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AS LEYES

PLATÓN
LIBRO I
Hay dos tipos de bienes, los
humanos y los divinos. Los Podríamos concluir así que
primeros siempre dependen de aquellos que pueden
los divinos, pues siempre que gobernarse a sí mismos
una ciudad admita a los de serían buenos y aquellos
naturaleza superior, poseerá que no serían malos y
aquellos menores, Los vergonzosos. Por ende,
menores (humanos) serían la aquello que es correcto es
salud, son la belleza, la fuerza no dejarse dominar por los
y la riqueza de aguda mirada. placeres ni por los miedos,
Mientras que los superiores así mismo tampoco rebosar
(divinos) serían la inteligencia, de valentía en exceso y sin
el estado prudente del alma sentidos, siempre debe
acompañado de razón, la apoyarse en base a un
justicia que surge de la mezcla razonamiento bello, suave y
de los dos anteriores, y por no violento. Así que
ultimo la valentía. Los bienes debemos cuidar en nuestras
humanos deben referirse a los almas que tan temerosos e
divinos y todos aquellos intrépidos hemos de ser.
divinos al intelecto del
gobernante.

LIBRO III
Todo aquel que vea
Debemos tener en
algo grande con un cuenta los bienes de
gran poder y fuerza, nuestra propia alma,
podría alcanzar la y ejercer gobierno
felicidad y ser el sobre nosotros
obrador de mismos, pues así
maravillas si este podremos ver
supiese el uso aquello que resulta
adecuado de dichas bueno, bello y justo,
capacidades. si a ello le añadimos
el buen uso de
Usualmente esa
nuestras grandes
clase de individuos Una de las grandes capacidades, lo mas
creen que saber ignorancias se da cuando seguro es que el
como usar aquello alguien no ama, sino que odia alma alcancé el
que poseen. aquello que le resulta de bienestar y plenitud.
naturaleza bella y justa en
algún sentido u aspecto,
mientras ama y se alegra con
lo que cree injusto o incluso
malo

LIBRO XII
El intelecto mezclado con
las percepciones más
bellas, cuando se hace
uno con ellas, podría
denominarse como la
manera más justa la
salvación y conservación
de cada uno. El principio
de la VIRTUD total es el
no andar a la deriva,
apuntando a muchas
cosas, sino, el mirar a
una, arrojándole siempre
a ella, como quien dice,
todos sus dardos.

KENYA GARCIA GRAJALES Y MISAEL BUITRON RAMÍREZ


FILOSOFÍA 2201

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