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CONTRALORÍA GENERAL DEL ESTADO

DIRECCIÓN NACIONAL DE CAPACITACIÓN


GUÍA DEL PARTICIPANTE

INTEGRIDAD Y DILEMAS ÉTICOS EN LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA


MÓDULO 1 – SESIÓN 3

1. MÓDULO 1: Marco conceptual y normativo sobre la integridad y


ética profesional

2. SESIÓN 3: Ética Profesional

Objetivo de aprendizaje:

La finalizar el estudio del texto proporcionado sobre ética profesional, los


participantes comprenderán la importancia fundamental de la ética en el ejercicio
de una profesión y su impacto en la sociedad, así como los deberes y
responsabilidades asociados con la práctica profesional.

Resumen

La ética, como disciplina, analiza las conductas humanas, distinguiendo entre


acciones adecuadas e inadecuadas, virtudes y vicios. A diferencia de la moral, se
adentra en las raíces filosóficas de la moralidad, buscando sus fundamentos. En
el contexto profesional, la ética es crucial para distinguir lo correcto de lo
incorrecto, lo justo de lo injusto. Los principios éticos guían la conducta, como la
responsabilidad, la no maleficencia, la beneficencia, la autonomía y la justicia. En
el ámbito público, la OCDE sugiere claridad en las normas éticas, transparencia

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en la toma de decisiones y rendición de cuentas para promover una conducta ética
en los servidores públicos.

Ética
La Ética es la disciplina del conocimiento que estudia los distintos caracteres,
costumbres, hábitos y actitudes del ser humano y clasifica los actos en
convenientes (prudencia, honradez, respeto) o inconvenientes (mentira, avaricia,
deshonestidad), debidos e indebidos, virtudes o vicios.

La ética parte del hecho mismo de la moral, de que existen códigos relativos a lo
moral. (…) La ética por el contrario va a las raíces filosóficas de lo moral. Le
interesa hallar los fundamentos en los que se edifica la moralidad, y se preocupa
si ésta responde a tales o cuales circunstancias o a determinadas motivaciones,
mismas que son estudiadas y expuestas por las otras ciencias. El hecho de que
la violencia pueda ser explicada por motivos antropológicos, sociales o
psicológicos, no significa que se le justifique desde el punto de vista de la ética.
(Hernández, Alberto; Constante, Alberto; Webster, Andrés; Cruz, Angélica &
Viguri, Carlos, 2006).

En el mismo texto, nos da a entender que la importancia de la ética es dar un


fundamento, una razón por las que una persona o un colectivo pueda distinguir lo
bueno de lo malo, lo justo de lo injusto, lo lícito de lo ilícito; para llegar a esto se
requiere de un tipo de saber específico que no puede ser confundido con la
religión, la psicología, la sociología u otras ciencias. La ética está más relacionada,
desde sus orígenes, con las costumbres y el carácter. Estas expresiones son
saberes que orientan al ser humano a forjar un buen carácter, que le permiten
enfrentar la vida con altura humana, que le permitan ser una persona justa y feliz
en una sociedad diversa.

Ética Profesional
Quien ingresa o es parte de una profesión puede tener diversos motivos:
supervivencia personal, enriquecerse, logar identidad social o conseguir prestigio.
Sea cual fuere el motivo que le llevó a tener una profesión es importante la meta
que le da sentido. Los motivos se convierten en razones fundamentales cuando
coinciden con las metas de la profesión. Por eso es importante revitalizar las
profesiones, sea cual fuere, recordando cuáles son sus fines legítimos y qué
hábitos es preciso desarrollar para alcanzarlos. Las habilidades y destrezas de
cada profesión. A los hábitos se los conoce como virtudes, para los griegos era la
excelencia. Excelente era quien destacaba con respecto a sus compañeros en

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una actividad. En la época actual sería el que compite consigo mismo para ofrecer
un buen producto profesional. En los países de Latinoamérica se han manifestado
varios casos de corrupción por las malas prácticas profesionales en el ejercicio de
la función pública, no está presente esa excelencia en los profesionales porque
predomina un interés personal al colectivo o social. Esto hace dudar de que la
acción pública sea eficaz y que no satisface las exigencias y demandas de la
sociedad. Acción que se da, no por falta de conocimientos profesionales sino por
la no vivencia de principios éticos mínimos en un porcentaje considerable de
servidores públicos. Durante los Siglos XIX y XX se ha escrito bastante sobre lo
que es la profesión y la práctica profesional; parafraseando al sociólogo Max
Weber se puede decir que: la profesión es la actividad especializada de una
persona, con la que se gana habitualmente su sustento, en un mundo en el que la
fuente principal de ingresos de buena parte de la población es el trabajo (Weber,
1969). La profesión es una actividad sistemática y académica que termina con la
certificación de aprobación de la carrera o el título que otorga un centro de
educación superior. La profesión tiene una dimensión social por eso no se realiza
como actividad del individuo, toda profesión es siempre en función a los demás.
La profesión es una actividad social cooperativa, cuya meta interna consiste en
proporcionar a la sociedad un bien específico e indispensable para su
supervivencia como sociedad humana, para lo cual se precisa el concurso de la
comunidad de profesionales que como tales se identifican ante la sociedad
(Cortina & Conill, 10 palabras claves en ética de las profesiones, 2000). Los
profesionales o profesionistas van construyendo el ethos de una profesión la
misma que será vivida y practicada en el ejercicio mismo de la profesión. Sara
Fuentes parafraseando a Adela Cortina hace referencia de cómo se va
construyendo el ethos de una profesión: - Como actividad humana es un bien
específico indispensable. - Es legítimo que la sociedad exija a los profesionistas
que proporcionen ese bien. - Los profesionistas han de ejercer su actividad con
vocación. - Han de poseer además de conocimientos, habilidades y capacidades,
las licencias y credenciales necesarias para ejercer. - Han de pugnar por la
universalidad de su ética, moral y valores para superar su aplicación a grupos
cerrados. - Han de trabajar de forma permanente en favor de la excelencia
profesional. - Han de participar en la elaboración de códigos éticos, principios
morales y establecimientos de valores necesarios (Hernández, Alberto;
Constante, Alberto; Webster, Andrés; Cruz, Angélica & Viguri, Carlos, 2006). Feito
en su texto Ética y enfermería (2009) al referirse a la ética profesional menciona
que “La ética profesional no es un añadido a la profesión, sino algo intrínseco a la

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misma, que la define, la dota de sentido y justifica su existencia y su valor”. Cada
profesional tiene sus valores en su interioridad y los exterioriza, los hace visible,
en la relación que tiene con los demás. Cada carrera profesional construye su
ethos el mismo que será vivido y defendido por cada uno de los profesionistas en
el ejercicio laboral. El profesional no está ligado a la burocracia (como es el caso
de los servidores públicos) a pesar de que debe lealtad a la institución, a las
personas de carne y hueso, cuyo beneficio da sentido a cualquier actividad e
institución social. La parte de la ética general que estudia los deberes y derechos
de los profesionales se la conoce como ética profesional, esta es una ética
práctica. En el texto Ética actual y profesional, citando el texto de Javier Cocina
Ética profesional comparada, se considera a la ética práctica a aquella que
determina y establece mediante reglas y normas de comportamiento, el orden
necesario para procurar el bien de la comunidad (Hernández, Alberto; Constante,
Alberto; Webster, Andrés; Cruz, Angélica & Viguri, Carlos, 2006). En este contexto
es cómo van elaborando los códigos de ética profesional. Todas las profesiones
deben tener su código de ética en donde está su normativa de comportamiento de
trabajo; su relación con sus compañeros o colegas de profesión; su relación con
otros profesionales; relación con sus jefes y/o subalternos; y por último la relación
del profesional con la sociedad, nunca se puede olvidar que uno de los objetivos
de toda profesión es el servicio a los demás, a la sociedad. El profesional, para
serlo, requiere asumir ciertos compromisos y responsabilidades propias de la
profesión que son compartidos con sus colegas; el ser competentes y
responsables en las prestaciones de servicios que permitan la excelencia en cada
contexto. El profesional ejerce su oficio en relación con quienes acuden a él,
necesita de su confianza; de la confianza en su bien hacer personal y también del
colectivo o gremio al que pertenece. Hay cosas que cabe esperar de un buen
profesional y que sin embargo no cabe esperar de cualquier buena persona que
no tiene la condición de profesional (Hortal, 2004). Sociológicamente somos seres
en sociedad, nos desarrollamos y realizamos en esa relación con los demás de
ahí que la ética se convierte como en el control de calidad de las relaciones
humanas y de la prestación de los servicios profesionales cuando se realiza un
trabajo tanto en el sector público como en el privado. Por tanto la profesión tiene
dimensión social y moralmente es mucho más que preocuparse del sustento
diario. La actividad social de la profesión está en brindar a la sociedad un bien
específico que permita su supervivencia.

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Principios éticos
La ética profesional, ética práctica, a través de los códigos éticos dan lineamientos
específicos sobre los criterios a los que debe atenerse o que puede conducir y/o
orientar en el ámbito del ejercicio diario de sus actividades laborales; esto es
aplicado a todas las profesiones. El profesional mientras ejerce su profesión no
basta con que se lo considere un buen o mal profesional, sino que él, como
persona, es no ético. Puede ser un excelente profesional, está de moda la
excelencia, pero puede ser una persona no ética. En el sector público como en el
privado existen una variedad de profesionales cada uno con su historia, cultura,
experiencia laboral y de vida. Cada profesión tiene su propio origen y peculiaridad,
de ahí su diferencia entre unas y otras. Frente a ello se busca ciertos criterios que
permitan guiar al profesional sobre lo que le es permitido o no le es permitido, lo
deseable y lo que no le es, desde su profesión. Los principios éticos son
imperativos generales que orientan o guían al profesional sobre qué hay de bueno
y realizable en unas acciones y de malo y evitable en otras. Los principios ponen
temas y valores del vivir y del actuar, lo valioso de la vida; lo que merece ser vivido
en la vida práctica. Los principios de la ética profesional formulan los grandes
capítulos y los principales criterios por los que se guía fundamentalmente la
práctica profesional que quiere ser ética. Naturalmente esto tiene perfiles más
concretos cuando se habla de una profesión concreta, pero hay puntos de
convergencia y semejanza entre las diferentes éticas profesionales y de ellos es
lo que nos toca hablar (Hortal, 2004). La aplicabilidad de los principios va a
depender de un minucioso análisis racional del comportamiento moral en la
actividad profesional y como persona; esto va a ser útil en los dilemas éticos que
veremos más adelante. Tampoco es procedente la aplicación de metodologías
inductivas y deductivas para decidir y ser aplicada en el trabajo profesional. Los
principios para poder ser aplicados han de ser especificados, interpretados y
sopesados a la vista de las situaciones y de los casos a los que se los pretende
aplicar; por eso más que prescribir o prohibir acciones concretas, orientan acerca
de algo valioso que debe ser tomado en consideración. Sólo desde la mediación
permanente entre los principios y las situaciones en las que tenemos que actuar
se hacen operativos los principios y se iluminan las situaciones (Hortal, 2004). La
Bioética dio mucha relevancia a los principios éticos a partir de 1970, primero en
el campo médico y luego aplicado a todas las profesiones. Para Alberto Constante,
el objetivo de la Bioética es “educar y buscar la transformación del hombre para el
ejercicio del bien como resultado de una acción reflexiva, consciente y

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responsable” (Hernández, Alberto; Constante, Alberto; Webster, Andrés; Cruz,
Angélica & Viguri, Carlos, 2006).

Principio de responsabilidad. - Ser capaz de responder con un sentido ético de


la vida, la persona asume las decisiones como individuo y como parte de la
sociedad y por ello acepta las consecuencias de sus decisiones. La
responsabilidad brinda a la persona independencia frente a las coacciones
externas; la hace auténtica porque parte de sí mismo y también piensa y decide
desde el otro. La responsabilidad permite tener una dimensión social, no es un ser
profesional que realiza una actividad simplemente por cumplir con la norma, sino
que va impregnada de un sentido ético social; le da sentido a la vida y al ejercicio
profesional. La responsabilidad también significa compromiso consigo mismo, con
lo demás y con las generaciones venideras; por eso, la responsabilidad se
diferencia de la obediencia y del cumplimiento de deberes.

Principio de no maleficencia. - No causar daño alguno, en el ejercicio


profesional, a los demás; respetar la dignidad humana, respetar la integridad física
y psicológica del cliente y de la sociedad en general que acude a una institución
pública o privada por un servicio. El profesional debe preocuparse por hacer el
bien a los demás, y cuidarse de no hacer daño a personas tanto individual o a
colectivos. El profesional no debe inducir al dolor, ni privar de placer alguno, ni
discapacidades evitables a los clientes en general. No está de más, sin embargo,
señalar que todo buen profesional, al hacer el bien en su profesión, en el ejercicio
de su profesión, tendrá que considerar siempre el efecto que sus decisiones van
a tener en los posibles afectados, tratando de evitar o minimizar al máximo estos
daños, tal como lo plantean Adela Cortina y otros autores a partir de la ética de la
razón comunicativa. (López, 2021)

Principio de beneficencia. - No se refiere a ayudas materiales o económicas sino


de poner a disposición del individuo y de la sociedad todos los conocimientos
adquiridos como profesional. Se respeta la autonomía del cliente, sus valores y
deseos; se respeta y toma en cuenta la voluntad y decisión del cliente. Con el
principio den beneficencia, el profesional motiva al individuo y a la sociedad a
hacer el bien. Es el ideal moral, pretende mejorar la calidad de vida de todos; nada
se hace por obligación, todo cuanto realiza el profesional es porque es de él ser
así: mejor persona y mejor profesional.

Principio de autonomía. - Para Alberto Constante la autonomía es “la obligación


de respetar los valores y opciones personales de cada individuo en aquellas

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decisiones básicas que le atañen vitalmente” (Hernández, Alberto; Constante,
Alberto; Webster, Andrés; Cruz, Angélica & Viguri, Carlos, 2006). En este principio
admite que el profesional y el cliente pueden equivocarse, el profesional a pesar
de tener conocimiento sobre temas específico no es infalible. Puede equivocarse,
pero es responsable de la toma de sus decisiones. Por eso se habla en la
actualidad del consentimiento libre e informado. El profesional debe decir e
informar todo al cliente sobre los pros y los contras, de una acción a realizar, y él
debe decidir en tanto y cuanto no le afecte como individuo y a la sociedad. De este
modo, un profesional con ética debe considerar siempre a los usuarios de sus
servicios como sujetos de derechos, poseedores de una dignidad inalienable y por
ello capaces de participar en la toma de decisiones de aquello que les va a afectar,
para bien o para mal, en cualquier tipo de práctica profesional.

Principio de justicia.- Es un principio que pone límites a la autonomía, a la


libertad, busca proteger la libertad del otro y la colectividad; que no se vulnere y
atente contra la vida de los demás a pretexto de que se es libre y se puede hacer
lo que se desee. El bien de la persona debe ser visto en un contexto social y con
sentido comunitario, evitando caer en dos extremos: poder ilimitado a partir del
mal entendimiento de la libertad, y, la sumisión del individuo a dictámenes de
intereses personales o institucionales. De esta manera, el principio de justicia se
cumple solamente cuando los profesionales se preguntan por la contribución de
sus prácticas al bienestar general de la sociedad a partir de una adecuada
organización institucional y normativa. En el documento de Martín López se hace
referencia a Augusto Hortal quién expresa lo siguiente: "las profesiones no son tan
autónomas como pretenden ser. Las profesiones no se entienden sino desde la
función social que desempeñan, y eso las vincula al contexto del que surgen y al
que pretenden servir." Ninguna profesión ni profesional se realiza por sí solo, el
fin es el servicio a la sociedad.

OCDE
Oscar Bautista en el cuaderno 3 de la serie la serie Ética de los servidores
públicos, adjunta las recomendaciones de la OCDE (Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico), para el mejoramiento de la conducta
ética en el servicio público.

1. Las normas éticas para el servicio público deben ser claras. Los servidores
públicos necesitan conocer los principios y normas que se espera destinen a su
trabajo, así como saber dónde se localizan los límites de una conducta aceptable.

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2. Las normas éticas deben reflejarse en el marco legal. El marco legal es la base
para comunicar las normas mínimas obligatorias y los principios de conducta que
debe seguir todo servidor público.

3. Los servidores públicos deben contar con una guía ética. La socialización
profesional debería contribuir al desarrollo del juicio y las aptitudes que se
capacitan a los servidores públicos para aplicar los principios de la ética en
circunstancias concretas.

4. Los servidores públicos deben conocer sus derechos y obligaciones y denunciar


una conducta indebida. Los servidores públicos necesitan conocer cuáles son sus
derechos y sus obligaciones en términos de denunciar conductas indebidas reales
o presuntas en el servicio público.

5. El compromiso político con la ética debe reforzar la conducta ética de los


servidores públicos. Los líderes políticos son responsables de mantener altos
estándares de propiedad en el desempeño de sus funciones oficiales. 6. El
proceso de toma de decisiones debe ser transparente y abierto al escrutinio. El
público tiene derecho a saber cómo se aplican en las instituciones el poder y los
recursos que se les confían.

7. Deben existir lineamientos claros para la interacción entre los sectores público
y privado. La conducta de los servidores públicos debe estar guiada por reglas
claras que definan las normas éticas en el trato con el sector privado.

8. Los ejecutivos deben mostrar y fomentar la conducta ética. Un entorno


organizacional donde se fomenten altos estándares de conducta mediante los
incentivos apropiados para generar la conducta ética, tales como las condiciones
de trabajo y evaluaciones del desempeño eficaces, mediante los incentivos
apropiados para generar la conducta ética, tales como las condiciones de trabajo
y evaluaciones del desempeño eficaces.

9. Las políticas, los procedimientos y las prácticas administrativas deben fomentar


la conducta ética. Las políticas y prácticas administrativas deben demostrar el
compromiso de una organización con las normas de ética.

10. Las condiciones y la administración de los recursos humanos deben fomentar


la conducta ética.

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11. El servicio público debe contar con los mecanismos adecuados de rendición
de cuentas. Los servidores públicos han de rendir cuentas por sus actos a sus
superiores y, de manera más amplia, al público.

12. Deben existir las sanciones y los procedimientos adecuados para tratar los
casos de conductas indebidas. Los mecanismos de detención y una averiguación
de las conductas indebidas, tales como la corrupción, son elementos necesarios
para las sanciones.

Referencias Bibliográficas:
Bautista, O. (2009). Necesidad de la ética Pública. Necesidad de la ética Pública.
México, México: Universidad Autónoma del Estado de México.
Bautista, O. (2015). Ética pública frente a corrupción. México: IAPEM.
Cortina, A. (2001). Ética mínima. Introducción a la filosofía práctica. Madrid:
Tecnos.
Cortina, A. (2013). ¿Para qué sirve realmente la ética? Madrid: Paidós.
Cortina, A., & Conill, J. (2000). 10 palabras claves en ética de las profesiones.
Navarra: Verbo Divino.
De Zan, J. (2004). La ética, los derechos y la justicia. Montevideo: Fundación
KonradAdenauer – Uruguay.
Ellacuría, I. (1990). filosofía de la realidad histórica: el compromiso político de la
filosofía en América Latina. Valencia: Trotta.
Hernández, Alberto; Constante, Alberto; Webster, Andrés; Cruz, Angélica & Viguri,
Carlos. (2006). Ética actual y profesional. México: Thomson.
Hortal, A. (2004). Ética general de las profesiones. Bilbao: Desclée De Brouwer.
López, C. M. (11 de Febrero de 2021). Ética profesional y complejidad. Los
principios y la religación. Obtenido de
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-
26982013000400020.
Savater, F. (2010). Invitación a la ética. Barcelona: Anagrama.
Villoria, M. (2000). Ética pública y corrupción. Madrid: Tecnos.
Weber, M. (1969). La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Barcelona:
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