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Primer cuatrimestre 2023

Apuntes para la reunión del 18 de marzo

1.

Come verán, me cuesta despedirme de la Facultad, pero, si no me voy a fin de este año, me
deberé ir hacia finales del próximo. Tenemos la idea de que Cintia tome la posta de la titularidad
de la materia. Algo que ya está comenzando en esta transición.

La historia de una idea (y la de una cátedra que la transmite) se narra igual a como se describe una
biblioteca perdida o abandonada.

Bibliotecas, si no se exhiben como trofeos o respaldos, guardan una colección de


correspondencias amorosas escritas en papel. Cada biblioteca se presenta única, accidental,
íntima.

La pequeña estantería de este presente comienza con dos libros: El proceso grupal de Enrique
Pichon-Rivière y Las escenas temidas del coordinador de grupos de Eduardo Pavlovsky, Hernán
Kesselman y Luis Frydlewsky.

Lecturas en tiempo de dictadura y desapariciones.

II.

La historia de esta cátedra también se entrama con libros. El primer titular, Juan José Morgan, no
escribió. Se inclinaba por, las entonces modernas, pragmáticas comunicacionales, se especializaba
en terapias familiares y ejercía, como psiquiatra, la jefatura, en el hospital Borda, de la Sala que
lleva el nombre de uno de los médicos de la Comuna de París: Philippe Pinel. Entre los
colaboradores de Morgan (un dandi de la época que tenía su consultorio y su piso de soltero en el
Edificio Kavanagh) estaba Roberto Romero que luego sistematizó muchas de las enseñanzas de la
cátedra de Morgan en sus libros.

El primer concurso por la titularidad de la asignatura lo disputaron Ana María Fernández y Roberto
Romero. Lo ganó Ana y para Roberto, segundo en el orden de méritos, se propuso la figura de
profesor asociado.

Ana María Fernández partió aguas en la enseñanza de grupos en la Facultad, trazó un antes y un
después con su libro El campo grupal. A la vez que inauguraba, como asignatura optativa el
espacio de Introducción a los estudios de género en una época en que la cuestión resultaba
extraña, extranjera, impensada. Luego siguió escribiendo y compilando otras publicaciones.

Roberto Romero publicó cuatro volúmenes con el título Grupo objeto y teoría y Mignon Rousseau,
su adjunta, editó Grupo Esa Posible Imposibilidad. Roberto trató de reunir en un solo modelo
todas las corrientes de las psicologías que predicaban algo sobre grupos. Varias generaciones
cursaron en una u otra materia leyendo esos libros.

El presente de esta cátedra está representado por libros que comenzaron como apuntes para dar
clases. La escritura, se sabe, pretende a la vez el olvido y la memoria. Libros relatan lecturas que se
quieren recordar. Las páginas bibliográficas componen sus bibliotecas.

Notas para pensar lo grupal (1991) reúne textos de los años de la publicación Lo grupal y el trabajo
cercano con Ana. Una escritura afectada por proximidades con Tato, Juan Carlos, Toti García,
Edgardo Gili, Luis Herrera. Notas intentaba sostener la posibilidad de una posición analítica en
situación de grupo.

Una subjetividad que se inventa. Diálogo, demora, recepción (1994) narra los momentos del pasaje
de los grupos a la idea de subjetividad. Las ideas de diálogo, polifonía, pluralidad, recepción,
demora. Debates con el lacanismo de aquellos años. Comienzos de una escritura fragmentaria.
Una ensayística que trataba de alcanzar un leve fuera de foco.

Clínica del crack-up. Ficciones psicoanalíticas (2001) se compone con escritos de los años de exilio
académico, desde la separación con Ana hasta el ingreso a trabajar con Roberto. Cátedras guardan
secretos de grandes pasiones. Momento de la publicación de la compilación Clínica grupal
psicopatológica con un equipo que trabajaba en la Facultad. Mientras la carrera de Terapia
Ocupacional, en la sede de San Isidro, funcionaba como refugio. Circunstancias de
experimentación con la idea de instalaciones estéticas y el manifiesto “Habitamos vidas
minudeseantes”. Tiempos del Seminario Ensayo y Subjetividad como corriente anómala en el
instituto de investigaciones y de la participación en un proyecto UBACyT interfacultades, con
Filosofía y Letras y Ciencias Sociales de la UBA. Los encuentros con González y Casullo y la amistad
con Goyo Kaminsky, Mónica Cragnolini, Patricia Digilio, Alejandro Kaufman. Los años de las
compilaciones Ensayo y subjetividad y El ensayo como clínica de la subjetividad.

deliberar las psicosis (2004), así con minúsculas, conjuga los años de manicomios. Tiempos de
grupalismos furiosos. La vuelta a Pichón. El comienzo de la ruptura con las ideas de subjetividad y
sujeto. La percepción de lo grupal como cercanías burbujeantes, como estados ocasionales, como
temporales de afectividades que se esfuerzan por no lastimarse.

Desde entonces, las psicosis se presentan como una piedra en el zapato. El título, de un apartado,
Discrepantes e insumisas, abría el camino hacia Pizarnik. Los capítulos sobre Artaud y Carreira, a
las prácticas grupales como acciones performáticas o instalaciones estéticas.

Alejandra Pizarnik, maestra de psicoanálisis (2008), surge de una clase en la Facultad en la que
leemos en voz alta el poema de Sala de psicopatología y el seminario La extracción de la piedra de
la locura en el que participaban sensibilidades de los tres manicomios más tenebrosos de la
provincia de Buenos Aires. No se volvió a vivir una algarabía como esa.

inconformidad. Arte, política, psicoanálisis (2010) pone a la vista algo que pasaba en la revista
Confines. La salida de los manicomios y la entrada en otros debates intelectuales. La maceración
de ideas. La invención de un concepto: inconformidad. Y su distinción respecto del término
insatisfacción. El comienzo de la supresión, en la escritura, del verbo copulativo ser.

sujeto fabulado I notas (2014) y sujeto fabulado II figuras (2014), tal vez los libros más trabajados y
los menos considerados. Salvo por Juan Carlos que los leyó como textos sagrados. Conservo sus
marcas de lectura. Los fabulados provocaron rispideces y desdenes. No los consideraron en el
Premio Nacional de Ensayo en Psicología por ser demasiado ensayísticos, demasiado filosóficos,
demasiado pretenciosos. Le dieron, como compensación, el tercer premio a inconformidad. Las
fracciones del campo intelectual no estaban en condiciones de soltar amarras de la idea de sujeto.
Eso suponía (y todavía supone) el destierro.

estancias en común (2017) se propuso como el anti manual de la asignatura Teoría y técnica de
grupos. Responde minuciosamente a los contenidos mínimos que tienen la materia. Ya sin la idea
de subjetividad no quedaba otra posibilidad que aterrizar en lo común. Pero no en los lugares ya
señalizados como lo colectivo o la comunidad. Se comienza a afirmar la irreductible soledad de la
vida en común. Idea tomada de Winnicott ya presente en Una subjetividad que se inventa.

demasías locuras normalidades, meditaciones para una clínica menor (2018) surge como desahogo
entre dos compilaciones: Vidas después de los manicomios que reúne escritos de batalla de
quienes trabajan en un proceso desmanicomializador y el libro del Seminario Estar en común sin
comunidad.

sensibilidades en tiempos de las hablas del capital (2020) sufrió el desconcierto y la descolocación
de la pandemia, se edita en pleno confinamiento. Materializa una escritura sin el verbo copulativo
ser y una expresividad en lenguaje neutro que se negaba a los facilismos que cancelaban el trabajo
con la lengua apelando a la x, las ampliaciones las / los, o al empleo de la e. Sensibilidades
presenta la idea de derechos performativos que provocó una revuelta en el Encuentro de Salud
Mental y Derechos Humanos y el Ministerio de Salud de Nación publicó como libro por separado
para contribuir a los debates antimanicomiales. El derecho a no encajar condensa una de las
cuestiones más queridas entre las aprendidas en las prácticas grupales.

esquirlas, pliegues de la peste (2021) ya más cercano, se compuso como entregas por episodios en
tiempos de intemperies, desconciertos, incertidumbres.

III.

Sesiones en el naufragio, una clínica de las debilidades está por salir en unos días. Está concebido
en muchos sentidos como la despedida que cuesta. Lo que cuesta puede leerse como costar. Pero,
también, como pendiente. En toda despedida pende algo inconcluso.

Copio la presentación del libro:


Sesiones en el naufragio, una clínica de las debilidades se relata con cuatro palabras: sesiones,
naufragios, clínicas, debilidades.

Sesiones se suele emplear para describir la unidad de tiempo y espacio de las clínicas que
hacemos.

El mismo vocablo se emplea para algunas prácticas médicas y corporales como rayos,
quimioterapias, quinesiologías, masajes. O para contactos con el más allá como ocurre con el
espiritismo. O para describir rispideces parlamentarias. O nombrar reuniones informales para
hacer jazz entre quienes disfrutan tocando música que se va componiendo en el momento.

La expresión sesiones clínicas describe la continuidad y discontinuidad de conversaciones que no


se asemejan a ninguna otra conversación. Nombra encuentros que comienzan con la pregunta
“¿cómo estás?” Y finalizan diciendo “seguimos con esto la próxima”.

Alguna vez Manuel Puig comparó las sesiones clínicas con literaturas de folletín o novelas por
entregas semanales en las que cada episodio terminaba con la leyenda “continuará…”.

La idea de sesiones clínicas no alude solo a diálogos en un consultorio, abarca también


deliberaciones de un equipo en un hospital o invenciones para pensar en común en un barrio o
momentos en los que se abren ventanas inesperadas en pasillos, aulas, viajes, en las que el deseo
de decir algo se encuentra con una disponibilidad que decide estar ahí escuchando.

Este libro no tiene capítulos, presenta sesiones.

La palabra clínicas no se refiere a la mirada semiológica de un diagnóstico médico, a sus


observaciones, exámenes, estudios de imágenes y laboratorios. Simpatiza más con el uso del
término que se hace en artes visuales como espacio de encuentro entre artistas que piensan y
muestran su obra. Clínicas nombra aquí la continua invención de un tiempo y un espacio de
expectación del habla. Incluso estados que asisten en silencio al solo estar.

Clínicas también como acogidas, como anamnesis poéticas, como sabidurías de la espera, como
temporadas en lo irremediable, como demoras en lo naciente y despidiente de una vida.

Naufragios se ofrece como metáfora de lo temido, como circunstancias de un peligro, como


marejadas de incertidumbres, como momentos en los que se ponen en marcha protocolos de
supervivencia.

Aunque también se piensa naufragio no como hundimiento, sino como partida deseada hacia no
se sabe dónde. Así se lo pregunta Alejandra Pizarnik cómo “explicar con palabras de este mundo /
que partió de mí un barco llevándome".

Clínicas en un naufragio como diálogos con lo indecible. Como desprendimientos de territorios


firmes y como fugas de los encierros.
Debilidades está presente como un hilo que zurce ideas, discusiones, deseos de otros modos de un
común vivir.

Debilidades como delicadezas avezadas que hacen frente a las hablas hirientes de la fuerza.

Debilidades como indocilidades que alojan ternuras, suavidades, dulzuras.

Debilidades como constancias que recorren asuntos de este libro: un común vivir y vidas
apartadas, desolaciones y soledades, atenciones y alertas, paranoias y confianzas, perplejidades y
asombros, consolaciones y desconsuelos, sobreentendidos y desmentidas, abyecciones y glorias,
credulidades e incredulidades, esperanzas y esperas, potencias y poderes, deseos y deseos.

Relatos breves que, cada tanto se presentan en estas páginas, intervienen como estallidos fugaces
entre soledades. Se intercalan como descansos o como destellos de vidas calladas que, de pronto,
tienen ganas de contar algo. Casi todos se dan como encuentros casuales en los jardines de un
hospital.

Sesiones en el naufragio, una clínica de las debilidades comienza a escribirse en momentos de


confinamientos. Tiempos de catástrofes que no terminan.

Urge pensar un porvenir que abrace silencios y estados conversacionales. Urge imaginar
embarcaciones que partan llevándonos.

Solo se trata de inventar una lengua clínica que nos guste.

IV.

Conversamos con Cintia el deseo de que esta cursada se oriente en la lectura de algunas sesiones
del libro, que se irán intercalando con lecturas que se vayan eligiendo en cada práctico, como
sucede siempre.

Sesiones que se proponen:

1 Vivir entre metáforas, 2 Aprender a naufragar, 3 Un común vivir

7 Desolaciones, 9 Vidas apartadas

13 Paranoias, 34 Con quiénes la soledad

21 Debilidades, 45 Enfermedad de la fuerza

41 Dar la acogida, 43 Clínicas que saben la espera, 47 La clínica que hacemos, 49. Anamnesis, 51.
Ante lo irremediable

Muchos de estas sesiones ya las conocen en sus ediciones preliminares en la revista Adynata
V.

Esta cursada tendrá el añadido de un propósito: abrir ventanas para escuchar cosas que no se
dicen en la Facultad. Hablas anónimas que se escabullen en la institución. En la reunión del sábado
trataremos de diseñar cómo hacerlo. Hacia el final de la cursada haremos una presentación en un
día sábado de los murmullos escuchados.

VI.

Durante la cursada se editarán breves podcast con ideas que nos interesan debatir. Menciono una:
bullying.

VII.

¡Ay…los parciales! ¿Qué entra en esas evaluaciones?

Sólo sabemos, por ahora, las fechas

Entrega de consignas en comisiones primer parcial domiciliario individual, semana del 8 de mayo.

Entrega de consignas en comisiones segundo parcial domiciliario grupal, semana del 12 de junio.

Cintia tiene, para la evaluación, una propuesta para este cuatrimestre o el próximo que nos va a
contar.

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