargando un par de
cócteles de aspecto elegante—. ¿Todavía pre ieres las piñas coladas? —
toma las dos y me entrega la de aspecto lechoso.
—¡Síp! —La agarro y le sonrío cortésmente a la sirvienta. El patio
trasero tiene una enorme piscina de entrenamiento en el medio y una
fuente hacia el inal. Con árboles alineados y una casa de la piscina
escondida detrás de unos arbustos. Mamá golpea mi brazo para llamar
mi atención.
—Ahí es donde se quedan los hijos de Elliot cuando están aquí
porque se encuentra cerca de Scar, su juego de casa.
Claro. Los niños.
—¿Qué? ¿Tienen su propia casa? Es un poco negligente, ¿no? —Me
río, sorbiendo el fresco y cremoso cóctel.
Baja sus lentes de sol por la nariz—. Amethyst, ¿a qué te re ieres?
—Su mirada se dispara por encima de mi hombro, y luego una brillante
sonrisa reluce en sus rasgos—. ¡Ah! ¡Aquí están! —Se pone de pie,
tropezando un poco, pero se recupera apresuradamente.
No me molesto en mirar con rapidez, sólo me paro lentamente
mientras le quito el cóctel a ella. Lo coloco sobre la mesita que separa
nuestras tumbonas—. Sí, no te voy a dejar que sigas tomando.
Escucho una risa detrás de mí y me giro, poniendo los ojos en
blanco. Obviamente, voy a tener que intentar hacerles frente a los
pequeños demonios de mierda, ya que tendré que portarme bien con
ellos, posiblemente para siempre, si leo correctamente las vibras de
amor que mi mamá me está disparando.
—Hola... —Todo se detiene.
Mi respiración se detiene en mi garganta y aprieto el vaso en mi
mano. Los latidos de mi corazón se reducen a un bajo profundo, lento y
alarmante, y mis palmas pican por el sudor. Mis rodillas comienzan a
temblar. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda.
Allí, de pie frente a mí, había tres hombres, no chicos. No niños,
unos putos adultos.
Uno, era Aquaman.
Uno, era Wolf.
¿Y el otro? Era puto Maddox Stone.
Capítulo 4

Trago saliva, mis ojos volando entre los tres. Miro a mi mamá—. Lo
siento, espera, ¿qué? ―Mi murmullo de confusión probablemente no
pase desapercibido para el trío, así que hago lo que siempre hago
cuando estoy nerviosa. Cierro la boca.
Los ojos de Maddox son como imanes de mármol verde. Soy atraída
hacia su observación de mí, y entonces, antes de que pueda evitarlo,
mis ojos chocan con los suyos. Su mano se acerca a la mía, una sonrisa
arrogante extendiéndose sobre sus labios—. Soy Maddox. ¿Eres la hija?
Me doy cuenta de lo que está haciendo. Si mi mamá se enterara de
lo que ocurrió entre nosotros, la llevaría a una espiral de ansiedad, muy
bestial. La ansiedad bestial es la especialidad de mi mamá.
—Hola —Le tiendo la mano—. Soy Amethyst. ¿Y tú eres? ―Hay una
doble indirecta en esto. Trato de hacerlo sonar como si la noche
anterior no valiera la pena recordarla, pero obviamente falla porque su
risa demuele mi insulto.
Aquaman da un paso adelante, golpeando drásticamente a Maddox
con el hombro—. Soy Talon, pero una chica sexy que conocí
recientemente me llama Aquaman, y bueno, creo que es pegadizo, ¿no
crees? —me pregunta con un brillo travieso iluminando sus turbios
ojos verdes. Entrecierro los míos otra vez. Su sonrisa se profundiza.
Soy una causa perdida porque no tengo control de la sonrisa que
llega a mi boca—. Creo que encaja bastante bien.
Me guiña un ojo, y luego Wolf da un paso adelante, su mano
extendida y su cara aparentemente congelada y sin emociones—. Wolf.
Le estrecho la mano a pesar de que se siente más como si estuviera
sacudiendo un cadáver rígido, frío. No recuerdo mucho de la noche
anterior, pero sí recuerdo lo distante que era Wolf.
Pasándome las yemas de los dedos por el cabello, me lo quito todo
de la cara y luego vuelvo a mirar a mi mamá—. Bueno—
—¡Oh! Les dije a los chicos que eres muy poco femenina, que
usaste la patineta toda tu vida y todo eso...
—Mamá—
—No, no, así que habían dicho que hay una rampa por el camino.
Todos deberían llevarla. Ame, cariño, ¿trajiste tu patineta?
Ella de verdad no necesitaba preguntarme eso, porque sabe
malditamente bien que llevo mi patineta a todas partes—. Sí, mamá,
está en mi auto, pero tengo que regresar más tarde esta noche. Tengo
un trabajo muy importante para el que necesito estudiar...
—¿Qué estás estudiando? —pregunta Wolf, tomando asiento en
una de las tumbonas. Me siento incómoda de pie, retorciendo mis
dedos, y sé que Maddox está observándome con ojos cuidadosos, así
que me siento de nuevo. A pesar del hecho de que lo de anoche hizo que
mis muslos se apretaran, mis huesos gritaran y mi alma rugiera con
anarquía, también me hizo dolorosamente algo consciente de lo letal
que es Maddox Stone.
Vuelvo a llevarme los lentes a la cara para protegerme los ojos—.
Ah, licenciatura en bellas artes, en realidad.
—¿Para ser actriz? —pregunta, arqueando una ceja con interés. No
estoy segura de si ese interés es genuino, pero lo sigo.
—Mmm, no por elección realmente. En realidad, quiero estar más
detrás de escena, por lo que me especializo en literatura y escritura de
guiones dramáticos, pero supongo que todos tenemos que comenzar en
algún lugar, así que sí, para ser actriz.
Mi mamá se limpia la boca con la almohadilla de su pulgar antes de
soltar—: Amethyst ha estado haciendo pequeños eventos de actuación
desde que era una niña. Cuando sólo era una niña sabíamos que iba a
hacer algo en esa línea de trabajo. Tratamos de hacerla modelar, pero
hizo un berrinche que pudo escucharse hasta en China.
—Mamá... —Estoy a punto de detenerla de su sobrecarga de
información, pero continúa, sólo cambiando el tema y volviendo a su
tema anterior—. Vas a quedarte al menos por una noche, puedes
regresar mañana.
Pienso en pelear con ella, y luego lo pienso de nuevo, y observo
cómo el sol comienza a ponerse en el cielo, encendiendo tonos
anaranjados sobre su piel bronceada. Cómo las arrugas en los bordes de
su sonrisa se ven un poco más profundas desde la última vez que la vi.
A pesar de mi crítica anterior, aprecio la despreocupación en su
lenguaje corporal. Se siente feliz, a gusto. No es que mi mamá fuera
alguna vez infeliz, sólo era... mamá. Pero lo noto, y lo menos que puedo
hacer es pasar una noche con ella, ya saben, ya que pasará mucho,
mucho tiempo hasta que yo regrese aquí. O nunca. En realidad, ya estoy
pensando en excusas para escaparme de todos los próximos eventos
familiares que estoy segura ha planeado.
Suspiro y luego aprieto el tobillo de mi mamá—. Okay, mamá, de
acuerdo, me quedaré. Una noche, pero me debes una maldita dona.
Suelta una risita, su cabeza inclinándose hacia atrás y su cuello
tensándose por el movimiento—. Está bien, cariño, llamaré a Elliot y
haré que pase a buscar algo de camino a casa después de su reunión —
Los chicos se quedan callados, así que les vuelvo a echar un vistazo.
Talon y Maddox están observándonos a mi mamá y a mí, pero Wolf ha
desaparecido en alguna parte. No me sorprende, por todo lo que he
visto de él (lo cual sólo es unas pocas horas en total, pero las primeras
impresiones son lo que cuentan y todo eso), parece el hermano más
desapegado emocionalmente. Parece reticente, distante y frío. Es eso, o
simplemente es completamente super icial. De cualquier forma, un lado
de mí se identi ica con su personalidad. Siempre he sido una
marginada, nunca he encajado en ningún lado. Todavía intento
entender por qué Leila siquiera me tolera, porque pertenecemos a
mundos separados. Me gusto de esta forma y nunca cambiaré. Nunca
me ha interesado encajar. Me gusta la diversidad y cualquier cosa que
sea contrastantemente auténtica. No puedes poner una personalidad
dentro de una caja y decir, "así es cómo es ella". Somos humanos, se
supone que debemos arrojar emociones crudas y ser violentamente
diferentes. Más personas necesitan abrazar sus diferencias. No querrás
mirar fotos cuando tengas ochenta años y pensar maldita sea, ninguna
de esas opiniones realmente importaba. Debí haber sido simplemente yo.
—¡Iré a buscar otro cóctel! —Mamá se levanta, pero mi mano va
hacia la suya.
Sacudo la cabeza—. No, está bien. Apenas he tocado este.
En la cara de mi mamá aparece una suave sonrisa—. Ame, ahora
estás en la universidad, vas a tener que acostumbrarte a beber. Quiero
que te diviertas.
Trago saliva mientras me esfuerzo demasiado por no mirar a
Aquaman y Maddox—. Gracias por la conversación, mamá, pero estoy
bien.
—Muy bien, como tú quieras —Continúa hacia la casa,
murmurando algunas palabras.
Maddox se sienta enfrente, justo cuando Aquaman se desploma a
mi lado—. ¿Cómo está tu cabeza? —pregunta Maddox, sus ojos
brillando complacientes.
Aprieto mis labios entre mis dientes y lucho contra el estúpido
sonrojo femenino que quiere correr desenfrenado por mi cara—. Esta
mañana me encontraba muy mal. Ahora me siento un poco mejor.
La sonrisa de Maddox sólo se profundiza, y luego siento un
empujón contra mi brazo—. Sabes, no somos tan malos —dice
Aquaman juguetonamente.
Suelto una exhalación lenta y pesada—. ¿En serio?
Aquaman le lanza una sonrisa furtiva a Maddox y luego se pone
serio cuando regresa a mí—. Por supuesto que no...
Sarcasmo.
¿Cuál es ese dicho? Es la forma más baja de ingenio o algo así.
Aquaman se pone de pie y estira sus gruesos brazos sobre la
cabeza—. Voy a ir a Scar antes de que papá llegue a casa. ¿Quieres
venir?
Maddox no responde, y cuando inalmente me permito mirarlo, su
mirada ija está clavada en mí. Quemando agujeros en mí con láseres
imaginarios. Nuestros ojos permanecen conectados, y antes de que
pueda obligarme a romper el contacto, responde—: No, estoy bien. Iré
mañana ―Sus ojos se quedan en los míos, absorbiéndome.
—Hermano, tienes una pelea este in de semana. Necesitas
entrenar —Los ojos de Aquaman siguen su línea de visión una vez que
se da cuenta de que Maddox no va a devolverle la mirada.
El labio de Maddox se levanta y luego inalmente se pone de pie.
Fulmina con la mirada a su hermano—. Estoy invicto, estoy bastante
seguro de que tengo esto.
Aquaman sacude su cabeza, pero sigue su camino, desapareciendo
detrás de la casa de la piscina. Maddox ocupa el asiento de Talon a mi
lado y se mete la mano en el bolsillo. Me da mi iPhone. Exhalo un gran
suspiro de alivio. Hay tantas fotos y recuerdos en este teléfono.
Lo tomo, ignorando la descarga de electricidad que pasa por
nuestro contacto. ¿Cuándo se convirtió mi vida en un cliché?—. Gracias.
No estaba segura de si volvería a ver alguna de estas fotos.
Baja la cremallera de su sudadera y la arroja al inal de la tumbona.
Me esfuerzo mucho por no mirar sus brazos ondulantes y la forma en la
que se tensan cuando agarra la silla, muy parecido a como la forma en
la que se tensaron cuando estaban a ambos lados de mi cabeza. Un
empuje, dos, cielos. Eso escaló rápidamente.
—Ya lo sabía, además, necesitas ponerle un bloqueo a esa mierda
—Ríe, levanta una botella de agua y toma un sorbo. Observo cómo su
garganta se contrae con su deglución, y luego rápidamente desvío mi
mirada ija cuando me doy cuenta de que estaba observando su
garganta como una rarita.
—Espera —digo una vez que he logrado calmar mis pensamientos
erráticos. Sobre gargantas—. ¿Lo sabías? ¿Que me volverías a ver?
Hace una pausa y luego vuelve a poner lentamente la tapa de su
botella de agua—. Mi papá y tu mamá han estado viéndose por meses.
Eres su orgullo y alegría, hay malditas fotos tuyas en su habitación. Sí,
sabía quién eras cuando entré en ese bar —Sus ojos se dirigen a mi
cabello rápidamente, y luego ríe entre dientes—. Y si no me estaba
seguro, el cabello te habría delatado.
—¿No te gusta mi cabello? —estoy ofendida. Generalmente me
importa una mierda lo que la gente piense de mí, pero me ofende esto y
luego me ofende que me ofenda esto. Imbécil. Mi cabello ha estado de
este tono de rosado desde que cumplí trece. Era yo rebelándome contra
mi mamá y la sociedad. Pero en ese momento, mi mamá todavía
intentaba meterme al modelaje. No tenía la altura, aproximadamente
un metro cincuenta y ocho, pero aparentemente tenía los pómulos (lo
que demonios signi icara eso). Sólo que yo montaba cuatrimotos y
bicicletas BMX cuando (según ella), debería haber estado montando sus
sueños para convertirme en modelo.
—No dije eso, Rosé —Sonríe, usando mi apodo de anoche. Sus ojos
buscan en los míos—. Pero no tenía la intención de follarte. ¿Comerme
a la pequeña querubín de Jessica? Sí, por supuesto que no, esa no fue mi
intención en absoluto.
Estoy ofendida de nuevo. ¿Puedo pegarle? Voy a pegarle—. Em, hay
tantas cosas que quiero decir en respuesta a eso, y todas empiezan con
la palabra hijo—
—¿Mad? —Una chica alta, de cabello rubio, entra de forma
desenfadada a través de las puertas mientras empuja sus enormes
lentes de sol sobre su sedoso cabello blanco—. Hola, bebé, siento llegar
tarde.
Capítulo 5

Mis ojos se cierran. Sacudo la cabeza, intentando calmar mi respiración.


Él tiene novia.
Por supuesto que la tiene, por así son los hombres.
—Hola, Stace, ¿Qué haces aquí? —También parece sorprendido de
verla.
—Lo sé, lo sé, soy yo otra vez, sólo quería asegurarme de que vas a
alcanzar tu cuenta macro y te estás preparando para este in de semana
—Le entrega una botella de una bebida de color turbio mientras sus
ojos vuelan hacia mí. Se arrastran sobre mi cuerpo, y al principio, pude
distinguir el ceño fruncido que amenazaba con salir a la super icie, pero
luego su atención cae en mis zapatos, en mis Docs, y se relaja
visiblemente, extendiéndome la mano—. Soy Stacey, la chica de
Maddox. ¿Y tú eres?
Aparentemente, la chica que folló con tu hombre anoche.
Leila me advirtió sobre esto de alguna manera. Bueno, no. En
realidad, ella había dicho que él no era del tipo que tiene novias, olvidó
mencionar que era porque ya tenía una. Cruzaré unas palabras con ella.
Nunca, nunca, me acostaría con el novio de otra chica, sin importar lo
sexy que fuera o lo mierda que fuera ella, simplemente no está en mi
naturaleza hacer algo así. Hasta ahora. Estoy empezando a pensar que
voy a tener muchas primeras veces con mi nuevo hermanastro. Idiota.
Tomo su mano—. Soy Amethyst, mi mamá es—
—¡La pareja de Elliot! —Asiente, chasqueando los dedos en
reconocimiento.
—Sí.
Me niego a mirar a Maddox. No puedo creer a este pendejo.
—Stacey es mi exnovia diagonal vieja amiga... —declara Maddox
casualmente, poniéndose de pie.
Stacey rueda los ojos mientras acaricia su brazo posesivamente—.
Por ahora —agrega, guiñándome un ojo. Okay, esa es una piscina
dramática de tamaño olímpica por sí sola, por lo tanto, no me
sumergiré en eso. Yo más drama, es igual a una medalla de oro de no.
—Mejor llevo esto adentro. Fue un placer conocerte, Stacey.
Finalmente me permito mirar a Maddox. Odio la forma en la que el
sol brilla a través de su cabello de tinta líquida. Me dan ganas de
arrancar esa tontería del cielo para no tener que mirar cómo se calienta
contra él. Su per il facial es cuadrado, cincelado a la perfección. La
cantidad justa de chico malo atormentado con una ligera pizca de
Abercrombie. De nuevo, para nada mi tipo. Debería quedarme en mi
carril. La razón por la que me mantuve alejada de tipos como Maddox
toda mi vida, fue esta razón, la de aquí mismo. Son obra del diablo, y yo
no peco.
Mucho.
Hoy.
Bueno, desde anoche.
Ave María llena eres de gracia…
—Igual —susurra Stacey ante mi retirada mientras me dirijo hacia
el interior. Sé que miente. Me odia, puedo sentirlo. Prácticamente puedo
sentir las dagas a iladas que está disparando en mi espalda.
Encuentro la cocina de forma bastante fácil, porque la pasamos en
el camino. Vacío el resto de mi bebida en el fregadero y estoy a punto de
enjuagar mi vaso cuando veo el grifo elegante que tiene un tubo en
forma de espiral. Mejor no lo toco, en caso de que rompa algo.
—Oye, querubín, ¿conociste a Stacey? —Mi mamá entra, se quita
los lentes y coloca su sombrero encima del mostrador de roble de la
cocina. Por primera vez, siento el apodo querubín extraño. Maddox y su
boca sucia.
—Así es.
—Pobre Maddox. Se conocen desde hace mucho tiempo, por lo que
no tiene el corazón para deshacerse de ella.
—¿Él tiene corazón? —pregunto sorprendida.
Mamá suspira—. Lo tiene. Es muy particular con quién permite
demostrarlo. Como alguien más que conozco.
Ignoro su burla—. Sí, bueno, ellos salieron...
Mamá suelta una risita—. Oh, por dos semanas. Siempre fueron
amigos en la preparatoria, y Elliot dijo que ella siempre estuvo
enamorada de él —Hace una pausa, va al refrigerador y saca una jarra
de jugo. Será mejor que no vaya a hacer más cócteles—. Maddox sintió
que le debía una oportunidad. Rápidamente descubrió que sólo tenía
sentimientos de amistad hacia ella. ¿Si me lo preguntas? —Nadie te está
preguntando mamá, y por favor baja la voz. Se inclina más hacia mí,
agarrando su vaso—. Está un poco loca.
No puedo evitar la risa que se me escapa. Supongo que eso lo hacía
un poco mejor. Al menos no era tan idiota como pensé inicialmente que
era. Miro por la gran ventana que cuelga sobre el fregadero, dando vista
a la piscina, y veo su intercambio. Maddox sacude la cabeza, el cejo
fruncido. El rostro de ella se entristece y luego sus hombros caen. Su
rostro se hunde, y simpatía cae sobre los rasgos de Maddox. Él tira de
su cabello ligeramente y luego la alcanza. Ella toma su simpatía con
entusiasmo, se sube a sus brazos y descansa su cabeza sobre su pecho.
Central. De. Drama.
Maddox
La cena es simplemente incómoda. Amethyst no me ha mirado, sin
importar el hecho de que me senté directamente frente a ella.
Estiro mis piernas hasta que mi pie choca con el suyo. Sus ojos se
disparan hacia los míos, casi instintivamente, y luego se entrecierran.
La estoy molestando, bien.
—Entonces, Stacey —comienza mi papá, cortando en su ilete—.
¿Qué tal la universidad? Sé que es tu segundo año, pero recuerdo
cuando empezaste como si fuera ayer.
Stacey se aclara la garganta, alcanzando su bebida—. Ha estado
muy bien. Me alegro de poder ver mucho a Mad.
Talon resopla, mordiendo su panecillo y tirando de él con saña.
Continúa mirando a Stace desde el otro lado de la mesa. Sé que la odia,
demonios, a toda mi familia no le agrada, excepto por mi padre, pero su
historia es una mierda. Tuvo una crianza de mierda, y me encargué de
ayudarla. Su mamá, aunque está tratando de mejorar, sigue siendo una
mamá de mierda, incluso en sus buenos días.
Papá hace una pausa, mira entre Talon y yo, luego gruñe con
evidente desaprobación. Papá es un tipo duro. Fue un luchador
profesional de MMA toda su vida hasta que se retiró a los cuarenta y
cuatro. Siempre tuvo dinero del negocio de mis abuelos que
administraba al mismo tiempo, luego, cuando se retiró de las peleas,
asumió el negocio a tiempo completo. Mis abuelos murieron poco
después de eso. Mis hermanos y yo ahora continuamos con su legado.
Bueno, más yo que los otros dos. Wolf pre iere los asuntos ilegales y
Talon pre iere el fútbol. Mis hermanos y yo no permitimos que la gente
se nos acerque. Siempre nos hemos tenido el uno al otro y así es como
nos gusta. Por eso no mucha gente sabe de nosotros, sólo escucha de
nosotros. Talon es el tipo que tiene más amigos, con su personalidad de
mariposa social, Wolf tiene más enemigos que amigos, y de alguna
manera yo me encuentro en el medio. Siempre he sido el medio entre
los dos. Se podría decir que soy más equilibrado. Mis ojos vuelan a
Amethyst.
Generalmente.
—Entonces, Amethyst, ¿tu mamá dice que estás haciendo algo en
drama?
Observo mientras sus dedos meten el largo cabello rosado detrás
de su oreja. En el exterior, todo en ella es perfecto. Sigo la precisa línea
de su pómulo y cómo se inclina perfectamente hacia su mandíbula.
Cómo su barbilla tiene una pequeño hueco en medio, algo así como los
hoyuelos en mis mejillas. Como obviamente ella no está usando nada de
puto maquillaje, pero sus mejillas logran llenarse en un tono rosado de
vez en cuando, y sus pestañas oscuras se despliegan sobre su piel
blanca pálida. Sus ojos también son inusuales, el azul más claro que he
visto, cercano a un color cian. Ella es absoluta y jodidamente hermosa,
de la manera más inquietante posible. Inquietante porque no se da
cuenta de lo que le hace a la humanidad. No ve lo hermosa que es. No lo
muestra ni lo usa como una razón para ser una perra super icial. La he
visto esta noche, e incluso anoche. Es ella misma sin esfuerzo, una
personalidad de “a la mierda lo que piensas” en un pequeño cuerpo de
un metro cincuenta y ocho con cabello rosa.
Desearía poder decir que me sentí como una mierda por no
detener lo que sucedió entre nosotros anoche y que no tenía ninguna
intención de volver a hacerlo, pero eso me haría un tipo decente, y es
algo que no soy. Dicen que, si alguien mantiene contacto visual contigo
durante tres segundos o más, están tramando tu muerte o quieren
follarte. El sexo y la ira que ella exudaba demuestran que ambas cosas
bailan en su bonita cabecita. La atracción es fuerte entre nosotros,
incluso en una etapa tan temprana. Demasiado fuerte para mí, y eso me
convertía en una perra porque yo ponía a hombres adultos a dormir
con mi gancho derecho. Lo único que tengo que averiguar es si juego
con lo que sea que tengamos aquí o si lo dejo en paz.
Nunca fui de dejar nada en paz, y mucho menos un desa ío.
—¿Maddox? —llama mi papá desde la cabecera de la mesa,
cortando mis pensamientos. Todavía la estoy mirando ijamente. Está
sentada allí, sus ojos anchos ijos en los míos con una línea directa a mi
verga.
Me muevo en mi asiento—. ¿Qué?
—Dije, ¿a qué hora es tu pelea este in de semana?
—Oh, ah, a las siete —Finalmente lo miro, tronando mi cuello.
Necesito follar algo o romper algo, o ambas cosas a la vez.
—Bien —responde, cavando en su bistec—. Brian Lynard estará
allí. Tienes que aceptar su oferta.
Brian Lynard ha estado intentando que irme con su nombre
durante años. Simplemente no quiero aceptar.
—Sí, pero no sé si quiero seguir el camino de las celebridades…
—Oh, cariño, deberías aprovechar lo que todos tienen para ofrecer
—agrega Jessica, mostrándome una sonrisa. Ella me agrada. La conozco
lo su iciente como para encariñarme con ella, el que no se ha
encariñado con ella es Wolf.
Mi atención se centra en Amethyst, y sonrío, recostándome en mi
silla. Hacerla sentir incómoda me pone dura la verga, y no muchas
cosas le hacen eso a mi verga—. ¿Qué dices, Rosé? El famoso luchador
de MMA y la actriz. Suena, ¿no?
Me mira en shock, su mandíbula básicamente tocando la mesa.
Voltea a ver a todos rápidamente, sólo que nadie prestó atención a mi
comentario. Principalmente porque saben cómo soy. Ella está a punto
de ser educada. Talon bufa ante mi comentario, gruñendo en su comida
nuevamente. La única razón por la que él habría escuchado es porque
ella le gusta lo su iciente como para prestarle atención. No sé de qué
forma le gusta, pero sé de alguien que tendría algo que decir al
respecto.
Ella se aclara la garganta. Es linda como la mierda cuando se
sonroja, pero es mortal cuando trata de no sonrojarse. Es una rebelde
sin causa, y su alma es jodidamente imprudente, pero la quiero.
Lo quiero todo y a ella.
Parece un poco más inocente en el departamento del sexo que las
chicas que busco habitualmente, pero es linda y exótica al inal de
cuentas.
Toma un sorbo de su bebida y luego me mira—. No, a menos que
eso que te suene sea la campana de tu funeral.
Me río, volviendo a cenar.
Jodidamente desearía estar en lo más profundo de ella en este
momento.
Capítulo 6

Aclarándome la garganta, alcanzo el vaso y tomo un sorbo de agua. He


estado esforzándome demasiado por mantener mi mirada ija lejos de
Maddox. Mi teléfono comienza a vibrar en mi bolsillo, pero lo ignoro,
pensando que probablemente estaría mal visto en esta casa contestar
llamadas en la mesa.
Un pie choca con mi espinilla y me encojo, mis ojos se disparan
hacia un sonriente Maddox. Qué maldito idiota.
—Ame, ¿vas a ir a esa audición este in de semana de la que estaba
hablando tu papá? —pregunta mi mamá mientras mete el tenedor en la
lechuga.
—Aaajá —asiento, empujando los tomates en mi plato—. Sólo es
un pequeño papel para un nuevo programa de Net lix próximamente,
pero sería muy divertido de interpretar.
—Oh, ¿sí? —interviene Maddox en nuestra conversación ligera—.
¿De qué se trata?
Me recuesto un poco en mi silla—. Una joven detective que está
iniciando en la policía, pero tiene superpoderes. Tiene una vibra
Marvel, pero creo que sería un gran comienzo. Más que genial, en
realidad.
Miro a mi mamá—. ¿Conseguiste las donas?
Stacey se aclara la garganta—. Pero parece un poco descabellado,
¿verdad? —Luego se ríe, probablemente esperando que todos los
demás se le unan, sólo que nadie lo hace y eso la hace quedar como una
cretina. Se detiene abruptamente y luego se aclara la garganta otra vez
—. ¿Y qué haces para divertirte? ¿En qué estás especializándote?
Se siente como un interrogatorio, pero respondo de todas formas
porque realmente no siento cariño por ella o por su actitud maliciosa.
Conozco bien a las chicas malas, y hay una cosa que siempre olvidan;
que tienen más que perder que nosotras. Su orgullo, su imagen, todas
esas cosas de plástico que les importan totalmente demasiado es
mucho que perder contra una chica a la que no le importa una mierda.
—Ando en patineta por diversión y, como dije antes, me especializo
en literatura y escritura de guiones dramáticos.
Se detiene, su boca ligeramente entreabierta, luego mi mamá viene
al rescate de nuevo—. Es cierto, mi niña es inteligente. Supongo que
tengo suerte de que pasara más tiempo en parques de patinaje y menos
en iestas durante la escuela.
Acaricio la mano de mi mamá por debajo de la mesa.
Aquaman inter iere—. ¿Eres sexy e inteligente? —Luego hace una
pausa, mirando entre Maddox y yo—. Quien te tenga tiene que ser un
tipo afortunado.
—Oh, no, —mi mamá interviene una vez más. Esta vez, creo que
voy a molestarme un poco más que antes—. Sólo ha tenido un par de
novios, ¿no es así, cariño? —Vuelve a colocar el cuchillo y el tenedor en
la mesa y parece pensar en lo que va a decir. Intento ensanchar mis ojos
hacia ella, como para decirle que cierre la puta boca, pero me ignora
abruptamente—. Oh, Shane era su nombre.
Hago una cara, hundiéndome más en mi silla—. Mamá—
Elliot inter iere—. Estoy seguro de que ella no quiere hablar de eso,
amor.
Tiene razón, no quiero hacerlo. Elliot parece un buen hombre, un
poco tosco, pero suave en el medio. Al menos creo que lo es,
especialmente cuando mira a mi mamá o a sus hijos. Me siento agotada,
así que llamo la atención de mi mamá cuando la empleada entra para
quitarnos los platos sucios.
—Me siento un poco cansada. Anoche no dormí mucho —Mi
excusa sale muy, muy jodidamente mal para esos tres chicos en la mesa
y sonó más como si estuviera criticando a Maddox cuando no lo hacía.
—¿Anoche estabas patinando? Debe ser agotador —pregunta
Stacey sin saberlo, con su leve ceño fruncido clavado en mí. Dios, ¿se
sentía tan intimidada por mí? Quiero poner los ojos en blanco ante lo
cliché que está siendo.
Wolf ríe entre dientes—. Sí que estaba montando algo...
Siento mis mejillas calentarse. Tengo ganas de salir de la
habitación, se siente como si el oxígeno estuviera siendo succionado
minuto a minuto. Me encuentro bastante segura de que estoy a punto
de morir aquí.
—Oh, ¿no quieres tus donas? —Los ojos de mi mamá se posan en
los míos.
Sacudo la cabeza, de repente, mi plan de escape suena más
atractivo que hundir los dientes en una masa frita glaseada. ¿O no? Sí,
así era. Empiezo a contemplar un plan de escape que me llevará de
regreso a mi dormitorio—. No, estoy bien.
—Pero son de tiramisú —declara orgullosa antes de continuar—.
Amethyst nunca podía tener su iciente de ellas cuando era niña. Se las
compraba todo el tiempo, pero sólo de tiramisú. Un sabor extraño para
una niña.
Le sonrío suavemente a mi mamá. Aunque me vuelve loca, tiene
mucho para dar y ama mucho—. Está bien, mamá. Podría simplemente
irme a la cama.
Mis ojos se dirigen inconscientemente a Maddox, que ahora está
mirando el comedor como si estuviera buscando algo, luego
visiblemente se queda inmóvil. Sus puños se aprietan mientras su
mirada se levanta lentamente para ijarse en mí. Me clava con una
mirada fulminante—. Cuál es esa canción... ya sabes, la que...
¿Qué?
—¿La canción? —Le sigo la corriente—. ¿Qué canción?
Empieza a tararear, y respondo al instante, fastidiada de sus trucos
—. "Fly Away" de Lenny Kravitz.
Voy a besar a mi mamá en la cabeza cuando siento que la atmósfera
cae a niveles de frío mortal. ¿Alguien abrió una ventana? Se me pone la
piel de gallina mientras lentamente vuelvo a mirarlo. Su rostro se ha
puesto pálido, sus ojos planos. Ahora está mirando directamente a
través de mí, en lugar de a mí.
»¿Por qué acabas de preguntarme eso? —Oh, no… Mis ojos se
disparan entre mi mamá y Elliot—. ¡Esperen! ¿Por cuánto tiempo se
han conocido ustedes dos?
Mamá me mira ijamente confundida—. He conocido a Elliot desde
la preparatoria, era el mejor amigo de tu padre.
—Esto acaba de ponerse raro —murmuro, limpiando la gota de
sudor que aparece en mi frente.
Maddox se pone de pie lentamente, sus ojos dirigiéndose
bruscamente hacia mí, pero en lugar de la mirada ija ligera, sexy que
normalmente me da, ahora está impregnada de desdén. Me encojo.
—¿Era ella con quien estabas teniendo una aventura? —le gruñe
Maddox a su papá, pero sus ojos estaban en mi mamá.
Elliot hace una pausa y luego pone su cuchillo y tenedor sobre la
mesa—. Como ella dijo, hijo, mucho tiempo...
Miro a Maddox con los ojos entrecerrados mientras las dos
historias encajan dentro de mi cabeza, como un rompecabezas oxidado
viejo y problemático—. ¡Oh, por Dios! ¡Tú eras el chico de Krispy
Kreme!
Mamá toma una bocanada de aire a mi lado, pero la ignoro.
—¿Puede alguien decirme qué diablos está pasando, por favor? —
anuncia Aquaman, sus ojos recorriendo frenéticamente la mesa.
Stacey concuerda con un simple—: Ajá.
Nadie dice nada, y la habitación se queda en un silencio fantasmal.
Wolf se levanta lentamente de su silla, el sonido de las patas raspando
el piso de madera atravesando la tensión—. Papá ha estado teniendo
una aventura con Jessica desde mucho tiempo antes de que mamá
muriera —Luego simplemente se da vuelta y sale de forma violenta por
la puerta.
—¡Es jodidamente por eso por lo que a Wolf no le agradaba Jessica!
—casi le grita Maddox a su padre—. Porque sabía de tu puta aventura.
—Cuida tu tono, hijo, estás en mi casa. No me levantarás la voz ni a
mí ni a Jessica.
Maddox se gira para mirarme y luego dirige rápidamente su
concentración a mi mamá—. Que se joda Jessica —Su concentración
vuelve a mí—. Que se joda Amethyst —Sus ojos se dirigen a su padre.
Ignoro el puñetazo verbal en mi estómago porque obviamente está
enojado―. Y que te jodan a ti y a tu casa —Va a salir de la habitación,
pero se detiene en el umbral y gira la cabeza ligeramente por encima
del hombro. Una oscura sonrisa sádica sombrea su boca—. Oh, ¿y
Jessica? Anoche también me follé a tu hija —Sus ojos se posan
ligeramente en los míos, su labio curvado—. Tal vez podrías enseñarle
una cosa o dos sobre chupar vergas, ya que tus habilidades son lo
su icientemente buenas como para romper un hogar.
Mi cabeza se inclina avergonzada, pero mis mejillas se encienden
de rabia. Eso fue una mierda, y ahora estoy enojada—. Lo siento, no
puedo hacer esto ahora mismo —Me paro abruptamente y corro hacia
las puertas que conducen a la sala de entrada, mientras me seco las
lágrimas de los ojos. No veo hacia dónde voy porque choco con un
pecho duro.
—Wow —Unas manos agarran mis brazos, estabilizándome.
—Lo siento —Me froto la nariz y sorbo a través de ella, luego
levanto la vista para encontrar al conductor o quienquiera que sea el de
antes, mirándome ijamente.
—No hay necesidad de disculparse, Amethyst. ¿Quieres que te
muestre tu habitación?
—No —sacudo la cabeza—. No quiero estar aquí. Si pudieras sólo
ayudarme a volver a poner mis cosas en mi auto, sería bueno —No
responde, así que me atrevo a mirarlo de nuevo. Tiene las cejas
fruncidas.
—No creo que sea una buena idea que conduzcas cuando estás
afectada.
—Yo—
—Yo iré con ella —escucho que dice una voz detrás de mí. Me giro
un poco, aunque reconozco la voz. Es Aquaman.
Sonrío suavemente—. Él me llevará.
El guardia escudriña mi rostro, y luego mira por encima de mi
hombro por un momento, antes de asentir de mala gana—. Está bien.
Regresaré en unos minutos con tus maletas.
Una vez que ha desaparecido por las escaleras, me doy la vuelta
para enfrentar a Talon por completo—. No tienes que hacer eso.
―Sí, sí tengo —asegura Aquaman, dando un paso adelante
mientras sujeta una bolsa de lona. Continúa por las puertas de entrada
y desaparece en la noche oscura. Lo sigo, dirigiéndome directamente a
mi pequeño auto y quitándole el seguro con un bip. Aquaman, o Talon,
que es como debería acostumbrarme a llamarlo, se desliza en el asiento
del pasajero, tirando su bolso en la parte posterior. Entro en el asiento
del conductor y empujo la llave en el encendido.
»Antes de que empieces a preguntarme sobre Maddox y Wolf y su
enojo, y por qué yo no estoy enojado como ellos, es porque reconozco
que no es tu culpa. Mis hermanos siempre han sido impetuosos. Yo, por
otro lado —sonríe, guiñándome—. Siempre he sido la voz de la razón.
Es por eso por lo que yo tengo más amigos que ellos dos juntos y es por
eso por lo que siento que es mi deber llevarte a casa.
Miro por la ventana de adelante, encendiendo el auto—. Bueno, en
realidad, no iba a preguntar al respecto. Así que tal vez simplemente
puedas ponerme al día en las partes que quieras ponerme al día.
Pasan diez minutos de viaje hasta que Talon dice—: Nuestra madre
murió en un accidente automovilístico.
—Oh —respondo distraídamente, luego me doy cuenta de lo
insensible que eso podría haber sonado, así que agrego rápidamente—:
Lo siento mucho.
—Gracias —resopla. Apuesto que ha oído eso muchas veces—. Fue
hace mucho tiempo, no es que alguna vez superes la pérdida de un
padre, pero he tenido que decir eso varias veces.
—Em, ¿cuándo sucedió?
—El primero de abril. Siempre se sintió como una broma de mal
gusto que la perdiéramos en el día de los inocentes. Si tan sólo eso fuera
cierto.

Después de dejar a Talon en su casa, la casa que no pensaba que


volvería a ver alguna vez, conduzco de regreso al campus. Mi teléfono
ha estado volviéndose loco en mi bolsillo trasero todo el tiempo, pero lo
ignoro, sabiendo completamente bien que será mamá. ¿Rompió un
hogar? Un matrimonio. ¿Ahora esa mujer está muerta? La historia es
una perra y, de alguna forma, me las he arreglado para caer en ese
fondo de drama en el que insistía en que no quería ni apenas meter un
dedo del pie. La información da vueltas en mi cabeza, amenazando con
ahogarme. La única persona con la que quiero hablar ahora es con mi
papá. Tengo la sensación de que podría arrojar algo de claridad sobre
esta situación nebulosa.
Entro violentamente en mi habitación, lanzando mi bolso al otro
lado antes de caer de vientre sobre mi colchón. Necesito reunir energía
su iciente para levantarme y llamar a mi papá, pero la fatiga se hunde
en mis huesos y caigo en un sueño profundo.
El crujido fuerte de granola me despierta a la mañana siguiente.
Mis ojos se abren de par en par para encontrar a Leila, atragantando su
cara con cucharadas—. Sabes, dormiste diez horas enteras. Estoy
impresionada.
Río entre dientes, dejando caer mis brazos sobre mi manta.
Entrecierro los ojos contra el brillante sol de la mañana que atraviesa
las persianas entreabiertas—. Bueno, preferiría estar durmiendo. Dios,
mi sencilla vida familiar acaba de estropearse.
Su masticación se ralentiza, su cabeza inclinándose—. ¿Quieres
hablar de ello o beber por ello?
Me muevo más debajo de la manta y la fulmino con la mirada—.
No, Leila, beber por ello es como empezó todo esto principalmente. En
realidad, no quiero hablar de ello ahora. Tal vez más tarde.
Ella se va a su primera clase y yo regreso a dormir. No hay forma de
que pueda enfrentar el mundo sin otra siesta.
Maddox
—Hermano, necesitas retraer toda esa mierda. Lo digo en serio —dice
Talon, bloqueando mi golpe.
Voy de un lado a otro de puntillas, estirando el cuello—. ¿Por qué,
Talon? ¡No es como si hubieras estado en el puto auto! —Levanté el
codo hacia atrás y lo golpeé directamente en la mandíbula.
Uno, dos, tres. Las combinaciones son un poco salvajes. No tiene
ninguna posibilidad. Levanta las manos para bloquear mis golpes, pero
tropieza hacia atrás, cayendo sobre su trasero. Giro mis hombros y hago
un gesto para que se vuelva a levantar.
Sacude la cabeza—. ¡Ni loco, hombre! —Se quita los guantes de las
manos y los lanza al otro lado del octágono.
Estamos en casa de papá, entrenando en el cobertizo que
transformamos en un gimnasio de artes marciales mixtas cuando
estábamos en la preparatoria. Es tosco, pero es nuestro. Cuando apenas
tenía trece, mi papá elevó mi programa de entrenamiento y me puso en
un gimnasio profesional, uno que dirige mi entrenador. Entrené allí seis
días a la semana durante cuatro años seguidos antes de comenzar a
pelear de forma clandestina. Al principio, el entrenador no lo sabía.
Pero cuando inalmente se enteró, me echó, y así es cómo se construyó
"Scar". Personalmente, habría preferido llamarlo Mufasa, pero como
sea. Hay bolsas de boxeo colgando de la estructura de cables y un gran
octágono hecho de cuerda y mucho piso acolchado. Hay peras de boxeo,
tres caminadoras, algunas bancas y un montón de pesas. No se veía
llamativo de ninguna forma con el piso de tierra, pero el equipo hacía
su trabajo. Ahora estoy de vuelta con el entrenador. Cuando paré con la
mierda ilegal, justo antes de salir de la preparatoria, el entrenador
volvió a aceptarme. Aquí es donde todos entrenamos cuando estamos
en casa, y todavía pre iero este lugar a mi gimnasio muy llamativo en la
ciudad.
—Levántate, estás poniéndote débil —bromeé, sonriéndole a
Talon.
Me enseña el dedo medio—. Vete a la mierda, señor Estoy Invicto.
Me deslizo a través de la cuerda y agarro mi botella de agua de la
banca. Tomo un sorbo, luego limpio mi boca con el dorso de mi mano—.
No puedo superarlo. Estoy jodidamente molesto con ella.
—¡Por qué! —grita Talon, poniéndose de pie. Se acerca lentamente
y apoya los brazos en la cuerda, con la cabeza colgando entre los
hombros—. Lo entiendo, hermano. Estabas allí con mamá cuando
sucedió. Eras su orgullo y alegría—
—Todos lo éramos, Talon. Maldita sea —inhalo y exhalo, en un
intento de calmar mi rabia.
Conoces a esas mamás que simplemente eran perfectas. Con la casa
siempre limpia, con galletas frescas o pastel horneándose en el horno, y
la cena siempre servida con una sonrisa y un beso en la mejilla. Esa era
mi mamá. No puedo comprender por qué mi padre alguna vez la
engañaría, y honestamente, me enoja como el carajo que sucediera ante
mis ojos, y siguiera sucediendo sin que siquiera me diera cuenta.
Entiendo a los humanos y todos sus errores, pero Jessica obviamente
no fue un error. Se sentía más como si él pensara que mi mamá lo era.
—Habla conmigo, hermano —murmura Talon, escudriñando mi
rostro—. No entres en ese agujero oscuro en tu mente.
Independientemente, Amethyst aquí no es el problema, nuestro padre
lo es. Tampoco podemos castigarla por las decisiones de su mamá. Ella
es tan inocente en esto como todos nosotros, ¡diablos! Ella lo tiene aún
peor.
Inclino mi cabeza—. ¿Cómo lo sabes?
—¿Cómo sé qué cosa? —pregunta, saliendo del ring.
—Que ella está peor —Tiro la botella al suelo y me siento en la
banca. Voy a necesitar hacer algunas repeticiones ya que a este tonto le
está faltando resistencia.
—Ella está sola, hermano. Todos nos tenemos el uno al otro.
Amethyst es hija única.
Odio cuando este cabrón tiene razón.
Capítulo 7

Volteando mi gorra Tony Hawk hacia atrás, dejo caer mi larga trenza
rosa sobre mi hombro. Parada en mi cubierta con un pie, empujo el
concreto con el otro y luego me balanceo en la patineta. Tenía “More
Than a Feeling” de Boston sonando en mis audífonos, y se sentía bien
estar aquí, lejos. Libre. Sonrío ligeramente mientras el sol deja caer sus
rayos sobre mi piel y el aire se desliza a través de mis ruedas,
empujándome a velocidades intoxicantes. Me encuentro en mi zona. Me
dirijo directamente hacia el medio tubo, subo y luego vuelvo a bajar. La
brisa hace volar los mechones que se habían salido de mi trenza y piel
de gallina eriza la carne de mis muslos. Llevo pantalones rasgados,
ligeramente holgados, y un top de bikini rojo debajo de mi camiseta
blanca. Puedo patinar vistiendo cualquier cosa, pero mientras más
holgado sea, mejor.
Dios, extrañaba esto. La adrenalina que obtengo de patinar está
cerca de la sensación que tengo durante el sexo. Es adictivo y eufórico,
por lo que nada puede borrar la sonrisa de mi cara mientras sigo
patinando por el parque. Este parque, en particular, no es nuevo para
mí. Kingsville es a dónde vengo siempre que necesito una salida. Tiene
una cancha de baloncesto al lado, con aros tan viejos que las mallas de
las canastas se han rasgado. Unos cuantos contenedores metálicos
están esparcidos en algunos lugares, y hay gra iti artístico salpicando
casi cada centímetro de los medios tubos y rampas. Siempre he sido
completamente consciente de lo peligrosa que era esta área. Cada dos
personas que pasan están metiendo dólares y bolsitas en sus bolsillos
traseros, pero me dejan en paz. Creo que se acostumbraron a que
anduviera por aquí.
La canción “River” de Eminem y Ed Sheeran comienza a sonar
cuando salto de mi patineta, pisando un extremo hasta que se levanta y
cae en la palma de mi mano. Sacándome los audífonos, camino hacia
donde están mis cosas, recogiendo mi botella de agua.
—Tu mamá dijo que estarías aquí.
Me congelo, reconociendo la voz, luego me giro para mirarlo.
—Maddox, hola.
No estoy segura de qué versión de Maddox estoy a punto de
obtener, así que creo que un simple “hola” sería una apertura promedio.
Lentamente comienza a caminar hacia mí, sus ojos se mueven por mi
cuerpo y luego vuelven a subir. Se sienta en la rampa, recostándose
sobre un codo. No puedo evitarlo. Obviamente soy una idiota, pero no
puedo evitar observar todo lo que es Maddox Stone. En serio, ¿nunca
tuvo una espinilla cuando era adolescente? Su piel es ridícula. Siento
envidia de su piel. Mi boca comienza a abrirse, cuando registro
internamente lo que es probable que estuviera a punto de hacer:
preguntarle sobre su piel, así que me muerdo la lengua y rápidamente
cambio de tema.
»¿Hay alguna razón por la que estés aquí? —Coloco mi patineta a
su lado y me siento en la parte superior—. Sin ofender, pero ésta
realmente no parece ser tu escena.
Saca la lengua para humedecer su labio inferior, y capto el brillo del
piercing de su lengua. Señor, ayuda. Rápidamente miro hacia otro lado,
viendo hacia el frente.
—¿Esto es tuyo? —Recoge mi cadena de eslabones de oro. Siempre
me la quito cuando patino, así no la pierdo. La compré sólo porque me
gustaba. Date un capricho es mi dicho favorito.
—Sip —Le sonrío. La desabrocha y se la pone alrededor del cuello
—. ¡Oye! —Lo empujo juguetonamente en el brazo.
—La cuidaré por un tiempo.
Pienso en protestar por esto, pero no lo hago.
Se aclara la garganta, su rostro se pone serio—. Tenía ocho años
cuando ella murió.
Mi boca se abre, pero luego me doy cuenta de que no tengo nada
que decir. No quiero llenar la pausa vacía con palabras sin sentido, así
que lo dejo continuar.
»Mis padres no estaban en buenos términos cuando ella falleció.
Fue esa noche... —Se detiene y me mira. Sus cejas se juntan mientras
busca en mi rostro, pasando de mis labios a mis ojos—. No parece justo,
¿verdad? Que yo saliera del auto sin un rasguño, pero ella ni siquiera
pudiera salir.
Todavía me está penetrando con su mirada, así que me imagino
que quiere que responda. Sólo que no soy muy buena en
conversaciones motivacionales o condolencias, así que espero no joder
esto épicamente. Por lo general, las personas que se sienten lo
su iciente cómodas como para hablar sobre algo tan profundo, ya saben
que soy un asco y me perdonan antes de abrir la boca.
Aclaro mi garganta, manteniendo mis ojos ijos en los suyos—.
Supongo que a ti te parecería así, pero apuesto a que ella no lo habría
aceptado de otra manera, Maddox.
Hace una pausa por un momento como si estuviera tratando de
entenderme.
—Supongo —responde, inalmente rompiendo nuestro contacto
visual para mirar hacia adelante.
El sol está comenzando a ponerse sobre los viejos edi icios
abandonados en la distancia, y la alarma de un auto ha comenzado a
sonar desde algún lugar cercano, pero todo lo que importa en este
momento es Maddox.
»Es sólo que quedó mucho sin decir y sin terminar. Siempre sentí
que le robaron esa noche porque… —Se detiene, se aclara la garganta
—. Porque acababa de enterarse de la aventura de mi papá con tu
mamá. Ella estaba tan enojada, nunca la había visto así. Ni siquiera
tenía miedo de que ella estuviera llorando tanto, o que la velocidad en
el velocímetro aumentara a más de cien a las ocho de la noche. Me sentí
aterrorizado por primera vez a mis ocho años, estaba viendo a mi
mamá desmoronarse y no podía arreglarlo.
Mi corazón se aprieta en mi pecho pensando en el Maddox que
recuerdo. El niño de ocho años que me dejó sentarme en su elegante
Lincoln e incluso se sentó en nuestro destartalado Toyota, sólo para
escuchar música conmigo. Lágrimas amenazan con salir a la super icie
de las esquinas de mis ojos, pero las trago rápidamente, temiendo no
haber ganado esas lágrimas, o que él no las aceptara.
»En in —continúa, moviendo los codos—, un segundo después
tomó una curva demasiado rápido y nos hizo chocar con un árbol.
—Maddox... —susurro sin darme cuenta de cuánta emoción delató
mi tono.
—Amethyst, no te estoy diciendo esto para que sientas simpatía
por mí —traga saliva. Miro como su manzana de Adam sube y baja—.
Te lo digo porque lo lamento.
—¿Lo lamentas? ¿Por qué? —¿Qué podría lamentar?
—Por cómo actué anoche. Estallé contra ti, y no debería haberlo
hecho. Lo siento —Mira de vuelta hacia mí.
Le muestro una pequeña sonrisa—. Está bien. ¿Amigos?
Busca en mi rostro, sus ojos se suavizan. Se vuelven perezosos
cuando caen en mi boca antes de volver a subir—. Sí, nena, amigos
suena bien.
Me pongo de pie—. ¿Alguna vez patinaste?
Se congela—. No, y estoy bien con eso.
—Oh, vamos... —Lo empujo con la cadera. Inclinándome sobre mis
puntillas, mis labios rozan su oreja—. Vive un poco…
—Yo cuidaría tu proximidad si fuera tú, amiga, y vivo bastante bien.
Me dejo caer de nuevo a las plantas de mis pies, luchando contra la
sensación de hormigueo que comienza a girar profundamente en mi
vientre.
—Bien, ¿qué tal esto? —Me quita la patineta —. Si bajo esta rampa
sin caer sobre mi trasero, vendrás a mi próxima pelea en tres semanas...
—No me gustan las peleas...
—... A mí no me gusta patinar.
Entrecierro mis ojos en su dirección.
Él entrecierra los suyos—. ¿Qué será, Rosé?
—Bien —accedo—. Porque no puedo esperar a verte caer de culo
—La pendiente es profunda, no hay forma de que no se caiga si es su
primera vez.
Su labio se curva lentamente en una sonrisa. Es tan arrogante que
me hace dudar de él, así que rápidamente echo otro vistazo por la
rampa. Sí, no, de ninguna maldita forma va a pasar por la cubierta hasta
la orilla de la rampa, bajando de manera experta.
¿Qué?...
Se lame el labio, me guiña un ojo y dice—: Haré que los chicos te
recojan a las siete, princesa —Luego se inclina hacia adelante y lo miro
suavemente, no sólo llega al fondo, sino que sube por el medio tubo, se
voltea y luego vuelve a descender.
Miro la pendiente de la rampa—. ¡Hiciste trampa! —grito, aunque
no puedo evitar la sonrisa cursi en mis mejillas. Arden de orgullo.
Se ríe y me enseña el dedo medio—. Lo que sea que necesites
decirte, princesa.
Capítulo 8

Regreso al campus mucho más feliz de lo que me sentí cuando me fui.


Después de que Maddox me destrozara en la rampa, nos separamos
cuando él regresaba a la universidad para tomar su última clase. Llego
al gimnasio de la escuela rápidamente en un intento de quemar toda la
comida que he consumido. Aprendí un poco de hoy y el entrenamiento
sólo ayuda a mi cerebro a procesar todos mis pensamientos.
Por ejemplo, una de las cosas con las que he llegado a un acuerdo
es que podría ser demasiado tarde. Creo que él ya me gusta. ¿Alguna
vez dejó de gustarme desde que éramos niños? Lo malo de conocer a
alguien a una edad temprana es que un lechazo puede convertirse en
una obsesión a medida que uno envejece. O se mani iesta o se quema.
No creo que esto último sea lo que sucedió entre Maddox y yo. El hecho
de que nos acostáramos probablemente tampoco ayuda. Es una mierda.
Odio ser humana. Obviamente, ya me gusta lo su iciente como para
llamarlo amigo. Pero no podría ir más lejos, incluso si quisiera. La
conexión de nuestra familia es obviamente más profunda de lo que
había asumido inicialmente. No es que necesite preocuparme de que
vaya más lejos. Como dijo Leila, él no es ese tipo de persona. Realmente
debería haber pasado más tiempo en el lado social de la universidad,
entonces tal vez sabría a qué me enfrentaba en lo que respecta a los
hermanos Stone. Siempre he mantenido la cabeza gacha, y me
avergüenza admitir que, incluso si les hubiera pasado por el lado
anteriormente en el campus, es posible que no los hubiera mirado dos
veces. Simplemente no soy consciente de lo que me rodea tanto como
debería. Tengo misiones en mi cabeza, y si no estás en mi misión diaria,
probablemente no serás notado.
Tal vez sea hora de aprender sobre estos hermanos. Enciendo mi
laptop y veo si puedo buscarlos en Facebook para tener una idea o
incluso un indicio de cómo son realmente. Tengo la sensación de que a
dondequiera que vayan, la gente lo sabe, los observan. La forma en la
que Leila reacciona ante ellos también dice mucho, así que tal vez
realmente he sido muy ajena a todos. No es que sea di ícil llamar la
atención de Leila, pero es casi imposible mantenerla. Ella olvidaría tu
nombre tan rápido como lo aprendió, pero no le pasa con estos chicos.
Necesito investigar un poco.
Entro a Facebook. Noti icaciones (0). Pero tengo dos mensajes y
tres solicitudes de amistad. Primero voy a los mensajes porque a veces
mi papá usa Facebook para enviarme memes y videos divertidos.
Todavía no se ha dado cuenta de que se puede etiquetar a las personas
en la sección de comentarios en lugar de enviárselo en un mensaje,
pero da pequeños pasos. Está llegando allí y me siento orgullosa de él.
Empiezo a quitarme la camiseta cuando hago clic en la burbuja.
Efectivamente, uno era de papá. Lo abro y veo que es un enlace de
YouTube. Pongo los ojos en blanco y escribo una respuesta.
Yo: Papá, no voy a abrir eso.
Mis ojos se desvían a un lado, y veo una caja de donas con una nota
encima. Inclino mi cabeza, alcanzando la nota.

Supuse que puedo empezar a enviarte donas ahora que somos


amigos.
PD: Revisa tu Facebook.

Me río, sacudiendo la cabeza mientras pongo la nota en el cajón del


escritorio de mi computadora. Busco ciegamente dentro de la caja,
agarrando cualquier dona y sacándola. Tiramisú. El hombre perfecto.
Algún día convertirá a alguien en una chica afortunada.
Le doy una mordida y gimo, sabiendo muy bien que soy la única en
este lugar. Después de sobrevivir al ataque de carbohidratos y azúcar al
que me lanzó la dona, hago clic en la pestaña de solicitud de amistad.
Limpiándome las manos en mis shorts, trago saliva cuando leo
“Maddox Stone ha solicitado agregarte como amigo en Facebook.
¿Aceptas?" Pienso en presionar rechazar, pero acaba de enviarme
donas, así que...
Acepto su solicitud de amistad y luego voy a las otras dos. La que
está debajo de Maddox es la de Talon, y luego debajo de Talon hay un
nombre extraño que no reconozco. No tengo amigos en común con él y
no tiene una foto de per il. Sospechoso. Rechazar. Presiono aceptar en
Talon y luego regreso a la pestaña de Messenger, recordando que tenía
dos mensajes, no solo uno.
Maddox: ¿Recibiste las donas?
Empiezo a escribir una respuesta, porque supongo que le debo
una. Saco mi teléfono, enciendo la cámara y la pongo en modo sel ie.
Mordiendo la dona, entrecierro los ojos como si estuviera
experimentando la mejor sensación de mi vida, y luego tomo la foto.
Lamiendo el azúcar en polvo de mis dedos, sacudo la cabeza ante la
imagen. Parezco un desastre. Tengo el cabello sudoroso después del
entrenamiento, con un sostén igual de sudoroso. Mi cabello rosado es
una masa de heno apilada en la parte superior de mi cabeza en un
moño desordenado, y no tengo maquillaje, lo cual no es demasiado
sorprendente. No lo uso de todos modos, pero mis mejillas todavía
están ligeramente enrojecidas y mis labios continúan manteniendo su
tinte rojo natural. Abro Facebook Messenger en mi teléfono y presiono
enviar.
Veo que mi papá ha respondido.
Papá: ¿Estás bien? Tu mamá dijo que podrías estar molesta por
algo. ¿Qué ha hecho ahora?
Eso me pone seria. No estoy del todo segura de cómo me siento con
respecto a mi mamá en este momento. Necesito más tiempo para
procesarlo, y luego, tal vez, cuando no me sienta tan extraña, le
preguntaré su versión. Pero no me gustan que engañen y desprecio a
quienes lo hacen. Entiendo que la vida a veces es di ícil y las cosas no
son en blanco y negro. Soy una irme defensora del color gris, pero eso
nunca excusará el adulterio. Esperaba más de mi mamá. Quería más de
ella.
Yo: Estoy bien, papá. Todavía no estoy lista para hablar con ella.
Papá: ¿Quieres venir a casa este in de semana?
Yo: Estoy realmente bien, papá. Haré un viaje de regreso cuando
pueda. Te amo. Te llamaré esta semana.
Papá: Muy bien, pequeña. Mira ese video. También te amo.

Pongo los ojos en blanco antes de desplazarme hacia arriba para


encontrar el enlace y hacer clic en él. Mi maldito papá y su seco sentido
del humor. Es un video de una cabra aterrorizando a un pueblo. Sólo él
encontraría esto divertido. Dios, lo amo.
Mis ojos captan el nuevo mensaje, pero cierro mi laptop y levanto
mi teléfono, yendo hacia la cómoda para sacar algo de ropa. Por mucho
que me haya encantado esa dona, necesito comida de verdad. Y un
baño. Abro el nuevo mensaje de Maddox.
Maddox: Eres linda como la mierda, Rosé.
Sonrío y tecleo una respuesta.
Yo: ¿Te tomó tanto tiempo responder con 6 palabras? ¿Necesito
ayudarte en inglés?
Maddox: Mi inglés está bien. Pero puedes ayudarme con anatomía
humana. Puede que allí necesite ayuda...
Vuelvo a poner los ojos en blanco. No hay forma de que este
hombre necesite ayuda en eso.
Yo: Estoy segura de que no me necesitas para eso.
Hay una pausa en los mensajes, así que rápidamente agarro mi
ropa y una toalla y me dirijo a la ducha. Tenemos suerte de tener
nuestro propio baño pequeño en el dormitorio. No sé cómo logré entrar
en esta habitación, debe haber sido pura suerte. Me lleva unos diez
minutos arrancarme el sujetador deportivo. Lo juro, mi vida siempre
pasa por delante de mis ojos cada vez que necesito quitarme uno, y
estoy a punto de deslizarme bajo el agua humeante cuando mi teléfono
suena. Como una adicta al crac, lo alcanzo y abro su último mensaje.
Maddox: ¿Estás segura de eso?
¿Qué clase de respuesta estúpida es esa? Dejo mi teléfono y me
meto de nuevo en la ducha, saboreando el agua caliente que cae por mi
cuerpo con el olor a lavanda y salvia bailando en el vapor. Después de
lavarme rápidamente el cabello, cierro el grifo y salgo, envolviendo mi
cuerpo con la toalla. Mi teléfono se ilumina y llama mi atención, así que
lo levanto y abro otro mensaje. Sólo que este es de Leila, la foto que nos
tomamos un día en el trabajo parpadea en mi pantalla.
Lei: ¿Viste las donas? Las trajo mientras estabas en el gimnasio.
Yo: Sí. Estaban deliciosas.
Lei: ¡¿No me guardaste una?!
Resoplo, volviendo a nuestra habitación.
Yo: No comparto, ¿recuerdas?
Lei: Menos mal que te robé una esta mañana. Besos.
Jadeo y reviso la caja, efectivamente, faltan dos.
Yo: Zorra.
Lei: ((abrazos))
Me desplazo por mis fotos y luego abro la sel ie que él me había
enviado la mañana después de nuestra noche. Cabrón descarado. La
asigno a su número antes de abrir su mensaje nuevamente para
inalmente responder.
Yo: ¿Tienes hambre?
Un mensaje llega en su lugar y la foto que guardé con su número
me hace cosas raras. Quizás debería quitarla.
Maddox: De...
No creo que vaya a sobrevivir a esta amistad.
Yo: ¡Comida!
Maddox: Claro. Te paso a buscar en diez.
Esa iba a ser mi línea, pero como sea. Me congelo. ¿Viene en diez
minutos? Mierda. Zambulléndome en mi armario, saco un par de
holgados jeans rasgados y mi camiseta de Metallica que cuelga de un
hombro. Corriendo de regreso al baño, enciendo la secadora de cabello,
pero sólo llego a la mitad, dejando mi cabello con algunos mechones
aún húmedos. Esto no terminará bien, mi cabello siempre se encrespa
cuando lo dejo medio húmedo. Llaman a mi puerta. Seguramente no
subiría hasta aquí, quiero decir, los chicos no están permitidos en los
dormitorios. Y, además, con Dahlia en la recepción, no habría forma de
que Maddox pudiera pasar a escondidas. A menos que ella estuviera
ocupada con donas. Realmente necesito hacerla mi amiga. Obviamente,
teníamos algo vital en común.
Quitándome el cabello de la cara, abro la puerta y veo a Maddox
apoyado en el marco, ya sonriéndome. Esta vez no tiene su gorra, ahora
tiene jeans oscuros, una camiseta de mangas largas blanca escondida
debajo de una chaqueta de cuero gruesa, y por la apariencia de la
humedad de su cabello, diría que acaba de salir de la ducha. El olor a
cuero mezclado con jabón y una pizca de colonia me consume de una
manera que realmente no quiero que me consuman en este momento.
Huele a hombre con mucho pecado. O como pecado con un poquito de
hombre. Es intoxicante y prohibido, y probablemente venenoso, pero
una forma realmente agradable de despertar después de morir. Se me
hace agua la boca. Carajo.
—Hola —De repente, me sentía tímida.
Sus ojos bajan por mi cuerpo, hasta los dedos de los pies antes de
volver a subir—. Hey.
Lanzo mi pulgar sobre mi hombro—. Sólo necesito agarrar mis
zapatos y mi billetera. Pasa —Lo abandono para agarrar mis cosas.
Él en mi espacio se siente... extrañamente normal, pero le está
haciendo cosas divertidas a mi imaginación, lo cual no aprecio. Atando
mis Vans originales, agarro mi bolsita de monedas de mi cama. Tengo
una pequeña obsesión con las monedas y odio cualquier cosa grande y
extra. Así que siempre he llevado una pequeña bolsa de cuero para
monedas. Es lo su icientemente grande como para guardar mis tarjetas
y algo de dinero en efectivo, mientras que es fácil de guardar en el
bolsillo.
Lo atrapo mirando todas las fotos que están esparcidas por la
habitación.
—¿Quieres una dona? —pregunto, incapaz de ocultar mi sonrisa.
Sus ojos se encuentran con los míos. Aprovecho esta oportunidad para
ver qué foto estaba mirando. Es una de mi papá conmigo, después de un
partido de fútbol. Yo habría tenido alrededor de ocho años, más o
menos cuando conocí a Maddox.
Sacude la cabeza lentamente—. Estoy bien. Vámonos.
Saliendo de la habitación y cruzando el pasillo, caemos en un
silencio cómodo. Una vez que llegamos afuera, se dirige hacia un muscle
car2 negro.
—Em...espera, ¿este es tu auto?
Sus ojos vuelan entre el auto y yo—. Sí, ¿por qué?
Sonrío como una niña pequeña dejada abandonada en una tienda
de dulces—. Esto es malditamente increíble.
Sus hombros se relajan visiblemente un poco—. Pensé que estabas
a punto de decirme que es viejo, entonces habría tenido que cancelar
nuestra amistad.
Río entre dientes un poco, alcanzando la manija de la puerta—.
Nah, de ninguna manera. Es bonito.
Conducir hasta allí es algo largo, pero sin la conducción de Maddox,
podría haber pasado más tiempo. Toma un desvío por un largo camino
de grava, bordeado de árboles cubiertos de maleza y antiguas estatuas
de ladrillo.
—¿Estás llevándome para matarme? —El sol justo está
poniéndose, por lo que hay un hermoso tono naranja quemado
prendiendo fuego al cielo.
Hace su cosa de media sonrisa, y es misteriosa, inteligente, sexy y…
nop—. Si quisiera matarte, no conduciría tan lejos para hacerlo. ¿Sabes
cuánta gasolina consumaría eso? —Arquea una ceja en mi dirección y
sacude la cabeza, sonriendo—. Con toda seriedad, pensé que te gustaría
este lugar.
Antes de que pueda detenerme, suelto—: ¿Aquí es donde llevas a
todas tus citas? O sólo a Stacey… —Abortar, abortar. No debí haber ido
por ese camino. Cierro los ojos y me maldigo internamente.
Él suspira—. No tengo citas. Jamás. Follo y eso es todo —Abro la
boca para regañarlo por su boca vulgar cuando capto por el rabillo del
ojo unas guirnaldas de luces brillantes. Miro al frente. Las palabras se
me atoran en la garganta porque, Dios mío, este lugar es hermoso.
—Guao... —El escenario es excepcional. Es una cabaña de cedro de
dos pisos, la madera envejecida teñida con un barniz marrón oscuro.
Las ventanas destellan en el centro con adornos blancos. El patio
delantero que da a la entrada tiene mesas y sillas esparcidas
ordenadamente. Unas guirnaldas brillantes de luces iluminan cada
centímetro de la estructura de la cabaña. Más luces cuelgan alrededor
del patio, subiendo los escalones que conducen a la entrada principal e
incluso se curvan alrededor de los adornos de las ventanas en el
exterior. Maddox nos detiene, el profundo retumbar de su V8 vibrando
bajo mi trasero. El brillante Hemi Cuda negro se perdió hace mucho
tiempo en el fondo de mi cerebro. Todo lo que puedo ver, todo lo que
ocupa las inmediaciones de mi cabeza, es el hermoso escenario frente a
mí. Debo haber estado mirando ijamente mucho tiempo porque mi
puerta se abre, y Maddox está de pie con la mano extendida, esperando
que la tome.
Le sonrío apreciativamente, colocando mi mano en la suya—.
Maddox —susurro mientras me guía a través de la grava, entregándole
las llaves del auto a un chico del valet esperando en un podio. Me siento
un poco mal vestida y, por primera vez en mi vida, me importa un poco.
No sé por qué, pero este lugar se siente sagrado.
—Lo sé —es todo lo que dice. No es de una forma arrogante, fue de
una forma apreciativa. Me guía por las escaleras donde nos recibe un
hombre mayor. Viste un traje marrón oscuro y tiene ojos cansados,
envejecidos.
—Buenas noches, señor Stone. ¿Se sentará en su mesa habitual?
Me congelo. Me doy cuenta de que estoy siendo un poco irracional,
pero es mi primer instinto sacar conclusiones precipitadas. Entonces,
¿sí ha traído a otras chicas aquí? Pero no soy tan estúpida como para
volver a preguntar.
Maddox sacude su cabeza—. No, una cabina.
El portero, que se llama Billy por el aspecto de su placa de
identi icación, simplemente asiente cortésmente y luego nos hace un
gesto para que entremos—. Los acompañaré a la cabina cuatro.
Maddox lo sigue conmigo no muy lejos. El interior es justo tan
llamativo como el exterior. No hay iluminación intensa. Todo el interior
se encuentra lleno de más guirnaldas de luces que adornan el espacio.
Algunas cuelgan profesionalmente del techo como gotas de agua,
mientras otras simplemente se alinean en las mesas, sillas y paredes.
Dos velas iluminan el centro de cada mesa, una alta y otra baja. Es
asombrosamente diferente. Nunca he presenciado nada parecido. No
puedo estar enojada con él, incluso si ha traído a otras chicas aquí. No
es como si hubiéramos estado saliendo, estemos saliendo, o incluso si
fuéramos a salir. Creo que, en este punto, simplemente disfrutamos de
la compañía del otro de forma general.
Creo.
Por ahora.
Bueno, no me preocupo por él, pero, por otro lado, no lo conozco
realmente. Mierda.
Billy señala una pequeña cabina en la esquina donde una cortina
cuelga sobre los asientos, brindando más privacidad si la queremos.
Luego señala los menús en la mesa. Literalmente, sobre la mesa. O sea,
una tableta en la mesa.
—Como el señor Stone sabe, estamos probando un nuevo sistema.
Realicen su pedido utilizando la pantalla táctil en la mesa. Bebidas,
entradas y platos principales, todo sale bastante rápido después de
hacer el pedido, por lo que recomendamos no pedirlos todos a la vez,
sino por separado, una vez terminados. El menú de bebidas se
encuentra al lado de las ensaladas, y los postres debajo. Si tienen alguna
pregunta, presione el botón rojo en la tableta y vendré a ayudarles. Que
tengan una tarde encantadora —Luego inclina la cabeza antes de
desaparecer.
Suspiro—. Quiero vivir aquí —Paso el dedo por la tableta, viendo
todo alineado fácilmente. Hay pestañas que de inen desde qué menús
deseas ordenar. Empiezo con bebidas, sólo una, para calmar mis
nervios. Presiono "Ruso blanco" porque estoy teniendo antojo de algo
aterciopelado, luego sigo continúo a pedir la ensalada de bistec.
—¿Te gusta? —Maddox me sonríe con orgullo mientras toca la
tableta.
—Más que gustarme —admito, mis ojos revoloteando alrededor
del lugar—. Es como un tesoro escondido. Es verdaderamente
impresionante. ¿Cómo se llama? —No presté atención al nombre
porque estaba demasiado ocupada admirando todo lo demás. Hay gente
en casi todas las cabinas, y más afuera en el patio, y probablemente
también en el piso de arriba. No estoy segura de qué podría haber
arriba, tal vez un bar enorme. Leila estaría allí en un santiamén.
—¡Dutch! —dice, pasándose el dedo índice por el labio.
Sonrío apreciativamente, luego me doy cuenta de que estoy
observando su dedo. Necesito una distracción—. Entonces, ahora que
sé que tú, Talon y Wolf son hermanos, ¿quién es el hermano mayor?
Se aclara la garganta, reclinándose en su silla. Sus ojos brillan con
picardía—. ¿Quién crees?
Finjo re lexionar sobre mi respuesta, pero ya sé quién es—. Talon
—No sólo es por su tamaño, porque es mucho más grueso que Maddox
e incluso más grande que Wolf, sino por la forma en la que se sostiene.
Simplemente parece el protector de los tres.
—Interesante. ¿Y dónde crees que estoy yo? —se truena el cuello,
sus ojos moviéndose maniáticamente. ¿Qué estaba haciendo yo? ¿Él
estaba disfrutando esto? Probablemente.
―En el medio. Diría que Wolf es el más joven.
Se inclina hacia adelante, con los codos apoyados en la mesa. Otro
mesero, esta vez una chica joven, trae nuestras bebidas y luego inclina
la cabeza hacia Maddox—. Señor.
¿Señor?
Arqueo mi ceja hacia él cuestionando, pero me lo guardo para
preguntar más tarde.
Ni siquiera reconoció a la mesera, sus ojos permaneciendo
únicamente en mí. Ríe entre dientes, sacudiendo la cabeza—. Bueno,
supongo que lo hiciste bien. Algo así.
—¿Algo así? —pregunto, inclinando la cabeza y sorbiendo mi
bebida.
—Somos trillizos, Ame.
—Oh, guao —Luego se asienta. Su pobre madre tuvo que dar a luz
a tres niños, probablemente de tamaño por encima de la media. Auch.
Caemos en una conversación tranquila que va desde deportes a sus
peleas, hasta mis sueños y aspiraciones.
»¿Entonces sigues peleando? —pregunto, masticando un trozo de
carne.
Toma un sorbo de su bebida—. Sí, lo hago. Pero ahora es un poco
más serio. Como que le quita la diversión.
Asiento—. Sí, probablemente esa es una de las razones por las que
nunca pensé en ser profesional con el patinaje. Simplemente siempre
pensé, no sé… —No quiero insultarlo.
—Dilo —me insta, haciendo de nuevo lo de la inclinación de
cabeza. Si no exudara miedo, diría que ese pequeño movimiento era
lindo.
Exhalo—. Que cuando usas tu talento como carrera, o lo dispara o
lo mata.
Ríe entre dientes, observándome con atención—. ¿Y qué crees que
hace por mí?
Lamiendo mi labio inferior, me encojo de hombros—. No te he visto
pelear, así que no puedo responder eso.
Sonríe con malicia—. Tendremos que cambiar eso muy pronto.
Coloco mi cuchillo y tenedor en mi plato, justo cuando el mesero
regresa para recoger nuestros platos y reemplazar nuestras bebidas.
Realmente sólo tenía la intención de tomar una, pero fue un poco muy
suave.
Antes de que pueda hacerle más preguntas, su pie choca con el mío
por debajo de la mesa.
Me congelo.
—Entonces —cambio de tema, agarrando mi bebida—. ¿En qué
estás especializándote?
—En negocios. Aburrido, pero es algo que mi papá me obliga a
hacer ya que, ya sabes, algún día me haré cargo.
Doy un pequeño sorbo de mi bebida—. ¿Qué es lo que hace? Creo
que no escuché en la cena con todo el drama dando vueltas.
Se frota el costado de la cara, exasperado—. Y que lo digas. Somos
propietarios de Stone Properties.
Trago saliva. Reconozco el nombre, simplemente no sumé dos y
dos—. ¿O sea, literalmente posees la mayor parte de Nueva York?
Me muestra una sonrisa tensa—. Sí.
—Wow —digo, justo cuando colocan el postre en la mesa.
Tiramisú. Mis ojos van a los suyos mientras clavo el tenedor en el
bizcocho esponjoso que pidió para mí—. ¿Pensé que el tiramisú era
malo para mi altura? —tomo una mordida.
—Supongo que creo que eres perfecta.
Zona de amigos.
Me aclaro la garganta—. ¿Por qué tú y los otros dos no? —Mis
palmas sudan y mis muslos se aprietan. Todo lo que hace es atractivo
para mí, ¿qué carajos con eso?
Se encoge de hombros—. Sí, quiero decir, mis hermanos tienen sus
propias cosas por las que siempre han estado trabajando. Talon con su
fútbol y Wolf con las leyes, y además de todo eso, yo era el único que
siempre se interesaba por el negocio familiar cuando papá estaba cerca.
—Ah, okay —Tiene sentido, sólo tengo la sensación de que no es
algo que él quiera hacer, sino algo que siente que tiene que hacer.
—¿Qué harás este in de semana? —pregunta casualmente. Mis
ojos siguen los tatuajes que recorren sus brazos.
Tengo sed y no es por agua. Soy patética.
—Probablemente estudiar, y luego ir al parque en algún momento.
¿Por qué? —Lo miro con escepticismo.
—Talon va a dar una iesta en la casa este in de semana…
—Claro —bajo mi vaso.
Busca en mis ojos, haciendo que mi barriga se sienta revuelta por
la mera conexión.
—Deberías venir.
Aclarándome la garganta, me remuevo en mi asiento—. Bueno, te
aviso, que a diferencia de cómo nos reconectamos, en realidad no soy
una chica iestera.
Se pone de pie, tirando la servilleta sobre la mesa y sacando unos
dólares—. Como que tuve esa sensación. Vamos, será mejor que te lleve
a casa.

En el camino de regreso al campus, se detiene en un lugar de


estacionamiento en las afueras de la ciudad cerca del Puente de
Brooklyn. Echo la cabeza hacia atrás y ijo mi atención en el techo—.
Esto se siente como una especie de deja vu, ¿verdad? —No puedo
luchar contra la sonrisa en mi rostro—. Con nosotros en un coche.
—Sip —Tira del freno, alcanza su gorra en el asiento trasero y la
pone hacia atrás.
Siento que todo en él se burla de mí. Desde sus ojos a sus labios, a
su piel. No soy una de esas chicas que están locas por los chicos con
tatuajes, pero admiro el razonamiento detrás de por qué la gente se los
hace. Pero él, todo lo que es, me está provocando ahora mismo. ¿Cómo
se supone que voy a tenerlo como hermanastro si apenas me las arreglo
para tenerlo como amigo? La atracción es innegable y está siendo una
perra terca. Como Eva, estoy siendo tentada por una manzana... Maddox
es la manzana. La pregunta es, ¿vale la pena la mordida por el veneno?
No debería preguntarme eso porque, en mi estupor, probablemente
diré que sí.
»¿Qué? —Su voz es baja y llega a algo profundo dentro de mí.
Me lamo el labio inferior y observo cómo sus ojos captan el
movimiento. Inclinando mi cabeza, sus ojos vuelven a los míos, y no sé
si es la falta de iluminación o las sombras que las luces de la calle
proyectan sobre sus rasgos, pero sus ojos se oscurecen.
—Nada —Interrumpo rápidamente lo que sea que esté a punto de
decir—. Yo sólo... —Mirando por el parabrisas delantero, veo a la gente
cruzar la pasarela—, supongo que me divertí esta noche.
—¿Lo hiciste? —Su voz aún es baja, pero casi distante. Aún lo
su icientemente cerca como para poner piel de gallina en mi cuello.
—Lo hice. Todavía me siento algo culpable por mi mamá —agrego,
moviendo los dedos con inquietud. Me siento responsable de alguna
manera.
Visiblemente se queda quieto, pero luego se encoge de hombros—.
Supongo que las cosas de mierda pasan todo el tiempo.
—Supongo —le respondo en voz baja, tratando de caminar con
cuidado alrededor del tema, pero todavía queriendo que él sepa que me
importa—. ¿Podemos hacer esto de ser amigos? —pregunto, apoyando
mi cabeza en la ventana.
—No lo sé, supongo que ya lo veremos... —Me guiña un ojo y
enciende el coche—. Este es mi lugar zen. Corro aquí casi todos los
domingos, y en cualquier otro momento que necesite aclarar mi mente
—Pone el auto en reversa, saliendo.
—Es agradable. Si corriera, este sería el lugar donde me gustaría
hacerlo. Ya sabes, lejos de la carretera y el trá ico.
Nos lleva de regreso al campus, sólo que mucho más lento que
antes—. ¿Vendrás este in de semana a la iesta de Talon? —Mira entre
la carretera y yo.
—Eeeh —Me muevo incómoda en mi asiento. Hace mucho que mis
músculos se relajaron por estar cerca de él, ahora se está moviendo
hacia un territorio aterrador porque estar cerca de él comienza a
sentirse fácil—. Entonces, ¿quieres que vaya a tu pelea y a la iesta?
Se encoge de hombros, entrando en la universidad. Ya es tarde y lo
único que ilumina el patio son las grandes farolas—. Sí, ¿por qué no? No
es como si te estuviera obligando a venir a mi pelea este in de semana.
Tienes un par de semanas para hacerte la idea.
Hago una pausa, mi mano descansa sobre la manija. Sonrío
suavemente—. Okay, iré a ambas. Tal vez. Quiero decir, intentaré ir a la
iesta.
Se inclina hacia adelante, sus ojos todavía en los míos. Su rostro se
acerca tanto que puedo sentir su aliento cayendo sobre mis labios. Me
congelo, luchando internamente conmigo misma sobre qué carajos
haría si me besara. Se inclina un poco más cerca, sus labios sólo rozan
ligeramente los míos. Mis ojos se cierran y, justo cuando estoy a punto
de besarlo, se inclina hacia un lado y abre la guantera, revolviendo los
papeles. ¡Puta madre! Mis ojos se abren de nuevo mientras me
recompongo rápidamente, a pesar de que mis mejillas están en llamas.
Maldición. ¿Fue una prueba de amistad? ¿Me imaginé sus labios
rozando ligeramente los míos? Oh, Dios, necesito ayuda.
Sacando un cordón, me lo entrega junto con un par de trozos de
papel rectangulares.
—Dos boletos, y eso —señala el cordón—, Es para ti. Te da entrada
a mi habitación. Durante la pelea, ambas estarán sentadas con Talon y
Wolf.
Me aclaro la garganta—. ¿Quieres que vaya a verte antes?
Su rostro se suaviza, lo que convierte mi interior en lava fundida—.
Sí, Rosé, sí quiero.
Tengo aproximadamente tres semanas para calmarme cada vez
que él ande cerca, o estoy jodida.

Más tarde esa noche, después de la ducha, me encuentro acostada


en la cama con la manta hasta la boca, sonriendo de oreja a oreja.
—¿Fue una buena noche? —pregunta Leila desde su cama. No
puedo verla porque la habitación está completamente a oscuras, pero
puedo oír su sonrisa.
—Increíble, Lei.
—Sólo... —suspira—. Ten cuidado.
Capítulo 9

—Mierda, mierda, mierda, mierda, doble puta mierda —Corro por los
pasillos vacíos, el café en una mano y mis libros en la otra. Sí, okay, pues
se me hizo tarde porque fui a comprar café, pero en mi defensa, si no lo
tengo, no podría aprender nada, porque estaría demasiado ocupada
matando a todos a plena vista. Así es. Soy una gran adicta, y aunque
recientemente he reducido mi consumo a tomar cuatro tazas, todavía lo
necesito como si fuera aire. Empujo las puertas de mi clase de inglés y
la sala se silencia.
—Hola, Amethyst, qué hermoso que nos honres con tu presencia.
—Lo sé, lo sé, lo siento mucho, señor R. Lo prometo, no fue
intencional —digo, retrocediendo lentamente hacia una de las mesas
traseras.
—Déjame adivinar —Arquea una ceja justo cuando me dejo caer en
una silla—. Tu carrito de café llegó tarde —Oh, sí, y tampoco era ningún
secreto lo mucho que amaba el jugo de Satanás.
Le muestro mi mejor y más cursi sonrisa.
Se sube los anteojos por la nariz, desestimándome—. Como estaba
diciendo, las contrapartes de un...
Saco mis libros rápidamente, buscando una página en blanco para
tomar mis notas. Soy de la vieja escuela. Nunca pude tipear lo
su icientemente rápido para tomar notas, y soy una escribiente por
naturaleza. Tomaba notas incoherentes de la clase que sólo yo podía
entender, y así me gustaba. No puedo hacer eso en mi Mac, no importa
lo elegante y bonita que sea.
—Psst.
Una voz llama mi atención a mi lado y después de tener listo mi
bolígrafo, lo miro de reojo—. ¿Hola?
—Sabes, que eso es malo para ti, ¿verdad? —Utiliza su bolígrafo
para señalar mi taza de café.
Lo agarro y lo abrazo cerca de mi pecho—. Mi precioso —bromeo.
Cualquiera que no pudiera señalar una referencia de ESDLA (eso
signi ica El Señor de los Anillos), no podría sentarse con nosotros. Por
nosotros, me re iero a mí porque no tengo una pandilla. Bueno, tengo a
Leila, aunque tuve que hacer que se sentara y mirara toda la serie
conmigo. Ahora entiende las referencias, por eso somos mejores
amigas.

Se ríe, recostándose en su silla—. Smeagles3, ¿eh? Debe ser un


buen café —Me guiña un ojo y luego vuelve a centrar su atención en el
profesor. Como ya no me está mirando, inalmente permito que mis ojos
se ijen en el Señor Odiador de Café. Limpio, afeitado, cabello casi de
corte militar, una camisa con cuello y jeans bien planchados. No hay
señales de tatuajes y no hay aire de peligro. Parece normal. Sus
facciones son agradables con sus largas pestañas que se abren en
abanico sobre los pómulos altos. Él es más mi tipo. Seguro. Y... mierda.
—¿Me estás echando un buen vistazo? —Arquea una ceja sin
mirarme.
—Lo siento —Soy terrible siendo una chica. Esta mierda apesta.
—No —responde tan bajo que casi no lo oigo.
—¿No qué? —pregunto, tomando algunas notas, pero inalmente
dibujando remolinos.
—Lo sientas.
—Oh —Me lamo los labios—. Soy Amethyst —Supongo que una
pequeña charla no puede hacer daño.
—Lo sé —Me mira directamente, sus ojos se conectan con los míos.
Dos de los ojos azules más claros me miran con pestañas oscuras que
sólo intensi ican el color—. Mason
El almuerzo llega rápido. Miro las opciones de comida mientras
espero en la ila de la cafetería. Opción uno, tenemos carbohidratos,
grasas y más carbohidratos; opción dos, más carbohidratos, grasas y un
poco de azúcar agregada. No soy una fanática del gimnasio ni una
nutricionista en sí, pero mantengo una dieta saludable (en su mayor
parte). Las donas no cuentan.
Escucho un fuerte silbido. Giro la cabeza hacia la mesa en la que
Leila y yo siempre nos sentamos, sólo que ella no está allí. Vuelvo al
menú del almuerzo, sirviéndome unos rollos de sushi y una manzana.
Otro silbido resuena.
—¡Rosé!
Maddox está sonriendo desde el otro lado de la habitación. Me
saluda con la mano, pero dudo, luego veo a Leila y asiento. Se ve
cómoda al lado de Wolf. Traidora. Maddox lleva puestos unos jeans
rotos de color azul claro y una camisa de AC/DC semi destruida que
muestra todos sus músculos. También tiene una gorra al revés.
Me dirijo a su mesa, ignorando cómo toda la cafetería se ha sentado
en la primera ila para mirarnos a Maddox y a mí.
Luchando contra el impulso de poner los ojos en blanco, deslizo mi
bandeja sobre la mesa—. Veo que tienes bastante público.
Maddox me guiña un ojo—. Oh, ¿acabas de notarlo?
—Mmm —Muerdo mi manzana mientras tomo asiento—. Es el año
de la sed, aparentemente —Se inclina hacia atrás en su silla, con una
sonrisa de su iciencia en el rostro—. No me mires así, Maddox.
—¿Así cómo? —Mueve un palillo dentro de su boca.
—Ya sabes cómo.
—¡Entonces! —interrumpe Leila, mirándonos a los dos mientras
toma un trozo de lechuga y se lo lleva a la boca como si fuera un pájaro.
La forma en la que come es un poco incómoda. Es casi doloroso. Tiene
una obsesión tan malsana con la comida. Cómelo o no, no comas a
medias. Se merece toda nuestra dedicación.
Maddox todavía me está sonriendo.
Lo pateo debajo de la mesa, golpeando su espinilla con el pie—.
¡Ay!
—Ups. Lo siento —Muerdo mi sushi.
Entrecierra los ojos—. No te ves arrepentida —Su mirada cae a mi
boca y luego vuelve a mis ojos.
—Porque no lo estoy —Chupo la salsa de soja de mi dedo.
—¡Oye! Mad, ¿tienes un minuto? —dice una chica a nuestro lado.
Estoy demasiado ocupada comiendo mi sushi para mirarla. Como dije,
la comida merece toda tu dedicación. La atención de Maddox
permanece en mí, cayendo a mi boca brevemente—. ¿Maddox? —repite
la voz nerviosamente.
Continúa inmovilizándome con la mirada. Es como una
competencia sobre quién romperá el contacto primero. No seré yo.
—¿Qué pasa? —Maddox inalmente la mira, alejando su atención
de mí.
Exhalo lenta y silenciosamente para que nadie pueda escucharlo,
luego asiento hacia Aquaman—. ¿Ahora por qué tú me estás mirando
así?
Talon sigue sonriendo, pero se lo agradezco. Me distrae de lo que
sea que Maddox le esté diciendo a quien se encuentre a nuestro lado.
—¿Vienes a la iesta este in de semana? —pregunta Talon,
mordiendo su gran sándwich.
—Estaba pensando en eso.
Talon frunce el labio—. ¿Tienes otras amigas sexys?
—¡Oye! —suena la voz de una chica—. Tranquilízate, tigre —Ella
coloca suavemente su bandeja, recorriendo la mesa con los ojos, luego
los posa en mí—. Hola, soy Liza, también conocida como la novia de
Talon.
¿Talon tiene novia? Pudo haberme engañado.
Le doy a Talon una mirada confusa, okay, puede que lo esté
fulminado con la mirada.
Me guiña y la coloca sobre su regazo, donde ella se sienta
cómodamente. Me pregunto si sabe que su hombre la ha engañado.
Estoy casi segura de que lo ha hecho. Ella pone los ojos en blanco. ¿Fui
tan transparente? No estoy feliz. Trabajé duro para no ser tan obvia.
—Tenemos una relación abierta.
Leila se atraganta con la comida.
No titubeo, principalmente porque realmente no me importa. No es
algo inaudito y ella parece relajada al respecto. Me da una vibra hippie
con su vestido maxi largo, pendientes en forma de luna y trenza rubia
larga. Es clásicamente bonita y muy pequeña. Talon seguramente la
destrozaría.
La siguiente pregunta sale de mi boca tan rápido como me viene a
la cabeza—. ¿También son swingers?
La chica que está hablando con Maddox ahora está sentada en su
regazo.
Maddox tose—. ¿Qué?
Ignoro a la chica, mirándolo directamente—. Les pregunté si eran
swingers ya que tienen una relación abierta.
—¿Quién coño preguntaría eso? Qué asco —murmura la rubia,
moviendo su largo cabello falso sobre su hombro.
—Eso es cruel —murmuro para mí misma, mordiendo mi rollo de
sushi.
—¿Qué es? —espeta, arqueando una ceja perfecta. Apuesto a que
se hace esa mierda con delineador.
Me encojo de hombros—. El hecho de que le robaras la cola a un
pobre caballo y ahora la estés usando como cabello.
Su mandíbula se abre.
Maddox se atraganta con una risa.
Leila bufa, junto con Liza y Talon.
—¿Quién carajos c—
—¡Oye! Cuidado con tu puto tono —le espeta Maddox, moviendo
su rodilla para que ella se caiga al suelo.
Me duele la cabeza por todo el drama en tan poco tiempo. Quiero
volver a mi burbuja, a no existir. Me gusta Leila porque tenemos un
vínculo natural, pero en lo que respecta a mis habilidades con las
personas, eso es todo a lo que estoy dispuesta a soportar. No quiero ser
una cabrona, pero soy consciente de que casi siempre sale así.
Me paro, recojo mi pequeña mochila y la tiro sobre mi hombro—.
Está bien. De todos modos, no me siento bien.
—¡Mad! —La rubia se aparta el cabello de la cara, levantándose del
piso.
Maddox no le presta atención porque todavía me está mirando.
—Los veré por ahí chicos.
Maddox está a punto de abrir la boca, pero lo interrumpo girando
sobre mis talones y dirigiéndome directamente hacia las puertas. Las
empujo, sin dejar de contener la respiración. Se suponía que tenía que
ir hacia los pasillos, pero en cambio, me encontré yendo directamente
al estacionamiento de estudiantes. Sacando mis llaves del bolsillo,
presiono el botón para desbloquear mi auto y tiro la mochila en el
asiento del pasajero. Exhalo suavemente, agarro el volante y apoyo la
cabeza sobre mis manos, cerrando los ojos.
—Demasiada gente.
Encendiendo el auto, doy marcha atrás para salir del
estacionamiento. No puedo estar aquí ahora. Conduzco hasta el otro
lado de la ciudad y estaciono el auto en mi lugar habitual. Mi corazón se
relaja, mis vías respiratorias se expanden ante la mera visión de los
medios tubos.
Presiono reproducir en mi lista de música y me meto los audífonos
en los oídos. Red Jumpsuit Apparatus de Guardian Angel comienza a
sonar mientras dejo caer mi patineta sobre el concreto, salto sobre ella
y pateo el suelo. ¿Qué carajos pasa con Maddox y por qué permito que
me afecte tanto? Sí, existe esa conexión de cuando éramos pequeños,
pero tiene que ser más que eso. Seguramente. La canción cambia a
Lonely Day de System of a Down, perfecto. El rasgueo profundo de la
canción me relaja mientras ijo mi atención en las escaleras que te
llevan a más rampas. Hago un salto de trescientos sesenta hacia abajo,
aterrizo suavemente, luego me empujo hacia la rampa de lanzamiento.
Subiendo por una, hago un ollie4 hasta la segunda. Unos segundos más
tarde, me dirijo hacia al medio tubo, pero antes de tocarla, agacho todo
mi peso ligeramente y me impulso hacia arriba, aterrizando
perfectamente el Dragon Flip5.
¡Bum! Me encanta el puto Dragon Flip.
Sigo yendo hacia el medio tubo, detengo la cola en el borde, luego
la giro ciento ochenta grados y vuelvo a bajar. Mis músculos se tensan y
sudor gotea por mi piel mientras me conduzco por la rampa completa.
Pateo mi tabla y subo los escalones. Descansando la punta de mi
patineta en el borde, me coloco un poco sobre ella antes de inclinarme
hacia adelante. Mi corazón se acelera mientras subo la rampa, me
deslizo brevemente antes de volar por la rampa hacia el otro lado. Subo
la rampa suavemente y luego pongo todo mi peso en la tabla antes de
impulsarme, aterrizando con una mano boca abajo y agarrando mi
patineta con la otra. Mi corazón late con fuerza mientras mantengo el
movimiento durante un par de segundos, Two Feet de Go Fuck Yourself
golpeando mis tímpanos, luego la suelto, me sumerjo en un aterrizaje
perfecto y vuelvo a subir por el otro lado de la rampa. Me quedo hasta
que cae la noche y mi ropa está empapada de sudor. Por lo general,
tengo claridad después de una sesión importante como esta, pero mis
pensamientos siguen siendo un desastre cuando se trata de Maddox.
Estoy de pie debajo de la regadera cuando repaso todo lo que ha
sucedido en los últimos días. Tal vez pueda obtener algunas respuestas
bajo el agua caliente. Una cosa que sé con certeza es que mi círculo
pequeño de alguna manera se ha expandido a un cuadrado de tamaño
mediano. No estoy segura de cuánto me agrada. No soy buena con los
cambios.
Cierro la llave y envuelvo la toalla alrededor de mi cuerpo,
limpiando la condensación del espejo. Siempre he pensado que tengo
un aspecto sencillo, sin atributos realmente lindos en esta cara. Me
gusta de esa forma. No hay lindos hoyuelos en mis mejillas. La gente
siempre me ha felicitado por mis ojos, pero no veo lo bueno de ellos.
Son azules. Tengo el cabello rubio, hasta que lo teñí de rosa. Me gusta
mi cabello rosa. Es como un gran jódete para el universo por sólo
darnos tres opciones de color de cabello. Mis mejillas son suaves como
un bebé y mis ojos tienen forma de almendra. No soy sexy, sólo soy. Yo.
Amethyst. Rebelde.
Coloco crema hidratante en la palma de mi mano y la froto en mi
rostro. Rápidamente me pongo unos shorts deportivos grises y una
camiseta gris, me seco el cabello con una toalla y la tiro en la canasta,
abriendo la puerta de nuestra habitación. El aire fresco me corta la cara,
provocándome piel de gallina.
—¡Oye! —Leila se sienta en su cama—. ¿Estás bien?
—Bien —refunfuño, poniéndome la manta.
—¿Es por Maddox y Tasha?
—¿Ta… ta… qué? —Sé a quién se re iere, pero realmente no quiero
meterme en eso con ella en este momento.
—Ame —Leila suspira.
—No, no lo es. Sólo necesitaba irme por un momento —Golpeo la
cabeza en la almohada, la manta cae lentamente sobre mis piernas
desnudas.
—Okay —Leila bosteza y apaga la luz de la mesilla de noche—.
¿Ame?
Aquí va—. ¿Qué?
—No deberías dormir con el cabello húmedo.

—Mamá, tienes que dejar todos tus libros antiguos a un lado y así
sucesivamente. Esto se está volviendo ridículo.
—Cariño, tu TOC6 ha estado trabajando horas extras últimamente.
¿Estás segura de que estás bien? —pregunta, entregándome una taza de
café de unicel. Bajo la edición antigua, pero no original, de El Gran
Gatsby en la pequeña mesa que tenía frente al viejo sofá gastado. Soplo
mi café.
—Mi TOC está bien.
Me mira de la forma en la que siempre lo hace cuando sabe que
estoy mintiendo.
—¿Y cómo va la universidad?
—La universidad es genial, mamá —Doy un pequeño sorbo,
quemándome el labio superior—. ¿Alguna otra pregunta?
Sacude la cabeza lentamente—. Supongo que no.
Me quedo el resto del día y la ayudo. La librería de mamá es urbana
y segura. Extraño este lugar. Es casi tan reconfortante como un medio
tubo. Las cortinas color borgoña que cuelgan de la ventana delantera y
las sillas de cuero que tienen arrugas envejecidas en los brazos. Todo es
mi hogar.
Miro la hora en mi reloj—. Son casi las seis. Hemos estado en esto
todo el día —Me apoyo en el mostrador mientras mamá saca el dinero
de la caja y lo guarda.
—Tuvimos un buen día. He extrañado esto —dice, frotando mi
brazo—. Sabes que eres bienvenida en la casa en cualquier momento.
Ahora también es tu casa.
Empujo el mostrador y busco debajo de la caja registradora para
tomar mi bolso.
—Gracias, mamá, pero no lo creo.
—Cariño, sé que no estás exactamente feliz con—
La interrumpo—. No, no es eso, mamá. Quiero decir, tú y Elliot
tienen una historia, y lo entiendo. Es sólo que... no lo sé. Necesitaré un
minuto.
Sus ojos se suavizan—. Está bien, corazón. Puedo darte un minuto.
—¿Quieres comer algo antes de ir a casa? —pregunto, sacando las
llaves de mi bolso.
Sonríe—. Sí. Me muero de hambre.
Capítulo 10

—Creo que no lo entiendo —digo, retorciendo mi cabello en un nudo en


la parte superior de mi cabeza.
—¿No entiendes qué? —pregunta Leila desde el baño. Se está
preparando para salir y yo me quedo para terminar este trabajo. La
historia de mi vida, normalmente.
Saco el bolígrafo de mi boca—. Cómo tú y Wolf están tan de
acuerdo con su arreglo. ¿Y viste a Talon y su chica? ¿Una relación
abierta? Eso es una locura. Están todos locos. Lo juro, si alguna vez
entablo una relación, llevaré cuchillos.
—Lo que es una locura es que estés usando material de pants como
un crop top. Eso... nunca debería permitirse.
—¡Ahora te puedes ir! —Muevo mis dedos hacia la puerta—. Te ves
genial, Lei. Que te diviertas.
Lo hace. Lleva un pequeño vestido blanco y botas por encima de la
rodilla. No es algo que me pondría nunca, pero ella siempre luce
fantástica.
Tan pronto como se cierra la puerta, vuelvo mi atención a mi
trabajo. Escribir siempre me ha resultado fácil. Es lo único, además de
patinar, en lo que soy realmente buena. Estoy a punto de empezar a
escribir Los Fundamentos de los Verbos de Acción cuando alguien toca la
puerta.
Poniendo los ojos en blanco, me dirijo hacia ella—. No me digas, se
te olvidó... —Hago una pausa cuando veo que no es Leila quien está allí,
es Maddox—. ¿Hola?
Deja caer sus ojos por mi cuerpo, mirándome—. Bonita ropa.
—Gracias —Me cruzo de brazos—. ¿Qué pasa?
—¿Me vas a dejar entrar? —pregunta, sonriendo. No nos hemos
visto ni hablado desde ese día en la cafetería.
—¿Por qué? —respondo con sospecha.
—¿Necesito una razón? Maldición. Si hubiera sabido que
necesitarías una razón, habría inventado alguna pendejada de camino
aquí.
Voy a cerrarle la puerta—. Buenas noches, Maddox.
—¡Espera! —su mano inter iere mi épico cierre—. Porque me
debes una.
Abro la puerta, elevando las cejas—. ¿Oh? ¿De verdad? ¿Cómo es
eso?
—Veintisiete de marzo. Tú y yo nos sentamos en tu auto, comiendo
Hubba Bubba púrpura, y me dijiste que me debías una.
—No lo recuerdo.
Sí lo hago. Recuerdo ese día exactamente como fue.
Su sonrisa se profundiza—. Sí lo recuerdas. Te di tu primer Hubba
Bubba y dijiste que me lo debías.
—Por favor, deja de decir Hubba Bubba.
—Lo haré si me dejas entrar.
—¡Bien! —Abro la puerta y hago un gesto con la mano para que
entre—. Diría que me disculpes por el desorden, pero realmente no me
importa lo que pienses.
Se ríe entre dientes, entrando más en nuestra habitación. Cierro la
puerta y lo miro discretamente mientras me da la espalda. Jeans que
han sido lavados demasiadas veces, tenis Adidas blancos originales,
camisa y chaqueta negra. Lindo. Me encanta su estilo, se lo concederé,
pero de nuevo, no es mi tipo. Me encanta su estilo porque yo usaría eso.
—¿Estás estudiando en un viernes por la noche? —pregunta,
inclinando la cabeza para leer los papeles en mi cama.
—Bueno, sí te mencioné que realmente no tengo una vida —Se
hunde en la orilla de mi cama y se quita los zapatos—. ¿Qué crees que
estás haciendo? —Señalo sus zapatos.
—¿Qué? —Sonríe, tan grande que casi (casi) me hace sonreír.
—¿No tienes cosas que hacer? —Camino hacia mi cama. Se apoya
sobre su codo y sacude la cabeza—. ¿No? Yo de verdad tengo que
estudiar —respondo, tirando de mi cabello de su nudo suelto para
atarlo de nuevo.
—Entonces estudia.
—¿No tienes novia o a alguien a quien molestar?
—Nop. Estudia, y luego, he recibido órdenes estrictas de que tienes
que salir esta noche.
—Ooooh, ya veo, ahora todo tiene sentido —sacudo la cabeza. Puta
Leila. No podía sacarme a rastras ella misma, así que hizo que Maddox
hiciera el trabajo sucio—. ¿Te pidió que hicieras su trabajo sucio?
Hombre, eso es duro —Me río, tomo mi bolígrafo y trato de leer mi
último párrafo. La esencia de la escritura, creo, viene de... me arden las
mejillas. Levanto la vista de mi trabajo y lo veo mirándome ijamente—.
¡Maddox! Me estás distrayendo.
Sus ojos van de los míos a mis labios y de regreso—. No lo lamento.
—Eres un dolor en el culo.
Sonríe y luego saca su teléfono. No hay forma de que pueda escribir
nada, así que arrojo mi bolígrafo sobre la cama y me levanto—. Bien.
Ambos ganan. Me prepararé.
Puedo escucharlo reír detrás de mí.
Veinte minutos después, estoy lista y esto era lo mejor que iban a
conseguir. Shorts negros, camiseta sin mangas blanca y mis Doc
Martens en los pies. Me alisé el cabello y me puse un poco de maquillaje
para ocultar las nuevas bolsas que han aparecido, pero aparte de eso,
estoy lista.
—No me mires así. No soy de las que usan vestidos bonitos
atrevidos. Lamento mucho que te vean así, conmigo —Hago un gesto
hacia mi ropa.
Maddox se pone de pie y camina lentamente hacia mí—. Nunca dije
nada y, honestamente, Amethyst, eres jodidamente perfecta —Mi
estómago se revuelve y mis mejillas se calientan. Zona de amigos. Zona
de amigos, Z-O-N-A-D-E-A-M-I-G-O-S.
Se lame el labio inferior—. Anda, vámonos.

Paramos frente a un bar en Morningside Heights, pero todo el


camino hasta aquí he estado pensando en cómo debe haber sido para él
no sólo perder a su madre, sino estar allí cuando ella murió. Siento que
siempre se sentirá incómodo conmigo. Me giro en mi asiento para
enfrentarlo—. Maddox, sé que sueno como un disco rayado, pero ¿todo
esto? Simplemente, no lo sé. Todavía siento que necesito disculparme
por ello.
Los ojos de Maddox buscan los míos—. ¿Por qué?
—Lo de tu mamá... —Me encojo interiormente ante mi elección de
palabras. No estaba bromeando cuando dije que apestaba en charlas
triviales y cualquier cosa que pudiera mostrar alguna emoción. Me
siento incómoda cuando me enfrento a los problemas, y luego me
vuelvo paranoica de que piensen que no estoy siendo sincera porque
me esfuerzo por parecer que realmente lo lamento, y es así, siempre.
No puedo imaginarme perder a alguien tan cercano a ti, pero lucho para
expresar emociones humanas.
—No es tu culpa, no tienes por qué disculparte —Se levanta de su
asiento y cierra la puerta. Me bajo y lo sigo mientras se dirige a la
entrada del bar. Las brillantes luces de neón azul parpadean contra el
ladrillo envejecido. Es más un bar relajado que un club nocturno, por lo
que no hay ila masiva ni gorilas exagerados, pero hay un guardia de
seguridad parado cerca de la puerta. De cabeza calva, camiseta negra
ajustada que tiene músculos abultados.
Inclina la cabeza hacia Maddox cuando lo ve—. Qué onda, hombre.
¿Viste la pelea este in de semana?
Maddox se ríe—. Sí. Buena pelea, aunque aposté mi dinero en
Grahams —Maddox hace una pausa, su mano alcanzando la mía. Estoy
enderezando un poco mi sostén (porque se siente como si mi teta
estuviera a punto de salirse) cuando mi otra mano se conecta con la
suya por re lejo. Mierda. Calor se dispara desde mis palmas hasta mi
pecho. ¿Debería soltarlo? ¿O sería demasiado obvio? Doble mierda.
Entramos en el bar, con mi mano todavía en la suya. Me aprieta con
fuerza mientras nos lleva a la cabina trasera donde Wolf, Talon, Liza y
Leila están sentados en una mesa, las bebidas ya vacías.
—¡Oh, aquí están los enamorados! —anuncia Leila, centelleante de
alegría.
—Vete a la mierda —digo, deslizándome detrás de Maddox.
Tan pronto como retira su mano, la extraño como una tonta.
Zona de amigos.
Maddox descansa su brazo detrás de mí, justo cuando Leila hace un
gesto hacia la barra—. Vamos a buscar unas bebidas —Salgo de nuevo y
me dirijo hacia la barra. Ella engancha un brazo en el mío—. ¿Qué está
pasando contigo y Maddox? Suéltalo.
—¿Qué? —Finjo inocencia—. Nada.
—Sí… ustedes tienen algo. No lo sé, es extraño —sacude la cabeza y
saca un taburete de la barra—. Es como si ambos se conocieran desde
hace años atrás.
Me río en voz baja—. Podría decirse.
—¡Ves! —Se gira para mirarme—. ¡Suéltalo!
Sacudo la cabeza—. Ahora no —Dejo que pida las bebidas y las
pague. No tengo la energía para decirle que no estaba de humor para
emborracharme, así que supongo que una no me vendría mal.

Una se convierte en unas demasiado rápido cuando sales con Leila.


—Lei —digo, descansando mis manos en mi frente—.
Honestamente, necesito estudiar. Tengo un traba—
—¡Amethyst! Relájate, chica. Estamos pasando una gran noche.
Relájate —Talon me pone bajo su brazo. No nos quedamos mucho
tiempo en el bar antes de que todos nos subamos a un taxi y nos
dirijamos a uno de los muchos clubes nocturnos de la ciudad. En serio,
realmente no quería salir esta noche. Especialmente porque los
hermanos iban a dar una iesta mañana. De initivamente no asistiré. En
absoluto.
—¿Vas a decirme qué está pasando entre tú y Maddox? —pregunta
Leila de nuevo, avanzando poco a poco mientras gira el popote en su
boca. Me arrepiento de nuestra amistad en este punto.
Sacudo la cabeza, inclinándome hacia su oído—. Nos conocimos
cuando éramos pequeños. Es di ícil de explicar, te lo diré mañana.
Me mira boquiabierta, luego me tira de nuevo hacia ella—. ¿En
serio?
La miro y asiento—. Sí.
Me empuja hacia atrás, apretando sus manos alrededor de mis
brazos.
—Se supone que ustedes deben estar juntos, Ame. Lo veo, todos
vemos cómo son los dos. ¿Por qué lo estás combatiendo?
Cruzo los brazos frente a mí, confundida—. ¡No lo sé, Lei! —Alzo
mis manos para dar un efecto adicional. Dios, odio cuando estoy
borracha. El alcohol apesta. No volveré a beber. Reclinándome en la
silla, Maddox se desliza a mi lado, rodeando mi espalda con un brazo.
Lo fulmino con la mirada—. Odio beber. Esto es tu culpa.
Sudor brilla de su labio superior, su suave piel bronceada brilla por
las luces estroboscópicas. Six Feet Under de The Weeknd resuena a
través de los altavoces. Su enfoque cae en mi boca y luego vuelve a mis
ojos.
—Tienes razón, es mi culpa. ¿Qué vas a hacer al respecto?
Trago saliva.
Echa la cabeza hacia atrás y se ríe, luego roza sus labios sobra la
curva de mi cuello mientras gruñe—: Mmm, eso es lo que pensé —
Siento que me voy a consumir ísicamente, cuando saca la lengua y la
desliza por mi carne. La habitación se encoge, me tiemblan las piernas y
mi corazón se siente como si fuera a salirse de mi pecho. Cierro los ojos
y cuento hasta diez en un patético intento de controlarme. Dios, me
siento tan decepcionada de mí misma cuando se trata de Maddox. ¿Por
qué lo estás combatiendo? Necesito sacar la voz de Leila de mi cabeza,
no hay lugar para ella allí.
Lo empujo lejos juguetonamente—. Para —No se mueve, su rostro
permanece contra mi garganta. Puedo sentir ísicamente mi respiración
tensa. Me besa debajo de la oreja.
Jesús por favor intercede.
—¿Mmm? —Su suave gruñido vibra contra mi cuello, y mierda, va
directo a entre mis piernas. No va más allá. Su mano viene a mi muslo
—. Responde esta pregunta honestamente...
Me aclaro la garganta, sorbiendo la bebida—. Okay.
Se inclina un poco hacia atrás lo su iciente para poder estudiar mis
rasgos, pero lo su icientemente cerca como para que sus labios casi
toquen los míos—. ¿Quieres esto tanto como yo?
Busco en su rostro impasible y contemplo mentir sólo para
reventar su ego, pero mi boca no recibe el memo—. Sí.
—¿Por qué me peleas entonces?
—No lo hago —Tomo mi vaso de nuevo.
—Sí lo haces.
—No has lanzado exactamente el primer golpe —respondo
suavemente.
—¿Primer golpe? —Se burla—. Amethyst, te follé hasta que no
pudiste ver con claridad, ¿y dices que no he lanzado exactamente el
primer golpe? Estoy invicto, bebé. Pruébame…
Giro la cabeza hacia él, sólo para encontrar una sonrisa arrogante
en su rostro engreído—. Eres un pendejo.
Se encoge de hombros—. Nunca dije que no lo fuera.
Capítulo 11

El lunes, entro tropezando a clase cuando mi teléfono vibra en mi


bolsillo. Lo saco discretamente, mirando la pantalla mientras me
deslizo en mi asiento.
Maddox: No viniste el sábado, ¿por qué?
Escribo un mensaje rápido. No fui porque tenía resaca, sí, pero
después del viernes por la noche, necesitaba recuperarme. No estoy
hecha para su estilo de vida y tengo mucho que perder si no agacho la
cabeza. Después de que Maddox y yo tuviéramos nuestro pequeño tira
y a loja en la ciudad, me escapé y me escabullí de ellos. No fue hasta que
estuve a salvo en el taxi y en mi camino de regreso al campus que les
envié a él y a Leila un mensaje diciendo que me había marchado y que
estaría ocupada todo el in de semana estudiando. Apagué mi teléfono
después de eso y no lo había vuelto a encender hasta esta mañana. No
intencionalmente, simplemente porque me había perdido mucho en
mis tareas. Hubo un par de mensajes de Leila y sólo uno de Maddox que
decía "Genial". No estaba segura de si estaba enojado conmigo o
decepcionado. De cualquier manera, no me gustó mucho.
Yo: Resaca. Lo siento.
Meto el teléfono en mi mochila, pero no antes de que vuelva a
vibrar en mi palma—. Carajo —maldigo, mirando rápidamente la
pantalla.
Leila: Tenemos que hablar...
Oh, no. Aquí va mi vieja amiga, la ansiedad. Tampoco he visto a
Leila desde el viernes por la noche, supongo que después del club se fue
a casa con Wolf. No es sorprendente que pase una noche fuera, pero dos
sí. No sé sobre qué podría querer hablarme, pero sea lo que sea, tendrá
que esperar.
La clase iba más lenta de lo que esperaba, pero eso podría tener
algo que ver con el hecho de que estoy constantemente mirando mi
teléfono. Tirando mi mochila sobre mi hombro tan pronto como suena
el timbre, lo saco para desbloquearlo y abro el mensaje de Maddox.
Maddox: Necesitamos hablar.
Mi corazón comienza a latir con fuerza en mi pecho. ¿De qué
demonios necesitarían hablar conmigo ambos?
Yo: Estaré allí pronto.
Es hora del almuerzo, así que sé que ya estarán en la cafetería.
Quiero saber de qué quieren hablar conmigo, pero...
—¡Oye! —llama Mason, poniéndose a mi lado.
Le sonrío—. Te he visto dos veces en menos de una semana. ¿Me
estás acosando?
—¿Qué? ¿Yo? —Hace un gesto para sí mismo—. No, soy totalmente
gay.
Dejo de caminar, mis ojos desorbitándose—. ¿En serio?
Curva los labios lentamente en una sonrisa—. No, lo siento…
—No lo sientas, yo sería la que tendría que disculparse. Qué
super icial soy al pensar que me estabas acosando.
—No diría super icial —Abre la puerta de la cafetería y me hace un
gesto para que entre delante de él—. Diría, intuitiva.
—¿Intuitiva? —Sonrío, mirándolo como si hubiera él perdido la
cabeza—. Intuitiva signi icaría que mi suposición tenía algún tipo de
fundamento desde el cual formarse. Estaba siendo super icial —Agarro
un par de bandejas y le doy una.
—No estás siendo super icial, Amethyst. Estás siendo humana, y,
de todos modos, cuando te vi por primera vez, pensé que te veías
interesante. La gente super icial no se ve interesante, se ve insípida.
—¿Pensaste eso de mí? —alcanzo un sándwich de pollo y una
naranja. Me sorprende que piense eso de mí. Nunca me habían llamado
interesante.
—Por supuesto —Podía verlo mirándome por el rabillo del ojo, así
que me permito observarlo. Sus suaves ojos azules miran los míos con
profunda sinceridad—. Cuando te vi por primera vez, pensé que te
veías interesante pero ensombrecida. Como el arte más ino de Banksy
junto a algunas imitaciones mundanas y baratas de la Mona Lisa.
Sonrío tristemente, lamiendo mis labios—. Eso es muy dulce de tu
parte.
Se encoge de hombros como si no fuera nada y vuelve a llenar su
plato de comida.
—Es la verdad. En un mundo donde todo el mundo quiere ser
ardiente. Sexy. Seductores. Las imitaciones de la Mona Lisa, por así
decirlo, aunque obviamente son baratas y no son auténticas, tú eres un
arte de Banksy, sacando el dedo medio salpicado sobre una pared de
ladrillos mientras llevas una maceta de lores muertas. Eres todo lo que
el mundo te dice que no seas, y por eso eres interesante y hermosa.
Estoy sin palabras—. Mason…
—¿Mmm? —Muerde un trozo de zanahoria.
—Esa fue probablemente la cosa más dulce que alguien me haya
dicho, y ni siquiera me gustan las palabras dulces... pero eso fue...
—¿Interesante? —Arquea una ceja perfecta.
Me echo a reír, girándome hacia la ruidosa cafetería.
—Sí, interesante. ¿En dónde te sientas?
Hace un gesto hacia la mesa de los futbolistas—. Con los chicos.
Mis pestañas revolotean—. Por supuesto que juegas al fútbol.
—¡Oye! ¿Qué se supone que signi ica eso? —Todos sus amigos nos
miran con atención. La mayoría con expresiones de su iciencia en el
rostro.
—Interesante... —agrego, y luego camino hacia mi mesa, dejándolo
atrás.
—¡Oye! —llama. Sonrío mientras me giro lentamente hacia él,
caminando hacia atrás—. ¡Necesito ese número!
Finjo re lexionar sobre su solicitud—. Tal vez. Sólo porque me
gusta la palabra interesante.
Sacude la cabeza y una amplia sonrisa se extiende por su boca,
mostrando sus dientes rectos. Sacudo la mía y me doy la vuelta para
deslizarme en mi asiento.
—Hola —Bajo mi mochila y me siento. Al notar que nadie me
saluda, los miro a todos y me meto un tallo de apio en la boca. Talon me
está observando con atención, junto con Wolf. Leila parece incómoda,
fulminándome con la mirada descaradamente, y luego inalmente le
echo un vistazo a Maddox, que está enfrente.
Sus ojos son planos. Inexpresivos, en blanco y muertos.
»¿Qué? —les espeto a todos—. Recibí los dos mensajes —Les hago
un gesto a Leila y a Maddox—. En donde decían que teníamos que
hablar, así que hablen.
Maddox le clava los ojos directamente a Leila.
Leila levanta las manos—. ¡Oye! Quería hablar con ella sobre
mierda de chicas, ¡no tu mierda!
Maddox inclina la cabeza hacia mí—. ¿Por qué no fuiste a la iesta?
Mastico mi tallo de apio—. Te lo dije, estaba cansada y necesitaba
estudiar.
—¿Y lo hiciste? —Me inspecciona de cerca.
—¿Hice qué? —pregunto, pelando mi naranja. Me encantan las
naranjas, pero odio pelarlas porque mis dedos huelen a cítricos durante
horas y me provocan acidez cada vez que las como, pero son mi fruta
favorita, así que lo tolero.
—Estudiar.
Lo vuelvo a mirar—. Sí. ¿Por qué estás tan malhumorado hoy?
¿Cómo estuvo la iesta? —pregunto alrededor de la mesa, chupando el
jugo de mi pulgar. Maddox me golpea en la espinilla con el pie debajo de
la mesa y frunzo el ceño—. ¡Ay!
—No hagas eso.
—¿Hacer qué? —espeto. Casi he tenido su iciente de sus tonterías
de mal humor. La mesa de Mason se ve bastante atractiva en este
momento. Posa sus ojos en mi boca—. Oh, eso —murmuro.
—Estuvo... lleno de acontecimientos —gruñe Talon, dándole una
mordida a su hamburguesa.
—Amethyst no querrá oír hablar de eso. Odia el drama —
interviene Leila, cortando un tomate en trozos pequeños.
—No lo odio. Simplemente no me importa.
Leila pone los ojos en blanco—. Todos aman verlo secretamente
cuando no les pasa a ellos.
—Eso es tan perturbador para mí, Lei, como no tienes idea —Leila
comienza a hablar sobre una pelea al azar que sucedió entre dos chicas
en la iesta, pero la desconecto y vuelvo a mirar a Maddox—. ¿Te
encuentras bien?
Aprieta la mandíbula, y luego se pone de pie abruptamente—. Sí.
Los veo luego.
Se va, y miro a Talon—. ¿Hice algo de nuevo?
Talon observa a Maddox de cerca y luego me devuelve la mirada.
—Cariño, no has hecho nada en absoluto. ¿Quieres dar un paseo?
Desenrosco mi botella de agua y luego miro a Leila, quien me da
una sonrisa tranquilizadora—. Okay —Después de seguir a Talon por el
pasillo vacío y salir por las puertas del campus, camino junto a él—.
Entonces, ¿te sientes con ganas de hacer cardio extra hoy, o realmente
quieres hablar? —Empiezo a trenzar mi cabello para que caiga por un
hombro. Llevo puesto un crop top blanco que muestra mi estómago, y
jeans rotos con Nike Air Force 1s blancos.
Se ríe, acomodándome debajo de su brazo—. Eres la hermana
pequeña que todos queríamos, eso es seguro.
Me relajo contra su cálido pecho—. Creo que hablas por ti, no por
Wolf, que me odia, ni por Maddox, que también me odia, pero también

—Maddox no te odia, Amethyst —Talon me lleva bajo un cornejo
lorido que se expande bajo el sol brillante, protegiéndonos. Me dejo
caer a su lado en la hierba, cruzando las piernas.
—¿Me puedes dar más detalles?
Talon suspira—. Maddox una vez tuvo novia.
—Lindo —respondo—. Supuse que podría haber tenido una —
Estoy siendo una idiota, pero vale la pena ver sonreír a Talon.
—No es Stacey —Interrumpe rápidamente mis pensamientos—.
Stace no fue más un caso de caridad. Esto fue en la preparatoria.
—Espera, ¿por qué me estás contando esto? —Voy a ignorar lo de
caridad.
—¡Estoy llegando! —Me lanza una mirada juguetona. Me relajo—.
Ella desapareció después de salir con él durante más de un año. La
buscó y inalmente él se descarriló. Cayó en las drogas, el dinero y en
las perras.
—Talon, no te re ieras a nosotras como ‘perras’.
Resopla—. ¿Con las que él se estaba metiendo? Lo eran. En in, no
ha tenido otra desde Cassidy. Supongo que por eso probablemente se
esté portando mal en este momento. A Maddox le gusta el control y lo
ejerce en casi todo. Cass lo jodió cuando se fue —Talon me mira por
encima del hombro—. Pero ni siquiera miraba a Cassidy de la forma en
la que te mira a ti, Ame. Creo que eso lo caga de miedo.
Re lexiono sobre sus palabras, arrancando la hierba del suelo—.
Bueno, es mutuo, así que no sé por qué se fue en lugar de hablar
conmigo al respecto.
Talon sonríe—. Se acaba de dar cuenta. Yo lo vi la primera noche
que te conocí. Ahora —Se pone de pie, tirando de mí—. ¿Qué harás este
in de semana?
—Voy a ver a mi papá, ¿tú? —Comenzamos a caminar de regreso a
la cafetería.
—Liza tiene una cosa de cumpleaños que está organizando para
uno de sus amigos.
—Sobre ustedes dos...
Talon se ríe, sacudiendo su cabeza—. Oh, no, no voy a entrar en
eso.
—¡No es justo! —llamo mientras él trota de regreso al interior de la
escuela.

Retiro el cepillo de dientes de mi boca mientras saco ropa del


armario cuando alguien toca la puerta—. ¡Voy! —murmuro alrededor
de mi cepillo de dientes, esquivando la ropa suelta que se encuentra
esparcida por el piso. Tomo la chapa y abro.
Maddox se ríe entre dientes cuando me ve. Lo dejó entrar, trotando
hacia el baño. Escupe, enjuaga y repite.
»¡Hola! —Regreso a la habitación.
—¿Un huracán? —pregunta Maddox, señalando la ropa que está en
el suelo.
Me río entre dientes—. Nop. Voy a ir a casa de mi papá por el in de
semana y dejé todo para último minuto para prepararme.
Maddox me observa antes de descender lentamente sobre mi cama
—. ¿Cuáles son tus planes para este in de semana largo?
El lunes es el Día de la Independencia. Gracias a Dios, porque a
pesar de que me las he arreglado para estudiar mucho, todavía no me
encuentro en donde debería por culpa de Leila y sus costumbres
iesteras que se me ha estado contagiando.
Maddox sacude la cabeza, mirándome con atención—. ¿Olvidaste
mi pelea en un par de semanas?
—¿Mmm no? —miento, arrojando a ciegas algunos artículos más
en mi mochila. Puede que se me haya olvidado—. ¿Dónde será de todos
modos? ¿Aquí?
Cuando no me responde, me doy la vuelta para mirarlo y luego me
arrepiento instantáneamente cuando veo la mirada que me está dando.
Es intensa, reservada y un poco di ícil de manejar. Todavía estoy
tratando de averiguar qué es lo que está pasando entre nosotros. No se
puede negar que tenemos algún tipo de conexión, pero no soy lo
su icientemente ingenua como para pensar que soy especial sólo
porque su hermano ha dicho que lo soy, y sus acciones son un po…
okay. Tal vez pueda explorar la idea de que tal vez lo soy... pero él es
Maddox Stone, un reconocido mujeriego. Es sólo que tengo problemas
de con ianza, supongo. Por lo general, me gusta entrar a la guarida
cuando sé qué tipo de animal se encuentra del otro lado. No esperar
hasta que sea demasiado tarde y esté encerrada en la jaula con un león
hambriento en lugar de un conejito inofensivo.
Intento mantenerme concentrada, pero cuando él me está mirando
ijamente como lo hace ahora; desarma todos mis sentidos. Incluso sólo
por unos segundos. ¿Cuánto tiempo tarda un león en capturar a su
presa?
—Amethyst —exige mi atención, su mirada seductora todavía en
mí.
—¿Eh? —Inclino la cabeza. Mierda, ¿siguió hablando?
Sonríe de lado—. Dije que mi pelea es en Las Vegas en el Cox
Pavilion. Es una gran exposición para mi equipo y para mí. Con suerte,
conseguiré algunos patrocinadores mientras estoy allí.
—¿Debería estar emocionada o asustada? ¿O ambas? ¿Y estará
Dana White7 allí?
Maddox toma mi mano y me jala a su pecho. Toma asiento y me
acomoda en su regazo—. Me excita un poco que sepas quién es Dana
White, pero no tienes por qué estar asustada. He lanzado ganchos
derechos desde que era niño. Es lo que hago. Si recibo su iciente
atención allí, con suerte seré seleccionado para mi división de peso en
la pelea del MGM Grand. Es un asunto enorme, nena.
Mis piernas cuelgan de lado sobre las suyas, lleva un brazo
alrededor de mi espalda mientras me acerca más. Mierda. Presiona los
labios debajo de mi oreja.
»¿Por qué estarías asustada? —Su voz es baja y mortal, su cálido
aliento bailando en mi piel.
Cierro los ojos—. ¿Por qué haces esto? —susurro. Me encuentro a
dos segundos de perder la cabeza y no estoy segura de querer
recuperarla. Desliza una mano por mi muslo, presionando su sonrisa
contra la super icie de mi cuello. Enciende llamas en lugares que pensé
que tenía extinguidos.
—Ven conmigo.
Me volteo hacia él, la punta de su nariz rozando ligeramente la mía.
Está tan cerca que casi cruzo mis ojos—. ¿Por qué?
Lleva su mano a mi nuca y acerca mi cara a la suya—. Porque te
deseo. Te deseo toda. Quiero follarte hasta que no puedas caminar ni
hablar, ni ver con claridad. Quiero arruinarte, romperte y hacerte
sangrar para poder compensarte de nuevo. Quiero follarte tan fuerte
que deje una marca de mi verga dentro de ti, para que todos después de
mí sepan que eres mía.
Aprieto mis muslos y humedad se acumula allí. Distrayéndome—.
No me pueden poseer, Maddox —digo, tragándome todo y cada
sentimiento que me atraviesa. Lo deseo. Maldita sea. Lo deseo. Quiero
que me haga todas esas cosas y más.
Roza sus labios sobre los míos, luego me besa. Abro la boca un poco
mientras sumerge su lengua suavemente. Se aleja, su respiración
entrecortada—. Tienes razón, Amethyst, no te pueden poseer. Porque
un niño ya te reclamó cuando tenías siete años.
Me lamo el labio inferior—. No eres mi tipo.
—Igual, bebé —Luego me acuesta sobre mi espalda, abriéndome
las piernas con las suyas y hundiéndose en mi entrepierna. Oh, Señor.
Mueve sus caderas contra las mías, una sonrisa en su boca. Puedo sentir
el grueso tronco de su verga frotándose contra mí y necesito luchar
contra todo lo que hay en mi interior para no frotarme contra él hasta
correrme—. Qué tal esto…
—¿Estás a punto de proponerme algo? —arqueo una ceja.
Se ríe entre dientes—. Así es. ¿Por qué? ¿Quieres pelear conmigo?
—Pelearía contigo —le digo, desa iando su mirada.
Su mirada se intensi ica, profundizando su sonrisa—. Oh, ¿lo
harías? —se burla como si eso le sorprendiera—. Estoy aterrorizado.
—Deberías estarlo —Asiento.
—Estoy temblando en mis botas —agrega, rotando sus caderas
hacia mí.
Entrecierro los ojos y me muerdo el labio inferior para reprimir un
gemido—. ¿Cuál es la propuesta? ¿Podemos hacer esto sin que estés
encima de mí? Es una distracción.
Se muerde el labio inferior. Literal, se muerde el labio. O sea,
dientes blancos perfectos hundiéndose en labios suaves y gruesos.
Agarro su nuca y acerco su cara hacia la mía, besándolo con rudeza. Se
queda quieto por un momento, y luego se relaja contra mí antes de
dejarse caer, sus codos ahora enmarcando mi cabeza. Succionando su
labio inferior, paso la lengua sobre él y luego vuelvo a chuparle la cara.
Se ríe—. ¿Terminaste? —pregunta, inclinándose ligeramente hacia
atrás.
Asiento—. Sí —No hay vergüenza en mi juego de toma de posesión,
claramente. Puedo sentir su excitación presionándose contra mí de
nuevo. Cierro los ojos—. Tendrás que levantarte para que esto funcione.
—Concuerdo —Me suelta, se pone de pie y se reajusta. Me
incorporo de la cama y dejo que mi cabello caiga por todos lados—.
Ninguno de los dos tiene relaciones, así que, ¿qué pasa si hacemos
esto... y otras cosas, sin etiquetas?
Inclino la cabeza—. ¿Quieres un pase libre para hacer lo que
quieras con otras chicas?
—Amethyst —dice secamente, sus cejas alzadas—. No quiero a
nadie más y no puedo ver mi futuro yo queriendo a nadie más, pero
como tú, odio las etiquetas. No por el compromiso, porque ya sé que no
me iré a otra parte y tú y yo sabemos lo mucho que desprecio la
in idelidad... sino porque la puta sociedad dice que necesitamos tener
una etiqueta para que podamos funcionar.
Tiene sentido, y por primera vez desde que nos volvimos a reunir,
puedo ver por qué yo lo había elegido a ciegas.
—A la mierda la sociedad —Sonrío. Toma mis manos y me levanta
hacia su pecho. Cierro los ojos mientras inhalo su aroma, permitiendo
que me envuelva como si fuera una manta de seguridad—. Eres
molesto.
Se ríe, besándome en la cabeza—. ¿Vendrás el próximo in de
semana?
Asiento, saliendo de su agarre para continuar empacando el resto
de mis pertenencias.
—¡Sí! Ahora necesito organizar mis cosas.
Sonríe—. Mmm, todavía no... —Me levanta por detrás de las
piernas y me tira de nuevo a la cama. Grito de risa cuando se deja caer
en la cama conmigo.
Capítulo 12

—Mamá, estoy conduciendo —Uno pensaría que sería más maternal,


pero no, tiene la misión de saber qué está pasando entre Maddox y yo.
—Lo sé, pero tienes Bluetooth. Por favor. Sé que probablemente
todavía estás enojada conmigo.
—No estoy enojada —Es verdad. Resolví la mayor parte de mi
enojo con Maddox hace unas tres horas atrás. Es decir, puede que haya
usado su verga para mi uso personal, el sexo enojado es genial así. Lo
que también signi ica que todavía me encuentro a poco más de una
hora de Washington. Genial. Pero estoy emocionada de volver a DC.
—El enojo es saludable, Ame. Me preocupo por ti y por cómo te
guardas tus emociones. Eso no es saludable. Pongo los ojos en blanco—.
¿Entonces tú y él? ¿Están saliendo?
—No estamos saliendo, mamá. Estamos follando, ¿hemos
terminado aquí?
—¡Amethyst Lilly Tatum!
—Madre —respondo—. Escucha, tengo que irme. Se está cor... tan...
do... —Le cuelgo y apago el teléfono. Ella puede ser agotadora en el
mejor de los días. Pronto me doy cuenta de que necesito música.
Mierda.

La casa de mi papá es toda de piedra de cedro con ventanas


pesadas que tienen tantos kilómetros que se ven a través de las arrugas
en la pintura. Se mudó aquí cuando yo tenía un año, lo que signi icaba
que tenía que quedarme con mamá casi todo el tiempo. No me habría
importado tanto si mi papá hubiese vivido más cerca para poder verlo
más. Amo a mi mamá, pero siempre he sido cercana a mi papá.
Salgo del asiento del conductor y estiro los brazos.
—¡Ame! —Lara, la pareja de mi papá y abogada defensora de fama
mundial, abre la puerta. Lleva un traje de dos piezas de franela blanca y
pantu las—. ¡Hola, chica!
—¡Hola! —Sonrío, voy directo a ella.
Está observando cuidadosamente mi reacción. Sus ojos marrones
concentrados en mis azules. Tiene el cabello largo, rubio ceniza y lo que
yo llamo, características de ratón. Es buena para mi papá y siempre ha
sido amable conmigo. Ella y mi papá han estado juntos desde que yo
tenía cinco años, creo, así que ella siempre ha estado ahí. Me da un
abrazo y me relajo.
—Tu papá está jugando con la barbacoa. Estoy un poco asustada.
Me río—. Sí, no te culpo. Asegúrate de que Rocco permanezca
alejado de la parrilla —Abre más la puerta y entro, cerrándola detrás de
nosotras. Rocco es el pastor alemán de mi papá.
Siguiéndola más adentro de la casa, paso a través de la sala de estar
y la cocina, hasta las puertas que dan al patio trasero.
Papá está volteando hamburguesas con el delantal que le compré
para el Día del Padre hace unos años rodeando su cintura que dice "No
me dejes solo con la parrilla" y una cerveza en la mano. Me apoyo en el
marco de la puerta, luchando contra la sonrisa que hay en mi boca.
»Hola, papi.
Mi papá se gira rápidamente, una sonrisa irradiando en su rostro.
Mi papá es clásicamente guapo. Tiene el cabello salpicado de canas, una
capa de arrugas alrededor de los ojos y líneas por sonreír en las
mejillas. Tiene una sonrisa y una risa contagiosas que pueden
sorprender incluso a las personas más enojadas. Tiene toneladas de
amigos y siempre es el alma de la iesta. Pero también da un poco de
miedo cuando quiere, especialmente cuando se trata de mí.
—Hola, cariño, ¿cómo estuvo el viaje?
Me encojo de hombros, avanzando hasta que sus brazos me rodean
y me sumerjo en su calor—. Fue mucho más largo considerando que
mamá seguía llamándome.
—¿Por qué te molesta tu madre y por qué te llama mientras
conduces? —pregunta, volviendo a las hamburguesas.
Mi papá y mi mamá tienen una extraña amistad. Bromean y se
insultan entre ellos y hasta ingen despreciarse. Pero todos saben que
matarían y morirían por el otro. Cuando les pregunté por qué
rompieron si se amaban tanto, mi mamá respondió—: A veces, el amor
no es su iciente para lograr que una relación o un matrimonio funcione.
Luego le respondí—: ¡Pero ustedes sí! ¡Ambos también siguen
siendo amigos!
Ella dijo—: Sí, tenemos amistad y amor, Amethyst, pero no tenemos
el tipo de amor que enciende tu alma, y ese es el único tipo de amor con
el que debes conformarte.
Debo haber sido muy joven. Tal vez tenía cuatro o cinco años,
porque que no estuvieran juntos nunca me ha molestado. Creo que me
ayudó de alguna manera. Dos hogares felices son mejores que uno roto,
y aprendí a una edad temprana que siempre debes mantener tu alma y
tus intenciones genuinas.
—Jonathan... —le advierte Lara, usando el nombre completo de mi
papá. Todo el mundo suele llamarlo Jonah. Ella le lanza una mirada de
advertencia mientras coloca los cuchillos y tenedores en la mesa
exterior.
Me río, inhalando el olor a hierba recién cortada y lavanda fresca
del jardín de abajo. Amo este lugar. Siempre ha sido mi hogar. Sé que
tengo suerte. Tengo muchos hogares, pero lo que más me gustaba
cuando era niña era tener dos hogares, dos reglas por separado.
Siempre los tenía comiendo de la palma de mi mano cuando era
adolescente, fue genial.
Lara me entrega una cerveza y la tomo, abriendo la tapa. Tomando
un trago, me encojo de hombros—. Bueno, conocí a mis nuevos
hermanastros —Papá gruñe—. Papá, ¿nunca me dijiste que conocías a
Elliot? —Papá vuelve a gruñir. Supuse que eso era todo lo que iba a
sacar de él por ahora—. En in —agrego—, resulta que quizás conocí o
no a su hijo la noche anterior en un bar.
Papá se queda quieto, inclinando la cabeza para mirarme por
encima del hombro. Tomo asiento en una de las sillas.
Lara se ríe, coloca la gran ensaladera sobre la mesa y se limpia las
manos con un paño de cocina.
—Chica... ¿lo hiciste? —Su sonrisa se ilumina en forma breve, antes
de que obviamente se dé cuenta de que el papito querido, está
escuchando, así que se recompone y endereza los hombros.
Dios, la amo. No hay madrastra malvada aquí, para nada. Lara es
unos años más joven que papá, y cuando se conocieron, ella todavía
estaba en la universidad, a punto de graduarse de la escuela de leyes. La
mayoría de los universitarios, yo, por ejemplo, correría si un chico
tuviera un hijo. Pero ella no lo hizo. Siempre me ha tratado como a una
amiga. La respetaba mucho más por eso. Tengo dos padres, todos
tienen dos padres, no necesitaba tres. Dejó que mamá y papá fueran
mis padres mientras ella desempeñaba el papel genial. Como una tía
genial, pero mejor.
—¿Qué quieres decir con que lo conociste en un bar? —pregunta
mi papá, entrecerrando los ojos.
—Quiero decir que hicimos algo.
Mi papá y yo siempre hemos tenido una relación abierta. Por
ejemplo, nunca le he ocultado nada porque sabía que nunca me juzgaría
ni se decepcionaría. Pero mataría a cualquiera que me hiciera daño. Mi
papá es mi manta de seguridad. Es algo que nadie podría quitarme.
Claro, amo a mi mamá, y nunca compararía los dos amores porque son
completamente diferentes, pero mi mamá siempre ha sido... mi mamá.
Es genial, divertida y, a veces, puede estar un poco... alejada con las
hadas. ¿Pero mi papá? Era mi constante. Sabía que nadie podría alejarlo
de mí, así que sabía que él podía manejar cualquier cosa que yo hiciera
en la vida. Me gusta mucho poner a prueba esta teoría.
—Amethyst —Papá sacude la cabeza, volteando las hamburguesas
otra vez. Me le acerco, poniéndome de puntillas para besar su mejilla.
Se sintió como cuero áspero contra mis labios. Mi pobre papá está
envejeciendo, eso es seguro.
—En in —Vuelvo a sentarme—. Recuerdo a Maddox de cuando
éramos niños... —Hago una pausa, mirando a mi papá. No quería
restregárselo o hacerlo sentir mal. O meter a mi madre en problemas.
Su rostro se relaja—. Amethyst, sé lo de Elliot y tu madre. Lo sé
desde que éramos jóvenes.
—¿Eso no es extraño para ti? —pregunto, viendo como comienza a
apilar la carne cocida en una bandeja.
Sacude la cabeza—. No. Yo se la robé para empezar, era justo que
volvieran a estar juntos.
Masajeo mis sienes—. Señor, ten piedad. Toda esta mierda de
familia es un poco complicada.
Papá toma asiento frente a mí, se quita el delantal y abre su
cerveza.
—Ni que lo digas, pero, bebé, está bien. Lo sé todo. Ahora, cuenta lo
que pasó contigo y Maddox. La versión para niños, por favor. Soy
demasiado joven para tener un infarto.
Tomo un trozo de carne y un poco de ensalada, ignorando cómo
Lara cuelga del borde de su asiento para conocer todos los detalles.
—No lo sé. Es un tira y a loja, pero no puedo negar que hay un
vínculo con él. Es fácil y no es complicado. Tiene una mala reputación
en el campus, ya sabes, mujeriego y porque se gana la vida golpeando la
cara de la gente, sólo aumenta su atractivo —Aspiro profundamente—.
Pero no es ninguna de esas personas cuando está conmigo, eso es lo
que marca la diferencia. Tú me conoces, papá. No es mi tipo en
absoluto.
Papá arquea una ceja—. Lo sé. Pero tal vez esto sea lo que
necesitabas. Esos chicos nerd con los que te metías eran unos cabrones.
—¡Papá! —Resoplo, tomando otro sorbo de cerveza.
Lara suspira, desestimándonos a los dos y tomando un sorbo largo
y grande de su vino.
—Bueno, ¿cuál es el problema aparte de que no es tu tipo?
Empujo la carne con el tenedor—. A mamá no le agrada. Creo que
piensa que es como incesto.
Papá se burla, mordiendo su hamburguesa—. No escuches a tu
madre, Ame.
—Supongo —Me meto un poco de carne en la boca. No debería
escucharla y ella realmente no debería juzgarme.
—Dile que no pierda su pelea este in de semana. Aposté
doscientos grandes por él. Marcus apoya a la oposición.
—Por supuesto que sí —Pongo los ojos en blanco. Mi tío Marcus es
ferozmente sobreprotector conmigo, así que no puedo esperar a verlo.
No es realmente mi tío, es amigo de mi papá y lo ha sido desde que
tengo uso de razón. Mientras mi papá es el alma de la iesta y tiene
muchos amigos, mi tío Marcus es melancólico, tiene mal humor y es
peligrosamente frío. Pero me ama—. ¡Espera! —Entrecierro los ojos—.
¿Cómo supiste que lo estaba viendo?
Mi papá me lanza la mirada—. No sabía que lo estabas viendo de
esa forma, pero sé quiénes son, Ame.
—Claro —Suspiro, volviendo a comer. Pregunta estúpida. Por
supuesto, si no tuvieran los antecedentes de todos, sabrían quiénes
eran sólo por conocer a Elliot de la preparatoria.
—Supongo que tienes mucho en qué pensar con todo el asunto de
Maddox, pero siempre te apoyaré, cariño.
—Gracias papi.
—Aunque lo mataré si te lastima.
—Por supuesto.
El resto de la noche transcurre con calma, como siempre pasa en
casa de mi papá. Termino mi comida y luego Lara saca su famoso pastel
de nueces. Comí demasiado (con crema agregada), son cerca de las once
de la noche y siento que necesito un empujón extra para dormir.
Me preparo un chocolate caliente y vuelvo de puntillas al piso de
arriba y me meto en mi habitación, que es exactamente igual a cuando
era pequeña. Manchas de pintura azul y rosa neón brillante salpican la
pared, con una manta azul brillante cubriendo mi cama. Es como pasar
por una máquina del tiempo. Le digo a mi papá que remodele la
habitación cada vez que llego a casa, pero nunca lo hace. Si me lo
preguntan, diría que es un acaparador. Un acaparador de sentimientos.
Me estoy deslizando bajo las mantas cuando escucho que mi
teléfono suena en la mesita de noche. Lo levanto y lo desbloqueo.
Maddox: ¿cuándo volverás a casa?
Yo: El domingo, ¿por qué?
No me responde, así que empiezo a escribir otro.
Yo: Sabes, ya que conocí a tu papá, es justo que conozcas al mío.
Pero tan pronto como lo envío, me arrepiento instantáneamente.
Es probable que piense que soy una pegajosa en etapa cinco. Mi
teléfono suena con un mensaje.
Maddox: ¿Sí? Entonces te veré mañana.
Sonrío, estúpidamente como una pequeña adolescente. Dios. Le
envío un mensaje diciéndole "okay" y la dirección, y pongo mi teléfono
a cargar. ¿Qué estoy haciendo? Siento que estoy haciendo algo mal. Pero
¿cómo puede haber algo malo cuando los cables que sostienen las
señales de advertencia son de sentimientos que se sienten tan bien?
Capítulo 13

—¿Sabes lo que estás haciendo? —pregunta mi papá, metiendo sus


manos en los bolsillos de sus pantalones.
—¿No? Pero a la mierda, lo voy a hacer de todos modos.
Suspira, sentándose en el sofá. Quería hablar conmigo sobre la
pelea de este in de semana, sólo que cuando entré por la puerta, el
nombre de Amethyst fue lo primero que salió de su boca.
—Maddox. Ella no es desechable como tus otras chicas. Si esto
termina mal, impactaría no sólo en ti, sino también en su madre y en
mí.
Aprieto la mandíbula—. Ten cuidado.
Quiero volar en un ataque de ira y decirle que se vaya a la mierda
porque me importa una mierda su relación, pero no lo hago. Porque por
mucho que desprecio la forma en la que él y Jessica construyeron su
relación, respeto a mi viejo. ¿No es eso una mierda?
—Maddox, también debes mantenerte enfocado en esta pelea, en
tu carrera. No puedes tener distracciones. ¿Pensé que estabas de
acuerdo en que quedarían como amigos? ¿Qué pasó?
—Ella pasó, nosotros pasamos, es eso —le digo, recostándome en
el sofá y estirando las piernas—. Escucha, no me importa mucho lo que
tú o alguien tenga que decir sobre ella. Haré lo que me haga sentir bien,
y ahora, ella se siente bien. Si eso cambia en el futuro, se lo haré saber
amablemente, que es más de lo que le he dado a alguien y lo sabes.
—¿Sientes algo por ella? —pregunta, mirándome atentamente.
Aparto mi atención de él y miro a la chimenea de gas. Las llamas se
lamen entre ellas, en un in ierno.
—No de esa forma, todavía no, y no sé qué pasará en el futuro. Pero
en este momento —lo miro—, es lo que está sucediendo.
Regreso a mi lugar y empaco una bolsa.

Amethyst
Si me mordiera las uñas, estaría masticando las mías ahora mismo. Me
estoy paseando por el porche delantero de la casa de mi papá cuando
clavo los ojos en la fuente en medio de la entrada. Tiene una escultura
que rocía agua en la dirección general de donde quiera que estés. Odio
esa escultura. Necesita cambiarla. Escucho el auto de Maddox antes de
verlo. Cualquiera podría, con su ruidoso V8 despertando al in ierno por
sí solo.
Me lamo los labios, aplastando las típicas mariposas que están a
punto de volar en mis entrañas. Cortaría sus alas lo su icientemente
pronto, pero no ahora, porque como una imbécil, era adicta a la
adrenalina. Como la polilla a una llama, sólo que la llama es demasiado
grande para revolotear con mis alas frágiles. Las encenderá.
Sale de su auto. Lleva una sudadera y jeans con una chaqueta de
cuero encima. Estira los brazos sobre su cabeza mientras rodea el auto
y lentamente viene hacia mí. Su camisa se levanta, revelando sus
abdominales y esa gloriosa V que se sumerge debajo de sus jeans.
—Hola —le digo con timidez. De repente, no soy tan ruda como
pretendo serlo.
—Ven aquí, bebé —Se pavonea hacia mí y me empuja hacia su
pecho. Inhalo en silencio, absorbiendo la suavidad del jabón y el cuero
para consolar las partes más solitarias de mi alma.
Retrocediendo, me apoyo de puntillas y lo beso en los labios—.
¿Cómo estuvo tu viaje?
—Muy rápido.
Le sostengo la mano e ignoro los estúpidos dolores que se disparan
directamente en mi pecho—. Ven a conocer a papá.
—Ya conocí a tu papá, Ame.
—¡¿Cuándo?! —Me giro para mirarlo, justo cuando cerramos la
puerta principal.
—Cuando él era mucho más pequeño de lo que es ahora —
responde mi papá, acercándose a nosotros.
Maddox sonríe, extendiéndole la mano.
Mi papá la toma. Estoy tratando de decidir qué piensa de Maddox.
»Supongo que no tengo que hablar contigo porque tu viejo
probablemente ya lo hizo, y además, no has conocido a su tío Marcus…
—Cierto —murmuro.
—Quién ahora está atrás.
Le sonrío con culpa a Maddox—. Lo siento. Fue persistente y quería
conocerte.
Maddox se encoge de hombros, llevándome bajo su brazo y
besando la parte superior de mi cabeza—. Tranquila, bebé —¿Ni
siquiera está un poco asustado? Es casi insultante.
Seguimos a mi papá al patio trasero donde Marcus está en la
parrilla, en lo que no es mejor que papá. Su esposa, Shanika, se
encuentra sentada en la mesa con una copa de vino, riéndose con Lara.
Ambas hacen una pausa cuando aparecemos. Los ojos de Lara se posan
en Maddox.
Shanika nos sonríe cortésmente.
Lara se levanta, con la mano extendida—. ¿Maddox? Mucho gusto.
Maddox sonríe, tomando su mano en la suya—. Igualmente.
Mi papá le presenta a Shanika y luego ambos miramos
nerviosamente al tío Marcus, que no se ha alejado de la parrilla. Me
muerdo el labio inferior.
—¿Tío? ¡Ven a conocer a alguien! —llamo tan casualmente como
puedo.
Hace una pausa y luego suelta el delantal antes de girarse para
mirarnos. Mi tío Marcus es de la vieja escuela. Tiene piel chocolate
oscuro, ojos color avellana que me recuerdan al chocolate caliente y un
alma profunda que él protege con una pared de ladrillos. Pero si pasas
esa pared de ladrillos, su amor es in inito. Lo amo como a un segundo
papá.
—Estás sola, niña —Papá me da palmaditas en el hombro. Le
muestro a mi tío Marcus mi sonrisa más tonta, esperando que mi
encanto aún pueda funcionar en él. Tal vez necesito el moño
desordenado y mi patineta debajo del brazo, porque su expresión
permanece dura e impasible.
Mira a Maddox—. No soy tu admirador en este momento, y puede
que nunca lo sea, pero que me condenen si alguna vez me interpongo
en la felicidad de mi querubín, pero que sepas que, si provocas que una
sola lágrima caiga de sus ojos, tendrás que lidiar conmigo, ¿entendido?
—Jesús —sacudo la cabeza. Solíamos culpar al hecho de que nunca
podrían tener hijos, el que él fuera tan sobreprotector conmigo, y eso
probablemente jugaba un papel enorme, pero también creo irmemente
en las conexiones del alma. Y él y yo teníamos una enorme.
Maddox, siendo la mierda descarada que es, lo saluda y le guiña un
ojo—. Entendido.
Maddox es rudo, pero como dije, mi tío Marcus es de la vieja
escuela.
Mi tío se gira hacia mí—. Hola, querubín —Aprieta mis mejillas y
me derrito. Es un dolor en mi trasero, pero lo amo.
—Te das cuenta de que ya no tengo las mejillas gordas, ¿verdad? —
Mi voz sale amortiguada porque estoy presionada contra su camisa.
—Lo sé —Besa mi cabeza y retrocede. Su mirada se dirige a
Maddox, quien se sienta al lado de papá, abre una cerveza y luego gira
hacia mí—. Ten cuidado, ¿okay?
—¿Tu detección de vibras? —pregunto a través de un susurro.
Mi tío Marcus es famoso por sus "vibra". Yo diría que eran basura,
pero resolvió muchos casos basándose en esas vibras. Lo su iciente
como para encontrar evidencia contra las personas. Así que mis
probabilidades no se ven muy bien en este momento.
Me ofrece una pequeña sonrisa—. No, sólo digo.
Mentira.
Mi tío Marcus es un mentiroso terrible.
Vuelve a la parrilla y me siento junto a Maddox, quien ahora está
hablando con mi papá sobre la pelea.
Me acerco a la conversación de Shanika y empiezo a hablar sobre
su pequeño proyecto más nuevo: una boutique de ropa. Excelente.
Porque el mundo necesitaba más de esas.

—Tu papá es diferente a tu mamá —dice Maddox, empujándome


en el columpio. El columpio de madera que cuelga de una vieja rama de
árbol sigue aquí desde que era niña. No creo que mi papá tenga el
corazón para cortarlo. Como dije, es un acaparador emocional.
Me rio entre dientes, mirando al patio que ahora está iluminado
con pequeñas luces de té colgando alrededor de los rieles. El sol se ha
puesto, la noche ha humedecido el aire.
—Lo es. Creo que por eso siempre funcionó entre ellos, ¿sabes?
Detiene el columpio y me rodea para mirarme, cayendo a mi nivel.
Sus ojos buscan los míos—. Probablemente.
Desvío mi atención de él, incapaz de permitirme perderme en lo
que se siente como un océano sin in.
Lleva un dedo a mi barbilla mientras vuelve a girar mi rostro hacia
el suyo. Mis ojos casi se cruzan por la cercanía de su rostro.
—Amethyst…
—Maddox —respondo sin aliento.
—¿Vamos a hacer esto? —pregunta, inclinando la cabeza.
—Podemos intentarlo.
Sus hombros se relajan, roza sus labios contra los míos suavemente
—. Podemos intentarlo.

Al día siguiente regresamos al campus, yo voy subiendo las


escaleras hacia mi dormitorio con una estúpida sonrisa en el rostro.
Más tarde esa noche, papá hizo que Maddox durmiera en la habitación
de invitados al otro lado de la casa, como esperaba, pero al día
siguiente, antes de seguir de regreso a Nueva York, nos detuvimos en el
viejo hospital abandonado en el que solía patinar cuando me quedaba
con papá. Las viejas paredes agrietadas todavía estaban salpicadas de
gra iti rebelde, y en el interior había una oscuridad que dejaba la
humedad pegajosa en tu piel, pero me encantaba. Era inquietante, pero
alimentaba mis ansias de adrenalina. Las paredes, aunque eran viejas,
guardaban recuerdos de cuando era niña, y estaba aprendiendo a
patinar. El antiguo hospital de St. Catherine fue donde comenzó mi
obsesión por el patinaje, el letrero manchado por el tiempo en la
entrada principal.
—¿A dónde me llevas? —me había preguntado, quitándose las
gafas de aviador y arrojándolas dentro de su auto. Cerró la puerta del
conductor y volvió a mirar al edi icio.
Agarré mi patineta del asiento trasero del auto y la balanceé en el
suelo. Recogiendo mi cabello en un nudo alto, sonreí—. Aquí venía
mucho de niña. Fue aquí donde aprendí a patinar.
Recogí mi patineta, señalando el alto edi icio. Maddox me siguió,
tomando mi mano en la suya—. ¿Con qué frecuencia venías a casa de tu
papá?
Me encogí de hombros—. Casi todos los ines de semana, pero
también cada que lo necesitaba.
Subimos las escaleras divididas que conducían a donde una vez
colgaba una puerta. Ya no estaba allí, y no me sorprendió en lo más
mínimo. La última vez que estuve aquí, apenas colgaba de un viejo
tornillo oxidado.
—¿Con qué frecuencia lo necesitabas?
Le di una pequeña sonrisa, soltando su agarre—. Bastante.
Nos dirigimos directamente al vestíbulo principal. Ahí es donde se
construyeron los medios tubos. Se veía exactamente igual a como lo
recordaba. Había latas de cerveza en el suelo y un par de troncos por
todas partes, pero en su mayor parte, era lo mismo. Maddox hizo un
gesto hacia la patineta.
Entrecerré mis ojos—. ¿Estás seguro?
Se rio entre dientes, se lamió los labios y luego se sacó la camisa.
Tragué.
Sus abdominales se tensaron con el movimiento y antes de darme
cuenta, me lo estaba comiendo con la mirada. Le brillaba la piel, todos
sus tatuajes en exhibición. La palabra DESTRUCTOR estaba tatuada en
su pecho en una antigua escritura inglesa, y había una enorme calavera
cubriendo su vientre. Me lamí los labios otra vez.
—Ame... —Su tono arrojó señales de advertencia.
—¿Mmm? —Aparté mi mirada codiciosa de su cuerpo
perfectamente esculpido. Nunca fui fan de los abdominales. Siempre
salí con chicos que probablemente eran más delgados que yo, pero
había algo en Maddox. Tal vez era el hecho de que sabía que esos
músculos no estaban allí con el único propósito de alardear. Eran el
producto de ser un arma andante.
—Cuidado con tus ojos.
En cambio, los pongo en blanco—. Muéstrame lo que tienes —
Señalé la patineta.
Me guiñó, metiendo su camisa en la parte trasera de sus jeans e
hizo exactamente eso. Me mostró lo que tenía, que no era tan malo
como esperaba.
Saliendo de mi recuerdo, doy vueltas y vueltas en la cama, incapaz
de dormir. Leila pasó la noche con Wolf, creo. Lo que signi ica que verá
a Maddox. Y mi lado estúpido está celoso de eso. Incapaz de dormir,
alcanzo mi teléfono y le escribo un mensaje a Maddox.
Yo: ¿Destructor?
Probablemente sea un mensaje de mierda, pero creo que es la
forma menos obvia de decir “Hola, estoy pensando en ti”. Mi teléfono
suena.
Maddox: Mi nombre de luchador.
Yo: Ahhh, tiene sentido.
Ahora sueno desesperada.
Maddox: ¿Por qué estás despierta?
Me muerdo el labio.
Yo: Porque no puedo dejar de pensar.
Aprieto mi teléfono hasta que el sudor se desliza entre él y mi
mano.
Maddox: ¿En qué?
Puedo imaginarme cómo se ve él ahora. Maddox es una vista
gloriosa cuando tiene sueño. Ya sea despertando, yéndose a la cama, o
interrumpido en medio de su sueño, es puro sexo. Cabello desordenado,
cuerpo marcado y bronceado, labios que quieres morder, ojos que
perezosamente gritan “Te romperé, pero te gustará”.
Empiezo a escribir un mensaje, pero luego dejo de escribir. Aparece
otro mensaje.
Maddox: No hagas eso. Envíame lo que acabas de escribir.
Maldito Apple y sus pequeñas y elegantes burbujas de texto. Tal vez
debería hacerle caso a Leila y cambiar de equipo a Samsung.
Respiro hondo y escribo.
Yo: En ti.
Él no responde, así que tiro mi teléfono al suelo y me obligo a
dormir.
Capítulo 14

Es viernes cuando salgo de mi última clase de literatura del día. Lo que


signi ica que el domingo se encuentra más cerca.
Alguien salta sobre mi espalda y no necesito voltear para saber
quién es. No es que sea inaccesible, pero es que... sí, soy ligeramente
inaccesible.
—Lei, eres pesada. Detente.
Me empuja juguetonamente—. Por favor, si alguien puede
cargarme, eres tú. Entonces, ¿estamos emocionadas por el domingo? ¿O
debería decir mañana? ¡Ya que es cuando nos vamos! —canturrea Leila,
aplaudiendo y caminando cómodamente a mi lado.
—Sí y no.
Asiente, mirándome de una manera que sólo Leila podría—. ¿Y eso
por qué?
Inhalo la brisa fresca y me encojo de hombros, mirando los viejos
edi icios alrededor del campus mientras casi llegamos a la residencia.
—No lo sé. Lo estoy porque entonces se habrá acabado, supongo.
—¡Eso es basura! —exclama Leila—. ¡Será épico!
—Sí —Atravieso las puertas de entrada—. Eso es porque no es
Wolf.
Ondea su mano—. Supongo, pero no. Sería muy sexy verlo
competir. Además, no tienes nada de qué preocuparte. ¿La palabra
invicto no signi ica nada para ti, señorita Estoy Estudiando Literatura?
Pongo los ojos en blanco. Nada ha sido tan Leila como esa
declaración.
Más tarde esa noche, las dos estamos encerradas. Leila y yo nos
encerramos en nuestra habitación para terminar nuestro trabajo antes
de volar a Las Vegas. Sabemos que tenemos que hacerlo esta noche o no
lo haremos, y los chicos respetan nuestros deseos. Leila no está
impresionada por su caballerosidad, pero yo me siento aliviada. Sí, no
me importa actuar. Más bien lo disfruto. Es un lugar donde puedo
impregnar una nueva piel sobre mí, y luego triturarla antes de ir a casa.
No es que mi vida sea tortuosa o triste, pero disfruto de la escapatoria
que me da la interpretación. Pero, aun así, me gustaría ser guionista
algún día, más en el detrás de escena. Ahí es donde mi jugo creativo
realmente necesita ser exprimido.
—Estoy agotada —Leila exhala, cayendo sobre su estómago en la
cama.
Me quito los anteojos para leer y me doy un masaje en los ojos.
—Yo también. ¿Qué hora es?
Pero Leila ya está roncando.
Suelto una risita, sacudiendo la cabeza. Mirando mi teléfono, veo
que son las dos de la mañana y me dejo caer sobre el colchón un poco
después.

No era su iciente malo con que tuviera que reunir valor para ir a la
pelea, sino que mi mamá y Elliot también han convocado una cena
familiar para esta noche.
—Por qué —Me masajeo las sienes. Leila está sentada frente a su
espejo, planchándose el cabello.
—No será tan malo, Ame, sólo relájate.
—Lei, no te ofendas, pero será así de malo.
Llaman a la puerta y salto de la cama para alcanzarla. Llevo una
vieja camiseta de los Rolling Stone con agujeros en lugares extraños y
calcetines gruesos y peludos en los pies. Tengo el cabello sujeto en una
coleta alta y mis lentes para leer todavía están en mi nariz. Porque sí, lo
adivinaron, aún estoy estudiando. Sólo tengo que agregar un par de
palabras más y terminaré. Buenas palabras. No soy de esas personas
que se apresuran a transcribir en palabras las imágenes que pinto. Me
gusta que mis dibujos sean limpios y nítidos, no manchados e
inacabados. Lástima que no pueda decir lo mismo de mí como persona.
Es bueno que me tome mi arte en serio.
Abro la puerta y suspiro—. Por supuesto que eres tú.
Maddox entra y se ríe, cerrando la puerta de una patada con su
pesada bota de combate—. Quería verte antes de que nos vayamos —
Sujeta mis dedos y me arrastra a su pecho. Lo abrazo.
—No puedo discutir contra eso —Inhalo su olor. Cuero, jabón y un
poco de aceite de motor. Eso sólo lo hace más atractivo. A todo lo que es
Maddox Stone—. No creo que esté lista para ver todo esto.
—Ahora lo entiendo —dice Leila detrás de nosotros. Me aparto de
Maddox y me giro hacia ella.
—¿Entender qué?
Sonríe suavemente, y tiene que ser la sonrisa más suave que he
visto en Leila. Mira por la ventana distraídamente—. Todo el asunto de
las almas gemelas —Su atención vuelve a nosotros—. Ahora creo en
ello. Gracias a ustedes.
Mis ojos se ensanchan, y el agarre de Maddox se aprieta alrededor
de mí. Leila debe notar nuestra incomodidad porque pone los ojos en
blanco y resopla.
»Oh, por favor. No intenten decirme que no sienten lo que todos
vemos.
Clásico de Lei. Siempre tiene que decir lo que piensa. No estoy
segura de lo que insinúa, pero si rima con Pikachu, entonces será mejor
que aborte la misión.
—¡En cualquier caso! —Me doy la vuelta para enfrentarme a
Maddox, cuyos ojos me hacen esa cosa en donde me siento débil y
perezosa. Trago saliva. Ignora esas putas mariposas—. ¿Viajaremos
contigo?

Me muestra una media sonrisa—. O sobre mí sería bueno8.


—Oh, vamos... —exclama Leila.
Capítulo 15

—Entonces, Leila, ¿en qué te estás especializando? —pregunta mi


mamá, poniendo ensalada en su plato.
—En Informática —responde Leila sin problemas. Siempre está tan
preparada y segura de sí misma. Es el tipo de con ianza que se gana
cuando se tiene dinero.
—¡Ah, interesante! —Elliot asiente y luego mastica su bocado de
carne. Dirige los ojos a Wolf, que se encuentra sentado frente a Leila.
Maddox está justo a mi lado, con el brazo sobre mi silla. No se ha
esforzado en ocultar que somos un tema esta noche, a pesar de la
evidente incomodidad de mi mamá. Creo que ahora lo está haciendo a
propósito.
—Ella es… —Hago una pausa cuando siento los labios de Maddox
presionándose suavemente contra mi hombro desnudo. Lo pateo
debajo de la mesa, pero lleva su mano a mi rodilla y me aprieta tan
fuerte que casi me retuerzo—. Muy inteligente. Leila es muy inteligente
—digo sin aliento—. ¿Hace calor aquí? Hace calor —Trato de sacar mi
pierna de su mano, pero él sólo intensi ica su agarre.
Mierda.
—Amethyst, deja de estar rara. ¿Es tu TOC o lo que sea otra vez?
—¿Qué? Yo no tengo TOC —respondo, tomando un sorbo de vino.
Trato de arrancar mi pierna de su agarre de nuevo y me suelta, lo
que me manda semi volando hacia Leila.
Ella ensancha los ojos hacia mí. Sé lo que está pensando.
Probablemente piensa que Maddox tiene su mano en mis pantalones.
Me aclaro la garganta, y luego capto la mirada de Talon desde el
otro extremo de la mesa. Está sonriendo como un gran panda estúpido.
—Entonces —Mamá corta su ilete—, ¿están juntos ahora? —Es
extrañamente tranquilo el modo en el que lo pregunta. Casi como si
estuviera preguntando por el clima.
Miro a Maddox. Saca la lengua y la desliza por su labio inferior,
luego sonríe a medias, mostrando sus molestos dientes blancos—. Sí.
Así es.
Mamá se aclara la garganta y luego mira a Elliot, que luego me mira
a mí. Yo miro a Leila, que se aclara la garganta y bebe a sorbos su vino.
Ahora mismo está como Kermit bebiendo té. Justo cuando abro la boca,
Talon interviene.
—No pueden estar sorprendidos —mira entre mi mamá y Elliot—.
Quiero decir... —sus ojos captan los míos, y luego los de Maddox—. La
evidencia está ahí, siempre ha estado.
Mamá toma un sorbo de agua y luego asiente—. Okay —Su
atención viene a mí—. Tendré una plática contigo más tarde, pero está
bien. ¿Tu padre lo sabe?
Elliot gruñe—. No puedo imaginarlo estando tan...
Sacudo la cabeza—. En realidad, él está de acuerdo. Maddox vino a
quedarse con nosotros el in de semana pasado. Incluso conoció al tío
Marcus.
Mi mamá casi escupe su bebida. Se limpia la boca con delicadeza—.
Perdónenme, estoy un poco sorprendida de que no tengas huesos rotos,
o no sé, que sigas vivo. Le disparó al novio de la preparatoria de
Amethyst.
—Él no es tan malo, y ese disparo fue un accidente. Pensó que
Adam era un fugitivo —Es cierto, hubo un incidente en la ciudad
cuando Adam y yo estábamos juntos. Mi tío Marcus le disparó
accidentalmente en el pie. En ningún lugar serio ni nada. Un total
malentendido. También una completa coincidencia que Adam me
engañara durante toda nuestra relación.
Mamá resopla.
Mis hombros se relajan por primera vez desde que entré en esta
casa.
La voz tensa de Elliot rompe la suave vibración—. Maddox, ¿puedo
hablar contigo? —Se pone de pie y luego se excusa de la mesa.
Maddox no se mueve, se mantiene relajado, pero ve cómo su papá
se retira. Se lame el labio y luego mira a Talon y a Wolf. Sin mirarme, se
inclina y me besa en la mejilla, luego se levanta y sigue a su papá.
Siento como si estuviera conteniendo la respiración con todas las
incómodas vibras que vuelan por la habitación.
—Rosé —grita Talon, con una cerveza cerca de su boca. Bebe
cerveza. ¿Es el único que bebe cerveza? Qué cavernícola. En realidad,
Maddox también bebe cerveza. Miro el vaso de Wolf, y él también. Pero
Elliot bebe whisky. ¿Y eso por qué?—. ¡Hey! —Talon se inclina hacia
adelante, apoyando los codos en la mesa—. Relájate —Los ojos de Talon
se suavizan, y me encuentro inhalando y exhalando lentamente, y
contando hasta diez.
Exhalo y asiento—. Gracias.
—Em, ¿deberías ir a ver? —me susurra Leila.
¿Debería? Una parte de mí quiere hacerlo. No quiero que Maddox
tenga que lidiar con nuestra mierda por su cuenta, pero al mismo
tiempo, sé que puede y querrá hacerlo.
—No, ellos estarán bien —nos asegura mamá, sorbiendo su bebida.
Hay muchos sorbos de bebida esta noche.
—Mamá, en serio, ¿por qué tuvimos que venir a esta cena de todos
modos? —pregunto, impaciente con fastidio.
Mamá le hace un gesto a Leila—. Bueno, Elliot quería conocer a
Leila, y por supuesto, yo también. Y ya nunca vienes a visitarme.
Me reclino en mi silla, mis ojos en mi mamá, pero mi enfoque en el
arco que separa la cocina de la sala de estar principal donde están
Maddox y Elliot.
—Bueno, ya no vives en The Cherub, así que, ¿qué se supone que
debo hacer? ¿Conducir hasta aquí todas las noches? —Desvío la mirada
hacia la puerta cuando entra Maddox, masticando un palillo. Me mira y
me guiña un ojo antes de sacar la silla y sentarse.
Busco en su rostro, ignorando que Elliot ha vuelto a ocupar su
lugar en la cabecera de la mesa.
Veo el ligero malestar en Maddox. Hay un atisbo de incertidumbre
que se revela por una fracción de segundo, pero antes de que pueda
analizarlo en exceso, se ha ido y Maddox con su estúpida sonrisa
arrogante ha vuelto.
—Entonces, ¿dónde estábamos?

—¿Vamos a hablar de lo que pasó esta noche? —Levanto mis cejas


hacia Maddox.
Se quita la camisa y la tira en el cesto de la esquina de su
habitación. Cada músculo se tensa con sus movimientos—. No es
necesario. A mi papá sólo le preocupa que te haga daño.
—¡Ja! —La risa sale forzada—. Bueno, no tiene que preocuparse
por eso.
Maddox se detiene, con la cabeza inclinada. Se me hace agua la
boca—. ¿Por qué?
—¿Por qué, qué? —pregunto, confundida por su pregunta. Me
meto bajo las mantas e intento ignorar el hecho de que el olor de
Maddox ahora se encuentra alrededor de mí, iltrándose a través de sus
sábanas.
Entrecierra los ojos—. ¿Por qué no tiene que preocuparse?
Exhalo—. Porque, es pronto, y...
Maddox comienza a caminar hacia mí. Mis ojos bajan por su
cuerpo, atrapándolo mientras se desabrocha el cinturón.
Mierda.
»Em —digo, viendo como tira del cinturón y abre el botón superior
de sus jeans.
—¿Mmm? —murmura Maddox, bajándose la cremallera. Sus jeans
caen más abajo, mostrando el borde de sus Calvin—. ¿Por qué? ¿Por
qué crees que no puedo hacerte daño, Rosé?
Trago saliva—. Porque es pronto, Maddox. Nunca, ya sabes... me
han hecho daño...
Sus rodillas tocan la cama y se arrastra sobre mí, arrancándome la
sábana del cuerpo. Baja la mirada y lentamente la desliza sobre mi
igura. Inclina la cabeza.
Se ríe entre dientes, luego lleva una mano a mi garganta y aprieta
con fuerza. Lo su iciente para permitirme una toma de aire lenta. Mi
garganta se hincha cada vez que trago.
Se lame el labio y luego sonríe—. Reto aceptado —Luego pone mis
manos por encima de mi cabeza y me abre las piernas con las suyas.
La humedad entre mis muslos sólo se intensi ica mientras frota su
entrepierna en mí. Comienza a arrancarme la ropa. Envolviendo mi
cabello alrededor de un puño, jala mi cabeza hacia atrás para que lo
vea. Acerca sus ojos a los míos, y luego me lame desde mi garganta
hacia arriba, hasta mi boca, donde me chupa el labio inferior y me
muerde.
Comienzo a balancear mis caderas lentamente contra las suyas,
pero él no me lo da, alejándose lentamente cada vez que sabe que
intento ganar impulso.
Acerca la otra mano a mi garganta mientras se posiciona en mi
entrada.
»¿Crees que no puedo hacerte daño, bebé? —pregunta y luego me
penetra de golpe. Grito vergonzosamente, pero su boca cae sobre la
mía, metiendo su lengua de forma salvaje en mi boca, la bola de su
piercing tintinea contra mis dientes—. Necesitaré supervisar el
volumen de esos gritos esta noche, bebé. No quiero que Talon piense
que te estoy matando —murmura en su beso. Se retira y luego vuelve a
penetrarme, apretando el agarre en mi cabello hasta que siento que me
está arrancando cada mechón lentamente. Joder—. Porque pensará que
te estoy matando.
Me monta con más fuerza, su ingle rozando mi clítoris con cada
empujón. Su agarre alrededor de mi garganta se aprieta cada pocos
segundos, permitiéndome respirar de vez en cuando. Empiezo a
susurrar palabras sucias en su oído, palabras que probablemente
lamentaré más tarde cuando no esté montando un subidón sexual. Él
tensa la mandíbula. El sudor gotea por su nariz y cae en mi boca. Lo
lamo, luego me inclino y paso mi lengua sobre cada gota de sudor que
puedo ver en su cuello y mandíbula, mordiendo y masticando en mi
camino.
Se detiene, y luego se ríe entre dientes, bajándose de mí.
—¿Qué estás haciendo? —pregunto frenéticamente cuando siento
su ausencia. Necesito instantáneamente luchar contra el impulso de
tirar de él y ponerlo encima de mí. Su peso presionando mi cuerpo en el
colchón.
Ladea la cabeza, mientras admiro su gloria desnuda. Tatuajes que
se iltran en su carne dorada. Carne que se ha estirado al máximo de sus
músculos. No es demasiado grande, pero es mucho más grande que
delgado. Pero no lo pensarías cuando lleva ropa puesta.
—Dijiste que no podía hacerte daño...
—Sí... —concuerdo, incluso cuando lo dije, sabía que no era verdad.
O estaba en negación. No me encuentro segura de cuál de las dos cosas
es más cierta.
Aprieto los muslos.
La atención de Maddox recae sobre ellos—. ¿Cómo te sientes ahí
abajo ahora mismo? —pregunta con un asentimiento.
Me río—. Adolorida —admito, pero mi ingenio saca lo mejor de mí,
y me sonrío de lado—. Pero quiero decir, puedo ocuparme de ello yo
misma...
Sus ojos se oscurecen, su sonrisa se ha ido completamente.
Vuelve y me agarra de los muslos, apretando tan fuerte que siento
como si la grasa de mis piernas estuviera a punto de salirse. Me empuja
en la cama y se cierne sobre mí, sus ojos en los míos. Nariz con nariz.
Su mandíbula se aprieta.
Luego gruñe.
Trago.
Gira las caderas en torno a mí, presionando su verga contra mi
ori icio...
—¿Qué voy a hacer contigo, Rosé…?
Lo desa ío—. Puedes hacer lo que prometiste que harías...
Inclina la cabeza y se muerde el labio—. ¿Y qué es eso?
Miro entre sus labios y sus ojos. Fijos, cargados—. Lastimarme.
Y fuego.
Me gira sobre mi estómago, me da una nalgada tan fuerte que juro
que China podría sentir el aguijón que estalla sobre mí y se sumerge en
mi coño por detrás. Acerca una mano a mi garganta.
—¿Quieres que te lastime, bebé? —pregunta, empujándose hacia
mí.
—Sí... —susurro, a pesar de que cada vez que me penetra, su verga
se golpea contra mi cuello uterino. Exploto. Un orgasmo me atraviesa
en brutales olas como una tormenta. Grito una línea de maldiciones,
con mi cuerpo temblando bajo su asalto.
Semen gotea por mis muslos internos con cada pulso.
Me nalguea otra vez y grito de dolor. Acerca su otra mano a mi
cadera y la presiona, golpeándome contra su verga. Siento que se está
formando de nuevo. Esa familiar brutalidad de placer. Eso es lo que
pasa con Maddox. No todo es placer, es placer, dolor y juegos. Es la
supervivencia del más fuerte. No me encuentro muy en forma.
Justo cuando llego a la cima, me muerde el cuello y los dos nos
deshacemos juntos.
Me caigo en la cama y me retuerzo dentro de sus ahora pegajosas
sábanas. Lo último que recuerdo es a él acercándome a su pecho y yo
divagando sobre el hecho de que no debería tener sexo antes de la
pelea.
Capítulo 16

—¡Santa Madre de Dios! —La taza de Leila se desliza entre sus dedos y
se estrella contra el suelo de baldosas de cristal.
—¡Leila! —La regaño, arrodillándome para recoger todos los
pedazos rotos—. Vas a despertar a los monstruos.
—¡Ame! —medio susurra y grita—. ¿Te has visto en un espejo?
—¿Qué? —La aparto, recogiendo los fragmentos y luego me paro
para llevarlos a la papelera.
—Pareces como si te hubiera dado una paliza.
Mi mano se congela sobre la papelera y luego corro hacia el baño.
—Oh, mierda —Hay marcas moradas de agarre alrededor de mi
cuello. Levanto mi cabello rosado y me giro para mirarme la espalda—.
Mierda —susurro, viendo las marcas de mordidas en mi hombro
izquierdo. Tirando de mis shorts de pijama, miro entre mis muslos para
ver aún más moretones allí y un círculo masivo en mi cadera que es
claramente visible porque mi camiseta sin mangas muestra un corte de
mi vientre.
—O sea, los escuchamos, pero demooooooonios —susurra Leila—.
Él te ha jodido.
—¡Calla! —le medio susurro y grito.
Se encoge de hombros y me entrega la taza—. Necesitan
despertarse de todos modos. Nuestro vuelo es a las doce.
Maddox
Ame está paseándose de un lado a otro por el piso mientras el
entrenador envuelve mis manos—. ¿Estás bien, bebé? —Pregunto,
aunque sé que no lo está. Ha estado intranquila todo el camino hasta
aquí.
Su paseo se detiene y me inmoviliza con un ceño fruncido.
Cualquiera pensaría que ella es la que va a entrar al ring. Luego mira al
entrenador y le quita la gasa. Mi rodilla tiembla por la adrenalina. El
entrenador mira entre los dos, luego otra vez a mí. Ha estado conmigo
durante mucho tiempo. Me encontró en un ring de lucha clandestina en
la preparatoria. Estaba allí para cerrarlo, pero terminó viendo mi
talento, como le gusta llamarlo. Mi cabeza se balancea en un gesto de
aprobación y da un paso atrás, dándonos algo de espacio. Ella se
arrodilla frente a mí y continúa envolviéndome.
—¿Estoy bien? —pregunta, pero creo que se lo pregunta más a sí
misma porque sus ojos no se encuentran con los míos—. Bueno, no, en
realidad no lo estoy. Por favor, no mueras. O no dejes que te golpeen,
por favor no dejes que él te golpee —Su mano descansa sobre mi
rodilla. Tengo las piernas abiertas con la silla al revés. Mis codos
descansan en el borde de la espalda. Vuelve a la tarea que tiene entre
manos—. Prométemelo, Maddox.
Me lamo los labios. ¿Prometerle que no me golpeara? Joseph “El
Hombre” Banderas tiene un récord muy parecido al mío, invicto. Pero
supe en ese momento con esos putos ojos azules mirándome que le iba
a prometer a esta chica exactamente eso.
—De acuerdo, bebé.
Se inclina y me besa. Lo pierdo por un segundo, mis pensamientos
entrando y saliendo.
—Mad, tú sigues —El entrenador hace un gesto hacia la puerta
donde Wolf y Talon me están esperando. Me levanto de la silla y estiro
los brazos en círculos. Tronando mi cuello, los hombros de Amethyst se
enderezan y su comportamiento se vuelve desa iante. Sus manos
vienen a mis mejillas. Se levanta sobre los dedos de sus pies hasta que
la punta de su nariz toca la mía.
—Tú puedes con esto.
—¿Puedo? —Juego con ella, una sonrisa en mis labios. Yo sabía que
podía con esto, pero también conozco a Amethyst. Necesita sentirse
necesaria. No de forma super icial o temporal. De la forma en que una
tormenta necesita el fuerte golpeteo del caos para alcanzar su punto
máximo.
—Sí —dice, presionando sus labios contra los míos de nuevo—. Tú
puedes. O te mataré.
Sonrío de lado y la beso bruscamente de nuevo.
—De acuerdo, amantes —Talon golpea la puerta como un vikingo
—. ¡¡Vaaaaamonooos!! —Me pongo de puntillas, mis hermanos delante
de mí y el entrenador delante de ellos. Amethyst se encuentra detrás de
mí, y por instinto, la alcanzo hasta que su mano se enreda con la mía.
Ella la aprieta y luego salimos.
Amethyst
KO. Las palabras parpadean en las televisiones gigantes que cuelgan
sobre el octágono enjaulado.
¿Qué?
—Puta mierda. La gente pagó mucho dinero por esta pelea y
Maddox la terminó en menos de diez segundos.
Trago saliva.
Encuentro a Maddox, pero él ya me está mirando con una sonrisa
arrogante en su rostro. Me guiña un ojo y me lanza un beso.
—Chica, tienes que casarte con este chico, pero ya —grita Leila en
mi oído con entusiasmo. Hay fuertes aplausos en todas partes y carteles
que tienen el nombre de Maddox en ellos. Bragas y sujetadores también
vuelan hacia el ring, las chicas le gritan a Maddox. En serio, qué
jodidamente desesperadas. Una cartel llama mi atención.
¡Maddox, tú puedes destruirme cualquier día!
Ella habla mucho, pero debería ver mis moretones. Apuesto a que
entonces no estaría ondeando ese cartel.
Lucho contra el impulso de alejar a Leila ante la mención del
matrimonio. No quiero escuchar la palabra M. Nunca he sido partidaria
de las bodas, ni siquiera he asistido a una, y mucho menos he pensado
en ser una novia. Mis palmas sudan, así que las froto contra mis jeans.
Maddox salta sobre el ring como un maldito león y baja hacia la
multitud, ignorando las porras y agarra mi mano, arrastrándome de
regreso a la guarida. El eco de voces invade nuestro espacio personal,
pero lo siento. Ya sea por la oleada que está enviando Maddox o por la
vibra en el aire de toda la adrenalina, siento una pizca de por qué hace
esto. La misma razón por la que yo patino. Porque el subidón que
sientes al hacer algo que prende fuego a tu alma es un juego previo, y el
orgasmo inal sólo se alcanza con el éxito. Y él lo hizo. En menos de diez
segundos.
Se inclina hacia mí mientras caminamos por el pasillo silencioso,
las fuertes voces se han perdido hace mucho tiempo—. Entonces, ¿mi
talento va a morir o se disparará?
Me río entre dientes, meneando la cabeza y apoyándome en su
cuerpo sudoroso.
—De initivamente se disparará, pero la próxima vez dame una
pelea más larga.

Más tarde esa noche, todos llegamos a la ciudad. Me quejé todo el


tiempo de que me dolían los pies y de que no me estaba sintiendo bien,
así que volví temprano al hotel. Pensé que Maddox se quedaría con su
equipo y celebraría su victoria, no fue así. Regresó al hotel, me acercó y
montó mi cuerpo hasta que mis piernas se adormecieron. Me dormí esa
noche con una opresión en el pecho que no quería explorar.
Capítulo 17

Es martes por la noche cuando decidimos celebrar, ya que me siento


mejor. Me sentí culpable por ser tan agua iestas después de la pelea, así
que lo de esta noche fue idea mía. Leila pasa la mayor parte de la noche
con Wolf, y Talon tiene una zorra al azar en su regazo. Realmente quiero
preguntar cuál es el trato entre él y Liza. Sinceramente. Tienen la
relación más extraña. Creo que la llamaron "abierta". Durante la noche,
bebemos mucho, bailamos aún más, hasta que nuestros cuerpos
estuvieron empapados de sudor, y luego conocí al agente de Maddox.
Llegó chocando con las puertas, sosteniendo su teléfono. Debía tener
alrededor de treinta y tantos. Oscuro y melancólico. Bastante apuesto…
—¡Te conseguí un trato, chico! Uno jodidamente enorme. Te
resolverá la vida —La emoción en su voz es evidente.
Bebo toda mi bebida. Whisky, puro. Porque ¿por qué andar con
algo tan aburrido como el vino esta noche?
Maddox parece complacido cuando atrae a su agente para darle
uno de esos abrazos de hombres torpes. Susurran algo en los oídos del
otro, y luego Maddox agarra mi mano y me pone bajo su brazo. Hace
mucho tiempo que él había perdido la camisa, ¿en serio? ¿Cómo se le
permite entrar a un club sin camiseta? Está metida en la parte trasera
de sus jeans. Tiene tenis blancos limpios en los pies. Adidas originales:
los altos. No es para nada mi tipo. Me siento como un disco rayado. No
suelo salir con chicos que tienen el mismo sentido de vestir que yo. Es
raro. Sólo cuando estamos juntos, todo es natural. Estar con él es como
respirar. Respiraciones cortas donde mi corazón siente constantemente,
como si se estuviera contrayendo en mi pecho, pero es como respirar al
inal de cuentas. Bebe su bebida y me señala.
Los ojos del agente se posan en los míos—. ¿Y a quién tenemos
aquí...? —Extiende su mano y la miro brevemente antes de estrecharla.
Mi papá siempre me dijo que se podía decir mucho sobre un
hombre por su apretón de manos. Por ejemplo, si es irme, signi ica que
está tenso y probablemente está ahí para hacer negocios y te oculta
algo. Si es relajado, se siente cómodo, un poco más digno de con ianza.
—Amethyst —grito por encima de la música, agregando también
una sonrisa.
Me devuelve la sonrisa y es cálida. Me relajo. Su apretón de manos
está en algún lugar entre los dos.
—Soy Trevor Michaelson. El agente de este delincuente —Sus ojos
se posan en mi boca y luego vuelven a mis ojos. Es guapo para ser
mayor, pero nadie podría resaltar al lado de Maddox. No es sólo Maddox
y su obvio atractivo. Es cómo se comporta. Sus hombros siempre están
hacia atrás, con con ianza, su caminar lleno de tanta arrogancia que te
hace adivinar en dónde fue criado. Es su obvio descuido hacia todos y
cada uno de los que no son alguien para él. Sólo se suma a su atractivo.
Mi estómago se aprieta y mi corazón se retuerce. Mierda. ¿Estaba
enamorada de él?
Me disculpo con los dos y me sumerjo hacia la barra. Una vez que
llego, un veinteañero me sonríe. Da vuelta a las botellas alrededor de
sus dedos con tanta habilidad que hace que mi cabeza se incline. Las
luces láser de neón iluminan el club hasta cierto punto, pero el bar
estaba lleno de elegantes luces de cuerda, así que tengo una imagen
clara de él.
—¡Whisky puro, por favor! —grito, luego miro hacia la pista de
baile. Mierda. ¿Lo amo? Trago saliva.
—¿Estás aquí con Destroyer? —pregunta. Está sirviendo mi
bebida, pero la atención se queda en mí. Es delgado y tiene un extraño
cabello rubio. Tiene una nariz recta perfecta y labios pequeños
perfectos. Su mandíbula está algo limpia. Tiene un poco de delineador
difuminado en su ojo y miro su muñeca, donde tiene atados unos
brazaletes de cuero. Es un tipo punk. Supongo que se podría decir que
es atractivo a su manera.
Tomo el vaso que me está deslizando—. Así es.
—¿Con él, con él? —pregunta con una ceja arqueada.
Me lamo los labios—. Sí —él es gay, eso es.
Sonríe—. ¿Cuál es tu nombre? Te juro que no estoy coqueteando
contigo. No tengo deseos de morir.
Me río de eso—. Soy Amethyst.
—Guao —Sus ojos se ensanchan en shock—. Ese es nombre
jodidamente genial.
Mis mejillas se calientan—. Gracias —Agradezco la breve
distracción del hecho de que probablemente estoy enamorada de
Maddox.
Me desliza otro—. Va por la casa —Luego me da un guiño y va a
atender a otro cliente.
Ahí es cuando veo lo que está usando. Unos putos tirantes. Resoplo
en mi bebida. Es reconfortante conocer a alguien que no es tan perfecto
cuando llevas tanto tiempo rodeada de la perfección. Incluso mi mejor
amiga es perfecta. Decido aquí mismo que haré de este club mi asunto
fortuito. Tomo la otra bebida justo cuando Leila me arrastra a la pista
de baile. Me río, apartándome el largo cabello rosado de la cara. Leila
comienza a moverse al ritmo. Una mezcla de la canción Nice for What
de Drake. Leila y yo siempre la pasábamos bien cuando salíamos, y
siempre era principalmente porque sabíamos bailar.

Una semana después de Las Vegas, juro que todavía podía sentir mi
cabeza palpitando.
—Rosé, ¡será mejor que te alistes antes de la cena de esta noche! —
Talon me azota el culo con un paño de cocina.
—¡Ay! —lo regaño, frotando mi adolorido glúteo. No sé si es por su
pequeño desliz o por el asalto diario de Maddox a mi cuerpo. Todo me
duele últimamente. Me duelen los músculos y la piel me palpita. Soy
bastante atlética (no es que haga ejercicio ni nada), pero el patinaje
siempre me ha mantenido bastante en forma y toni icada.
Talon se ríe, como si estuviera leyendo mi mente.
»Cállate.
Todavía me estoy sobando la nalga cuando Leila entra. Su cabello
es un desastre por toda su cabeza. No hemos pasado tantas noches en
nuestro dormitorio últimamente.
Me ocupo de hacer café. Es sábado y planeo contarle todo a
Maddox esta noche. Por primera vez, Amethyst Tatum está a punto de
decirle a alguien más que lo ama. Me siento aterrorizada.
—Te ves de la mierda —dice entre un bostezo. Talon sale por la
puerta principal para correr.
—Gracias. Tú también.
Leila toma asiento—. Mentira —murmura, apoyando la frente en
sus brazos—. En serio. ¿Por qué no podemos faltar a la universidad e ir
directamente a trabajar? Me duele el cerebro.
Le entrego una taza de granos de café con agua y bebo mi delicioso
brebaje. Me agarro el más cremoso porque me amo.
—Porque no sabemos lo que estamos haciendo —Soplo mi taza.
Maddox entra, frotándose los ojos. Sonríe cuando me ve, sus
dientes destellando con su blancura. Sus músculos se lexionan cuando
levanta mi taza y toma un sorbo de mi café.
—Buen día, bebé —Me besa en la cabeza y se ocupa con el
desayuno.
Normalmente lo hago yo, pero he terminado por esta mañana. Y, de
todos modos, ver a Maddox caminar con esos pants mortales grises es
demasiado divertido. ¿Alguien quiere la marca de un pene? Se me hace
agua la boca.
Estoy tan tonta por él.
Sólo por él. Lo amo y me va a arruinar. Es algo más que amarlo, me
encuentro al borde de la obsesión por él. ¿Sentirá lo mismo?
Mis ojos se dirigen a Leila, que me observa deliberadamente por
encima de su taza de café. Levanto las cejas en forma de pregunta. Ella
levanta las suyas de regreso como diciendo "¿qué estás pensando?"
Me encojo de hombros—. Nada importante.
Sus ojos se entrecierran como si no me creyera.
Me encojo de hombros de nuevo. Me importa un carajo.
Mi atención vuelve a Maddox. ¿Cómo me las arreglé para atraparlo?
El chico malo del campus. El chico por el que todas las chicas estaban
locas, y yo lo tengo. No creía en el destino ni nada de eso. No podía
evitar sentir que cuando estábamos juntos, era más de lo que podíamos
ver lo que funcionaba con nosotros. Era como si un poder superior nos
hubiera creado y nos hubiera puesto en el camino del otro. ¿Pero por
qué yo? Maddox, el posesivo sobreprotector. El tipo que se pararía
sobre cualquier cosa que le perteneciera con los dientes al descubierto.
Yo era suya, y ahora sólo necesitaba decírselo.
Capítulo 18

La amo. Ni siquiera estoy jodidamente avergonzado de admitirlo, amo a


esta chica, y sé que ella siente lo mismo que yo. Amethyst es muchas
cosas, pero su principal atributo es la forma en la que puede leer a las
personas. Cuando le importaba lo su iciente como para hacerlo, claro.
Es una renegada. Una niña que se crio en un buen hogar, pero optó por
rebelarse contra la sociedad. Es leal, feroz, atrevida y luchadora, pero
también sabe cuándo ser suave. Amaba su fuego, pero acariciaba su
lado suave porque sólo a mí me lo mostraba. He pasado los últimos
meses estudiándola. Observando cómo se mueve cerca de ciertas
personas, así es como sé que sólo me muestra a mí su lado amable. Ese
lado me vuelve salvaje. Su suavidad saca a relucir todo lo malo que hay
dentro de mí a la super icie. Queriendo enjaularla como un animal
obsesionado protegiendo a su presa. Amethyst es mía. Es mía, y esta
noche estoy a punto de hacerlo o icial. Me importa un carajo nuestras
edades, o el hecho de que vayamos por caminos diferentes. Ella con su
actuación y yo con mis peleas, la quiero, y juntaría ciudades sólo para
que eso suceda, pero también la conozco y nos conozco a los dos. Por
muy jodido que parezca, con ío en la conexión que tenemos. Esto no
miente, esto es real. Lo que siento por ella es real.
La pequeña caja Tiffany quema en mi bolsillo cuanto más nos
acercamos a la casa de nuestros padres. Amethyst está moviendo
ligeramente la cabeza al ritmo de una canción de Nirvana, y Leila y Wolf
se encuentran en los asientos traseros, actuando raros como de
costumbre. Ella baja la ventana y miro por el rabillo del ojo cómo su
cabello baila con el viento, haciendo que el olor a lavanda seca se quede
en el aire. Mi verga se pone rígida.
Me meto en la gran entrada circular y todos entramos. Lo admito,
todavía no estoy cien por ciento a gusto con Jessica, pero Amethyst me
hace querer estar bien con ella, por ella.
Nos encontramos a la mitad de la cena cuando alguien llama a la
puerta. Jessica se disculpa y desaparece para responder.
Envuelvo mi brazo alrededor de Amethyst y acerco su rostro a mí
hasta que mis labios rozan el lóbulo de su oreja—. Quiero preguntarte
algo después de la cena.
Retrocedo lo su iciente como para ver que sus ojos se disparan
hacia los míos. Amplios y vulnerables. Sus labios se juntan—. Está bien.
¿Por qué tiene que ser tan malditamente hermosa?
Mía.
Jessica se aclara la garganta en la entrada—. ¿Maddox?
Mis ojos van hacia Jessica, y luego directamente a la chica que se
encuentra a su lado. Cabello largo rubio ceniza, ojos de azul profundo.
Ojos de ciervo de la puta chica típica. Una cara que me resulta familiar,
tan familiar... Salgo volando de la silla.
—¿Cassidy?
Cassidy Williams. Mi ex novia de la preparatoria a quien no he visto
en años, y que simplemente se fue y me dejó sin mirar atrás, está aquí.
¿Qué coño hace aquí?
Se ve un poco igual, sólo que mayor. Con su rostro en forma de
corazón, mejillas ligeramente regordetas y cuello estrecho. Lo
su icientemente delgada como para apretarla. Siempre ha sido pequeña
y delgada, y eso no ha cambiado. Ella todavía parece de un metro
cincuenta y cinco. Jeans ajustados y un cárdigan de punto holgado.
—Hola, Dux —susurra con voz ronca. Ese puto apodo.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Ah —Sus ojos se disparan hacia los míos con urgencia. Se
cristalizan—. ¿Podemos hablar?
Seis años. Han pasado seis años. Me curé de perderla, sólo por
poco, y ahora regresa a mi vida como si yo no hubiera pasado un año
entero enterrado en coños, drogas y malas decisiones para superarla.
Mierda.
Asiento, luego comienzo a caminar hacia ella. Mierda. Amethyst
está observando nuestro intercambio. Me regreso y me inclino, besando
la parte superior de su cabeza—. No tardaré, bebé —Salgo del comedor
y hago un gesto hacia el salón formal.
Capítulo 19

Mi estómago da un vuelco cuando veo a Maddox salir de la habitación.


Todo el mundo se quedó en silencio, nadie ha emitido ni un sonido.
Mi mamá se recuesta en su silla y le lanza a Elliot una mirada
extraña—. En in, entonces, ¿de qué estábamos hablando?
Típico de mi mamá. Tratando de huir de los problemas en cuestión.
Su charla desaparece en el fondo de mi cerebro y agarro mi copa de
vino, tomando un largo trago.
—¿Por qué está aquí? —pregunta Wolf, inalmente atravesando
cualquier cosa que mi mamá pensaba que era más importante.
Talon rodea la mesa y se sienta en el asiento de Maddox. No lo
miro. No puedo. Estoy entrando en pánico. Poco a poco puedo sentir
que se me suben los nervios. ¿Por qué está aquí? ¿Qué podía ser tan
importante que esperó quien sabe cuántos años, para volver y hacer
una entrada en la vida de Maddox nuevamente?
El dedo de Talon se engancha alrededor de mi barbilla e inclina mi
cabeza hacia él. Mis ojos buscan los suyos.
—Oye, deja esa mierda. Ella ya no signi ica nada para él —Sonrío
suavemente. Deja caer su agarre y me da mi vino—. Lo prometo. Será
alguna tontería estúpida.
—Sí, sólo que estamos hablando de Cass. Lo dudo —responde Wolf
suavemente. Su cabeza gira hacia Leila de repente—. Auch —debe
haberlo golpeado debajo de la mesa. Su tono es seco, como él como
persona.
—Sin apodos, por favor. Su nombre es Cass-idy —exclama Leila.
Mi mamá suspira.
Elliot se aclara la garganta—. Ame, quiero que sepas que ahora
eres parte de esta familia. Entonces, pase lo que pase, no importa, ¿de
acuerdo?
Trago saliva. Mierda. ¿Y si todavía está enamorado de ella?
—Qué bien, papá. Realmente bien. Sólo vas a asustarla —Talon
sacude la cabeza, inclinándose sobre la mesa para agarrar su plato y
alejar el de Maddox para que pueda seguir comiendo. Me gusta este
comedor. Se encuentra justo al lado de la cocina, y toda la pared trasera
es una gran ventana de vidrio para que puedas mirar el patio trasero.
Hay una araña de cristal que cae delicadamente sobre la mesa. Con arte
colgando en las paredes y mierda.
Odio esta puta habitación.
Odio esta casa, quiero irme. La habitación se siente como si se
estuviera encogiendo y se estuviera pegando a mi piel.
Tan pronto como Maddox vuelve a entrar, mi cabeza gira
directamente hacia la entrada. Sabré instantáneamente si es algo bueno
o malo. Lo sabré por lo que hacen sus ojos. Respiro profundamente y
me permito concentrarme en él.
Dejo salir mi respiración cuando veo sus cejas arqueadas y sus
nudillos están sangrando. Sus pupilas están dilatadas y su pecho sube y
baja rápidamente.
Oh, no.
Esto no es bueno.
—Amethyst —dice, su voz goteando ira. Entonces sus ojos
inalmente vienen a mí y sus rasgos se suavizan un poco. Se lame el
labio—. Tenemos que hablar, bebé.
—Okay —Salgo disparada del asiento y me dirijo hacia él. Me
observa durante unos segundos. Sus ojos van de mi boca a mis ojos,
como si intentara memorizar algo—. Basta —digo entre dientes,
molestándome con la forma en la que me mira. Lo empujo y me dirijo a
la sala de estar. Ni rastro de Cassidy. Gracias al carajo. Quizás la mató. Es
probable que yo no tenga tanta suerte.
Mis ojos vuelan al agujero en la pared y me encojo. Algo ha pasado.
Algo malo.
Él cierra las puertas abiertas para bloquear cualquier otro ruido,
luego lo siento tomar asiento a mi lado. Mis ojos permanecen en la
piscina del fondo y el neón azul brillante que ilumina el agua. Quiero
nadar
—Amethyst... —dice Maddox, pero no me toca.
¿Por qué no me toca?
—Yo... yo... mierda... —exhala, aparentemente frustrado consigo
mismo.
—Sólo dilo, Maddox —Lucho contra las lágrimas que amenazan
con salir a la super icie, tragando saliva para bajar la roca gigante que
se siente como si estuviera alojada en mi garganta.
—Tengo un hijo.
Todo se detiene. Me enfoco en él, mi cabello me golpea la cara—.
¡Qué!
Exhala y se levanta del sofá. Empieza a caminar de un lado a otro.
Sus manos van desde su cabello hasta su rostro y luego de regreso a su
cabello.
—No lo sabía. Cassidy, ella... —Exhala, hace una pausa y me mira
directamente—. Se escapó cuando se enteró de que estaba embarazada.
No para alejarse de mí, sino para alejarse de sus padres que la habrían
hecho abortar. Su hijo... —Hace una pausa y siento como si me hubieran
golpeado en el costado de la cabeza con un ladrillo. Continúa—:
Nuestro hijo es una niña. Su nombre es Kennedy. Tiene poco más de
cinco años y tiene insu iciencia renal, Amethyst. Ella me necesita —
Hace una pausa y ya no puedo contener las lágrimas. Están rodando por
mis mejillas. No es que me moleste que tenga un hijo, en absoluto, y eso
no cambiaría mi opinión sobre querer estar con él, pero tengo la
sensación de que es un problema para él.
—Yo... lo siento, Maddox... —Porque es así, y me quedo sin
palabras. Qué más puedo decir.
Él continúa, tomando asiento en el sofá de cuero frente a mí—.
Cassidy no es compatible porque es A negativo. Kennedy es igual que
yo, ella es O negativo. Cass intentó ponerse en contacto con sus padres
nuevamente, pero aparentemente murieron en un accidente
automovilístico poco después de que ella se escapara.
Quiero gritar. Mi interior se siente como si se estuviera agrietando
y mi cerebro permanece con ruido blanco—. Qué... em. ¿Qué vas a
hacer? —Me meto el cabello detrás de la oreja y me limpio las lágrimas
de las mejillas.
Él entierra su rostro entre sus manos.
La realidad me golpea con toda su fuerza, obviamente siente un
con licto con lo que quiere. Quiere estar con ella, aunque sea por su
hija, aun así, desea hacerlo y quién puede culparlo. Vengo de un hogar
separado, así que sé lo mucho que de verdad pueden funcionar y la
dinámica podría ser excelente, pero eso es sólo si ambos padres
comparten el mismo entendimiento. Tengo la sensación de que, si lucho
por él ahora y lo obligo a quedarse conmigo, más tarde podría
resentirse conmigo por hacerlo y tal vez perder más tiempo con su hija.
No, él necesita elegir por su cuenta. Necesito irme antes de suplicarle
que se quede conmigo y que criaré a su hija como si fuera mía.
—No te preocupes —respondo, poniéndome de pie con piernas
temblorosas—. No tienes que decir nada —Mi voz se rompe al inal y
siento que mis piernas tiemblan bajo mi peso.
Dos pasos hacia la puerta y luego podré correr. ¿Correr a dónde?
No lo sé. Puedo hacer que Leila me lleve a casa. Sólo que ella también
vino con Maddox.
Corre.
—Amethyst —su voz interrumpe mis pensamientos erráticos. Me
congelo con una mano en la manija de la puerta. ¿Ya había cruzado la
habitación?—. Por favor, yo no... Dios, no sé qué hacer.
Trago saliva y respiro dos veces para intentar recomponerme.
Cierro los ojos de golpe.
»Ella es mi hija y ya he perdido cinco años, no quiero perder otros
cinco. Cassidy, ella se las ha arreglado, pero tiene di icultades para
pagar las cuentas, y no quiero ser como mi padre y aband… ¡mierda! —
Maddox debe haberse puesto de pie y haber venido directamente hacia
mí, porque me agarra del brazo y me hace girar hasta que mi espalda
golpea la puerta. Busca mis ojos frenéticamente—. ¡Dime qué hacer,
Ame! Mierda, no puedo... —Está temblando ísicamente, así que
envuelvo mis brazos alrededor de su nuca, tirando de su frente hacia la
mía.
—No es nuestro momento, Maddox. Quizás en otra vida, quizás en
otro reino, pero ahora no es nuestro momento —Doy un paso atrás, ya
extrañando su piel bajo mi palma. Quiero su aroma en mi espacio y su
sudor goteando sobre mi cuerpo mientras aleja mi dolor, pero no
puedo, y no volveré a hacerlo nunca más. Mi corazón se siente como si
literalmente se rompiera dentro de mi pecho. Duele, todo jodidamente
duele.
—No —sacude la cabeza, viendo mi cuerpo de arriba abajo—.
¡Coño!
Porque él lo sabía. Ambos lo sabíamos. En el fondo, ambos
sabíamos lo que él tenía que hacer. Tenemos que dejarnos ir y esperar
que un día, cuando tuviera tiempo su iciente para re lexionar y tomar
una decisión racional, nos volveríamos a reunir.
—Sabes lo que tienes que hacer, Maddox. Tanto como yo…
Sus nudillos llegan a mis mejillas y mi estómago se aprieta con su
toque. Las paredes se sienten como si se estuvieran derrumbando.
»Por favor, no lo hagas —Mis ojos se cierran de golpe para evitar
que vea mi emoción.
Sus labios se acercan a los míos y casi lanzo mi control por la
ventana. Permito que se queden allí durante unos segundos mientras
las lágrimas caen por mi rostro y por la apertura de mis labios, en cada
una de nuestras bocas. Respiro hondo.
—Te amaba.
Vuela hacia atrás, sus ojos brillando con una nueva ronda de ira,
pero es demasiado tarde. Rápidamente abro la puerta y salgo
corriendo.
—¡Amethyst! —ruge desde la sala de estar, pero yo me lanzo de
regreso al comedor. Todos ya se encuentran de pie, probablemente
porque escucharon que la bestia se liberó en la otra habitación.
—¿Nos vamos? —pregunta Leila.
Asiento frenéticamente, mi rostro está mojado por las lágrimas y
mi cabello desordenado por todo mi rostro. No tengo ninguna duda de
que mi rímel se corrió por todas partes.
—Lo siento, mamá —le susurro sin encontrar su mirada—. Pero
realmente necesito irme. Ahora.
Elliot hace un gesto hacia la puerta—. Llévala, Talon.
Talon no pierde un segundo, él y Leila me siguen por la puerta,
dejando a Wolf atrás.
—¡Amethyst! — grita Maddox, lanzándose hacia mí.
Elliot y Wolf lo agarran, lo retienen y yo acelero el paso cuando el
brazo de Leila se engancha alrededor del mío. Talon tiene su mano en la
parte baja de mi espalda mientras salimos y comenzamos a trotar hacia
su camioneta estacionada. Debo haber tenido prisa, porque no es hasta
que nos vamos cuando veo a Cassidy sentada en uno de los escalones,
con lágrimas en los ojos.
Me ve por la ventana, y luego, justo cuando estoy a punto de sentir
algo de pena por ella, su labio se curva en una sonrisa de su iciencia.
Me doy la vuelta para mirarla, pero es demasiado tarde, Talon está
saliendo por el camino de entrada, levantando grava mientras nos
vamos.
—¡De acuerdo! —grita Leila—. ¡Ahora que alguien me diga qué
coño está pasando!
Talon me mira cada dos segundos.
Se me seca la boca. No tengo nada. Nada. Vine aquí con Maddox,
con un futuro, y me voy sin él. Me siento vacía y sola, y cada centímetro
de mi cuerpo me duele por su ausencia.
Mantengo la cabeza hacia adelante, lágrimas todavía cayendo por
mis mejillas.
—Tiene una hija.
Leila toma aire. Talon maldice.
»Su nombre es Kennedy y tiene una enfermedad renal —Me limpio
las lágrimas con enojo—. Tiene el mismo tipo de sangre que Maddox.
Y... y...
—... y Maddox no quiere ser como nuestro padre y abandonar a su
hija cagándose en la madre —declara Talon, terminando mi oración.
La mano de Leila llega a mi brazo—. Vas a estar bien, Ame. Estamos
contigo.
Un mes pasa
Dos meses.
Tres meses.
Cuatro meses.
Cinco...
Capítulo 20

UN AÑO DESPUÉS

—Y así, ¡es como se hace! —Leila me jala en un abrazo—. ¿Puedes


creerlo? —Miro hacia la multitud de personas que están aquí. Familias,
amigos, todos mezclados. Entre los seres queridos de todos los demás,
veo a Talon sobresaltando en las masas de gente con Wolf de pie a su
lado, a mi mamá y a Elliot saludándome desde el escenario.
Leila chilla y salta del escenario, lanzando su birrete al aire. Salta
como una araña sobre Wolf y él la atrapa del culo.
En serio.
Sacudo la cabeza y me río. Por más amargada que me sienta, estoy
feliz por mi mejor amiga. Me ayudó a superar algunos de los días más
duros de mi vida...

SEIS MESES ANTES

Tragué mi... perdí la cuenta de cuántos. Necesitaba no sentir nada.


A la mierda los sentimientos. Maddox una vez poseyó cada parte de mi
corazón, pero cuando se fue, se llevó esa parte con él, así que ahora
todo lo que había en su reemplazo era un saco vacío. Un vacío que
intentaba llenar todas las noches con alcohol y sexo. El sexo era bueno
mientras sucedía. Nunca veía sus rostros, ni sus cuerpos, en cambio,
disfrutaba de la sensación. La gran ola de euforia que se apoderaba de
mí cuando alcanzaba mi orgasmo. Eso era lo que llenaba el espacio de
Maddox. Los pocos segundos que duraba, y luego el ruido de la soledad
se iltraba de nuevo. Así fue como daba vueltas y empezaba otra vez.
Todas las noches, después de estudiar, me emborrachaba o tenía sexo, o
ambas cosas.
—¡Ame! —Leila irrumpió en el bar y me quitó el vaso—. ¡No le des
más bebidas, Trin! —Trin. Suuusspirooo. Trin, el barman, era mi nuevo
mejor amigo.
Leila me mira, enganchando un brazo con el mío—. Te voy a llevar
a casa.
—No —sacudí la cabeza, tratando de alejarme de ella—. ¡No quiero
ir a casa! ¡Quiero quedarme aquí y beber y mirar el bonito rostro de
Trin!
Trin me guiña un ojo—. Escríbeme, princesa.
Lo señalé—. ¡Lo haré! —Pensé que era gay cuando lo conocí, estaba
equivocada. Era bisexual, y desde que entramos en el bar con… el
innombrable, yo había regresado, y Trin tenía mucho que ver con eso.
—Vamos —Leila apretó los dientes—. A menos que quieras que
Wolf y Talon te saquen de este club, obedecerás mis órdenes.
Corrí delante de ella y atravesé las puertas.
—¡Ame! —gritó Bryce, alcanzándome. Bryce era uno de los gorilas
del lugar. Era hermoso. Con piel oscura que sólo quería morder y
hombros anchos y grandes.
—Podría escalarlo seguro —Hice una pausa, cubriéndome la boca
con la mano—. Mierda, ¿acabo de decirlo? —Miré a Bryce con los ojos
muy abiertos. Sonrió y Leila me empujó desde atrás hacia la camioneta
estacionada de Talon.
—Vamos, zorra, te llevaremos a casa.
Abrió la puerta del pasajero y me empujó adentro. Fueron
necesarios tres intentos porque subir a esta camioneta era lo
su icientemente di ícil estando sobria, y mucho más borracha. Miré la
etiqueta de raptor en el tablero de cuero fresco.
—Rawr.
—Jesús, ¿cuánto has bebido? —Talon apartó mi mano de una
palmada cuando fui a tocar su rostro. Empezó a sonar Third Day of a
Seven-Day Binge de Marilyn Manson y me incliné hacia delante,
subiéndole el volumen. Amo. Esta. Canción. Todos tenemos canciones
de stripper, bueno, yo tengo unas diez y todas son canciones de
Manson.
—Te ha crecido la barba. ¿Por qué? —le grité a Talon, inclinando la
cabeza.
—Alguien que la calle —murmuró Wolf desde el asiento trasero.
—Lo siento, parece que la única persona que podría hacer eso o
controlarla es...
—¡No! —espeté, girándome en mi asiento para enfrentar a Leila.
Fue un momento de sobriedad, el único momento de sobriedad que
tuve. Mis ojos se conectaron con los de ella. Frunció el ceño.
—Lo siento —susurró Leila.
Limpié la lágrima de mi mejilla y me di la vuelta para mirar la
carretera.
—No puedo creer que me hayas llamado “zorra”.
Los chicos se echaron a reír.
—¿Lo hiciste? —Talon miró a Leila por el espejo retrovisor.
Leila se encogió de hombros.
Les mostré el dedo medio a todos.
Esta fue la última noche que pasé emborrachándome hasta la
mierda o teniendo sexo. Me molestó no haber festejado una vez más
antes de recuperar el sentido, pero me alegré de haberlo hecho.
Maddox me dejó. Yo no signi icaba nada para él. ¿Las noches que me
sentaba a llorar en una calle vacía con una botella de Johnny Walker en
mis manos? Sí. Por nada. La noche en la que dos tipos espeluznantes
estaban tratando de atraerme a su auto a altas horas de la noche
mientras estaba ebria y sí, lo adivinaron, llorando en la acera, fue en
vano. Gracias al carajo por los hermanos mayores. Sólo que no para
Maddox.

PRESENTE

—Lo sé... —susurro, apartando los malos recuerdos que me


persiguen del año pasado. Convertí el lío en uno mucho más grande
durante ese tiempo, pero lo que gané a través de todo ese lío, fue a dos
hermanos. He notado que la familia no habla de él mientras me
encuentro cerca, lo cual agradezco. Tengo una herida en carne viva que
me apuñala el corazón en lo que a él respecta. Ahora lo manejo un poco
mejor. Un poco... bueno, mientras nadie diga su nombre, estaré bien.
—Mi chica se mudará a Los Ángeles —Talon me acomoda bajo su
brazo. Me relajo.
—Amethyst, ¿estás segura de que esto es lo correcto? —pregunta
mi mamá, bajando su sombrero para protegerse los ojos del sol
radiante.
Estoy por responderle, pero veo a Mason por el rabillo del ojo y me
saluda con la mano. Si tan sólo. Apuesto a que las cosas habrían sido
diferentes si hubiera ido en su dirección. Le devuelvo el saludo,
sonriendo, y desaparece con su familia.
—Sí, mamá —Extiendo la mano y toco la suya para tranquilizarla
—. Prometo que estaré bien.
—Bueno —Elliot se mete la mano en el bolsillo—, si alguna vez
necesitas algo, ya sabes dónde está tu casa.
Le muestro una cálida sonrisa.
—Lo sé y gracias —Desde hace un año, esta ha sido mi familia. Me
siento un poco culpable porque es su familia más que la mía, pero yo
continué yendo a las cenas de los domingos todas las semanas, él no.
Nadie habla de lo que está haciendo, pero sé que todos deben hablar
con él, simplemente que nunca lo mencionan alrededor de mí.
Maddox
—Dux, realmente no me gusta...
—Cass, siempre supiste que esta sería mi vida. Te alejaste y luego
regresaste con mi hija. No puedes esperar que cambie todo lo que soy
—Dirijo mis ojos a Kennedy, quien se encuentra sentada en el sofá con
audífonos y jugando con su iPad—. ¿Por qué está jugando con esa
mierda? —Señalo el iPad.
Cass me fulmina con la mirada—. Maddox, no cambies de tema.
Ella juega con eso porque es el camino del futuro.
Suspiro. Más tarde discutiría con ella sobre las cosas electrónicas.
Cassidy siempre ha odiado que practique MMA. Incluso en la escuela,
pero aún más siendo adulto.
—¡No necesitas hacer esto, Maddox! Eres rico, dueño de un
negocio, incluso a tu edad, y no tengo que decírtelo. No necesitas
hacerlo.
—Cass, no espero que lo entiendas.
Sus hombros se ponen rígidos—. ¿Ella lo entendería?
Me congelo, entrecerrando los ojos en su dirección.
—Corta la mierda, Cassidy —Endurezco la mandíbula.
Gime—. Bien —Luego viene hacia mí, colocando las palmas sobre
mis mejillas. Busco sus ojos azules y se ablandan un poco—. Lo siento.
Ya sabes cómo me pongo con ella.
Lo sé. Sé exactamente cómo se pone con Amethyst. Sólo con
mencionarla, Cassidy se convierte en la puta Úrsula de La Sirenita.
Establecí esa asociación después de verla sin parar con Kennedy
cuando pasó por su fase de sirena.
Cassidy es insegura por naturaleza debido a su di ícil entrada en el
mundo. Todos los que se suponía que debían estar allí para ella no lo
estuvieron. Yo fui su constante mientras crecía, y no voy a mentir
diciendo que ella no signi icó nada para mí, porque así fue. Así es. ¿Pero
los sentimientos que tenía por Cassidy coincidían con los que tengo por
Amethyst? Ni de cerca. Después de un año sin ver a Amethyst, todavía
puedo sentir la ardiente necesidad de ella, hirviendo bajo la super icie.
La sensación es como la de un volcán dormido a la espera de entrar en
erupción. Por eso nos mudamos de Nueva York, muy lejos, y nos
instalamos en Las Vegas. Con mis peleas en el centro MGM y otros,
parecía apropiado mudarme aquí. He estado yendo a casa una vez al
mes durante el año pasado. Para revisar a Dutch y ver a la familia. Talon
es de initivamente el tío favorito de Kennedy. Cada vez que regreso, voy
los sábados. Talon dijo que Amethyst iba los domingos y no creía que
estuviera lo su icientemente estable como para verme, y lo entendía.
Entendía completamente lo que ella estaba sintiendo. Es más fácil de
esta manera: no vernos. Temía el día en que nuestros ojos se volvieran a
encontrar, no por mí ni por ella, sino por todos alrededor de nosotros,
ya que sentirían las consecuencias.
Cassidy me besa y luego toma su bolso que probablemente cuesta
más que el primer auto de una persona promedio—. ¿Puedes
asegurarte de enviarlos, entonces?
Ignoro lo que está señalando y la miro de arriba abajo—. ¿A dónde
vas?
—Voy a salir con las chicas —Marca algunos números en su
teléfono y luego camina hacia la puerta. Miro a Rocky, nuestro
conductor diagonal guardia.
—¿Quiere que la siga, jefe?
Aprieto la mandíbula un par de veces y luego me tragó mi whisky.
—Nop. Ella puede hacer lo que quiera.
Mirando la pila de sobres en la encimera, alcanzo la botella de
whisky y le arranco la tapa con los dientes.
—¿Se encuentra bien, jefe? —pregunta Rocky, mirándome con
atención. Rocky solía trabajar para mi papá, pero me lo llevé cuando me
fui.
—No lo sé.
Amethyst
Mi casa se encuentra en West Hollywood, bajando por St. Ives Drive. Su
arquitectura es insuperable, con ventanas de vidrio limpias y la piscina
in inita que exige la vista de Hollywood Hills.
—Por supuesto, mierda —maldigo, sacudiendo la cabeza y
encendiendo las luces principales. El vacío provoca escalofríos en mi
piel. Es frío y nuevo, y no es en absoluto parecido a mí. Es lo que
obtengo por permitir que mi mamá, Elliot y los chicos eligieran mi casa.
—¡No quiero molestarlos con eso! Estaré bien. Elegiré una casa
pequeña y bonita en la ciudad. En algún lugar cerca del estudio para
poder caminar hasta el trabajo.
—Ah, no —declaró Talon, dirigiéndose al refrigerador para sacar el
jugo de naranja. Mi mamá se lo quitó y lo vertió en un vaso antes de que
él pudiera cerrar sus labios de cavernícola alrededor de él—. Ninguna
hermana mía vivirá de esa forma.
Mi mamá le entregó el vaso—. Amethyst, por favor déjame hacer
esto por ti —insistió, acercándoseme, tomando mis manos entre las
suyas—. Por favor —Sus ojos buscaron los míos suplicantes, y supe que
tenía que hacerlo. Mi mamá siempre había querido mimarme y darme
todo en el mundo, pero nunca había podido. Ahora que tenía a Elliot,
creo que pensó que podría.
—No se siente bien, mamá.
Elliot reapareció en algún lugar del pasillo, probablemente
saliendo de su o icina.
—Amethyst, por favor, insisto.
Suspiré—. Okay. Por favor, nada exagerado, y yo pagaré la renta,
todos los meses, así que tampoco nada demasiado extremo. Además,
será necesario amueblarlo por ahora.
Todos se miraron y luego accedieron—. De acuerdo.
Claramente, rompieron ese trato, porque esta casa es algo que
nunca podría pagar.
Dejo caer un par de cajas, las únicas que tenía, al piso. El fuerte
estallido rompe el inquietante silencio.
—Esto es demasiado —sacudo la cabeza, alcanzando mi teléfono.
Cuando conduje por la estrecha carretera, pasé lo que parecían ser
casas de rango medio, pero esto no es de rango medio, es extravagante.
Primero marco el teléfono de mi mamá, pero nadie contesta, así
que cuelgo y llamo a Talon.
Él contesta—. ¡Hola! —Hay ruido de arrastre en el fondo.
—Em, ¿interrumpí algo?
—¿Qué? —Se aclara la garganta—. Oh, no, de ninguna manera.
¿Qué pasa? ¡Veo que llegaste a salvo!
—Escuchas —corrijo, y luego inclino la cabeza, tomando en cuenta
el espacio. Cuando entras por la puerta principal, bajas unos escalones
hacia un salón de aspecto cuadrado. Toda la pared frente a mí es de
vidrio y se abre a la piscina in inita en la parte de atrás que tiene luces
brillando que atraviesan el agua. La noche de L.A. brilla abajo. Es
hermoso, pero es demasiado. Doy un paso adelante.
—Respira —Talon me conoce. Sabe que estaría enloqueciendo en
silencio por el precio de este lugar—. Ahora es tuya, sólo acéptala.
Sacudo la cabeza—. No puedo —Giro la cabeza para mirar hacia
arriba. El techo alto continúa y justo a la izquierda se encuentra el
tramo de escaleras caracol que conducen a un pasillo que recubre casi
todo el piso superior para que pueda mirar hacia abajo desde arriba—.
¡Es mucho para asimilar y no puedo pagarlo, Talon!
—Amethyst —Suspira. Escucho una fuerte inhalación de aire, no de
Talon, de otra persona.
—¿Quién está ahí? —pregunto, tragando el nudo que se ha
formado en mi garganta. Aunque pregunto, en el fondo sé quién es. Mi
sangre se enfría—. Me tengo que ir…
—Ame, ¡espera! —Cuelgo el teléfono. Cerrando con fuerza los ojos,
trato de deshacerme del ataque de pánico que se está iltrando dentro
de mí. No me he sentido así desde ese día...

PASADO

Me preguntaba si uno podía diagnosticarse insomnio a sí mismo.


¿Eso es algo que la gente hacía? Simplemente declaraban: ¿Oye, paso
una noche de mierda sin dormir, debo tener una condición? No estaba
segura, pero el dar vueltas últimamente se había convertido en mi
rutina. Miré el despertador que se encontraba en mi mesita de noche.
Las tres de la madrugada ¿Esa no era la hora de las brujas?
Suspiré, sentándome en la cama y encendiendo la luz. Leila estaba
en casa de Wolf por enésima vez esta semana. Cerré los ojos mientras
me sentaba. ¿Por qué lo extrañaba? Su toque, sus besos, su todo. ¿Por
qué? ¿Por qué tenía que consumirme a cada paso? El universo era un
cabrón, porque nunca podría tenerlo. Ya no era mío. Esas palabras
dolían más que nada, incluso si las decía yo.
Mi teléfono comenzó a vibrar en mi mesita de noche y lo alcancé.
Era extraño que alguien me llamara a esta hora, luego me asusté
cuando vi que era un número que no reconocía. Podía ser que la policía
estuviera llamando… mierda.
Deslicé mi dedo en el teléfono para desbloquearlo y rápidamente lo
presioné contra mi oído—. ¿Hola? —Mi voz estaba sin aliento, por todo
el pánico que sentía.
Silencio.
Bajé la vista para asegurarme de que la llamada aún estuviera
conectada.
»Talon, si crees que esto es gracioso, te voy a matar mañana cuando
te vea. Sabes que no puedo dormir —Me acurruqué más
profundamente en mis mantas y apagué la luz. No sé por qué no colgué.
Fruncí el ceño—. ¿Quién habla?
Hubo una fuerte inhalación en la otra línea. Me quedé paralizada,
apretando mi teléfono.
»¿Maddox? —susurré suavemente.
No respondió, pero la llamada permaneció conectada. Me desperté
a la mañana siguiente a las ocho de la mañana y abrí el historial de mis
llamadas. Quizás lo había soñado. No sería la primera vez. Maddox me
visitaba en sueños todas las noches en forma de pesadilla.
Pero ahí estaba. Ese número. ¿Era el mismo número que siempre
tuvo? No lo sabría porque lo había borrado cuando se fue. Abrí la
información de la llamada.
Duración de la llamada: 4: 42.87 segundos.
Él acababa de colgar.

Me dediqué a estudiar después de esa llamada telefónica para estar


ocupada y no pensar demasiado en ello. Sabía que era él, cada parte de
mí hormigueaba de necesidad. Por eso tenía que ponerme a trabajar,
porque si no lo hacía, me emocionaría, cuando en realidad Maddox
Stone nunca volvería a ser mío.

PRESENTE
Guardo mi teléfono en el bolsillo trasero de mis jeans y avanzo un
paso tentativo hacia la entrada. Hay un gran salón en forma de U que da
a la pared de vidrio en la sala de estar y un pequeño minibar en la
esquina. La cocina se encuentra a la izquierda y es... asomo la cabeza
por la esquina, síp, toda blanca.
Odio el blanco. El blanco representa la pureza, algo que yo no soy.
Me gusta el negro. El negro representa rebelión, algo que sí soy.
Algo que llevaré conmigo hasta que sea canosa y vieja.
Suspiro y abro la puerta del refrigerador. Completamente
abastecido de comida. Excelente. Mi teléfono vuelve a vibrar en mi
bolsillo.
Lo abro y veo un nuevo mensaje de Leila.
Lei: Enviamos tu auto hasta allí. Está en el garaje. No te enojes,
Ame. Esta es tu familia, eres básicamente una Stone y se cuidan entre sí.
Respondo con un mensaje, presionando cada tecla con demasiada
fuerza.
Yo: Te odio.
Suena el teléfono.
Lei: ¿Me seguirás odiando si te digo que los chicos y yo estaremos
allí en lo que canta un gallo?
Me aligero de inmediato. Sí, este lugar es demasiado grande para
mí. Y demasiado rico. Pero puedo hacer que funcione y, de todos modos,
trabajaré mucho. Le escribo de vuelta a Leila.
Yo: Te amo.
Maddox
—Hola, cariño —Levanto a Kennedy del piso y la abrazo contra mi
pecho. Sus largas piernas cuelgan por mi cuerpo—. Tienes que dejar de
crecer.
—Papi, estoy bien —Se ríe, volviendo al piso. Agarra su iPad y
empieza a jugar. Puto iPad.
—El tío Talon sigue siendo tu favorito, ¿verdad? —Talon le sonríe.
Kennedy deja salir una risita y asiente—. Sí. Pero no le digas al tío
Wolf.
Talon se sella los labios.
Liza me pasa un vaso de whisky—. ¿Estás bien? Esta cosa de ser
papá te queda bien, pero debo decir...
—¿Qué? —respondo, mirándola y tomando un trago—. ¿No me veo
feliz? Basura, porque lo soy.
Talon mira a Liza y le hace un gesto a Kennedy—. ¿Nos das un
minuto? —Liza busca sus ojos y luego parpadea hacia Kennedy.
Traga saliva nerviosamente—. Em, ¿qué hago con ella? —Señala a
Kennedy.
Talon pone los ojos en blanco.
Finalmente ella saca a Kennedy de la habitación.
—Ahora —Talon se sienta a mi lado en el sofá y me inclino, con la
cabeza apoyada en el espaldar y las piernas estiradas.
Mi whisky descansa sobre mi rodilla y tengo que luchar contra
todas las ganas de salir de esta habitación. Todos estamos
terriblemente unidos. En general, sabemos cuándo uno de nosotros se
siente desequilibrado, por eso no me sorprende que Talon esté a punto
de hacerme algunas preguntas.
—¿Me vas a contar lo que pasa entre tú y Cass? Ella nunca está
aquí, amigo.
—Porque pre iere salir con sus amigas que ser una puta madre.
—¿Qué? —Talon frunce el ceño—. Kennedy tiene seis años, ¿qué
quieres decir?
—Quiero decir que desde que volví a entrar en escena, Cass ha
estado echándome todo encima. Piensa que es una forma de castigarme
por perderme todos estos años, pero no es así. Amo a mi puta hija, pero
ahora que Ken es mayor, está empezando a reconocer la ausencia de su
madre. No es que sea una madre de mierda, porque no lo es. Sólo está
demasiado ocupada castigándome y no se da cuenta que está jodiendo
a Kennedy en el proceso. Estoy a punto de salir corriendo de aquí.
—¿Por qué no lo haces? Sabes que no necesitas hacer esto. Es el
siglo XXI, Maddox. Está bien irse...
Sacudo la cabeza—. Pero no está bien. Tú lo sabes. No sé. Más tarde
hablaré con ella, le daré un ultimátum. Sólo quiero lo mejor para Ken.
No quiero que termine arruinada sólo porque su mamá y su papá no
pudieron arreglar las cosas. También sigue pensando que le estoy
poniendo los putos cuernos.
—No eres nuestro papá, Maddox, no engañarías a Cassie.
—¿No lo haría? —Mis ojos se conectan con los suyos, la
comprensión suaviza sus rasgos—. Cierta chica con cabello rosado
podría cambiar tu teoría sobre eso.
Se ríe entre dientes—. Iremos a su casa después de que nos
vayamos de aquí. Sólo para ver cómo está. Gran ciudad, chica nueva y
todo eso.
Me quedo quieto. Cada hueso protector de mi cuerpo se encuentra
al borde de fracturarse—. Si algo le sucede, Ta—
Talon levanta las cejas, interrumpiéndome—: Como dije, es una
chica grande, puede manejarse sola. Necesitas calmarte.
Cuando Talon y mi papá empezaron a buscarle casas, no me gustó.
Luché contra ellos en todo momento. No la quería allí sola, a la mierda
con eso. Especialmente como nueva actriz en la gran ciudad, lo odiaba.
Todavía lo odio, pero Talon prometió que ella sacaría lo mejor de todo.
Cuando vi la casa, me reí. Supe al instante que ella la odiaría, por eso le
di el visto bueno, con la esperanza de que la odiara lo su iciente como
para irse de allí.
Suspiro y miro hacia adelante—. No tiene sentido, porque, de
cualquier manera, pierdo, ¿verdad?
Talon se levanta y se sirve un trago—. No tienes que perder,
hermano. Sólo haz lo correcto.
—¿Lo correcto para quién? —pregunto—. ¿Mmm? Porque mi
moral dice que debo estar aquí con Cassie, pero mi alma y mi corazón
fueron reclamados hace mucho tiempo, y no hay ninguna hija o relación
que pueda cambiar eso.
—Kennedy —susurra Talon, y al instante, sé lo que tengo que
hacer. Lo odio. Cada puto centímetro de mí siente repulsión por esto,
pero lo sé.
Saco mi teléfono y le escribo un mensaje a Cass.
Yo: Este in de semana, entonces terminamos con esto. ¿De
acuerdo? No habrá putas invitaciones. No habrá pendejadas.
Le quito la botella de whisky a Talon y tomo un largo trago.
Mi teléfono suena.
Cass: Hecho.
—Coño.
Talon mira mi teléfono y luego mi expresión—. Espera, ¿qué acabas
de hacer?
Trago saliva con di icultad y tiro mi teléfono al sofá—. ¿Podrán
volver Wolf y tú este in de semana? ¿Sin Leila? ¿Y pueden ambos
guardar un puto secreto?
La mandíbula de Talon se tensa—. Sí —Se aclara la garganta. Sus
nudillos se ponen blancos por agarrar el vaso—. ¿Por qué, Maddox?
Aprieto los dientes—. Porque necesito que asistan a mi puta boda.
Capítulo 21

Demons de Jelly Roll se está reproduciendo a través de mi sistema de


sonido envolvente. Está conectado a todas las habitaciones de la casa,
incluso al exterior. La pandilla va a llegar en cualquier momento, y
acabo de quemar el pollo.
Al sacarlo del horno, agito el paño de cocina en un intento de
deshacerme del humo cuando suena el timbre.
—Ups.
Corro hacia la puerta principal, arrojando el paño de cocina sobre
mi hombro. Al abrirla, mi sonrisa está a punto de romper mi cara.
—¡Familia! —Extiendo mis brazos frente a mí. Leila se lanza en mi
dirección como si no la hubiera visto en años y me río, apretándola con
fuerza—. ¡Yo también te extrañé!
Nuestra relación sigue siendo extraña, no se puede negar eso.
Todavía peleamos más de lo que nos demostramos afecto, y aun así
mataría por ella.
Talon me arranca del agarre de Leila, levantándome en un abrazo
de oso. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello.
»Hola, T. ¡Te extrañé!
Me vuelve a poner en el piso y Wolf me acomoda debajo de su
brazo, llevándome de regreso a la cocina. Le doy a Liza un saludo
rápido. Pobre chica.
—Déjame adivinar, ¿vamos a comer comida para llevar esta noche?
—Se ríe Talon, dejando sus maletas en el piso.
—Lo haremos —con irmo, mostrándoles la cocina—. ¡Al menos lo
intenté!
Talon, Liza y Leila se van a disfrutar de la vista en la sala de estar,
pero Wolf me sigue a la cocina.
—¿Cómo has estado, Rosé?
Saco un poco de vodka y vasos, y los pongo en una bandeja—.
¿Cuánto tiempo tienes? —Le guiño un ojo—. Siempre estaré bien.

Ahora suena Heart-Shaped Box de Nirvana. Todos estamos


sentados en la enorme sala de estar, tragando comida china para llevar
y casi una botella entera de vodka.
—Este lugar es jodidamente increíble —admite Liza, poniendo su
caja vacía en la pequeña mesa de café.
—Lo es. Al principio, fue abrumador, pero he decidido que se lo
compraré a Elliot y a mi mamá. Me he enamorado de él. Obviamente,
necesita algunos toques de Amethyst, como una pista de patinaje junto
a la piscina, pero ya se siente como en casa.
Tomo un trago de mi vodka.
»Okay, en serio, ¿se van a mudar? —le pregunto a Leila. Ella había
dicho que se mudarían, pero no dijo nada más.
—¡Sí! —Mira a Wolf, quien luego me mira a mí.
—Necesito preguntarte algo —Leila sonríe, devolviendo su bebida.
Espero—. ¿Serías mi dama de honor?
Mi corazón se aprieta de emoción—. ¡Oh, por Dios! ¡Por supuesto!
—Vuelo sobre su regazo y la aprieto—. ¡Mierda, Lei! —Me inclino hacia
atrás y toco sus mejillas—. ¡Espera! ¿En dónde está el anillo? —Me bajo
de ella y me siento sobre mis piernas. Saca el anillo de su bolsillo y se lo
vuelve a poner en el dedo.
—¡Tarán!
Jadeo—. Es maravillosamente exagerado —Sonrío, mirando a Wolf
—. Por lo tanto, es perfecto. ¡Oh, por Dios! ¡Será la boda del siglo!
Entonces mi corazón se rompe. Mi cara cae y mi sangre se congela.
Leila se aclara la garganta—. Sí, por eso sabía que debía tener
cuidado. Mira, entiendo totalmente si—
—¡No! —sacudo la cabeza, llenando mi vaso de shot—. Joder, no. Ya
superé por completo toda esa mierda. ¡No puedo esperar! ¿Cuándo es la
fecha? ¿Ya la sabemos?
Con suerte, me dará tiempo su iciente para componerme.
—Dentro de seis meses.
—Okay —Debería jugar póquer, podría ganar a lo grande con la
cara que estoy poniendo en este momento.
—¡Oye! —Wolf mueve su cabeza hacia mí. Tiene el cabello más
largo, ahora colgando alrededor de su cuello—. No te preocupes. Seis
meses es mucho tiempo.
—Totalmente —Los desestimo con un gesto, tragando mi bebida—.
Un largo tiempo de espera —Probablemente alguien debería cortarme
el alcohol.
—Hay algo más —interviene Talon.
No me pierdo el intercambio silencioso entre él y Wolf.
—¿Qué pasa? —Empiezo a llenar todos sus vasos de shot.
—Este in de semana... Maddox se va a casar.
La botella se desliza entre mis dedos, salpicando a Liza. Se siente
como si alguien me hubiera golpeado en el estómago.
—Mierda —exclamo, recogiendo la botella—. Lo siento mucho,
Liza.
—¡Está bien! —Liza corre a la cocina y regresa con un paño de
cocina.
Voy a llorar.
No, no lo harás. Vas a controlarte.
Nop, voy a llorar.
Puedo hacer ambas cosas porque ahora estoy llorando.
Sollozo, cayendo de nuevo sobre mi trasero. Le echaré la culpa al
vodka.
Talon me rodea con un brazo—. Te tengo, nena. Vas a estar bien.
Ahora lo sé. Maddox y Amethyst han terminado para siempre.
Tenía que cerrarlo, no sólo ese capítulo de mi vida, sino todo el maldito
libro y comenzar una novela nueva, y con suerte, esta vez, sin errores
tipográ icos.
Capítulo 22

Me duelen los ojos por las lágrimas que he derramado, mi corazón


ahora está empañado de amor. Se supone que el amor es algo que salva
al mundo, pero ni siquiera pudo salvarme a mí. Me limpio las lágrimas
de las mejillas.
—Lo amaba —murmuro, tan suavemente a pesar de que no hay
nadie aquí para escuchar. Odio este lugar y estas paredes—. Si estas
paredes pudieran hablar, ¿revelarían los secretos de todos?
Probablemente no, pienso para mí. Me paro en la cama individual,
mirando por la ventana que reclama el prado recién cortado. El letrero
Pabellón Psiquiátrico Hickleberry se balancea con el viento, pero está
bien, porque será la última vez que lo vea. La última vez que vea algo.
Todo el mundo piensa que estoy loca, y tal vez así sea, pero eso es
por amor. Puede que esté loca, pero el amor me llevó allí. Él está casado.
Engancho el lazo de cuerda alrededor de mi cabeza hasta que
descansa alrededor de mi cuello y cierro con fuerza los ojos.
—Te amo.
Luego doy el último paso para saltar de la cama.
—¡Corten! —grita Tim, el director, quitándose los audífonos—. ¡Lo
hiciste bien, chica! —Salto del escalón y me desengancho de la cuerda.
—Gracias, pero eso fue... —Me estremezco, tomando una taza de
café de mi asistente. Soplo la taza.
—Amethyst, te tengo programada para una entrevista este in de
semana con E! Hollywood, si me das algo...
Sacudo la cabeza—. No, no puedo. Tengo la boda de mi mejor
amiga este in de semana, así que me voy a casa. ¿Pensé que te había
contado sobre eso? —digo, agarrando mi bolso y lentes de sol de gran
tamaño.
El programa realmente pegó durante los últimos seis meses. Ahora
tengo exitosamente un campamento de paparazzi afuera de mi casa.
Brillante.
Por estar en un programa de televisión.
No soy la gran Angelina Jolie, obviamente, pero sí soy lo
su icientemente famosa como para ganar mucha atención.
—No, no lo hiciste —dice Alesha, frotándose las sienes—. Está
bien, despejaré tu agenda este in de semana.
—Gracias —Le sonrío.
Unos brazos rodean mi estómago, presionando unos besos en mi
nuca—. Hola, bebé, ¿estás lista? —Travis Deshell. Mi novio diagonal
compañero de trabajo.
—¡Sip! —Hago tronar la P, bajándome los lentes hasta los ojos.
Salimos del Studio 32 y nos dirigimos hacia su Ferrari rojo. Suspiro con
fastidio.
Me tomó un tiempo acostumbrarme a Travis y a su exageración,
pero con toda honestidad, gracias a Leila, ahora conozco bien a los de
su clase.
—¿Has hecho las maletas? —pregunta Travis, mirándome por
encima del brazo.
Asiento, bebiendo mi café y teniendo cuidado de no derramarlo
sobre la tapicería.
—Me gusta el negro —Señalo el nuevo interior de cuero. Travis
sonríe y lo coloca en 101.
Toco mi cabello—. ¡Oh, mierda! —Sacando la peluca de aspecto
muy realista de mi cabeza, la tiro al piso y libero mi cabello rosa recién
teñido del ridículo nudo.
Travis gime—. Nena, me encanta el rosa, no me malinterpretes,
pero me encantan las chicas de aspecto natural... ahora tienes
veintitrés. ¿No crees que es hora de volver a un color natural?
Estoy acostumbrada a los comentarios de Travis por mi apariencia.
Nena, eres tan jodidamente exótica. Deshazte del cabello rosa… si
tuvieras sólo una talla de vestimenta más pequeña… nena, ¿deberías
comer eso? Mierda, ¿eso es un granito?
Nunca entendí por qué siquiera comenzó a salir conmigo si iba a
quejarse para cambiarme. A mí, por otro lado, realmente no me
importa. No estoy segura de cómo me siento por Travis, pero por ahora,
él mantiene mi cama caliente y penetrando el vacío, no llenándolo.
Sonrío—. Estoy bien. Gracias.
—Muy bien, sólo digo, en las fotos de este in de semana...
Dejo de escucharlo, mis pensamientos ahora dando vueltas en
todos los diferentes escenarios que este in de semana podría traer. La
noche que me enteré de que Maddox se iba a casar fue mala. Bebí otras
dos botellas de vodka y terminé en el hospital con una limpieza de
estómago. Luego tuve intoxicación por alcohol durante las siguientes
semanas. Como todavía estaba enferma desde esa noche, el in de
semana de la boda de Maddox, compré una onza de hierba y fumé como
el primo perdido de Cheech y Chong. No fue bonito. Puede que haya
fumado más que Snoop Dogg. Hubo llantos, Doritos pegados a mi
cabello y muchas canciones de Lenny Kravitz y Marilyn Manson, pero
inalmente, me dejó noqueó. Estuve agradecida por eso, al menos. A
partir de ese in de semana, juré que no volvería a pensar en Maddox.
Era un hombre casado. Firmado, sellado y entregado. Sólo que, cuando
las noches se volvieron frías y los fuertes truenos resonaron
furiosamente en el cielo, no pude evitar acurrucarme en una bola en mi
cama y permitir que mis pensamientos se desviaran hacia el chico malo
que casi tuve.
Era duro perder a alguien. No me re iero a la muerte. La muerte era
explicable. Lamentar la pérdida de un ser querido que aún vive es un
dolor inimaginable.
Ya lo superé. Estoy lista para verlo.
Estamos abordando el avión cuando Talon me envía un mensaje.
Mi hermano favorito: Que tengas un buen viaje, Rosé.
Me río. Él había cambiado su nombre en mi teléfono hacía un
tiempo, y puso Mi malhumorado hermano bajo el nombre de Wolf.
Yo: Pronto estaré allí. Ten el vodka listo.
Él responde instantáneamente.
Mi hermano favorito: Más vale que estés bromeando...
Así era. Creo.
Maddox
—¡Papi! ¡Nana quiere tu ayuda con algo! —grita Kennedy desde el
estudio de mi papá. Ella siempre ha llamado a Jessica nana. No me
exaspera, pero no estaba seguro de cómo se sentiría Amethyst con eso.
Sabía que amaría a Kennedy. Amethyst sería una mamá jodidamente
genial. Es simplemente un poco desastroso. La idea de que alguien
convierta a Amethyst en mamá me hace sentir salvaje.
Entro al estudio y veo a Jessica balanceándose en una de las sillas
de o icina de mi papá, alcanzando uno de los libros en su estante.
—¿Qué estás haciendo?
Suspira derrotada y salta de la silla—. Estoy tratando de sacar mi
álbum familiar de la parte superior. Tiene un montón de fotos antiguas,
pero principalmente tiene una foto del día en que se conocieron Leila y
Amethyst. Ambas se estaban regañando, pero se podía ver lo bien que
se iban a llevar. Era su primer día de universidad y se acababan de
conocer en su dormitorio. Pensé que era un buen momento para tomar
una foto.
Mi garganta se hincha, pero trago, sabiendo que Kennedy está en la
habitación.
—Nana, ¿cómo es que nunca conocí a Amethyst? ¿No es mi tía?
Me atraganto con mi saliva y salto sobre la silla—. Yo lo agarraré —
No pasa un día que no piense en ella, por supuesto. Veo cada puto
episodio de ese puto programa de mierda en el que ella está.

CUATRO MESES ANTES


El portazo de la puerta principal me hizo salir disparado de la
cama. Encendí la luz y corrí escaleras abajo.
—Ups, ¿te desperté? —Cassidy entró tambaleándose en la cocina y
arrojó las llaves de la casa sobre la barra. Crucé los brazos frente a mí.
Sus ojos recorrieron mi cuerpo—. Mmm, todo mío.
Di ícilmente.
—¿Qué puta hora es esta, Cass?
Entrecerró los ojos hacia el reloj de gran tamaño colgando de la
pared de la cocina.
—Em, ¿las cuatro?
Me aparté de la pared y fui al refrigerador, sacando una botella de
agua fría. La empujé contra su pecho.
—Bebe —Luego me di la vuelta, listo para volver a la cama cuando
sus palabras hicieron vacilar mis pasos.
—¿Por qué eres tan malo conmigo? ¡Nunca fuiste así de malo en la
preparatoria!
Me giré para mirarla—. Ya no soy un niño, Cass.
Sus hombros se enderezaron. Sabía lo que venía. Metió detrás de su
oreja el cabello recién cortado hasta la mandíbula—. ¿Porque no soy
ella?
—Cierra la puta boca y vete a la cama —No me gustaba que
hablara de Amethyst.
—¡Ni siquiera dormimos en la misma cama! Apenas tenemos sexo
y cuando lo hacemos, ¡prácticamente me lastimas! Hablando de
conexiones, la única vez que realmente tuvimos una, Maddox, fue
después del trasplante, entonces, ¡puf! Fue como si todo hubiera
cambiado y volvieras a odiarme.
Me reí entre dientes, caminando hacia ella.
—Sí, porque hice eso por Ken, y lo haría una y otra vez si fuera
necesario, pero aclaremos una cosa... Yo no te quería, Cass. No. Quería a
mi hija, pero me casé contigo porque pensé que era lo correcto, y sí, te
lastimé durante el sexo, ¿quieres saber por qué? —Tragó saliva,
mirándome. Sonreí, inclinándome hacia su oído y susurré—: Porque
quiero matarte, Cass, pero es la única vez que puedo lastimarte sin que
sea un abuso —Luego me enderecé, señalando su dormitorio—. Déjalo
así y vete a la puta cama.
Sacudió la cabeza—. Me merezco más.
Resoplé—. Eso es presionar las cosas, pero seguro, nena, lo que sea
que tengas que decirte a ti misma.
Caminé hasta el sofá y me dejé caer, cerrando los ojos con fuerza.
—Te amo, Maddox. Haría cualquier cosa por ti, por nosotros y por
nuestro matrimonio. Todos sabían que seríamos nosotros. Fuimos
hechos para estar juntos.
—¿Quién coño dice eso, Cass? —grité, perdiendo la calma y
levantándome de golpe del sofá—. ¡Nadie que yo conozca diría eso! De
hecho, todo lo contrario. Lleva tu culo a la puta cama. Ahora.
Finalmente se fue, despotricando. No es que fuera una mala madre.
Era que a veces podía ser negligente y era perezosa. Pero ama a
Kennedy y la mima. En todo caso, es una buena madre, pero beber y
salir con amigos no era bueno. Yo entiendo que las mamás necesitan un
descanso, pero ella lo hace cada puta noche.
Encendí la televisión y vi las repeticiones del programa de
Amethyst. Luego, hice clic en “Después de Grabaciones con el Elenco”.
Nunca había visto esa opción, debía ser nueva. Pasé mis dedos por mi
cabello y presioné reproducir.
No debí haberlo hecho.
El cabello rosa de Amethyst brilla contra las luces del estudio, su
mandíbula y nariz a iladas seguían tan perfectas como siempre. Sus
ojos azules miran la lente y es como si estuviera en la habitación
conmigo en este segundo. En cada puto latido. Me quedé sin aire
cuando vi a su compañero de trabajo besándola en el cuello.
—Entonces, ¿durante cuánto tiempo tú y Travis Deshel han sido
uno solo?
Lanzo el control remoto al otro lado de la habitación.
Coño.

PRESENTE

—¡Esta noche la conocerás! —le dice Jessica a Kennedy. Agarro el


álbum y salto de la silla.
—Sí, cariño. La amarás.
—Mamá dijo que no lo haré.
Aprieto la mandíbula. Tu mamá no sabe una mierda.
La mirada de Jessica se posa en la mía, arrugas de preocupación
surcan su frente.
Me inclino hacia Kennedy y le aparto el cabello de la cara—. Ve y
ayuda a tu tío Tal con la piscina.
—Okay —Pega un salto.
Me paro, mirando a Jessica.
—Ella traerá a Travis... —comienza a decir Jessica, pero la
interrumpo, metiendo las manos en mis bolsillos.
—Lo sé —respondo suavemente, pero todo dentro de mí ruge por
salir a la super icie.
—Ella no sabe nada sobre Cassidy y tú, ni nada que tenga que ver
contigo.
—Lo sé —repito, porque lo sabía. Leila se aseguraba de
restregarme en la cara, cada vez que tenía la oportunidad, que
Amethyst ya me había olvidado.
—¿Cómo está Cassidy? —pregunta Jessica, apoyándose en el
escritorio de la o icina de papá. Sé que en realidad no le importa, pero
lo dice como si le importara.
—De regreso a hacer lo suyo.
—¿Finalmente te dejó ir? ¿Incluso después del intento de suicidio?
Me encojo.
—No tuvo otra opción.
—¿Vas a traer a alguien? —pregunta Jessica.
Dios, es como un maldito interrogatorio. Cassidy y yo nos
separamos después de esa noche. Cass era muchas cosas, pero ella
sabía que los dos no éramos felices y estábamos de acuerdo en eso. Eso
no fue antes de que intentara darse una sobredosis con pastillas. Dijo
que fue un accidente y quería creerle, porque de nuevo, era una gran
madre y amaba a Ken, pero sabía que también me amaba a mí.
—Sí —Luego me doy la vuelta y salgo de la o icina. No lo iba a
hacer, y no sabía que ella iba a traer al puto Travis o habría preparado
algo. Ahora tengo unas cuatro horas para encontrar una cita para esta
puta boda.
Me tomó treinta segundos.

Capítulo 24

Al entrar en el camino de entrada familiar, recuerdos en bruto pasan


ante mis ojos, y cada uno de ellos tiene una cosa en común. Maddox.
Dios, realmente espero que no esté aquí.
—¿Estás bien, bebé? —Travis aprieta mi rodilla. Lo miro y sonrío, a
pesar de que está masticando chicle como si su vida dependiera de ello.
—Síp —Salgo del auto, justo cuando Rocky, el sexy conductor de
Elliot, sale por la puerta—. Hola —Muevo las cejas hacia él. Era poco
más del medio día, así que, si él no captaba mi tono coqueto,
de initivamente vería la sonrisa en mis labios.
Se ríe—. Hola, Amethyst, es un placer volver a verte inalmente.
Sonrío, acercándolo para darle un abrazo. Músculos duros, por
todas partes. Casi tan duro como...
Travis se aclara la garganta.
Retrocedo—. Lo siento, Travis, este es Rocky, el chófer y
guardaespaldas de mi mamá y de Elliot. Rocky, este es mi novio, Travis.
Rocky asiente brevemente y luego se aclara la garganta—. En
realidad, ahora estoy con Maddox.
Travis lo fulmina con la mirada
—¡De todas formas! —Aplaudo, ignorando la mención de Maddox
—. ¿En dónde está la familia?
Travis y yo atravesamos la puerta principal cuando Leila corre
hacia mí a toda velocidad.
La atrapo justo a tiempo, pero ambas caemos al suelo.
—Es divertido que incluso después de todo este tiempo, las dos
todavía no puedan comportarse en público —Talon se ríe desde algún
lugar.
La aprieto—. Hola, amante. ¿Quieres levantarte de mí?
Se quita y me ayuda a ponerme de pie—. ¡Tardaron demasiado! —
se queja.
—Bueno, lamento decepcionarte, ¡pero no es como si pudiéramos
acelerar el avión! —Me limpio los pantalones de harén y me aparto el
cabello de la cara. Me gusta pensar que mi estilo de vestir sigue siendo
esencialmente el mismo, para disgusto de Travis. Aunque después de
los pantalones de harén, no tengo nada. Son cómodos, por lo que son
una victoria.
—Deja de usar esos pantalones de Aladdin —dice Leila,
enganchando su brazo en el mío. Y ahí está ella.
Mi mamá dobla la esquina con un delantal alrededor de su cintura.
—¡Hola, cariño! —Me atrae para darme un abrazo.
—¡Hola, mamá! —Le aprieto la espalda, dándome cuenta de que
Travis todavía está aquí y no ha conocido a nadie todavía. Me giro hacia
él.
—Familia, este es Travis, Travis, esta es mi Familia. Todos, sean
amables… —Le sonrío a Travis.
—No prometo nada... —Esa voz. Es como si un tráiler se estrellara
contra mi pecho. Respiro profundamente y me hago a un lado para que
mi mamá camine hacia Travis.
Mis ojos se dirigen a Maddox y otro camión se estrella contra mí—.
Hola.
Maddox aprieta la mandíbula.
Está enojado.
Una sonrisa tensa pasa por su rostro, pero sus ojos permanecen
impasibles en los míos—. Hola, Rosé.
Me lamo los labios, necesitando una distracción de la habitación
silenciosa. Él luce… bueno, como luce siempre. Parece tener algunos
tatuajes nuevos en los brazos y en el cuello, pero sigue siendo delicioso.
Hombros anchos, una barba de unos pocos días en la mandíbula, pero
no demasiado larga. Lo su iciente como para que todavía puedas ver
sus pómulos prominentes y el corte mortal de su mandíbula. Vestido
con una henley informal y jeans oscuros, es todo lo sexy que recordaba.
Esto no ayuda.
Cierro los ojos. Esto es demasiado.
—¡Me gusta tu cabello! —dice una vocecita, y abro los ojos de
golpe. Miro a la niña pequeña y mi corazón comienza a latir con fuerza
en mi pecho. Estaría mintiendo si dijera que no me sentía nerviosa por
conocer a Kennedy, pero entonces ella me sonríe y veo a Maddox en
ella.
Al instante, me relajo. Me arrodillo a su nivel y libero mi cabello de
la coleta alta en la que lo tenía—. ¿Quieres tocarlo?
Presiona los labios y asiente la cabeza—. Sí, por favor.
Lleva sus manos a mi cabello y todos alrededor de mí parecen
volver a su parloteo. Incluso si no lo hicieran, no lo sabría, porque todo
lo que veo es a ella. Dios, es hermosa. Tiene el cabello largo, oscuro y
ondulado, unos ojos oscuros en forma de almendra y unas mejillitas
apretujables. Las mejillas deben ser de su madre, Maddox no tiene esas
mejillas. Pero tiene el per il cuadrado de Maddox y las pestañas oscuras
y espesas. Poso la mirada en sus labios. De color cereza y prominentes.
Ella es perfección.
»Mi nombre es Kennedy —dice dulcemente, jugueteando con mi
cabello.
—Lo sé —respondo. No puedo evitar sonreír—. Eres hermosa.
Suspira—. Tú también. ¿Quieres jugar conmigo?
Me río entre dientes.
—Ken, Amethyst acaba de llegar, estoy seguro de que está cansada,
cariño —nos interrumpe Maddox.
Miro sobre su hombro a Maddox. Parece que está luchando con
algo internamente, lo dejo por ahora—. No —sacudo mi cabeza—. ¡Sí
quiero! —Le doy una palmada en el brazo y me paro, mirando por
encima del hombro a Travis—. Estarás bien por un tiempo. No muerden
—Hago un gesto hacia mi familia.
Travis inclina la cabeza a modo de saludo.
—O sea... ¿yo no muerdo? —agrega Maddox a través de una risa.
Lo fulmino con la mirada, pero él me mira con una sonrisa.
Guiñándome un ojo, pasa tranquilamente y se dirige hacia Travis.
»Tranquila, Rosé, ya sabes lo mucho que me gusta jugar...
Mierda. Necesito decirle que Travis no sabe nada sobre él y yo. La
gente siempre ha dicho que, si nos pones a Maddox y a mí en la misma
habitación, el universo se siente como si se detuviera. Teníamos esa
innegable atracción hacia el otro. Cuando estábamos juntos, era nuestro
mundo, todos los demás simplemente existían en él. Espero que todos
estén equivocados.
Toco mi cabello y noto que Kennedy me ha hecho una trenza lateral
torcida. Tomo su mano—. Vamos entonces.
Me están arrastrando cuando paso a Elliot. Rápidamente lo saludo
y dejo que la pequeña haga lo peor.

—Me gusta el maquillaje —dice Kennedy, espolvoreándome, perdí


la cuenta de cuántas capas de rubor hay en mis mejillas.
—Ya lo veo.
—Pero también me gustan los autos rápidos.
Sonrío—. Está bien que ambas cosas te gusten un poco.
Nos encontramos en su habitación, bueno, la que tiene cuando se
queda aquí. Es rosa y azul, como mis paredes cuando era niña. Los
sentimientos que tengo por esta pequeña ya son indescriptibles. Pensé
que sería un manojo de nervios conocerla por primera vez, pero no
siento nada más que amor.
—Mi mamá dice que no me deberían gustar las cosas de chicos.
La odiaba antes, ahora la odio más—. Bueno, debes escuchar
siempre a tu mamá, pero en este caso, yo diría que no. Nunca debes
cambiar quién eres por dentro por nadie. Ni siquiera por tu mamá —Y
ella ahora también me odiará. Si es que no lo hace ya.
Pasamos el resto del día juntas. Pasando del maquillaje, a los
disfraces, a meternos en el escondite de chocolate de mi mamá que
guarda debajo de la cama. Kennedy encontró eso súper ingenioso.
Estamos acurrucadas bajo las sábanas de mi cama con el Gran
Premio en la televisión cuando se abre la puerta, revelando a Maddox.
—Shhh —Me llevo el dedo a los labios—. Está dormida —Maddox
ingresa a la habitación, sus ojos van de ella a mí. Se apoya en la orilla de
la cama—. Tomó un baño y se cambió. Ella quería dormir conmigo esta
noche, pero le dije que podríamos tener una pijamada la última noche
que esté aquí.
Maddox sacude la cabeza con asombro—. No le agrada nadie.
Me río entre dientes, sacando mi brazo de debajo de ella. Sacudo
los al ileres y las agujas.
—Bueno, eso es otra cosa que tenemos en común.
—Veo que se divirtió contigo… —Señala mi cabello y mi cara.
Resoplo—. Sí, me olvidé de eso. Mejor me doy una ducha —Quiero
alejarme por un segundo. Desde que llegué a casa, Maddox está por
todas partes. Pasé de no verlo en casi dos años, a verlo mucho más. Es
di ícil estar cerca de él y no poder estar cerca de él. Ya me cuesta, y no
debería ser así porque estoy con Travis. Travis, mi novio en quien ni
siquiera había pensado en todo el día porque he estado causando
estragos con mi pequeña princesa de cabello negro.
Me estoy acercando a la puerta de la recámara cuando Maddox dice
—: Gracias, Rosé.
Le muestro el signo de paz con los dedos al salir, ignorando el dolor
punzante en mi corazón.
Capítulo 25

—Tengo un poco de miedo por esta despedida de soltera —dice Tiffany,


empujando sus tetas hacia arriba mientras se mira en el espejo. No
había conocido a Tiffany hasta hoy. Al parecer es la nueva mejor amiga
de Leila y una dama de honor, junto con Liza y yo. No estoy segura de
que me agrade.
—Deberías tenerlo —chasqueo la lengua, dándole un trago a mi
bebida. Todos nos separamos esta mañana. Los chicos consiguieron un
hotel en un lado de Nueva York y nosotras en el otro. Conveniente.
Leila nos ignora—. Tonterías. Va a ser genial.
Los ojos de Liza dan con los míos y se ensanchan. Me rio entre
dientes—. Seguro, seguro.
Tiffany parece algo super icial. No quiero juzgar ni nada, pero
cuando la conocí esta mañana, noté la mirada de arriba abajo que me
dio cuando Leila nos presentó, y la sonrisa falsa que puso
instantáneamente después. Leila tiene la costumbre de hacerse amiga
de gente mierda. Sin duda, Tiffany es una de ellas. Con el pelo largo y
liso, y los labios rojos brillantes, no dije que fuera poco atractiva,
simplemente es, falsa.
Liza desliza el aplicador de su brillo labial sobre sus labios,
mirándome en el espejo. Estuve lista antes que todas, mi cabello tomó
más tiempo porque es muy largo, pero en lo que respecta a la base y el
contorno, no tardé demasiado. Esta noche me apliqué humectante con
color, delineador de ojos, rímel y sombra de ojos ahumada con los
labios desnudos. Me ricé el cabello, pero todavía me llega hasta el coxis.
Se está volviendo extremadamente largo.
Vierto un poco de vodka en mi vaso y tomo un sorbo.
—¿Estás segura de que deberías tomar vodka esta noche? —
pregunta Liza con una ceja arqueada.
Me río entre dientes—. Sí. Más aún.
―Aw, cariño, ¿no puedes manejar tu alcohol? ―dice Tiffany,
girándose hacia mí con una mano en la cadera.
Parpadeo hacia Leila, contando hasta dos en mi cabeza.
Leila se ríe, ondeando su mano para que me calme—. Cálmate, B —
me guiña un ojo y luego frunce el ceño a Tiffany—. Amethyst puede más
que manejarse sola.

La limusina se detiene frente a nuestro hotel y Rocky se baja y abre


la puerta—. Hola, señoritas.
Leila aprieta sus mejillas antes de deslizarse dentro. Yo soy la
última.
Le doy unas palmaditas en la mejilla y toco su pecho—. Prometo
comportarme esta noche.
Pone los ojos en blanco y guiña un ojo. Él me conoce demasiado
bien.
La música está a todo volumen con 50 Cent de la vieja escuela y las
chicas se ríen. Llegamos a la primera discoteca. Al bajar, nos dirigimos
hacia los gorilas que instantáneamente nos dejan entrar. Con una ila de
mujeres sedientas quejándose, y no me re iero a un trago, Leila les para
el dedo a todas y nos arrastramos detrás de ella. Diva.
Estoy ebria cuando alejo a Leila de Tiffany y Liza. Liza me fulmina
con la mirada mientras la dejamos allí con una parlanchina Tiffany en
una cabina privada.
Leila y yo empezamos a frotarnos la una con la otra y a bailar sucio
al ritmo de "Do You Mind" de Khalid y Nicki Minaj. Me paro en el
escenario donde está la cabina del DJ y me agarro a uno de los postes.
Mi atención se desvía a uno de los pequeños televisores del bar y veo a
Maddox en la pantalla durante una pelea. Me quedo quieta. El anuncio
que se está reproduciendo está promocionando su próxima pelea. Coño.
La habitación comienza a dar vueltas y todos los rostros de la
multitud se convierten en una mancha de pintura al óleo. Me froto
contra el poste al ritmo de la canción.
Estoy borracha.
Sin lugar a duda.
Se siente bien. Dios, ¿por qué Leila tiene que casarse?
Me agarro al poste y doy vueltas.
¿Por qué mi mamá tuvo que quedarse con Elliot?
Mi pierna se envuelve alrededor del poste.
¿Por qué tenía que seguir enamorada de Maddox?
Ruedo mi cuerpo del poste.
¿Por qué…? Soy arrojada sobre un par de hombros duros. Hombros
que presionan contra mi vientre.
Mi estómago se revuelve y cierro los ojos, tratando de ignorar los
malabarismos del movimiento.
—Bájame —murmuro, pero mi voz es ahogada por la música.
Mierda.
Finalmente, soy puesta de pie. Maddox me está fulminándome con
la mirada—. Me estás poniendo celoso, siéntate.
Trago saliva, tomando asiento junto a Leila en la cabina.
—Am, ¿por qué están aquí, chicos? —se ríe Tiffany—. No se supone
que deban estar aquí.
Leila y Liza ponen los ojos en blanco.
Yo resoplo—. Son los hermanos Stone — ijo mi mirada en Tiffany
—. Wolf nunca permitiría que su novia se desatara sin él —Creo que
voy a vomitar. Mi mano va a mi boca.
La ceja de Tiffany se levanta—. Hmmm, mi tipo de hombres…
―Bueno, ¡ninguno está disponible! ―espeto antes de que pueda
detenerme―. Maldita sea. Puto vodka.
Hay risas alrededor de la mesa, pero mis ojos se dirigen a un
Maddox ahora presumido—. ¿Es así, Rosé?
Sí, maldita sea. Eres mío. Eso es lo que quiero decir, pero no lo
hago. Afortunadamente.
Casi puedo sentir a Tiffany burlándose de mí.
―Bebiste demasiado vodka, ¿eh, hermanita? ―me sonríe Talon al
lado de Liza. Las luces parpadeantes golpean las sillas de madera de
forma imprudente, me hace dar vueltas un poco la cabeza.
Asiento como un niño. Odio a la Amethyst borracha.
—Dale un poco de agua, Lei, no queremos otro viaje al hospital... —
dice Talon agitando su mano hacia mí casualmente.
—Estoy bien…
La cabeza de Maddox se gira de golpe hacia Talon—. ¿Qué?
—Dijiste esas mismas palabras unos treinta minutos antes de que
estuvieras rodeada de enfermeras —Talon me fulmina con la mirada.
—¿Qué carajos pasó? —Maddox se inclina hacia adelante, mirando
a Talon.
Silencio, aparte de "Get You Right" de Pretty Ricky sonando
suavemente a través del sistema de sonido. Un poco extraño como
música de club, deben estar a punto de cerrar.
Miro ijamente a Maddox, que ya me está mirando descaradamente,
y ahora parece enojado—. ¡Por el amor de Dios, Maddox! —espeto—.
¿Por qué cada vez que te miro parece que me vas a arrancar la cabeza o
la ropa?
Inclina la cabeza y aprieta el puño sobre la mesa—. ¡Porque esas
son las dos cosas que siempre quiero hacerte, Amethyst! Como un puto
reloj.
—¡Entonces hazlo de una puta vez!
¡Ups! Esperen, ¿hacer qué?
—Levántate —me levanta de la mano.
—Ah, muchachos, por mucho dinero que haya apostado que
ustedes dos durarían menos que esto para inalmente comenzar todo
esto del tira y a loja de nuevo, ¿necesito recordarles a los dos que
Amethyst tiene novio?
Arranco mi mano de la suya—. ¡Y tú estás casado! —¡Ups! ¿Grité?
¿Por qué cambió la música?
Maddox envuelve su mano alrededor de mi barbilla y aprieta,
acercando mi cara a la suya—. Estaba casado.
—Ah —Demasiado tarde, estoy siendo arrastrada fuera de la
cabina por el enojado hombre de las cavernas mientras nos
escabullimos y nos deslizamos entre el mar de cuerpos sudorosos.
Asco. Al salir del lugar, Maddox tiene su mano en la mía, nuestros dedos
entrelazados. Choca el puño con un par de gorilas y me pone bajo su
brazo. No me aparto. Debería. Vodka.
Comenzamos a caminar por la calle vacía cuando termina de hablar
con el portero, dirigiéndonos hacia Dios sabe dónde. Cuando el club
está fuera de vista y es solo nuestra respiración llenando el espacio
entre nosotros, él me aprieta la mano.
—No puedo volver a hacer esto contigo, Maddox —No puedo
respirar, ahora todo se está moviendo en cámara lenta.
Se detiene y me da la vuelta para mirarlo, su brazo se engancha
alrededor de mi cintura y me empuja hacia su cuerpo—. ¿Hacer qué?
Yo trago—. Esto.
—Oh, ¿te re ieres a esto? ―se inclina hasta que sus labios tocan los
míos.
—Maddox —susurro con voz ronca a través de una respiración
ahogada.
—Ese es mi nombre, bebé, pero lo pre iero cuando lo gritabas
desde mi cama.
Mis muslos se aprietan.
Él se ríe y luego lame mi labio inferior. Él va a dar un paso atrás,
pero antes de que pueda detenerme, me paro de puntillas, alcanzo su
nuca y acerco sus labios a los míos. Se queda quieto, probablemente en
shock, y luego gruñe en mi boca y me levanta de la parte trasera de mis
muslos. Lo envuelvo con ellos. Nos lleva a un callejón oscuro, su puño
enterrado en mi cabello. Estrellándome contra la fría pared de ladrillos,
gimo. Lame el espacio entre mis senos y rasga una parte de mi blusa sin
tirantes, metiendo mi pezón en su boca. Me froto contra él. Se baja un
poco los pantalones, su pulgar presionando contra mi clítoris cuando su
mano sube. Tira de mis bragas a un lado, lleva sus dedos a su boca, sus
ojos permaneciendo en los míos, y después me chupa de su dedo.
Él sonríe—. Mía.
Obligo a mis labios a regresar a los suyos y succiono su labio
inferior en mi boca.
Hace una pausa, su respiración es tan profunda que su pecho sube
y baja, presionando contra el mío con cada segundo. Vuelve a buscar
mis ojos—. Ha habido innumerables veces que me he imaginado esto,
todas las veces con mi verga en la mano —gruñe de nuevo—. Pero,
bebé, voy a arruinarte ahora mismo. ¿Recuerdas cuando dije que te
amaba? —se inclina a un lado de mi cuello y me muerde la oreja—.
¿Hmm? ¿Recuerdas esas veces que te dije que te amaba, Amethyst?
Respóndeme, bebé.
Trago—. Sí.
—Piensa en eso durante los próximos minutos, porque estoy a
punto de follarte como si te odiara.
Empuja dentro de mí y mis ojos se mueven hacia la parte posterior
de mi cabeza. Su mano al frente de mi garganta. Él aprieta toscamente,
embistiéndome. La aspereza de la pared de ladrillos está raspando mi
espalda, pero no siento nada. Nada más que su invasión dentro de mí.
No pasa mucho tiempo hasta que sus labios alcanzan los míos, su
lengua se desliza en mi boca mientras los dos nos deshacemos.
Me baja al suelo, ambos jadeando. Me arreglo la blusa y el pelo,
luego me doy la vuelta y me alejo de él.
—¡Amethyst! —llama, persiguiéndome por la calle. Me estoy
limpiando lágrimas de ira de mis ojos cuando él inalmente me alcanza.
Su mano toma la mía, pero me aparto, fulminándolo con la mirada.
—¡¿Por qué?! —grito, golpeando su pecho—. ¿Por qué coño yo?
¡Me arruinaste, Maddox! ¡Me dejaste! ¡Por ella!
—¡Por Kennedy, Amethyst! ¡Carajo! —tira de su cabello. Me quito
los zapatos. Estúpidos tacones de mierda. ¿De quién fue la idea de usar
estas estúpidas cosas? Empiezo a correr—. Tú y yo sabemos que no
correrás por mucho tiempo, bebé —Maddox grita.
Bastardo.
Empiezo a jadear antes de siquiera llevar diez segundos.
—Pendejo —reduzco la velocidad a una caminata muy rápida. Me
alcanza de nuevo, agarrando mi mano.
—¿Quieres hablar de ello? —pregunta, su pulgar trazando círculos
alrededor del mío.
—No, no quiero. Tengo novio—
—Quien es un puto pedazo de mierda.
Lo fulmino con la mirada—. ¡No lo conoces!
Maddox bufa—. No tienes que conocer a la gente para darte cuenta
de que son un puto pedazo de mierda, Amethyst. Algunas personas no
esconden sus putos defectos, los ventilan para que el mundo los vea,
¡así de mierdas son!
—¿Y tú? —pregunto, de repente cansada de follar y pelear—. ¿En
qué parte del espectro te encuentras tú, Maddox?
—Estoy justo donde tú carajos estás.
Saca su teléfono y marca algunos números—. Detente aquí, haré
que Rocky venga.
Me detengo porque estoy cansada. Y hambrienta. Me lleva a una
banca y me siento a su lado, mirando las ramas de los árboles que se
alinean en la calle mecerse con el viento.
—Yo te amaba.
—Me amas… —corrige.
Hago una pausa.
Él continúa—: Eres muchas cosas, Amethyst, pero no eres una
mentirosa, así que, ¿quieres demostrar que estoy equivocado y mentir
ahora mismo?
Sus dedos se entrelazan con los míos. Respiro. Huelo a él, en toda
mi ropa, en mi piel. Dentro de mí... está en todas partes ísicamente
ahora, no sólo en mi cabeza, no sólo en algún lugar donde pueda
esconderlo.
—Te amo —me aparto de él y apoyo mi cara entre mis manos, mis
rodillas en mis codos—. ¡Dios, Maddox! ¡No podría sobrevivir a ti una
segunda vez! —me giro hacia él. Está mirando hacia adelante, su
mandíbula haciendo ese tic-tac. Es como un temporizador de cuenta
regresiva para saber qué tan rápido perderá su mierda.
Tengo unos tres segundos.
—Hablaremos sobre el vodka y tu viaje al hospital más tarde.
Pongo los ojos en blanco.
—No me pongas los putos ojos en blanco, Amethyst, o te follaré tan
fuerte que cuestionarás tu necesidad de vivir.
Suspiro como un adolescente regañado—. ¿Sabes qué…? —la
limusina se detiene y me pongo de pie—. ¡Finalmente!
Me subo en el asiento trasero, cruzando los brazos—. ¿Tu casa o la
mía? —pregunta Maddox, como si ya lo supiera.
—La tuya, pero comida primero.
Capítulo 26

Blanco. Las paredes son todas blancas. Odio el blanco. ¿Por qué los
hoteles usan el blanco? Probablemente sea el peor color que podrías
elegir con el alto mantenimiento que tendría. ¿Cuántas putas veces
necesitarían repintar? Me duele la cabeza. Gimo, arrastrándome fuera
de la cama, pero tratando de no despertar a Maddox.
Voy a la cocina y me entretengo haciendo café, esperando que la
culpa me golpee. Odio el engañar, lo odio, pero ¿por qué no me siento
culpable? Nunca en mi vida engañaría a Maddox y puedo decirlo con
cien por ciento de certeza. Pre iero arrancarme el brazo que engañar a
Maddox, entonces, ¿es realmente cierto el dicho de que los leopardos
nunca cambian sus manchas? Creo que tiene más que ver con quién
vale la pena cambiarlas.
Soy una puta.
Oh, Dios.
Masajeo mis sienes—. Que me jodan.
Maddox engancha su brazo alrededor de mi cintura—. Si estás
ofreciéndolo y toda esa buena mierda, entonces…
Me besa la cabeza con una sonrisa y se dirige al refrigerador. Lo
miro desde debajo de mis pestañas—. ¿Por qué no me siento como un
mal ser humano en este momento?
Le quita la tapa a la leche y se lleva el borde a la boca, sin apartar
los ojos de los míos. Lo baja y veo como su lengua sale y lame lo blanco
de su labio superior.
¿Hace calor aquí o qué?
Su cabello está desordenado, pero aún corto. Sus ojos penetrantes,
sus músculos. Oh, Dios, sus músculos.
Aborta.
Concéntrate.
—Es en serio, Maddox...
Deja baja el cartón de leche al mostrador, sus tríceps se contraen
con el movimiento—. Porque siempre has sido mía, Amethyst. En todo
caso, me has estado engañando con él.
Me congelo—. Vete al carajo. ¡Tú te casaste!
Se encoge un poco, pero antes de que pueda sobre analizar su
respuesta, se ha ido y tiene su sonrisa arrogante en su rostro—. Como
sea, bebé. Sabes por qué lo hice, mis hermanos lo saben, diablos, ¡Leila
lo sabe! Eres tú quien todavía necesita darse cuenta.
Hago una mueca de dolor—. Kennedy es hermosa. Cuéntame sobre
ella.
Pone un par de bagels en la tostadora y se apoya en la encimera.
Observo como su rostro se ilumina—. Ella es perfecta. No puedo creer
que ayudé a crearla —Se gira para sacar los bagels y los arroja en un
par de platos.
Sonrío, soplando mi café—. ¿Y tú y su mamá?
Tuve que ingir esa sonrisa.
Él niega con la cabeza—. Un desastre. Nunca hubo nada allí, pero le
dimos una oportunidad, por Kennedy.
—¿Y ahora?
Me mira ijamente—. Ahora, seguimos siendo buenos amigos por
Ken.
Asiento, colocando mi taza en el mostrador—. No sé qué hacer…
Me entrega mi bagel—. Simple —le da una mordida al suyo y
sonríe—. Elígeme.
Me lamo los labios—. Lo hago, Maddox ―exhalo, pasando mis
dedos por mi cabello—. Sin duda, siempre te elegiría a ti.
—Entonces, ¿cuál es el problema? —pregunta.
Hago una pausa e intento pensar en algo. Cualquier cosa. Lista
mental. Haré una lista mental.
Maddox: 100
Travis: 5
Gimo—. Yo solo…
—Dame hoy. Dame hoy, y al inal, si me dices que no, me alejaré de
ti para siempre y nunca volverás a verme.
Hago una mueca por el dolor ísico que esas palabras me provocan,
mi pecho se aprieta. Esa debería ser mi primera pista de que nunca
podré alejarme de él, pero mi mano va a mi pecho y exhalo—. Está bien.
Terminamos de desayunar y ambos nos preparamos para el día.
Después de nuestra larga ducha, pongo mi teléfono en modo avión
después de enviarle un mensaje rápido a Travis y otro a Leila. Le mentí
a Travis, pero no a Leila. Ella apesta guardando los secretos de todos,
pero siempre guarda los míos. Travis se ha quedado en la casa,
probablemente entretenido por mamá, mientras que las chicas todavía
estarán en el hotel.
Empujando mi teléfono en mi bolsillo trasero, Maddox sale del
baño después de lavarse los dientes—. ¿Estás lista?
Tiro del borde de mi chaqueta de cuero—. Sí —Gracias a Dios,
Rocky fue y rescató mis maletas de nuestro hotel esta mañana, o si no,
habría estado acabada.
Capítulo 27

Empezamos en Krispy Kreme. Me pide una de tiramisú y para él una de


azúcar con canela, luego tomamos café y nos dirigimos hacia la playa.
Después, vamos al parque de patinaje y hacemos bromas estúpidas
sobre lo mucho que habíamos cambiado desde la última vez que nos
sentamos en ese mismo medio tubo. El sol se pone y el aire tiene una
suave brisa. Me pone debajo del brazo y me lleva de regreso a la
limusina.
Besando mi cabeza, exhala—. Siempre te amé y siempre te amaré.
Esas palabras me calientan. Son como beber un latte de caramelo
caliente en medio de una tormenta de nieve durante un ayuno de
azúcar de veinte días. Abre la puerta y yo me deslizo dentro. Él entra
detrás de mí y me retuerzo bajo su brazo.
—No quiero que esto termine.
—No tiene que terminar —responde, besando mi cabeza—. Sólo di
la palabra, bebé, y ya está.
—Yo… —hago una pausa. Mierda.
—Quiero llevarte a un lugar más —sus ojos se encuentran con los
de Rocky en el espejo retrovisor, luego asiente suavemente.
—Okay ―le digo, sobre todo porque realmente no quiero que
termine este día. Quiero embotellarlo y llevarlo conmigo a donde sea
que vaya.
Nos adentramos más en el campo, en las afueras de la ciudad. El
automóvil se detiene en un arcén en un largo tramo de carretera—.
¿Dónde estamos?
Los ojos de Maddox se desvían por la ventana detrás de mí. Me giro
para ver a dónde está mirando y sé al instante a dónde me ha llevado.
El lugar del accidente.
Sale del coche por mi lado y respiro profundamente un par de
veces antes de seguirlo. Los coches pasan zumbando a velocidades
locas, mi cabello volando hacia arriba por la fuerza. Me meto algunos
mechones detrás de la oreja.
—Esta es la primera vez que vengo aquí.
Me recargo en él hasta que su brazo viene detrás de mí—. ¿Por qué
elegiste ahora?
Besa mi frente—. Porque si no te vuelvo a ver después de hoy, no
querré volver a hacer esto con nadie más, ni siquiera solo.
Trago. Nos quedamos allí unos segundos y estudio la cruz blanca
que está plantada en la hierba.
—Ella te habría amado.
—Creo que yo también la habría amado —respondo, inclinando mi
cabeza contra él.
Nos quedamos unos treinta minutos antes de volver a subir al
coche. Casi estábamos de regreso en la casa de nuestros padres cuando
me giro para enfrentar a Maddox.
Sé lo que tengo que hacer. No hay forma de que pueda alejarme de
él, nunca. Nunca quise y nunca podría. No tiene sentido perder el
tiempo de Travis cuando quiero a Maddox. ¿Cómo es eso justo para
alguien? Travis puede ser un idiota, pero eso no signi ica que mis
principios tengan que ser más bajos.
Busco sus ojos y me lamo los labios—. Te quiero a ti.
Me fulmina con la mirada—. Lo sé. Ahora deshazte de ese tonto.
Mi estómago se revuelve de emoción. Finalmente, lo estamos
haciendo. Finalmente, Maddox y yo estaremos juntos.
Maddox me besa de nuevo—. Ahora, bebé. He terminado con esta
mierda.
Salgo del coche y me dirijo a la casa. Todo se mueve en cámara
lenta. Travis se levanta del sofá en sala de estar cuando entro.
La culpa me hace cosquillas en el estómago, pero no porque me
arrepienta del día y la noche que pasé con Maddox, sino porque tengo
corazón.
Travis sonríe, pero luego su sonrisa cae cuando sus ojos pasan por
encima de mi hombro.
—Lo sabía —susurra, pero es con incredulidad—. ¡Lo sabía! —ruge
y se lanza hacia Maddox. Él lo esquiva y Travis cae al suelo.
—Sólo me robé lo que era mío, no me hagas meterte una golpiza
también.
Travis vuelve a levantarse, pero Elliot entra y lo agarra del hombro
—. No quieres hacer eso, muchacho.
—Yo… —me giro hacia Travis, mi garganta se cierra. La chimenea
parpadea en la distancia y de repente tengo frío. Envuelvo mis brazos
alrededor de mí—. Perdón —parpadeo un par de veces—. Perdón,
Travis. Debí haber terminado todo hace mucho tiempo. Te lo merecías.
Se levanta del suelo, y justo cuando creo que me va a gritar, hace un
sonido de burla y se va.
—Soy un humano terrible ―susurro, secándome las lágrimas de las
mejillas.
Maddox viene hacia mí y me toma en sus brazos—. No, no lo eres,
bebé.
Mi mamá entra cantando—: ¿Quién quiere margaritas? —su
sonrisa cae cuando ve la seriedad en la habitación y a Maddox y a mí
abrazados.
Leila se aclara la garganta—. De hecho, me vendría bien una…
—A mí también —agrega Liza.
La boda es en dos días. Llevamos aquí veinticuatro horas, y Maddox
y yo ya habíamos volteado nuestros mundos. Me alegro de que Kennedy
esté dormida.
Capítulo 28

Nos quedamos en habitaciones separadas por Kennedy, porque no


queríamos confundirla con nada. Maddox y yo dijimos que le diríamos,
aunque estoy segura de que ella no tendría problemas al respecto, pero
respeté su decisión como padre. Mierda. ¿Eso signi ica que soy una
madrastra?
Trago.
Los chicos se han ido de nuevo y la boda es mañana. El ambiente
está saturado con amor. Me he lanzado al caos para dejar de pensar en
Travis. Hay lores por toda la casa, todas rojas y negras. A pesar de que
la boda no va a ser aquí, Lei todavía quería que el tema dominara cada
centímetro de cada lugar donde estuviéramos.
Estamos bebiendo cócteles en el baño, vestidas con batas
esponjosas y diademas de trenzas, y comiendo chocolate, hablando de
la boda de mañana y de cuánto han cambiado las cosas. Bajo mi vaso.
—Necesito orinar.
Me desabrocho la bata y me siento en el inodoro—. ¿Sabes? —me
río—. No me importaría convertirme en tía. Kennedy me ha hecho
enamorarme de los niños. Es una niña muy especial...
Niños.
Bebés.
Sexo.
Miro mis bragas y frunzo el ceño.
—Joder. Eso no. Ya hemos decidido que no queremos niños.
Se pasa el lápiz labial negro por los labios.
Su voz se apaga.
Mi sangre se vuelve espesa.
—Lei...
—¿Qué? —pregunta, girándose hacia mí.
—La f-fecha… —busco en el suelo—. No. De ninguna manera.
Imposible —mis ojos van hacia ella.
—Ame, ¿de qué diablos estás hablando? —pone su mano en su
cadera—. ¿Qué pasa?
Lágrimas caen por mis mejillas y arrugo mi cara—. Tengo un
retraso.
Ella se endereza y luego mira a mis bragas—. Está bien… ¡oh!
¡Mierda! —su mano vuela a su boca—. ¡Espera! —sale corriendo de la
habitación y yo paso los siguientes cinco minutos muriendo cientos de
veces.
Ella vuelve y saca una pequeña caja de debajo de su bata, como si
fuera una transacción de droga—. Tuve que conseguir una el otro día,
pero me llegó la regla, así que no la necesité. Lo juro, estamos
sincronizadas. Tenía cinco semanas de retraso, pero resulta que el
estrés y toda esa mierda juegan un papel importante en cómo tu cuer—
Le arrebato la caja y la abro.
—Dame tu vino —hago un gesto hacia el vino. Algo imprudente
debido a la posibilidad de estar embarazada, pero no puedo decir que
me sienta muy maternal en este momento como para preocuparme.
Ella me lo da. Lo bebo en un segundo y luego le ordeno que busque
la botella. Vuelve unos segundos después con una botella de Moët y la
empuja contra mi pecho. Envuelvo mis labios alrededor de la boca y
bebo mientras rezo por primera vez en mi vida.
Oh, Dios.
Oh, Dios.
Esto no puede ser... estoy tomando la píldora. Tomo esa mierda
religiosamente. No soy una chica estúpida, me aseguro de estar al
pendiente de mi mierda.
Orino en el palo blanco, y luego me subo las bragas y me envuelvo
en mi bata, lavándome las manos. ¿Me he lavado las manos? No lo sé.
Tal vez necesite hacerlo de nuevo sólo para estar segura.
—Tranquila, Amethyst.
Me froto las manos con saña con una toalla de mano y luego doy la
vuelta al palo.
Embarazada
Mis rodillas y mi labio inferior tiemblan—. No... —sacudo la cabeza
y le lanzo la prueba a Leila como si estuviera infectada. Agarro mi
estómago—. ¡No!
—Mierda —maldice Leila, su mano yendo a su frente—. Mierda.
Está bien, solucionaremos esto. ¿Okay?
—No está bien, ¿cómo es esto posible? ¡Estoy tomando la píldora!
—No lo sé, ¿tal vez esté mal?
Busco en el suelo—. Lo siento mucho, Lei. Estoy siendo tan egoísta
—me siento enferma. Dándome la vuelta, vacío el contenido de mi
estómago en el inodoro y limpio los residuos—. Tengo que decirle a
Maddox...
—¿Decirle qué a Maddox? —Maddox está allí, apoyado en el marco
de la puerta. Se ve tan feliz y a gusto. Finalmente, íbamos a hacer esto.
Ahora, me siento como si me hubieran arrojado al precipicio de la
cordura.
Leila me da una sonrisa de disculpa y me aprieta la mano—. Estaré
aquí, en la habitación.
Ella pasa con cuidado junto a Maddox y él entra, cerrando la puerta
detrás de él. Abro la boca, pero sus ojos se posan en la caja en el suelo,
luego en las botellas de vino vacías y luego en el palito en el lavabo con
el manual de instrucciones extendido. Él da un paso más y toma el palo.
Se queda quieto, su rostro se vuelve de piedra. Lanzando la prueba,
estrella su puño en el espejo y este se rompe en millones de pequeños
fragmentos a ilados. Grito, haciendo una mueca. Él vuela de la
habitación.
—¡Maddox! —grito, intentando perseguirlo.
—¿Que está pasando? —pregunta mi mamá mientras bajo las
escaleras detrás de él.
Él ya ha salido por la puerta y está en su auto antes de que yo caiga
sobre mis rodillas.
Capítulo 29

Rabia.
Ira pura y sin diluir pulsa por mis venas como una adrenalina que
nunca había sentido. Ella lleva a su bebé. Ese debería ser mi puto bebé.
Me aferro a mi cabello y acelero hacia el hotel en el que sé que Travis se
registró. Lo sé porque lo seguí para asegurarme de que él no sería un
problema. Ahora, él es un gran puto problema.
Me detengo en la parte delantera del hotel y ni siquiera me molesto
en estacionar o buscar el valet. Mi cara es conocida en todas partes, lo
estacionarán por mí. Entro en el vestíbulo y presiono el botón de su
piso. El elevador me sube, el suave piano no hace nada para calmar a mi
bestia. Las puertas se abren y corro por el vestíbulo, pasando por
delante de una joven familia. Al llegar a su puerta, la pateo y se abre de
golpe, mostrando a Travis en su teléfono. Sus ojos vienen a los míos.
—Demasiado tarde, él está aquí —¿Era ella? ¿Le advirtió como si a
ella jodidamente le importara?
Lo mataré.
—Explica, en este puto momento.
Se mete el teléfono en el bolsillo, sus manos temblando. Él está
asustado. Me río. Bien.
—La amo.
Me acerco más—. Cuidado…
Él sonríe—. Ahora le he dado algo de mí, y tú y yo conocemos a
Amethyst... —Él inclina la cabeza. Este hijo de puta tiene un deseo de
muerte—. Es una chica de familia con principios morales.
No pude detenerme. Mi puño se conecta con su rostro y cae al
suelo—. Tú, puto—
—¡Détente! —grita Amethyst desde la puerta—. ¡Por favor detente!
Me acerco a Travis, con el puño en el aire.
—Déjalo, Maddox...
No quiero jodidamente hacerlo.
—Por favor, Maddox... —Ella usa su voz suave. Ella sabe que su
suavidad es lo único que puede calmar a mi bestia. Al instante me bajo
de él, pero no sin patearlo en el proceso.
Él se ríe, sangre cubriendo sus dientes y labios.
—Aléjate, Maddox —susurra ella.
Voy al otro lado de la habitación, porque tiene razón. Mataría en un
segundo a este tonto si dice algo estúpido.
Ella mira hacia Travis—. ¿Cómo?
Él saca un cigarro y lo enciende, mirando hacia el techo—. ¿Cómo
crees? Quiero decir, hubo muchas—
—Yo tendría mucho puto cuidado, princesa... —Me burlo de él.
Puto niño bonito.
Exhala una espesa nube de humo.
—Estaba tomando la píldora, Travis. La tomaba religiosamente.
Él le sonríe—. ¡Te amo, quiero casarme contigo! Tengo el anillo y
todo. Estaba planeando preguntarte después de la boda... —Hace una
pausa, y veo como ella cierra los ojos—. He estado cambiando tus
píldoras durante ya un par de meses.
Sus ojos se abren de golpe—. ¿Tú qué?
—¿Jodidamente qué? —Mis hombros se enderezan y camino hacia
él. Amethyst extiende su mano para detenerme, pero la aparto,
inspeccionando el pedazo de mierda en el suelo—. Te voy a matar —
gruño.
—¡Maddox! —suplica Amethyst.
—Retrocede, Ame.
Me lanzo hacia él nuevamente, pero cuatro pares de manos me
están jalando hacia atrás ahora. Talon y Wolf.
—¡Te mataré, hijo de puta! —Grito, queriendo arrancarle la piel de
los huesos y enviársela a cada puta persona que amaba este estúpido.
—¿Qué hará Ken si estás en la cárcel, imbécil? —dice Talon,
empujándome contra la pared.
Me calmo lo su iciente como para mirar a Amethyst por encima del
hombro de Talon.
Ella estaba mirándolo. ¿Horrorizada? Con algo más. ¿Odio?
¿Compromiso? Coño.
—Ame... —digo, necesitando su atención.
Ojos en mí, bebé—. Me ocuparé de ti y de ese bebé. Lo criaré como
si fuera mío.
Vamos.
Ella no me mira.
Su enfoque se queda en Travis.
—Bebé... —susurro.
Sus ojos se cierran y lágrimas inundan sus mejillas. Ya sé lo que va
a decir antes de que lo diga.
—Llévalo a casa, T. Necesito quedarme aquí hasta que resuelva
algunas cosas.
Lanzo mi puño contra la pared. Talon y Wolf me arrastran fuera de
la habitación, mi camisa desgarrándose en el proceso.
—Déjala ir, hermano, sólo déjala ir —Talon me aprieta en un
abrazo.
—No puedo...
—Inténtalo —dice Wolf—. Sólo inténtalo, hermano...
Calmo mi exaltamiento, mirando la puerta ahora cerrada. Aprieto
la mandíbula y luego me alejo de ellos, sacando mi teléfono de mi
bolsillo trasero mientras regreso al elevador.
Las puertas se abren y entro, sin molestarme en ver si Talon y Wolf
me están siguiendo.
Abriendo un nuevo mensaje, me quito el sudor de la mejilla con el
dorso de la mano y le envío un mensaje a Tiffany.
Yo: Vendrás a la boda conmigo mañana.
Todo dentro de mí ha estallado. Sí, puedo ser un bastardo
irracional, pero Dios sabe que doblaría el in ierno por Amethyst. No me
siento herido ni con el corazón roto, porque lo que Amethyst y yo
compartimos no era tan simple como el amor. Era jodidamente
complicado, desordenado y jodidamente trastornado. Mi mundo
comienza y termina con ella, pero ya no.
El Destructor acaba de ser destruido.
PARTE 2

"A veces seguir a tu corazón, signi ica perder la cabeza"


-Autor desconocido

"Espero que mi ausencia te persiga"


-Achelei
Capítulo 30

SEIS MESES DESPUÉS

Terminé las cosas nuevamente con Travis de camino a la casa después


de la boda, pero tampoco quería estar con Maddox en ese momento.
Sabía que, si rompía con Travis frente a Maddox, me rogaría que me
quedara con él. Necesitaba espacio para entender lo de ser madre
soltera y lo que iba a hacer en cuanto al trabajo. Quería sentirme
cómoda con la idea de ser mamá antes de dejar que Maddox y su
mierda me consumieran nuevamente. Mi pánico no duró mucho porque
perdí al bebé una semana después. Ni siquiera llegué a las doce
semanas antes de despertar con la ropa interior bañada en sangre.
Desde entonces, he pasado los últimos tres meses encontrándome de
nuevo. Construí mi medio tubo cerca de la piscina, exactamente donde
lo imaginé. Sentarme en la orilla del medio tubo mirando a Los Ángeles
es posiblemente mi lugar favorito. Cuando no me he estado ahogando
en el trabajo, paso el tiempo patinando. He estado trabajando en una
película últimamente, será mi primer gran paso. Estoy luchando por
mantenerme en lo alto del programa de televisión y la película
"Reckless", pero me ha estado manteniendo ocupada por lo que estoy
agradecida. Los paparazzi parecen estar empeorando. Ahora ni siquiera
puedo ir por la calle sin ser reconocida. Amo L.A., pero extraño la
simplicidad de Nueva York. No he vuelto desde la boda. El desastre de
ese día y hora me paraliza. Los recuerdos son demasiado, y lo que
Maddox continuó haciendo ese día rompió cada hueso de mi cuerpo...

6 MESES ANTES

LA BODA
—Te ves hermosa, Lei —le dije, alisando su vestido blanco. Tiffany
está retrasada, y nadie sabe dónde está, así que es mi deber asegurarme
de que Leila no se vuelva loca y entre en pánico. Al carajo con Tiffany.
—Gracias, Ame —Se giró para mirarme, sus manos agarrando las
mías—. ¿Cómo te sientes acerca de todo esto del bebé?
Pensé en sus palabras y sacudí la cabeza—. No hagamos esto más
sobre mí de lo que ya ha sido —Nadie había visto a Maddox desde ayer,
y francamente, tenía miedo.
—No, en serio, Amethyst. Eres mi mejor amiga, me preocupo por ti.
Necesito saber cómo te sientes. Distráeme, al menos.
Distracción, okay, podría hacer eso por ella—. Bueno —suspiré—.
Un poco nerviosa, un poco asustada, y... —La miré y apreté su mano
suavemente—. ¿Me hace una mala persona desear nunca haber
conocido a Travis y que me arrepiente de ello?
Palmeó su cabello castaño que estaba recogido en un moño y
sonrió—. No, nena. Te hace humana y tienes veintitrés años con toda
una vida y una carrera por delante —Ella me devolvió el apretón—. Va
a estar bien. Tienes mucho apoyo. Vamos a superar esto, ¿okay?
Asentí en concordancia, a pesar de que no iba a estar bien. En lo
más mínimo. Luego subí su vestido para cubrir más sus tetas—. ¿Estás
lista para casarte?
Me dio un manotazo—. Sí, y deja mis tetas.
Me reí, dándome una última mirada en el espejo. Leila tenía los
vestidos de dama de honor con un estilo similar al de ella, sólo que
mientras ella vestía de blanco, nosotras vestíamos de rojo. Vestidos
ajustados y sin tirantes con cintura ceñida. Eran elegantes y exagerados,
muy parecidos a ella. Mi pelo estaba suelto en suaves rizos y mi
maquillaje era ligero. Todo era elegante, pero clásico. No esperaba nada
menos de Leila. La puerta de la recámara se abrió y Tiffany entró
volando con una Liza de aspecto enojado siguiéndola. Liza azotó la
puerta de golpe.
—Lo siento —dice Tiffany, arreglando su cabello—. Estaba un poco
ocupada...
Las miré a ambas, pero Liza no me miró. Le dirigió una mirada
silenciosa a Leila y luego hizo un gesto hacia la puerta—. ¿Vamos?
Leila me agarró la mano. La miré ijamente—. ¿Estás bien?
Ella buscó en mi rostro, sus cejas marcadas en preocupación, luego
se relajó y sonrió—. Sí, te amo, Ame.
—Yo también te amo.

Casi esperaba que Leila caminara por el pasillo con una canción de
Snoop Dogg, pero en cambio, se escuchó una melodía suave que no
reconocí. Era hermosa y relajante. Puse un pie delante del otro y
lentamente me dirigí hacia el pasillo, haciendo un esfuerzo por no
mirar a Maddox, quien sabía que estaba parado junto a su hermano.
Sentí fuego dirigiéndose hacia mí desde ese lado, pero lo superé. Podría
comportarme por Leila. Este era su día. Criaré a ese bebé como si fuera
mío. Cerré los ojos cuando llegué al altar, luego los abrí en la entrada
para esperar a Leila. No podía hacerle eso a él. No era su problema, ya
tenía una hija a la que cuidar. No sería justo para él, y no sería justo
para Ken tener que compartir a su papá. No es que haya algo malo con
las familias mixtas, pero por ahora, no podría hacerlo. Sin embargo,
podía descartar el futuro. Tiffany estaba llegando, pero estaba distraída,
seductoramente enganchada al lado del novio. Seguí su línea de visión,
y no debí haberlo hecho.
Maddox.
Sus ojos perezosamente se centraron en Tiffany, una sonrisa
torcida en su rostro. Su cabello estaba desordenado, muy parecido al de
Tiffany, y su corbata no estaba bien sujeta alrededor de su cuello. Se
lamió el labio y lo mordió, sus ojos recorriendo a Tiffany.
Mi corazón se rompió en mi pecho, mis piernas ísicamente
temblando inestablemente. Cerré los ojos cuando un calor abrasador
me atravesó. Justo cuando mis piernas estuvieron a punto de ceder, Liza
estuvo justo a mi lado, sosteniéndome del brazo.
—Está bien, Amethyst. Sólo no prestes atención —estudié su
rostro, pero ella ya estaba poniéndole mala cara a Tiffany y Maddox. Si
las miradas mataran…
Leila comenzó a caminar por el pasillo. Su único enfoque debería
haber estado en su futuro esposo, pero estaba en mí, sus cejas se
arquearon de nuevo en preocupación. Ella probablemente podría
sentirlo. Siempre estuvimos extrañamente conectadas. Necesitaba
controlarme por ella. Todos me advirtieron sobre esto. Elliot es el que
más lo hizo, pero no escuché. No importaba lo traicionada o herida que
me sintiera en este momento, no podía arruinar la boda de mi mejor
amiga. Respiré hondo y exhalé, mientras contaba hasta diez en mi
cabeza, luego enderecé los hombros.
Al carajo. Maddox, y esa puta de Tiffany.

La recepción fue mucho peor. Maddox y Tiffany estuvieron juntos


durante toda la noche. Me enfermó ísicamente mirar. ¿Pero, podría
culparlo? No es que yo no haya venido aquí con alguien. Pero al decir
eso, él se casó. Me dolía la cabeza.
No nos quedamos mucho tiempo, nos fuimos bastante temprano.
Travis me llevó rápidamente a casa de mamá y Elliot para poder
despedirme de Kennedy. Estábamos tomando chocolate caliente en la
cocina con malvaviscos cuando sonó el timbre. La niñera, una mujer de
mediana edad llamada Tessa, gritó que abriría.
—¡Hey! —Pellizqué sus mejillas—. Tengo que volver a Los Ángeles.
La cara de Kennedy cayó—. ¿Por qué? ¿Pero pensé que tú y mi papi
iban a ser felices para siempre?
Me congelé, luego rápidamente recuperé mi ingenio—. ¿Por qué
piensas eso?
Ella se encogió de hombros—. Porque se miran entre sí de una
manera parecida a Disney.
—Oye —Salté y me arrodillé frente a ella, tratando de ignorar el
hecho de que mi corazón palpitando ísicamente en mi pecho—.
Todavía somos familia, cariño.
Ella sonrió—. Lo somos, ¿no?
Asentí.
—Kennedy! ¿Estás lista, cariño? —dijo Tessa, sosteniendo las
maletas de Kennedy.
—La acompañaré a la salida —tomé las maletas de Tessa y
gentilmente tomé la mano de Kennedy en la mía.
Todavía la estaba mirando cuando llegamos a la puerta y vi a
Cassidy parada allí. Se veía ligeramente diferente de lo que recordaba.
Su cabello ahora era corto, y había algunas bolsas debajo de sus ojos.
—Hola... —dije, principalmente para probar su vibra.
Ella suspiró como si estuviera cansada, luego miró a Kennedy—.
Hola, cariño, ve y entra al auto. Jessie tiene tu helado favorito.
Kennedy salió disparada y ambos sonreímos detrás de ella,
observando cómo subía al Range Rover.
Cassidy me miró de nuevo—. Escucha, lo que sea que esté pasando
contigo y con Maddox, ¿puedes hacer que no toque a Kennedy? Ambos
son tan tóxicos juntos, los mataré a ambos si toca a mi hija—
La interrumpí—. No, no. Nada está pasando. Y tú no sabes nada
sobre mí y Maddox.
Ella me miró como si no me creyera.
—En serio —susurré, aclarándome la garganta—. Tengo novio y lo
que sea que pudiera suceder entre Maddox y yo, simplemente, nunca
sucederá.
Ella buscó en mis ojos—. Puedes decir eso, Amethyst, pero todos
saben que eso no es cierto. No tienes voz en lo que sucede entre tú y
Maddox. Desearía ser esa chica para él, pero no lo soy, y nadie lo será,
¿sabes por qué?
Sacudí mi cabeza.
—Porque sólo hay una como tú.
—Qué suerte —respondí sarcásticamente, apoyándome en el
marco de la puerta. ¿Nos estábamos uniendo?
Ella se rio entre dientes—. Así de mal, ¿eh? —Luego comenzó a
caminar de regreso al auto—. Probablemente podríamos tomar algunos
tragos algún día y tener una buena sesión de chismes.
Resoplé—. Improbable, pero gracias.
—Gracias a Dios, pero al menos pregunté —me guiñó un ojo y
luego se fueron.
Capítulo 31

PRESENTE

Cassidy y yo nos hemos convertido en algo así como amigas. Lo sé, raro.
Ella me agregó en Facebook, y luego comenzó a darle ‘me gusta’ a mis
fotos y lo siguiente que sé es que nos etiquetamos en memes (y todos
sabemos lo que eso signi ica). Pero también signi ica que puedo ver a
Kennedy a través de Cassidy, así que me encanta. Me encanta el tiempo
que paso con Kennedy, que incluye a ella y a mí trabajando en mi medio
tubo. Es una gran artista, ha sido nuestro tiempo de unión. Cassidy sólo
ha conseguido traerla dos veces, pero ambas veces se quedaron el in de
semana y pasamos toda la noche y el día salpicando graf iti en el medio
tubo. Ken hace todo tipo de dibujos bonitos. Un sol radiante, una rana
rosa y corazones rizados. Tantos corazones. Pero lo que realmente me
atrae es la familia de palos que dibujó. Dice que somos ella, Maddox y
yo, y que estamos todos juntos en la nieve. Incluso dibujó un pequeño
copo de nieve a nuestro lado, y un gato llamado Greg. No me pregunten
por qué lo llamó Greg, ni siquiera ella lo sabe, sólo dijo que le gustaba el
nombre. No puedo discutir con eso. Cassidy siempre estaba tomando el
sol en la piscina, chupando cócteles mientras Kennedy y yo estábamos
vestidas con overoles de mezclilla a juego con pintura salpicada por
todas partes.
La última vez que estuvieron aquí, Ken hizo dos chonguitos
despeinados y nos tomamos una tonelada entera de sel ies, subiéndolas
a las redes sociales. No estaba segura de si Maddox sabía de mi amistad
con Cassidy y Ken, y no me interesaba preguntar. Estaba feliz de seguir
siendo parte de la vida de Kennedy y siempre le deberé a Cass por eso.
Aunque Cass no es una chica tan mala. Es una princesa y una perra,
pero es una gran mamá y una buena amiga. Siempre puedo contar con
ella para que me diga las cosas directamente. Cuando empezamos a
pasar tiempo juntas, hubo una vez que salió y dijo que necesitaba
aclarar algo antes de que pudiéramos ser amigos. Estaba nerviosa
porque es Cassie.
Luego me contó los sangrientos detalles de su divorcio con
Maddox. Dijo que una noche tomó demasiadas pastillas y bebió
demasiado y que todos asumieron que había intentado suicidarse. Fue
di ícil de escuchar, pero sólo fueron unos diez minutos, y luego se acabó
después de eso y nunca más tuvimos que hablar de él o de eso. Respeté
por qué quería y necesitaba decírmelo, quería asegurarse de que yo
supiera que no era una exesposa loca tratando de acercarse al
verdadero amor de su vida. La interrumpí cuando dijo eso.
A Leila todavía no le agrada, pero puedo ver que se está acercando
lentamente. Leila es un hueso duro de roer, por eso nunca entendí su
amistad con Tiffany, que ya no es una amiga. Después del drama de la
boda, Leila la echó de su vida. Aunque no sé nada de Maddox.
Contesto el teléfono mientras abro la puerta principal de mi casa.
Hoy fue un largo día que comenzó a las tres de la mañana. Ahora son las
nueve de la noche y estoy agotada.
—¿Hola?
—¿Amathyst?
—Hola, papi. ¿Qué estás haciendo? —Escuchar a mi papá siempre
me hace sonreír.
—Bien, nena. ¿Cómo estás? ¿Te lo has tomado con calma? Vemos tu
programa todas las semanas.
Tiro mis llaves en el mostrador y cambio de oreja—. Gracias, papá.
Todo está bien, aunque estoy cansada.
—¿Ese chico te ha estado dejando sola?
Pongo los ojos en blanco. Cometí un gran error al decirle a mi papá
que Travis me estaba molestando cuando rompí con él. Travis entró en
una espiral de drogas y alcohol y el programa lo mató. Él estaba así de
mal. Tuve que usar una fuerza enorme para evitar que mi papá y mi tío
Marcus lastimaran ísicamente a Maddox cada vez que peleábamos,
pero ¿la mierda con Travis y yo? Era un juego de pelota completamente
nuevo. Mi papá y mi tío Marcus tenían un plan y un terreno para el
cuerpo de Travis. Me llevó una semana entera calmarlos a ambos.
—Sí, papá. Ahora está bien.
—Bien. Pronto es tu cumpleaños, ¿hay algo planeado para ello?
—Em —Abro la puerta del refrigerador y saco una botella de agua.
—Todavía no. Estaba pensando en hacer algo pequeño. Ya es
bastante di ícil conseguir a todos en el mismo teléfono, mucho menos
en la misma ciudad.
—Okay, nena, deja de ser una extraña y vuelve a casa pronto.
—Lo haré, papi.
Colgando el teléfono, salto a la ducha, me lavo el día y me meto en
la cama. Contemplo poner Net lix, pero me encuentro disfrutando del
silencio. Nadie grita, nadie da órdenes. No hay cámaras que parpadean
o paparazzi gritando. Me giro a un lado, metiendo la mano bajo el
costado de mi cabeza. Toda la pared es de cristal, dando vista a la
piscina, mi medio tubo, y el resto de Los Ángeles parpadeando como un
telón de fondo animado. Sé que debería volver y visitar a mi papá. No
he ido desde que Maddox estaba conmigo. Suspiro, poniéndome sobre
mi espalda. He luchado contra el impulso de preguntarle a alguien
cómo ha estado Maddox. Si se ha vuelto a casar o si ha tenido nuevos
hijos. Cass siempre está callada cuando se trata de Maddox, y Ken
tampoco habla de él. Cada vez que hablo con Leila, ni siquiera se acerca
al tema de Maddox.
Exhalo, poniéndome de lado. Puto insomnio. Mi teléfono empieza a
sonar en la mesa y me estiro por él a ciegas, desbloqueándolo sin mirar.
—¿Sí?
—Ame, tienes que volver a casa.
Me siento al oír la voz de Talon—. ¿Qué? ¿Por qué? —empujo las
cobijas y me pongo de pie, con el corazón martillando en mi pecho.
—Algo ha pasado, y te necesitamos aquí. No enciendas la
televisión.
—¿Quién me necesita? —Empiezo a arrancarme mi pijama,
poniendo mi teléfono en el altavoz y lanzándolo en la cama.
Vuelo al armario y arranco ropa, tirándola en mi maleta.
—Todos. Ven aquí y no hables con nadie. No enciendas la
televisión, no hagas nada.
Él cuelga y yo me congelo, mirando el teléfono en mi cama—. Coño.
Pongo toda mi ropa en la maleta y una vez que empaqué, corro a mi
coche, me pongo una gorra de béisbol sobre mi lago cabello
desordenado. Empiezo hacer mi camino al aeropuerto, las luces
brillantes parpadeando sobre la autopista. Golpeo la función Bluetooth
en el volante.
—Llama a Alesha.
"Llamando a Alesha".
El teléfono suena unas cuantas veces antes de que la voz aturdida
de Alesha llegue—. ¿Hola?
—Alesha, soy yo, escucha ¿puedes por favor reservar un vuelo a
Nueva York para esta noche. El primer vuelo que pueda conseguir.
—Estoy en ello. ¿Está todo bien?
—No lo sé, eso espero.

El vuelo fue rápido, aunque no pude dormir de camino aquí.


Cientos de escenarios diferentes pasaron por mi cabeza... ninguno
bueno. Estoy caminando por la sala de llegadas con lentes grandes y
una gorra de béisbol jalada hacia abajo sobre mi desordenado pelo
cuando la televisión llama mi atención.
La cara de Travis.
Mis cejas arrugadas juntas.
El video turbio, dirigido a la cama de Travis.
Yo extendida, desnuda con trozos censurados desdibujados.
Mi andar se ralentiza, y alguien se estampa en mi espalda.
¿Nos grabó?
Respiro profundamente, aires calientes entrando y saliendo.
—¿Qué... qué? —Susurro, la habitación da vueltas. Mi cabeza
palpita, y entonces todo se vuelve negro.

Me despierto con la cabeza pulsando y los párpados pesados.


Levantándome del sofá, me froto las sienes.
—¿Qué carajo pasó? —Me aclaro la garganta y me limpio los ojos.
Cuando se enfocan, miro ijamente a Leila, Talon, Liza y Wolf.
Me enderezo—. ¿Estoy en problemas?
Leila mira a Wolf, y luego a mí—. Te desmayaste.
—Oh —Mis cejas se cruzan, y luego los recuerdos vuelven—. Oh...
—grazno, mi cabeza enterrada en mis manos—. No puedo creer que me
hiciera eso.
Talon, que ha estado callado, se lanza del sofá, su mano
atravesándole el pelo—. Esto no es bueno.
—Espera —Me enderezo los hombros—. ¿Por eso me llamaste?
Leila me mira ijamente—. No, cariño. Te llamamos porque Maddox
ha puesto a Travis en el hospital.
—¡Que! —salgo disparada del sofá, mis ojos lanzándose entre
todos ellos—. ¿Qué quieres decir?
—Quiero decir —dice Talon, viniendo hacia mí y tirando de mí
para un abrazo. Es duro como una roca, así que siempre es un poco
incómodo cuando me abraza—. Maddox está en la cárcel ahora, pero mi
papá ha ido a pagar la ianza.
—¿Por qué? ¿Dónde? ¿En Los Ángeles? ¡Por qué no me lo dijiste!
¡Habría pagado la ianza! ¿Por qué me enviaste aquí? —Estoy gritando.
Mi pecho está subiendo y bajando y juro que sudor está goteando por
mi cara—. No me siento bien —agrego, mi mano yendo a mi frente.
Leila salta, atrapando mi mano y me empuja hacia ella, lejos de
Talon—. Él no quería verte, nena.
—¿Qué? —Pregunto, limpiando el sudor de mi cabeza—. En serio,
yo no... —Me lanzo hacia adelante, corriendo hacia el baño. Sólo he
estado aquí unas pocas veces, pero cada vez que vengo, Leila ha hecho
algo nuevo en la decoración. Terminaron comprando en Nueva York.
Después de vaciar mi estómago en la taza, tiro de la cadena y abro
el grifo, salpicando agua tibia sobre mi cara. Me paso la toalla por las
mejillas, la vuelvo a poner en su sitio y abro la puerta del baño. Inhala y
exhala, Amathyst. ¿Por qué no querría verme? Le dio una paliza a mi
exnovio por mí. Qué chaqueta mental, como siempre.
Leila está del otro lado cuando abro la puerta, apoyada en la pared
—. ¿Estás bien?
—No —Cierro la puerta detrás de mí—. ¿Qué está pasando?
Leila se asoma por el largo pasillo, y luego se acerca a mí, tirando
de mi brazo y jalándome a una de las habitaciones extras de su
departamento. Cierra la puerta, con las manos apoyadas en sus caderas.
—Maddox ha perdido la puta cabeza —Empieza a caminar de un
lado a otro.
—¿Por qué? —Grito, mis manos se elevan en el aire—. ¿Qué carajo
le pasa?
Ella se detiene, girándose hacia mí. Es la primera vez que veo a
Leila algo enojada conmigo—. Amethyst, dijiste su puto nombre.
—¿Qué...? —Hago una pausa, mi boca cerrándose. Horror puro me
atraviesa—. No, no lo hice... no lo haría... —¿Lo haría?
Ella sonríe ligeramente, aparentemente disfrutando de mi
incomodidad—. Sí, lo hiciste.
Me desplomo sobre la cama—. Joder. ¿Lo hice?
Leila estalla en risas, tomando asiento a mi lado—. ¿No has
mirado?
—¿Por qué coño iba a mirar? —Ahora es mi turno de estar enojada
—. Leila, literalmente me acabo de enterar de que había una puta cinta.
—Espera —Su sonrisa cae, su mandíbula se vuelve rígida—. ¿Él
ilmó eso sin tu conocimiento?
Entierro mi cara en mis manos—. Sí. Voy a poner una puta
demanda.
Mi teléfono no ha dejado de vibrar en mi bolsillo trasero desde que
me fui. Sé que necesito trabajar, o llamar al director, Tim, para hacerle
saber que necesito un descanso, pero no puedo enfrentarlo ahora
mismo. Ahora mismo, necesito arreglar el desastre que acaba de surgir.
Trago, tumbándome de espaldas. Estoy cansada. Tan cansada que
mis párpados se sienten pesados, pero no puedo dormir. Es como si mi
cerebro lo intentara, pero mi cuerpo está luchando contra ello—. ¿Por
qué no quiere verme?
Leila suspira, tumbándose junto a mí—. No lo sé, Ame. Estamos
todos agotados por las idas y venidas de ustedes. Han pasado años y
aún no aclaran sus mentes.
Me giré para enfrentarla, descansando sobre mi lado—. Es di ícil.
Ella gira su cara para mirarme—. ¿Qué es tan di ícil, Ame? Joder. Es
simple, en realidad. Ambos han estado enamorados el uno del otro
desde que tenían siete años. ¿Qué tiene eso de di ícil?
—Eso es lo que es di ícil de eso —resoplo—. Jesús, Leila. Me
enamoré de él a los siete años. Eso no es romántico. Eso es jodidamente
triste, confuso y caótico. Hubiera preferido encontrarlo cuando fuera
mayor. Lo su icientemente mayor para conocer mis sentimientos. Me
enamoré de Maddox antes de saber cómo saltar. Ahora me estoy
ahogando.
Su mano viene a mi mejilla—. ¿Y qué sientes ahora?
—¿Ahora? —Exclamé, dándole la espalda—. Ahora estoy enojada
porque no quiere verme.
Ella suspira—. Elliot lo traerá de vuelta. Pero está en problemas y
no sé qué pasará con su próxima pelea. ¿Sabías que compró un avión
privado? Lo llamó Flyaway.
—¿Él qué?
Sé que él es rico. Está en la lista de atletas mejor pagados de Forbes
en el número uno. El maldito número uno. Ganando la asombrosa cifra
de 300 millones al año. Nunca ha sido esa persona para mí, o para
nuestra familia. Me mantengo alejada de los tabloides para alejarme de
mi propio drama, pero ayuda porque tampoco veo sus actualizaciones.
Llamó al avión Flyaway, y sé por qué. Todo jodidamente duele, estoy
harta de sufrir. Tal vez debería revisar Instagram. No me sigue allí, pero
seguimos siendo amigos en Facebook. No ha entrado en esa cuenta en
años, probablemente por la época en que se hizo famoso. Tiene noventa
millones de seguidores sólo en Facebook, su Facebook personal es así
de personal. Sólo tiene ciento treinta y cuatro amigos en esa cuenta,
pero de nuevo, no se ha conectado.
—Sí. Se compró un avión privado para que coincida con su super
yate de veinte millones de dólares.
—Jesús —susurro, sacudiendo la cabeza—. Y le puso el nombre de
nuestra canción.
Leila se inclina hacia adelante, poniéndose de pie—. ¿La canción de
Lenny Kravitz? —Su cara palidece, y luego sacude la cabeza como si
estuviera agotada. Siento una punzada de culpa por eso—. No sé por
qué no quiere verte, pero quizá sea un buen momento para preguntarle.
Ella se va, cerrando la puerta tras de sí. Lo aprecio, me da tiempo
su iciente para procesar mis pensamientos. Tomo mi teléfono de mi
bolsillo trasero y envío un correo rápido a mi asistente, pidiéndole que
llegue a tiempo al trabajo. Alesha me devuelve los correos electrónicos
instantáneamente.
De: Alesha Hope
Para: Tatum de Amatista
Sujeto: Re: Las cintas sexuales arruinan vidas.

Lo siento mucho, Amathyst. Por su puesto. Por favor, llama a Lionel


y demanda a ese hijo de perra. He adjuntado su número a este correo
electrónico. Tómate el tiempo que necesites.
Saludos, Alesha Hope
Asistente personal de Amatista Tatum
Me río, escribiendo una respuesta rápida. Alesha tiene 19 años,
pero tiene agallas. Me gusta. Estoy terminando el correo electrónico
cuando mi sonrisa cae. Hago clic en mis contactos y me desplazo
lentamente.
Anne
Bee
Chantal
Caro
Ellie
Franci
Gigi
Harry
Indy
Justin
Kim
Lyla
Maci
Maddox
Me detengo sobre su nombre y luego desciendo más.
Manda
Michelle
No respondas a este número
Me desplazo hacia arriba otra vez y antes de saber lo que estoy
haciendo, pulso el botón de marcar.
El teléfono suena. Sigue sonando. Justo cuando estoy a punto de
colgar, hace clic.
Silencio.
—¿Maddox? —Sale como un susurro. Me aclaro la garganta cuando
él no responde—. Estoy en casa de Leila si quieres verme.
Más silencio.
Entonces la línea se corta.
Pues, bien entonces. Lanzo mi teléfono a través de la habitación y
me quito la ropa, dejándome las bragas y el sujetador antes de
deslizarme bajo las cobijas. Apago la lámpara.
Tan cansada.
Capítulo 32

Siento que el colchón se hunde a mi lado y mis ojos se abren. Una


oscura sombra se sienta, la cabeza enterrada en sus manos.
—¿Maddox?
—No... —Su voz se abre paso. Es suave pero dura, contradiciéndose
completamente—. No digas nada, Amethyst.
Huelo el fuerte olor del whisky mezclado con su colonia y cigarro.
O es el humo de un cigarro—. Hueles a prostitutas y a malas decisiones.
—¿Sí? —pregunta, la sombra inalmente girándose ligeramente
hacia mí. La luz de la luna es sutil, pero se está abriendo paso a través
de las persianas ligeramente desde la ventana detrás de mí—. No son
putas, es una puta celda de cárcel, ¿y malas decisiones? Siempre.
Me arrastro hacia arriba en la cama, metiendo las rodillas en mi
pecho—. Necesitas un baño.
—Debería odiarte —dice, ignorando mi sugerencia sobre un baño.
—Y lo haces —respondo en voz baja, aclarando mi garganta.
Resopla, se pone de pie, me agarra de los tobillos y me arrastra por
la cama—. Ahí es donde jodidamente te equivocas.
Trago—. Nunca me equivoco.
—Sí, lo haces.
—No, no lo hago. No cuando se trata de ti.
—Ah, ¿sí? —Su cabeza se inclina y su mano se acerca a mi garganta.
Su dedo índice traza mi clavícula, dejando un rastro de miedo a su paso,
y luego su mano se envuelve alrededor de mi garganta—. Podría
matarte.
Trago—. No puedo respirar.
—Bien.
—Maddox, sé que no quieres hacerme daño.
—Eso está indeciso, princesa. Ahora soy un hombre diferente.
Golpeo su mano, pero no se mueve—. Déjate de pendejadas,
Maddox —Su otra mano desaparece en su bolsillo, luego saca su
teléfono, y poniendo la pantalla en mi cara. La luz ataca mis ojos, como
su mano lo hace con mi garganta.
Sus labios se acercan a mi oído—. Esperas a que meta la verga en
tu pequeño coño, y luego le susurras esas putas palabras, Amethyst,
¿hmm? ¿Y no a mí?
—Yo —A loja su agarre, pero sólo después de apretar fuerte por un
breve segundo—. ¡No quise hacerlo! Estaba... estaba drogada y
borracha. Ni siquiera recuerdo completamente ese día, ni siquiera sabía
que... —Esperen. Aguarden un puto un minuto. Ahora no es el momento
de admitir que él lo grabó sin mi conocimiento. Se lo diré a Maddox otro
día.
—Dilo... —susurra Maddox, estirando mi pierna. Descansa entre
mis muslos y me presiona. Mis ojos se cierran de golpe. No voy a decir
una mierda—. ¿Qué dijiste, Amethyst?
Sacudo la cabeza.
Su otra pierna se interpone entre las mías y me estira la otra
completamente. Puedo sentir su verga presionando en mi coño. Oh,
Dios.
Debe presionar reproducir porque mi voz es lo siguiente que oigo.
—Sí —gemí en el video.
Hago una mueca.
—¿Te gusta ese pito, bebé? Ese es mi coño.... —A Travis le gustaba
hablar un montón de mierda. Mueca otra vez.
—Mío —Había dicho otra vez—. Dilo, di que es mío.
Lágrimas pellizcan el rabillo de mis ojos mientras los recuerdos de
ese día se remontan lentamente. La cocaína, la hierba, el alcohol. Las
iestas, el sexo, los besos, el trío con otra chica, más sexo, más cocaína, y
luego el tropezar hacia esa habitación. La recámara de Travis. Con ié en
él. No debí haberlo hecho. Estaba débil, débil por el amor. Débil por no
tener mi línea de vida, Maddox.
—Dilo, Amethyst. Di que ese coño es mío —repitió Travis—. ¿De
quién es este coño? ¿Quién es tu dueño?
El silencio se extiende. No se oye nada más que el rechinidos y los
fuertes golpes de cuerpos sudorosos, luego mi voz. Tan suave, tan
derrotada, tan jodida, susurra—: Maddox Stone.
Maddox se frota en mí, arrojando su teléfono sobre la cama. Pero
todavía puedo oír los sonidos apagados, los sonidos de mí tratando de
alcanzar mi orgasmo. Tan forzado, tan falso. Pensé en Maddox todo el
tiempo.
Maddox lleva su mano a mi muslo, subiéndolo más para ponerlo en
su cadera—. ¿Por qué carajo no me lo dijiste? —Su tono suena tenso.
Estoy tratando de no encontrarme con sus lentos empujones, pero
cada vez que se frota en mí, todo lo que hay ahí abajo palpita, duele al
ser tocado. Mientras tanto, mi corazón late con fuerza, suplicando que
lo rompan. Sólo hazlo, él lo va a romper de todas formas porque eso es
lo que hace. Maddox lo descuartiza cada puta vez, pero no lo vuelve a
armar después. Deja los restos de mi corazón en exhibición para que
todos los vean, sólo para que él pueda decir: "Yo hice eso. Ella es mía".
Su manera de poseerme es rompiéndome.
—Yo... —Por el amor de Dios, Amethyst.
Su mano viene a mi pecho—. ¿Por qué carajo no viniste a mí si me
querías tanto? —rompe mi sostén, su pulgar patinando sobre mi pezón
hinchado—. ¿Pensabas en mí cada vez que él te follaba?
Sus labios se ciernen sobre los míos, su aliento cae sobre mi mejilla
—. Respóndeme, Rosé... —La punta de su nariz se desliza sobre la mía
—. ¿Pensabas en mí cada vez que él hacía esto? —se frota contra mí, tan
fuerte.
—Joder —susurro, mis ojos rodando hacia atrás. Me pellizca el
pezón, el límite del dolor y el placer empieza a temblar como siempre lo
hace en la cama con él.
—¿Qué hay de esto? —Me lame la mandíbula y luego me pasa la
lengua por la garganta. Me muerdo el labio para dejar de gemir.
Luego su dedo se mete en el borde de mis bragas de encaje, su
nudillo desnudo deslizándose contra mi clítoris. Su dedo se hunde
dentro de mí y me aprieto alrededor de él.
Lo saca y lo lleva a mi boca—. Chupa.
Lo hago, abriendo la boca y chupándome de su dedo. Metal líquido
se desliza por mi garganta y mis ojos se abren, contando las fechas en
las que podría tener mi período.
Él se ríe entre dientes. No fue una risa agradable. Fue oscura y
burlona—. Esa no eres tú, Rosé —entonces desliza su dedo fuera de mi
boca—. Esa es tu venganza. ¿La sangre de Travis? Eso debería
enfermarme, pero no lo hace. Mi cuerpo está en llamas y todo el sur
está gritando para ser tocado, follado y arruinado.
—Cógeme —susurro, estirándome por su boca. Quiero besarlo.
Quiero que me bese. Lo necesito como si necesito el aire.
Se ríe de nuevo, apoyándose sobre un codo y haciendo su camino
de regreso al pie de la cama. Se pone de pie, quitándose la camisa.
Quiero llorar, así de sexy se ve, aunque no lo vea tan bien.
—Por mucho que me duela la verga por ver que pierdes el control
debajo de mí, no. Has sido una malcriada y necesitas ser castigada.
—¡Entonces castígame! —Grito, un poco demasiado alto. Espero
que las paredes de Leila sean gruesas. Probaré mi lado suave, sé cuánto
le gusta eso.
Gateo hacia él, alcanzando la hebilla de su cinturón y tirando de
ella. Él no me detiene—. Castígueme de la manera que sé que puedes,
Maddox —Mi dedo se mete bajo la cintura de sus jeans y jalo. Él sigue
como una estatua. Ojalá pudiera ver su cara ahora mismo. Apuesto a
que esa mandíbula es de piedra—. Haz que me duela. Córtame y
rómpeme, y luego sana mis heridas.
Gruñe, y luego me empuja de nuevo a la cama, rasgando mi sostén
y mis bragas. Mi pelo se extiende por todas partes. Él tira del cinturón
de sus jeans, doblándolo. Se escucha una fuerte bofetada, y luego
silencio. Mierda.
—Date la vuelta.
Trago.
—Ahora, Amethyst o lo doblaré.
Me doy vuelta, poniendo mi trasero en el aire. Me presiona la parte
baja de la espalda hasta que estoy en un arco perfecto. Luego azota el
cinturón mi nalga—. ¿A quién perteneces?
—¡Ay! —Grito, mi cara arrugada de dolor.
Azote—. ¿Quién, Amethyst?
Azote.
—¡Tú! —Grito en la almohada.
Azote—. Di mi nombre.
—Maddox Stone —sollozo, saboreando el aguijón que ahora está
viajando hacia mi apertura. Mete su dedo dentro de mí y lo rota—. Aun
así, voy a castigarte, bebé. Sólo que de una manera diferente —Toma su
teléfono y luego la escena se repite de nuevo. Lo pone debajo de mi
cara, así que lo miro directamente. Aprieto las sábanas.
—¿Quién es tu dueño, Amethyst? Mía.
Aprieto las sábanas con más fuerza, queriendo que el video se
detenga.
La lengua de Maddox se desliza dentro de mí por detrás, su pulgar
presionando mi clítoris. Placer, dolor y tristeza consumiéndome.
—¿Por qué estás haciendo esto? —chillo, frotándome contra su
boca, pero viendo mientras mis lágrimas caen en la pantalla de su
teléfono. Gotas de lágrimas se derraman sobre partes del video.
Él no responde.
Mi centro se contrae, mis abdominales se tensan. Se encienden
chispas detrás de mis ojos y pierdo la batalla, mis piernas tiemblan
mientras el placer me recorre. Mi cuerpo se sacude durante mi caída. El
video sigue en marcha. Cuando Maddox me llena, se está
reproduciendo. Cuando sale y se me mete en mí, oigo la voz de Travis.
Cuando me deshago de nuevo, me escucho decir "Maddox Stone" en el
video. Cuando Maddox me golpea implacablemente, el video se repite.
Cuando me folla hasta que estallo de nuevo, escucho "¿Quién es el dueño
de este coño?”
Grito—: ¡Maddox puto Stone! —Mientras él me libera y yo a él, por
cuarta vez. Caemos sobre las sábanas, ambos mojados y jadeando. El
video se reproduce de nuevo, pero Maddox lo recoge y lo lanza hacia la
ventana, y se rompe.
Me encojo.
Me atrae a sus brazos, envolviéndome. Los dos seguimos
intentando recuperar el aliento cuando bostezo contra su duro pecho.
—¿Por qué no me lo dijiste? —pregunta sin aliento. No estoy
segura de si me lo pregunta a mí o a sí mismo, pero yo respondo.
—No pude. ¿Por qué te sorprendes, Maddox? Sabías cómo era
entre tú y yo. ¿Por qué estás sorprendido?
—Oh, no estoy sorprendido —dice, rodando sobre mí. Su cuerpo
está presionando el mío en el colchón, su pene yendo a mi abertura.
Estoy tan cansada, mi cuerpo está tan agotado, pero con él allí de nuevo,
mi cuerpo se ilumina como el cuatro de julio.
Sus labios se acercan a los míos—. ¿Me amas? —pregunta a través
de un susurro, sus labios rozando los míos.
—Sí —respondo con sinceridad—. Nunca dejé de hacerlo.
Él gime, hundiéndose dentro de mí. Se desliza dentro de mí
suavemente y luego se retira. Finalmente, me besa, y es el mejor beso
que he tenido. Su lengua se desliza dentro de mi boca y yo gimo
suavemente, mis dedos van a la parte posterior de su cabeza. Tiro de su
pelo suavemente, frotándome contra sus movimientos. Nunca
rompemos el beso. Nuestros labios manteniéndose enganchados todo
el tiempo. Me coge lenta y sensualmente. Su lengua deslizándose hacia
adentro y hacia afuera contra la mía en movimientos carnales. Sudor se
frota entre nuestros cuerpos con cada balanceo, su hueso pélvico
aplastando mi clítoris. Rodea mis caderas mientras nuestros besos se
vuelven descuidados. Nuestras lenguas y labios chocan entre sí en un
desesperado intento de obtener lo máximo posible del otro. Llego a mi
cima y me suelto, mi cuerpo ahora adolorido mientras me sacudo a
través de mi caída. Él me sigue, su verga palpitando dentro de mí
mientras él se libera.
Se derrumba sobre mí, besando mi frente y rodando, tirando de mí
a su pecho otra vez.
—Lo mismo digo, bebé.
Capítulo 33

No había pensado mucho en mis acciones en los últimos días, pero eso
no es nada nuevo. Nunca lo hacía cuando se trataba de Amethyst, pero
incluso yo admitiré que no fue inteligente. Sabiendo que tenía una pelea
próxima por el título, no necesitaba arriesgar mi reputación llevándome
a mí y a algunos de mis chicos a L.A. para darle una paliza a un puto
cabroncito que pretendía herir a la única chica que realmente ha
signi icado algo para mí, aparte de Ken. Vi el video cuando estaba
entrenando y lo perdí. Los chicos ya estaban allí conmigo, calentando.
Fuimos directamente a la pista de aterrizaje y fue hora de jugar. Nos
llevó unos diez segundos averiguar dónde estaba Travis. Dicen que el
dinero no puede comprar la felicidad, pero es una mentira que los
cabrones en quiebra les cuentan a otros cabrones en quiebra. El dinero
sí puede comprarte lo que necesites, pero es el intelecto común el que
no puede comprarte. Por ejemplo, no ser un puto. El dinero no te
convierte en un pedazo de mierda. Si eres una mierda cuando tienes
dinero, entonces eres una mierda cuando no lo tienes. Lo que hizo fue
comprarme su dirección.
Llegué ahí con Travis vomitando odio hacia Amethyst. Parecía un
puto desastre. Piel pálida, círculos morados bajo los ojos, pelo largo y
raído, brazos pequeños y lacos. No quería hacerle daño, pero entonces
dijo algo tonto y no sé, mi puño voló y se conectó con su mandíbula.
Tronó.
Sabía que la rompí de un solo golpe, pero no pude parar. Destellos
de él follando a Amethyst se repetían en mi cerebro. Destellos de él la
última vez que la vi a ella cuando estaba embarazada. Diciéndome que
me fuera. Me desquité con él con cada golpe, y antes de darme cuenta,
estaba mojado con su sangre y los policías estaban allí. Él está en coma
ahora mismo, lo que ha retrasado mi pelea. Pensé que la gente se
enojaría, pero supongo que los rumores han empezado a circular y mi
equipo de relaciones públicas ha empezado a hacer de todo esto un día
de campo.
A los fans les encanta, es como una puta historia moderna de
Romeo y Julieta, sólo que nadie se está muriendo porque no lo
permitiré. La gente se está preguntando cuál es la conexión entre
Amethyst Tatum y Maddox Stone, y luego inventando sus propias
historias. También han circulado fotos en línea de ella y yo cuando
estábamos en la universidad, luego hay más artículos sobre su mamá y
mi papá. Todo es un puto desastre, pero no voy a arreglarlo. Mi vida
personal es mi puta vida personal, no le debo a nadie ninguna
explicación, especialmente cuando se trata de Ame.
Cierro de golpe la puerta de mi casa, y me dirijo directamente al
refrigerador. Dejé la casa de Leila y Wolf temprano esta mañana,
necesitando reunir mis pensamientos. No quiero ir por este camino con
ella de nuevo a menos que el camino sea interminable. No haré desvíos
o putos callejones sin salida con ella... no otra vez. Si esto no es así,
nunca lo haré con ella de nuevo, así que estoy indeciso de saltar a
cualquier cosa con ella. La última vez fui con todo, ella jodidamente se
calló cuando debería haber hablado conmigo primero.
Estoy sacando toda la mierda que necesito para mi batido de
proteínas cuando mi teléfono empieza a sonar en mi bolsillo. Arrojo las
espinacas y los plátanos a la barra y luego lo alcanzo, desbloqueando—.
Yo.
—Maddox, necesito que no te metas en ningún problema ahora
mismo, ¿me entiendes? —grita Stacey en el teléfono, lo aparto y pongo
el altavoz.
—Sí, lo tengo —respondo, poniendo mi teléfono en la barra.
—Sé que lo tienes, ¿pero ha penetrado? O sea, realmente se iltró
ese grande cerebro tuyo, porque sé que no eres estúpido, Maddox —
parece que está sin aliento, y usó mi nombre completo. Está
encabronada.
Mis ojos se estrechan—. ¿Qué estás haciendo?
Exhala fuertemente—. Yo... estoy... —el timbre suena—, en tu casa.
Le cuelgo el teléfono. Por supuesto que está aquí.
Abro la puerta delantera y me doy la vuelta para ir a la cocina. Ella
cierra la puerta detrás de sí misma—. Mad, lo entiendo, de verdad, pero
no puedes seguir haciéndome esto. Estoy cansada. ¿Okay? Estoy
cansada, y sólo soy... Dios mío, ¿qué carajos estás haciendo? —hace un
gesto hacia mi batido.
—Mi batido, y lo sé, Stace. Con ía en mí. Yo sólo, estoy toda jodido
en este momento.
—Esta perra. ¡Siempre tiene todo jodido! —ella lanza sus manos al
aire en frustración.
Me río entre dientes, tomando mi batido y limpiándome la mierda
de la parte superior de mi labio—. Stace, eres una chica genial, y haces
mucho por mí, pero si te re ieres a ella como 'perra' otra vez, limpiaré
mis pisos con tu sangre. ¿Entendiste?
Pone los ojos en blanco, sacando un taburete—. Bien.
Sí, Stacey es mi ex, pero ella y yo terminamos hace mucho tiempo.
Mucho antes de que Amethyst volviera a la escena la primera vez. Sólo
que a Stace le tomó un poco más de tiempo darse cuenta. Aunque ahora
no hay líneas borrosas. Ella sabe dónde está su lugar, y ese no está ni
cerca de mi verga. También está casada y tiene un hijo ahora. Ben, es
jodidamente lindo. Kennedy se esponja alrededor de él como una mamá
gallina, y siempre me pregunta cuándo va a tener un hermanito. El
esposo de Stace es un buen tipo. Es todo lo contrario a ella. Donde ella
es ruidosa y molesta, él es callado y tranquilo. Lo siento por el tipo. Ella
lleva los pantalones en su matrimonio, pero se ve el amor que se tienen
el uno al otro.
—Okay, entonces, no creo que necesitemos hacer una
declaración todavía. Haré una mañana, pero hasta entonces, podemos
dejarlo tranquilo. Tus seguidores han aumentado otros cien mil en
Instagram y estás actualmente en tendencia en Twitter — continúa,
pero la desconecto. Me importa un carajo la presencia en línea, lo sabe.
Ella es todo "es el camino del futuro", y es demasiado agotador decirle
que se calle, así que la dejo que se vaya volando en sus desvaríos. Con
un asentimiento y un "mmhmm" casual, casi siempre piensa que estoy
escu—
—¡Maddox! ¿Estabas escuchando?
—¿Hmm? ¿Sí? ¿Por qué?
Su cara se vuelve plana.
Mi teléfono suena y lo tomo, agradecido por la distracción. No miro
quién llama.
—¿Qué onda?
Le guiño el ojo a Stace.
Ella me muestra el dedo medio—. Jódete.
Toco mi corazón ingiendo dolor—. Me hieres bebé, lo haces.
—Bien.
—¿Hola? —vuelvo a responder, pero la línea se corta. Qué carajo.
Miro el identi icador de llamadas y veo el número de Amethyst, así que
la llamo. Ella responde al tercer timbre.
—¡Hey! —suena demasiado feliz. Algo está mal.
—¿Por qué carajo me colgaste?
—Cielos, Maddox, ¿cuándo te volviste tan malhumorado?
—Alrededor del tiempo en que me dejaste por el papá de tu bebé.
Silencio—. Auch.
—¿Eso dolió?
—Sí.
—Bien, porque sólo estoy calentando.
—Creo que te llamaré cuando estés de mejor humor.
Me alejo de la barra y tomo un trago de mi batido—. Cuélgame y
usaré un palo la próxima vez, y créeme, hay otras formas de usar uno
que no sean golpearte el trasero con él...
—¿Sí? —puedo oír el humor en su tono y cada músculo dentro de
mí se a loja ligeramente—. ¿Quién dijo que te iba a dar una segunda
vez?
Me río—. ¿Quién dijo que te follaría?
—Oh, Jesucristo —Stacey se masajea las sienes.
Me chupo el pulgar y lo trazo por mi estómago, guiñándole un ojo.
Stace arruga su cara y señala su anillo, luego la murmura—.
¡Casada!
Agarro mi paquete y gesticulo con la boca—: Tiene dueña.
Stace se ruboriza. No estoy mintiendo, Amethyst es dueña de mi
mierda. Siempre lo ha sido, pero eso no me impedirá alejarme de ella
otra vez sí creo que va a hacerme perder el tiempo. La quiero más de lo
que nunca he querido o necesitado nada, pero también soy jodidamente
terco.
—¿Quién está ahí? —pregunta Ame casualmente, obviamente
percibiendo que estoy siendo distraído.
—¿Eh? Oh, Stacey. La recuerdas, ¿verdad? Dijiste que era una perra.
Stace se endereza en su silla, su cara se endurece por la ofensa—.
Diiiscuuulpa, pero—
Me río—. Cállate, Stace, estoy bromeando. Vete a casa con tu
marido y Ben, yo me encargo de esto.
Amethyst está callada en el otro extremo. Probablemente esté
enfurruñada porque no sabe lo de Stacey.
Stace recoge su mierda y me da una mirada más antes de irse. Una
vez que la puerta está cerrada, suspiro suavemente, agarrando mi
teléfono.
—Bebé...
—¿Hmmm? —dice Amethyst.
—Deja de pensar.
—Maddox, ya ni siquiera te conozco.
Me río, apretando los dientes. Eso me jode—. Ame, eres la única
persona que camina por esta tierra que me conoce de verdad, así que
cierra la puta boca porque estás empezando a encabronarme.
Silencio.
Exhalo—. Ven.
Se aclara la garganta—. Realmente no quiero hacerlo.
—Ven.
—Debería estar preparándome para volver con L—
—¿Amethyst?
—¿Sí? —responde en voz baja.
—Ven.
Ella suspira—. Okay, envíame tu dirección.
Capítulo 34

—No creo que deba... —anuncio en voz alta, caminando de un lado a


otro en la sala de estar. Estoy paseando, indecisa sobre qué hacer. Miro
mi bolsa, me quito el pelo largo de mi cara, y luego miro de vuelta a
Leila y Wolf. Talon tuvo que irse temprano con Liza, algo acerca de ellos
discutiendo. No sé mucho sobre Liza o su familia, lo cual es extraño
considerando que ella siempre ha estado ahí. Me pregunto si Leila sabe
mucho sobre ella. Concéntrate.
Leila se mueve en el sofá—. Escucha, creo que deberías ir...
Hago una pausa—. Lei, ¡mira mi cuerpo! Anoche fue... fue —me
detengo, buscando las palabras adecuadas—. Fue tan jodido que ni
siquiera puedo formar las palabras correctas. Estoy adolorida, no
puedo caminar porque mi vagina se siente como si se me fuera a caer,
mis nalgas están en llamas, tengo moretones en todos mis brazos y
cuello, pero ¿quieres saber cuál es la peor parte?
—No —Wolf responde instantáneamente poniéndose de pie—.
Jodidamente no.
—¿Qué? —dice Leila, inclinando la cabeza.
—Es lo que le hizo a mi cabeza. ¡Distorsionó mi mente tanto como
a mi cuerpo, Lei!
—Por el amor de Dios, necesitamos algunos límites en esta familia
—Wolf sale corriendo de la habitación, pero ambas lo ignoramos.
—Amethyst —Leila se pone de pie y camina lentamente hacia mí.
Sus manos se acercan a mis hombros y dejo que mis ojos se desvíen
hacia la ventana del piso al techo que muestra la ciudad de Nueva York
—. Voy a hacerte esta pregunta, y tienes que responderla.
—Okay —miro hacia atrás a la chimenea y observo como las llamas
calientes se agitan en un intento de crear calor.
—¿Quieres estar con Maddox?
Instantáneamente—. Sí, pero es complicado.
Ella sacude la cabeza—. Realmente no lo es. Lo estás complicando
con tu ansiedad, nada más. Ve a verlo. Dale una oportunidad, los dos
dense una oportunidad. Por el amor de Dios, eso haría nuestras vidas
más sencillas —se sienta en el sofá y se masajea las sienes—. Stacey es
su jefa de relaciones públicas y marketing. Está felizmente casada con
su encantador esposo y tienen un hijo muy lindo llamado Ben. Maddox
la contrató por, bueno, quién es como persona y conocía a Maddox. De
alguna manera con ía en ella. Ve y habla con él. Se lo debes a ambos.

Dejo la casa, tomando un Uber a la dirección que me envió Maddox.


Le envié un breve mensaje a mi mamá para ver si quería ponerse al día
mientras estaba de vuelta, pero ella y Elliot se fueron de la ciudad
después de pagar la ianza de Maddox. Le dije que la vería una vez que
resolviera lo de Maddox y el asunto del video sexual. Gente está a punto
de ser demandada, eso lo sé. Salgo del coche y cierro la puerta. Él vive
en Long Island, que está aún más lejos de mi mamá y Elliot, pero cerca
de Wolf y Leila. Es todo vidrio moderno con barandas de madera. Grita
casa de playa ejecutiva. Puedo oler la sal húmeda en el aire y oír el
estruendo de las olas, así que supongo que es una casa de playa. Voy a la
puerta, pero se abre antes de que yo llegue. Maddox sonríe,
inspeccionándome de cerca. Parece más grande pero más delgado,
entonces recuerdo su pelea que se supone que será en un par de
semanas.
—Hola —digo, metiendo mi pelo rosado detrás de mi oreja. Me
siento minúscula comparada con su casa y con él, pero eso no es nada
nuevo.
—Hola, bebé, entra —su mano se acerca a la mía y me jala dentro,
cerrando la puerta en cuanto estoy dentro. Una escalera de caracol está
a la izquierda, la barandilla tejida con intrincados remolinos. Las
paredes están desnudas, no hay obras de arte en ellas. Hay muebles
perezosamente puestos con sábanas blancas cubriéndolos. Esta casa
carece del toque hogareño. Aunque todas las paredes son de cristal, con
la playa directamente como patio delantero, el aire es cálido.
—Es sólo una de mis casas. Compré esta para los viajes a casa. Vivo
en Las Vegas a tiempo completo. Cass y Ken también viven allí —
desaparece en la cocina.
Quiero decir que lo sé, pero no. Pondré eso en la caja junto con la
forma en que Travis nos grabó teniendo sexo sin mi conocimiento. La
caja llevará la etiqueta “Cosas que harán explotar a Maddox. Manejar
con precaución.”
Regresa con un par de copas, y luego hace un gesto hacia otra
habitación. Lo sigo hacia el área de estar, mi atención va hacia el techo
—. Es...
—Vacío —termina por mí, entregándome una copa de vino tinto.
Sonrío—. Sí —luego me siento en el gran sofá—. Entonces, ¿alguna
razón en particular por la que querías verme?
—Sí —dice Maddox, sentándose a mi lado. Lleva una sudadera gris
suelta y nada más. La banda de sus Calvin atada a su cintura está
provocándome. Los tatuajes provocándome. La argolla en la nariz...
podría continuar. Debe quitárselo durante las peleas—. Voy a necesitar
que te sientes en mi verga otra vez, Rosé...
Mis ojos se encuentran con los suyos.
Se ríe a carcajadas, envolviendo su brazo alrededor de mí y me
lleva a su pecho. Bebo mi vino y cuento hasta diez.
—Estoy bromeando —me besa la parte superior de la cabeza—.
Algo así.
Lo empujo, quitándome los tenis y doblo mis piernas bajo mi
trasero—. Estoy un poco enojada contigo.
—Bueno, eso es lindo, nena, pero yo estoy realmente jodidamente
enojado contigo, así que... —se pone de pie, pone su copa en la mesita y
desaparece en la cocina. Rápidamente miro alrededor para ver todo lo
que puedo. Pero no hay nada. Casi todo parece estar todavía en cajas.
—¿Vas a desempacar aquí en algún momento?
Vuelve con una caja de donas. Yo sonrío, mi corazón apretándose
en mi pecho.
Pone la caja entre nosotros y se sienta de nuevo—. ¿Cómo puedes
estar enojada conmigo ahora? Te compré donas.
Escondo mi sonrisa detrás de mi hombro—. ¿Tiramisú?
Él me mira, un hoyuelo hundiéndose en una mejilla con su media
sonrisa. Maldita sea—. Ya sabes —se lame el labio.
Saco una y la muerdo—. Mmm —me chupo la crema del dedo—.
¿Estás a punto de decirme que te casaste otra vez?
Se ríe, sorbiendo su bebida—. Nah, nena. De ninguna manera.
—Entonces, ¿qué? ¿Cuál es tu historia?
—¿Te re ieres a cuál es mi historia desde la última vez que nos
vimos? ¿No ves la televisión o, no lo sé, entras a Instagram?
—Oh, sí —digo, dando otra mordida y masticando lentamente—.
Simplemente no entro ahí por ti.
—Auuuccchhh —vuelve a sonreír—. No mucho, Rosé. Ken ocupa la
mayor parte de mi tiempo cuando no estoy entrenando o dirigiendo los
negocios que tengo.
—¿Oh? —digo interesada, recargándome en el sofá y poniendo la
dona de nuevo en la caja. Voy a chuparme el pulgar, pero él me arrebata
la mano antes de que pueda hacerlo.
—Haz esa mierda otra vez y nuestra conversación habrá terminado
—luego envuelve sus labios alrededor de mi pulgar, su lengua
golpeando la palma de éste. Sonríe, sus ojos se encuentran con los míos.
Mis labios se separan, mi respiración es super icial. Chupa la crema y
luego me muerde el dedo en su retirada—. Continúa —toma otro sorbo
de su Whisky como si no me hubiera volado la mente. O mis ovarios.
Todavía estoy tratando de reunir mi ingenio de la explosión dentro
de mi vagina cuando aclaro mi garganta—. Ah —Joder. ¿Por qué este
tonto siempre tiene una manera de hacerme sentir como una
adolescente de nuevo?—. Em, no sabía que tenías un negocio
—Siempre he tenido a Dutch.
—Espera —sacudo la cabeza y pongo mi copa de vino en la mesa
de café—. ¿Eres el dueño de Dutch? —recuerdo la cabaña del
restaurante al que me llevó. Aunque no sabía que era suya.
Asiente—. Sí, lo soy. Era de mi mamá y cuando murió, papá quiso
venderla. Le rogué que no lo hiciera cuando era pequeño, y que se la
compraría cuando tuviera edad su iciente. Wolf y Talon no querían
tener nada que ver con eso. Los recuerdos que tenemos ahí son crudos,
y odio ir ahí, pero la conservé por ella, a diferencia del resto de las
perras de mi familia.
—Me encantó ese lugar —susurro—. No pensé que estuvieras
incómodo cuando estábamos allí, Maddox.
Sacude la cabeza—. Ame, las cosas no son iguales cuando estás
cerca. Puedo manejar cualquier cosa.
Miro la cadena de oro que tiene alrededor de su cuello. La cadena
que me robó hace tantos años—. ¿Y todavía llevas mi cadena?
—Nunca me la quito. Siempre está alrededor de mi cuello cuando
no estoy peleando, ya sea debajo de mi camisa o no —responde con
suavidad—. ¿Quieres dar una vuelta por la casa?
Sacudo la cabeza—. No. Yo como que...
Me jala a su regazo, así que me pongo a horcajadas sobre él, luego
entierra su mano en mi pelo y jala de él, forzando mi cabeza hacia atrás.
Me lame el cuello—. Espero que tus próximas palabras sean quiero
follar...
Gimo—. Sí, sí —sólo que no le he dicho que me voy a ir para volver
a Los Ángeles mañana.
Capítulo 35

Cuando descubrí que estaba embarazada, estaba horrorizada. No


porque Jonah y yo fuéramos a tener un bebé. No era eso, aunque en
parte era por eso por lo que estaba aterrorizada. Éramos amigos.
Mejores amigos. Que se emborracharon mucho una noche, decidieron
ser la primera vez del otro, y para mi suerte, quedé embarazada. A los
dieciséis años. En ese entonces, eso fue aterrador, pero aun así no lo fue.
Cuando nació Amethyst, me robó el corazón, y el de Jonah.
Estábamos tan as ixiados por su amor que decidimos alejarla de mi
familia y llevarla a un lugar fresco, entonces nos mudamos a
Washington. Pensé que era un área lo su icientemente segura y lo
su icientemente lejos de mi familia y la mayoría de sus conexiones.
Amethyst tenía dos años cuando mi madre trató de interferir cuando
nos encontró. Verán, me crie en un club de motociclistas. Mi familia no
era solo de sangre, y seguro como el in ierno que la derramamos. Yo no
quería a Amethyst cerca de esa vida. Así que la alejé de todos y
empezamos de nuevo. Me esforcé al máximo para que Amethyst eligiera
una universidad diferente. Me mudé otra vez a Nueva York bastante
pronto y abrí mi librería cuando Amethyst tenía alrededor de cuatro
años, sólo con el único propósito de vigilar más de cerca a mi madre.
Pero Amethyst se mantuvo irme en su deseo de ir a Columbia, y su
padre y yo no somos el tipo de personas que rechazan algo que ella
quiere. Nunca pidió nada, nunca esperó nada. Nunca fue una niña mala,
así que sentimos que le debíamos permitir ir a Columbia, aunque
ambos conocíamos los peligros de ello. Elliot era el mejor amigo de
Jonah en la escuela. Él y yo tuvimos una larga historia mientras
crecíamos, así que supe que él estaba aquí cuando me mudé. Sabía que
estaba casado con los chicos, pero, aun así, seguimos con nuestra
aventura. Me reunía con él todos los jueves a las cinco en Krispy Kreme
para que me pusiera al día sobre mi mamá y el club Satan’s Angel’s.
Elliot dirigía esta ciudad, sabía quién entraba y quién salía. No se le
pasaba nada.
Amethyst no sabe nada de mi familia. El único recuerdo que tiene
es de cuando mi madre la llevó a un parque y la dejó allí. Bueno, esa es
la historia que le contamos.
Necesitaba guardar este secreto.
Amethyst ha llegado tan lejos sin saberlo. Porque si ella se entera
de lo que pasó ese día, entonces va a descubrir lo más grande que le he
ocultado y me arriesgo a perderla para siempre.
—Jessica —Liza entra en la cocina, dándome su celular—. No sé
cuánto tiempo tenemos.
Me aclaro la garganta—. ¿Qué quieres decir?
—Quiero decir —dice Liza, metiendo su pelo rubio detrás de su
oreja. Dios, ella era hermosa—. Ella está en camino.
Capítulo 36

Estiro los brazos, tratando de no despertar a Maddox. Agarrando mi


teléfono, reviso la hora. Pasadas de la una de la mañana, debería irme,
pero no quiero. Quiero esto con él.
Miro alrededor de la habitación, y aunque está vacía con sólo el
colchón gigante que dejamos caer en medio del suelo con unas cuantas
sábanas, se sentía llena porque estaba con él. Él está aquí. Entierro la
cara en mis manos. ¿Qué coño voy a hacer?
Me levanto del colchón y me dirijo al pequeño patio que cuelga de
la habitación, deslizando silenciosamente la puerta para cerrarla detrás
de mí. Aspiro el aire salado fresco, agarrando la barandilla. Mi pelo lota
en el viento mientras las furiosas olas del océano se estrellan contra la
pesada arena.
—¿Estás bien? —su voz me saca de mi paz, y yo sonrío.
—Sí.
Miro hacia el océano, viendo las olas golpeando la arena. Es
terapéutico, y una de las muchas razones por las que amé los
Hamptons, aunque también amo Long Island.
Me enjaula por detrás, con un brazo a cada lado. Se inclina hacia
abajo y me besa un lado de mi cuello—. ¿En qué estás pensando?
—Estoy pensando que tengo que enfrentar las cosas en LA. Tengo
que hacer algo con este video sexual.
Se queda quieto, luego sus manos se acercan a mis caderas y me
hace girar para enfrentarlo.
Su dedo índice se engancha bajo mi barbilla, inclinando mi cabeza
hacia arriba—. Dime lo que quieres que suceda, y estará hecho, bebé.
—No —sacudo la cabeza, tragando más allá del miedo que me
obstruye la garganta—. No quiero que te involucres en esto, Maddox.
Tienes tu propia carrera.
—A la mierda mi carrera.
Alejo mi cabeza de su agarre, pero sus dedos me aprietan la
barbilla y devuelve mi cara a la suya. Se inclina hacia abajo, sus labios
rozando los míos—. Lo digo jodidamente en serio, Amethyst. Si me
necesitas, A la mierda todo y todos.
Me concentro en él, toda mi atención sólo en él. La gente siempre
dijo que podía manejarlo. Que yo era la única chica en la tierra que
sabía cómo manejar a Maddox Stone, pero eso era una mentira. No
sabía qué carajo estaba haciendo. Me aterrorizaba. Su lealtad hacia mí
me asustaba, porque sabía sin ninguna duda que mataría y moriría por
mí. ¿Cómo pueden las chicas querer eso? Es demasiada responsabilidad
para mí. Eso signi ica que sin que yo lo quiera, él podría ir y hacer algo
tonto y no hay nada que yo pueda hacer al respecto. Así que, en esencia,
yo no tenía control sobre él.
Me lamo los labios—. No quiero que hagas eso por mí, Maddox.
Puedo manejar esto por mi cuenta. Tengo un equipo de gente que
puede manejar todo esto profesionalmente.
Hace una pausa, su mandíbula se tensa. Ahora, ¿qué he hecho para
enojarlo?—. Sé que no tengo que preguntarte esto, pero por mi
tranquilidad, ¿qué vas a hacer exactamente al respecto?
Mis ojos se estrechan—. Bueno, no voy a venderlo a una compañía
de porno, ¡si eso es lo que piensas! —espeto, cruzando mis brazos
delante de mí—. Primero, voy a demandarlo. Luego supongo que me iré
de allí después de hablar con mi abogado.
—¿Demandarlo? Bebé, no puedes. Quiero decir, lo que hizo no fue
ético, pero no puedes demandarlo por liberarlo. Permitirle hacer un
video fue como irmar tu derecho a hacerlo. Supongo que puedes enviar
DMCA a todos los sitios web que lo tengan, ¿pero demandarlo?
—Esa es la cosa... —digo, apretando los dientes e incapaz de
mirarlo a los ojos—. No se lo permití.
Silencio. Entonces su mano viene a mi barbilla de nuevo, forzando
mis ojos a los suyos—. ¿Qué?
Suspiro—. No sabía que me estaba grabando. Estaba drogada,
Maddox. Drogas fuertes. Estaba en un lugar oscuro. Después de que
rompimos, estuve jodida por un tiempo. Más de lo que quiero admitir.
Cuando conocí a Travis, me zambullí directamente en él. Esnifé las
drogas, inhalé la hierba y bebí todo el alcohol. No era una buena
persona. Esa noche, habíamos aspirado líneas, habíamos fumado pipa y
habíamos estado bebiendo desde la hora del almuerzo ese día. Hicimos
un estúpido trío —me limpio las lágrimas de los ojos, cerrándolos de
golpe. No quiero mirarlo, no podría soportar la forma en que Maddox
me estará mirando ahora mismo—. Subimos a su habitación y no podía
ver bien. Dios —abro los ojos, mirándolo ijamente—. No podía oír
nada, no podía ver, no podía sentir. Pensé que iba a morir, así de
drogada estaba. No recuerdo ese video.
Maddox agacha la cabeza, inclinándose hacia atrás y agarrándose a
la barandilla del porche. Sus hombros suben y bajan, su respiración es
pesada.
—¿Maddox?
Sacude la cabeza, todavía sin mirarme.
Lo he decepcionado. Mi corazón se rompe—. Saldré por mi cuenta.
Voy a irme, pero él se para, sus manos se acercan a la parte
posterior de mis muslos y me levanta del suelo. Lo envuelvo con mis
piernas, y es entonces cuando veo su cara. Sus ojos son salvajes,
frenéticos. Negros y dilatados.
—¿Ves esto? —dice Maddox, sus fosas nasales ensanchadas. Joder,
está enojado—. Tú me haces esto, Amethyst. ¡Me vuelves jodidamente
loco! —me lleva de nuevo a la habitación, cerrando la puerta corrediza
de una patada. Me arroja sobre el colchón y se tira detrás de mí.
Me jala a sus brazos—. Lo mataré.
—No, Maddox —me giro para enfrentarlo, subiendo mi pierna a su
cadera. Presiono mi palma contra su cara—. ¡Lo digo en serio!
Deja salir un fuerte y largo gruñido, luego me aleja de él y golpea su
puño en el colchón. No me inmuto, de ninguna manera me inmuto.
Con ío en este hombre con mi vida. Incluso cuando está muy enojado,
sé que pre iere cortarse su huevo izquierdo que hacerme sentir
insegura.
Bueno, tal vez no su huevo, pero, o sea, su brazo o algo así.
—Joder, Amethyst. Lo que me estás pidiendo no es razonable.
Me giro para enfrentarlo—. No, no lo es. Y, de todos modos, voy a
volver para resolverlo todo mañana.
Capítulo 37

La mañana siguiente, estoy recogiendo toda mi ropa de la casa de


Maddox cuando mi teléfono empieza a sonar en mi bolsillo. Maddox se
tuvo que ir temprano esta mañana para algo, pero dijo que estaría de
vuelta para llevarme al aeropuerto. Tuve que detenerlo ísicamente de
venir conmigo y decirle que él y Ken podían venir a visitarme los ines
de semana. Él aceptó luego de que yo había aceptado tomar su jet.
Respondo la llamada—. ¿Sí?
—Hola, pues hablé con los abogados, y dijeron que aparte del
Digital Mellennium Copyright Act, y otras leyes que pueden ayudar a
bajar los videos de las páginas web, también podemos demandarlo por
daños en humillación, avergonzamiento, angustia emocional e invasión
de la privacidad, pero —ella toma una respiración profunda y exhala—,
algo real y jodidamente extraño pasó.
—¿Okay? —respondo, dejando mis bolsos cerca de la puerta de
entrada.
—Bueno, Travis despertó del coma anoche y dijo que va a dirigirte
una disculpa formal y ya ha bajado los videos de Internet. Ahora,
todavía puedes demandarlo por todas las otras cosas, pero—
Me detengo—. ¿Qué?
—Lo sé, ¿verdad? Dijo que obtuvo lo que quería. Su intención se ha
cumplido.
—¿Qué diablos quiere decir eso?
Ella chi la, y entonces respira en el teléfono—. No tengo idea, pero
Amethyst, él es un bicho raro y uno espeluznante. Te sugeriría que te
mantengas alejada de él.
—Entendido —digo ausente, colgándole.
Nada de esto tiene sentido. Voy a la cocina y me pongo a hacer café.
¿Por qué de repente él retiraría todo luego de causar un puto
espectáculo de mierda? ¿Cuál era su intención? ¿Hacerme daño?
¿Hacerle daño a Maddox? No, tiene que ser más que eso, O quizá le
estoy dando a Travis demasiado crédito. Él no es tan inteligente.

Maddox viene a casa y pone mis bolsos en su Phantom.


—Tienes un auto de la ma ia… —lo molesto, tomando el asiento del
pasajero.
—Poseo muchos autos, bebé.
—Claro que lo haces.
Me abrocho el cinturón y espero hasta que está en el asiento del
conductor. Me giro para enfrentarlo—. Oye, Alesha, es mi abogada, me
llamó mientras no estabas. Dijo que Travis despertó anoche y está
retirando todo. Ha hecho que lo saquen de la red, aunque ambos
sepamos que siempre habrá algo en algún lugar, pero me va a dirigir
una disculpa formal.
La cabeza de Maddox se inclina mientras nos conduce a la
autopista—. ¿A qué coño está jugando?
Su mandíbula se contrae.
Me detengo, encendiendo la radio. “Glycerine” de Bush empieza a
sonar y subo el volumen. Amo esta canción. Su voz me recuerda a Kurt
Cobain. No le diré eso a Maddox, sin duda se ofenderá. Nadie es Kurt
Cobain excepto Kurt Cobain.
—No lo sé —respondo, mirando a través de la ventana al concreto
que pasa en la autopista. Nos estacionamos en la pista de aterrizaje y
Maddox para cerca de su jet.
Sacudo mi cabeza—. Oh que lejos has llegado…
Él se detiene, quitándose sus lentes de aviador y poniéndolos en el
tablero—. Estaré allí este in de semana.
—Okay —respondo—, y ¿qué vamos a hacer?
Él se lame los labios—. No lo sé, pero sé que eres mía y no te voy a
dejar ir esta vez.
Sonrío—. ¿Vas a traer a Ken?
—Si —responde.
—¡Genial! —digo, abriendo mi puerta—. Ella y yo necesitamos
terminar mi medio tubo —salgo y me estiro levantando mis brazos por
encima de mi cabeza, haciendo girar mi cuello para mirar hacia el sol.
—¿Qué? —dice Maddox, cerrando su puerta.
Me detengo—. Mierda —qué puta idiota—. Lo siento, no quiero
meter a nadie en problemas…
Él rodea el auto—. Escúpelo.
—Cass y yo algo medio, bueno no medio, nos hemos hecho amigas
cercanas.
Él me mira de cerca—. ¿Y?
Quizá no se vaya a enojar—. Y ella y Ken han venido a visitarme un
par de veces, quedándose por el in de semana. Ken y yo pintamos el
medio tubo que hice construir en mi casa. Tomamos fotos, un par de
ellas están en las redes sociales.
Sus labios se fruncen, sus mejillas poniéndose rojas—. ¿De verdad?
—¿Estás enojado?
—Amethyst —me toma en sus brazos, besando mi cabeza—, Ken te
adora y tú a ella, ¿por qué estaría enojado sobre eso?
Suspiro, relajándome—. No lo sé, porque has estado bastante
malhumorado últimamente.
—Lo siento, bebé —él susurra en mi pelo y luego hace un gesto
hacia el jet que espera—. Esta mierda de Travis me jodió, y a nosotros…
—él dice nosotros, y eso me golpea en el pecho.
Asiento—. Lo sé.
Él sonríe, besando mis labios—. ¿Es tu cumpleaños este in de
semana?
—¿Lo es? —pregunto, mis ojos yendo hacia el costado—. Nop, no
lo creo… debes haberme confundido. Con alguien más.
Él me empuja juguetonamente—. Estaremos allí.
—Cuando dices nosotros…
—Síp —se estira en el interior del auto y toma sus lentes de sol—.
Quiero decir todos.
Capítulo 38

Conduzco a casa rápidamente, esquivando a los paparazzi en mi


camino. Llamo a Alesha tan pronto como entro a mi casa, ella atiende
instantáneamente.
—¡Sólo vives una vez!
—Para —me rio entre dientes, caminando hacia la cocina—, creo
que necesito conseguir seguridad extra por un tiempo, sólo hasta que
esta payasada del video sexual termine.
—Sí, creo que es una buena idea. Tengo a un par de personas que
vienen altamente recomendadas. Les haré una llamada y veré si están
disponibles. ¿Tienes alguna preferencia? ¿Preferirías un hombre?
—No tengo ninguna preferencia, sólo un par de personas para que
estén cerca por un tiempo.
—Hecho, ¿algo más?
—Sí, estaré de vuelta en el estudio mañana.
—¿Algo, algo más?
Me detengo, cerrando la puerta del refrigerador—. ¿Hay algo que
quieras preguntarme Alesha?
Ella pausa—. Em… tal vez.
—Escúpelo…
Ella se aclara la garganta, pero ya sé lo que quiere saber así que me
adelanto—. Sí, Maddox Stone y yo tenemos una historia, historia
profunda, sí, medio tenemos algo entre nosotros, no, no somos
exclusivos todavía.
Ella grita. Un grito femenino completo. Empujo el teléfono lejos de
mi oído antes que la agudez perfore mi cerebro—. Okay, ¡wow! Oh, por
Dios, eso es… eso es…
—¿Raro?
—Iba a decir sexy, pero sí y raro. Entonces, ¿no están juntos ahora
mismo?
—¿Cómo en pareja? —pregunto, sorbiendo mi jugo.
—Sí…
—No —la incertidumbre debe estar en mi tono.
—¿Estás segura?
—No, quiero decir sí, estoy segura. Creo.
—Apestas en esto.
Vuelvo a ponerle la tapa a mi jugo de naranja—. Okay, ya sabemos
eso, siguiendo adelante… ¡consigue esos guardaespaldas!
Cuelgo el teléfono antes de que ella pueda interrogarme más. ¿Lo
éramos? No de inimos nada antes de que me fuera, ahora estoy
confundida. Joder. Necesito un baño y algo de vino.
Tomando la botella de vino tinto que mantengo en mi alacena y una
copa, hago mi camino escaleras arriba, hacia mi baño, abriendo el grifo.
Vierto un poco de burbujas en el agua e inhalo profundamente mientras
el aroma de lavanda cristalizada baila en el aire. Me relajo, alcanzando
la copa y vertiendo el vino. Por más que ame ver a todos, realmente me
amo estar en casa y de vuelta en mi espacio. Abro el cajón y saco un
encendedor, encendiendo todas las velas. Sacándome la ropa, agarro mi
teléfono que está sonando y contesto.
—Hola, mamá.
—Hola, cariño —susurra suavemente—. Sólo me aseguraba de que
llegaras a casa bien. Lamento que no estuviéramos allí para irte a
buscar.
—Claro que lo hice —me rio, cerrando el grifo y quitándome las
bragas—, Maddox no lo tendría de otra manera, y no hay problema. Sé
que los dos están ocupados.
Ella exhala con alivio—. Oh, eso es adorable, cariño. ¿Volvió a L.A.
contigo?
—¿Qué? —pregunto, pero hace eco porque la copa de cristal está
en mi cara—. ¿No? Él vendrá el in de semana con todos los demás por
mi cumpleaños.
Silencio.
Me meto dentro de la bañera caliente, mirando hacia mi teléfono
para asegurarme de que todavía está conectado—. ¿Mamá?
—Sí, cariño, mira. Puede que vuele de vuelta mañana.
—Okay… —me hundo en el agua caliente. Suspiro, disfrutando los
piquetes contra mi piel—. ¿Estás bien?
—Sí, sí. ¿Tienes seguridad o algo ahí hasta que llegue mañana?
Mis ojos se abren—. Mamá, estás siendo más rara de lo normal… —
la comprensión me golpea—. Oh, esto es sobre el video sexual, ¿no es
así? —suelto una risita—. Mamá, está bien. He llamado a mi asistente y
está por conseguir seguridad. No necesitas venir todo hasta aquí antes.
Ven cuando todos los demás lo hagan.
—Amethyst —dice, y justo cuando creo que va a decir algo, ella
exhala—, tienes razón, probablemente estoy sobreactuando. ¿Puedes
tener seguridad mañana?
—Sí, mamá. Okay, me voy a ir ahora. Te amo.
—Te amo, Amethyst. Muchísimo.
Colgamos y sacudo la cabeza. Soy consciente de lo afortunada que
soy por tener una madre que se preocupa tanto por mí, pero estaría
mintiendo si dijera que a veces no es abrumador.
Una noti icación de Instagram aparece y la abro.
maddoxeldestructorstone ha comenzado a seguirte.
Hmm. Una sonrisa cursi viene a mi cara. Hago clic en su nombre, mi
corazón golpeando en mi pecho.
44 publicaciones, 66.4 M de seguidores, siguiendo a 1.
Hago clic en “siguiendo”. Mi per il está ahí: liptrick—. Puto
Jesucristo.
Vuelvo a mi página de Instagram, que tiene unos cómodos 2.3 M de
seguidores, pero estoy siguiendo alrededor de 120 personas. No soy
una esnob como Maddox. Él es terrible. Mi Facebook es lo que
mantengo privado. Bueno, lo intento. Sólo acepto a gente que conozco y
familia, pero hay seguidores allí también.
Un mensaje llega.
Maddox: ¿Dónde están esas fotos tuyas y de Ken?
Sonrío, tipeando mi respuesta.
Yo: Están en mi FB.
Maddox: Déjame entrar.
Sacudo la cabeza.
Yo: ¡Ya estás allí! He tenido el mismo Facebook.
Maddox: Oh, mierda.
Él desaparece, así que abro Facebook y por supuesto, él está en
línea. Una noti icación de Messenger aparece (1).
Maddox: Joder, ¿cómo no las vi?
Yo: No lo sé. No eres activo aquí.
Aparecen un montón de noti icaciones. Maddox Stone reaccionó a
tu foto. Él les dio “me gusta” a todas, pero le “encantaron” todas las
sel ies de Ken y yo. Hay una foto de nosotras, ambas con el pelo en
desordenados moños y de Ken pintando un bigote en mi labio superior.
Hay una de nosotras haciendo pucheros, poniendo cara de pato, y luego
cara de gangsters. Incluso hay una de Ken, Cass y yo. Cass está posando,
sus tetas sobresaliendo mientras Ken pone los ojos en blanco y yo saco
la lengua entre mis dientes, mi nariz arrugada.
Maddox Stone comentó tu foto: Puto Jesús, Cass. Aléjalas
Unos cuantos segundos después, recibo otra noti icación.
Cassidy Archer respondió a un comentario en tu foto: ¿Quién lo
dejó entrar?
Maddox pone un Emoji poniendo los ojos en blanco.
Resoplo, sacudiendo mi cabeza y vuelvo a poner el teléfono en la
encimera, hundiéndome en el agua. Tan bueno estar en casa.
Capítulo 39

—La pelea sigue adelante, putas gracias. Travis no va a presentar


cargos y ha tomado toda la responsabilidad por la cinta esta mañana al
lanzar una declaración.
Aprieto fuerte mis ojos, ya harto del drama. El cabrón se lo buscó él
mismo, pero todavía no encaja la cagada.
—¿Estás escuchando, Mad? —dice Stace, empujando sus lentes
bajo su cara. Hemos estado aquí por 30 minutos y ya estoy harto de sus
ladridos.
—Sí.
Se quita los lentes, justo cuando Reva, uno de mis chicos, toma un
asiento a mi lado. Stace eligió este café, yo no quería estar afuera en
público. Todo se ha salido de control incluso más desde todo este lío,
además, tirar a Amethyst a la mezcla también aumenta el revuelo.
Reva saluda con su cabeza a Stace. Stace sonríe educadamente,
pero sabemos cuán incómoda la pone él, lo que sólo hace que Reva
intensi ique sus tonterías. Es cansador. Reva es de Francia y ha
mantenido el título de la división de su peso por 4 años. Él está
construido como una casa, grueso, pesado y mortal.
—No muerdo, Stacey —él dice en su acento.
Ruedo mis ojos.
Stace traga y luego vuelve a mirarme—. Eh, entonces, ¿cuándo es el
cumpleaños de Amethyst?
Tomo un trago de mi agua, empujando mis lentes hacia arriba—.
Todos estaremos volando por ella mañana.
Stace asiente—. Necesito ir.
—Sí, no creo que eso sea—
—Maddox, ella no es del tipo inseguro. No se sintió amenazada por
mí cuando la conocí cuando creyó que estábamos saliendo, no le
importaré ahora. Y, además —Stace murmura, removiendo sus papeles
—, ¿la has visto? Ella es como, perfección.
Sonrío—. Lo es.
Reva me mira de costado—. Sí, lo es.
Mi cabeza se gira de golpe hacia él—. ¿Sí?
Reva se ríe, apuñalando su salchicha—. Sí, lo es.
Pero no puedo enojarme sobre eso. Amethyst es perfección con un
alma rebelde. Ella es única, indómita y salvaje. Joder. Ella despierta mi
lado salvaje.
—Quizá debería decirle a la familia sobre irnos esta noche. ¿Puedes
hacerlo esta noche?
Me froto el pecho, odio la sensación que me apuñala ahí cada vez
que pienso en ella no estando cerca de mí.
—Siéntate —ordena Stace, haciendo un gesto hacia mi silla—. Tu
verga puede esperar una noche más.
Me trueno el cuello y me siento de nuevo—. Ahora, esta cosa con
Travis es un desastre.
—Sí —saco mi teléfono, sonriendo hacia la foto de Ken y Amethyst
que guardé como mi fondo de pantalla.
—Entonces tendremos que contestarle a la prensa sobre lo que tú
y Amethyst son… —dice Stace.
—No, no tenemos —sacudo mi cabeza —. A la mierda con eso, no
le debo ninguna mierda a nadie.
—Maddox, eres una igura pública. Es lo menos que puedes hacer, y
le dará a todos un pedazo de verdad.
Aprieto mi mandíbula—. Hablaré con Amethyst sobre ello primero.
—Están juntos ahora, ¿verdad? —pregunta Stace.
—Sí.
—Entonces, ¿ella dijo que ustedes son ahora una pareja?
La fulmino con la mirada—. Stace, esto es sobre Amethyst y yo. No
necesitamos de inir ninguna mierda. No puedes ponerle una etiqueta a
lo que tenemos, créeme, lo he jodidamente intentado.

Luego del desayuno, vuelvo a casa y llamo a Kennedy. Le compré un


teléfono para poder llamarla cuando quiera. Cass no estaba de acuerdo,
pero me permitió hacerlo de todas formas. Considerando que ella es la
señora “este es el modo del futuro, déjala con su iPad”, realmente no
tenía argumentos en los que apoyarse.
—Hola, Papi.
—Hola, princesa, ¿cómo estuvo la escuela?
Hago mi camino hacia el armario y saco un montón de ropa—.
Estuvo bien, pero Linda fue mala.
Pauso—. ¿Quién es Linda? ¿Es una maestra? —tiro mierda dentro
de mi bolso.
—No, es una niña en mi clase. Era mi amiga, pero empezó a ser
mala conmigo hoy.
Mi cara se arruga—. ¿Quién llama a su hija Linda?
—Lo sé, ¿verdad?
Me aclaro la garganta. Pendeja—. No te preocupes por ella, bebé.
Tienes un montón de amigos.
—Sí, lo sé, ¿quieres hablar con mamá? Está en el gimnasio con ese
hombre.
—¿Qué hombre? —pregunto, tomando asiento en la cama.
—Ella tiene un nuevo novio —por supuesto que lo tiene—. Melissa
está cocinando la cena otra vez, pero me gusta como cocina, porque
mamá no sabe cocinar.
—Eso es verdad.
—¿Qué estás haciendo?
—Ah, alistándome para volar a L.A…
—¿Oh? —eso llama su atención. Me pregunto por qué—. ¿Por qué?
Sonrío—. ¿Tienes algo que decirme, princesa?
Ella se detiene, luego suspira dramáticamente—. Bieeeeeen, mamá
y yo hemos estado yendo a ver a Ame.
Mi sonrisa se amplía—. Lo sé, bebé, oye, ¿puedes poner a tu mamá
al teléfono?
—¡Sip! ¡Te amo, papi!
—También te amo, bebé.
Hay sonidos apagados y música sonando antes de que Cass
conteste—. ¿A qué le debo el placer?
Me masajeo las sienes—. Este in de semana es el cumpleaños de
Amethyst, todos estaremos volando hacia allá mañana en la mañana.
Haré que las pasen a buscar a ti y a la niña.
Ella se aclara la garganta—. Mmm, bueno, de hecho, vamos a ir
para allá esta noche.
—Por supuesto que lo harán —sacudo mi cabeza—, está bien,
entonces, las veré mañana.
—Okay, y oye, ¿Mad?
—¿Sí?
—Jodidamente no la lastimes.
Entonces ella cuelga. ¿Por qué coño la gente sigue diciendo eso? Si
hay dos personas caminando en esta tierra a las que nunca lastimaré,
son Amethyst y Kennedy. Tiro mi teléfono a mi cama, justo cuando
suena el timbre.
Troto escaleras abajo y abro la puerta para encontrarme con mi
papá y Jessica—. ¿Está todo bien? —busco la mirada en la cara de
ambos.
—Sí —dice Jessica—, pero necesito hablar contigo sobre algo.
La dejo pasar a ella y a papá, y cierro la puerta, haciendo un gesto
hacia la cocina—. Después de ustedes.
Capítulo 40

“Privacy” de Chris Brown está resonando a través de mi casa y yo estoy


bailando y cantando alrededor de la cocina. Alesha está aquí ayudando
a preparar la comida.
—¿Sabes que podemos contratar gente para el catering?
Sacudo mi cabeza—. ¡De ninguna manera! Soy de la vieja escuela.
Podemos hacerlo todo nosotras mismas.
—¿Amethyst? —uno de los chicos que están caminando alrededor
de mi casa para ayudar a arreglarla entra—. Sí, ¡el fogón está
preparado!
—¡Perfecto! —tomo un poco más de vino.
Alesha mira hacia la copa y luego de nuevo a mí—. ¿Deberías estar
bebiendo durante el día? ¿No estarán todos aquí pronto?
—Sí —siseo, guiñándole—, pero son mi familia y amigos, Lesh,
relájate.
Ella todavía tiene una cosa bluetooth en su oreja, respondiendo
llamadas. Ella deja la habitación, pulsando el botón—. ¡Y bebe algo! —le
grito. Ella es una asistente personal excelente, no puedo echarle nada
en cara sobre eso, pero en serio, vive un poco.
Corro escaleras arriba y me arreglo rápidamente, poniéndome
unos jeans ajustados y un crop top sin tirantes blanco que tiene las
palabras “Punk Chick” escritas a través de él. Muestra todo mi estómago
y es una movida audaz considerando que mi dieta últimamente consiste
en chocolate y papas fritas, pero los vestidos todavía no son lo mío.
Además, quiero ponerme mi cadena para el estómago. Peino mi cabello
y lo dejo en su estado natural. Ondulado y grueso, cayendo por mi
espalda. Estoy emocionada por ver a todos, pero sobre todo por ver a
Maddox y Ken. Me siento mal porque no he hablado con Leila mucho en
el transcurso de la semana pasada, pero tenemos el tipo de amistad que
no necesita interacción constante. Amistad unicornio.
Más tarde esa noche, una vez que todos están aquí, Maddox me
empuja hacia su lado, entrelazando sus manos con las mías. Me besa en
la cabeza—. ¿Estás bien?
—Síp, un poco alegre.
—¿Alegre? —él se ríe—. Bebé, estás un poco más que eso.
Me río entre dientes, sorbiendo mi agua. Tener a Ken cerca hace
que no quiera ser un desastre. Si ella no estuviera aquí, estaría tomando
shots.
Los ojos de Maddox se dirigen al medio tubo detrás de nosotros—.
No puedo esperar para ver todo ese arte mañana.
Sigo su mirada—. Sí, es otro nivel. Quizás puedas ayudarnos a
terminar el resto.
—Claro que sí, bebé —su atención va hacia mi mamá, luego hacia
Elliot, antes de volver hacia mí con una sonrisa apretada en su boca.
—¿Dónde están Talon y Liza? —pregunto, inalmente notando que
no están aquí.
—Talon estará aquí un poco más tarde.
—Okay, ¿y Lisa?
—Liza no pudo venir.
Cass y Kennedy se fueron alrededor de las diez p.m. les dije que no
tenían que hacer reservaciones en un hotel, pero Cass realmente no
quería quedarse aquí con Maddox. Supongo que el arreglo sería un
poco raro con ella, él y yo bajo el mismo techo.
No le insistí más a Maddox con respecto a dónde estaba Liza.
Imagino que ella y Talon debieron haber tenido una gran pelea. Era ya
casi media noche y estaba más que ebria.
Estamos todos sentados alrededor del fogón, música en el fondo.
“Birthday sex” empieza a sonar y mis ojos se disparan alrededor.
Aterrizan en una presumida y sonriente Leila, sorbiendo su bebida y
mirándome.
Le frunzo el cejo—. Perra.
Mi teléfono vibra en mi bolsillo y me levanto, estirando la mano
para agarrarlo.
Desconocido: Hola, Ame, es Liza. Estoy afuera. ¿Puedes venir y
hablar? No le digas a Maddox.
Confundida, me paro del tronco que está alrededor del fuego y le
contesto con un rápido mensaje.
Yo: Estaré afuera en 5
Maddox me toma de la mano mientras me levanto—. ¿A dónde vas?
Señalo hacia adentro—. A buscar más hielo.
Él se detiene, su mano apretando la mía brevemente y luego sacude
la cabeza y me deja ir—. Okay. No te tardes.
Él está siendo más sobreprotector que nunca.
—Awwww —Leia me molesta—. Son tan lindos.
—Cállate, Lei —espeta él, y yo tomo ese momento para
rápidamente atravesar las puertas de vidrio y trotar a través de la sala,
dirigiéndome en línea recta hacia mi puerta delantera.
Una limosina negra está estacionada en el costado de la carretera.
Inclino mi cabeza, examinándola. Él auto está encendido, y los focos
atenuados. Piel de gallina aparece sobre mi piel por el viento que pasa y
tomo mi teléfono justo cuando llega otro mensaje.
Desconocido: Estoy en la limo.
Mis ojos van del teléfono a la limo. No se mucho sobre Liza a parte
de lo de ella y Talon. No sabía nada de ella como persona cuando no
estaba con Talon, o su familia, principalmente porque nunca pensé en
preguntar. Así que, tal vez es rica, pero sólo que no lo sabía. Me dirijo
hacia allí, dándome cuenta de que he sido una amiga y una hermanastra
de mierda por no preguntar más sobre ella. Debe estar dolida y por eso
no ha entrado. Me pregunto qué diablos ha hecho Talon ahora.
Abro la puerta de la limo y me inclino hacia adentro—. Ahora qué
te hi... —me detengo cuando veo que Liza no está aquí adentro. Justo
cuando estoy a punto de correr, la suela de un zapato me golpea en el
costado de la cabeza y todo se vuelve negro.
Maddox
—¿Maddox? —Jessica se acerca a mí, justo mientras me estoy
levantando para ver qué demonios está demorando tanto a Amethyst—.
¿Dónde está Ame?
Miro hacia la casa—. Fue a conseguir más hielo.
Hay una larga pausa que pasa entre nosotros, y luego corro hacia la
casa—¿Amethyst? —llamo, entrando a la cocina. Todo está impasible.
Wolf y Leila llegan caminando a través de las puertas de vidrio, Leila
riendo.
—¿Que está pasando? —pregunta. Cuando ve la seriedad de mi
rostro y en el de Jessica, su sonrisa desaparece.
Subo corriendo las escaleras, dando dos pasos a la vez.
—¡Estoy seguro de que ella está bien, hijo! —dice papá desde
abajo, pero he bloqueado a todos.
—¿Ame? —grito, abriendo de golpe todas las puertas de las
habitaciones. Corro escaleras abajo, casi tropezando con unos pocos
escalones y salgo volando por la puerta principal—. No está aquí.
Mi corazón martillea en mi pecho mientras mi sangre hierve.
Indefenso. Me siento jodidamente indefenso y fuera de control. La calle
está silenciosamente muerta, sin señales de vida. Sólo sombras negras
de los árboles y grillos grillando en la distancia. Mis puños se aprietan,
mi mandíbula se tensa. Algo capta mi atención al otro lado de la calle,
así que lentamente hago mi camino hacia allí.
Mi corazón jodidamente se detiene cuando veo que es el teléfono
de Amethyst. Levantándolo, lo aprieto y vuelvo hecho una tormenta a la
casa.
—¿Maddox? —llora Jessica, agarrando el collar alrededor de su
cuello.
—Se la llevaron.
—¿Qué? —chilla Leila, confundida. Paso enfurecido junto a ella y
me dirijo a la cocina, justo cuando mi teléfono suena en mi bolsillo.
Respondo, incapaz de hablar. Ni siquiera puedo ver con puta
claridad, mucho menos hablar. Ella estaba justo aquí.
—¡Todavía no puedo encontrar a Liza! No puedo encontrarla por
ningún lado, es como si simplemente hubiera desaparecido.
—Se llevaron Amethyst —susurro, mi mirada ija en la pared—.
¡Jodidamente se la llevaron!
—¿Quién carajos se la llevaron? —dice Leila, presa del pánico y
mirando alrededor de la habitación.
Todos los que importan están ahora en la cocina. El resto de los
invitados han comenzado a salir y marcharse. Miro a Wolf.
—Saca a esta puta gente de la casa.
Inhalo y exhalo. La recuperaré y derramaré sangre en el puto
proceso. Papá ya está hablando por teléfono y Jessica está llorando
cerca de la mesa del comedor. Leila fue con ella, frotando su espalda y
Wolf había desaparecido para decirles a todos que se fueran.
Alesha entra y atrapa mi mirada.
—Ayudaré a sacar a todos —sus ojos vidriosos—. ¿Quieres que
alerte a las autoridades? ¿O esto se manejará de forma privada?
Miro a Elliot, quien detiene su conversación y cubre el extremo de
su teléfono—. En privado. Sólo haz todo lo posible para asegurar que
esto no llegue a los medios de comunicación y de que las personas que
estuvieron aquí esta noche cierren la boca.
Ella parece tragar y luego asiente lentamente, pero parece
aterrorizada. Ella me agrada. Veo por qué Amethyst con iaba en ella.
Lleva su lealtad escrita en su rostro, muy parecido a Ame.
—Estaré allí tan pronto como pueda —gruñe Talon y luego la línea
se corta.
Dejo mi teléfono en la encimera de la cocina e inhalo y luego
exhalo.
—¿Maddox? —susurra Leila, y mis ojos inalmente se posan en los
suyos—. ¿Qué está pasando?
Miro a Jessica—. Jessica tiene un pasado que nadie conocía. Ni
siquiera Amethyst.
Leila traga—. Siempre supe que eras matona, Mamá J, pero ¿qué
está pasando?
Inhalo y cuento hasta diez—. La mamá de Jessica dirige el Satan's
Angel's MC. Resulta que Jessica tuvo dos hijas. A una, su madre la crio
dentro del MC porque Jessica había dicho que podía. Cuando Amethyst
era pequeña, su abuela trató de llevársela, así que Jessica hizo un trato
con su madre de que, si le daba una de sus hijas, dejaría a la otra en paz.
Ella no interferiría ni trataría de perseguirlas de nuevo—
—¡Espera! ¿A qué te re ieres con que a una de sus hijas? ¡Ella sólo
tiene a Amethyst! —dice Leila, sacudiendo la cabeza como si yo hubiera
perdido la maldita cabeza.
Resoplo—. Sí, bueno, resulta que eso no es del todo cierto, ¿no es
así, Mamá J? —mis labios se encrespan. Jodidamente la odio en este
momento.
—Hijo—advierte Elliot.
Mi mirada lo corta—. ¡Cállate, papá! Sólo cierra la puta boca —
Exhalo, apretando el mostrador—. Liza es la otra hija de Jessica. Ella y
Amethyst tienen diez meses de diferencia, lo que las convierte en
gemelas irlandesas. El papá de Liza es alguien del MC. Escucha —
exhalo, molesto con todo esto y deseando que mi chica vuelva—, Talon
acaba de enterarse de lo de Liza, y sólo porque esto acaba de salir a la
luz, no podemos asumir que Liza está de su lado. No sabemos por qué, o
qué carajos quieren.
Leila grita de frustración, luego se gira y lanza su puño contra la
pared. Observo cómo se expone frente a mí y quiero jodidamente
abrazarla. En este momento, sé que ella siente lo que yo estoy
sintiendo. Me alejo del mostrador y me acerco a ella, jalándola hacia mi
pecho y lanzándole dagas con los ojos a Jessica.
Leila comienza a llorar, sus brazos rodean mi torso—. Mataré a Liza
si tiene algo que ver con esto, Maddox.
En este momento, sólo somos la mejor amiga y el novio de una
chica que están jodidamente desmoronándose.
—Lo sé —beso su cabeza—. Pero necesitamos jodidamente
recuperarla primero.
Leila retrocede, frotándose las lágrimas de las mejillas—Okay —
cuadra sus hombros y sé que está dentro—. ¿Cuál es el plan? ¿Hace
cuánto tiempo que lo sabes?
Sacudo mi cabeza y vuelvo al mostrador a buscar mi teléfono—.
Desde ayer. Se lo iba a decir mañana a Amethyst. No quería arruinar su
cumpleaños.
—Esa historia es cierta —Jessica se aclara la garganta—, cuando
Amethyst tenía dos años, Liza se fue con Paulette. Amethyst no la
recuerda mucho, y cuando me preguntó por la niña a la que sólo
recuerda vagamente del día en que su abuela trató de llevársela, le dije
que era hija de una amiga y que por eso no la había vuelto a ver. Rompió
mi corazón hacerlo, pero Amethyst nunca perteneció a esa vida, Liza lo
hizo desde que nació. Su padre es el presidente ahora.
Entrecierro los ojos—. ¿Liza sabía sobre Amethyst?
Jessica se seca las lágrimas de los ojos—. Sí y no, ella no quería
lastimar a Amethyst. Quería conocerla, pero le rogué que no le dijera
que era su hermana. Amethyst nunca me perdonará si se entera de lo
que hice.
Pulso el botón de marcar en mi teléfono, los ojos de Jessica vuelan
hacia los míos—. ¿Qué estás haciendo?
—Jonah, soy Maddox. Tenemos un problema.
Capítulo 41

El dulce olor de rosas recién recogidas y lores de cerezo lota alrededor


de mí con un aroma hipnótico y rápidamente me estiro la venda que
está asegurada alrededor de mi cabeza. Arrancándomela, salgo
disparada de la cama y dejo que mis ojos se adapten.
Victoriana antigua. Paredes de piedra y ventanas con adornos
blancos que dan al patio trasero. Bueno, lo que supongo sería el patio
trasero, a juzgar por las puntas de los árboles que puedo ver
asomándose por la ventana. Estoy confundida. Miro alrededor de la
habitación, estirando mis muñecas que se sienten como si hubieran
estado atadas durante meses y poniéndome de pie, camino
silenciosamente por la habitación. Una pequeña chimenea está
construida en la pared en el extremo opuesto de la cama de cuatro
postes y las paredes están decoradas con pintura granate oscuro. Hay
una pintura articulada colgando sobre la chimenea que parece ser dos
manos en una. Una mano de bebé dibujada sobre una imagen de una
mano adulta real. Hay manchas grises oscuras sobre los bordes, pero
está enmarcado y, para ser honesta, es un poco inquietante. El cuarto es
agradable en apariencia, pero el agujero vacío en mi estómago no me
sienta bien.
Se abre una puerta y mi cabeza se detiene allí automáticamente, mi
corazón martilleando con fuerza en mi pecho. Una mujer está de pie en
el umbral, apoyada en un marco. Tiene cabello gris corto que cuelga
perfectamente alrededor de su mandíbula y familiares ojos azules
brillantes. Suponiendo por las líneas de edad visiblemente incrustadas
en su piel, diría que está entre inales de los 50 y principios de los 60.
Cuerpo pequeño y no mucho más baja que yo. Lleva un chaleco de
cuero de motociclista sobre una playera de cuello en V blanca de manga
larga y jeans ajustados con botas de cuero negro.
¿Quién carajos es esta mujer y por qué me duele la cabeza?
—Amethyst Tatum —anuncia, su voz ronca. Fuma, seguro.
—¿Sí? —miro alrededor de la habitación con escepticismo—.
Disculpe, pero ¿por qué me ha secuestrado?
Ella se ríe mientras entra más a la recámara. Contrarresto sus
pasos caminando hacia atrás. Ella se da cuenta y vuelve a reír. Parado
detrás de ella hay un hombre corpulento con una barba igualmente
grande, usando el mismo chaleco. Entrecierro los ojos al parche en el
frente, ya que el de él es mucho más grande que el pequeño que ella
lleva, y veo el emblema de la serpiente con "Satan's Angels MC". Nunca
escuché de ellos, nunca, entonces de nuevo, no tengo nada que ver con
los clubes de motociclistas. Como que me asustan, si soy sincera. La
mujer se sienta en la silla que está directamente frente a la ventana, el
sol brillante detrás de ella, sus hebras grises ahora proyectan sombras
sobre su rostro. Apenas puedo distinguir su expresión. Me duele la
cabeza y justo cuando abro la boca, un fuerte latido golpea mi sien
nuevamente.
—En serio, ¿por qué me golpeaste y dónde está Liza?
Oh, Dios. Liza.
Cuadro mis hombros—. Si la has lastimado, créeme, tu amigo
motociclista de ahí —hago un gesto a mis espaldas—. no tiene nada
comparado a su hombre, o el mío, para el caso.
La mujer no dice nada, simplemente me mira con interés. Luego
inclina la cabeza y junta las manos sobre su regazo—. Realmente no
sabes quién soy, ¿o sí?
Veo sus ojos entrecerrados cuando mueve la cabeza—. No, de
verdad que no, pero si lo que quieres es dinero, te lo puedo dar. Si me
dejas ir ahora —esto debe tener algo que ver con Maddox. Tal vez
encabronó a alguien en una pelea o algo, quién sabe.
Ella resopla—. Amethyst, soy tu abuela.
Mi boca se abre—. ¿Qué?
Caigo en la cama detrás de mí, haciendo una mueca de nuevo por el
dolor en mi cabeza. Presiono mi palma contra ella, bajándola para ver
sangre en mi mano—. Oh.
Sus ojos se elevan a mi cabeza y luego vuelven a lo míos—. Puedo
conseguir a alguien para que arregle eso si quieres.
Mi labio se curva—. Gracias, pero creo que pre iero arriesgarme —
mi terquedad puede ser mi muerte. Maddox tenía razón. Trago,
pasando saliva más allá del dolor que sólo su nombre eleva dentro de
mí. No quiero pensar en él ahora mismo.
Ella se ríe, inclinándose hacia adelante y apoyando los codos en sus
rodillas. —Sabes, te pareces mucho a tu madre.
—¿Lo sabrías? —pregunto, sintiéndome mareada. Sudor me corre
por la cara.
—Bueno, supongo que en realidad no —se reclina—. Ya no. Soy tu
abuela, Amethyst, y tu madre no ha sido del todo honesta contigo a lo
largo de los años.
—Eso, lo creo —murmuro, luego cierro los ojos y trato de calmar
las palpitaciones de mi cabeza.
Punzada.
Punzada.
—¿Me escuchaste, Amethyst? —dice. ¿Ella? ¿Una voz?
¿Quién es ella? Oh, espera—. ¿Qué? —mis cejas se juntan.
—Liza es tu hermana. Creció en el MC, conmigo y su padre. Está
arruinada, ya no tengo uso para ella, desafortunadamente.
—¿Quién? —pregunto, confundida—. ¿Por qué me duele la cabeza?
Miro alrededor sin objetivo alguno. Paredes granate manchadas,
adornos blancos. Cama de cuatro postes.
Mis ojos se dirigen a la desconocida mujer en el asiento. Su cabeza
se inclina, confusión deformando sus feos rasgos—. Amethyst, te lo
acabo de decir tres veces. Soy tu abuela.
—Mi abuela está muerta. ¿Dónde estoy? —pregunto, poniéndome
de pie. Todo comienza a girar, así que me vuelvo a sentar—. No creo que
eso sea una buena idea.
Silencio.
—Escuche —digo, apoyando mi cabeza en el lado de mi palma—,
necesito volver a la escuela. Tengo que estudiar, y tengo una nueva
compañera de habitación que no me agrada mucho porque es atrevida,
irritantemente rica y pretenciosa. Necesito irme —me pongo de pie,
pero todo en mi cabeza se vuelca al revés y me estrello contra el suelo
con oscuridad invadiéndome.
Capítulo 42

Pude no haber sido algo que mi mamá quería de joven. Probablemente


no era lo su icientemente bonita o no era lo su icientemente Amethyst,
pero obviamente, no era su iciente. Como mi padre no era Jonathan
Kelly, eso signi ica que no pasé la prueba. Asistir a Columbia siempre
fue lo que quise hacer, no era mi intención encontrarme con Amethyst.
No era mi intención ni siquiera empezar a ser su amiga. Sabía que ella
iba a asistir porque la abuela me lo había dicho. Yo tenía toda la
intención de mantenerme alejada de ella. La odiaba. La odiaba tanto
que me quemaba la piel y casi me mató. A medida que fui creciendo, ese
odio creció conmigo. ¿Por qué no fui su iciente para mi mamá? La
odiaba más de lo que odiaba a Amethyst. A Amethyst la había
envidiado, pero a nuestra mamá, la había despreciado.
Talon y yo ocurrimos, y ocurrimos rápido. Lo conocí mi primer día
de Columbia y nos llevamos bien al instante. Él era todo lo que los
hombres de los que estaba rodeada no eran, pero no era un marica. Él
podía defenderse, y más tarde descubriría cuán oscuras eran sus
fantasías en la recámara. Era grande, bronceado, musculoso y tenía una
boca sucia. Él era todo lo que quería sin que yo lo supiera. Empezamos
a salir, pero le dije desde el principio que no estaba buscando un
hombre. Estábamos en la universidad, de ninguna manera iba a
terminar como la mitad de las casadas en el recinto que están
encerradas con un montón de niños que inicialmente no querían, sólo
por amor al pito. Él contrarrestó mi oferta con una relación abierta, así
que, aumenté su oferta preguntándole si el intercambio de pareja
estaba sobre la mesa, lo estaba. El intercambio de pareja era nuestra
actividad de diversión de los domingos, porque el domingo es el día del
Señor, así que los domingos, pecábamos. Empezamos a juguetear
mucho, pero por dentro, mis sentimientos por él crecieron y los de él
por mí. Nunca podríamos dejarnos ir.
Pero la noche en que Maddox y Amethyst se encontraron, casi me
alejé para siempre. Desaparecí esa noche y volví al recinto para
recuperar mi ingenio. Le dije a mi abuela que Amethyst podría empezar
a tener algo con Maddox, el hermano de Talon. La abuela me dijo que lo
dejara pasar. Ella no sabría quién era yo—nunca. La abuela me dijo que
mi mamá no me quería, pero que eso no signi ica que tuviera que
mantener ese odio hacia Amethyst, así que volví a Talon y conocí
o icialmente a Amethyst. Al principio, pensé que era rara, tensa y un
poco esnob. No era popular, ni nada de eso, bueno, no de una manera
obvia. Ella nunca lo notaba, pero dondequiera que fuera, los hombres la
miraban. Las mujeres serían despectivas con ella. No era popular, no,
pero todos sabían quién era. Sin embargo, nadie le hablaba, nadie se
acercaba a ella, y yo sabía por qué, era porque Amethyst era esquiva. No
tenía una cara que te diera la bienvenida. Tenía una cara que te hacía
replantearte tu existencia porque era así de jodidamente perfecta.
Desde sus labios hinchados, todo en ella estaba tallado a la perfección.
Yo era promedio, así que no sólo se robó a mi mamá, mi vida y la
apariencia, sino que obviamente tenía el tipo de con ianza en ella que
sólo se puede obtener de una mamá que te ama y un papá que te adora
y te protege.
Mi papá me protegió de una manera diferente.
Fueron dos semanas y muchas conversaciones después que sentí
que el fuego que ardía dentro de mí comenzaba a hervir lentamente.
Ella no era realmente una esnob, ni creída, simplemente no le
importaba lo que pasaba a su alrededor para prestarle atención.
Tres meses después me di cuenta de que era amable, cariñosa y
atenta. Adoraba a Maddox y él la adoraba. Ella estaba feliz, y de manera
molesta, descubrí que eso me hacía feliz. Me encontré un poco
encaprichada con ella. Cómo caminaba, cómo inclinaba la cabeza hacia
atrás y se reía cuando Maddox decía algo tonto. La forma en que
meneaba las cejas de una manera nerd, que resultaba seductora. Cómo
no solo todos los hombres la querían, sino que todas las chicas la
odiaban, sin dejar de respetarla. Estaba obsesionada con ella. Quería
agradarle. Quería que ella fuera mi hermana. Quería cualquier cosa y
todo lo que ella me diera.
Cuando ella y Maddox rompieron después de que Cass regresara
fue la primera vez que me sentí ferozmente sobreprotectora por algo.
Nunca me importó lo su iciente como para sentirlo antes, ni siquiera
con Talon. Es por lo que nuestra relación funcionaba tan bien, pero
cuando Maddox la dejó, quise matarlo y bañarme en su sangre. Quería
mantenerme en contacto con ella, pero no creí que ella realmente me
apreciara, o que le importara. Apuesto a que ni siquiera sabía mi color
favorito, pero yo sabía el suyo, su fecha de nacimiento, lo que había
comido el día anterior y cuánto tiempo exactamente le toma comer una
manzana. Me volví ferozmente obsesionada, siguiendo cada uno de sus
movimientos en las redes sociales. Cuando llegó la boda de Wolf y Leila,
no podía esperar para pasar un rato con ella, con suerte contarle sobre
nosotras, sobre cómo éramos hermanas, pero luego volvió a sumergirse
en Maddox y luego en el drama con Travis. Cuando atrapé a Maddox y
Tiffany chupándose la cara, tuve que luchar contra todos los instintos
dentro de mí que querían noquearla. Quería que uno de los hermanos
le rajara a Chelsea una mueca a través de su cara de su iciencia
mientras yo miraba. Odiaba a Tiffany, pero la desprecié absolutamente
después de eso. Afortunadamente, ella no estuvo cerca mucho tiempo
después de eso porque Lei reaccionó.
Toso, mi visión enfocándose y desenfocándose—. ¡Despierta!
Despierto, sacudiendo mi cabeza—. No sé quién eres ni qué
quieres, pero ¡mi familia vendrá por ti! —grito, ignorando la sangre
iltrándose por la parte delantera de mi garganta desde mi boca.
Cuando Amethyst se fue después de eso, me sentí vacía y
deprimida. Pronto me di cuenta de que en realidad estaba enamorada
de Talon, y me perdí en él. Ella no estaba mucho cuando ella y Maddox
estaban peleando o se separaron, o ambas cosas, así que sólo hubo unas
pocas veces que realmente pude verla hasta que ella y Maddox
ocurrieron otra vez.
Esta mañana, fui tomada. Sabía que esto vendría eventualmente,
viví una vida que no estaba protegida como la de Amethyst. El techo
que me mantenía cálida por la noche tenía agujeros tan grandes como
neumáticos. Tenía algo de calor, y a veces estaba protegida, pero
siempre estaba esa llovizna o ese frío del aire invernal que me
estremecía. No estaba intacta ni protegida como ella lo estaba.
Me doy cuenta de que los hombres que me tomaron son de nuestro
club MC rival. Han estado en guerra con mi abuela y el SAMC desde que
tengo uso de razón. Anoche, Talon y yo tuvimos una pelea. Una grande,
sobre Amethyst. Maddox le había contado a Talon sobre ella y yo le
conté todo. Le conté todo sobre cómo me obsesioné con ella, queriendo
ser como ella. Peleamos, luego cogimos, luego peleamos de nuevo.
Luego me ató a la cama y me hizo sentarme y mirar mientras se follaba
a otra chica. Arrodillada, amordazada, rímel corriendo por mi cara,
cuerdas atadas alrededor de mis muñecas mientras él se follaba sin
sentido a esta chica, todo mientras él me miraba. Lloré porque lo amaba
y no nos habíamos intercambiado ni habíamos estado con otras
personas en casi un año. Esto se sintió como una in idelidad, y lo fue.
Me rompió el corazón cuando se la cogió salvajemente, pero destrozó
mi alma cuando le hizo el amor.
Después de que ella se fue, él me dijo que se habían estado viendo
por un tiempo y que lo había descuidado al obsesionarme con mi
hermana hace tiempo perdida, así que, en resumen, ella esencialmente
tomó a mi único amor verdadero también.
Ella me quitó todo, pero aun daría cualquier cosa sólo para que ella
se ijara en mí. Para agradarle. Para que siquiera seamos amigas, pero
eso nunca sucedería. Nunca. Ahora ni siquiera tengo a Talon.
—No sé lo que quieres —jalo las cuerdas alrededor de mis
muñecas. Algo similares a las que Talon me puso anoche.
Talon.
¿Lo amaba más de lo que amaba a Amethyst? No.
Sí.
No.
No importa, porque ahora no tengo a ninguno de ellos. ¿Por qué
todavía estaba pensando en Amethyst en este mismo momento?
Soy sucia y no me quieren. Nadie me ha reclamado nunca. Mi
mamá, alguien que se supone que está programada para amarme por
naturaleza, ni siquiera podría amarme, así de poco digna de ser amada
soy. Así de sucia era.
El hombre se ríe. Me doy cuenta de quién es. Gunner Lomoas, el
presidente del Joker’s Love MC. Es polvoriento y viejo, las arrugas
penetran su piel aceitunada—. Oh, corazón, no queremos nada.
—Escucha, mi familia va a venir por ti—
—¿Tu familia? —se ríe, luego se pone de pie y empuja un cigarro
en su boca. Sus botas levantan las polvorientas tablas del suelo, y es
entonces cuando inalmente miro alrededor. Estoy en un sótano—. Tu
familia es la que te puso aquí, cariño.
Estoy confundida, y mi rostro sin duda lo demuestra.
Él continúa—. Tu abuela, como la puta bruja malvada que es, nos
ordenó tomarte —expulsa una espesa nube de humo gris y se sienta en
la vieja silla frente a mí—. Para matarte.
Trago—. Eso no es verdad.
Él se ríe—. Bebé, es la verdad. Quería que te matáramos o que te
desapareciéramos.
Sacudo la cabeza, incapaz de comprender lo que dice como verdad.
No hay forma de que lo hiciera, es mi abuela. Era la única persona que
conocía que no me repudiaría como un pedazo de mierda—. No, ella no
lo haría.
—Escucha —sacude la ceniza de su cigarro—. Ella lo hizo. Tengo la
sensación de que no conoces muy bien a tu abuela.
Mi cabeza cae, lágrimas corren por mi rostro, manchando la
suciedad de mi rostro. No tengo a nadie ni nada por lo que vivir—.
Con ié en ella.
Él se recuesta en su silla—. Muñeca, ¿cómo acabas de despertarte
sólo para ver que el Satan's Angels MC está loco? Son despreciables y la
mierda en la suela de mi zapato. La razón por la que hemos estado
rivalizando con ellos durante tanto tiempo es porque son
incontrolables.
Trago, dejando que las lágrimas de mis ojos caigan por mis
mejillas. Pierdo las ganas de vivir. No tengo nada. Nada ni nadie. Me
re iero a nada. Ni siquiera a las personas a las que pensé que les
importaba. Estoy dañada, rota y la oscuridad ensombrece mi visión
tanto que ya no puedo ver la luz al inal del túnel.
—Sólo hazlo rápido, por favor —le susurro, ahogándome en un
sollozo. Sorbo por mi nariz y lo miro. Este hombre al que me educaron
para temer y asesinar si alguna vez tenía la oportunidad, parpadea en
respuesta a mí.
—No lo haré rápido, Liza.
Mi estómago se siente vacío mientras esas palabras salen de su
boca—. Entiendo —y lo hacía. Son forajidos, no le hacen ningún favor a
nadie.
—Porque no voy a asesinarte, niña.
—¿Qué? —mi cabeza se levanta de golpe, mis ojos se conectan con
los suyos—. ¿Qué quieres decir? —sudor gotea por mi sien, mis cejas
juntándose.
Él suspira, tirando el cigarro al suelo polvoriento y pisándolo con
su vieja bota militar. La puerta se abre hacia un lado y alguien se para
allí, pero no miro porque estoy demasiado ocupada viendo a este
hombre. Este hombre salvaje del que había oído había hecho cosas
espantosas a la gente, de repente no me va a matar. ¿Va a violarme? ¿Es
eso? Pero no es una sorpresa. Como mujeres, siempre estamos
conscientes de la violación. Caminamos por la calle por la noche y
¿sabes qué nos preguntamos? Así es. Nos preguntamos si algún
enfermo hijo de puta nos va a violar.
—¿Liz? —esa voz.
Giro hacia la puerta y me tiemblan los labios. Tal vez me lo estoy
imaginando todo ahora.
Se acerca y es entonces cuando lo veo. ¿Es real? ¿O también estoy
drogada?—. ¿Talon?
Se inclina y me jala hacia sus brazos—. Soy yo, bebé —me besa la
cabeza y estoy tan sorprendida que me ahogo con mis palabras. ¿Qué
está pasando? Me pone de pie y luego me carga, acunándome como a un
bebé. Le lanza dagas con los ojos a Gunner—. ¿Estamos bien?
Gunner asiente—. Estamos bien. Asegúrate de hablarle bien a
Maddox de mí.
Talon se burla—. Seguro.
Luego él me carga fuera la habitación. Cierro los ojos y meto la
cabeza en su cálido cuello. No quiero ver dónde estoy, medio espero que
no sea real. Tal vez estoy soñando y Dios me está jugando una broma
enferma. Talon no me quiere. Siento que la luz del sol alcanza mi piel y
el olor a pasto recién cortado y hojas secas me golpea todo a la vez.
Cierro fuerte mis ojos por el brillante ataque del sol. La puerta de un
auto se abre y Talon suavemente me coloca en la parte trasera.
—¿Liza? —es Maddox.
Mis ojos se abren cuando el auto arranca. Tonos azules y rosados
entran y salen por el asalto a mis ojos—. ¿Qué, Maddox? —apenas
grazno, todavía abrumada por todo lo que está pasando. Mi abuela me
envió allí para ser asesinada, pero ¿por qué? Digo, ella… ella me crio. Mi
papá es un saco de mierda, todo el mundo lo sabe. Apenas tuvo nada
que ver conmigo mientras crecía, así que mi abuela me crio. Pensé que
me amaba. Tantos recuerdos que tengo con ella, ¿los ingió todos?
¿Fingió la suave caricia que me daban sus ojos o la fuerza que me daban
sus brazos?
Limpio las lágrimas. De nuevo. Yo no...
—Amethyst ha sido tomada por Paulette, Liza.
Me congelo, mirando hacia Maddox—. ¡Qué! —mi corazón
martillea en mi pecho.
—Sí, ¿sabes dónde podrían estar?
Asiento, ignorando el hecho de que tal vez Talon no me quiere, que
probablemente sólo quería que les dijera dónde estaba Amethyst. Mi
corazón se hunde, pero el pánico se asienta—. Sé dónde están.
Capítulo 43

—Detente aquí —Liza dice, señalando al lado de la carretera.


—¿Este es el recinto? —pregunto, confundido por la ubicación.
Estamos en los putos suburbios. Hogares familiares de clase media. Hay
juegos infantiles afuera de algunas casas.
Liza sacude su cabeza—. No —ella mira hacia la casa, sus ojos
rotos. Liza siempre ha parecido feliz, animada, el tipo de chica que da
mucho sin pedir a cambio. Algo le pasó allí atrás, y llegaremos al fondo
de eso, pero todo en lo que puedo pensar ahora es en Amethyst—. Es la
casa de mi papá. Ellos —se aclara la garganta—, ellos usan esta casa
como casa de transición. Un lugar donde no necesiten llevar calor al
recinto si algo sale mal. No hay evidencia allí y demás —su mano va a su
pecho y su respiración se rompe con di icultad cuando su atención
viene a mí—. Dios, Maddox, tenemos que entrar allí. Ahora.
Asiento, luego miro a Wolf, que está a mi lado, y a mi papá, que está
en el asiento del copiloto—. Vamos.
Ella me detiene, justo cuando todos se apresuran hacia afuera—.
Maddox, estarán armados.
—¿Sí? —dice Wolf, y Liza sale del auto, azotando la puerta detrás
de ella—. Así como nosotros.
Wolf me alcanza un ri le AR, y le lanzo dagas con los ojos, luego
miro al arma, antes de mirarlo de nuevo. Retira el arma—. Buen punto
—se la da a Liza—. ¿Alguna vez has disparado uno de estos antes?
Estoy a punto de quitárselo cuando ella lo agarra hábilmente y lo
prepara.
—Lo tomo como un sí… —murmura Wolf, sonriéndole.
Talon viene detrás de ella y le quita cabello del hombro—.
Hablaremos esta noche, ¿Okay?
Ella le da una sonrisa dura—. Okay.
Justo cuando estamos a punto de comenzar a caminar hacia la casa,
autos de policía se detienen detrás de nosotros con SWAT estampado
en algunas de las camionetas. Leila salta del coche y corre hacia
nosotros, secándose las lágrimas de la cara—. Lo siento mucho, ¡pero
no puedo dejar que pierdas tu vida! Llamé a la policía. Amo a Amethyst,
¡pero todos ustedes deben aprender cuándo no deberían tomar las
cosas en sus propias manos!
Wolf sacude su cabeza, bajando el brazo cuando los o iciales
comienzan a gritarles a todos que tiren sus armas.
Le gruño a Leila. Su cabeza baja—. Lo siento mucho, Mad, pero no
puedo. Amo a Amethyst y ella estará a salvo, es demasiado inteligente
para no estarlo, pero la policía puede manejarlo ahora.
Gruño de nuevo.
Talon da un paso hacia ella, su labio curvado en una mueca—. Lo
prometiste, Leila—
Todos se tiran al suelo, incluido Wolf.
—Lo sé —ella juega con sus pulgares—. Pero mi bebé necesitará
que su papá y sus tíos no estén en la cárcel.
El ceño sombrío característico de Wolf se ilumina lentamente. Le
sonríe desde el suelo, justo cuando me pongo de rodillas. Está
embarazada. Bien por ellos.
—Santa mierda —murmura Wolf, justo cuando la policía y la
unidad SWAT nos pasan, armas en alto y dirigiéndose hacia la casa.
Equipos de cámara se están acercando con los paparazzi. Wolf continúa
—, no puedo ser un papá.
—Ambos cierren la puta boca —espeto, habiendo tenido su iciente
de su mierda.
—¡Muy bien, arriba! —dice uno de los o iciales, acercándose
directamente a mí. Me paro y luego me dirijo a la casa. Necesito
recuperar a mi puta chica.
—¡Maddox! —grita él detrás de mí, pero no escucho. Los equipos
de noticias y todo están preparados ahora, hablando hacia sus cámaras.
Lo ignoro y sigo adelante, justo cuando una ambulancia pasa a mi
lado.
Mi caminata se acelera hasta convertirse en una carrera y acelero
hacia la casa. ¿Por qué este maldito camino de entrada tiene que ser tan
largo? Llego a la puerta justo cuando la están sacando en una camilla.
Coño.
Mi respiración se detiene, mis piernas tiemblan. Por primera vez en
mi vida, siento ísicamente miedo. Más que nunca.
Su cabello rosado ahora es de un marrón oxidado por el desorden y
el… ella está sangrando. Hay sangre por toda su cara y su cabeza.
No está despierta. ¿Por qué no está despierta? Empujo al médico
fuera de mi camino, pero un o icial agarra mis brazos—. ¿Qué le pasa?
—rujo, lanzándome a su camilla.
Ni siquiera lucho contra las lágrimas que estoy a punto de
derramar, porque, joder, esta es Amethyst. Mi puta Amethyst.
—Señor, debe apartarse del camino para que podamos llevarla al
hospital. Apártese de mi puto camino.
No me muevo, estoy tan aturdido por lo que veo que estoy ijado en
el lugar, mis pies hundidos en el cemento.
El o icial me jala hacia atrás y la ambulancia despega con las
sirenas a todo volumen y las luces encendidas. Restriego las lágrimas
fuera de mi cara. Mi mandíbula se aprieta y miro hacia la casa, la rabia
estalla dentro de mí. Rabia como nunca había sentido.
—No —hay otros o iciales allí ahora, y mis hermanos,
reteniéndome.
El o icial me mira a los ojos y es cuando noto que está de traje.
Detective.
—Soy el detective Osborn, un muy buen amigo del papá de
Amethyst. Tienes que dejarnos hacer nuestro trabajo ahora —me
empuja y ísicamente tengo que obligarme a calmarme.
No funciona.
Lo intento de nuevo.
Todavía no funciona. Necesito romper algo. Necesito derramar
sangre, necesito asesinar a quien le haya hecho eso a ella.
Él se inclina hacia mi oído—. Ella es una de los nuestros, Maddox.
Quienquiera que haya hecho esto no volverá a ver la luz del día, ¿y
cuando esté dentro? —hace una pausa y se ríe entre dientes—.
Podemos hacer que se ocupen de él de la forma que desees, durante el
tiempo que quieras, como sea que quieras…
Una pizca de serenidad se apodera de mí. Él da un paso atrás y me
mira ijamente. Una promesa silenciosa—. Su viejo está en camino,
mientras hablamos, con un ejército de su gente. ¿Con ías en mí? —
pregunta. Observo sus amables ojos cafés, su piel aceitunada. Algo
sobre él me hace con iar en él.
Es sincero, puedo sentirlo, así que asiento.
—Bien —aprieta mi hombro—. Ahora ve al hospital y déjanos
hacer nuestro trabajo aquí. Tienes que hacer el tuyo y estar ahí cuando
ella despierte.
Una semana pasa
Dos semanas...
Maddox
Ella se ha despertado dos veces, ambas veces no tenía recuerdo de
quién era yo, e incluso comenzó a insultar a Leila preguntándole qué
coño estaba haciendo aquí. Todos nos quedamos en el hospital en
colchones durante las dos semanas completas. Leila no se ha movido. Al
igual que yo. Woolf y Talon han estado haciendo nuestras carreras de
comida y mierda general que necesitamos, además de llevarnos a casa
para ducharnos, pero luego volvemos directo aquí. Liza tampoco se ha
ido. El hospital había trasladado a Amethyst a una habitación privada y
nos preguntó si queríamos que metiéramos las camas, pero me negué.
Haría que todo se sintiera demasiado permanente si hicieran eso.
Ellos tuvieron que hacer cirugía en su cerebro. Christopher Lyon la
golpeó en la cabeza. No fue tanto el impacto que tuvo, aunque eso fue
malo, fue el momento y la ubicación. Me han golpeado en la cabeza
tantas putas veces que no puedo contar, ¿por qué no me ha pasado esto
nunca? Tomaría su lugar en un puto latido.
—¿Quién eres tú? —Coño. La ausencia en sus ojos me perseguirá
por el resto de mi vida.
Paso mi palma por mi cabello justo cuando las puertas se abren y
su papá entra. Ha envejecido unos años desde que todo pasó, todos lo
hemos hecho.
—Diría que te vayas a casa y descanses, pero ambos sabemos lo
bueno que haría eso.
Le doy una sonrisa educada, que es más de lo que le he dado a
nadie más.
Las veces que he hablado con Ken, tuve que actuar con normalidad.
Cass y yo decidimos no decirle lo que está pasando en este momento.
No tiene sentido inquietarla. Ha sido di ícil ingir que todo está bien y
mentirle a mi hija cada vez que pregunta dónde está su mejor amiga. Lo
odio.
Vuelo a mis pies y empiezo a caminar por la habitación. Paso por
ciclos de ira, tristeza y angustia. La televisión está encendida en el
fondo, hablando de los arrestos del miembro de Prospect Satan's Angels
MC, Christopher Lyons, y su abuela. A la abuela la dejaron salir, puta
perra. Me tendrá que enfrentar cuando Amethyst salga del hospital y se
recupere, pero Christopher está siendo juzgado por intento de
asesinato. Cabrón.
Miro hacia la cama donde Amethyst yace tranquilamente. Hay
tubos conectados a ella, alrededor de su nariz. Le pregunté al médico
cuánto tiempo había estado inconsciente, si había estado inconsciente
desde que la recibieron, pero dijo que no lo sabía. No sabrían la
gravedad de su lesión hasta que se despierte por completo.
Si ella no me recuerda, pasaré el resto de mi vida demostrándole
exactamente por qué se enamoró de mí. Reviviré nuestros momentos
más íntimos y lo haré una y otra vez hasta que incluso un indicio brille
dentro de su cabeza.
—Se ve tan pací ica —murmura Jonah, apartándole el cabello de su
cabeza.
Asiento, pero soy incapaz de decir nada. Mi boca está seca, mis
manos como papel de lija por frotarlas en mis jeans—. Nunca supe de
Liza —Me inmoviliza con su mirada—. Si lo hubiera hecho, la habría
criado como si fuera mía.
Sacudo mi cabeza, apoyando los codos en mis rodillas. —No te
conozco muy bien, pero te creo.
—¿Dónde está? —Pregunta Jonah, parándose derecho.
Hago un gesto hacia la puerta—. Se fue a tomar un café. No ha
hablado mucho desde que la salvamos de Gunner.
— ¿Gunner Lomoas?
Inclino mi cabeza—. El mismo.
—Interesante… —dice, metiendo las manos en sus bolsillos—.
Corre en el lado más limpio de la ley, así que no me sorprende que la
devolviera.
No tenía la energía para decirle que la devolvió, sí, porque está
limpio, y sí, una vez él tuvo una hija que habría tenido la misma edad
que Liza, pero también lo hizo porque quería mi respeto. Los hombres y
el respeto van de la mano. No tenía la energía, ni me importaba un
carajo lo su iciente como para decírselo. En otro momento. Ese
momento va a ser cuando Amethyst se despierte. Voy a darle una paliza
por esto.
—Ella va a recordar quién eres, hijo —dice Jonah, agarrándome del
hombro. Pongo mis manos alrededor de mi boca y la miro—. Lo que tú
y ella compartieron no es algo que la mayoría de la gente pueda
experimentar. Maddox, ambos comparten algo tan raro que nada puede
borrarlo.
No respondo. Sólo trago más allá del nudo en mi garganta.
El miedo de no saber si va a recordar es casi paralizante. ¿Y si ella
no me quiere? ¿Y si no me permite mostrárselo? ¿Qué haría yo
entonces?
La encerraría en mi sótano y la obligaría, eso es lo que haría.
Capítulo 44

Rizos castaños envuelven el rostro de esta chica, sus ojos azules brillan
con picardía. Sostengo la lata de aerosol en mi mano y le sonrío—. ¿Que
estamos haciendo?
Se ríe, profundos hoyuelos en sus mejillas—. ¡Eres tan graciosa,
Ame! Estamos rociando tu medio tubo, ¿recuerdas? Voy a dibujarte a ti
y papá y tú las salpicaduras rosas y azules.
Miro de vuelta a las salpicaduras—. ¿Por qué son rosa neón y azul?
La niña arruga su rostro, sus chonguitos rebotando—. Porque te
gustan los autos rápidos, pero también te gusta vestirte bonita.
—Já —murmuro, mirando a lo lejos—. ¿Entonces soy mitad
marimacho y mitad chica femenina?
Ella asiente—. Síp, como yo, ¿recuerdas?
No recuerdo.
—Em —susurro—. ¿Cuál es tu nombre?
Ella pone los ojos en blanco—. ¿Has estado bebiendo vodka de
nuevo?
Me congelo—. ¿No?
—Soy Kennedy Stone, mi—
Los recuerdos invaden mi cerebro a ciento sesenta kilómetros por
hora.
Maddox y yo riendo, él dejándome, encontrándonos. Nuestro
primer beso, cayendo a su cama durante nuestra aventura, cayendo por
su ventana y riendo con Leila mientras corríamos de regreso al taxi, él
mostrándome Dutch, el lugar del accidente. Te amo.
Salgo disparada de la cama, respirando desesperadamente.
—¿Amethyst? —Maddox vuela del asiento en el que está sentado.
Lo miro, luego a Liza que está a su lado, agarrando un vaso de café con
líneas de preocupación grabadas en su rostro. Ella obviamente no había
dormido, entonces miro al suelo para ver las masas de colchones
esparcidos por todas partes con mantas y almohadas. ¿Se habían
quedado todo el tiempo?
—¿Bebé? —Maddox prueba, caminando lentamente hacia mi cama.
Me froto los ojos y luego me agarro al poste de acero que está al
otro lado de mi cama—. ¿Dónde está Ken?
Ambos dejan escapar una fuerte exhalación—. Santa mierda —
Maddox salta hacia mí, tirándome a sus brazos. Hago una mueca, pero
luego me hundo en él—. Te amo.
—Yo también te amo— murmuro, mirándolo—. Pero en serio,
¿dónde está Ken?
Capítulo 45

DOS SEMANAS DESPUÉS

No sé qué sucedió mientras estaba inconsciente, porque no recuerdo no


recordar, pero sí recuerdo el sueño que tuve con Ken en él. Cuando le
conté a Maddox sobre el sueño, él estuvo sin palabras durante días. No
fue él quien me hizo recordar, no fue el amor que tenía por él a pesar de
que ese amor es in inito, fue el amor que tenía por su hija. Mi hija
también. La he reclamado y nadie puede hacer nada al respecto.
Llaman a la puerta de mi habitación cuando estoy arrojando ropa a
mi bolso—. ¡Hola, cariño! —Leila entra a mi habitación, su cabello en
una coleta alta y su cara libre de maquillaje. Su cabello ha vuelto al
color castaño desde que está embarazada. No sé, algo acerca de que el
amoníaco no es bueno para el bebé. Ella dio un giro completo de 180
grados y no puedo estar más feliz por ella. Esto también me hace
pensar acerca de tener mi propio hijo algún día. Mitad mío y mitad
Maddox. No sé si sentirme aterrorizada o emocionada. Pero, de nuevo,
Ken resultó perfecta y su mamá tiene algunos tornillos sueltos, tanto
como amo a Cass.
—¡Hey! ¿Tienes todo listo?
—¡Sip! —Ella se sienta en mi cama y mira por la ventana—. ¿Has
hablado con Liza?
Trago saliva. Descubrir que ella era mi hermana no era algo fácil de
aceptar, y no he perdonado a mi mamá por eso, ni siquiera estoy cerca
de perdonarla. No sé cuándo lo haré, pero no será pronto.
—Hablaré con ella cuando esté lista.
—¿Quieres hablar de esto con tu puta abuela loca? —pregunta
Leila con cuidado.
Me encojo de hombros—. No realmente, pero... —inhalo y me
siento a su lado, moviendo mi cabello hacia atrás—. No entiendo por
qué nos necesitaba a una de nosotras. O sea, ¿por qué? ¿Por qué no nos
dejó a Liza y a mí con mamá?
—Por el poder —murmura Liza desde la puerta.
Me arrastro un poco—. ¿Qué signi ica eso? Y puedes entrar... —Le
hago señas para que entre a la habitación.
Liza vacila, pero inalmente entra y se sienta en el piso frente a
nosotras. Leila acomoda sus pies debajo de su trasero para sentirse
cómoda; yo no estoy segura de que alguna vez me vaya a sentir cómoda
escuchando esta historia.
—Jessica era su única hija, y la forma en que los Satan’s Angels
logran la presidencia es por linaje. Ella trató de quedar embarazada
después y antes de Jessica, pero nunca sucedió. Si ella no hubiera tenido
a alguien para hacerse cargo, ella hubiera perdido la presidencia una
vez que alcanzara los cincuenta. La razón por la que no le quitaron el
poder hace diez años fue por mí. Porque ellos sabían que ella me estaba
preparando para tomar su lugar.
—¿Qué la volvió lo su icientemente loca como para robarme
entonces? Sin ofender, pero si ella te tenia, ¿por qué comenzaría este
drama?
—Travis —susurra Liza, sus ojos se dirigen a mí.
Me congelo—. ¿Qué? —todavía no he hablado con ese pequeño
cabrón desde el escándalo del video sexual—. ¿Qué hay de Travis?
Ella sacude la cabeza con incredulidad—. Le pagaron para que
saliera contigo, para que con iaras en él. Él ya era tu compañero de
trabajo, funcionó. ¡Te lo iba a decir! Te iba a contar todo. ¡Dios, Ame! —
Ella exhala, su voz temblorosa—. He querido contarte todo desde hace
mucho tiempo, pero no podía. Tenía demasiado miedo.
—¿Miedo de ella? —Pregunto, inclinando la cabeza, todavía
tratando de entender todo en relación con Travis.
Liza sacude su cabeza—. No, tenía miedo de perderte. Perderte
porque no te dije enseguida, perderte, punto.
—No lo hubieras hecho y no lo harás, Liza, pero ¿puedes contarme
más sobre Travis?
Ella asiente y continúa—. Él causó la debacle por un par de
razones. Una era lastimar a Maddox y a ti, lo cual es obvio, pero la otra
es la no tan obvia. Lo hizo para llamar la atención de Gram —se aclara
la garganta y endereza los hombros—. Antes de continuar, tengo que
decir ahora que no puedo tener hijos.
Lo siento por ella, lo hago—. Lo siento.
Sacude su cabeza—. Está bien, eventualmente sané, y es una
historia en la que realmente no quiero entrar, pero el Satan’s Angel MC
es uno desagradable.
Trago—. Si alguna vez quieres hablar de eso, Liza, estoy aquí.
Hace una pausa y observo que sus ojos se vuelven vidriosos y su
labio inferior tiembla—. Gracias, Ame —Jesús, ¿nadie le ha demostrado
amor?
Agito mi mano—. Continúa.
Ella se aclara la garganta—. Cuando mi abuela descubrió que yo no
podía tener hijos para continuar con el legado, se horrorizó.
Básicamente yo era material dañado, aunque nunca lo dijo. Ella siempre
me hizo sentir amada y querida. Cuando le conté sobre mi infertilidad,
parecía triste, pero pensé que estaba triste por mí, pues la persona que
me dañó fue removida alrededor del tiempo que pasó. Estaba
equivocada. Muy equivocada. Inmediatamente inventó un plan para que
alguien fuera por ti, cualquiera. Ella vio tu programa y vio la conexión
que Travis y tú obviamente ya tenían y la trató de forzar más, se le
metió en su cabeza. Amenazaron su vida, luego hicieron un trato con él.
Él comenzó a tomar tus píldoras y las reemplazó para acelerar el
proceso. Luego, cuando casi te pierde ante Maddox en la boda, ella lo
amenazó nuevamente. Fue una suerte que quedaras embarazada, pero
cuando él le dijo a Gram, ella estaba extasiada. Gram notó el cambio en
mí, cómo te estaba defendiendo mucho, saliendo a tu defensa cuando
hablaban de ti. Traté de hacer cosas para detenerlo, pero comenzaron a
excluirme de las discusiones, así que no sabía nada. Para ser honesta,
ahora que miro hacia atrás veo dónde y cómo comenzó a alejarse de mí.
Ella me estaba perdiendo, pero en su mente yo ya estaba perdida en el
momento en que fui violada.
Me detengo, saltando de la cama y tomando asiento con ella en el
suelo. Sorbe por la nariz y sacude la cabeza—. Lo siento mucho, no
quise decir eso.
—¡Está bien! —le limpio las lágrimas de las mejillas.
Leila baja al otro lado de ella—. Liza, somos familia. Nos
preocupamos tanto por ti como nos preocupamos por nuestra propia
sangre. ¿Okay?
Pongo los ojos en blanco—. Ella es mi sangre, Lei.
Leila me fulmina con la mirada—. No te estaba hablando a ti.
Me rio entre dientes.
Liza suelta una risita. Está acostumbrada a la rara amistad entre
Leila y yo.
Liza continúa—. Entonces, cuando perdiste al bebé y dejaste a
Travis, supongo que todo se fue cuesta abajo. Ella pensó en encontrarte
de otra manera —ella me mira—. No sé qué había planeado para ti,
Ame, pero esa casa, la casa de mi papá, sólo se usa para cosas brutales
que no quieren llevar de vuelta a la casa club. No sé, pero si me
preguntas, diría que ella tenía planes para mantenerte allí. Lo del video
sexual de Travis fue una forma barata de separarte de Maddox.
Simplemente no sabían que nada realmente puede interponerse entre
ustedes dos.
La información se asienta en mi cabeza como un carnaval de
payasos psicópatas. Arriba y abajo y vueltas y vueltas...
Exhalo—. Bueno, al menos todo tiene sentido ahora.
Liza asiente—. Si Maddox se entera de lo de Travis...
Sacudo la cabeza y Leila suelta—: ¡No!
Todos nos miramos y estamos de acuerdo—. Maddox nunca puede
saberlo.

Todos estamos sentados en el jet de Maddox, esperando el


despegue cuando él viene a sentarse a mi lado. Todos están aquí
excepto mi mamá y Elliot.
Talon y Liza, Wolf y Leila, Cass, Kennedy y el nuevo novio de Cass.
Mi familia, básicamente.
La mano de Maddox encuentra la mía y entrelaza nuestros dedos
—. ¿Estás bien?
Sonrío, acurrucándome junto a él—. Sí
No todo es mentira, estaba bien, sólo no estaba segura de qué
hacer con mi mamá.
Capítulo 46

Aspen estuvo lleno de risas, mucho alcohol y, en el caso de Maddox y


mío, mucho sexo. Mi mamá llama a mi teléfono por centésima vez, así
que lo desbloqueo para contestar—. ¿Qué, mamá?
—Hola, cariño, respondiste. Escucha, tu padre y yo vamos de
camino a tu casa, ¿estás ahí?
—¿Qué? —Me siento derecha en el sofá, miro a Kennedy y luego
me dirijo a la cocina. Maddox no está aquí esta noche, tenía que ir a Las
Vegas y Cass está de vacaciones en Australia con Aaron. Sin embargo,
tenemos alrededor de cinco guardaespaldas en la propiedad. Maddox
todavía tiene en la mira a Gram. No estoy segura todavía de lo que
planea hacer, pero realmente espero que no haga nada estúpido. Lo
último que necesitamos es ser carnada de un club de motociclistas.
—Bien, pero ¿de qué quieres hablar, mamá? Lo sé todo.
Ella suspira—. Lo sé cariño, pero es algo importante y realmente
necesito que lo entiendas.
—Okay —me rindo. ¿Cuánto tiempo puedo estar realmente
enojada con ella? La escucharé, pero realmente espero que tenga algo
nuevo que decirme.
Ni siquiera estoy de vuelta en la sala de estar cuando se abre la
puerta principal y el guardaespaldas número uno que estaba fuera de la
puerta asoma la cabeza—. Una pareja de ancianos está aquí, ¿uno de
ellos dice que es su madre?
Puedo oír a mamá gritar de fondo.
Le hago un gesto—. Envíalos —Luego miro a Ken, que se ha
quedado dormida en el sofá a la mitad de The Greateast Snowman.
—Ame —dice papá, y me doy la vuelta para saludarlo.
—Hola, papi —lo jalo a un abrazo y luego abrazo a mi mamá. Ella
sigue siendo mi mamá, incluso si no estoy exactamente satisfecha con
cómo ha manejado a Liza. Estoy dispuesta a escucharla.
—Encuéntrenme en el comedor, tomaré una cobija para Ken.
Ambos desaparecen en el comedor mientras yo corro escaleras
arriba para sacar una cobija de la habitación de invitados en la que ella
duerme cuando está aquí. Es Holly Hubbard y me encanta. Me encanta
que esta niña para alguien tan joven y nacida en esta generación, tenga
alma rústica. No se deja atrapar por las tonterías geniales del presente
y siempre le encanta aprender sobre los años 90. No puedo esperar
para sacar los carteles de Hansen, Backstreet Boys y NSYNC. A Maddox
le encantará.
La meto en el sofá y beso su cabeza, luego apago la televisión.
Enciendo la lámpara que está en la esquina de la sala de estar,
permitiendo que una luz cálida penetre en la oscuridad.
Entro a la cocina, mamá y papá están sentados en el comedor, como
un par de adolescentes a punto de recibir la plática.
Suspiro, abriendo mi gabinete de alcohol y bajo una botella de
whisky—. Esto es todo lo que tengo —Luego agarro unos vasos y los
coloco en el medio de la mesa, empujando la lor y la pieza central de
vidrio fuera de mi camino.
Tomo asiento—. Entonces —Sirvo nuestras bebidas y luego las
deslizo hacia cada uno de ellos—. Conversemos.
Mamá exhala, toma un trago y vuelve a colocar el vaso sobre la
mesa—. El padre de Liza y yo dormimos juntos un par de veces. De
hecho, estuvimos juntos durante un tiempo —Otro trago—. Tuve la
sensación de que estaba embarazada cuando me desperté a la mañana
siguiente sintiéndome mal. Tú tenías solo dos meses y yo acababa de
mudarme de regreso a Nueva York, preparándome para abrir la librería.
Estaba confundida con el mundo y batallando contigo. No tuve mucha
ayuda y no quería compartir con tu papá lo mucho que estaba
batallando en ese momento. Ese orgullo que compartimos es una
maldición —Toma otro trago y una rápida aclaración de garganta—.
Descubrí que estaba embarazada de Liza el mismo día que mi mamá me
encontró en Nueva York. Le dije que no podía hacerlo. Le dije que no
quería que mis hijas pasaran lo que yo había pasado en esta vida, por
eso Jonah y yo nos habíamos ido. A ella no le gustó eso. Necesitaba que
al menos una de ustedes se hiciera cargo cuando ella falleciera. Putos
rituales enfermo que tienen.
Me congelo porque nunca he escuchado a mi mamá maldecir.
Ella continúa—. Ella vino a buscarte en tu segundo cumpleaños.
Ella te tuvo. Estabas en el área de juego y había dejado una nota en la
mesa de la cocina que decía que debía entregarle a Liza o te llevaría.
Naturalmente, ella quería más a Liza por quien era su padre—
La interrumpo—. Recuerdo a Liza, algo, de cuando era una niña.
Pero no vívidamente, más como un par de imágenes polaroid
incrustadas en mi cerebro. Sólo la recuerdo una o dos veces, te creí
cuando me dijiste que era el bebé de una amiga que solías cuidar a
veces —Mamá asiente, sus mejillas poniéndose rojas—. ¿Te avergüenza
tu mentira, madre?
Sus ojos se lanzan a los míos, sus dedos apretándose alrededor de
su vaso—. Por supuesto que lo estoy, Amethyst.
Agacho la cabeza, medio satisfecha—. Muy bien, continúa.
Ella lo hace—. No me arrepiento de mi decisión, Amethyst. No
había forma en el in ierno de que entraras a esa vida.
—¿Por qué no peleaste? —Pregunto, inclinando mi cabeza hacia
ella.
Mi papá se mueve en su asiento—. Tenías a papá, que ya admitió
que si hubiera sabido de Liza la habría criado como si fuera suya.
—Bueno —toma otro sorbo de su bebida y lamento haberle
servido ahora, porque lo está usando como una forma de alargarse—.
Pensé que estaba haciendo lo correcto en ese momento. Era joven,
sentía que no tenía muchas opciones y tenía miedo, mucho miedo de
ella, Amethyst, por una buena razón.
—Brindaré por eso —Levanto mi vaso y tomo todo el contenido, y
luego alcanzo la botella para llenar mi vaso. Papá no ha tocado el suyo,
así que lo dejo.
—Quiero compensárselo a Liza. Tu padre también, ¿te parece bien?
—Por supuesto que sí —espeto—. ¡No puedo creer que siquiera
preguntaras eso!
—Hay algo más —agrega mamá, aclarándose la garganta—. Grams
está muerta.
Maddox
Me trueno el cuello y aprieto el volante de mi Ferrari. Estoy en medio
de que envíen toda mi mierda a Los Ángeles. No me gusta estar allí,
pero necesitaré algunas de mis cosas cuando visite a mi chica.
Llegué a Nueva York esta tarde, pero tenía una reunión esta noche
y sabía que no podría alejarme de Amethyst sin que ella hiciera
preguntas, así que le mentí y le dije que no volvería a Los Ángeles hasta
mañana.
Hay un golpe en mi ventana y me pongo mi sudadera por encima
de mi cabeza.
—Vamos.
Abro la puerta y activo la alarma. Estamos en un callejón oscuro en
Brooklyn. Mi matrícula es DESTRYR, y estoy bastante seguro de que
todos saben quién es el propietario.
Un miembro joven con parche abre una puerta de metal pesado y
entro, enderezando los hombros—. Él está atrás.
Continúo caminando por el pasillo blanco vacío, la luz del pasillo
parpadeando. Puedo escuchar risas, vítores fuertes y el olor familiar de
sangre mezclada con sudor. Empujo las puertas al inal, ingresando a
una cocina de restaurante. Está desgastado y no se ha usado durante
más de una década porque es uno de los lugares que siempre usan para
peleas clandestinas. Lo sé porque solía pelear aquí cuando estaba en la
preparatoria.
—Cuánto tiempo sin verte —dice Justice, expulsando el humo de la
boca. Se pone de pie y extiende la mano. La tomo y luego me siento en
uno de los asientos frente a él.
—¿Está hecho? —pregunto, mis cejas arriba y mi mandíbula
apretada. Aprieto mi puño.
Justice se ríe entre dientes—. Sí, está hecho.
— ¿Y ahora eres el presidente?
Él se encoge de hombros—. Siempre se supo que debía de ser así,
Maddox. Siempre estuve destinado a tener el mazo, y esa perra estaba
corriendo esto hasta el suelo.
Me inclino hacia adelante, inmovilizándolo con una mirada—. ¿Y te
mantendrás alejado de Amethyst y Liza?
Su sonrisa arrogante cae y se quita un poco de tabaco de la boca
antes de mirarme de vuelta—. Sí, pero si mi hija alguna vez quiere tener
algo que ver conmigo, no la rechazaré.
—Muy bien —digo, recostándome en mi asiento—. ¿Fue doloroso?
—Mucho —responde— ¿Quieres conocer los detalles?
Quiero decir que sí porque me encantaría festejar con las imágenes
de ella muriendo en mi cabeza, pero en cambio niego con la cabeza—.
No. Amethyst siempre sabe cuándo le oculto algo, no puedo
arriesgarme a tener ningún tipo de información.
Él asiente y yo me pongo de pie, satisfecho con el resultado y listo
para ver a mis chicas.
—Hay una cosa más —murmura, y hago una pausa, inclinando la
cabeza.
—¿Qué?
Otro juego de puertas se abre con algunos miembros más del MC
entrando, sosteniendo a un Travis atado y amordazado.
Mis ojos se lanzan a Justice—. ¿Qué coño es esto?
—Mmm —se ríe entre dientes, encendiendo otro cigarro—. Supuse
que tu pequeña belleza no te contó sobre este Muppet, así que este es
mi regalo para ti.
Miro de vuelta a un Travis frenético—. Te ves de la mierda —le
murmuro, luego miro de nuevo a Justice— ¿Qué me escondió esta vez?
Él se ríe silenciosamente—. Digamos que Travis tuvo mucho que
ver con muchas cosas...
Él continúa, y me siento de nuevo mientras me cuenta cada detalle
sobre Travis y el papel que jugó en casi todo. Mis huesos se vuelven
furia y mi sangre se convierte en lava.
Me levanto de la silla, hirviendo—. Hijo de puta.
Justice se pone de pie, su mano viniendo a mi brazo—. Maddox, no
puedes llevar ningún tipo de pleito. Si quieres que desaparezca,
desaparece, pero tú no tendrás ningún papel en ello.
Me quedo allí, con los puños apretados y pensamientos corriendo
por mi cabeza. Luego me río y escupo en el suelo, mi atención se centra
en él—. Nah, todo está bien. Deja que el cabrón se vaya.
Justice vacila, mirándolo por encima del hombro y luego regresa su
mirada a mí—. ¿Estás seguro?
—Seguro —a irmo—. No quiero su sangre de mierda en mis manos
—. Entonces mis ojos vuelan a los suyos—. Si te acercas al puto radio de
alguien que conozco, estás acabado. Al igual que tu carrera actoral.
Travis asiente y los hombres lo escoltan por la parte de atrás.
Justice silba—. Ese chico acaba de ser tocado por un ángel.
—Sí, y ese ángel tiene el cabello rosa.
Salgo del bar y vuelvo a mi coche con rabia reprimida. Me siento
algo satisfecho con Travis. Sabe que tengo sus bolas en mi mano. Cruzo
la ciudad y conduzco directamente hasta la pista de aterrizaje. Quiero a
mi chica en mis putos brazos y la quiero allí ahora.
Capítulo 47

Durante los últimos años, mi vida y mi mundo se han expandido


rápidamente. Pasé de ser un poco solitaria con una compañera de
cuarto molesta, a que ella se convierta en mi cuñada y mi mejor amiga.
Luego mi novio se convirtió en mi hermanastro y luego pasé a tener
una hermana real, y yo me convertí en una especie de madre. A través
de las pruebas y tribulaciones que vinieron con mi viaje, todo valió la
pena. Miro a cada uno de ellos y sé que pasaría por la montaña rusa una
y otra vez sólo para tener mi vida exactamente donde está ahora.
Mi mamá y mi papá se fueron poco después de nuestra charla, hace
unas cinco horas. Les prometí a los dos que iría a visitarlos tan pronto
como pudiera, pero ahora que el trabajo está consumiendo mi agenda
porque he pasado mucho tiempo fuera, ahora mi carga es grande. He
estado viendo repeticiones de Friends, tratando de dormirme al lado de
Kennedy cuando se abre la puerta principal, y me inclino sobre el sofá,
viendo como Maddox arroja sus llaves sobre la mesa de entrada. Hace
una pausa cuando nos ve a Ken y a mí en el sofá acurrucadas juntas. Se
adentra más en la casa y luego tira de la manta para deslizarse a mi
lado. Me besa en la sien.
—¿Todo bien con tus padres?
Asiento. Él me hace sentir a gusto, cura el picor que hormiguea en
mis venas—. Sí, llevará tiempo, pero creo que todo va a estar bien.
A la mañana siguiente, estamos sentados junto a la piscina
desayunando cuando Cass entra, empujando sus lentes de sol sobre su
cabeza—. ¿De qué me perdí?
Oh, ya sabes, sólo el drama habitual.
Maddox todavía está revisando algo cuando camino hacia Cass y le
doy un abrazo—No mucho, ¿cómo estuvo Australia?
Ella suspira y se sienta en una de las sillas de la piscina— ¡Fue
increíble, Ame! Tan cálido y la gente, son como una raza diferente. Muy
amigables.
—Oye —la empujo—. ¡Yo soy amistosa!
Ella se aclara la garganta.
Perra. Sacudo mi cabeza y me río entre dientes.
—¡Mamá! —Kennedy corre hacia ella con toda su fuerza y Maddox
la sigue de cerca.
—¡Hola, cariño! —dice, atrayéndola.
Todos entran a la casa y Maddox agarra mi mano y me empuja
hacia su pecho—. Quiero preguntarte algo...
—Oh, oh... —bromeo, la sonrisa en mi rostro es de su iciencia.
Él pone los ojos en blanco y me lleva al salón cuando Cass ha
desaparecido con Kennedy, probablemente para preparar sus cosas—.
¿Quieres que me mude aquí a tiempo completo? Quiero decir, tengo mis
peleas por las que tendré que volar de regreso, y luego está Dutch en
Nueva York y quiero abrir algunas otras pequeñas empresas aquí y allá,
pero en su mayor parte, puedo estar aquí. Contigo.
No puedo luchar contra la sonrisa que se extiende por mi rostro—.
Sí.
—¿Sí? —repite, un poco incrédulo.
Yo sonrío con entusiasmo—. Sí.

Dos semanas después, Maddox y yo estamos instalados en nuestro


lugar. Estamos acurrucados en la cama, mirando algo en la televisión
cuando su brazo rodea mi cintura y lleva sus labios a mi cuello.
—¿Cuántos niños quieres? —pregunto de la nada.
―Ahh...—Él ríe—. ¿No lo sé? Supongo que realmente no lo he
pensado. Contigo, no tendría un número preferido, pero espero que
muchos. ¿Por qué?
Asiento, mis labios se curvan—. Bueno, porque —me estiro por el
cajón de la mesita de noche y saco el palito blanco—. No te emociones
porque, como sabes, tuve un aborto espontáneo y—
Él se empuja en un codo hacia arriba. Su rostro está impasible, y
luego una sonrisa come mierda se extiende—. Mierda.
—Sí.
Trago. No se lo he contado a nadie todavía, ni siquiera a Leila, pero
sé que estará emocionada de que estemos embarazadas juntas. Ni
siquiera he pensado en el trabajo, pero estamos a la mitad de la
ilmación, así que supongo que tengo un poco de tiempo, y de todos
modos es FX y todo su rollo so isticado.
Maddox se pone encima de mí y me inmoviliza con su pelvis.
Me río, golpeándolo—. ¡Maddox!
No sé por qué las cosas suceden de la forma en que lo hacen, pero
creo que el resultado es siempre el mismo. Creo en el destino. Si te
desvías del curso, el destino te ayudará a retomarlo. No importaría qué
dirección tomes, eventualmente, tu vida te llevará al destino en el que
necesitabas estar. Tal vez es así con Maddox. Tal vez las cosas podrían
haber sido más fáciles con él y conmigo, pero tal vez no quiero que sea
más fácil. Porque cada cicatriz que he recibido en el camino hacia aquí
me ha ayudado a convertirme en la persona que soy hoy. Su persona.
Pero esto no se trata sólo de amor y destino. Esto sólo fue sobre un
niño que conoció a una niña en una tienda de donas. Me enamoré de
Maddox cuando era niña, lo había amado sin siquiera saberlo y por eso,
el amor que compartimos fue primitivo y real. Es un tipo de amor
intocable.
Ahora, lo tengo por el resto de mi vida.
Dos meses después

Leila y Liza están a cada lado de mí, y el hedor de cuerpos húmedos y


testosterona llena el aire. Estoy ampli icada, electri icada al ver a
Maddox en el ring. Es una obra de arte cuando pelea. Lo he visto unas
cuantas veces ya, un par de veces en YouTube de sus viejas peleas, y
otra ocasión en vivo. Cada vez que lo veo, la pasión que tiene por ello
crece en mí. Esta vez no es más di ícil que las otras. Es un león,
provocando a su presa. Es como si una vez que está en el octógono, es
una persona diferente. Ya no es Maddox Stone, ahora es "El Destructor".
Estamos en el segundo asalto, después de ver a Maddox jugar con
su oponente. Se apartaba con gracia de cada movimiento, con una
sonrisa en la cara, y luego le daba unos cuantos golpes ligeros al otro
luchador. Entonces, justo cuando el otro luchador pensaba: este es, este
es el momento de empezar a golpear a Maddox, ya es demasiado tarde,
porque Maddox ya le está soltando combos perfectos. Uno tras otro,
como una actuación perfectamente orquestada. Lo que lo hace mortal
como Maddox Stone, pero un destructor en el ring es el hecho de que
siempre está dos pasos por delante de la gente. Maddox salta sobre sus
pies, y luego da un rápido golpe justo en el centro de la cara del tipo.
Los rugidos de la multitud se cortan en silencio mientras todos lo
observamos fascinados mientras cae al suelo, su cuerpo blando y sin
vida.
La multitud estalla en porras y yo exhalo, dejándome caer en mi
asiento.
Él está hecho para esto. Su talento no se ha disparado, casi ha
quemado todo el maldito mundo.
Una semana después estamos todos en Nueva York, de vuelta en
Kingsville Park.
—Bebé... —advierte Maddox—. ¿Por qué tienes que estar todavía
haciendo ollies? ¿Por qué no puedes ser como las otras mamás
normales que hacen yoga y mierda y media?
Arrugo cara y le paro el dedo—. ¡Ni de pedo!
Leila se ríe, con Talon y Wolf a su lado. Liza sonríe, mirándome
desde su cuaderno de bocetos—. En serio, chica. Estás embarazada. No
deberías hacer eso... —dice Liza, haciendo señas a mi estómago.
Maddox me fulmina con la mirada.
—Sólo una vez...
Kennedy suelta una risita—. ¡Hazlo, Ame!
—De initivamente puedo caer bien... —Me digo a mí misma.
—¡Oye! —grita Maddox desde una de las mesas de madera—. Si
caes bien —se detiene y les guiña a nuestros amigos mientras trota
hacia mí.
—Si caigo bien, ¿qué, Maddox? —Pongo los ojos en blanco. Puedo
caer bien.
—Si caes bien con un kick lip ollie, tienes que casarte conmigo.
Inhalo profundamente, y todos se callan. Excepto Leila que grita.
—Ah... —Me lamo los labios.
—¡Oh, por Diooooos! —Kennedy empieza a saltar.
Maldita sea, Maddox, desbalanceándome otra vez. Vacilo en mi
paso—. Sabes que puedo caer bien, Maddox...
Sonríe, sacando una pequeña caja blanca y se arrodilla—. Sé que
puedes, bebé. Supongo que la pregunta es... ¿quieres hacerlo?
Epílogo

DOS AÑOS DESPUÉS

Me casé con él. Porque por supuesto que lo hice. No tenía muchas ganas
de planear la boda, así que se lo pasé todo a Leila para que la planeara,
con una excepción: no seas extrema. Peleamos mucho. Lloramos aún
más. Peleamos un poco más y luego nos abrazamos un montón. Al inal,
ambas acordamos hacerla en Dutch. Al principio, los chicos se
discutieron por ello. Parece que mis aterradores hermanos mayores son
unos blandengues. Al inal concordaron, por supuesto, y la ceremonia
fue hermosa. La boda fue al atardecer con sólo luces de hadas y faroles
iluminando el lugar. Se sintió como si su mamá, Lauren, estuviera con
nosotros. Se puso un poco emocional para Maddox y los chicos, e
incluso para Elliot, pero también se sintió como un cierre. Ahora visitan
Dutch todo el tiempo, y es nuestro destino cada vez que estamos en
Nueva York. Todo fue parte de su proceso de curación, lo que hace que
el hecho de que Maddox y yo nos casáramos allí sea mucho más
especial. La recepción fue en nuestro parque de patinaje. Teníamos que
conseguir el visto bueno del consejo, pero funcionó. Instalamos una
tienda beduina y más luces de hadas en las tuberías y rampas.
Bradley tenía cuatro meses cuando inalmente nos casamos. No
había manera de que yo fuera una novia embarazada, y, de todos
modos, quería beber. Fue una hermosa noche de risas y buena gente. Al
inal de la noche, teníamos tanta comida de sobra que abrimos la tienda
a todos los vagabundos de la calle y a jóvenes. Terminó convirtiéndose
en una pequeña iesta con un montón de chamacos y gente uniéndose a
nosotros. Fue perfecto. Leila empezó a maldecir de nuevo, pero, a mis
ojos, fue perfecto.
Estoy embarazada de nuestro segundo hijo, bueno, el tercero
contando a Kennedy. Otro niño y estoy un poco aterrada. No es que
Bradley sea un niño di ícil, es bastante relajado y hace que esto de ser
mamá sea muy fácil. No estoy segura de dónde heredó su naturaleza
relajada, probablemente de su tío Wolf. También tenemos un gato
tonquinés llamado Greg, gracias a Kennedy, y Leila y Wolf han tenido
dos hijos ya, ambas niñas. Empiezo a pensar que ellos van a tener las
niñas y nosotros los niños. No estoy segura de quién debería tener más
miedo, pero si resultan como Leila, entonces Wolf de initivamente
debería tener más miedo.
Mi mamá y yo hemos trabajado a través de nuestras diferencias y
ella y Liza tienen una relación saludable ahora. Supongo que le tomó
tiempo a Liza con iar en ella, pero lo lograron. Ahora tienen citas para
almorzar sin mí y creo que mi mamá tiene una favorita.
Mi papá se ha mudado a Los Ángeles para estar más cerca de mí y
de Bradley. Él y Lara empacaron y él se mudó aquí. Está en nuestra casa
casi todos los ines de semana.
Liza y Talon son los tíos buena onda. Ya saben, los que no tienen
hijos y siempre tienen la casa limpia y vienen a recoger a los niños, les
dan una gran dosis de azúcar y luego se van de nuevo. Pasan la mayor
parte del tiempo viajando porque empezaron su propio blog de viajes.
Al principio, todos los molestamos sobre cómo sólo lo están usando
como excusa para viajar, pero ahora realmente ganan dinero con ello.
No sé por qué nadie ha pensado en ello antes.
Maddox y yo todavía queremos expandir el negocio algún día, pero
por ahora, sólo tenemos Dutch. Estamos tan ocupados con nuestras
carreras e hijos que no tenemos tiempo. Él todavía está invicto. Lo sé,
por supuesto que lo está. Espero que algún día alguien le patee el culo,
y le digo esto. Pero él lo contrarresta diciendo que sólo hay una persona
en la tierra que podría hacerlo: yo.
¿Con qué le respondí? Bueno, pelear no es realmente lo mío y él no
es realmente mi tipo.

FIN
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https://www.goodreads.com/book/show/40846
776- lip-trick
TRADUCCIÓN HECHA POR:
Notes
[←1]
Trastorno por dé icit de atención.
[←2]
Muscle car: Automóvil de tamaño medio o grande, con rasgos deportivos
y "musculosos”.
[←3]
Smeagles: personaje de “El señor de los anillos”, también conocido como Gollum.
[←4]
Es un truco aéreo sin manos.
[←5]
La patineta gira 360° mientras el patinador permanece en ella suspendido en el
aire en forma vertical.
[←6]
Trastorno Obsesivo Compulsivo
[←7]
Dana Frederick White, el actual presidente de la UFC.
[←8]
En el original en inglés Ame dice “Shall we ride with you”, el verbo “ride” se
traduce como “viajar” pero también signi ica “montar”, de ahí que la respuesta de Maddox
sea “O sobre mí sería bueno”.

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