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Prefacio
día no fue una sociedad y una cultura de grandes cifras, sobre todo en un terreno La civilización carolingia, un estrato europeo
donde destacó más: el de la guerra. Los jefes de este ejército eran hombres cuya
riqueza procedía en su mayoría de los ingresos de los grandes dominios. La tie· El mayor logro de la Europa carolingia es sin lugar a dudas la Europa de la civili-
rra fue la otra base de fortuna y de poder de los futuros europeos. Se ha podido zación. Carlomagno, cuya cultura no puede exagerarse - ya que apenas era capaz
afirmar que la Edad Media nació con la transformación del impuesto pagado al de reconocer las letras del alfabeto, no escribía y tenía escasos conocimientos de
gobierno en cánones pagados al gran propietario, el futuro señor. Sobre las tie- latín- poseía en cualquier caso un principio de gobierno muy firme. Creía que
rras de esos poderosos vivían y trabajaban alrededor del 90 por 100 de la pobla- el saber, la instrucción, era una manifestación y un instrumento de poder nece-
ción laica. sario. Desarrollar y proteger el saber era uno de los primeros deberes de un so·
berano. Se daba cuenta de que en esta tarea el monarca tenía que apoyarse bá-
sicamente en los clérigos, que disponían de la mejor fonnación en el terreno y
...y de campesinos que su acción debía ir dirigida ante todo a los hijos de los poderosos laicos, sus
auxiliares en el gobierno del imperio. Este programa no podía limitarse a ser un
Mundo de guerreros por el dominio de una minoría de propietarios rurales com· llamamiento a los francqs, sino que debía reunir todo el potencial cultural del
batientes, Europa se presentaba como un mundo con una fuerte mayoría cam· imperio. Incluso introdujo a varios representantes de los países que no formaban
pesina. Estos campesinos tenían estatutos sociales distintos. Seguía habiendo es- parte de él. Ése fue, por ejemplo, el caso de los irlandeses, de los anglosajones y
clavos, cuya suerte pr.ícticamente no había mejorado con el cristianismo. Existían de los españoles. Es una exageración convertir a Carlomagno en una especie de
vínculos diferentes entre el señor, los campesinos y las tierras comunales. Cada vez Jules Ferry precursor que acudía a las escuelas a brindar su estímulo a Jos alum-
era mayor el número de hombres y tierras que quedaban directamente sometidos nos. Esas escuelas, creadas o desarrolladas por Carlomagno, iban destinadas so-
al señor. En lugar de los esclavos, aparecían los siervos y tierras serviles de las que bre todo a los hijos de la aristocracia. A partir de 781, Carlos se rodeó de letra-
el campesino no podía disponer con el fin de intercambiarlas o venderlas. Occi- dos y de sabios, a los que Jean Favier ha llamado con acierto los «intelectuales de
dente seguía siendo urt país de bosques, a pesar de una primera oleada de des- Palacio». Estaba, por ejemplo, el lombardo Pablo el Diácono, cuyo verdadero
broces en los siglos v1 y vn. Los grandes dominios en general estaban divididos nombre era Warnefried; Paulino de Aquilea, italiano; Teodulfo, un español que
en dos partes. La primera era el corral o «reserva», directamente explotada por el llegó a obispo de Orleáns y abad de Fleury-sur-Loire (Saint-Benoit-sur· Loire) en
señor con ayuda de las labores de sus campesinos en forma de cargas de trabajo 797; y, principalmente, el anglosajón Alcuino, nacido hacia el año 739 y muerto
varias veces a la semana. La otra parte del dominio era trabajada por los propios en 804, principal consejero de Carlomagno, un diácono que llegó a ser abad de
campesinos que, además de atender a la alimentación de su familia, intentaban Saint-Martín de Tours, convirtiéndolo en uno de Jos focos más vitales de Jo que se
producir un excedente destinado a la venta a fin de procurarse Jos bienes necesa- ha conocido como el renacimiento carolingio.
rios fuera del dominio. Una parte de esos campesinos, más importante de lo que Este mundo del saber era esencialmente masculino, aunque emergen en él al-
suele decirse, estaba formada por los campesinos libres poseedores de lo que se gunas figuras femeninas. Alcuino era, por ejemplo, también el consejero de Gi-
llamaban alodios. sela, hermana de Carlomagno y abadesa de Chelles, y la animó a favorecer en su
Desde los tiempos de Carlomagno se perfila una evolución que constituirá monasterio la vida intelectual y la intensa actividad de copia de manuscritos.
uno de los grandes acontecimientos de la Edad Media y se convertirá en uno de Una gran aristócrata de Aquitania, Dhuoda, lejos de la corte, llegó a adquirir un
los rasgos esenciales de Europa. Los campesinos arrancaron al señor algunas ma· saber que, a principios del siglo IX, quiso transmitir a su hijo Bernardo, duque de
numisiones que les convirtió en una categoría libre y les permitió librarse tam- Septimania, y para él redactó un manual educativo.
bién de las cargas de trabajo, obligando a los señores, o bien a aceptar la reducción El renacimiento carolingio, en tomo a Carlomagno, fue más limitado que la
de su dominio, bien a imponer una política de nueva servidumbre. Esta segunda imagen brillante y conquistadora que hemos insistido en imaginar. Además, en
solución se practicó sobre todo en el este de Europa y fue otra causa de diferencia y Ja corte de Carlomagno revistió un carácter tan lúdico como seriamente cultural.
de alejamiento entre la Europa del oeste y la del este. Esta importancia de la so- Carlos y los principales personajes de su entorno forman una academia palatina,
ciedad de vida rural, que será hasta hoy mismo una característica de Europa, re- que era un juego literario en el que sus miembros llevaban alias que evocan la
tuvo la atención y la solicitud de Carlomagno. El capitular De Vi/lis (c. 800) es Antigüedad. Resulta interesante destacar que esos alias mezclaban nombres grie-
una reglamentación completa de la vida agrícola más allá incluso de los dominios gos y latinos, pero también bíblicos. Alcuino es Albinus o Flaccus, es decir, Ho-
reales, y restituye el paisaje rural del nacimiento de la Edad Media y de Europa, en rado; Engilbert es Homero; Teodolfo es Píndaro; un joven poeta, Maudoin, es
el que persisten muchos de sus rasgos. Naso, es decir, Ovidio; Pipino de Italia es Julio, es decir, César; pero había otros
nombres como Aaron o Samuel; Adalardo es Agustín; y, sobre todo, Carlomagno
es David, el «rey pacífico». Este programa casa perfectamente con las intenciones
36 ¿Nació Europa en la Edad Media? Una Europa abortada: el mundo carolingio (siglos vm-x) 37
de Alcuino: convertir la corte de Carlomagno en «una Atenas más hermosa que delos, como el monasterio de Saint-Denis, el de Fulda, el Palacio imperial y la
la antigua al estar ennoblecida por la enseñanza de Cristo». iglesia de Aix-la-Chapelle. Los comanditarios y talleres viajaban y algunos maes-
Una segunda oleada de sabios continuará e incluso desarrollará este «rena- tros de obras, artistas en un futuro, dan a lo que será Europa una apariencia que
cimiento» después de Carlomagno, en tiempos de Luis el Piadoso y Carlos el Cal- encuentra un eco en los monumentos.
vo. Las nuevas abadías son, junto con el palacio, sus focos. Así, Eginardo estu-
dió en la nueva abadía de Fulda, en Germania, y el gran Rabano Mauro será su abad
a partir de 822. Francia, Alemania, Italia: ¿un corazón de Europa?
Sin caer en la exageración, con todo es preciso reconocer que la actividad in-
telectual carolingia fue uno de los estratos de la cultura europea. La importancia Varios textos han situado la unidad del imperio bajo el vocablo Europa. El Car-
del saber para el gobierno y el prestigio de un Estado fue subrayada por Carlo- men de Carolo Magno designa a Carlomagno como «la cabeza venerable de Eu-
magno en el capitular De litteris colendis. ropa» y el «padre de Europa». Carlomagno, que ya en 781 había confiado un rei-
Las reformas llevadas a cabo por Carlomagno y sus consejeros fueron en no de Aquitania a su hijo Luis, dejó a ese mismo hijo su imperio cuando le llegó
muchos casos importantes. Es el caso de la reforma de la escritura. La nueva la muerte, en 814. Incapaz de resistir a la presión de sus hijos y de resolver los
letra, Ja mimiscula carolina, era clara, normalizada, elegante y más fácil de leer problemas de gobierno que planteaba un espacio tan vasto, Luis el Piadoso optó
y de escribir. Se ha dicho que fue la primera escritura europea. Dentro de la inten- a su vez por dividir el imperio entre sus hijos. Esta división tras su muerte fue
sa actividad de copia de manuscritos desarrollada en los scriptoria monásticos, confirmada por el acuerdo entre Lotario y Luis el Germánico, concretada duran-
reales y episcopales, Alcuino introdujo un interés novedoso por la claridad y Ja te los Juramentos de Estrasburgo (842), primer texto oficial en lengua vulgar,
puntuación. Carlomagno también hizo enmendar el texto de las Escrituras. Esta franco de un lado, germánico del otro, y en Jos tratados de Verdún (843) y de
preocupación por la corrección, que estimulará Ja gran actividad de exégesis bíbli- Minden (844), sobre el reparto del imperio. Después de estas peripecias, se es-
ca en el Occidente medieval, es una preocupación importante que concilia el res- bozó una remodelación del extremo Occidente entre dos regiones, Francia occi-
peto del texto sagrado original con la legitimación de las correcciones debidas a dental y Francia oriental, gobernadas por dos pueblos llamados a convertirse en los
los avances de Jos conocimientos y de la instrucción. franceses y alemanes. Entre ellos se extendía una tercera parte que se prolonga de
El renacimiento carolingio se impone todavía hoy, sobre todo por la riqueza norte a sur, junto con las dos capitales, Aquisgrán y Roma, una región interme-
de su ilustración, las iluminaciones. Algunos evangeliarios y salterios son verdade- dia llamada Lotaringia e Italia. Lotaringia enseguida demostró ser una entidad ar-
ras obras maestras. La afición al texto de los salmos que atravesó la Edad Media tificial y difícil de mantener. La realidad territorial y política fue la emergencia
indujo en Europa una atracción por la poesía bíblica que perdura hasta hoy. de tres regiones predominantes llamadas, según consta en un documento del si-
Cabe señalar también que sin una influencia carolíngia concreta, aunque en la glo IX, prestantiores Europae species, las tres partes dominantes de Europa: Ita-
misma época, aparece una moda que se desarrollará y se mantendni durante toda lia, la Galia y Germania. Estas realidades que no poseían ni una identidad ni
la Edad Media y sigue hoy en vigor. Después del siglo VI, el Apocalípsis llamado frontera concreta, ni estructuras institucionales bien definidas, eran de hecho un
de san Juan, admitido con dificultades entre los textos canónicos del Nuevo Tes- primer semblante de tres lejanas naciones de la Europa moderna y contemporá-
tamento, ya no suscita la atención del clero y de los fieles. A finales del siglo VIII, nea, Francia, Alemania e Italia. Una realidad que nos induce a reflexionar acer-
una obra le insufló nueva vida de manera fulgurante. Nos referimos al Comenta- ca de la lenta emergencia histórica de Europa. Muy pronto, en el espacio europeo
rio que hacia 780 compuso el monje Beato, del monasterio de Liébana, cerca de algunas potencias afirmaron su superioridad sobre otras. La construcción actual
Santander. Las copias ilustradas de este comentario se multiplicaron en los si- de Europa debe así hacer frente a las pretensiones de Ja pareja Francia·Alema-
glos IX y x. Las ilustraciones son con frecuencia la demostración del genio artís- nia, sin duda necesaria para la estabilidad de Europa, aunque haya creado desi-
tico de los pintores de miniaturas de Occidente cuando intentaban expresar la an- gualdades y recelos dentro de Ja comunidad europea.
gustia y el horror. Beato dio a Europa su primer gran thriller.
El siglo IX es asimismo capital para el futuro de la arquitectura religiosa en
Occidente. Dos innovaciones serán un legado de primer rango para la arqui-
tectura europea. Una es la introducción simbólíca del crucero, que integra la cruz
en el plano lineal de la antigua basílica romana. Aparece alrededor del año 800 en
Saint-Maurice-d' Agaune, en la catedral de Colonia y en la de Duran-
te el mismo período, en la abadía de Saint-Riquier surgió una innovación llama-
da a gozar de un gran éxito. Es el macizo occidental que con sus torres anuncia
los pórticos de las iglesias románicas y góticas. Se levantan monumentos mo-