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“AÑO DE LA UNIDAD, LA PAZ Y EL DESARROLLO”

TEMA
“APARATO DIGESTIVO –
ACTIVIDAD V”

CURSO : MORFOFISIOLOGÍA NORMAL II

GRUPO : P91

AULA : MD3N8

DOCENTE : DRA. SANDRA Y. URIOL SALVADOR

ALUMNO : CARLOS F. ESPINOZA POMA

2023
“AÑO DE LA UNIDAD, LA PAZ Y EL DESARROLLO”

Motilidad gástrica

A nivel de la pared gástrica, en su capa muscular se diferencia una tercera capa


de fibras musculares lisas o capa oblicua que incrementa la capacidad contráctil
de esta porción del aparato digestivo.

• a) Relajación receptiva o de llenado. El estómago vacío tiene un volumen


de unos 50 mm, y en una comida normal puede llegar a albergar unos
1.500 mililitros. Para que no se produzca el consiguiente incremento de
presión en su interior, la musculatura gástrica se relaja, esta relajación se
produce por acción del centro de deglución, el cual antes de que el bolo
alimenticio llegue al interior estomacal produce una relajación de las fibras
musculares lisas.
• b) Ondas peristálticas. Son ondas de contracción que sirven
principalmente para mezclar el bolo alimenticio con las secreciones
gástricas dando lugar a una solución denominada quimo. Además la
fuerza de estas contracciones colabora en la fragmentación mecánica de
los alimentos. Estas ondas contráctiles se originan en el cuerpo donde
son débiles, desplazándose hacia el antro donde van aumentando de
fuerza. La frecuencia de aparición es de unas 3/minuto y se desplazan a
una velocidad de 1-2 cm/seg. la generación de estas ondas se debe al
complejo motor migratorio. A las 4 ó 5 horas después de una comida se
producen contracciones cada dos horas que duran unos diez minutos son
las denominadas contracciones del hambre.
• c) Vaciamiento. El vaciamiento del estómago está determinado por la
fuerza de las ondas peristálticas y el tono del esfínter pilórico.
Normalmente el esfínter pilórico está relajado y se produce su cierre al
llegar la onda peristáltica, lo cual obliga a que la mayor parte del contenido
estomacal arrastrado por la onda peristáltica choque contra el píloro y
vuelva hacia atrás pasando tan sólo una pequeña fracción. Este proceso
se inicia ya a los 2 ó 3 minutos de la ingesta, produciéndose unas 3
eyecciones por minuto y un volumen promedio de unos 5 mm por
eyección.

Regulación de la motilidad gástrica

La motilidad gástrica está bajo el control del sistema nervioso entérico, el


autonómico y las hormonas gastrointestinales. La regulación se lleva a cabo
mediante reflejos enterogástricos que pueden ser cortos y largos,
denominándose así por la distancia entre el estímulo y la repuesta.

El volumen de alimento ingerido y la composición físico-química del quimo


determinan la mayor o menor intensidad de la motilidad. Los factores más
importantes son divididos en dos grupos dependiendo de su punto de acción:

1. Factores gástricos. La distensión de la pared gástrica aumenta la


motilidad y la velocidad de vaciamiento del estómago, igualmente la
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hormona gastrina secretada por el estómago en presencia de alimento


provoca la misma respuesta que el efecto mecánico.
2. Factores duodenales. La distensión del duodeno tiene un efecto inhibitorio
sobre la motilidad y el vaciamiento gástrico; igualmente hormonas
intestinales como el péptido inhibidor gástrico, la secretina o la
colecistoqquinina-pancreocimina tienen efecto inhibidor.

AMILASA SALIVAL
Esta enzima se sabe que proviene de las glándulas salivales, las cuales se
encuentran por todas las regiones de la boca, excepto en la encía y la porción
anterior del paladar duro. Es estéril cuando sale de las glándulas, pero deja de
serlo inmediatamente después de que se mezcla con los restos de alimentos y
microorganismos. En particular, esta enzima juega un papel importante en niños
menores de 6 meses, en los cuales hay retraso (vinculado con el desarrollo) de
la producción de la α-amilasa pancreática. Por otro lado, esta enzima ayuda a
digerir los carbohidratos en pacientes con insuficiencia pancreática. Otra función
de la enzima es que está involucrada en la colonización de bacterias que
participan en la formación de la placa bacteriana.
Aunque se asume que la α–amilasa es multifuncional, sólo se han reportado tres
funciones importantes:

1. Ayuda a romper la molécula de almidón en unidades más cortas como


glucosa y así contribuir al proceso de la digestión de carbohidratos.
2. Se une a la bacteria Streptococcus viridans localizada en la cavidad oral
(común en nuestra boca), logrando bloquear el 50% de la actividad de la
enzima (a través de romper moléculas de almidón), por lo que la glucosa
obtenida se utiliza como fuente de alimento para la bacteria convirtiéndola
en ácido láctico. Este ácido propicia el proceso de la caries. ¡Por eso hay
que lavarse los dientes!
3. La enzima se une a otro tipo de bacterias para ayudar a la limpieza
bacteriana de nuestra cavidad oral.

El proceso de la digestión es la degradación enzimática de las moléculas


complejas que constituyen a los alimentos, para convertirlas en compuestos más
sencillos. Así, las proteínas son convertidas a aminoácidos y los di, oligo y
polisacáridos son hidrolizados a monosacáridos. Los productos de la digestión
son absorbidos por el intestino delgado e ingresan a la sangre para ser
distribuidos a todas las células del organismo.
La celulosa y el almidón son los polisacáridos más abundantes en los alimentos
que consumimos. Nuestra dieta también es rica en los disacáridos sacarosa y
lactosa por lo que analizaremos cómo son digeridos y absorbidos estos
compuestos.
La digestión del almidón se inicia en la boca, durante la masticación, ya que en
la saliva se encuentra una hidrolasa, que recibe el nombre de amilasa salival, la
cual, introduciendo una molécula de agua, rompe el enlace glucosídico α - 1 —>
4, que mantiene unidas a las moléculas de glucosa en el polímero. Cada vez que
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actúa la enzima se produce una molécula de glucosa libre y almidón, que tiene
una unidad menos de las que tenía en un principio. (Figura 12.16).

La acción de la amilasa salival dura únicamente mientras los alimentos pasan de


la boca hacia el estómago, a través del esófago, debido a que el pH del estómago
es muy bajo y el pH óptimo de la amilasa salival es cercano a 7. Por ello la
amilasa salival se inactiva al llegar a este órgano.

En el estómago los carbohidratos no sufren ninguna transformación química. Es


en el intestino delgado en donde ocurre la mayor parte de la digestión de los
carbohidratos, ya que ahí se secretan los fluidos producidos por el páncreas y
algunas células de las paredes del intestino, que llevan en solución enzimas
específicas para hidrolizar carbohidratos.

El páncreas sintetiza la amilasa pancreática, que actúa de manera idéntica a la


salival (Figura 12.16), pero durante el tiempo suficiente para lograr la
degradación total de una molécula de almidón hasta glucosa. Las dos amilasas
que se han analizado rompen solamente enlaces glucosídicos α - 1 —> 4. En el
caso de la amilopectina que tiene ramificaciones α - 1 —> 6, se requiere además
otra enzima, producida también por el páncreas, que hidroliza estos enlaces para
lograr su degradación total hasta glucosa.

La celulosa es otro polímero de glucosa que ingerimos en grandes cantidades,


pero, los humanos no poseemos ninguna enzima capaz de degradar los
enlaces glucosídicos β - 1 — > 4 que tienen esta macromolécula, por lo que
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pasa a lo largo de todo el tracto digestivo sin sufrir modificaciones y es expulsada


en las heces fecales. Todos los herbívoros son capaces de degradar a la celulosa
gracias a las modificaciones estructurales que tiene su aparato digestivo y a unos
protozoarios que habitan, de manera simbiótica, en su intestino. Estos
microorganismos producen una celulasa capaz de hidrolizar los enlaces b.

Las responsables de la degradación de los disacáridos son las células de las


paredes del intestino delgado, las cuales sintetizan varias disacaridasas . Por
ejemplo, la lactasasacarasa hidroliza a la lactosa, para producir una molécula
de galactosa y otra de glucosa. Se obtiene una molécula de sacarosa y otra de
glucosa cuando la rompe a la sacarosa.

Gracias a la acción de las enzimas que se han mencionado, en el intestino


delgado queda una mezcla de monosacáridos provenientes de los carbohidratos
complejos. Estas unidades son absorbidas por las células de las paredes
intestinales, pasando hacia la sangre y a través del sistema porta - hepático son
conducidos hacia el hígado.

Por lo tanto, el hígado recibe una mezcla de monosacáridos. Los más


abundantes son glucosa, fructosa y galactosa. Hay que hacer hincapié en que
en condiciones normales no ingresan a la sangre carbohidratos complejos.

En el hígado los monosacáridos diferentes a la glucosa son convertidos a


este compuesto; la glucosa "nueva" puede seguir dos rutas: ser liberada a la
sangre para ser transportada hacia otros tejidos del organismo, o ser
almacenada en forma de glucógeno, constituyendo así una reserva de carbonos
y de energía que será usada cuando el organismo lo demande y en esos
momentos no haya otra fuente de energía disponible (Figura 12.16).

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