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REVOLUCIÓN, INDEPENDENCIA Y CONSTRUCCIÓN NACIONAL 39

Aunque;, como señalara George Washington, redactar constitucio­


nes «no era cosa de un día», la mayoría-—diez de ellas— se aprobaron
en 1776. Algunos Estados las aprobaron antes de la resolución de
mayo, como New Hampshire (5 de enero de 1776) y Carolina del Sur
(26 de marzo de 1776); otros como Virginia, que la estaban redactan­
do en ese momento, la aprobaron poco después (27 de junio de 1776),
y hasta diciembre de 1776 no se adaptaron las de New Jersey (2 de ju ­
lio de 1776), Delaware (20 de septiembre de 1776), Pensilvania (28 de
septiembre de 1776), M aryland (9 de noviembre de 1776) y Carolina
del Norte (1.8 de diciembre de 1776). También en 1776, Rhode Island
(4 de mayo de 1776) y Connecticut (octubre de 1776), como ya eran
repúblicas, adoptaron la mismas Cartas Coloniales, excluyendo toda
mención a la autoridad real. Los cuatro Estados restantes dilataron la
redacción de sus Constituciones por exigencias de la guerra. Georgia
(5 de febrero de 1777) y Nueva York (abril de 1777) las aprobaron al
año siguiente. En marzo de 1778, Carolina del Sur revisó y estableció
más firmemente su Constitución, redactada dos años antes. M assachu­
setts, qué siguiéndo las recomendaciones del Congreso había adoptado
provisionalmente su Antigua Carta en 1775, aprobó la Constitución en
1780, Solamente e l nuevo Estado de Vermont, que aprovechó las cir­
cunstancias de la guerra para separarse de Nueva York, no vio aproba­
da la Constitución hasta 1790, pues no fue reconocido como Estado in­
dependiente hasta esa fecha.
La rapidez con que se redactaron las Constituciones expresaba tan­
to la experiencia anterior, como la determinación de las élites estatales
de evitar un vacío de poder. Desde luego no partían de la nada. La ma­
yoría de los Estados habían tenido más de un siglo de gobierno colo­
nial semi-independiente, a lo que habían añadido más de diez años de
resistencia y lucha contra Inglaterra, en medio de una intensa discusión
política en que la élite whig tuvo que compartir su espacio político con
las masas — blancos pobres y de clase media—- que por primera vez
entraban en la política. Estas mismas circunstancias habían dado soli­
dez a la élite patriota, que consideró esencial que hubiera nuevos po­
deres legítimos para luchar contra Inglaterra.
También la rapidez en la elaboración de las Constituciones expre­
saba cierta uniformidad; aunque como pasara con la revolución, hubo
enormes diferencias entre ellas, pues reflejaban las relaciones de poder
en cada Estado y los avalares de la guerra. La Constitución más radi­
cal é ra la de Pensilvania, donde la mayoría de la vieja élite se opuso a
la independencia y los pocos miembros destacados de la élite patriota
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—como Benjamín Franklin— estaban ocupados en el Congreso o sir­


viendo en el Ejército; dejando un vacío de poder que fue aprovechado
por los nuevos líderes de clase media, muy cercanos a Thomas Paine.
Estos líderes representaban las tres tradiciones más importantes del
radicalismo revolucionario. Timothy Matlack, hijo de un cervecero
cuáquero, repudiado por los Hermanos de Filadelfia en 1765 por desa­
tender el negocio, no pagar las deudas y frecuentar malas compañías,
era asiduo del mundo de las peleas de gallos y las tabernas, expresión
de la cultura popular de las clases bajas urbanas de Filadelfia. El médi­
co presbiteriano Benjamín Rush, que limitaba su práctica médica a las
clases bajas, compartía con los inmigrantes irlandeses-escoceses la vi­
sión milenarista de la república, según la cual no había más rey que Je­
sucristo ~~«No King but King Jesús»—, la república era la consecuen­
cia natural de la verdadera cristiandad y la revolución americana
«anunciaba el reinadode Cristo en la tierra». Por último, estaban aque­
llos profesionales y artesanos cualificados más cercanos al deísmo ra­
cionalista de Paine, como el matemático James Cannon, el médico au­
todidacta Thomas Young, el científico y relojero David Rittenhouse y
el también relojero y prestigioso retratista Charles W. Peale.69
Bajo este nuevo liderazgo, con amplio apoyo entre las clases bajas
y medias, se realizó el proceso constitucional. Cualquier miembro de
la milicia, mayor de veintiún años, que hubiera residido en el Estado
durante un año y hubiera pagado impuestos podía elegir a los 108 de­
legados de la Convención Constitucional. Estos delegados, mayorita-
riamente agricultores de la frontera y artesanos —denigrados por sus
críticos como campesinos «paletos»— , que habían participado en los
Comités locales o eran oficiales de la milicia, constituían la nueva cla­
se política que a partir del 18 de junio de 1776 comenzó a redactar la
Constitución.
El resultado fue la Constitución más radical de la revolución ame­
ricana. La Constitución de Pensilvania rechazaba el equilibrio de po­
deres, aprobando una única Cámara Legislativa y sustituyendo la figu­
ra del gobernador con veto por un ejecutivo elegido. Intentó prevenir
las diferencias entre los legisladores y el pueblo con la elección anual
de representantes, la rotación de los cargos, los debates legislativos
siempre abiertos al público y la elección cada siete años de un Conse­
jo Censor, que determinaría si la Constitución había sido violada.
También introdujo reformas que favorecían a las clases bajas, como
eliminar las penas de prisión para los deudores no culpables de fraude
o establecer cuotas bajas para acceder a las escuelas de los condados.
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En cuanto al sufragio, lo extendió a los varones blancos mayores de


veintiún años que pagaban impuestos, reforzando la idea de que las
clases productoras eran «la espina dorsal de la república».70 ■
Indudablemente esta Constitución extendió la nación política, pero
excluyó a los no libres —“esclavos, sirvientes contratados y aprendi­
ces— , a las mujeres y a aquellos ciudadanos blancos tan pobres, que
no pagaban impuestos. Tampoco su declaración de derechos incluía
las visiones más radicales de la igualdad que mantenían los miembros
de la milicia de Pensilvania, que exigían la redistribución de riqueza.
La Constitución de Pensilvania fue aprobada el 28 de septiembre
de 1776, La siguiente en aprobarse fue la de Maryland —el 9 de no­
viembre de 1776— , la más opuesta a la de Pensilvania por ser la más
conservadora de todas las Constituciones. Como ya hemos visto, en
Maryland la élite de plantadores se adhirió a la independencia sin entu­
siasmo, mientras trataba de mantener su poder en medio de la desinte­
gración social de la colonia. Acosados por las milicias tories, la ame­
naza de una insurrección esclava conforme se acercaba el Ejército
británico y la radicalidad de la milicia patriota, elaboraron una Consti­
tución que hizo de la posesión de grandes propiedades el fundamento
del gobierno y la condición para ser elegido y ocupar cargos públicos.
Para ser miembro de ía Cámara Baja se requería un mínimo de 500 li­
bras en propiedad, 1.000 libras para la Cámara Alta, 5.000 para deten­
tar el cargo de gobernador, L000 para ser miembro del Consejo Eje­
cutivo del gobernador o sheriff del condado. El método de elección
aseguraba también la selección de un gobierno aristocráticamente
orientado, donde los votantes solamente elegían directamente a los
miembros de la Cámara Baja y al sheriff del condado; mientras que
quince miembros del Senado eran elegidos mediante Colegio Electoral
cada cinco años, por electores que debían tener tierras valoradas en un
mínimo de 500 libras. El gobernador era elegido cada año por la Le­
gislatura. En definitiva, el 90 por 100 de los blancos que pagaban im­
puestos estaban excluidos de poder detentar algún cargo en Maryland;
solamente el 7 por 100 podía ser elegido para la Cámara Alta y el 10
por 100 para la Cámara Baja.71
Tanto en Nueva York como en Massachusetts, que elaboraron sus
constituciones tras 1776 por las circunstancias bélicas, la élite whig in­
tentó que no se repitiera la experiencia de «democracia participativa de
Filadelfia», reforzando el poder del Senado, el Ejecutivo y la Judicatu­
ra. En Nueva York, la élite patriota consiguió redactar una Constitu­
ción que reflejara sus ideas e intereses, pero fuera aceptable para la
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mayoría de los ciudadanos del Estado, Lo consiguió porque la élite


tory, que controlaba exclusivamente la Asamblea provincial, huyó en
el invierno de l 775-1776 y la invasión británica de 1776 convirtió a
Nueva York en escenario de guerra, haciendo desaparecer las disputas
internas dentro de la coalición revolucionaria y acabando con el poder
radical de artesanos e «hijos de la libertad».
La élite patriota, liderada por John Jay, Gouverñéur Morris, el co­
merciante William Duer y el propietario Robert R. Livingston, elabo­
raron una Constitución con una Legislatura bicamerál, en la que las
dos Cámaras tenían los mismos poderes y los representantes para la
Cámara Baja se elegían cada; año y los Senadores cada tres. El gober­
nador era elegido por un período de tres años y, junto con los jueces,
del Tribunal Supremo, formaba el Consejo de Revisión-Modificación,
que tema la posibilidad de vetar leyese a no ser que las votaran dos ter­
cios de la Cámara. También el gobefflfdór y cuatro senadores forma­
ban el Consejo de Nombramientos, que nombraba los cargos públicos.
No se exigían calificaciones de propiedad para detentar cargos» pero
para poder votar en la elección de representantes para la Asamblea se
requería una propiedad mínima de 40 libras y 100 para poder elegir se­
nadores y gobernador.72
También en Massachusetts, escenario bélico desde 1775, mantu­
vieron provisionalmente la Antigua Carta Colonial, hasta que se re­
dactó una Constitución en 1780, La Constitución de Massachussetts
resultó aún más conservadora que la de Nueva York. La Asamblea o
Cámara Bajá representaba a las ciudades, el Senado tenía una repre­
sentación proporcional d e acuerdo con la riqueza de cada distrito, no
de la población. Para votar se requería un mínimo de 60 libras de pro­
piedad. Para poder s e r elegido senador se requería al menos 300 libras
en bienes inmobiliarios y 600 libras en propiedad personal, mientras
que para poder ser elegido gobernador se requería un mínimo de 1,000
libras. El gobernador tendría amplios poderes tanto para vetar leyes,
como para designar cargos.
En contraste con la revisión conservadora que representaba el tex­
to constitucional dé Massachusetts, el procedimiento para su redacción
y aprobación era un avance democrático y popular. Massachusetts in­
trodujo la novedad y el precedente de que las Constituciones escritas,
como documentos fundamentales que eran, no debían ser redactadas
por los gobiernos provisionales, sino por Convenciones constituciona­
les elegidas expresamente para tal fin. También debían ser ratificadas
popularmente para poder entrar en vigor,73
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Vermont intentó y consiguió adoptar el modelo radical de Pensil­


vania ^ n i u y i n t e ^ Young, uno de sus redactores— ,
cuando consiguió independizarse de Nueva York* Los Green Moun-
tain Boys encontraron en las circunstancias de la guerra el momento de
separarse del Estado de Nueva York y escapar de su desigual estructu­
ra de la propiedad de la tierra. El Estado no recibió reconocimiento ofi­
cial hasta 1790, pero desde 1777 en adelante su existencia fue una rea­
lidad. La independencia de Vermont fue la única Ocasión durante la
revolución en que los agricultores pobres de la frontera fueron deter­
minantes en la elección de un modelo político, optando por la demo­
cracia radical de Pensilvania,74
Pero Maryland, Pensilvania o Vermont fueron excepciones. En la
mayoría de los casos —como en Nueva York o Massachusetts— la éli­
te -whig consiguió controlar el proceso de elaboración dé las nuevas
Constituciones estatales, con el apoyo de la clase media. Casi todas las
Constituciones eran pues expresión del poder whig y compartían una
serie de características. Para defenderse de la tiranía y a diferencia de la
Constitución británica eran Constituciones escritas, qué generalmente
incluían una Declaración de Derechos Individuales, definiendo las li­
bertades que el gobierno no podía invadir bajo ningún pretexto: libertad
de prensa, derecho a la petición o reclamación (Righí ofPetition), jui­
cio perjurado, habeos corpus... Redactadas por los gobiernos provisio­
nales o Convenciones populares, todas ellas asumían que el poder ema­
naba del pueblo y que los cargos gubernamentales debían ser elegidos
directa o indirectamente por el pueblo. El disfrute de los cargos públi­
cos se limitaba normalmente a un año, excepto en el caso de los jueces.
Tendieron a dar mucho más poder al Legislativo que al Ejecutivo.
Así, Pensilvania abolió la figura del gobernador, pero en la mayoría de
los Estados seguía existiendo sin derecho a veto y muy controlado por
el Legislativo, que en muchos Estados lo elegía y destituía. También
con ía excepción de Pensilvania, Georgia y Vermont, el poder legisla­
tivo se dividía en dos cámaras, pues siguiendo el consejo de John
Adams, la Cámara Alta o Senado sería el lugar donde «lá aristocracia
natural» — los hombres influyentes por riqueza, talento o nácimien-
to»~—podía ser aislada, sin poner en peligro las libertades dé las masas,
representadas por las Cámaras Bajas o Cámaras de Representantes.75
Aunque el principio de las Constituciones y de los nuevos gobier­
nos era que el poder emanaba del pueblo, la representación no era
igual para todos. En muchas colonias ™ de Pensilvania al sur— , las
zonas de frontera del oeste estaban menos representadas que las del
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este. Los que tenían propiedad tenían más posibilidades de ser elegi­
dos; no podían votar los blancos que no pagaban impuestos; tampoco
los que no eran libres, ni los no blancos, ni las mujeres, con la excep­
ción de New Jersey.
Ni siquiera la Constitución más radical — Pensilvania— estableció
el sufragio universal masculino, pero hubo enormes progresos en la re­
presentación popular. El procedimiento electoral se vio muy afectado
por la revolución: las designaciones de candidatos se hicieron más re­
gulares y abiertas, los colegios electorales más numerosos y convenien­
tes, el voto secreto comenzó a introducirse en muchos Estados. Las Le­
gislaturas trataban se ser realmente representativas, réplicas en pequeño
de los intereses y las divisiones sociales de cada Estado. Y se dio un
avance enorme hacia el sufragio universal masculino para los varones
blancos. En 1788, el 90 por 100 de los varones blancos podían votar en
New Jersey, Pensilvania, Georgia, Carolina del Norte y del Sur, New
Hampshire y muchas ciudades de Massachusetts. En Virginia, del 70 al
90 por 100, en Maryland el 70 por 100, en Nueva York el 60 por 100.
En Rhode Island y Connecticut virtualmente todos los varones adultos
blancos protestantes que tuvieran alguna propiedad podían votar.76

U n a C o n f e d e r a c ió n de E sta d o s.
E l « p e r í o d o c r í t i c o » (1781-1787)

La aprobación de una Constitución nacional no avanzó con la mis-*


ma rapidez durante la guerra. Aunque ya antes de la Declaración de In­
dependencia se había constituido un Comité pai*a elaborar un borrador
de Constitución nacional —el Informe Dikinson, que proponía asig­
nar al Congreso las funciones .de gobierno central— , hasta noviembre
de 1777 el Congreso no aprobó los artículos de la Confederación, que
tardarían cuatro años más en ser ratificados por los Estados.
Para ganar la guerra los Estados sabían que tenían que tener cierta
unidad de acción y una autoridad común, pero él% di#a un poder cen­
tral fuerte —como el de la Corona británica— y la competencia y ri­
validad de los Estados en ausencia de un nacionalismo americano, les
hacía reacios a adoptar un gobierno nacional permanente por encima
del poder de los Estados. Solamente las dificultades financieras duran­
te la guerra, la necesidad de resolver el problema de la colonización de
las tierras del oeste y las presiones de Francia llevaron a los Estados a
ratificar los Artículos de la Confederación, en febrero de 1781.

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