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Salud es un concepto amplio, que incluye diversas interpretaciones subjetivas de lo que significa “sen- tirse bien”
y que por cierto es mucho más abarcativo que simplemente “no sufrir de enfermedad algu- na”. Curiosamente sin
embargo, a veces olvidamos que la salud mental es parte integral de “sentirse bien”, consecuentemente, cuando
reclamamos el derecho a la salud, con sus componentes de aten- ción oportuna y adecuada de la salud física y
mental y de los determinantes que le subyacen (educa- ción, por ejemplo), olvidamos el derecho a la salud
mental1.
La salud mental, según la definición propuesta par la OMS es el estado de bienestar que permite a cada individuo
realizar su potencial, enfrentarse a las dificultades usuales de la vida, trabajar produc- tiva y fructíferamente y
contribuir con su comunidad2. Si analizamos esta definición, notaremos que la falta de salud mental impide que
las personas lleguen a ser lo que desean ser, no les permite superar los obstáculos cotidianos y avanzar con su
proyecto de vida y da lugar a falta de productividad y de compromiso cívico con la nación. EI resultado:
frustración, pobreza y violencia, junto con la incapaci- dad de desarrollar en democracia y de considerar el bien
común.
Las enfermedades mentales y los trastornos mentales comunes (ansiedad y depresión) son frecuentes. Los
estudios epidemiológicos recientes realizados en el Perú por el Instituto Especializado de Salud Mental Honorio
Delgado - Hideyo Noguchi confirman los hallazgos de otros países: hasta el 37% de la población tiene la
probabilidad de sufrir un trastorno mental alguna vez en su vida. La prevalencia de de- presión en Lima
Metropolitana es de 18,2%3, en la sierra peruana de 16,2%4 y en la Selva de 21,4%5.
La depresión y otras enfermedades mentales no atendidas, así como el alto nivel de sentimientos negativos dan
como resultado que en un mes 1 % de las personas de Lima Metropolitana 4, 0,7% en la sierra5 y 0,6% en la selva6
presenten intentos suicidas.
La violencia contra mujeres y niñas es uno de los indicadores de cuan desatendida esta la salud mental en el Perú.
En el reciente estudio multicéntrico de OMS, que se llevó a cabo en diez países, con 12 lugares estudiados, se
encontró que las mujeres cuzqueñas eran las segundas mas violentadas del mundo, después de las de Etiopía6.
Podemos argumentar algunas razones culturales, enraizadas en la compleja experiencia del mestizaje y el
patriarcalismo7, pero no podemos pasar par alto que la incapacidad de considerar a la otra persona como igual y
por tanto, merecedora de buen trato y respeto, es un reflejo de la falta de salud mental.
A su vez la exposición a la violencia es un factor de riesgo para enfermedades mentales: casi 50% de la
población ayacuchana, sometida a la violencia política, tiene riesgo de presentar enfermedades mentales, tales
como la depresión o el trastorno de estrés postraumático 4. Esto se traduce en mayores tasas de abuso de alcohol y
de violencia callejera y doméstica, que impiden que las familias y las co- munidades se reorganicen una vez
cesado el conflicto armado.
*Presidente, Asociación Psiquiátrica Peruana. Directora, Sección de Salud Mental de la Mujer, Asociación Mundial de Psiquiatría.
Profesora Auxiliar, Facultad de Medicina, Universidad Peruana Cayetano Heredia. Lima, Perú.
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Rev Peru Med Exp Salud Publica 23(4), 2006
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