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La farmacología (del griego, pharmacon (φάρμακον), fármaco y logos (λόγος),

ciencia)1 es la rama de las ciencias farmacéuticas que estudia la historia, el origen, las
propiedades biofisicoquímicas, la presentación, los efectos fisiológicos, los
mecanismos de acción, la absorción, la distribución, la biotransformación, la excreción
y el uso terapéutico, entre otras actividades biológicas, de las sustancias químicas que
interactúan con los organismos vivos. La farmacología estudia como interactúa el
fármaco con el organismo, sus acciones, efectos y propiedades.2 En un sentido más
estricto, se considera la farmacología como el estudio de los fármacos, sea que esas
tengan efectos beneficiosos o bien tóxicos. La farmacología tiene aplicaciones clínicas
cuando las sustancias son utilizadas en el diagnóstico, prevención y tratamiento de
una enfermedad o para el alivio de sus síntomas.

La farmacognosia es la ciencia que se ocupa del estudio de las drogas y los


principios activos de origen natural: vegetal, microbiano (hongos, bacterias) y animal.
La palabra "farmacognosia" proviene del griego y está formada por "φάρμακο"
(fármaco, medicamento) y "γνώσης" (conocimiento). Fue utilizada por primera vez por
Anotheus Seydler en 1815 en Analecta Pharmacognostica. Estudia tanto sustancias
con propiedades terapéuticas como sustancias tóxicas, y otras de interés farmacéutico
que puedan tener un uso básicamente tecnológico y no terapéutico. Se considera una
rama de la farmacología.1

La farmacocinética es la rama de la farmacología que estudia los procesos a los que


un fármaco es sometido a través de su paso por el organismo. Trata de dilucidar qué
sucede con un fármaco desde el momento en el que es administrado hasta su total
eliminación del cuerpo.
Para ello, se han desarrollado diferentes modelos que simplifican los numerosos
procesos que tienen lugar entre el organismo y el fármaco. Aun cuando dentro de los
mismos el modelo multi- o policompartimental muchas veces puede describir más
adecuadamente la realidad, la complicación matemática que conlleva esta descripción
ha hecho los modelos mono- y bicompartimental sean los más usados. Este
concepto se basa en que, en muchas ocasiones, un modelo que originalmente es
mejor descripto como multicompartimental, no termina teniendo diferencias
clínicamente significativas si se simplifica a un bi- o monocorpatimental. Desde esos
puntos de vista, el estudio detallado de los sucesivos pasos que atraviesa el fármaco
en el organismo, se agrupan con el acrónimo LADME:
 Liberación del producto activo,
 Absorción del mismo,
 Distribución por el organismo,
 Metabolismo o inactivación, al ser reconocido por el organismo como una sustancia
extraña al mismo,
 Excreción del fármaco o los residuos que queden del mismo.
Estas distintas fases, implican la utilización y manejo de conceptos básicos para
comprender la dinámica instaurada. Así, las propiedades de las sustancias que actúan
como excipientes, las características de las membranas biológicas y la forma en que
las sustancias pueden atravesarlas, o las características de las reacciones enzimáticas
que inactivan al fármaco, son de necesario conocimiento para la correcta comprensión
de la cinética del fármaco.
Todos estos conceptos se pueden representar mediante fórmulas matemáticas que
tienen su correspondiente representación gráfica. De esta manera se puede conocer
tanto las características de una molécula, como la manera en que se comportará
determin
ado fármaco conociendo algunas de sus características básicas. Así, el conocimiento
del pKa, su biodisponibilidad o hidrosolubilidad, orienta sobre su capacidad de
absorción o distribución en el organismo.
Las gráficas resultantes del estudio de un fármaco tienen valor trascendente en
aplicaciones en la industria (cálculos de bioequivalencia en el diseño de fármacos
genéricos, por ejemplo) o en la aplicación clínica de los conceptos farmacocinéticos.
En efecto, la farmacocinética clínica provee abundantes pautas de actuación para el
correcto manejo de los fármacos, buscando el máximo de efectividad y utilidad para
los profesionales de la medicina humana y veterinaria

En farmacología, la farmacodinámica o farmacodinamia es el estudio de los efectos


bioquímicos y fisiológicos de los fármacos y de sus mecanismos de acción y la
relación entre la concentración del fármaco y el efecto de este sobre un organismo.
Dicho de otra manera, es el estudio de lo que le sucede al organismo por la acción de
un fármaco. Desde este punto de vista es opuesto a lo que implica la farmacocinética,
la cual estudia los procesos a los que un fármaco es sometido a través de su paso por
el organismo.
La farmacodinámica puede ser estudiada a diferentes niveles; tales como: molecular,
submolecular, celular, a nivel de tejidos y órganos y a nivel del cuerpo entero; usando
técnicas in vivo, post-mortem o in vitro.1
Los estudio de los modelos de farmacodinámica se abrevian modelos "FD" mientras
que los modelos de farmacocinética se abrevian "FC", generalmente son estudiados
en conjunto en los modelos FD/FC.
La farmacodinamia incluye la interacción del fármaco con su receptor específico; estos
receptores pueden ser acoplados a proteínas G, intracelulales, citoplasmáticos e
iónicos. Dependiendo de las características del receptor y del fármaco es la respuesta
que se esperará, por lo que, en los receptores iónicos, tienen una respuesta más
rápida, y este tipo de receptores puede ser encontrado en sistema nervioso, corazón,
músculo. Los receptores que son intracelulares son los que tienen un mecanismo de
acción lento, ya que son los que ocasionan un cambio en la conformación de la célula
o un cambio en su metabolismo.
Desde que se inició el estudio de la acción de los fármacos, se observó que esta
aumentaba de forma proporcional a la dosis del fármaco administrado, hasta llegar a
un máximo, punto a partir del cual no aumentaba por más que aumentara la cantidad
de fármaco. Esto hizo pensar que los fármacos actuaban sobre unos "sitios"
específicos en el organismo. Estos sitios son limitados, lo que explicaba el
comportamiento del fármaco: aumenta la acción conforme se van ocupando los sitios,
pero cuando están todos ocupados se estabiliza. Esto abrió paso al concepto de sitios
receptivos específicos, o receptores. Estos receptores son estructuras celulares que
tienen una finalidad concreta y que son activados en su actuación por distintas
sustancias, tanto naturales como externas al organismo (fármacos). Por tanto, los
fármacos no crean efectos nuevos en el organismo, limitándose a potenciar o inhibir
efectos ya existentes.2
El conocimiento de estos efectos y de los receptores responsables de los mismos ha
sido el eje de la investigación farmacodinámica, desde que John Newport Langley
propuso su existencia en Cambridge, Inglaterra

La toxicología es una ciencia que identifica, estudia y describe la dosis, la naturaleza,


la incidencia, la severidad, la reversibilidad y, generalmente, los mecanismos de los
efectos tóxicos que producen los xenobióticos que dañan el organismo. La toxicología
también estudia los efectos nocivos de los agentes químicos, biológicos y de los
agentes físicos en los sistemas biológicos y que establece, además, la magnitud del
daño en función de la exposición de los organismos vivos a previos agentes, buscando
a su vez identificar, prevenir y tratar las enfermedades derivadas de dichos efectos.1
Actualmente la toxicología también estudia, el mecanismo de los componentes
endógenos, como los radicales libres de oxígeno y otros intermediarios reactivos,
generados por xenobióticos y endobióticos. En el último siglo la toxicología se ha
expandido, asimilando conocimientos de varias ramas como la biología, la medicina, la
química, la física y las matemáticas.
Para algunos, Mateo Orfila es considerado a veces como «padre» de esta disciplina,2
aunque para otros lo fue mucho antes Paracelso (1492-1541) con su célebre frase
«dosis sola facit venenum» («la dosis hace al veneno»), máxima de la toxicología.3

La farmacovigilancia fue definida en 2002 por la Organización Mundial de la Salud


(OMS) como la ciencia que trata de recoger, vigilar, investigar y evaluar la información
sobre los efectos de los medicamentos, productos biológicos, plantas medicinales y
medicinas tradicionales, con el objetivo de identificar información sobre nuevas
reacciones adversas y prevenir los daños en los pacientes.
Todos los medicamentos antes de empezar a comercializarse se prueban en ensayos
clínicos. De forma muy controlada, van pasando por diferentes fases hasta su salida al
mercado. Sin embargo, estos ensayos se realizan en un número reducido de
personas, comparado con la cantidad y diversidad de pacientes que los utilizarán una
vez estén disponibles en las farmacias: ancianos, embarazadas, pacientes recibiendo
otros tratamientos, niños, etc. Estas situaciones, distintas a las llevadas a cabo en los
ensayos clínicos, pueden traer consigo la aparición de nuevas reacciones adversas,
que no aparecieron antes por la presencia de nuevas variables tales como la
exposición prolongada, la interacción con otros fármacos, la baja frecuencia o
simplemente porque determinados grupos, tales como los niños, no fueron incluidos
en los ensayos.
La farmacovigilancia se crea con el objetivo de supervisar los medicamentos
contribuyendo a su uso seguro y racional mediante la evaluación permanente de sus
riesgos. A la detección y evaluación de los riesgos asociados a los medicamentos una
vez comercializados se suma la prevención. Se trata de una actividad compartida tanto
por las autoridades sanitarias como por la industria farmacéutica y los profesionales de
la salud, de manera que la contribución de todos cumple un papel fundamental en la
monitorización y toma de decisiones sobre si un medicamento posee una relación
beneficio/riesgo adecuada o bien ha de suspenderse su comercialización (prevención)
o su uso, retirándolo del mercado.

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