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Rentería Marín Jesús. “Ingeniería Ambiental.” 1005 No.

Control:16320594 27/03/2019
Clave: UEF-1703 IEM Unidad IV: Prevención y Control de la Contaminación del Suelo.

3.1 Fuentes de generación de contaminantes del suelo.


Una de las principales problemáticas en el ámbito ambiental y empresarial es la
pérdida o degradación de recursos naturales que comprometa la generación de
satisfactores sociales y económicos, razón por la cual es fundamental conocer
cuáles son las principales fuentes de contaminación del recurso suelo y cuál es la
diferencia entre un suelo contaminado y uno alterado. Así, según Cepeda (2003),
la contaminación ambiental es la presencia en la atmósfera, el agua o el suelo, de
sustancias no deseables, en concentraciones, tiempo y circunstancias tales, que
puedan afectar significativamente la salud y bienestar de las personas. En este
sentido, se entiende entonces por daño ambiental la afectación o modificación de
las condiciones originales de los recursos naturales, y por contaminación, la
presencia superior a los valores límite permisibles de aquellas sustancias que
tengan la capacidad de modificar o variar alguna condición de dichos recursos y
generar alteraciones que perjudiquen la salud de las personas. De esta manera,
se puede decir que un suelo está contaminado, cuando las características físicas,
químicas o biológicas originales han sido alteradas de manera negativa, debido a
la presencia de componentes de carácter peligroso para el ecosistema; en este
caso, la productividad que el suelo tenía se pierde total o parcialmente (Cepeda,
2003). Por consiguiente, la contaminación del suelo generada por actividades
económicas puede presentarse de dos formas: degradación edáfica, proveniente
de fuentes claramente delimitadas (contaminación local o puntual) y la causada
por fuentes difusas.

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Martínez y otros (2005) plantean que la contaminación local (o puntual) va unida


generalmente a actividades económicas como la minería, las instalaciones
industriales y los vertederos. En la minería los principales riesgos están
relacionados con el almacenamiento de lodos, la generación de aguas ácidas de
mina y el uso de ciertos reactivos químicos. Asimismo, el vertido de residuos
constituye otra actividad potencialmente contaminante; en estos lugares, los
lixiviados pueden afectar al suelo circundante y al sustrato geológico para,
posteriormente, pasar a las aguas subterráneas o de superficie. Ahora bien, la
contaminación difusa es causada generalmente por el transporte de sustancias
contaminantes, tanto solubles como particuladas, a lo largo de amplias zonas con
frecuencia alejadas de la fuente de origen. Este tipo de contaminación está más
relacionado con la deposición atmosférica, determinadas prácticas agrícolas y el
tratamiento y reciclaje inadecuado de los lodos de depuración y aguas residuales
(Martínez y otros, 2005). Puede decirse, entonces, que los efectos desfavorables
de los contaminantes en el suelo como sistema son la afectación de su ciclo
biogeoquímico y su función de biofiltro; la disminución cualitativa y cuantitativa del
crecimiento de microorganismos; la disminución del rendimiento de los cultivos; la
contaminación de las aguas superficiales y freáticas por procesos de transferencia
y, por último, la disminución de las funciones de soporte de actividades de ocio
(Porta; López-Acevedo; Roquero 1994). Ahora, dentro de los contaminantes con
gran impacto sobre el suelo están los plaguicidas. En este orden de ideas, se
reconoce que los plaguicidas son sustancias formadas por compuestos tóxicos
que se han introducido deliberadamente en el medio ambiente para combatir
plagas y enfermedades de las plantas; pueden acumularse en el suelo o bien
filtrarse en las aguas subterráneas o evaporarse y posteriormente volver a
depositarse en el suelo. Asimismo, pueden afectar la biodiversidad de este recurso
debido a su escasa selectividad y por incorporarse en la cadena trófica. Debido a
estas características, este estudio tiene como objetivo centrarse en los impactos
negativos que generan los plaguicidas en el recurso suelo, razón por la cual, a
continuación, se presenta una descripción de los mismos. El suelo es un recurso
finito, lo que significa que su pérdida y degradación no es recuperable en el
transcurso de una vida humana. Los suelos afectan a los alimentos que comemos,
al agua que bebemos, al aire que respiramos, a nuestra salud y la de todos los
organismos del planeta. Sin suelos sanos no podríamos producir nuestros
alimentos. De hecho, se calcula que el 95% de nuestros alimentos se producen
directa o indirectamente en los suelos.
Unos suelos sanos son la clave para la seguridad alimentaria y para un futuro
sostenible. Ayudan a mantener la producción de alimentos, a mitigar y adaptarse
al cambio climático, filtrar el agua, mejorar la resiliencia ante inundaciones y
sequías y mucho más. Sin embargo, una amenaza invisible está poniendo en
peligro los suelos y todo lo que nos ofrecen.
La contaminación del suelo provoca una reacción en cadena. Altera la
biodiversidad del suelo, reduciendo la materia orgánica que contiene y su
capacidad para actuar como filtro. También se contamina el agua almacenada en

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el suelo y el agua subterránea, provocando un desequilibrio de sus nutrientes.


Entre los contaminantes del suelo más comunes se encuentran los metales
pesados, los contaminantes orgánicos persistentes y los contaminantes
emergentes, como los productos farmacéuticos y los destinados al cuidado
personal.
La contaminación del suelo es devastadora para el medio ambiente y tiene
consecuencias para todas las formas de vida a las que afecta. Las prácticas
agrícolas insostenibles reducen la materia orgánica del suelo y pueden facilitar la
transferencia de contaminantes a la cadena alimentaria. Por ejemplo, el suelo
contaminado puede liberar contaminantes en las aguas subterráneas que luego se
acumulan en los tejidos de las plantas y pasan a los animales que pastan, a las
aves y finalmente a los humanos que se alimentan de las plantas y los animales.
Los contaminantes en el suelo, aguas subterráneas y en la cadena alimentaria
pueden causar diversas enfermedades y una excesiva mortalidad en la población,
desde efectos agudos a corto plazo –como intoxicaciones o diarrea–, hasta otros
crónicos a largo plazo, como el cáncer.
Más allá del impacto en el medio ambiente, la contaminación del suelo tiene
también un elevado coste económico, debido a la reducción de los rendimientos y
la calidad de los cultivos. La prevención esta contaminación debería ser una
prioridad en todo el mundo. El hecho de que la gran mayoría de los contaminantes
sean resultado de la acción humana significa que somos directamente
responsables de realizar los cambios necesarios para garantizar un futuro con
menos contaminación y más seguro.
Los suelos deben ser reconocidos y valorados por su capacidad productiva, así
como por su contribución a la seguridad alimentaria y al mantenimiento de
servicios ecosistémicos clave. He aquí algunas razones por las que la
contaminación del suelo no puede subestimarse:
1. La contaminación del suelo afecta a todos los ámbitos. Los alimentos que
comemos, el agua que bebemos, el aire que respiramos, nuestra salud y la de
todos los organismos del planeta dependen de un suelo sano. El contenido de
nutrientes de los tejidos de una planta está directamente relacionado con el
contenido de nutrientes del suelo y su capacidad para intercambiar nutrientes y
agua con las raíces de esa planta.
2. La contaminación del suelo es invisible. Hoy en día, un tercio de nuestros
suelos están moderadamente o muy degradados debido a la erosión, la pérdida de
carbono orgánico, la salinización, compactación, acidificación y la contaminación
química. Se necesitan aproximadamente 1 000 años para formar 1 cm de capa
arable superficial, lo que significa que no podremos producir más suelo en el
transcurso de nuestras vidas. El suelo que vemos es todo el que hay disponible.
Sin embargo, los suelos se enfrentan aún a más presión debido a la
contaminación. La tasa actual de degradación del suelo amenaza la capacidad de
las generaciones futuras para satisfacer sus necesidades más básicas.
3. La contaminación del suelo afecta a su capacidad de filtrado. Los suelos
actúan de filtro y amortiguador para los contaminantes. Pero el potencial del suelo
para hacer frente a esta presión es finito. Si se supera la capacidad del suelo para

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protegernos, los contaminantes se filtrarán (y se filtran) a otros elementos del


entorno, como nuestra cadena alimentaria.
4. La contaminación del suelo afecta a la seguridad alimentaria al reducir el
rendimiento y la calidad de los cultivos Unos alimentos inocuos, nutritivos y de
buena calidad solo pueden producirse si nuestros suelos se mantienen sanos. Si
no lo están, no podremos producir suficientes alimentos para alcanzar el Hambre
Cero.
5. La contaminación del suelo puede ser resultado de malas prácticas
agrícolas. Las prácticas agrícolas insostenibles reducen la materia orgánica del
suelo, comprometiendo su capacidad para degradar los contaminantes orgánicos.
Esto aumenta el riesgo de que los contaminantes se liberen al medio ambiente. En
muchos países, la producción agrícola intensiva ha agotado los suelos, poniendo
en peligro nuestra capacidad para mantener la producción en estas áreas en el
futuro. Por lo tanto, las prácticas de producción agrícola sostenible se han
convertido en un imperativo para revertir la tendencia a la degradación del suelo y
garantizar la seguridad alimentaria actual y futura a nivel mundial.
6. La contaminación del suelo puede poner en riesgo nuestra salud. Una
parte importante de los antibióticos –utilizados ampliamente en la agricultura y en
el ámbito de la salud humana– se liberan en el medio ambiente tras ser
excretados del organismo al que se les administró. Estos antibióticos pueden
filtrarse en los suelos y propagarse en el ambiente. Esto produce bacterias
resistentes a los antimicrobianos, lo que disminuye la eficacia de los antibióticos.
Cada año, unas 700 000 muertes son atribuibles a bacterias resistentes a los
antimicrobianos. Para 2050, si no se ataja el problema, la resistencia a los
antimicrobianos matará a más personas que el cáncer y tendrá un coste global
mayor que el actual volumen de la economía mundial.
4.2 Saneamiento de contaminantes del suelo.
En función de los objetivos que se quieren alcanzar a la hora de recuperar un
suelo contaminado, se puede distinguir entre:
· Técnicas de contención, que aíslan el contaminante en el suelo sin actuar sobre
él, generalmente mediante la aplicación de barreras físicas en el suelo.
· Técnicas de confinamiento, que reducen la movilidad de los contaminantes en el
suelo para evitar su migración actuando directamente sobre las condiciones
fisicoquímicas bajo las que se encuentran los contaminantes.
· Técnicas de descontaminación, dirigidas a disminuir la concentración de los
contaminantes en el suelo.
 Técnicas de contención: Las técnicas de contención se emplean para
prevenir o reducir significativamente la migración de los contaminantes
orgánicos e inorgánicos en suelos y aguas subterráneas. No requieren la
excavación del suelo y son típicamente de bajo coste, aunque sí necesitan
de inspecciones periódicas.
Se emplean in situ con objeto de reducir los movimientos laterales de los
contaminantes, ya sea a través de lixiviados o por disolución en las aguas
subterráneas. Incluyen la instalación de muros pantalla (Thomas and
Koerner, 1996), que requieren la excavación en el suelo de zanjas

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profundas de hasta 100 m que son posteriormente rellenadas de material


aislante como mezclas de cemento y bentonita u hormigón; la inyección
vertical a presión, generalmente hasta 50 m de profundidad, de lechada de
cemento o cemento-bentonita a través de sondeos, formando pilotes, y
culminada con la inyección adicional de lechada en el suelo existente entre
los pilotes para conformar una barrera subterránea continua; y el
tablestacado metálico, una sucesión de perfiles de acero con sección en
forma de Z o U que se hincan verticalmente en el suelo no más allá de 30 m
de profundidad sobre una base impermeable (natural o creada
artificialmente) y que a veces se acompaña con la inyección de lechada de
cemento-bentonita para sellar el espacio que ocupan.
Son zanjas o sondeos horizontales in situ que se rellenan con material
sellante cuya aplicación está actualmente en desarrollo, sin demostrarse
aún si son efectivas, aunque podrían ser potencialmente útiles para
restringir el movimiento vertical de contaminantes metálicos sin necesidad
de recurrir a la excavación del terreno.
Esta técnica, ideada para contener la contaminación en ambientes
subsuperficiales en los que otras tecnologías no son económicamente
viables, se basa en la desecación del suelo para aumentar su capacidad de
retención de sustancias contaminantes líquidas, impidiendo así su
migración hacia los reservorios de agua subterránea.
Su finalidad es evitar la exposición directa del suelo a la contaminación,
limitar la infiltración de agua de lluvia en el suelo contaminado y controlar la
volatilización de ciertos contaminantes a la atmósfera.
Consiste en alterar in situ la estructura del suelo contaminado para
disminuir su permeabilidad y controlar así el avance de la contaminación en
profundidad.
Es una técnica que se basa en extraer el agua subterránea en las
inmediaciones de la zona contaminada o aguas arriba para evitar su
contaminación y la migración de la contaminación aguas abajo.
 Técnicas de confinamiento: Las técnicas de confinamiento, también
llamadas de estabilización/solidificación, reducen la movilidad de los
contaminantes a través de procesos físicos y químicos, ya sea
convirtiéndolos en formas menos solubles y tóxicas (estabilización) o
encapsulando el material contaminado en una estructura sólida de gran
integridad estructural.
Es una técnica ex situ que se aplica para reducir la movilidad de los
contaminantes, fundamentalmente inorgánicos como los metales pesados,
mediante reacciones químicas que reducen su solubilidad en el suelo y su
lixiviado.
Es una técnica semejante a la anterior, en la que los agentes estabilizantes,
inorgánicos como el cemento u orgánicos como las sustancias bituminosas,
el polietileno o las parafinas, son inyectados in situ en el suelo contaminado
a través de pozos similares a los utilizados en el sellado profundo (Mulligan
et al., 2001a) o mezclados con el suelo (Khan et al., 2004), encapsulando
físicamente a los contaminantes en una matriz estable impermeable al
agua.

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4.3 Contaminación de residuos urbanos.


Los residuos sólidos urbanos1 son los que se generan en las casas habitación
como resultado de la eliminación de los materiales que se utilizan en las
actividades domésticas (p. e., de los productos de consumo y sus envases,
embalajes o empaques) o los que provienen también de cualquier otra actividad
que se desarrolla dentro de los establecimientos o en la vía pública, con
características domiciliarias, y los resultantes de las vías y lugares públicos
siempre que no sean considerados como residuos de otra índole.
Las cifras sobre la generación de RSU a nivel nacional que se han reportado en
los últimos años presentan limitaciones importantes, básicamente porque no se
trata de mediciones directas, sino de estimaciones. Son calculadas por la
Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) conforme a lo establecido en la norma
NMX-AA-61-1985 sobre la Determinación de la Generación de Residuos Sólidos.
Según dicha dependencia, en 2011 se generaron alrededor de 41 millones de
toneladas, lo que equivale a cerca de 112.5 mil toneladas de RSU diariamente.
La generación de RSU se ha incrementado notablemente en los últimos años; tan
sólo entre 2003 y 2011 creció 25%, como resultado principalmente del crecimiento
urbano, el desarrollo industrial, las modificaciones tecnológicas, el gasto de la
población y el cambio en los patrones de consumo.
La generación total de RSU en el país difiere de manera importante a nivel
geográfico. Si se considera la regionalización de la Sedesol para el análisis de la
generación de residuos, en 2011 la región Centro contribuyó con el 51% de la
generación total en el país, seguida por la región Frontera Norte (16%) y el Distrito
Federal. Si se analiza la evolución de la generación de RSU por región, las
regiones que más incrementaron su generación entre 1997 y 2011 fueron:
Frontera Norte (207%), Centro (49%), Sur (44%) y el Distrito Federal (19%). La
única región que mostró una reducción en ese periodo fue la norte (27%), que
pasó de 6 a 4.4 millones de toneladas en el mismo periodo.

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4.4 Contaminación por residuos urbanos industriales peligrosos.


HP 1 “Explosivo”: corresponde a los residuos que, por reacción química, pueden
desprender gases a una temperatura, presión y velocidad tales que pueden
ocasionar daños a su entorno. Se incluyen los residuos pirotécnicos, los residuos
de peróxidos orgánicos explosivos y los residuos autorreactivos explosivos.
HP 2 “Comburente”: corresponde a los residuos que, generalmente liberando
oxígeno, pueden provocar o facilitar la combustión de otras sustancias
HP 3 “Inflamable”:
 residuos líquidos inflamables: residuos líquidos con un punto de inflamación
inferior a 60 °C, o gasóleos, carburantes diésel y aceites ligeros para
calefacción usados con un punto de inflamación entre > 55 °C y < 75 °C;
 residuos líquidos o sólidos pirofóricos inflamables: residuos líquidos o
sólidos que, aun en pequeñas cantidades, pueden inflamarse al cabo de
cinco minutos de entrar en contacto con el aire; — residuos sólidos
inflamables: residuos sólidos que se inflaman con facilidad o que pueden
provocar fuego o contribuir a provocar fuego por fricción; —residuos
gaseosos inflamables: residuos gaseosos que se
inflaman con el aire a 20 °C y a una presión de referencia de 101,3 kPa;
 residuos que reaccionan en contacto con el agua: residuos que, en contacto
con el agua, desprenden gases inflamables en cantidades peligrosas; —
otros residuos inflamables: aerosoles inflamables, residuos que
experimentan calentamiento espontáneo inflamables, residuos de peróxidos
orgánicos inflamables y residuos autorreactivos inflamables.
HP 4 “Irritante— irritación cutánea y lesiones oculares”: corresponde a los residuos
que, cuando se aplican, pueden provocar irritaciones cutáneas o lesiones
oculares.
HP 5 “Toxicidad específica en determinados órganos (STOT en su sigla inglesa)
/Toxicidad por aspiración”: corresponde a los residuos que pueden provocar una
toxicidad específica en determinados órganos, bien por una exposición única bien
por exposiciones repetidas, o que pueden provocar efectos tóxicos agudos por
aspiración.
HP 6 “Toxicidad aguda”: corresponde a los residuos que pueden provocar efectos
tóxicos agudos tras la administración por vía oral o cutánea o como consecuencia
de una exposición por inhalación.
HP 7 “Carcinógeno”: corresponde a los residuos que inducen cáncer o aumentan
su incidencia.
HP 8 “Corrosivo”: corresponde a los residuos que, cuando se aplican, pueden
provocar corrosión cutánea.
HP 9 “Infeccioso”: corresponde a los residuos que contienen microorganismos
viables, o sus toxinas, de los que se sabe o existen razones fundadas para creer
que causan enfermedades en el ser humano o en otros organismos vivos.
HP 10 “Tóxico para la reproducción”: corresponde a los residuos que tienen
efectos adversos sobre la función sexual y la fertilidad de hombres y mujeres
adultos, así como sobre el desarrollo de los descendientes.

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HP 11 “Mutágeno”: corresponde a los residuos que pueden provocar una


mutación, es decir, un cambio permanente en la cantidad o en la estructura del
material genético de una célula.
HP 12 “Liberación de un gas de toxicidad aguda”: corresponde a los residuos que
emiten gases de toxicidad aguda (Acute. Tox. 1, 2 o 3) en contacto con agua o con
un ácido.
HP 13 “Sensibilizante” corresponde a los residuos que contienen una o varias
sustancias que se sabe tienen efectos sensibilizantes para la piel o los órganos
respiratorios.
HP 14 “Ecotóxico”: corresponde a los residuos que presentan o pueden presentar
riesgos inmediatos o diferidos para uno o más compartimentos del medio
ambiente.
HP 15 “Residuos que pueden presentar una de las características de peligrosidad
antes mencionadas que el residuo original no presentaba directamente”.
4.5 Tipos de contaminantes de residuos peligrosos, no peligrosos, urbanos e
industriales.
Los residuos sólidos urbanos son aquéllos que se producen en las casas
habitación como consecuencia de la eliminación de los materiales que se utilizan
en las actividades domésticas (por ejemplo, residuos de los productos de consumo
y sus envases, embalajes o empaques, o residuos orgánicos); los que provienen
también de cualquier otra actividad que se realiza en establecimientos o en la vía
pública, con características domiciliarias y los resultantes de lugares públicos
siempre que no sean considerados como residuos de otra índole.
Si se clasifica a las entidades federativas por el volumen de RSU producidos,
cinco concentraron el 45.7% en 2012: el estado de México (6.7 millones de t;
16.1% del total nacional), el Distrito Federal (4.9 millones de t; 11.8%), Jalisco (3.1
millones de t; 7.2%), Veracruz (2.3 millones de t; 5.5%) y Nuevo León (2.2 millones
de t; 5.1%); mientras que las que registraron los menores volúmenes fueron
Nayarit (347 mil t; 0.82%), Tlaxcala (339 mil t; 0.81%), Campeche (272 mil t;
0.65%), Baja California Sur (259 mil t; 0.62%) y Colima (228 mil t; 0.5%).

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Los residuos de manejo especial (RME) son los materiales que se generan en los
procesos productivos o de servicios y que no reúnen las características para ser
considerados residuos sólidos urbanos o residuos peligrosos (Ley General para la
Prevención y Gestión Integral de Residuos, LGPGIR; DOF, 2003; INECC, 2012).
La información sobre la generación y manejo de este tipo de residuos es limitada y
se restringe a unos cuantos tipos de estos residuos. Los datos más actualizados
sobre la generación y manejo de algunos RME en el país fueron publicados en el
2012 como parte del Diagnóstico Básico para la Gestión de los Residuos (INECC,
2012; ver el recuadro Origen de los residuos de manejo especial en el Informe
2012; Semarnat, 2013).

La vida diaria está rodeada de una diversidad de sustancias químicas que


permiten muchas de las comodidades en la vida moderna. A nivel mundial hasta
junio de 2015, las sustancias químicas identificadas sumaban más de 100 millones
(esto es, alrededor de 33 millones más que en julio de 2012; CAS, 2016; ver el
recuadro Las sustancias químicas en números en el Informe 2012 (Semarnat,
2013), con propósitos tan diversos como servir de base para la fabricación de
nuevos materiales, medicamentos, plaguicidas, o bien como intermediarios de
múltiples procesos industriales. Aunque de muchas de ellas se sabe que resultan
inertes o inocuas para el ser humano o el ambiente, de una alta proporción aún se
desconoce si tienen efectos adversos y de otros se reconoce que pueden resultar
particularmente peligrosos cuando se vierten al ambiente accidentalmente o su
manejo no se realiza conforme a ciertos protocolos.

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El crecimiento acelerado de la actividad industrial en muchos países, el mal


manejo de muchas sustancias químicas y la disposición inadecuada de residuos
tóxicos ha incrementado la exposición de la población y los ecosistemas naturales
a sustancias potencialmente tóxicas. En 2012 se calculaba que en tan sólo 49
países clasificados como de ingreso bajo y medio, alrededor de 125 millones de
personas estaban expuestos a la contaminación por residuos tóxicos (Blacksmith
Institute y Green Cross, 2012).
En México, los llamados residuos peligrosos (RP), se definen como aquellos que
poseen al menos una de las llamadas características CRETIB, es decir, pueden
ser: corrosivos (C), reactivos (R), explosivos (E), tóxicos (T), inflamables (I) y
biológico-infecciosos (B). También se consideran peligrosos los envases,
recipientes, embalajes y suelos que hayan contenido o sido contaminados con RP,
según lo establece la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los
Residuos (DOF, 2003). La Norma Oficial Mexicana NOM-052-SEMARNAT-2005
(DOF, 2006) establece el procedimiento de identificación, las características y la
clasificación de los residuos peligrosos.
4.6 Métodos de remediación de suelo.
La remediación es el tratamiento o conjunto de operaciones que se realizan con el
objetivo de recuperar la calidad del subsuelo contaminado (suelos y aguas
subterráneas asociadas). Existen diferentes técnicas que permiten alcanzar los
valores de contaminación residual óptimos para garantizar la salud de las
personas y de los ecosistemas, según los usos definidos del lugar.
Las metodologías se aplican en función de las necesidades del proyecto (tipo de
sustancia contaminante, modelo hidrogeológico, limitaciones, etc.) y a menudo es
necesaria la implementación de dos o más técnicas para descontaminar el suelo.
En los proyectos de remediación se requiere de una exhaustiva caracterización del
subsuelo así como de los ensayos piloto adecuados. De esta manera, es posible
desarrollar un modelo conceptual hidrogeológico ajustado al lugar, que permita
conocer el origen y los mecanismos de desplazamiento de la contaminación en el
medio subterráneo.
Proyecto de remediación:
El Proyecto de Remediación se plasma en un documento técnico que determina la
metodología de restauración ambiental, su forma de aplicación en función de las
características del emplazamiento, los objetivos de reparación, así como los
controles y seguimientos a realizar durante el proceso.
Adicionalmente en España también existe el “Proyecto de Remediación
Voluntaria”, recogida en el artículo 38 de la Ley 22/2011 del 29 de Julio, que
permite ejecutar de forma voluntaria la recuperación del suelo sin contar con una
declaración previa de contaminación de dicho emplazamiento. Para ello, se remite
a la administración competente un proyecto de recuperación voluntaria y se
acredita después la limpieza del lugar.
Bioventilación (In-situ): Se basa en la extracción de vapores del suelo mediante
una diferencia de presión generada por el bombeo de aire desde el exterior. Se
aplica en suelos no saturados contaminados con hidrocarburos. Los gases
generados deben ser tratados, normalmente haciéndolos pasar por filtros que

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contengan sustancias retenedoras adecuadas para cada gas como, por ejemplo,
carbón activado. Es una técnica de bajo costo y mínimo impacto. No tiene
aplicación para la recuperación de Fase Líquida No Acuosa (FLNA), situación que
se verifica cuando el hidrocarburo llegó por percolación a impactar la napa.
Extracción de vapores del suelo (In-situ): Los compuestos volátiles se remueven
en fase vapor del suelo mediante la obtención de un gradiente de
presión/concentraciones por aplicación de vacío realizado a través de pozos de
extracción. Se aplica para VOC´s y algunos combustibles volátiles, pero no es
adecuado para aceites, hidrocarburos pesados y PCBs. No es efectivo en suelos
saturados y alto contenido de finos. Es una tecnología disponible comercialmente
que funciona bien en condiciones de suelo de permeabilidad alta. Los gases
extraídos requieren tratamiento y los líquidos residuales tratamiento y disposición
final. La eficiencia de remoción de algunos VOCs se limita en suelos muy secos y
alto contenido orgánico.
Incineración (Ex -situ): Se somete el suelo contaminado con hidrocarburos a altas
temperaturas (1200 ºC) para que los contaminantes se evaporen y se quemen
luego en condiciones controladas. Se requiere la depuración de gases. La
disposición final de los suelos contaminados puede hacerse en hornos de cemento
por la técnica denominada valorización de residuos lo que permite una eliminación
segura de pasivos ambientales.
4.7 Efectos ambientales en la salud humana, animal y vegetal.
Todos los elementos minerales y algunas sustancias químicas que entran en
las raíces pueden ser transportadas al resto de la planta. La concentración de
estos suele ser mayor en las raíces, pero también se pueden
encontrar concentraciones en tallos, hojas y frutos. Por lo tanto, aunque sea en
pequeñas cantidades, los contaminantes pueden llegar a las partes comestibles
de la planta. La cantidad de elementos y sustancias químicas que una planta
puede absorber y acumular depende mucho de cada especie, y ante una
misma situación, unas especies son capaces de acumular mucha más cantidad de
un determinado contaminante que otras.
De los elementos considerados como metales pesados, no todos son tóxicos
o perjudiciales para la salud. Elementos como el cinc, cobre, cromo o hierro son
necesarios para el buen funcionamiento de los organismos. Son conocidos como
oligoelementos, porque los seres vivos precisan muy pequeñas cantidades de
ellos para vivir. Pero si entran en el organismo en cantidades elevadas pueden ser
tóxicos. En las plantas penetran por las raíces y en los animales por el consumo
de estas. Así, por ejemplo, el cinc (Zn) es un micronutriente esencial,
considerado como no peligroso para el hombre, aunque su toxicidad puede
aumentar debido a la presencia de arsénico, plomo y cadmio en los vegetales que
crecen en suelos contaminados por los mismos. A diferencia de otros metales
pesados, el Zn se suele ir perdiendo a lo largo de la cadena alimenticia en vez de
acumularse. El exceso de cobre causa daños en la membrana citoplasmática de
las células tanto vegetales como animales, con lo cual se destruyen los tejidos. En
personas, un exceso de este metal puede producir la enfermedad de Wilson,
aunque intoxicaciones debidas a estos metales no son muy frecuentes.

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Otros metales pesados como el arsénico, plomo, cadmio o mercurio, que


pueden estar en cantidades superiores a las permitidas en muchos suelos,
también son capaces de ser absorbidos por las plantas y pueden ser tóxicos para
ellas incluso a bajas concentraciones. En general todos ellos pueden provocar, en
personas y animales, efectos carcinogénicos, genotóxicos y reproductivos, y
también pueden afectar al sistema nervioso. El plomo también puede inhibir la
formación de sangre produciendo anemia, y puede producir daño renal e
hipertensión. El mercurio puede producir enfermedades coronarias. Los efectos
tóxicos del cadmio son mucho más agresivos en el mundo vegetal y en los
herbívoros. En nuestra especie puede permanecer en el cuerpo durante
mucho tiempo y puede acumularse a partir de muchos años de exposición a bajos
niveles. Un caso bien conocido de intoxicación por cadmio es la enfermedad de
Itai-Itai, reconocida en Japón en los años 60. Ocurrió como consecuencia del
vertido continuado de residuos mineros a los ríos con los que se inundaban los
campos de arroz, desde aproximadamente 1912. El cadmio era absorbido por el
arroz y por lo tanto ingerido por las personas. Esta enfermedad se
caracterizaba por producir una malformación en los huesos muy dolorosa, entre
otros muchos síntomas.
Aunque el aluminio tampoco tiene función conocida en los organismos, sus
altos niveles en algunos suelos (como consecuencia de la explotación de la
bauxita, por ejemplo), provoca toxicidad en los vegetales. Si éstos son consumidos
por las personas pueden provocar efectos neurotóxicos y neurodegenerativos.

Concentraciones máximas de metales (mg/kg peso seco) encontradas en plantas que crecen en
comunidades de pastos de emplazamientos de minas abandonadas del centro peninsular, y de poblaciones
forrajeras sembradas en suelos contaminados. Pueden comparase los valores con los permitidos para la
salud animal y humana.

Contenidos máximos de cobre (mg/kg peso seco) en cultivos sembrados en suelos de bosque tropical
talados y quemados.
4.8 Marco legal en materia de contaminación del suelo.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, establece que
corresponde a los municipios la responsabilidad de prestar el servicio de limpia
con el concurso del estado. Generalmente esta atribución es ratificada por la
Constitución Política de los Estados y sustentada en la Ley Estatal de Equilibrio
Ecológico y Protección al Ambiente. Este marco sirve de referencia para

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establecer los lineamientos generales de los Bandos de Policía y Buen Gobierno y


de forma particular de los Reglamentos de Limpia Municipal.
Actualmente las metrópolis y la mayoría de los municipios de tamaño medio
cuentan con dichos reglamentos para establecer los compromisos de quien presta
y recibe el servicio. Generalmente los capítulos relacionados con disposiciones
generales, obligaciones de usuarios y prestadores del servicio, sanciones,
infracciones, recursos de inconformidad, organización y funciones del sistema de
aseo urbano (SAU), y aspectos operativos, se cumplen en un porcentaje elevado.
Sin embargo, aspectos relacionados con atención a usuarios, pago del servicio,
inspección y vigilancia, estímulos fiscales, generación de residuos sólidos y
artículos relacionados con la prevención de la contaminación presentan vacíos
importantes.

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Bibliografía.
 Sandra Milena Silva Arroyave, Francisco Javier Correa Restrepo; Análisis
de la contaminación del suelo: revisión de la normativa y posibilidades de
regulación económica.
 Irene Ortiz Bernad; Técnicas de recuperación de suelos contaminados.
 ONU.
 Emgrisa.
 SEMARNAT.
 Estrucplan.
 Revista Crítica.
 Litoclean.
 INECC (Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático).

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