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PACAMAMBO .
1. JULIA 1:
2. JULIA 2:
3. EL GORDO:
4. MARÍA-MARÍA.
5. EL PSIQUIATRA.
6. LA MUERTE:
7. LA LUNA:
I. RABIA
JULIA 1: Así no fue como pasó. Nadie puede saber cómo pasó. Nadie
puede ni siquiera imaginar lo que pasó. En mi corazón, en mi
cabeza. ¡Sobre todo en mi cabeza! Nadie sabe nada. ¡Y ya no les
diré nada más!
PSIQUIATRA: Julia.
JULIA 1: ¿Qué? ¿Eh? ¿Qué de qué? Yo le pregunto a usted. ¿Y? ¿Qué
de qué? ¡Usted nada más se queda ahí, mirándome con sus ojos de
dinosaurio ¿Y qué?
PSIQUIATRA: ¡Julia, escucha!
JULIA 1: ¡No!
PSIQUIATRA: ¡Julia, escucha!
JULIA 1: ¿Qué? ¡Escucha! ¿Qué?
PSIQUIATRA: No es normal.
JULIA 1: ¿Qué es lo que no es normal? Ya no le diré nada, nada.
PSIQUIATRA: Quiero saber cómo es que tú…
JULIA 1: No diga nada, nada. Ni una palabra más. Ni una. Shhhh…
PSIQUIATRA: ¿Cómo fue que te encontraron?
JULIA 1: ¡No! ¡No! ¡No!
PSIQUIATRA: Julia, necesitamos hablar. Ayudarnos…
JULIA 1: Yo no quiero que me ayuden. Son ustedes los que quieren.
Yo no quiero nada. Les escupo en la cara. A todos, a todos.
¡Chinguen a su madre todos! ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren?
¡Ustedes no saben nada! ¡No entienden nada!
PSIQUIATRA: ¡Exactamente por eso! Queremos entender, Julia.
Necesitamos entender. Necesitamos que nos cuentes. Tus padres
necesitan entender. Necesitan entender porque te quieren. Y para
seguirte queriendo, necesitan entender. Pero ellos solos, no
pueden. No saben cómo. Están perdidos, ya no entienden nada más.
No saben nada más. Y es por eso que estoy aquí. Para eso es que
me llamaron. Como cuando alguien que se está ahogando llama a un
salvavidas. Y tú y yo les podemos ayudar a salir a la superficie.
Porque tú no estás enferma, Julia, al contrario. Y es justo por
eso que necesitamos de ti. Tú y yo somos los mejores salvavidas.
JULIA 1: ¡Quiero irme!
PSIQUIATRA: ¡No! Hoy nadie se irá de aquí. ¡Ni tú, ni yo!
JULIA 1: Déjeme…
PSIQUIATRA: Escúchame bien, Julia. No saldrás de aquí sin que me
hayas contado. Simplemente cuéntame lo que pasó.
JULIA 1: No pasó nada.
PSIQUIATRA: No quiero excusas. No quiero que te pierdas en
explicaciones, ni en ninguna justificación. Julia. Lo único que
quiero es que me cuentes tu historia.
JULIA 1: Ya sabe todo lo que hay que saber.
II. LA LUNA
La noche. Todo está oscuro. Se adivina a una mujer vieja acostada
en su cama. La Luna pasa por la ventana e ilumina un cuarto.
Muebles de la abuela. Un viejo reloj. Un fuerte “tic-tac”. La
Luna, a su paso, ilumina a un gran perro dormido. En un sillón
cercano, Julia está tumbada y duerme también. La Luna entra al
cuarto. La respiración de María-María se acelera. El Gordo gruñe.
El reloj hace su “tic” pero no su “tac”. Se detiene.
El Gordo ladra.
GORDO: ¡Wouf!
JULIA 2: ¡Qué tienes, Gordo! ¿Qué pasa?
GORDO: ¡Pasa que todo está mal!
MARÍA-MARÍA: ¡Julia!
JULIA 2: ¡María-María!
MARÍA-MARÍA: ¡La Luna! ¡Vino por mí!
JULIA 2: ¿La Luna?
MARÍA-MARÍA: ¡Cuélgate de mí! ¡Agárrame por los pies antes de que
me eleve!
LUNA: ¡Llegó el momento de partir, María-María! ¡Momento de que
pienses en tu último suspiro!
GORDO: ¡Whooufff!
MARÍA-MARÍA: ¡Julia, escúchame, escúchame! ¡No me queda mucho
tiempo para hablarte!
JULIA 2: ¡Te escucho, abuela, te escucho!
MARÍA-MARÍA: Un muerto tendría tantas cosas qué decirle a los que
se quedan, a los que ha amado. Pero me queda tan poco tiempo. ¡La
Luna me jala de los brazos!
JULIA 2: ¡Abuela!
MARÍA-MARÍA: Julia, voy a irme. Ahora tendrás que crecer.
JULIA 2: ¡Ya soy grande, abuela!
MARÍA-MARÍA: Más grande aún. ¡Sujétame! ¡Julia, sujétame!
JULIA 2: ¡Te tengo, abuela, te tengo!
gente. María-María me dijo que los hombres son los únicos que se
preguntan si los otros hombres son hombres. El gato sabe que un
gato es un gato. El perro sabe que el perro es perro. El pájaro
sabe que el pájaro es pájaro. Pero el hombre no sabe si el otro
hombre es hombre. Duda. No está seguro. Y entonces, como no está
seguro, tiene miedo. Avienta su cuchillo y lo entierra en el
cuerpo del otro. Y cuando el cuerpo del otro ya está en el suelo,
que ya no se mueve, entonces se toma el tiempo de verificar si
el otro hombre es hombre. María-María decía que muchos de los que
tienen el buen color, como usted, piensan que las personas que
no tiene el buen color, como Juan que está en mi salón, y que es
todo negro de pies a cabeza, tan negro que es hermoso por todas
partes, no son humanos. O que solo sirven para servirnos, como
ir a hacernos las compras, o hacer la limpieza. Hay todavía mucha
gente que piensa que las personas como Juan, que sonríen más
blanco que los blancos, son como perros. ¡A causa del color! ¡A
mí, eso me enfurece, porque para mí, no tienen nada que ver! ¡Y
sé de lo que estoy hablando! ¡Yo tengo un perro! Y no tiene nada
que ver con Juan, se parece más a mi profe de química, que más
que blanco es pálido, y que es tan gordo… ¡Que se parece al Gordo,
mi perro! Pacamambo es el lugar de todas las luces, donde el
hombre frente a otro hombre no se pregunta si es un hombre. Y eso
también me lo dijo María-María.
PSIQUIATRA: ¿No tuviste miedo cuando viste a tu abuela muerta?
JULIA 1: Yo jamás tengo miedo.
PSIQUIATRA: Sí, pero, ¿no tuviste miedo de estar completamente
sola?
JULIA 1: Tenía más miedo de que me encontraran.
PSIQUIATRA: ¿Por qué? ¿Por qué no tomaste el teléfono y llamaste?
¿Por qué no llamaste a la policía?
JULIA 1: Tenía otros planes en la cabeza. Ya se lo dije.
PSIQUIATRA: ¿Querías conocer a la Muerte?
JULIA 1: Y no sólo conocerla un poco. Conocerla mucho.
PSIQUIATRA: A ver Julia, tú eres lo suficientemente inteligente
para saber que eso era imposible. La muerte no es nadie. No es
una persona. Es un hecho, un acontecimiento.
JULIA 1: Eso es lo que usted dice.
PSIQUIATRA: ¿Cómo que es lo que yo digo?
JULIA 1: Sí, es usted quien lo dice. Y usted es quien me caga con
sus historias de “no es nadie” y “no es persona”, porque si para
usted es imposible encontrarse a la Muerte, para mí era todavía
más imposible, en ese momento, llamar a la policía o a quien
fuera.
PSIQUIATRA: ¿Pero por qué?
V. EL TERCER CAJÓN
De regreso al cuarto de María-María. Su cadáver está en la cama.
GORDO: ¡Whouff!
JULIA 2: ¿Vienes, Gordo? Vamos a ver qué es lo que hay en el
tercer cajón.
GORDO: ¿Qué hago?
MARÍA-MARÍA: ¿Cómo que qué hago? ¿Pues qué quieres hacer? haz lo
que ella te dice.
JULIA 2: ¿Vienes?
GORDO: (A Julia) ¡Whouff! (A María-María) ¡Uyuyuyui!
MARÍA-MARÍA: ¡Deja de quejarte!
GORDO: ¿Y qué es lo que hay en el tercer cajón?
Julia saca del cajón una gran cantidad de frascos de todas las
formas, tamaños y colores.
GORDO: ¡Whouf!
JULIA 2: Eso es lo que tú dices. María-María dice que para ir a
Pacamambo, hay que pasar por el tercer cajón. Lo que quiere decir
que estos perfumes conducen a Pacamambo. Quizá, Gordo, tenemos
que meternos, y entonces estaremos en otro país. Tal vez son
perfumes mágicos. ¿Lo intentamos?
GORDO: ¡Bwhouff!
JULIA 2: No estás muy seguro, ¿eh?
GORDO: ¡Para nada!
MARÍA-MARÍA: ¡Déjate, no la contradigas!
JULIA 2: De pronto había sol por todas partes y mucho más sobre
la cara de María-María.
JULIA 1: El sol sobre su cara era horrible.
JULIA 2: Era verde y frío y solitario.
JULIA 1: Ella tenía el sol únicamente sobre la cara.
AMBAS: Era la Muerte que quería asustarme.
JULIA 1: Entonces dejé de jugar y bajo el color blanco de mi piel
blanca vi la piel negra de mi ira.
JULIA 2: Mi piel, de repente, era profundamente negra. Negra de
rabia, de furia.
JULIA 1: Ahí estaba mi mochila que también se despertó y se puso
a molestar: ¡Vas a llegar tarde, vas a llegar tarde!
JULIA 2: Pero a mí me parecía que la noche era mejor.
JULIA 1: Porque la noche era dulce sobre la cara de María-María.
JULIA 2: Entonces vacié mi mochila para que cerrara su hocico y
en lugar de mis cuadernos metí los frascos de perfume. Y también
metí los maquillajes.
JULIA 1: Después jalé a María-María con sus cobijas, hasta la
escalera. Tomé el elevador, porque en las escaleras no hubiera
podido.
JULIA 2: Estaba demasiado pesada. Bajé hasta el sótano del
edificio, donde María-María tenía un cuartito cerrado para
guardar sus maletas de viaje.
JULIA 1: Acomodé las maletas. Acosté encima a María-María. Cerré
la puerta. Encendí una velita y me puse a esperar.
JULIA 2: A esperar a que la Muerte viniera a tocar la puerta,
para decirle un par de cosas.
JULIA 1: El tiempo pasó, toda una velita se consumió. Después el
Gordo y yo nos dormimos.
JULIA 2: Creo que María-María no cerró los ojos.
JULIA 1: La Muerte la obligó a mantenerlos abiertos.
JULIA 2: También eso quería decirle, a la Muerte.
JULIA 1: Decirle que eso de no cerrar los ojos de aquellos a
quienes mata.
JULIA 2: Es como irse de su casa sin cerrar la puerta.
AMBAS: ¡Eso no se hace!
VI. EL SÓTANO.
JULIA 1: ¿Ves, Gordo? Es como si no estuviera muerta. Y nosotros,
nos vamos a quedar con ella para siempre. Nunca nadie te refundirá
en la perrera y a mí nadie me refundirá en un manicomio, porque
nunca nadie nos encontrará. Jamás.
PSIQUIATRA: Alguien tendría que sospechar e irían a buscarte.
JULIA 2: ¡No te preocupes abuela, yo no te abandonaré jamás!
PSIQUIATRA: El cuerpo de un muerto debe descansar. Sabes, Julia,
vivir es agotador. Así que cuando uno muere debe tener la
necesidad de descansar. Mucho tiempo, mucho tiempo, mucho tiempo.
Tú no podías conservar a tu abuela contigo.
JULIA 2: Sin embargo, la conservé mucho tiempo.
PSIQUIATRA: ¿No saliste nunca?
JULIA 2: Para ir a buscar agua. Y después tuve que salir otras
veces a causa de…
PSIQUIATRA: ¿A causa de qué, Julia?
JULIA 2: ¡Del olor! María-María empezó a oler feo, peor cada día.
Pero yo tenía dentro de mi mochila más de una solución. ¡Tenía
los perfumes!
GORDO: ¡Whouf!
JULIA 1: No llores, Gordo. La Muerte no nos engañará. ¿Hueles?
¡Ella piensa que con eso nos va a dar miedo! Pero nosotros somos
más inteligentes que ella. Para probárselo, vas a ver lo que vamos
a hacer. Vamos a revivir a María-María.
GORDO: María-María, creo que Julia se está volviendo loca, quiere
maquillarte.
MARÍA-MARÍA: ¡Yo no puedo hacer nada, estoy muerta!
JULIA 1: (Maquillando a María-María) Mira, vamos a comenzar con
el rojo en los labios. Este era su lápiz de labios preferido.
¡Así! Está mucho mejor ¿No crees? ¿No? ¿No estás de acuerdo?
Espera, vamos a ponerle rosa en las mejillas y un poco de color
en los ojos. Así La Muerte se puede ir para siempre a la chingada.
Te digo, Gordo, la Muerte va a terminar por venir a vernos y
entonces ¡Le vamos a llenar de vida los ojos!
MARÍA-MARÍA: Julia, Julia, si pudieras escucharme, mi querida
nietecita, van a terminar por venir. Van a terminar por sospechar.
¡Y entonces sí será terrible! Los demás van a venir, ¿Entiendes?
Van a terminar por percibir el olor de la Muerte, entonces van a
tirar la puerta a martillazos y entonces, al fin, te llevarán
Julia. Julia, hay tantas y tantas cosas que quisiera decirte:
Regresa a la luz. Recupera tus juegos de niña. ¡Recupera tu
corazón de niña! Pero lo único que puedo hacer es seguirte
mirando, incapaz de hablarte. Pacamambo está en los ojos de cada
niño. Porque solo los niños conocen el camino de Pacamambo.
VIII. OJOS
JULIA 1: María-María.
JULIA 2: ¡No quiero lastimarte!
GORDO: ¡Whouf!
JULIA 1: María-María. Solo quiero que te acostumbres a tener los
ojos cerrados.
JULIA 2: La eternidad, es larga y vas a tener que acostumbrarte.
GORDO: María-María, creo que Julia sufre.
MARÍA-MARÍA: Si pudiera, le diría lo valiente que me parece.
JULIA 1: María-María, no me atrevo a tocar tus párpados.
JULIA 2: Tengo tanto miedo de que se caigan.
GORDO: ¡Whouf!
JULIA 1: No pienses que ya no te quiero, María-María.
JULIA 2: No pienses que ya no quiero verte.
JULIA 1: Pero ayer escuché ruido afuera.
JULIA 2: Perros que ladraban.
JULIA 1: Creo que pronto nos van a encontrar.
JULIA 2: Entonces debemos acostumbrarnos a no vernos más.
AMBAS: Por eso quiero cerrarte los ojos.
MARÍA-MARÍA: Si pudiera cerrarlos yo misma, lo haría. Pero Julia,
¡Escúchame! Que ese gesto que vas a hacer nos sirva de adiós.
JULIA 1: ¡No me atrevo!
MARÍA-MARÍA: No tiembles, Julia.
JULIA 2: ¡No me atrevo!
GORDO: ¡Whouf!
MARÍA-MARÍA: Me has preparado bien para la muerte, mi pequeña
Julia. Gracias a ti, mi cuerpo está lleno de los olores del amor,
que es el único perfume duradero. Eso que conduce a las almas
perdidas por el camino de Pacamambo.
AMBAS: Adiós, abuela.
MARÍA-MARÍA: ¡Adiós, Julia!
IX. MUERTE
GORDO: ¡Grrrrrrrr! ¡Hwarff! ¡GRRRRRRRRR!
JULIA 2: ¿Quién es?
MUERTE: ¡Es la muerte!
JULIA 2: ¿La Muerte?
MUERTE: Sí, claro, ¿quién más? ¡La Muerte!
JULIA 2: ¡Gordo, Gordo! ¡Es la Muerte! ¡Es la Muerte!
GORDO: ¡Grrwouf!
JULIA 2: Entre, Señora Muerte. Mi amigo, el Gordo, y yo, tenemos
un par de cosas que decirle.
MUERTE: Julia, un día todas las cosas me seguirán, Una tras otra.
Un día el Universo mismo me conocerá. Los planetas. Las estrellas.
la Tierra. Todos los animales. Cada hombre y cada mujer. Uno
después del otro me conocerán, así como tu abuela me conoció.
JULIA 2: Usted habla como mi profe de química, ¡y eso me enfurece!
¡Muerte, yo te mando a freír espárragos! y no te creo, si quieres
saber mi opinión.
MUERTE: ¿Y qué es lo que no me crees?
JULIA 2: ¡Que todas las cosas te seguirán! ¡Hay cosas que jamás
te seguirán! Por más Muerte que seas. Pacamambo nunca morirá,
porque Pacamambo no está en la vida. Pacamambo es un país donde
todo es semejante. Y por más que creas haberte llevado a mi
abuela, ¡no te la llevaste totalmente! ¡Ya que hoy yo te estoy
hablando de ella! ¡Ya que hoy decido que yo soy ella! Que soy su
cuerpo y su color. ¿Y qué es Pacamambo sino el país donde uno se
convierte en el cuerpo de los que ama? Entonces no hay olvido y
no hay muerte. Soy yo quien decide. Y sé que Pacamambo no es más
que una historia que mi abuela me contaba a la hora de dormir,
pero es bella, y es grandiosa, y contra eso tú no puedes hacer
nada. Porque está en mi mente, en mi corazón, en mis sueños. A
mi abuela, puedes llevarla contigo también, pero jamás podrás
tocar mi cabeza, ni todo lo que me pasa al interior. Y si un día,
mañana por la mañana, me despierto con ganas de pensar en ella,
tú no podrás hacer nada contra eso.
MUERTE: Sabes, Julia, mi objetivo no es hacer daño, ni poner
triste a nadie. Soy una prueba de la existencia de la vida. Si
aceptas vivir, aceptas, sobre todo, morir. Son las reglas del
juego… Y ahora, creo que te voy a dejar, Julia.
JULIA 2: ¿Ya?
MUERTE: Sí, ya me retrasé bastante.
JULIA 2: ¡Pero si acabas de llegar!
MUERTE: ¿Ves, pequeña Julia? Me desprecian mucho, pero se
acostumbran rápidamente a mi presencia. Voy a dejarte antes de
que te encariñes demasiado conmigo… y yo contigo. Me voy, me
despido, Julia. Hasta uno de estos días. No inmediatamente. Pero
un día, cuando sea tu turno, me verás llegar. Habrás vivido una
larga vida. Conocido alegrías y tristezas. Habrás amado. Habrás
tenido hijos. Nietos a los que tú también les hablarás de
Pacamambo. A quienes les dirás que los blancos son negros y que
los negros son blancos. Ellos también sentirán una gran tristeza
al verte partir conmigo. Como el tiempo habrá pasado, quizá
estarás un poco contenta de volverme a ver. Si es así, te
felicitaré, porque, Julia habrás comprendido tanto como tu
abuela, que hay cosas que yo, la Muerte, no podré llevarme jamás:
El recuerdo, el amor y la amistad. Solo los que entienden eso
La Muerte sale.
X. LUZ.
PSIQUIATRA: Cuando te encontraron te estabas asfixiando. Pasaste
muy cerca de la muerte.
JULIA 1: Puede ser. Pero hoy sé que hay una tierra que lleva el
nombre de Pacamambo y eso, usted jamás podrá entender lo que es.
JULIA 2: Escuché los golpes secos sobre la puerta.
JULIA 1: Escuché también cuando la puerta se cayó.
JULIA 2: Y después, de pronto, todos los gritos de los hombres.
JULIA 1: También escuché su horror cuando me vieron acostada al
lado de mi abuela.
JULIA 2: Escuché, sobre todo, gente que tenía verdaderamente miedo
de la Muerte.
JULIA 1: Pero hoy, yo, sé que estoy completamente sola en el
camino. Mi abuela se fue, y los demás piensan que estoy triste.
JULIA 2: Estoy triste, es verdad. Pero hoy, es otra cosa. Algo
que se parece más al amor.
JULIA 1: Usted me pidió que le contara una historia.
JULIA 2: No es fácil cuando una es joven.
JULIA 1: Pero lo que puedo decirle, es que amé a una mujer buena
a la que llamaba abuela.
JULIA 2: Una mujer que no era bella.
JULIA 1: Ni rica.
JULIA 2: Ni nada de nada.
JULIA 1: Pero que yo amaba porque me cuidaba. La amaba y
JULIA 2: Yo, tengo ganas de amar hasta la muerte.
JULIA 1: Es la única manera de encontrar el camino que conduce a
Pacamambo.
JULIA 2: No invento nada.
JULIA 1: fue La Muerte quien me lo dijo.
AMBAS: Se los juro.
¿Fin…?