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ARCHIVO Nº 634 - T. II (Pág. 219 – Cita 37)

TEMA: El contrato de consultoría

1. CONSEJO DE ESTADO – Sala de lo Contencioso Administrativo – Sección Tercera

Sentencia: 30 de noviembre de 2006

Consejero Ponente: Alier Eduardo Hernández Enriquez

Referencia: Radicación número: 25000-23-26-000-2001-01008-01(30832)

Actor: Asesoramos SCA.

Sin Publicar

…(…)…

6.1. Noción y contenido del contrato de consultoría y del contrato de prestación de


servicios

El problema que se plantea en este proceso consiste, esencialmente, i) en el


cuestionamiento de la presunción de legalidad de la resolución No. 041 de 1998, por medio
de la cual el Municipio de Gama declaró la caducidad del contrato de consultoría, suscrito
entre el Municipio y la sociedad Asesoramos SCA., y ii) en el pago del valor del contrato,
a favor del actor.
Como quiera que el a quo declaró la nulidad de los actos administrativos
demandados, al igual que el incumplimiento del contrato mismo, a cargo del municipio,
éste interpuso el recurso de apelación solicitando que se revoque la decisión de primera
instancia.
Para resolver el recurso es necesario ubicar, conceptualmente, el problema, lo que
demanda distinguir, adecuadamente, los contratos de consultoría y de prestación de
servicios, pues este aspecto tendrá incidencia en su comprensión y posterior definición.
La ley 80 de 1993, a diferencia del decreto 222 de 1983, no reguló los tipos de
contratos estatales, pues se limitó a definir algunos de ellos, entre los cuales se encuentran
los de consultoría y de prestación de servicios, indicando, en todo caso, que la relación de
contratos prevista en el art. 32 es apenas enunciativa, pues también son contratos estatales
los previstos en el código civil y en el de comercio, entre otras normas. En este sentido
dispuso el artículo 32 que:
ARTÍCULO 32. DE LOS CONTRATOS ESTATALES. Son contratos
estatales todos los actos jurídicos generadores de obligaciones que celebren
las entidades a que se refiere el presente estatuto, previstos en el derecho
privado o en disposiciones especiales, o derivados del ejercicio de la
autonomía de la voluntad, así como los que, a título enunciativo, se definen a
continuación: (...)

2o. Contrato de consultoría

Son contratos de consultoría los que celebren las entidades estatales


referidos a los estudios necesarios para la ejecución de proyectos de
inversión, estudios de diagnóstico, prefactibilidad o factibilidad para
programas o proyectos específicos, así como a las asesorías técnicas de
coordinación, control y supervisión.
Son también contratos de consultoría los que tienen por objeto la
interventoría, asesoría, gerencia de obra o de proyectos, dirección,
programación y la ejecución de diseños, planos, anteproyectos y proyectos.
Ninguna orden del interventor de una obra podrá darse verbalmente. Es
obligatorio para el interventor entregar por escrito sus órdenes o sugerencias
y ellas deben enmarcarse dentro de los términos del respectivo contrato.

3o. Contrato de prestación de servicios

Son contratos de prestación de servicios los que celebren las entidades


estatales para desarrollar actividades relacionadas con la
administración o funcionamiento de la entidad. Estos contratos sólo
podrán celebrarse con personas naturales cuando dichas actividades no
puedan realizarse con personal de planta o requieran conocimientos
especializados.

En ningún caso estos contratos generan relación laboral ni prestaciones


sociales y se celebrarán por el término estrictamente indispensable.

En principio se puede establecer una diferencia sustancial entre estos dos tipos de
contratos, pues, el de consultoría consiste, básicamente, en la realización de estudios,
diseños y en la asesoría técnica al control y supervisión de proyectos, así como en la
interventoría y en la gerencia y dirección de obras o proyectos, lo cual encierra una
variedad muy amplia de actividades, todas ellas regidas por un común denominador de
índole técnico y cargadas de un matiz especializado en la ejecución de este tipo de
contratos.
De este modo, el contrato de consultoría se caracteriza porque sus obligaciones
tienen un carácter marcadamente intelectual, como condición para el desarrollo de las
actividades que le son propias, aunque también se asocia con la aplicación de esos
conocimientos a la ejecución de proyectos u obras.
De otro lado, el contrato de prestación de servicios tiene un contenido más amplio,
porque la ley 80 establece, en forma general, que su objeto consiste en el desarrollo de “...
actividades relacionadas con la administración o funcionamiento de la entidad”, contexto en
el cual se pueden incluir actividades técnicas y no técnicas, profesionales o no, pues lo que
determina esta clase de contratos es que las obligaciones se relacionen con la
administración y/o el funcionamiento de la entidad.
Adicionalmente, es requisito legal para celebrar estos contratos, con personas
naturales, que la entidad pública no cuente con personal de planta para ejecutar las tareas o
que se requieran conocimientos especializados.
En este mismo sentido ha dicho la Corte Constitucional -sentencia C-154 de 1997-:

3. Características del contrato de prestación de servicios y sus diferencias


con el contrato de trabajo

El contrato de prestación de servicios a que se refiere la norma demandada, se


celebra por el Estado en aquellos eventos en que la función de la
administración no puede ser suministrada por personas vinculadas con la
entidad oficial contratante o cuando requiere de conocimientos especializados,
para lo cual se establecen las siguientes características:
a. La prestación de servicios versa sobre una obligación de hacer para la
ejecución de labores en razón de la experiencia, capacitación y formación
profesional de una persona en determinada materia, con la cual se acuerdan
las respectivas labores profesionales.
El objeto contractual lo conforma la realización temporal de actividades
inherentes al funcionamiento de la entidad respectiva, es decir, relacionadas
con el objeto y finalidad para la cual fue creada y organizada. Podrá, por esta
razón, el contrato de prestación de servicios tener también por objeto
funciones administrativas en los términos que se establezcan por la ley, de
acuerdo con el mandato constitucional contenido en el inciso segundo del
artículo 210 de la Constitución Política, según el cual "...Los particulares
pueden cumplir funciones administrativas en las condiciones que señale la
ley.".
b. La autonomía e independencia del contratista desde el punto de vista
técnico y científico, constituye el elemento esencial de este contrato. Esto
significa que el contratista dispone de un amplio margen de discrecionalidad
en cuanto concierne a la ejecución del objeto contractual dentro del plazo
fijado y a la realización de la labor, según las estipulaciones acordadas.
Es evidente que por regla general la función pública se presta por parte del
personal perteneciente a la entidad oficial correspondiente y sólo,
excepcionalmente, en los casos previstos, cuando las actividades de la
administración no puedan realizarse con personal de planta o requieran de
conocimientos especializados, aquellas podrán ser ejercidas a través de la
modalidad del contrato de prestación de servicios.
c. La vigencia del contrato es temporal y, por lo tanto, su duración debe ser
por tiempo limitado y el indispensable para ejecutar el objeto contractual
convenido. En el caso de que las actividades con ellos atendidas demanden
una permanencia mayor e indefinida, excediendo su carácter excepcional y
temporal para convertirse en ordinario y permanente, será necesario que la
respectiva entidad adopte las medidas y provisiones pertinentes a fin de que se
dé cabal cumplimiento a lo previsto en el artículo 122 de la Carta Política,
según el cual se requiere que el empleo público quede contemplado en la
respectiva planta y previstos sus emolumentos en el presupuesto
correspondiente.
Por último, teniendo en cuenta el grado de autonomía e independencia del
contrato de prestación de servicios de que trata el precepto acusado y la
naturaleza de las funciones desarrolladas, no es posible admitir confusión
alguna con otras formas contractuales y mucho menos con los elementos
configurativos de la relación laboral, razón por la cual no es procedente en
aquellos eventos el reconocimiento de los derechos derivados de la
subordinación y del contrato de trabajo en general, pues es claro que si se
acredita la existencia de las características esenciales de éste quedará
desvirtuada la presunción establecida en el precepto acusado y surgirá
entonces el derecho al pago de las prestaciones sociales en favor del
contratista, en aplicación del principio de la primacía de la realidad sobre las
formas en las relaciones de trabajo.
... En cambio, en el contrato de prestación de servicios, la actividad
independiente desarrollada, puede provenir de una persona jurídica con la que
no existe el elemento de la subordinación laboral o dependencia consistente en
la potestad de impartir órdenes en la ejecución de la labor contratada.
... en el plano legal debe entenderse que quien celebra un contrato de esta
naturaleza, como el previsto en la norma acusada, no puede tener frente a la
administración sino la calidad de contratista independiente sin derecho a
prestaciones sociales; a contrario sensu, en caso de que se acredite la
existencia de un trabajo subordinado o dependiente consistente en la actitud
por parte de la administración contratante de impartir órdenes a quien presta el
servicio con respecto a la ejecución de la labor contratada, así como la fijación
de horario de trabajo para la prestación del servicio, se tipifica el contrato de
trabajo con derecho al pago de prestaciones sociales, así se le haya dado la
denominación de un contrato de prestación de servicios independiente.
Así las cosas, la entidad no está facultada para exigir subordinación o
dependencia al contratista ni algo distinto del cumplimiento de los términos
del contrato, ni pretender el pago de un salario como contraprestación de los
servicios derivados del contrato de trabajo, sino, más bien, de honorarios
profesionales a causa de la actividad del mandato respectivo.

Puede deducirse de todo esto que el criterio de distinción entre un contrato de


consultoría y uno de prestación de servicios, cuando se presentan conflictos sobre el tipo de
los mismos, parte de un criterio residual, que se formula de la siguiente manera: Todos los
contratos que se encuadren en la descripción legal sobre lo que es una consultoría
corresponderá a dicho tipo legal; los demás serán contratos de prestación de servicios.
La razón de ese criterio reside en la especialidad de la definición, ya que la noción
de contrato de consultoría es de menor alcance y más concreta que la de prestación de
servicios.
En este sentido, la distinción entre ambos contratos resulta ser relativamente fácil de
establecer, tratándose de la comparación de los típicos contratos de consultoría en relación
con los característicos contratos de prestación de servicios, como ocurre, por ejemplo, con
la interventoría de una obra y con la contratación de una secretaria para realizar trabajos
ocasionales en una oficina pública.
Además, la distinción entre estos dos contratos también se expresa en otros
aspectos, como por ejemplo: i) en los contratos de consultoría no se pueden pactar cláusulas
exorbitantes, porque la ley no lo autoriza; mientras que en los contratos de prestación de
servicios es posible que las partes las pacten -art. 14, num. 2, inc. 2-, ii) para celebrar un
contrato de consultoría, que sea producto de un concurso público, es necesario que los
oferentes estén inscritos en el RUP -art. 22, inc. 1-, mientras que los contratos de prestación
de servicios no lo requieren -art. 22, inc. 6-, iii) los contratistas de prestación de servicios
requieren estar afiliados al régimen de seguridad social en salud y de pensiones, mientras
que los de consultoría no lo requieren -art. 50, ley 789 de 2003-, iv) el contrato de
consultoría exige, cuando el valor supera la menor cuantía, que sea celebrado por el proceso
de concurso público, mientras que el de prestación de servicios se puede celebrar en forma
directa, en las condiciones previstas en el art. 24.1, lit. d), entre otras diferencias, como las
de tipo fiscal, contenidas en el Estatuto Tributario.
En algunos contratos, sin embargo, su distinción presentaría mayores dificultades y
su naturaleza resultará discutible, pues algunas de las obligaciones pactadas pueden ser de
aquellas propias del funcionamiento de una entidad del Estado, no obstante que, al mismo
tiempo, pudieran enmarcarse como propias de un contrato de consultoría. Tal es el caso
de un contrato celebrado por una entidad estatal con un ingeniero civil, cuyo objeto
consista en la elaboración de un estudio o de unos planos, lo cual usualmente puede ser
realizado con los ingenieros de planta. Supuestos como éste exigen un análisis más
detenido del tema, a fin de determinar la tipicidad del contrato.
No desconoce la Sala que, en estos casos, se genera un problema con las
definiciones legales, pues un contrato, con obligaciones como las indicadas, podría
pertenecer a cualquiera de las categorías, o a ambas. No obstante, se reitera, el primer
criterio para determinar la naturaleza debe ser el de la adecuación precisa a la definición
propia del contrato de consultoría, por constituir ésta una figura contractual especial, con
una noción menos amplia de modo que, solo en caso de no enmarcarse el contrato de
manera precisa en ella, se deberá analizar si encuadra en la noción de contrato de prestación
de servicios.
2. CONSEJO DE ESTADO – Sala de lo Contencioso Administrativo – Sección Tercera
(Subsección C).

Sentencia: Del 7 de junio de 2012

Consejero Ponente: Olga Melida Valle de la Hoz

Referencia: Expediente 25000-23-26-000-1997-03980 (20520)

Actor: Instituto de Fomento Industrial

Sin publicar

…(…)…

8.1. Noción y contenido del contrato de consultoría y su diferencia con el contrato de


prestación de servicios

Para desatar el recurso de apelación interpuesto es necesario distinguir,


adecuadamente, los contratos de consultoría y el de prestación de servicios, pues este
aspecto tendrá incidencia en su comprensión y posterior definición.
La ley 80 de 1993, no reguló los tipos de contratos estatales, pues se limitó a definir
algunos de ellos, entre los cuales se encuentran los de consultoría y de prestación de
servicios, indicando, en todo caso, que la relación de contratos prevista en el art. 32 es
apenas enunciativa, pues también son contratos estatales los previstos en el código civil y
en el de comercio, entre otras normas. En este sentido dispuso el artículo 32 que:

ARTÍCULO 32. DE LOS CONTRATOS ESTATALES. Son contratos estatales todos


los actos jurídicos generadores de obligaciones que celebren las entidades a que se
refiere el presente estatuto, previstos en el derecho privado o en disposiciones
especiales, o derivados del ejercicio de la autonomía de la voluntad, así como los
que, a título enunciativo, se definen a continuación: (...)
2o. Contrato de consultoría
Son contratos de consultoría los que celebren las entidades estatales referidos a los
estudios necesarios para la ejecución de proyectos de inversión, estudios de
diagnóstico, prefactibilidad o factibilidad para programas o proyectos específicos,
así como a las asesorías técnicas de coordinación, control y supervisión. Son
también contratos de consultoría los que tienen por objeto la interventoría,
asesoría, gerencia de obra o de proyectos, dirección, programación y la ejecución
de diseños, planos, anteproyectos y proyectos. Ninguna orden del interventor de
una obra podrá darse verbalmente. Es obligatorio para el interventor entregar por
escrito sus órdenes o sugerencias y ellas deben enmarcarse dentro de los términos
del respectivo contrato.
3o. Contrato de prestación de servicios
Son contratos de prestación de servicios los que celebren las entidades estatales
para desarrollar actividades relacionadas con la administración o funcionamiento
de la entidad. Estos contratos sólo podrán celebrarse con personas naturales
cuando dichas actividades no puedan realizarse con personal de planta o
requieran conocimientos especializados.
En ningún caso estos contratos generan relación laboral ni prestaciones sociales y
se celebrarán por el término estrictamente indispensable.

De lo antes expuesto, se puede establecer una diferencia sustancial entre estos dos
tipos de contratos, pues, el de consultoría consiste, básicamente, en la realización de
estudios, diseños y en la asesoría técnica al control y supervisión de proyectos, así como en
la interventoría y en la gerencia y dirección de obras o proyectos, lo cual encierra una
variedad muy amplia de actividades, todas ellas regidas por un común denominador de
índole técnico y cargadas de un matiz especializado en la ejecución de este tipo de
contratos.
De este modo, el contrato de consultoría se caracteriza porque sus obligaciones
tienen un carácter marcadamente intelectual, como condición para el desarrollo de las
actividades que le son propias, aunque también se asocia con la aplicación de esos
conocimientos a la ejecución de proyectos u obras.
De otra parte, el contrato de prestación de servicios tiene un contenido más amplio,
porque la ley 80 establece, en forma general, que su objeto consiste en el desarrollo de “...
actividades relacionadas con la administración o funcionamiento de la entidad”, contexto en
el cual se pueden incluir actividades técnicas y no técnicas, profesionales o no, pues lo que
determina esta clase de contratos es que las obligaciones se relacionen con la
administración y/o el funcionamiento de la entidad.
Adicionalmente, la ley restringe la posibilidad para celebrar estos contratos con
personas naturales exigiendo que las actividades confiadas al contratista no puedan
realizarse con personal de planta, que la entidad pública no cuente con personal de planta
para ejecutar las tareas o que se requieran conocimientos especializados.
La Corte Constitucional en sentencia C-154 de 1997, al referirse a los contratos de
prestación de servicios dijo lo siguiente:

“(…)”
El contrato de prestación de servicios a que se refiere la norma demandada, se
celebra por el Estado en aquellos eventos en que la función de la administración no
puede ser suministrada por personas vinculadas con la entidad oficial contratante
o cuando requiere de conocimientos especializados, para lo cual se establecen las
siguientes características:
a. La prestación de servicios versa sobre una obligación de hacer para la
ejecución de labores en razón de la experiencia, capacitación y formación
profesional de una persona en determinada materia, con la cual se acuerdan las
respectivas labores profesionales.
El objeto contractual lo conforma la realización temporal de actividades inherentes
al funcionamiento de la entidad respectiva, es decir, relacionadas con el objeto y
finalidad para la cual fue creada y organizada. Podrá, por esta razón, el contrato
de prestación de servicios tener también por objeto funciones administrativas en
los términos que se establezcan por la ley, de acuerdo con el mandato
constitucional contenido en el inciso segundo del artículo 210 de la Constitución
Política, según el cual "...Los particulares pueden cumplir funciones
administrativas en las condiciones que señale la ley.".
b. La autonomía e independencia del contratista desde el punto de vista técnico y
científico, constituye el elemento esencial de este contrato. Esto significa que el
contratista dispone de un amplio margen de discrecionalidad en cuanto concierne
a la ejecución del objeto contractual dentro del plazo fijado y a la realización de la
labor, según las estipulaciones acordadas.
Es evidente que por regla general la función pública se presta por parte del
personal perteneciente a la entidad oficial correspondiente y sólo,
excepcionalmente, en los casos previstos, cuando las actividades de la
administración no puedan realizarse con personal de planta o requieran de
conocimientos especializados, aquellas podrán ser ejercidas a través de la
modalidad del contrato de prestación de servicios.
c. La vigencia del contrato es temporal y, por lo tanto, su duración debe ser por
tiempo limitado y el indispensable para ejecutar el objeto contractual convenido.
En el caso de que las actividades con ellos atendidas demanden una permanencia
mayor e indefinida, excediendo su carácter excepcional y temporal para
convertirse en ordinario y permanente, será necesario que la respectiva entidad
adopte las medidas y provisiones pertinentes a fin de que se dé cabal cumplimiento
a lo previsto en el artículo 122 de la Carta Política, según el cual se requiere que
el empleo público quede contemplado en la respectiva planta y previstos sus
emolumentos en el presupuesto correspondiente (…)”.

De la misma manera, la Sección Tercera de esta Corporación, ha precisado que “(…)


que el criterio de distinción entre un contrato de consultoría y uno de prestación de
servicios, cuando se presentan conflictos sobre el tipo de los mismos, parte de un criterio
residual, que se formula de la siguiente manera: Todos los contratos que se encuadren en la
descripción legal sobre lo que es una consultoría corresponderá a dicho tipo legal; los
demás serán contratos de prestación de servicios.
La razón de ese criterio reside en la especialidad de la definición, ya que la noción de
contrato de consultoría es de menor alcance y más concreta que la de prestación de
servicios.
En este sentido, la distinción entre ambos contratos resulta ser relativamente fácil de
establecer, tratándose de la comparación de los típicos contratos de consultoría en relación
con los característicos contratos de prestación de servicios, como ocurre, por ejemplo, con
la interventoría de una obra y con la contratación de una secretaria para realizar trabajos
ocasionales en una oficina pública.
Además, la distinción entre estos dos contratos también se expresa en otros aspectos,
como por ejemplo: i) en los contratos de consultoría no se pueden pactar cláusulas
exorbitantes, porque la ley no lo autoriza; mientras que en los contratos de prestación de
servicios es posible que las partes las pacten -art. 14, num. 2, inc. 2-, ii) para celebrar un
contrato de consultoría, que sea producto de un concurso público, es necesario que los
oferentes estén inscritos en el RUP -art. 22, inc. 1-, mientras que los contratos de prestación
de servicios no lo requieren -art. 22, inc. 6-, iii) los contratistas de prestación de servicios
requieren estar afiliados al régimen de seguridad social en salud y de pensiones, mientras
que los de consultoría no lo requieren -art. 50, ley 789 de 2003-, iv) el contrato de
consultoría exige, cuando el valor supera la menor cuantía, que sea celebrado por el proceso
de concurso público, mientras que el de prestación de servicios se puede celebrar en forma
directa, en las condiciones previstas en el art. 24.1, lit. d), entre otras diferencias, como las
de tipo fiscal, contenidas en el Estatuto Tributario “(…)1”.

3. CORTE CONSTITUCIONAL

Sentencia: C-326 de 10 de julio de 1997

Magistrado ponente: Fabio Morón Díaz

Referencia: Expediente Nº D-1518

Actor: Carlos Mario Isaza Serrano y Carlos Paz Lamir

Publicación: Gaceta de la Corte Constitucional, 1997, tomo 7, págs. 160 y ss.

...(...)...

b. El contrato de consultoría

El numeral 2 del artículo 32 de la ley 80 de 1993, define el contrato de consultoría de


la siguiente manera:
“Artículo 32
”...
”2. Contrato de consultoría. Son contratos de consultoría los que celebren las
entidades estatales referidos a los estudios necesarios para la ejecución de proyectos de
inversión, estudios de diagnóstico, prefactibilidad o factibilidad para programas o proyectos
específicos, así como las asesorías técnicas de coordinación, control y supervisión.
1
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de 30 de noviembre de 2006, radicado: 30832; MP
Alier Eduardo Hernández Enríquez
”Son también contratos de consultoría los que tienen por objeto la interventoría,
asesoría, gerencia de obra o de proyectos, dirección, programación y la ejecución de
diseños, planos, anteproyectos y proyectos.
”Ninguna orden del interventor de una obra podrá darse verbalmente. Es obligatorio
para el interventor entregar por escrito sus órdenes o sugerencias y ellas deben comunicarse
dentro de los términos del respectivo contrato”.
En la definición transcrita se encuentran los elementos constitutivos del contrato de
consultoría, cuyo análisis permite concluir que existen diferencias sustanciales con el
contrato de prestación de servicios, que habilitan al legislador para darles a quienes los
suscriben un tratamiento también distinto. Veamos:
Los contratos de consultoría se pueden celebrar con personas naturales o jurídicas,
mientras que los contratos de prestación de servicios sólo pueden celebrarse con personas
naturales.
El objeto de los contratos de consultoría no está relacionado directamente con las
actividades de la entidad que los requiere, o con su funcionamiento, a través de ellos la
administración contrata servicios especializados de asesoría, interventoría, gerencia de obra
o de proyectos, o la elaboración de estudios y diagnósticos, que no siempre coinciden en su
contenido con la órbita de las actividades propias de la entidad contratante (por ejemplo
contratos de estudios de suelos para la construcción de la sede de una entidad pública que
presta servicios de salud); para ello recurre a personas naturales o jurídicas especializadas
en una determinada materia, las cuales ofrecen conocimientos y experiencia en una
específica área o actividad; mientras en los contratos de prestación de servicios sucede lo
contrario, en ellos el contratista, persona natural, pone a disposición de la entidad
contratante su capacidad de trabajo para asumir funciones o tareas relacionadas con aquella,
que por alguna razón no puede realizar el personal de planta, luego los supuestos de hecho
que sirven de sustento a uno y otro tipo de contrato son diferentes, con lo que se desvirtúa
la afirmación de los actores, en el sentido de que en tratándose de contratos cuyas
características son similares, casi idénticas dicen, ellos exigen un tratamiento igual por
parte del legislador so pena de incurrir en la violación del artículo 13 de la Constitución
Política.
Al contrario, los supuestos de hecho que los originan son tan diferentes, que por sí
solos bastan para aceptarlos como razón suficiente para que quienes los suscriban reciban
del legislador tratamientos también diferentes, que admiten por ejemplo la imposición a
unos de deberes y obligaciones de los que exceptúa a otros; sin embargo, en el caso que se
analiza, la imposición de la obligación que los demandantes cuestionan por
inconstitucional, la cual se le atribuye a los contratistas de servicios, diligenciar el formato
único de hoja de vida diseñado para los servidores públicos e incluirlo en el sistema único
de información de personal a cargo del Departamento Administrativo de la Función
Pública, es en esencia igual a la impuesta a los contratistas de consultoría a través del
artículo 22 de la ley de contratación, aun cuando su diseño y elementos constitutivos
obviamente sean diferentes:
“Artículo 22. De los registros de proponentes
”Todas las personas naturales o jurídicas que aspiren a celebrar con las entidades
estatales, contratos de obra, consultoría, suministro y compra venta de bienes muebles, se
inscribirán en la Cámara de Comercio de su jurisdicción y deberán estar clasificadas y
calificadas de conformidad con lo previsto en este artículo.
”Con base en los formularios y en los documentos presentados, las cámaras de
comercio conformarán un registro especial de inscritos clasificados por especialidades,
grupos o clases de acuerdo con la naturaleza de los bienes o servicios ofrecidos, y
expedirán las certificaciones o informaciones que en relación con el mismo se les solicite.
”En relación con los contratos ejecutados incluirá la cuantía, expresada en términos
de valor actualizado, y los respectivos plazos y adiciones. En la certificación constarán,
igualmente, los datos e informaciones sobre cumplimiento en contratos anteriores,
experiencia, capacidad técnica y administrativa, relación de equipo y su disponibilidad,
multas y sanciones impuestas y el término de su duración.
”No se requerirá de este registro, ni de calificación ni clasificación, en los casos de
contratación de urgencia a que se refiere el artículo 42 de esta ley; contratación de menor
cuantía a que se refiere el artículo 24 de esta ley; contratación para el desarrollo directo de
actividades científicas o tecnológicas; contratos de prestación de servicios y contratos de
concesión de cualquier índole y cuando se trate de adquisición de bienes cuyo precio se
encuentre regulado por el gobierno nacional.
”El registro de proponentes será público y por tanto cualquier persona puede
solicitar que se le expidan certificaciones sobre las inscripciones, calificadas y clasificadas
que contenga... ”.
En efecto, si se compara la información que se solicita a través del formato único de
hoja de vida a los aspirantes a celebrar contratos de prestación de servicios con la
administración pública, a la que se refiere el artículo 1º de la ley 190 de 1995, con la que se
ordena que deben suministrar quienes aspiren a celebrar contratos de consultoría con el
Estado, consignada en el citado artículo 22 de la ley de contratación, se constata que en
esencia es la misma, sólo que la primera es pertinente solicitarla exclusivamente a personas
naturales, mientras que la segunda se previó obtenerla de personas naturales o jurídicas
especializadas en actividades técnicas.
Así, se puede concluir que el legislador brinda el mismo tratamiento a los contratistas
de servicios y a los consultores, y a quienes aspiren a serlo, y que ni a unos ni a otros les
vulnera el derecho a la igualdad, pues en ambos casos les impuso la obligación de
suministrar la información que la administración pública requiere para garantizar los
principios a que se refiere el artículo 209 de la Constitución Política, diseñando para cada
categoría un instrumento diferente, que atiende las singulares características que identifican
una y otra modalidad de contratación. No hay pues reparo de constitucionalidad a las
disposiciones impugnadas, pues ellas no contrarían el artículo 13 de la Constitución
Política.

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