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Eugenia
García Lao, F.; Crisorio, B.; Straccali, E (2021). Más allá del género : Entrevista a Fernanda García Lao.
EN: Chiani, M. (Comp.). Escrituras en voz: Conversaciones sobre literatura argentina. La Plata :
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. pp. 101-115.
(Estudios-Investigaciones ; 73). En Memoria Académica. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.4674/pm.4674.pdf
Miriam Chiani
(compiladora)
ESCRITURAS EN VOZ
Conversaciones sobre literatura argentina
Miriam Chiani
(compiladora)
2021
Esta publicación ha sido sometida a evaluación interna y externa organizada
por la Secretaría de Investigación de la Facultad de Humanidades y Ciencias
de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata.
ISBN 978-950-34-1988-5
Colección Estudios/Investigaciones, 73
Decana
Ana Julia Ramírez
Vicedecano
Mauricio Chama
Secretario de Posgrado
Fabio Espósito
Secretario de Investigación
Juan Antonio Ennis
Prefacio ....................................................................................................................... 11
19. Desbordes............................................................................................................309
Entrevista a Mariana Enriquez
Ana Príncipi, Amparo Sisti, Silvina Sánchez y Emilia Novo
Acerca de la autora....................................................................................................345
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o rioplatense, en la que igual incluiría a algunos chilenos, que tiene unas ca-
racterísticas particulares que la hacen emparentarse entre sí. Yo no distingo
mucho los escritores uruguayos de los argentinos y de los chilenos.
Bueno, eso en tus novelas se nota mucho. También tenía otra pregunta, pos-
terior, pero ya de algún modo la respondiste, te la hago para ver si querés
agregar algo más: ¿cómo te llevás con el realismo? Porque tampoco es la
impugnación más absoluta, es la alteración…
Porque habría que definir el realismo, en verdad. Porque el realismo es
un imposible, es una construcción que se asemeja a lo real (¿pero qué es
lo real? porque no hay dos percepciones iguales…), a determinado modo
narrativo de intervenir el mundo, que sería cronológico, por temática, por
unidad de voces, se le llama realismo. Y entonces el realismo más apegado
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a una idea conservadora del tiempo, del espacio y de la voz, o de los personajes,
sí me aburre. Cuando ese realismo viene dislocado, o viene torcido por una
perspectiva original, desde dónde se cuenta o cuál es el recorte que se hace para
contar, que no sea cronológico o no sea previsible, obviamente que me interesa.
De hecho, acabo de leer a una francesa que debe tener cincuenta y monedas,
cincuenta, cincuenta y uno, que es Christine Angot, que publicó varios libros
en relación al incesto que es algo que ella padeció. En Francia, más allá de que
haya decaído mundialmente la idea de la autoficción y toda esta cosa, se sigue
produciendo una literatura casi confesional, porque hay como una necesidad de
verdad en Europa de la que nosotros estamos exentos porque nuestra realidad es
inverosímil. Si está demasiado armado literariamente nos sonaría a falso. Pero
volviendo a Angot, cómo lo elabora me resulta muy interesante, más allá de
que obviamente trabaja con un tema que tiene un impacto y un atractivo (una
repulsión) ya per se. Pero ella por ejemplo en el libro que acabo de leer, que
se llama Una semana de vacaciones (que me pareció además muy buena esa
contradicción entre el título, como feliz, relajado o hasta idiota, con un conte-
nido súper violento), narra un vínculo sexual de sometimiento que resulta casi
insostenible, pero contado con tal frialdad y distancia y en una tercera persona
casi deportiva, que es muy interesante ver cómo se reelabora algo que podría ser
un espanto de lugares comunes o de golpes bajos. Y es realista, pero ella elige
contar la incomodidad física desde ese lugar desapasionado y objetivo. Mueve
los cuerpos y las acciones como si fuera un tablero.
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Bruno: Me interesó algo que no había pensado, pero por lo que decís: ¿cómo
te llevás con la crítica? No sólo con la crítica de tu obra, con la crítica. Porque
también los críticos tendemos a creernos nuestras propias construcciones, ¿no?
Y hay veces que el escritor cuando escribe, todas esas categorizaciones (que a
nosotros nos son tan útiles y tan cómodas en un montón de lugares) no están fun-
cionando, no están operando. En ese sentido, ¿vos leés crítica, te interesa?
Sí, obvio. Pero no en torno a mí, ni la espero. Leo ensayo, no sé si es “crí-
tica literaria” exactamente. Leo a Blanchot, pero no estoy ahí contemplada.
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La referencia es al entonces reciente estreno de la película Zama, de Lucrecia Martel, sobre la novela
de Di Benedetto.
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Bruno: Y sin embargo los dos libros de poemas, no voy a decir que son temá-
ticos o programáticos, pero siguen una misma línea. O sea, hay un vínculo entre
los dos, pero además cada uno está armado, es un libro, no son poemas sueltos.
¿Cómo es eso? ¿Ese estado se va manteniendo, o cómo funciona?
Fue diferente en cada uno de ellos. En Dolorosa (2017) fue más claro el
surco, el canal por el que iba a ir el agua. Pero no fue programado antes, lo
que pasa es que me había quedado un poema de la época de Carnívora (2016),
que era “Dolorosa”, que no tenía nada que ver con lo otro, y quedó solo en
una carpeta, solo el poema. Y entonces volví a verlo, lo leí y dije “qué bueno
ponerme a escribir a partir de esto”; “me ha brotado una dolorosa” dice el
poema, y me brotó todo el libro.
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esta invasión de esta privacidad como elevada que te da ser creyente, “tengo fe”,
esas cosas que uno envidia desde abajo. Y te juro que era casi sentir la llama-
rada, pensaba que podría ser quemada rápidamente, están todos muy cerca de
Torquemada. Y a la vez me resulta un universo de una riqueza tremenda.
Eugenia: Sí, además los que son muy creyentes también son muy fieles a
la palabra, eso también es interesante.
Sí, la Palabra con mayúscula, el Verbo, el Verbo hecho carne, el consumo
de la carne de Dios. Vino, sangre.
Eugenia: Sí, eso en Dolorosa está muy fuerte, ¿no? Comerse el cuerpo
de Cristo, cuando sos niño y te dicen “este es el cuerpo de Cristo, esta es la
sangre, el vino es la sangre”, es como fuerte cuando todavía la metáfora no
está instalada.
Es como literatura de terror. Y por otro lado a mí también me pasaba,
cuando era chica, de haber ido a misa… primero de intentar comulgar, antes
de entender qué pasaba ahí. Tipo cinco años, cuatro, cinco años, y ser sacada
de la fila… La puesta en escena, la mise en scène, la misa como performance
o como puesta en común de unas determinadas escenas que todos conocen y
escuchan una y otra vez. Me parece que algunas cosas son genialidades abso-
lutas, desde el punto de vista escénico también. La iluminación, el olfato, los
colores, la tragedia.
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Bruno: Bueno, eso está mucho en Dolorosa, cómo circula el deseo. Por
debajo de todo eso está circulando el deseo.
Sí, a mí me llamaba mucho la atención Santa Teresa, toda esa cuestión
erótica y de atracción hacia el amado, desesperación por el amado, y que fuera
“el amado”. Después releyéndolo me volví a sorprender, por el momento en
que fue escrito y cómo fue asimilado, más allá de las visiones y lo que después
devino en su muerte, que fue fragmentada. El dedo meñique está en un lugar,
el corazón es una reliquia que creo que estaba en Ávila, se fueron repartiendo
su cuerpo. Y lo llaman “reliquias”, Franco tenía un dedo, o una manito…
Los relicarios, y todo esto a mí me parece fascinante desde el punto de vista
del cuento fantástico. Y después también fue muy gracioso porque cuando ya
había terminado el libro me enteré de que la última mujer quemada en un auto
de fe por la inquisición se había llamado María Dolores. Y dije, “qué loco,
Dolorosa”. Y me pareció que ahí se organizó todo de un modo muy orgánico,
todo ese imaginario físico, espiritual y erótico. En Carnívora no fue igual,
no había mónada, de hecho el título apareció después, y además ahí yo casi
estaba desplegando el género. Para mí, como haciendo mi propio laboratorio.
Bruno: Y de tus primeros poemas, que nos contabas que los escribiste
entre los diez y los doce años, ¿no guardaste ninguno de esos?
No.
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estado por sobre la causalidad. Y cuando en el teatro un actor, una actriz está
ahí, hay relato, lo que pasa es que está presentado quizás en otra temporali-
dad que no es causal.
Obvio, lo que pasa es que hay un relato físico, y hay un relato físico del
tiempo y del espacio, no sólo de la voz. A mí igual me sirve también para
construir coordenadas, porque yo no pienso la ruta previa, pero una vez que
estoy sí analizo y sí racionalizo estructuras y salidas. Y la iluminación, porque
yo creo que la literatura también se puede leer desde la iluminación. Por eso
planteaba en un taller de literatura dark que más allá del género es una cuestión
de oscuridad y de claroscuro, o de iluminación. Literaturas de intemperie,
literaturas claustrofóbicas que requieren un espacio físico muy concreto. Y
cómo la oscuridad como materia te modifica el ruteo narrativo y el aspecto
de la narración. Si vos te pudieras meter en un relato de Kafka, ¿cómo lo
iluminás? ¿No? ¿O qué tanto se ve? Por eso también la elipsis puede ser
sencillamente falta de luz.
Bruno: O luces engañosas también, luces que te hacen ver cosas que
pueden no ser así.
Claro. La caverna. Según dónde está la luz es el cuento.
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Eugenia: Y esto tiene que ver con lo que decías antes, de este comienzo li-
gado al automatismo surrealista, que también es desgarradura, es vómito, es
algo que una vez que empieza a salir no hay posibilidad de retorno, no tiene
nada que ver con la construcción sino, bueno, se abre una grieta y empieza a
fluir algo que se derrama.
Bruno: Y en relación con esto, ¿cómo te posicionás como escritora mu-
jer? ¿De qué lugares comunes te distanciás, con cuáles acordás?
Para mí la literatura no tiene sexo, porque yo no me estoy escribiendo a mí
misma. Además me da la sensación de que algunos procedimientos femeninos
(relacionados a la escritura de diarios) fueron tomados por los hombres con
mucha naturalidad, de hecho casi no hay escritor que no tenga diario, hombre
(no así las mujeres). Porque hubo como un deseo masculino de feminizar su
presente, en el viejo sentido del término feminizar, esto de “ama de casa”,
no sé si por amor, esto de que amás tu casa, o de dueña. Pero era la dueña de
los interiores y el hombre era dueño de los exteriores, y la literatura remitía a
eso. Y a mí me encantan los exteriores y los interiores, no hago distinción…
Si no respeto los géneros literarios menos voy a respetar los otros. Me parece
que debo tener libros femeninos, otros masculinos, otros libros hermafroditas,
dentro de mi propia producción. Pasajes masculinos y pasajes femeninos.
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