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En un pueblo olvidado, un relojero solitario reparaba relojes antiguos.

Un día,
descubrió un reloj peculiar con runas grabadas. Al repararlo, el reloj cobró vida,
revelando un portal temporal. Tentado por la curiosidad, giró las manecillas y saltó
al desconocido. Emergió en el siglo XVII, donde conoció a una joven alquimista.
Juntos, desafiaron la naturaleza y el tiempo, forjando un vínculo profundo. Pero el
relojero pronto anheló su hogar y retornó, llevándose consigo un corazón dividido
entre dos épocas. El reloj nunca volvió a funcionar, pero el recuerdo perduraría en
su mente para siempre.

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