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Título: El Relojero y el Tiempo Perdido

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En el tranquilo pueblo de Tranquilidad, el relojero vive con su creación
como única amiga. Sus manos están desgastadas por el tiempo y sus ojos
brillan con el conocimiento de trabajar sin cesar en un taller lleno de tictac
y campanas.

Un día, llegó al pueblo el Señor del Tiempo, un extraño vestido con ropas
oscuras, con un reloj disparatado. El relojero, por curiosidad, se ofreció a
repararlo. Juntos se sumergen en una danza de engranajes y bolas,
intentando desentrañar el misterio.

Con cada vuelta del destornillador, el relojero siente que el tiempo se estira
y se contrae a su alrededor. En medio de sus esfuerzos, el cuervo parlante,
testigo mudo, murmuró palabras de advertencia.

Finalmente, los relojeros descubrieron el corazón del reloj: un cristal de


cuarzo especial. Mientras lo repara, el reloj cobra vida, pero con él, el
tiempo en Tranquilidad se convierte en un torrente cambiante.

Los días y las noches transcurrieron sin sentido, dejando a los habitantes
confundidos y exhaustos. La ciudad está al borde del caos. El relojero, de
mirada triste pero decidida, sabía lo que tenía que hacer.

En el silencio de la noche, le devolvió el cristal al Señor del Tiempo y


despidió al extraño con un apretón de manos. El reloj volvió a su quietud y
el tiempo volvió a su curso normal.

Vuelve la calma, pero el relojero sabe que el tiempo no es algo que se


pueda dominar. Aprendió a valorar cada segundo, cada segundo y cada
segundo, sabiendo que el tiempo, al fin y al cabo, es el tesoro más preciado.

Personajes:
Protagónico: El relojero, un anciano apasionado por la creación de relojes.
Antagónico: El Señor del Tiempo, un forastero enigmático con un reloj
misterioso.
Secundario: Los habitantes de Tranquilidad, que observan con asombro los
cambios en el tiempo.
Anecdótico: El cuervo parlante, que siempre se posa en el alféizar del taller
y murmura palabras de sabiduría.
Tipo de narrador: Tercera persona omnisciente.
Espacio: Tranquilidad, un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y
bañado por un río sereno.
Tiempo de ficción: La historia se desarrolla a lo largo de una semana, pero
el tiempo en el pueblo se descontrola debido al reloj misterioso.
Discurso: El cuento del Relojero y el Tiempo Perdido nos enseña a valorar
el tiempo como un tesoro inapreciable. Nos recuerda que la vida es efímera
y que cada momento es una oportunidad para crecer y amar. Así como el
relojero aprendió a apreciar cada segundo, nosotros también debemos
aprender a aprovechar al máximo cada instante. El tiempo es nuestro bien
más precioso, y debemos aprender a utilizarlo sabiamente.

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