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Amethyst: Qué hay, estas sel ies son muy lindas, pero tus labios se
veían mejor envueltos alrededor de mi...
NO le respondí.
SÍ juré no volver a hablar de él, o de esa noche otra vez...
Soy Amethyst Lily Tatum, y hasta ahora, me las había arreglado para
mantener una vida bastante discreta. Soy lo que ustedes llamarían un
desastre socialmente inaceptable. En vez de ir de iesta, patino,
haciendo ollies sobre tipos que amaban subestimarme. Luego empecé
la universidad, conocí a una chica salvaje a la que pronto llamaría mi
mejor amiga, tuve mi primera aventura ebria de una noche, dejé mi
teléfono en su casa y luego, cuando inalmente logré conocer al nuevo
novio de mi mamá, descubrí que mi aventura de una noche ahora era
mi nuevo hermanastro.
Prólogo
“Desobedece.
No acates órdenes.
La rebelión es jodidamente romántica.”
—Jonny Ox
Capítulo 1
Trago saliva, mis ojos volando entre los tres. Miro a mi mamá—. Lo
siento, espera, ¿qué? ―Mi murmullo de confusión probablemente no
pase desapercibido para el trío, así que hago lo que siempre hago
cuando estoy nerviosa. Cierro la boca.
Los ojos de Maddox son como imanes de mármol verde. Soy atraída
hacia su observación de mí, y entonces, antes de que pueda evitarlo,
mis ojos chocan con los suyos. Su mano se acerca a la mía, una sonrisa
arrogante extendiéndose sobre sus labios—. Soy Maddox. ¿Eres la hija?
Me doy cuenta de lo que está haciendo. Si mi mamá se enterara de
lo que ocurrió entre nosotros, la llevaría a una espiral de ansiedad, muy
bestial. La ansiedad bestial es la especialidad de mi mamá.
—Hola —Le tiendo la mano—. Soy Amethyst. ¿Y tú eres? ―Hay una
doble indirecta en esto. Trato de hacerlo sonar como si la noche
anterior no valiera la pena recordarla, pero obviamente falla porque su
risa demuele mi insulto.
Aquaman da un paso adelante, golpeando drásticamente a Maddox
con el hombro—. Soy Talon, pero una chica sexy que conocí
recientemente me llama Aquaman, y bueno, creo que es pegadizo, ¿no
crees? —me pregunta con un brillo travieso iluminando sus turbios
ojos verdes. Entrecierro los míos otra vez. Su sonrisa se profundiza.
Soy una causa perdida porque no tengo control de la sonrisa que
llega a mi boca—. Creo que encaja bastante bien.
Me guiña un ojo, y luego Wolf da un paso adelante, su mano
extendida y su cara aparentemente congelada y sin emociones—. Wolf.
Le estrecho la mano a pesar de que se siente más como si estuviera
sacudiendo un cadáver rígido, frío. No recuerdo mucho de la noche
anterior, pero sí recuerdo lo distante que era Wolf.
Pasándome las yemas de los dedos por el cabello, me lo quito todo
de la cara y luego vuelvo a mirar a mi mamá—. Bueno—
—¡Oh! Les dije a los chicos que eres muy poco femenina, que
usaste la patineta toda tu vida y todo eso...
—Mamá—
—No, no, así que habían dicho que hay una rampa por el camino.
Todos deberían llevarla. Ame, cariño, ¿trajiste tu patineta?
Ella de verdad no necesitaba preguntarme eso, porque sabe
malditamente bien que llevo mi patineta a todas partes—. Sí, mamá,
está en mi auto, pero tengo que regresar más tarde esta noche. Tengo
un trabajo muy importante para el que necesito estudiar...
—¿Qué estás estudiando? —pregunta Wolf, tomando asiento en
una de las tumbonas. Me siento incómoda de pie, retorciendo mis
dedos, y sé que Maddox está observándome con ojos cuidadosos, así
que me siento de nuevo. A pesar del hecho de que lo de anoche hizo que
mis muslos se apretaran, mis huesos gritaran y mi alma rugiera con
anarquía, también me hizo dolorosamente algo consciente de lo letal
que es Maddox Stone.
Vuelvo a llevarme los lentes a la cara para protegerme los ojos—.
Ah, licenciatura en bellas artes, en realidad.
—¿Para ser actriz? —pregunta, arqueando una ceja con interés. No
estoy segura de si ese interés es genuino, pero lo sigo.
—Mmm, no por elección realmente. En realidad, quiero estar más
detrás de escena, por lo que me especializo en literatura y escritura de
guiones dramáticos, pero supongo que todos tenemos que comenzar en
algún lugar, así que sí, para ser actriz.
Mi mamá se limpia la boca con la almohadilla de su pulgar antes de
soltar—: Amethyst ha estado haciendo pequeños eventos de actuación
desde que era una niña. Cuando sólo era una niña sabíamos que iba a
hacer algo en esa línea de trabajo. Tratamos de hacerla modelar, pero
hizo un berrinche que pudo escucharse hasta en China.
—Mamá... —Estoy a punto de detenerla de su sobrecarga de
información, pero continúa, sólo cambiando el tema y volviendo a su
tema anterior—. Vas a quedarte al menos por una noche, puedes
regresar mañana.
Pienso en pelear con ella, y luego lo pienso de nuevo, y observo
cómo el sol comienza a ponerse en el cielo, encendiendo tonos
anaranjados sobre su piel bronceada. Cómo las arrugas en los bordes de
su sonrisa se ven un poco más profundas desde la última vez que la vi.
A pesar de mi crítica anterior, aprecio la despreocupación en su
lenguaje corporal. Se siente feliz, a gusto. No es que mi mamá fuera
alguna vez infeliz, sólo era... mamá. Pero lo noto, y lo menos que puedo
hacer es pasar una noche con ella, ya saben, ya que pasará mucho,
mucho tiempo hasta que yo regrese aquí. O nunca. En realidad, ya estoy
pensando en excusas para escaparme de todos los próximos eventos
familiares que estoy segura ha planeado.
Suspiro y luego aprieto el tobillo de mi mamá—. Okay, mamá, de
acuerdo, me quedaré. Una noche, pero me debes una maldita dona.
Suelta una risita, su cabeza inclinándose hacia atrás y su cuello
tensándose por el movimiento—. Está bien, cariño, llamaré a Elliot y
haré que pase a buscar algo de camino a casa después de su reunión —
Los chicos se quedan callados, así que les vuelvo a echar un vistazo.
Talon y Maddox están observándonos a mi mamá y a mí, pero Wolf ha
desaparecido en alguna parte. No me sorprende, por todo lo que he
visto de él (lo cual sólo es unas pocas horas en total, pero las primeras
impresiones son lo que cuentan y todo eso), parece el hermano más
desapegado emocionalmente. Parece reticente, distante y frío. Es eso, o
simplemente es completamente super icial. De cualquier forma, un lado
de mí se identi ica con su personalidad. Siempre he sido una
marginada, nunca he encajado en ningún lado. Todavía intento
entender por qué Leila siquiera me tolera, porque pertenecemos a
mundos separados. Me gusto de esta forma y nunca cambiaré. Nunca
me ha interesado encajar. Me gusta la diversidad y cualquier cosa que
sea contrastantemente auténtica. No puedes poner una personalidad
dentro de una caja y decir, "así es cómo es ella". Somos humanos, se
supone que debemos arrojar emociones crudas y ser violentamente
diferentes. Más personas necesitan abrazar sus diferencias. No querrás
mirar fotos cuando tengas ochenta años y pensar maldita sea, ninguna
de esas opiniones realmente importaba. Debí haber sido simplemente yo.
—¡Iré a buscar otro cóctel! —Mamá se levanta, pero mi mano va
hacia la suya.
Sacudo la cabeza—. No, está bien. Apenas he tocado este.
En la cara de mi mamá aparece una suave sonrisa—. Ame, ahora
estás en la universidad, vas a tener que acostumbrarte a beber. Quiero
que te diviertas.
Trago saliva mientras me esfuerzo demasiado por no mirar a
Aquaman y Maddox—. Gracias por la conversación, mamá, pero estoy
bien.
—Muy bien, como tú quieras —Continúa hacia la casa,
murmurando algunas palabras.
Maddox se sienta enfrente, justo cuando Aquaman se desploma a
mi lado—. ¿Cómo está tu cabeza? —pregunta Maddox, sus ojos
brillando complacientes.
Aprieto mis labios entre mis dientes y lucho contra el estúpido
sonrojo femenino que quiere correr desenfrenado por mi cara—. Esta
mañana me encontraba muy mal. Ahora me siento un poco mejor.
La sonrisa de Maddox sólo se profundiza, y luego siento un
empujón contra mi brazo—. Sabes, no somos tan malos —dice
Aquaman juguetonamente.
Suelto una exhalación lenta y pesada—. ¿En serio?
Aquaman le lanza una sonrisa furtiva a Maddox y luego se pone
serio cuando regresa a mí—. Por supuesto que no...
Sarcasmo.
¿Cuál es ese dicho? Es la forma más baja de ingenio o algo así.
Aquaman se pone de pie y estira sus gruesos brazos sobre la
cabeza—. Voy a ir a Scar antes de que papá llegue a casa. ¿Quieres
venir?
Maddox no responde, y cuando inalmente me permito mirarlo, su
mirada ija está clavada en mí. Quemando agujeros en mí con láseres
imaginarios. Nuestros ojos permanecen conectados, y antes de que
pueda obligarme a romper el contacto, responde—: No, estoy bien. Iré
mañana ―Sus ojos se quedan en los míos, absorbiéndome.
—Hermano, tienes una pelea este in de semana. Necesitas
entrenar —Los ojos de Aquaman siguen su línea de visión una vez que
se da cuenta de que Maddox no va a devolverle la mirada.
El labio de Maddox se levanta y luego inalmente se pone de pie.
Fulmina con la mirada a su hermano—. Estoy invicto, estoy bastante
seguro de que tengo esto.
Aquaman sacude su cabeza, pero sigue su camino, desapareciendo
detrás de la casa de la piscina. Maddox ocupa el asiento de Talon a mi
lado y se mete la mano en el bolsillo. Me da mi iPhone. Exhalo un gran
suspiro de alivio. Hay tantas fotos y recuerdos en este teléfono.
Lo tomo, ignorando la descarga de electricidad que pasa por
nuestro contacto. ¿Cuándo se convirtió mi vida en un cliché?—. Gracias.
No estaba segura de si volvería a ver alguna de estas fotos.
Baja la cremallera de su sudadera y la arroja al inal de la tumbona.
Me esfuerzo mucho por no mirar sus brazos ondulantes y la forma en la
que se tensan cuando agarra la silla, muy parecido a como la forma en
la que se tensaron cuando estaban a ambos lados de mi cabeza. Un
empuje, dos, cielos. Eso escaló rápidamente.
—Ya lo sabía, además, necesitas ponerle un bloqueo a esa mierda
—Ríe, levanta una botella de agua y toma un sorbo. Observo cómo su
garganta se contrae con su deglución, y luego rápidamente desvío mi
mirada ija cuando me doy cuenta de que estaba observando su
garganta como una rarita.
—Espera —digo una vez que he logrado calmar mis pensamientos
erráticos. Sobre gargantas—. ¿Lo sabías? ¿Que me volverías a ver?
Hace una pausa y luego vuelve a poner lentamente la tapa de su
botella de agua—. Mi papá y tu mamá han estado viéndose por meses.
Eres su orgullo y alegría, hay malditas fotos tuyas en su habitación. Sí,
sabía quién eras cuando entré en ese bar —Sus ojos se dirigen a mi
cabello rápidamente, y luego ríe entre dientes—. Y si no me estaba
seguro, el cabello te habría delatado.
—¿No te gusta mi cabello? —estoy ofendida. Generalmente me
importa una mierda lo que la gente piense de mí, pero me ofende esto y
luego me ofende que me ofenda esto. Imbécil. Mi cabello ha estado de
este tono de rosado desde que cumplí trece. Era yo rebelándome contra
mi mamá y la sociedad. Pero en ese momento, mi mamá todavía
intentaba meterme al modelaje. No tenía la altura, aproximadamente
un metro cincuenta y ocho, pero aparentemente tenía los pómulos (lo
que demonios signi icara eso). Sólo que yo montaba cuatrimotos y
bicicletas BMX cuando (según ella), debería haber estado montando sus
sueños para convertirme en modelo.
—No dije eso, Rosé —Sonríe, usando mi apodo de anoche. Sus ojos
buscan en los míos—. Pero no tenía la intención de follarte. ¿Comerme
a la pequeña querubín de Jessica? Sí, por supuesto que no, esa no fue mi
intención en absoluto.
Estoy ofendida de nuevo. ¿Puedo pegarle? Voy a pegarle—. Em, hay
tantas cosas que quiero decir en respuesta a eso, y todas empiezan con
la palabra hijo—
—¿Mad? —Una chica alta, de cabello rubio, entra de forma
desenfadada a través de las puertas mientras empuja sus enormes
lentes de sol sobre su sedoso cabello blanco—. Hola, bebé, siento llegar
tarde.
Capítulo 5
Volteando mi gorra Tony Hawk hacia atrás, dejo caer mi larga trenza
rosa sobre mi hombro. Parada en mi cubierta con un pie, empujo el
concreto con el otro y luego me balanceo en la patineta. Tenía “More
Than a Feeling” de Boston sonando en mis audífonos, y se sentía bien
estar aquí, lejos. Libre. Sonrío ligeramente mientras el sol deja caer sus
rayos sobre mi piel y el aire se desliza a través de mis ruedas,
empujándome a velocidades intoxicantes. Me encuentro en mi zona. Me
dirijo directamente hacia el medio tubo, subo y luego vuelvo a bajar. La
brisa hace volar los mechones que se habían salido de mi trenza y piel
de gallina eriza la carne de mis muslos. Llevo pantalones rasgados,
ligeramente holgados, y un top de bikini rojo debajo de mi camiseta
blanca. Puedo patinar vistiendo cualquier cosa, pero mientras más
holgado sea, mejor.
Dios, extrañaba esto. La adrenalina que obtengo de patinar está
cerca de la sensación que tengo durante el sexo. Es adictivo y eufórico,
por lo que nada puede borrar la sonrisa de mi cara mientras sigo
patinando por el parque. Este parque, en particular, no es nuevo para
mí. Kingsville es a dónde vengo siempre que necesito una salida. Tiene
una cancha de baloncesto al lado, con aros tan viejos que las mallas de
las canastas se han rasgado. Unos cuantos contenedores metálicos
están esparcidos en algunos lugares, y hay gra iti artístico salpicando
casi cada centímetro de los medios tubos y rampas. Siempre he sido
completamente consciente de lo peligrosa que era esta área. Cada dos
personas que pasan están metiendo dólares y bolsitas en sus bolsillos
traseros, pero me dejan en paz. Creo que se acostumbraron a que
anduviera por aquí.
La canción “River” de Eminem y Ed Sheeran comienza a sonar
cuando salto de mi patineta, pisando un extremo hasta que se levanta y
cae en la palma de mi mano. Sacándome los audífonos, camino hacia
donde están mis cosas, recogiendo mi botella de agua.
—Tu mamá dijo que estarías aquí.
Me congelo, reconociendo la voz, luego me giro para mirarlo.
—Maddox, hola.
No estoy segura de qué versión de Maddox estoy a punto de
obtener, así que creo que un simple “hola” sería una apertura promedio.
Lentamente comienza a caminar hacia mí, sus ojos se mueven por mi
cuerpo y luego vuelven a subir. Se sienta en la rampa, recostándose
sobre un codo. No puedo evitarlo. Obviamente soy una idiota, pero no
puedo evitar observar todo lo que es Maddox Stone. En serio, ¿nunca
tuvo una espinilla cuando era adolescente? Su piel es ridícula. Siento
envidia de su piel. Mi boca comienza a abrirse, cuando registro
internamente lo que es probable que estuviera a punto de hacer:
preguntarle sobre su piel, así que me muerdo la lengua y rápidamente
cambio de tema.
»¿Hay alguna razón por la que estés aquí? —Coloco mi patineta a
su lado y me siento en la parte superior—. Sin ofender, pero ésta
realmente no parece ser tu escena.
Saca la lengua para humedecer su labio inferior, y capto el brillo del
piercing de su lengua. Señor, ayuda. Rápidamente miro hacia otro lado,
viendo hacia el frente.
—¿Esto es tuyo? —Recoge mi cadena de eslabones de oro. Siempre
me la quito cuando patino, así no la pierdo. La compré sólo porque me
gustaba. Date un capricho es mi dicho favorito.
—Sip —Le sonrío. La desabrocha y se la pone alrededor del cuello
—. ¡Oye! —Lo empujo juguetonamente en el brazo.
—La cuidaré por un tiempo.
Pienso en protestar por esto, pero no lo hago.
Se aclara la garganta, su rostro se pone serio—. Tenía ocho años
cuando ella murió.
Mi boca se abre, pero luego me doy cuenta de que no tengo nada
que decir. No quiero llenar la pausa vacía con palabras sin sentido, así
que lo dejo continuar.
»Mis padres no estaban en buenos términos cuando ella falleció.
Fue esa noche... —Se detiene y me mira. Sus cejas se juntan mientras
busca en mi rostro, pasando de mis labios a mis ojos—. No parece justo,
¿verdad? Que yo saliera del auto sin un rasguño, pero ella ni siquiera
pudiera salir.
Todavía me está penetrando con su mirada, así que me imagino
que quiere que responda. Sólo que no soy muy buena en
conversaciones motivacionales o condolencias, así que espero no joder
esto épicamente. Por lo general, las personas que se sienten lo
su iciente cómodas como para hablar sobre algo tan profundo, ya saben
que soy un asco y me perdonan antes de abrir la boca.
Aclaro mi garganta, manteniendo mis ojos ijos en los suyos—.
Supongo que a ti te parecería así, pero apuesto a que ella no lo habría
aceptado de otra manera, Maddox.
Hace una pausa por un momento como si estuviera tratando de
entenderme.
—Supongo —responde, inalmente rompiendo nuestro contacto
visual para mirar hacia adelante.
El sol está comenzando a ponerse sobre los viejos edi icios
abandonados en la distancia, y la alarma de un auto ha comenzado a
sonar desde algún lugar cercano, pero todo lo que importa en este
momento es Maddox.
»Es sólo que quedó mucho sin decir y sin terminar. Siempre sentí
que le robaron esa noche porque… —Se detiene, se aclara la garganta
—. Porque acababa de enterarse de la aventura de mi papá con tu
mamá. Ella estaba tan enojada, nunca la había visto así. Ni siquiera
tenía miedo de que ella estuviera llorando tanto, o que la velocidad en
el velocímetro aumentara a más de cien a las ocho de la noche. Me sentí
aterrorizado por primera vez a mis ocho años, estaba viendo a mi
mamá desmoronarse y no podía arreglarlo.
Mi corazón se aprieta en mi pecho pensando en el Maddox que
recuerdo. El niño de ocho años que me dejó sentarme en su elegante
Lincoln e incluso se sentó en nuestro destartalado Toyota, sólo para
escuchar música conmigo. Lágrimas amenazan con salir a la super icie
de las esquinas de mis ojos, pero las trago rápidamente, temiendo no
haber ganado esas lágrimas, o que él no las aceptara.
»En in —continúa, moviendo los codos—, un segundo después
tomó una curva demasiado rápido y nos hizo chocar con un árbol.
—Maddox... —susurro sin darme cuenta de cuánta emoción delató
mi tono.
—Amethyst, no te estoy diciendo esto para que sientas simpatía
por mí —traga saliva. Miro como su manzana de Adam sube y baja—.
Te lo digo porque lo lamento.
—¿Lo lamentas? ¿Por qué? —¿Qué podría lamentar?
—Por cómo actué anoche. Estallé contra ti, y no debería haberlo
hecho. Lo siento —Mira de vuelta hacia mí.
Le muestro una pequeña sonrisa—. Está bien. ¿Amigos?
Busca en mi rostro, sus ojos se suavizan. Se vuelven perezosos
cuando caen en mi boca antes de volver a subir—. Sí, nena, amigos
suena bien.
Me pongo de pie—. ¿Alguna vez patinaste?
Se congela—. No, y estoy bien con eso.
—Oh, vamos... —Lo empujo con la cadera. Inclinándome sobre mis
puntillas, mis labios rozan su oreja—. Vive un poco…
—Yo cuidaría tu proximidad si fuera tú, amiga, y vivo bastante bien.
Me dejo caer de nuevo a las plantas de mis pies, luchando contra la
sensación de hormigueo que comienza a girar profundamente en mi
vientre.
—Bien, ¿qué tal esto? —Me quita la patineta —. Si bajo esta rampa
sin caer sobre mi trasero, vendrás a mi próxima pelea en tres semanas...
—No me gustan las peleas...
—... A mí no me gusta patinar.
Entrecierro mis ojos en su dirección.
Él entrecierra los suyos—. ¿Qué será, Rosé?
—Bien —accedo—. Porque no puedo esperar a verte caer de culo
—La pendiente es profunda, no hay forma de que no se caiga si es su
primera vez.
Su labio se curva lentamente en una sonrisa. Es tan arrogante que
me hace dudar de él, así que rápidamente echo otro vistazo por la
rampa. Sí, no, de ninguna maldita forma va a pasar por la cubierta hasta
la orilla de la rampa, bajando de manera experta.
¿Qué?...
Se lame el labio, me guiña un ojo y dice—: Haré que los chicos te
recojan a las siete, princesa —Luego se inclina hacia adelante y lo miro
suavemente, no sólo llega al fondo, sino que sube por el medio tubo, se
voltea y luego vuelve a descender.
Miro la pendiente de la rampa—. ¡Hiciste trampa! —grito, aunque
no puedo evitar la sonrisa cursi en mis mejillas. Arden de orgullo.
Se ríe y me enseña el dedo medio—. Lo que sea que necesites
decirte, princesa.
Capítulo 8
—Mierda, mierda, mierda, mierda, doble puta mierda —Corro por los
pasillos vacíos, el café en una mano y mis libros en la otra. Sí, okay, pues
se me hizo tarde porque fui a comprar café, pero en mi defensa, si no lo
tengo, no podría aprender nada, porque estaría demasiado ocupada
matando a todos a plena vista. Así es. Soy una gran adicta, y aunque
recientemente he reducido mi consumo a tomar cuatro tazas, todavía lo
necesito como si fuera aire. Empujo las puertas de mi clase de inglés y
la sala se silencia.
—Hola, Amethyst, qué hermoso que nos honres con tu presencia.
—Lo sé, lo sé, lo siento mucho, señor R. Lo prometo, no fue
intencional —digo, retrocediendo lentamente hacia una de las mesas
traseras.
—Déjame adivinar —Arquea una ceja justo cuando me dejo caer en
una silla—. Tu carrito de café llegó tarde —Oh, sí, y tampoco era ningún
secreto lo mucho que amaba el jugo de Satanás.
Le muestro mi mejor y más cursi sonrisa.
Se sube los anteojos por la nariz, desestimándome—. Como estaba
diciendo, las contrapartes de un...
Saco mis libros rápidamente, buscando una página en blanco para
tomar mis notas. Soy de la vieja escuela. Nunca pude tipear lo
su icientemente rápido para tomar notas, y soy una escribiente por
naturaleza. Tomaba notas incoherentes de la clase que sólo yo podía
entender, y así me gustaba. No puedo hacer eso en mi Mac, no importa
lo elegante y bonita que sea.
—Psst.
Una voz llama mi atención a mi lado y después de tener listo mi
bolígrafo, lo miro de reojo—. ¿Hola?
—Sabes, que eso es malo para ti, ¿verdad? —Utiliza su bolígrafo
para señalar mi taza de café.
Lo agarro y lo abrazo cerca de mi pecho—. Mi precioso —bromeo.
Cualquiera que no pudiera señalar una referencia de ESDLA (eso
signi ica El Señor de los Anillos), no podría sentarse con nosotros. Por
nosotros, me re iero a mí porque no tengo una pandilla. Bueno, tengo a
Leila, aunque tuve que hacer que se sentara y mirara toda la serie
conmigo. Ahora entiende las referencias, por eso somos mejores
amigas.
—Mamá, tienes que dejar todos tus libros antiguos a un lado y así
sucesivamente. Esto se está volviendo ridículo.
—Cariño, tu TOC6 ha estado trabajando horas extras últimamente.
¿Estás segura de que estás bien? —pregunta, entregándome una taza de
café de unicel. Bajo la edición antigua, pero no original, de El Gran
Gatsby en la pequeña mesa que tenía frente al viejo sofá gastado. Soplo
mi café.
—Mi TOC está bien.
Me mira de la forma en la que siempre lo hace cuando sabe que
estoy mintiendo.
—¿Y cómo va la universidad?
—La universidad es genial, mamá —Doy un pequeño sorbo,
quemándome el labio superior—. ¿Alguna otra pregunta?
Sacude la cabeza lentamente—. Supongo que no.
Me quedo el resto del día y la ayudo. La librería de mamá es urbana
y segura. Extraño este lugar. Es casi tan reconfortante como un medio
tubo. Las cortinas color borgoña que cuelgan de la ventana delantera y
las sillas de cuero que tienen arrugas envejecidas en los brazos. Todo es
mi hogar.
Miro la hora en mi reloj—. Son casi las seis. Hemos estado en esto
todo el día —Me apoyo en el mostrador mientras mamá saca el dinero
de la caja y lo guarda.
—Tuvimos un buen día. He extrañado esto —dice, frotando mi
brazo—. Sabes que eres bienvenida en la casa en cualquier momento.
Ahora también es tu casa.
Empujo el mostrador y busco debajo de la caja registradora para
tomar mi bolso.
—Gracias, mamá, pero no lo creo.
—Cariño, sé que no estás exactamente feliz con—
La interrumpo—. No, no es eso, mamá. Quiero decir, tú y Elliot
tienen una historia, y lo entiendo. Es sólo que... no lo sé. Necesitaré un
minuto.
Sus ojos se suavizan—. Está bien, corazón. Puedo darte un minuto.
—¿Quieres comer algo antes de ir a casa? —pregunto, sacando las
llaves de mi bolso.
Sonríe—. Sí. Me muero de hambre.
Capítulo 10
Amethyst
Si me mordiera las uñas, estaría masticando las mías ahora mismo. Me
estoy paseando por el porche delantero de la casa de mi papá cuando
clavo los ojos en la fuente en medio de la entrada. Tiene una escultura
que rocía agua en la dirección general de donde quiera que estés. Odio
esa escultura. Necesita cambiarla. Escucho el auto de Maddox antes de
verlo. Cualquiera podría, con su ruidoso V8 despertando al in ierno por
sí solo.
Me lamo los labios, aplastando las típicas mariposas que están a
punto de volar en mis entrañas. Cortaría sus alas lo su icientemente
pronto, pero no ahora, porque como una imbécil, era adicta a la
adrenalina. Como la polilla a una llama, sólo que la llama es demasiado
grande para revolotear con mis alas frágiles. Las encenderá.
Sale de su auto. Lleva una sudadera y jeans con una chaqueta de
cuero encima. Estira los brazos sobre su cabeza mientras rodea el auto
y lentamente viene hacia mí. Su camisa se levanta, revelando sus
abdominales y esa gloriosa V que se sumerge debajo de sus jeans.
—Hola —le digo con timidez. De repente, no soy tan ruda como
pretendo serlo.
—Ven aquí, bebé —Se pavonea hacia mí y me empuja hacia su
pecho. Inhalo en silencio, absorbiendo la suavidad del jabón y el cuero
para consolar las partes más solitarias de mi alma.
Retrocediendo, me apoyo de puntillas y lo beso en los labios—.
¿Cómo estuvo tu viaje?
—Muy rápido.
Le sostengo la mano e ignoro los estúpidos dolores que se disparan
directamente en mi pecho—. Ven a conocer a papá.
—Ya conocí a tu papá, Ame.
—¡¿Cuándo?! —Me giro para mirarlo, justo cuando cerramos la
puerta principal.
—Cuando él era mucho más pequeño de lo que es ahora —
responde mi papá, acercándose a nosotros.
Maddox sonríe, extendiéndole la mano.
Mi papá la toma. Estoy tratando de decidir qué piensa de Maddox.
»Supongo que no tengo que hablar contigo porque tu viejo
probablemente ya lo hizo, y además, no has conocido a su tío Marcus…
—Cierto —murmuro.
—Quién ahora está atrás.
Le sonrío con culpa a Maddox—. Lo siento. Fue persistente y quería
conocerte.
Maddox se encoge de hombros, llevándome bajo su brazo y
besando la parte superior de mi cabeza—. Tranquila, bebé —¿Ni
siquiera está un poco asustado? Es casi insultante.
Seguimos a mi papá al patio trasero donde Marcus está en la
parrilla, en lo que no es mejor que papá. Su esposa, Shanika, se
encuentra sentada en la mesa con una copa de vino, riéndose con Lara.
Ambas hacen una pausa cuando aparecemos. Los ojos de Lara se posan
en Maddox.
Shanika nos sonríe cortésmente.
Lara se levanta, con la mano extendida—. ¿Maddox? Mucho gusto.
Maddox sonríe, tomando su mano en la suya—. Igualmente.
Mi papá le presenta a Shanika y luego ambos miramos
nerviosamente al tío Marcus, que no se ha alejado de la parrilla. Me
muerdo el labio inferior.
—¿Tío? ¡Ven a conocer a alguien! —llamo tan casualmente como
puedo.
Hace una pausa y luego suelta el delantal antes de girarse para
mirarnos. Mi tío Marcus es de la vieja escuela. Tiene piel chocolate
oscuro, ojos color avellana que me recuerdan al chocolate caliente y un
alma profunda que él protege con una pared de ladrillos. Pero si pasas
esa pared de ladrillos, su amor es in inito. Lo amo como a un segundo
papá.
—Estás sola, niña —Papá me da palmaditas en el hombro. Le
muestro a mi tío Marcus mi sonrisa más tonta, esperando que mi
encanto aún pueda funcionar en él. Tal vez necesito el moño
desordenado y mi patineta debajo del brazo, porque su expresión
permanece dura e impasible.
Mira a Maddox—. No soy tu admirador en este momento, y puede
que nunca lo sea, pero que me condenen si alguna vez me interpongo
en la felicidad de mi querubín, pero que sepas que, si provocas que una
sola lágrima caiga de sus ojos, tendrás que lidiar conmigo, ¿entendido?
—Jesús —sacudo la cabeza. Solíamos culpar al hecho de que nunca
podrían tener hijos, el que él fuera tan sobreprotector conmigo, y eso
probablemente jugaba un papel enorme, pero también creo irmemente
en las conexiones del alma. Y él y yo teníamos una enorme.
Maddox, siendo la mierda descarada que es, lo saluda y le guiña un
ojo—. Entendido.
Maddox es rudo, pero como dije, mi tío Marcus es de la vieja
escuela.
Mi tío se gira hacia mí—. Hola, querubín —Aprieta mis mejillas y
me derrito. Es un dolor en mi trasero, pero lo amo.
—Te das cuenta de que ya no tengo las mejillas gordas, ¿verdad? —
Mi voz sale amortiguada porque estoy presionada contra su camisa.
—Lo sé —Besa mi cabeza y retrocede. Su mirada se dirige a
Maddox, quien se sienta al lado de papá, abre una cerveza y luego gira
hacia mí—. Ten cuidado, ¿okay?
—¿Tu detección de vibras? —pregunto a través de un susurro.
Mi tío Marcus es famoso por sus "vibra". Yo diría que eran basura,
pero resolvió muchos casos basándose en esas vibras. Lo su iciente
como para encontrar evidencia contra las personas. Así que mis
probabilidades no se ven muy bien en este momento.
Me ofrece una pequeña sonrisa—. No, sólo digo.
Mentira.
Mi tío Marcus es un mentiroso terrible.
Vuelve a la parrilla y me siento junto a Maddox, quien ahora está
hablando con mi papá sobre la pelea.
Me acerco a la conversación de Shanika y empiezo a hablar sobre
su pequeño proyecto más nuevo: una boutique de ropa. Excelente.
Porque el mundo necesitaba más de esas.
No era su iciente malo con que tuviera que reunir valor para ir a la
pelea, sino que mi mamá y Elliot también han convocado una cena
familiar para esta noche.
—Por qué —Me masajeo las sienes. Leila está sentada frente a su
espejo, planchándose el cabello.
—No será tan malo, Ame, sólo relájate.
—Lei, no te ofendas, pero será así de malo.
Llaman a la puerta y salto de la cama para alcanzarla. Llevo una
vieja camiseta de los Rolling Stone con agujeros en lugares extraños y
calcetines gruesos y peludos en los pies. Tengo el cabello sujeto en una
coleta alta y mis lentes para leer todavía están en mi nariz. Porque sí, lo
adivinaron, aún estoy estudiando. Sólo tengo que agregar un par de
palabras más y terminaré. Buenas palabras. No soy de esas personas
que se apresuran a transcribir en palabras las imágenes que pinto. Me
gusta que mis dibujos sean limpios y nítidos, no manchados e
inacabados. Lástima que no pueda decir lo mismo de mí como persona.
Es bueno que me tome mi arte en serio.
Abro la puerta y suspiro—. Por supuesto que eres tú.
Maddox entra y se ríe, cerrando la puerta de una patada con su
pesada bota de combate—. Quería verte antes de que nos vayamos —
Sujeta mis dedos y me arrastra a su pecho. Lo abrazo.
—No puedo discutir contra eso —Inhalo su olor. Cuero, jabón y un
poco de aceite de motor. Eso sólo lo hace más atractivo. A todo lo que es
Maddox Stone—. No creo que esté lista para ver todo esto.
—Ahora lo entiendo —dice Leila detrás de nosotros. Me aparto de
Maddox y me giro hacia ella.
—¿Entender qué?
Sonríe suavemente, y tiene que ser la sonrisa más suave que he
visto en Leila. Mira por la ventana distraídamente—. Todo el asunto de
las almas gemelas —Su atención vuelve a nosotros—. Ahora creo en
ello. Gracias a ustedes.
Mis ojos se ensanchan, y el agarre de Maddox se aprieta alrededor
de mí. Leila debe notar nuestra incomodidad porque pone los ojos en
blanco y resopla.
»Oh, por favor. No intenten decirme que no sienten lo que todos
vemos.
Clásico de Lei. Siempre tiene que decir lo que piensa. No estoy
segura de lo que insinúa, pero si rima con Pikachu, entonces será mejor
que aborte la misión.
—¡En cualquier caso! —Me doy la vuelta para enfrentarme a
Maddox, cuyos ojos me hacen esa cosa en donde me siento débil y
perezosa. Trago saliva. Ignora esas putas mariposas—. ¿Viajaremos
contigo?
—¡Santa Madre de Dios! —La taza de Leila se desliza entre sus dedos y
se estrella contra el suelo de baldosas de cristal.
—¡Leila! —La regaño, arrodillándome para recoger todos los
pedazos rotos—. Vas a despertar a los monstruos.
—¡Ame! —medio susurra y grita—. ¿Te has visto en un espejo?
—¿Qué? —La aparto, recogiendo los fragmentos y luego me paro
para llevarlos a la papelera.
—Pareces como si te hubiera dado una paliza.
Mi mano se congela sobre la papelera y luego corro hacia el baño.
—Oh, mierda —Hay marcas moradas de agarre alrededor de mi
cuello. Levanto mi cabello rosado y me giro para mirarme la espalda—.
Mierda —susurro, viendo las marcas de mordidas en mi hombro
izquierdo. Tirando de mis shorts de pijama, miro entre mis muslos para
ver aún más moretones allí y un círculo masivo en mi cadera que es
claramente visible porque mi camiseta sin mangas muestra un corte de
mi vientre.
—O sea, los escuchamos, pero demooooooonios —susurra Leila—.
Él te ha jodido.
—¡Calla! —le medio susurro y grito.
Se encoge de hombros y me entrega la taza—. Necesitan
despertarse de todos modos. Nuestro vuelo es a las doce.
Maddox
Ame está paseándose de un lado a otro por el piso mientras el
entrenador envuelve mis manos—. ¿Estás bien, bebé? —Pregunto,
aunque sé que no lo está. Ha estado intranquila todo el camino hasta
aquí.
Su paseo se detiene y me inmoviliza con un ceño fruncido.
Cualquiera pensaría que ella es la que va a entrar al ring. Luego mira al
entrenador y le quita la gasa. Mi rodilla tiembla por la adrenalina. El
entrenador mira entre los dos, luego otra vez a mí. Ha estado conmigo
durante mucho tiempo. Me encontró en un ring de lucha clandestina en
la preparatoria. Estaba allí para cerrarlo, pero terminó viendo mi
talento, como le gusta llamarlo. Mi cabeza se balancea en un gesto de
aprobación y da un paso atrás, dándonos algo de espacio. Ella se
arrodilla frente a mí y continúa envolviéndome.
—¿Estoy bien? —pregunta, pero creo que se lo pregunta más a sí
misma porque sus ojos no se encuentran con los míos—. Bueno, no, en
realidad no lo estoy. Por favor, no mueras. O no dejes que te golpeen,
por favor no dejes que él te golpee —Su mano descansa sobre mi
rodilla. Tengo las piernas abiertas con la silla al revés. Mis codos
descansan en el borde de la espalda. Vuelve a la tarea que tiene entre
manos—. Prométemelo, Maddox.
Me lamo los labios. ¿Prometerle que no me golpeara? Joseph “El
Hombre” Banderas tiene un récord muy parecido al mío, invicto. Pero
supe en ese momento con esos putos ojos azules mirándome que le iba
a prometer a esta chica exactamente eso.
—De acuerdo, bebé.
Se inclina y me besa. Lo pierdo por un segundo, mis pensamientos
entrando y saliendo.
—Mad, tú sigues —El entrenador hace un gesto hacia la puerta
donde Wolf y Talon me están esperando. Me levanto de la silla y estiro
los brazos en círculos. Tronando mi cuello, los hombros de Amethyst se
enderezan y su comportamiento se vuelve desa iante. Sus manos
vienen a mis mejillas. Se levanta sobre los dedos de sus pies hasta que
la punta de su nariz toca la mía.
—Tú puedes con esto.
—¿Puedo? —Juego con ella, una sonrisa en mis labios. Yo sabía que
podía con esto, pero también conozco a Amethyst. Necesita sentirse
necesaria. No de forma super icial o temporal. De la forma en que una
tormenta necesita el fuerte golpeteo del caos para alcanzar su punto
máximo.
—Sí —dice, presionando sus labios contra los míos de nuevo—. Tú
puedes. O te mataré.
Sonrío de lado y la beso bruscamente de nuevo.
—De acuerdo, amantes —Talon golpea la puerta como un vikingo
—. ¡¡Vaaaaamonooos!! —Me pongo de puntillas, mis hermanos delante
de mí y el entrenador delante de ellos. Amethyst se encuentra detrás de
mí, y por instinto, la alcanzo hasta que su mano se enreda con la mía.
Ella la aprieta y luego salimos.
Amethyst
KO. Las palabras parpadean en las televisiones gigantes que cuelgan
sobre el octágono enjaulado.
¿Qué?
—Puta mierda. La gente pagó mucho dinero por esta pelea y
Maddox la terminó en menos de diez segundos.
Trago saliva.
Encuentro a Maddox, pero él ya me está mirando con una sonrisa
arrogante en su rostro. Me guiña un ojo y me lanza un beso.
—Chica, tienes que casarte con este chico, pero ya —grita Leila en
mi oído con entusiasmo. Hay fuertes aplausos en todas partes y carteles
que tienen el nombre de Maddox en ellos. Bragas y sujetadores también
vuelan hacia el ring, las chicas le gritan a Maddox. En serio, qué
jodidamente desesperadas. Una cartel llama mi atención.
¡Maddox, tú puedes destruirme cualquier día!
Ella habla mucho, pero debería ver mis moretones. Apuesto a que
entonces no estaría ondeando ese cartel.
Lucho contra el impulso de alejar a Leila ante la mención del
matrimonio. No quiero escuchar la palabra M. Nunca he sido partidaria
de las bodas, ni siquiera he asistido a una, y mucho menos he pensado
en ser una novia. Mis palmas sudan, así que las froto contra mis jeans.
Maddox salta sobre el ring como un maldito león y baja hacia la
multitud, ignorando las porras y agarra mi mano, arrastrándome de
regreso a la guarida. El eco de voces invade nuestro espacio personal,
pero lo siento. Ya sea por la oleada que está enviando Maddox o por la
vibra en el aire de toda la adrenalina, siento una pizca de por qué hace
esto. La misma razón por la que yo patino. Porque el subidón que
sientes al hacer algo que prende fuego a tu alma es un juego previo, y el
orgasmo inal sólo se alcanza con el éxito. Y él lo hizo. En menos de diez
segundos.
Se inclina hacia mí mientras caminamos por el pasillo silencioso,
las fuertes voces se han perdido hace mucho tiempo—. Entonces, ¿mi
talento va a morir o se disparará?
Me río entre dientes, meneando la cabeza y apoyándome en su
cuerpo sudoroso.
—De initivamente se disparará, pero la próxima vez dame una
pelea más larga.
Una semana después de Las Vegas, juro que todavía podía sentir mi
cabeza palpitando.
—Rosé, ¡será mejor que te alistes antes de la cena de esta noche! —
Talon me azota el culo con un paño de cocina.
—¡Ay! —lo regaño, frotando mi adolorido glúteo. No sé si es por su
pequeño desliz o por el asalto diario de Maddox a mi cuerpo. Todo me
duele últimamente. Me duelen los músculos y la piel me palpita. Soy
bastante atlética (no es que haga ejercicio ni nada), pero el patinaje
siempre me ha mantenido bastante en forma y toni icada.
Talon se ríe, como si estuviera leyendo mi mente.
»Cállate.
Todavía me estoy sobando la nalga cuando Leila entra. Su cabello
es un desastre por toda su cabeza. No hemos pasado tantas noches en
nuestro dormitorio últimamente.
Me ocupo de hacer café. Es sábado y planeo contarle todo a
Maddox esta noche. Por primera vez, Amethyst Tatum está a punto de
decirle a alguien más que lo ama. Me siento aterrorizada.
—Te ves de la mierda —dice entre un bostezo. Talon sale por la
puerta principal para correr.
—Gracias. Tú también.
Leila toma asiento—. Mentira —murmura, apoyando la frente en
sus brazos—. En serio. ¿Por qué no podemos faltar a la universidad e ir
directamente a trabajar? Me duele el cerebro.
Le entrego una taza de granos de café con agua y bebo mi delicioso
brebaje. Me agarro el más cremoso porque me amo.
—Porque no sabemos lo que estamos haciendo —Soplo mi taza.
Maddox entra, frotándose los ojos. Sonríe cuando me ve, sus
dientes destellando con su blancura. Sus músculos se lexionan cuando
levanta mi taza y toma un sorbo de mi café.
—Buen día, bebé —Me besa en la cabeza y se ocupa con el
desayuno.
Normalmente lo hago yo, pero he terminado por esta mañana. Y, de
todos modos, ver a Maddox caminar con esos pants mortales grises es
demasiado divertido. ¿Alguien quiere la marca de un pene? Se me hace
agua la boca.
Estoy tan tonta por él.
Sólo por él. Lo amo y me va a arruinar. Es algo más que amarlo, me
encuentro al borde de la obsesión por él. ¿Sentirá lo mismo?
Mis ojos se dirigen a Leila, que me observa deliberadamente por
encima de su taza de café. Levanto las cejas en forma de pregunta. Ella
levanta las suyas de regreso como diciendo "¿qué estás pensando?"
Me encojo de hombros—. Nada importante.
Sus ojos se entrecierran como si no me creyera.
Me encojo de hombros de nuevo. Me importa un carajo.
Mi atención vuelve a Maddox. ¿Cómo me las arreglé para atraparlo?
El chico malo del campus. El chico por el que todas las chicas estaban
locas, y yo lo tengo. No creía en el destino ni nada de eso. No podía
evitar sentir que cuando estábamos juntos, era más de lo que podíamos
ver lo que funcionaba con nosotros. Era como si un poder superior nos
hubiera creado y nos hubiera puesto en el camino del otro. ¿Pero por
qué yo? Maddox, el posesivo sobreprotector. El tipo que se pararía
sobre cualquier cosa que le perteneciera con los dientes al descubierto.
Yo era suya, y ahora sólo necesitaba decírselo.
Capítulo 18
UN AÑO DESPUÉS
PRESENTE
PASADO
PRESENTE
Guardo mi teléfono en el bolsillo trasero de mis jeans y avanzo un
paso tentativo hacia la entrada. Hay un gran salón en forma de U que da
a la pared de vidrio en la sala de estar y un pequeño minibar en la
esquina. La cocina se encuentra a la izquierda y es... asomo la cabeza
por la esquina, síp, toda blanca.
Odio el blanco. El blanco representa la pureza, algo que yo no soy.
Me gusta el negro. El negro representa rebelión, algo que sí soy.
Algo que llevaré conmigo hasta que sea canosa y vieja.
Suspiro y abro la puerta del refrigerador. Completamente
abastecido de comida. Excelente. Mi teléfono vuelve a vibrar en mi
bolsillo.
Lo abro y veo un nuevo mensaje de Leila.
Lei: Enviamos tu auto hasta allí. Está en el garaje. No te enojes,
Ame. Esta es tu familia, eres básicamente una Stone y se cuidan entre sí.
Respondo con un mensaje, presionando cada tecla con demasiada
fuerza.
Yo: Te odio.
Suena el teléfono.
Lei: ¿Me seguirás odiando si te digo que los chicos y yo estaremos
allí en lo que canta un gallo?
Me aligero de inmediato. Sí, este lugar es demasiado grande para
mí. Y demasiado rico. Pero puedo hacer que funcione y, de todos modos,
trabajaré mucho. Le escribo de vuelta a Leila.
Yo: Te amo.
Maddox
—Hola, cariño —Levanto a Kennedy del piso y la abrazo contra mi
pecho. Sus largas piernas cuelgan por mi cuerpo—. Tienes que dejar de
crecer.
—Papi, estoy bien —Se ríe, volviendo al piso. Agarra su iPad y
empieza a jugar. Puto iPad.
—El tío Talon sigue siendo tu favorito, ¿verdad? —Talon le sonríe.
Kennedy deja salir una risita y asiente—. Sí. Pero no le digas al tío
Wolf.
Talon se sella los labios.
Liza me pasa un vaso de whisky—. ¿Estás bien? Esta cosa de ser
papá te queda bien, pero debo decir...
—¿Qué? —respondo, mirándola y tomando un trago—. ¿No me veo
feliz? Basura, porque lo soy.
Talon mira a Liza y le hace un gesto a Kennedy—. ¿Nos das un
minuto? —Liza busca sus ojos y luego parpadea hacia Kennedy.
Traga saliva nerviosamente—. Em, ¿qué hago con ella? —Señala a
Kennedy.
Talon pone los ojos en blanco.
Finalmente ella saca a Kennedy de la habitación.
—Ahora —Talon se sienta a mi lado en el sofá y me inclino, con la
cabeza apoyada en el espaldar y las piernas estiradas.
Mi whisky descansa sobre mi rodilla y tengo que luchar contra
todas las ganas de salir de esta habitación. Todos estamos
terriblemente unidos. En general, sabemos cuándo uno de nosotros se
siente desequilibrado, por eso no me sorprende que Talon esté a punto
de hacerme algunas preguntas.
—¿Me vas a contar lo que pasa entre tú y Cass? Ella nunca está
aquí, amigo.
—Porque pre iere salir con sus amigas que ser una puta madre.
—¿Qué? —Talon frunce el ceño—. Kennedy tiene seis años, ¿qué
quieres decir?
—Quiero decir que desde que volví a entrar en escena, Cass ha
estado echándome todo encima. Piensa que es una forma de castigarme
por perderme todos estos años, pero no es así. Amo a mi puta hija, pero
ahora que Ken es mayor, está empezando a reconocer la ausencia de su
madre. No es que sea una madre de mierda, porque no lo es. Sólo está
demasiado ocupada castigándome y no se da cuenta que está jodiendo
a Kennedy en el proceso. Estoy a punto de salir corriendo de aquí.
—¿Por qué no lo haces? Sabes que no necesitas hacer esto. Es el
siglo XXI, Maddox. Está bien irse...
Sacudo la cabeza—. Pero no está bien. Tú lo sabes. No sé. Más tarde
hablaré con ella, le daré un ultimátum. Sólo quiero lo mejor para Ken.
No quiero que termine arruinada sólo porque su mamá y su papá no
pudieron arreglar las cosas. También sigue pensando que le estoy
poniendo los putos cuernos.
—No eres nuestro papá, Maddox, no engañarías a Cassie.
—¿No lo haría? —Mis ojos se conectan con los suyos, la
comprensión suaviza sus rasgos—. Cierta chica con cabello rosado
podría cambiar tu teoría sobre eso.
Se ríe entre dientes—. Iremos a su casa después de que nos
vayamos de aquí. Sólo para ver cómo está. Gran ciudad, chica nueva y
todo eso.
Me quedo quieto. Cada hueso protector de mi cuerpo se encuentra
al borde de fracturarse—. Si algo le sucede, Ta—
Talon levanta las cejas, interrumpiéndome—: Como dije, es una
chica grande, puede manejarse sola. Necesitas calmarte.
Cuando Talon y mi papá empezaron a buscarle casas, no me gustó.
Luché contra ellos en todo momento. No la quería allí sola, a la mierda
con eso. Especialmente como nueva actriz en la gran ciudad, lo odiaba.
Todavía lo odio, pero Talon prometió que ella sacaría lo mejor de todo.
Cuando vi la casa, me reí. Supe al instante que ella la odiaría, por eso le
di el visto bueno, con la esperanza de que la odiara lo su iciente como
para irse de allí.
Suspiro y miro hacia adelante—. No tiene sentido, porque, de
cualquier manera, pierdo, ¿verdad?
Talon se levanta y se sirve un trago—. No tienes que perder,
hermano. Sólo haz lo correcto.
—¿Lo correcto para quién? —pregunto—. ¿Mmm? Porque mi
moral dice que debo estar aquí con Cassie, pero mi alma y mi corazón
fueron reclamados hace mucho tiempo, y no hay ninguna hija o relación
que pueda cambiar eso.
—Kennedy —susurra Talon, y al instante, sé lo que tengo que
hacer. Lo odio. Cada puto centímetro de mí siente repulsión por esto,
pero lo sé.
Saco mi teléfono y le escribo un mensaje a Cass.
Yo: Este in de semana, entonces terminamos con esto. ¿De
acuerdo? No habrá putas invitaciones. No habrá pendejadas.
Le quito la botella de whisky a Talon y tomo un largo trago.
Mi teléfono suena.
Cass: Hecho.
—Coño.
Talon mira mi teléfono y luego mi expresión—. Espera, ¿qué acabas
de hacer?
Trago saliva con di icultad y tiro mi teléfono al sofá—. ¿Podrán
volver Wolf y tú este in de semana? ¿Sin Leila? ¿Y pueden ambos
guardar un puto secreto?
La mandíbula de Talon se tensa—. Sí —Se aclara la garganta. Sus
nudillos se ponen blancos por agarrar el vaso—. ¿Por qué, Maddox?
Aprieto los dientes—. Porque necesito que asistan a mi puta boda.
Capítulo 21
PRESENTE
Capítulo 24
Blanco. Las paredes son todas blancas. Odio el blanco. ¿Por qué los
hoteles usan el blanco? Probablemente sea el peor color que podrías
elegir con el alto mantenimiento que tendría. ¿Cuántas putas veces
necesitarían repintar? Me duele la cabeza. Gimo, arrastrándome fuera
de la cama, pero tratando de no despertar a Maddox.
Voy a la cocina y me entretengo haciendo café, esperando que la
culpa me golpee. Odio el engañar, lo odio, pero ¿por qué no me siento
culpable? Nunca en mi vida engañaría a Maddox y puedo decirlo con
cien por ciento de certeza. Pre iero arrancarme el brazo que engañar a
Maddox, entonces, ¿es realmente cierto el dicho de que los leopardos
nunca cambian sus manchas? Creo que tiene más que ver con quién
vale la pena cambiarlas.
Soy una puta.
Oh, Dios.
Masajeo mis sienes—. Que me jodan.
Maddox engancha su brazo alrededor de mi cintura—. Si estás
ofreciéndolo y toda esa buena mierda, entonces…
Me besa la cabeza con una sonrisa y se dirige al refrigerador. Lo
miro desde debajo de mis pestañas—. ¿Por qué no me siento como un
mal ser humano en este momento?
Le quita la tapa a la leche y se lleva el borde a la boca, sin apartar
los ojos de los míos. Lo baja y veo como su lengua sale y lame lo blanco
de su labio superior.
¿Hace calor aquí o qué?
Su cabello está desordenado, pero aún corto. Sus ojos penetrantes,
sus músculos. Oh, Dios, sus músculos.
Aborta.
Concéntrate.
—Es en serio, Maddox...
Deja baja el cartón de leche al mostrador, sus tríceps se contraen
con el movimiento—. Porque siempre has sido mía, Amethyst. En todo
caso, me has estado engañando con él.
Me congelo—. Vete al carajo. ¡Tú te casaste!
Se encoge un poco, pero antes de que pueda sobre analizar su
respuesta, se ha ido y tiene su sonrisa arrogante en su rostro—. Como
sea, bebé. Sabes por qué lo hice, mis hermanos lo saben, diablos, ¡Leila
lo sabe! Eres tú quien todavía necesita darse cuenta.
Hago una mueca de dolor—. Kennedy es hermosa. Cuéntame sobre
ella.
Pone un par de bagels en la tostadora y se apoya en la encimera.
Observo como su rostro se ilumina—. Ella es perfecta. No puedo creer
que ayudé a crearla —Se gira para sacar los bagels y los arroja en un
par de platos.
Sonrío, soplando mi café—. ¿Y tú y su mamá?
Tuve que ingir esa sonrisa.
Él niega con la cabeza—. Un desastre. Nunca hubo nada allí, pero le
dimos una oportunidad, por Kennedy.
—¿Y ahora?
Me mira ijamente—. Ahora, seguimos siendo buenos amigos por
Ken.
Asiento, colocando mi taza en el mostrador—. No sé qué hacer…
Me entrega mi bagel—. Simple —le da una mordida al suyo y
sonríe—. Elígeme.
Me lamo los labios—. Lo hago, Maddox ―exhalo, pasando mis
dedos por mi cabello—. Sin duda, siempre te elegiría a ti.
—Entonces, ¿cuál es el problema? —pregunta.
Hago una pausa e intento pensar en algo. Cualquier cosa. Lista
mental. Haré una lista mental.
Maddox: 100
Travis: 5
Gimo—. Yo solo…
—Dame hoy. Dame hoy, y al inal, si me dices que no, me alejaré de
ti para siempre y nunca volverás a verme.
Hago una mueca por el dolor ísico que esas palabras me provocan,
mi pecho se aprieta. Esa debería ser mi primera pista de que nunca
podré alejarme de él, pero mi mano va a mi pecho y exhalo—. Está bien.
Terminamos de desayunar y ambos nos preparamos para el día.
Después de nuestra larga ducha, pongo mi teléfono en modo avión
después de enviarle un mensaje rápido a Travis y otro a Leila. Le mentí
a Travis, pero no a Leila. Ella apesta guardando los secretos de todos,
pero siempre guarda los míos. Travis se ha quedado en la casa,
probablemente entretenido por mamá, mientras que las chicas todavía
estarán en el hotel.
Empujando mi teléfono en mi bolsillo trasero, Maddox sale del
baño después de lavarse los dientes—. ¿Estás lista?
Tiro del borde de mi chaqueta de cuero—. Sí —Gracias a Dios,
Rocky fue y rescató mis maletas de nuestro hotel esta mañana, o si no,
habría estado acabada.
Capítulo 27
Rabia.
Ira pura y sin diluir pulsa por mis venas como una adrenalina que
nunca había sentido. Ella lleva a su bebé. Ese debería ser mi puto bebé.
Me aferro a mi cabello y acelero hacia el hotel en el que sé que Travis se
registró. Lo sé porque lo seguí para asegurarme de que él no sería un
problema. Ahora, él es un gran puto problema.
Me detengo en la parte delantera del hotel y ni siquiera me molesto
en estacionar o buscar el valet. Mi cara es conocida en todas partes, lo
estacionarán por mí. Entro en el vestíbulo y presiono el botón de su
piso. El elevador me sube, el suave piano no hace nada para calmar a mi
bestia. Las puertas se abren y corro por el vestíbulo, pasando por
delante de una joven familia. Al llegar a su puerta, la pateo y se abre de
golpe, mostrando a Travis en su teléfono. Sus ojos vienen a los míos.
—Demasiado tarde, él está aquí —¿Era ella? ¿Le advirtió como si a
ella jodidamente le importara?
Lo mataré.
—Explica, en este puto momento.
Se mete el teléfono en el bolsillo, sus manos temblando. Él está
asustado. Me río. Bien.
—La amo.
Me acerco más—. Cuidado…
Él sonríe—. Ahora le he dado algo de mí, y tú y yo conocemos a
Amethyst... —Él inclina la cabeza. Este hijo de puta tiene un deseo de
muerte—. Es una chica de familia con principios morales.
No pude detenerme. Mi puño se conecta con su rostro y cae al
suelo—. Tú, puto—
—¡Détente! —grita Amethyst desde la puerta—. ¡Por favor detente!
Me acerco a Travis, con el puño en el aire.
—Déjalo, Maddox...
No quiero jodidamente hacerlo.
—Por favor, Maddox... —Ella usa su voz suave. Ella sabe que su
suavidad es lo único que puede calmar a mi bestia. Al instante me bajo
de él, pero no sin patearlo en el proceso.
Él se ríe, sangre cubriendo sus dientes y labios.
—Aléjate, Maddox —susurra ella.
Voy al otro lado de la habitación, porque tiene razón. Mataría en un
segundo a este tonto si dice algo estúpido.
Ella mira hacia Travis—. ¿Cómo?
Él saca un cigarro y lo enciende, mirando hacia el techo—. ¿Cómo
crees? Quiero decir, hubo muchas—
—Yo tendría mucho puto cuidado, princesa... —Me burlo de él.
Puto niño bonito.
Exhala una espesa nube de humo.
—Estaba tomando la píldora, Travis. La tomaba religiosamente.
Él le sonríe—. ¡Te amo, quiero casarme contigo! Tengo el anillo y
todo. Estaba planeando preguntarte después de la boda... —Hace una
pausa, y veo como ella cierra los ojos—. He estado cambiando tus
píldoras durante ya un par de meses.
Sus ojos se abren de golpe—. ¿Tú qué?
—¿Jodidamente qué? —Mis hombros se enderezan y camino hacia
él. Amethyst extiende su mano para detenerme, pero la aparto,
inspeccionando el pedazo de mierda en el suelo—. Te voy a matar —
gruño.
—¡Maddox! —suplica Amethyst.
—Retrocede, Ame.
Me lanzo hacia él nuevamente, pero cuatro pares de manos me
están jalando hacia atrás ahora. Talon y Wolf.
—¡Te mataré, hijo de puta! —Grito, queriendo arrancarle la piel de
los huesos y enviársela a cada puta persona que amaba este estúpido.
—¿Qué hará Ken si estás en la cárcel, imbécil? —dice Talon,
empujándome contra la pared.
Me calmo lo su iciente como para mirar a Amethyst por encima del
hombro de Talon.
Ella estaba mirándolo. ¿Horrorizada? Con algo más. ¿Odio?
¿Compromiso? Coño.
—Ame... —digo, necesitando su atención.
Ojos en mí, bebé—. Me ocuparé de ti y de ese bebé. Lo criaré como
si fuera mío.
Vamos.
Ella no me mira.
Su enfoque se queda en Travis.
—Bebé... —susurro.
Sus ojos se cierran y lágrimas inundan sus mejillas. Ya sé lo que va
a decir antes de que lo diga.
—Llévalo a casa, T. Necesito quedarme aquí hasta que resuelva
algunas cosas.
Lanzo mi puño contra la pared. Talon y Wolf me arrastran fuera de
la habitación, mi camisa desgarrándose en el proceso.
—Déjala ir, hermano, sólo déjala ir —Talon me aprieta en un
abrazo.
—No puedo...
—Inténtalo —dice Wolf—. Sólo inténtalo, hermano...
Calmo mi exaltamiento, mirando la puerta ahora cerrada. Aprieto
la mandíbula y luego me alejo de ellos, sacando mi teléfono de mi
bolsillo trasero mientras regreso al elevador.
Las puertas se abren y entro, sin molestarme en ver si Talon y Wolf
me están siguiendo.
Abriendo un nuevo mensaje, me quito el sudor de la mejilla con el
dorso de la mano y le envío un mensaje a Tiffany.
Yo: Vendrás a la boda conmigo mañana.
Todo dentro de mí ha estallado. Sí, puedo ser un bastardo
irracional, pero Dios sabe que doblaría el in ierno por Amethyst. No me
siento herido ni con el corazón roto, porque lo que Amethyst y yo
compartimos no era tan simple como el amor. Era jodidamente
complicado, desordenado y jodidamente trastornado. Mi mundo
comienza y termina con ella, pero ya no.
El Destructor acaba de ser destruido.
PARTE 2
6 MESES ANTES
LA BODA
—Te ves hermosa, Lei —le dije, alisando su vestido blanco. Tiffany
está retrasada, y nadie sabe dónde está, así que es mi deber asegurarme
de que Leila no se vuelva loca y entre en pánico. Al carajo con Tiffany.
—Gracias, Ame —Se giró para mirarme, sus manos agarrando las
mías—. ¿Cómo te sientes acerca de todo esto del bebé?
Pensé en sus palabras y sacudí la cabeza—. No hagamos esto más
sobre mí de lo que ya ha sido —Nadie había visto a Maddox desde ayer,
y francamente, tenía miedo.
—No, en serio, Amethyst. Eres mi mejor amiga, me preocupo por ti.
Necesito saber cómo te sientes. Distráeme, al menos.
Distracción, okay, podría hacer eso por ella—. Bueno —suspiré—.
Un poco nerviosa, un poco asustada, y... —La miré y apreté su mano
suavemente—. ¿Me hace una mala persona desear nunca haber
conocido a Travis y que me arrepiente de ello?
Palmeó su cabello castaño que estaba recogido en un moño y
sonrió—. No, nena. Te hace humana y tienes veintitrés años con toda
una vida y una carrera por delante —Ella me devolvió el apretón—. Va
a estar bien. Tienes mucho apoyo. Vamos a superar esto, ¿okay?
Asentí en concordancia, a pesar de que no iba a estar bien. En lo
más mínimo. Luego subí su vestido para cubrir más sus tetas—. ¿Estás
lista para casarte?
Me dio un manotazo—. Sí, y deja mis tetas.
Me reí, dándome una última mirada en el espejo. Leila tenía los
vestidos de dama de honor con un estilo similar al de ella, sólo que
mientras ella vestía de blanco, nosotras vestíamos de rojo. Vestidos
ajustados y sin tirantes con cintura ceñida. Eran elegantes y exagerados,
muy parecidos a ella. Mi pelo estaba suelto en suaves rizos y mi
maquillaje era ligero. Todo era elegante, pero clásico. No esperaba nada
menos de Leila. La puerta de la recámara se abrió y Tiffany entró
volando con una Liza de aspecto enojado siguiéndola. Liza azotó la
puerta de golpe.
—Lo siento —dice Tiffany, arreglando su cabello—. Estaba un poco
ocupada...
Las miré a ambas, pero Liza no me miró. Le dirigió una mirada
silenciosa a Leila y luego hizo un gesto hacia la puerta—. ¿Vamos?
Leila me agarró la mano. La miré ijamente—. ¿Estás bien?
Ella buscó en mi rostro, sus cejas marcadas en preocupación, luego
se relajó y sonrió—. Sí, te amo, Ame.
—Yo también te amo.
Casi esperaba que Leila caminara por el pasillo con una canción de
Snoop Dogg, pero en cambio, se escuchó una melodía suave que no
reconocí. Era hermosa y relajante. Puse un pie delante del otro y
lentamente me dirigí hacia el pasillo, haciendo un esfuerzo por no
mirar a Maddox, quien sabía que estaba parado junto a su hermano.
Sentí fuego dirigiéndose hacia mí desde ese lado, pero lo superé. Podría
comportarme por Leila. Este era su día. Criaré a ese bebé como si fuera
mío. Cerré los ojos cuando llegué al altar, luego los abrí en la entrada
para esperar a Leila. No podía hacerle eso a él. No era su problema, ya
tenía una hija a la que cuidar. No sería justo para él, y no sería justo
para Ken tener que compartir a su papá. No es que haya algo malo con
las familias mixtas, pero por ahora, no podría hacerlo. Sin embargo,
podía descartar el futuro. Tiffany estaba llegando, pero estaba distraída,
seductoramente enganchada al lado del novio. Seguí su línea de visión,
y no debí haberlo hecho.
Maddox.
Sus ojos perezosamente se centraron en Tiffany, una sonrisa
torcida en su rostro. Su cabello estaba desordenado, muy parecido al de
Tiffany, y su corbata no estaba bien sujeta alrededor de su cuello. Se
lamió el labio y lo mordió, sus ojos recorriendo a Tiffany.
Mi corazón se rompió en mi pecho, mis piernas ísicamente
temblando inestablemente. Cerré los ojos cuando un calor abrasador
me atravesó. Justo cuando mis piernas estuvieron a punto de ceder, Liza
estuvo justo a mi lado, sosteniéndome del brazo.
—Está bien, Amethyst. Sólo no prestes atención —estudié su
rostro, pero ella ya estaba poniéndole mala cara a Tiffany y Maddox. Si
las miradas mataran…
Leila comenzó a caminar por el pasillo. Su único enfoque debería
haber estado en su futuro esposo, pero estaba en mí, sus cejas se
arquearon de nuevo en preocupación. Ella probablemente podría
sentirlo. Siempre estuvimos extrañamente conectadas. Necesitaba
controlarme por ella. Todos me advirtieron sobre esto. Elliot es el que
más lo hizo, pero no escuché. No importaba lo traicionada o herida que
me sintiera en este momento, no podía arruinar la boda de mi mejor
amiga. Respiré hondo y exhalé, mientras contaba hasta diez en mi
cabeza, luego enderecé los hombros.
Al carajo. Maddox, y esa puta de Tiffany.
PRESENTE
Cassidy y yo nos hemos convertido en algo así como amigas. Lo sé, raro.
Ella me agregó en Facebook, y luego comenzó a darle ‘me gusta’ a mis
fotos y lo siguiente que sé es que nos etiquetamos en memes (y todos
sabemos lo que eso signi ica). Pero también signi ica que puedo ver a
Kennedy a través de Cassidy, así que me encanta. Me encanta el tiempo
que paso con Kennedy, que incluye a ella y a mí trabajando en mi medio
tubo. Es una gran artista, ha sido nuestro tiempo de unión. Cassidy sólo
ha conseguido traerla dos veces, pero ambas veces se quedaron el in de
semana y pasamos toda la noche y el día salpicando graf iti en el medio
tubo. Ken hace todo tipo de dibujos bonitos. Un sol radiante, una rana
rosa y corazones rizados. Tantos corazones. Pero lo que realmente me
atrae es la familia de palos que dibujó. Dice que somos ella, Maddox y
yo, y que estamos todos juntos en la nieve. Incluso dibujó un pequeño
copo de nieve a nuestro lado, y un gato llamado Greg. No me pregunten
por qué lo llamó Greg, ni siquiera ella lo sabe, sólo dijo que le gustaba el
nombre. No puedo discutir con eso. Cassidy siempre estaba tomando el
sol en la piscina, chupando cócteles mientras Kennedy y yo estábamos
vestidas con overoles de mezclilla a juego con pintura salpicada por
todas partes.
La última vez que estuvieron aquí, Ken hizo dos chonguitos
despeinados y nos tomamos una tonelada entera de sel ies, subiéndolas
a las redes sociales. No estaba segura de si Maddox sabía de mi amistad
con Cassidy y Ken, y no me interesaba preguntar. Estaba feliz de seguir
siendo parte de la vida de Kennedy y siempre le deberé a Cass por eso.
Aunque Cass no es una chica tan mala. Es una princesa y una perra,
pero es una gran mamá y una buena amiga. Siempre puedo contar con
ella para que me diga las cosas directamente. Cuando empezamos a
pasar tiempo juntas, hubo una vez que salió y dijo que necesitaba
aclarar algo antes de que pudiéramos ser amigos. Estaba nerviosa
porque es Cassie.
Luego me contó los sangrientos detalles de su divorcio con
Maddox. Dijo que una noche tomó demasiadas pastillas y bebió
demasiado y que todos asumieron que había intentado suicidarse. Fue
di ícil de escuchar, pero sólo fueron unos diez minutos, y luego se acabó
después de eso y nunca más tuvimos que hablar de él o de eso. Respeté
por qué quería y necesitaba decírmelo, quería asegurarse de que yo
supiera que no era una exesposa loca tratando de acercarse al
verdadero amor de su vida. La interrumpí cuando dijo eso.
A Leila todavía no le agrada, pero puedo ver que se está acercando
lentamente. Leila es un hueso duro de roer, por eso nunca entendí su
amistad con Tiffany, que ya no es una amiga. Después del drama de la
boda, Leila la echó de su vida. Aunque no sé nada de Maddox.
Contesto el teléfono mientras abro la puerta principal de mi casa.
Hoy fue un largo día que comenzó a las tres de la mañana. Ahora son las
nueve de la noche y estoy agotada.
—¿Hola?
—¿Amathyst?
—Hola, papi. ¿Qué estás haciendo? —Escuchar a mi papá siempre
me hace sonreír.
—Bien, nena. ¿Cómo estás? ¿Te lo has tomado con calma? Vemos tu
programa todas las semanas.
Tiro mis llaves en el mostrador y cambio de oreja—. Gracias, papá.
Todo está bien, aunque estoy cansada.
—¿Ese chico te ha estado dejando sola?
Pongo los ojos en blanco. Cometí un gran error al decirle a mi papá
que Travis me estaba molestando cuando rompí con él. Travis entró en
una espiral de drogas y alcohol y el programa lo mató. Él estaba así de
mal. Tuve que usar una fuerza enorme para evitar que mi papá y mi tío
Marcus lastimaran ísicamente a Maddox cada vez que peleábamos,
pero ¿la mierda con Travis y yo? Era un juego de pelota completamente
nuevo. Mi papá y mi tío Marcus tenían un plan y un terreno para el
cuerpo de Travis. Me llevó una semana entera calmarlos a ambos.
—Sí, papá. Ahora está bien.
—Bien. Pronto es tu cumpleaños, ¿hay algo planeado para ello?
—Em —Abro la puerta del refrigerador y saco una botella de agua.
—Todavía no. Estaba pensando en hacer algo pequeño. Ya es
bastante di ícil conseguir a todos en el mismo teléfono, mucho menos
en la misma ciudad.
—Okay, nena, deja de ser una extraña y vuelve a casa pronto.
—Lo haré, papi.
Colgando el teléfono, salto a la ducha, me lavo el día y me meto en
la cama. Contemplo poner Net lix, pero me encuentro disfrutando del
silencio. Nadie grita, nadie da órdenes. No hay cámaras que parpadean
o paparazzi gritando. Me giro a un lado, metiendo la mano bajo el
costado de mi cabeza. Toda la pared es de cristal, dando vista a la
piscina, mi medio tubo, y el resto de Los Ángeles parpadeando como un
telón de fondo animado. Sé que debería volver y visitar a mi papá. No
he ido desde que Maddox estaba conmigo. Suspiro, poniéndome sobre
mi espalda. He luchado contra el impulso de preguntarle a alguien
cómo ha estado Maddox. Si se ha vuelto a casar o si ha tenido nuevos
hijos. Cass siempre está callada cuando se trata de Maddox, y Ken
tampoco habla de él. Cada vez que hablo con Leila, ni siquiera se acerca
al tema de Maddox.
Exhalo, poniéndome de lado. Puto insomnio. Mi teléfono empieza a
sonar en la mesa y me estiro por él a ciegas, desbloqueándolo sin mirar.
—¿Sí?
—Ame, tienes que volver a casa.
Me siento al oír la voz de Talon—. ¿Qué? ¿Por qué? —empujo las
cobijas y me pongo de pie, con el corazón martillando en mi pecho.
—Algo ha pasado, y te necesitamos aquí. No enciendas la
televisión.
—¿Quién me necesita? —Empiezo a arrancarme mi pijama,
poniendo mi teléfono en el altavoz y lanzándolo en la cama.
Vuelo al armario y arranco ropa, tirándola en mi maleta.
—Todos. Ven aquí y no hables con nadie. No enciendas la
televisión, no hagas nada.
Él cuelga y yo me congelo, mirando el teléfono en mi cama—. Coño.
Pongo toda mi ropa en la maleta y una vez que empaqué, corro a mi
coche, me pongo una gorra de béisbol sobre mi lago cabello
desordenado. Empiezo hacer mi camino al aeropuerto, las luces
brillantes parpadeando sobre la autopista. Golpeo la función Bluetooth
en el volante.
—Llama a Alesha.
"Llamando a Alesha".
El teléfono suena unas cuantas veces antes de que la voz aturdida
de Alesha llegue—. ¿Hola?
—Alesha, soy yo, escucha ¿puedes por favor reservar un vuelo a
Nueva York para esta noche. El primer vuelo que pueda conseguir.
—Estoy en ello. ¿Está todo bien?
—No lo sé, eso espero.
No había pensado mucho en mis acciones en los últimos días, pero eso
no es nada nuevo. Nunca lo hacía cuando se trataba de Amethyst, pero
incluso yo admitiré que no fue inteligente. Sabiendo que tenía una pelea
próxima por el título, no necesitaba arriesgar mi reputación llevándome
a mí y a algunos de mis chicos a L.A. para darle una paliza a un puto
cabroncito que pretendía herir a la única chica que realmente ha
signi icado algo para mí, aparte de Ken. Vi el video cuando estaba
entrenando y lo perdí. Los chicos ya estaban allí conmigo, calentando.
Fuimos directamente a la pista de aterrizaje y fue hora de jugar. Nos
llevó unos diez segundos averiguar dónde estaba Travis. Dicen que el
dinero no puede comprar la felicidad, pero es una mentira que los
cabrones en quiebra les cuentan a otros cabrones en quiebra. El dinero
sí puede comprarte lo que necesites, pero es el intelecto común el que
no puede comprarte. Por ejemplo, no ser un puto. El dinero no te
convierte en un pedazo de mierda. Si eres una mierda cuando tienes
dinero, entonces eres una mierda cuando no lo tienes. Lo que hizo fue
comprarme su dirección.
Llegué ahí con Travis vomitando odio hacia Amethyst. Parecía un
puto desastre. Piel pálida, círculos morados bajo los ojos, pelo largo y
raído, brazos pequeños y lacos. No quería hacerle daño, pero entonces
dijo algo tonto y no sé, mi puño voló y se conectó con su mandíbula.
Tronó.
Sabía que la rompí de un solo golpe, pero no pude parar. Destellos
de él follando a Amethyst se repetían en mi cerebro. Destellos de él la
última vez que la vi a ella cuando estaba embarazada. Diciéndome que
me fuera. Me desquité con él con cada golpe, y antes de darme cuenta,
estaba mojado con su sangre y los policías estaban allí. Él está en coma
ahora mismo, lo que ha retrasado mi pelea. Pensé que la gente se
enojaría, pero supongo que los rumores han empezado a circular y mi
equipo de relaciones públicas ha empezado a hacer de todo esto un día
de campo.
A los fans les encanta, es como una puta historia moderna de
Romeo y Julieta, sólo que nadie se está muriendo porque no lo
permitiré. La gente se está preguntando cuál es la conexión entre
Amethyst Tatum y Maddox Stone, y luego inventando sus propias
historias. También han circulado fotos en línea de ella y yo cuando
estábamos en la universidad, luego hay más artículos sobre su mamá y
mi papá. Todo es un puto desastre, pero no voy a arreglarlo. Mi vida
personal es mi puta vida personal, no le debo a nadie ninguna
explicación, especialmente cuando se trata de Ame.
Cierro de golpe la puerta de mi casa, y me dirijo directamente al
refrigerador. Dejé la casa de Leila y Wolf temprano esta mañana,
necesitando reunir mis pensamientos. No quiero ir por este camino con
ella de nuevo a menos que el camino sea interminable. No haré desvíos
o putos callejones sin salida con ella... no otra vez. Si esto no es así,
nunca lo haré con ella de nuevo, así que estoy indeciso de saltar a
cualquier cosa con ella. La última vez fui con todo, ella jodidamente se
calló cuando debería haber hablado conmigo primero.
Estoy sacando toda la mierda que necesito para mi batido de
proteínas cuando mi teléfono empieza a sonar en mi bolsillo. Arrojo las
espinacas y los plátanos a la barra y luego lo alcanzo, desbloqueando—.
Yo.
—Maddox, necesito que no te metas en ningún problema ahora
mismo, ¿me entiendes? —grita Stacey en el teléfono, lo aparto y pongo
el altavoz.
—Sí, lo tengo —respondo, poniendo mi teléfono en la barra.
—Sé que lo tienes, ¿pero ha penetrado? O sea, realmente se iltró
ese grande cerebro tuyo, porque sé que no eres estúpido, Maddox —
parece que está sin aliento, y usó mi nombre completo. Está
encabronada.
Mis ojos se estrechan—. ¿Qué estás haciendo?
Exhala fuertemente—. Yo... estoy... —el timbre suena—, en tu casa.
Le cuelgo el teléfono. Por supuesto que está aquí.
Abro la puerta delantera y me doy la vuelta para ir a la cocina. Ella
cierra la puerta detrás de sí misma—. Mad, lo entiendo, de verdad, pero
no puedes seguir haciéndome esto. Estoy cansada. ¿Okay? Estoy
cansada, y sólo soy... Dios mío, ¿qué carajos estás haciendo? —hace un
gesto hacia mi batido.
—Mi batido, y lo sé, Stace. Con ía en mí. Yo sólo, estoy toda jodido
en este momento.
—Esta perra. ¡Siempre tiene todo jodido! —ella lanza sus manos al
aire en frustración.
Me río entre dientes, tomando mi batido y limpiándome la mierda
de la parte superior de mi labio—. Stace, eres una chica genial, y haces
mucho por mí, pero si te re ieres a ella como 'perra' otra vez, limpiaré
mis pisos con tu sangre. ¿Entendiste?
Pone los ojos en blanco, sacando un taburete—. Bien.
Sí, Stacey es mi ex, pero ella y yo terminamos hace mucho tiempo.
Mucho antes de que Amethyst volviera a la escena la primera vez. Sólo
que a Stace le tomó un poco más de tiempo darse cuenta. Aunque ahora
no hay líneas borrosas. Ella sabe dónde está su lugar, y ese no está ni
cerca de mi verga. También está casada y tiene un hijo ahora. Ben, es
jodidamente lindo. Kennedy se esponja alrededor de él como una mamá
gallina, y siempre me pregunta cuándo va a tener un hermanito. El
esposo de Stace es un buen tipo. Es todo lo contrario a ella. Donde ella
es ruidosa y molesta, él es callado y tranquilo. Lo siento por el tipo. Ella
lleva los pantalones en su matrimonio, pero se ve el amor que se tienen
el uno al otro.
—Okay, entonces, no creo que necesitemos hacer una
declaración todavía. Haré una mañana, pero hasta entonces, podemos
dejarlo tranquilo. Tus seguidores han aumentado otros cien mil en
Instagram y estás actualmente en tendencia en Twitter — continúa,
pero la desconecto. Me importa un carajo la presencia en línea, lo sabe.
Ella es todo "es el camino del futuro", y es demasiado agotador decirle
que se calle, así que la dejo que se vaya volando en sus desvaríos. Con
un asentimiento y un "mmhmm" casual, casi siempre piensa que estoy
escu—
—¡Maddox! ¿Estabas escuchando?
—¿Hmm? ¿Sí? ¿Por qué?
Su cara se vuelve plana.
Mi teléfono suena y lo tomo, agradecido por la distracción. No miro
quién llama.
—¿Qué onda?
Le guiño el ojo a Stace.
Ella me muestra el dedo medio—. Jódete.
Toco mi corazón ingiendo dolor—. Me hieres bebé, lo haces.
—Bien.
—¿Hola? —vuelvo a responder, pero la línea se corta. Qué carajo.
Miro el identi icador de llamadas y veo el número de Amethyst, así que
la llamo. Ella responde al tercer timbre.
—¡Hey! —suena demasiado feliz. Algo está mal.
—¿Por qué carajo me colgaste?
—Cielos, Maddox, ¿cuándo te volviste tan malhumorado?
—Alrededor del tiempo en que me dejaste por el papá de tu bebé.
Silencio—. Auch.
—¿Eso dolió?
—Sí.
—Bien, porque sólo estoy calentando.
—Creo que te llamaré cuando estés de mejor humor.
Me alejo de la barra y tomo un trago de mi batido—. Cuélgame y
usaré un palo la próxima vez, y créeme, hay otras formas de usar uno
que no sean golpearte el trasero con él...
—¿Sí? —puedo oír el humor en su tono y cada músculo dentro de
mí se a loja ligeramente—. ¿Quién dijo que te iba a dar una segunda
vez?
Me río—. ¿Quién dijo que te follaría?
—Oh, Jesucristo —Stacey se masajea las sienes.
Me chupo el pulgar y lo trazo por mi estómago, guiñándole un ojo.
Stace arruga su cara y señala su anillo, luego la murmura—.
¡Casada!
Agarro mi paquete y gesticulo con la boca—: Tiene dueña.
Stace se ruboriza. No estoy mintiendo, Amethyst es dueña de mi
mierda. Siempre lo ha sido, pero eso no me impedirá alejarme de ella
otra vez sí creo que va a hacerme perder el tiempo. La quiero más de lo
que nunca he querido o necesitado nada, pero también soy jodidamente
terco.
—¿Quién está ahí? —pregunta Ame casualmente, obviamente
percibiendo que estoy siendo distraído.
—¿Eh? Oh, Stacey. La recuerdas, ¿verdad? Dijiste que era una perra.
Stace se endereza en su silla, su cara se endurece por la ofensa—.
Diiiscuuulpa, pero—
Me río—. Cállate, Stace, estoy bromeando. Vete a casa con tu
marido y Ben, yo me encargo de esto.
Amethyst está callada en el otro extremo. Probablemente esté
enfurruñada porque no sabe lo de Stacey.
Stace recoge su mierda y me da una mirada más antes de irse. Una
vez que la puerta está cerrada, suspiro suavemente, agarrando mi
teléfono.
—Bebé...
—¿Hmmm? —dice Amethyst.
—Deja de pensar.
—Maddox, ya ni siquiera te conozco.
Me río, apretando los dientes. Eso me jode—. Ame, eres la única
persona que camina por esta tierra que me conoce de verdad, así que
cierra la puta boca porque estás empezando a encabronarme.
Silencio.
Exhalo—. Ven.
Se aclara la garganta—. Realmente no quiero hacerlo.
—Ven.
—Debería estar preparándome para volver con L—
—¿Amethyst?
—¿Sí? —responde en voz baja.
—Ven.
Ella suspira—. Okay, envíame tu dirección.
Capítulo 34
Rizos castaños envuelven el rostro de esta chica, sus ojos azules brillan
con picardía. Sostengo la lata de aerosol en mi mano y le sonrío—. ¿Que
estamos haciendo?
Se ríe, profundos hoyuelos en sus mejillas—. ¡Eres tan graciosa,
Ame! Estamos rociando tu medio tubo, ¿recuerdas? Voy a dibujarte a ti
y papá y tú las salpicaduras rosas y azules.
Miro de vuelta a las salpicaduras—. ¿Por qué son rosa neón y azul?
La niña arruga su rostro, sus chonguitos rebotando—. Porque te
gustan los autos rápidos, pero también te gusta vestirte bonita.
—Já —murmuro, mirando a lo lejos—. ¿Entonces soy mitad
marimacho y mitad chica femenina?
Ella asiente—. Síp, como yo, ¿recuerdas?
No recuerdo.
—Em —susurro—. ¿Cuál es tu nombre?
Ella pone los ojos en blanco—. ¿Has estado bebiendo vodka de
nuevo?
Me congelo—. ¿No?
—Soy Kennedy Stone, mi—
Los recuerdos invaden mi cerebro a ciento sesenta kilómetros por
hora.
Maddox y yo riendo, él dejándome, encontrándonos. Nuestro
primer beso, cayendo a su cama durante nuestra aventura, cayendo por
su ventana y riendo con Leila mientras corríamos de regreso al taxi, él
mostrándome Dutch, el lugar del accidente. Te amo.
Salgo disparada de la cama, respirando desesperadamente.
—¿Amethyst? —Maddox vuela del asiento en el que está sentado.
Lo miro, luego a Liza que está a su lado, agarrando un vaso de café con
líneas de preocupación grabadas en su rostro. Ella obviamente no había
dormido, entonces miro al suelo para ver las masas de colchones
esparcidos por todas partes con mantas y almohadas. ¿Se habían
quedado todo el tiempo?
—¿Bebé? —Maddox prueba, caminando lentamente hacia mi cama.
Me froto los ojos y luego me agarro al poste de acero que está al
otro lado de mi cama—. ¿Dónde está Ken?
Ambos dejan escapar una fuerte exhalación—. Santa mierda —
Maddox salta hacia mí, tirándome a sus brazos. Hago una mueca, pero
luego me hundo en él—. Te amo.
—Yo también te amo— murmuro, mirándolo—. Pero en serio,
¿dónde está Ken?
Capítulo 45
Me casé con él. Porque por supuesto que lo hice. No tenía muchas ganas
de planear la boda, así que se lo pasé todo a Leila para que la planeara,
con una excepción: no seas extrema. Peleamos mucho. Lloramos aún
más. Peleamos un poco más y luego nos abrazamos un montón. Al inal,
ambas acordamos hacerla en Dutch. Al principio, los chicos se
discutieron por ello. Parece que mis aterradores hermanos mayores son
unos blandengues. Al inal concordaron, por supuesto, y la ceremonia
fue hermosa. La boda fue al atardecer con sólo luces de hadas y faroles
iluminando el lugar. Se sintió como si su mamá, Lauren, estuviera con
nosotros. Se puso un poco emocional para Maddox y los chicos, e
incluso para Elliot, pero también se sintió como un cierre. Ahora visitan
Dutch todo el tiempo, y es nuestro destino cada vez que estamos en
Nueva York. Todo fue parte de su proceso de curación, lo que hace que
el hecho de que Maddox y yo nos casáramos allí sea mucho más
especial. La recepción fue en nuestro parque de patinaje. Teníamos que
conseguir el visto bueno del consejo, pero funcionó. Instalamos una
tienda beduina y más luces de hadas en las tuberías y rampas.
Bradley tenía cuatro meses cuando inalmente nos casamos. No
había manera de que yo fuera una novia embarazada, y, de todos
modos, quería beber. Fue una hermosa noche de risas y buena gente. Al
inal de la noche, teníamos tanta comida de sobra que abrimos la tienda
a todos los vagabundos de la calle y a jóvenes. Terminó convirtiéndose
en una pequeña iesta con un montón de chamacos y gente uniéndose a
nosotros. Fue perfecto. Leila empezó a maldecir de nuevo, pero, a mis
ojos, fue perfecto.
Estoy embarazada de nuestro segundo hijo, bueno, el tercero
contando a Kennedy. Otro niño y estoy un poco aterrada. No es que
Bradley sea un niño di ícil, es bastante relajado y hace que esto de ser
mamá sea muy fácil. No estoy segura de dónde heredó su naturaleza
relajada, probablemente de su tío Wolf. También tenemos un gato
tonquinés llamado Greg, gracias a Kennedy, y Leila y Wolf han tenido
dos hijos ya, ambas niñas. Empiezo a pensar que ellos van a tener las
niñas y nosotros los niños. No estoy segura de quién debería tener más
miedo, pero si resultan como Leila, entonces Wolf de initivamente
debería tener más miedo.
Mi mamá y yo hemos trabajado a través de nuestras diferencias y
ella y Liza tienen una relación saludable ahora. Supongo que le tomó
tiempo a Liza con iar en ella, pero lo lograron. Ahora tienen citas para
almorzar sin mí y creo que mi mamá tiene una favorita.
Mi papá se ha mudado a Los Ángeles para estar más cerca de mí y
de Bradley. Él y Lara empacaron y él se mudó aquí. Está en nuestra casa
casi todos los ines de semana.
Liza y Talon son los tíos buena onda. Ya saben, los que no tienen
hijos y siempre tienen la casa limpia y vienen a recoger a los niños, les
dan una gran dosis de azúcar y luego se van de nuevo. Pasan la mayor
parte del tiempo viajando porque empezaron su propio blog de viajes.
Al principio, todos los molestamos sobre cómo sólo lo están usando
como excusa para viajar, pero ahora realmente ganan dinero con ello.
No sé por qué nadie ha pensado en ello antes.
Maddox y yo todavía queremos expandir el negocio algún día, pero
por ahora, sólo tenemos Dutch. Estamos tan ocupados con nuestras
carreras e hijos que no tenemos tiempo. Él todavía está invicto. Lo sé,
por supuesto que lo está. Espero que algún día alguien le patee el culo,
y le digo esto. Pero él lo contrarresta diciendo que sólo hay una persona
en la tierra que podría hacerlo: yo.
¿Con qué le respondí? Bueno, pelear no es realmente lo mío y él no
es realmente mi tipo.
FIN
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https://www.goodreads.com/book/show/40846
776- lip-trick
TRADUCCIÓN HECHA POR:
Notes
[←1]
Trastorno por dé icit de atención.
[←2]
Muscle car: Automóvil de tamaño medio o grande, con rasgos deportivos
y "musculosos”.
[←3]
Smeagles: personaje de “El señor de los anillos”, también conocido como Gollum.
[←4]
Es un truco aéreo sin manos.
[←5]
La patineta gira 360° mientras el patinador permanece en ella suspendido en el
aire en forma vertical.
[←6]
Trastorno Obsesivo Compulsivo
[←7]
Dana Frederick White, el actual presidente de la UFC.
[←8]
En el original en inglés Ame dice “Shall we ride with you”, el verbo “ride” se
traduce como “viajar” pero también signi ica “montar”, de ahí que la respuesta de Maddox
sea “O sobre mí sería bueno”.