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El suelo es un recurso finito, lo que significa que su pérdida y degradación no es

recuperable en el transcurso de una vida humana. Los suelos afectan a los


alimentos que comemos, al agua que bebemos, al aire que respiramos, a nuestra
salud y la de todos los organismos del planeta. Sin suelos sanos no podríamos
producir nuestros alimentos. De hecho, se calcula que el 95% de nuestros
alimentos se producen directa o indirectamente en los suelos.

Unos suelos sanos son la clave para la seguridad alimentaria y para un futuro
sostenible. Ayudan a mantener la producción de alimentos, a mitigar y adaptarse
al cambio climático, filtrar el agua, mejorar la resiliencia ante inundaciones y
sequías y mucho más. Sin embargo, una amenaza invisible está poniendo en
peligro los suelos y todo lo que nos ofrecen.

La contaminación del suelo provoca una reacción en cadena. Altera la


biodiversidad del suelo, reduciendo la materia orgánica que contiene y su
capacidad para actuar como filtro. También se contamina el agua almacenada en
el suelo y el agua subterránea, provocando un desequilibrio de sus nutrientes.
Entre los contaminantes del suelo más comunes se encuentran los metales
pesados, los contaminantes orgánicos persistentes y los contaminantes
emergentes, como los productos farmacéuticos y los destinados al cuidado
personal.

La contaminación del suelo es devastadora para el medio ambiente y tiene


consecuencias para todas las formas de vida a las que afecta. Las prácticas
agrícolas insostenibles reducen la materia orgánica del suelo y pueden facilitar la
transferencia de contaminantes a la cadena alimentaria. Por ejemplo, el suelo
contaminado puede liberar contaminantes en las aguas subterráneas que luego se
acumulan en los tejidos de las plantas y pasan a los animales que pastan, a las
aves y finalmente a los humanos que se alimentan de las plantas y los animales.
Los contaminantes en el suelo, aguas subterráneas y en la cadena alimentaria
pueden causar diversas enfermedades y una excesiva mortalidad en la población,
desde efectos agudos a corto plazo –como intoxicaciones o diarrea–, hasta otros
crónicos a largo plazo, como el cáncer.

Más allá del impacto en el medio ambiente, la contaminación del suelo tiene
también un elevado coste económico, debido a la reducción de los rendimientos y
la calidad de los cultivos. La prevención esta contaminación debería ser una
prioridad en todo el mundo. El hecho de que la gran mayoría de los
contaminantes sean resultado de la acción humana significa que somos
directamente responsables de realizar los cambios necesarios para garantizar un
futuro con menos contaminación y más seguro.

Los suelos deben ser reconocidos y valorados por su capacidad productiva, así
como por su contribución a la seguridad alimentaria y al mantenimiento de
servicios ecosistémicos clave.
La ciudad de La Oroya se encuentra en la sierra central del Perú a una altitud de 3700 msnm. y
a una distancia de 175 km de Lima, es una ciudad que se ha desarrollado sin planificación al
lado del complejo metalúrgico del mismo nombre. La contaminación de los suelos de La Oroya
por metales pesados como el plomo se viene dando desde el año 1922 época en el que
Complejo Metalúrgico de La Oroya (CMLO) inicia sus operaciones con la Empresa Cerro de
Pasco Corporation (Anna & Barandiaran, 2002). En el año 1997 el CMLO fue transferido a Doe
Run Perú SRL. y de acuerdo con el contrato de compra venta, Centromin Perú S.A. tiene la
responsabilidad de remediar las áreas afectadas por las emisiones de polvos y gases de la
fundición, desde 1922 hasta 1997 ya que el estado peruano a través de Centromin Perú operó
el complejo desde 1974 hasta 1997. (Doe Run Peru S.R.L., 2015). Activos Mineros S.A. (quien
fuera Centromín Perú) el año 1997 ha iniciado obras de remediación de suelos en convenio
con la municipalidad de Yauli- La Oroya en los alrededores de la ciudad de La Oroya; pero aún
no realizó ningún tipo de acción correctiva en los suelos de La Oroya Antigua. (Activos Mineros
S.A.C., 2012) Los suelos de La Oroya siguen contaminados a pesar que las operaciones del
Complejo Metalúrgico se encuentran paralizados desde el año 2009, creando problemas de
salud a los pobladores así como a los usuarios del rio Mantaro, rio que pasa por la ciudad de La
Oroya (Mantaro Revive, 2015). El presente trabajo de investigación da a conocer la distribución
de la contaminación por plomo en la superficie de los suelos de La ciudad de La Oroya Antigua,
donde se determina en qué medida el plomo se transfiere al rio Mantaro, como afecta la
temporada lluviosa al incremento de esta contaminación hacia el rio Mantaro. Se tienen los
estudios realizados por las consultora Ground Water International, para Activos Mineros S.A.
realizados entre junio de 2008 y marzo 2009, llegando a la siguiente conclusión: Las emisiones
de plomo, cadmio y arsénico ocasionados por la fundición de La Oroya durante sus 87 años de
vida productiva han afectado alrededor de 2300 kilómetros cuadrados de suelos de la región
central. Como para tener una idea del impacto ambiental de las emisiones del CMLO, el área
afectada equivale al 83% del área total de Lima Metropolitana, están afectadas no solo de la
provincia de Yauli, donde se ubica la ciudad de La Oroya, sino también de Tarma, Jauja y Junín.
(Activos Mineros S.A.C., 2012) La zona más impactada se localiza a dos kilómetros al sur del
CMLO, que comprende parte del área urbana conocida como La Oroya Antigua donde la
concentración de plomo esta entre 3000 a 16000 mg/kg en los suelos entre 7,5 a 40 veces más
que el límite permitido y a que la concentración máxima en caso residencial es de 400 mg/kg
según estándares canadienses. (Activos Mineros S.A.C., 2012) El río Mantaro se ubica en la
parte central del país, recorre 725 Km a través de los departamentos de Pasco, Junín,
Huancavelica y Ayacucho. En la cuenca alta existe explotación de plomo, plata, cobre y zinc. La
actividad minera es intensa, de modo que un gran volumen de vertimientos son evacuados;
algunos de ellos vierten directamente a sus afluentes y otros usan canchas de relaves. (DIGESA,
2008) La ONG. Mantaro revive los años 2007 y 2008 ha realizado estudios de las aguas del rio
Mantaro determinando que las partes más afectadas con Plomo es el tramo después del
depósito de escorias en La Oroya Antigua con 1.097 mg/L y 0.877mg/L superando en más de
20 veces el ECA agua, (Mantaro Revive, 2015)

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