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Ensayo Final de Psicología Clínica

Por Troncoso Soto, Diane Scarleth

Universidad Arturo Prat

Docente Fernández Acuña, Carolina

Cátedra Psicología clínica

10 de Diciembre del 2018


Problematización

En el presente ensayo se realizará una pequeña contextualización de Chile, específicamente

de lo que está sucediendo actualmente con la salud mental de nuestro país, desde lo que han

planteado las políticas públicas hasta el funcionamiento actual, ya que lamentablemente no todas

las personas reciben una atención de calidad siendo que todos tienen el mismo derecho de tener

una salud próspera. De esta manera se analizaran las incoherencias que se han sustentado con los

usuarios, puesto que es demasiado extraño que las tasas de trastornos hayan subido en los

últimos años siendo que cada vez va aumentado el número de psicólogos.

Organización Naciones Unidas (citado en el Ministerio de salud [Minsal], 2017) dice que los

actos de la no discriminación, vivienda, trabajo, educación, libertad de creencias, protección

contra la tortura, hacen el respeto de los derechos humanos.


Lo dicho previamente es lo esencial para que las personas con discapacidad mental puedan

gozar de una buena calidad de vida, un alto nivel de salud y un bienestar absoluto (Ministerio de

Salud [Minsal], 2017). Esto se ve como algo sencillo pero que es difícilmente llevado a la

práctica.

Para comenzar, y quizás concientizar a la gente que no cuenta con esta información, se

definirá el concepto de Salud.

Existe una institución, llamada Organización Mundial de la Salud, que hace la definición de

lo que es la salud, el objetivo de este organismo es que todos alcancen el máximo grado de salud.

Es por ello que esta institución vela por la salubridad del aire, alimentos, agua, medicamentos,

entre otras cosas (World Health Organization [WHO], 2018).

La WHO (2018) define que:

“La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la

ausencia de afecciones o enfermedades” (p.1).

Ahora centrándonos en salud mental, contempla lo mismo que la definición de salud, sólo se

le adhiere la rehabilitación de los que poseen trastornos mentales y la prevención de éstas

enfermedades psiquiátricas (World Health Organization [WHO], 2018).

Tomando en cuenta las definiciones anteriores surge interrogarse ¿Cómo es la salud mental de

nuestro país?

Según el Ministerio de Salud (2017), dice que los trastornos depresivos con los ansiosos son

las primeras causas de años de vida perdidos para la salud en las mujeres, en el sexo masculino

son los trastornos por consumo de alcohol. Treinta por ciento de las mujeres que se encuentran
en gestación poseen síntomas ansiosos o de depresión. Entre los niños y los adolescentes un

69,1% presenta al menos un trastorno mental; y de los adolescentes, que están privados de

libertad, un 75% posee consumo de sustancias; 71% de los adolescente recibe algún tipo de

violencia (violencia física o abuso sexual); los trastornos más frecuentes en el grupo etario de 12

a 18 años son los depresivos con un 7%, los disruptivos 8% y los ansiosos 7,8%. De las personas

que están imputadas un 34,1% tienen prevalencia de trastornos mentales. Un 16,6% de las

personas en situación de calle posee una dificultad psiquiátrica o déficit intelectual. El suicidio

en el 2008 llego al 2,15 por 100 mil habitantes en el grupo etario de 10 a 14 años, y aumento un

8,6 en el otro grupo etario de 15 a 19 años; sin embargo, en el 2014 las tasas de suicidio han

disminuido gradualmente; pero en la etnia indígena los suicidios ocurren a edades más tempranas

que la población no indígena, ya que en un 25,5% ocurre en jóvenes menores de 20 años. En la

vejez el deterioro cognitivo y las demencias han aumentado, sobre todo en las mujeres, 10,4% de

las personas mayor de 60 años presenta daño cognitivo, la prevalencia es mayor en personas con

bajo nivel de escolarización; los que tienen sobre 65 años presentan una prevalencia de 11,9% de

poseer un trastorno mental. En cuanto a la discapacidad, los estudios dicen que es 4 veces más

frecuente en la población adulta que en los niños; y de esta población un 59% declara tener un

trastorno mental.

Las personas que poseen alguna enfermedad mental tienen más prevalencia de tener cesantía,

por lo que les es difícil proveerse sustento de forma autónoma, pues acá gobierna la

estigmatización y la discriminación, sobre todo las personas que tienen esquizofrenia son las que

más sufren este tipo de vulneración (Ministerio de Salud [Minsal], 2017). Con respecto a lo

dicho recientemente, ¿qué estará ocurriendo con las personas que caen en el juego del
menosprecio? ¿Esto es algo que pasa solo en el área laboral, o también ocurre en otros lugares,

como en los sistemas de salud?

El estigma es una conducta negativa que un grupo tiene sobre un grupo minoritario que es

diferente (López, et al., 2008).

Saidivia, Vicente, Kohn, Rioseco, Torres (citado en Vicente, Kohn, Saldivia, Rioseco, 2007)

dicen que en Chile, la población mantiene bajas expectativas sobre la eficacia de los tratamientos

de salud mental, hay muchas razones tales como la poca disponibilidad de los servicios, falta de

financiamiento para obtener un servicio rápido, o bien creen de que la enfermedad se acabará en

algún momento. Pero las razones con más alta frecuencia de por qué los chilenos no realizan

tratamiento es la falta de conocimiento de las enfermedades mentales y el estigma.

Los trabajadores de salud mental muchas veces actúan atendiendo la patología y no a la

persona. Muchas personas con enfermedad mental han referido que los han rechazado con

comentarios despectivos, o no reciben la información o psicoeducación adecuada de el trastorno,

también, han mencionado sentirse ignorados por el profesional. Se han señalado diversas causas

respecto de esto, una de ellas es que se trata de objetivar a la persona no respetando su

subjetividad[ CITATION 1de16 \l 13322 ].

A través de esto me ha surgido otra interrogante ¿cómo queremos ser objetivos por medio de

nuestra subjetividad? Maturana (citado en López, 2016), dice que la ciencia como algo objetivo

es solo una presunción, debido a que la realidad existe solamente si la percibimos. Según este

biólogo, nosotros podemos conocer por medio de nuestra biología, algo esencial es la emoción

con la que podemos conocer, porque somos seres emocionales que buscamos sustentar

racionalmente lo que sentimos.


Con respecto a los dos párrafos previos mencionaré a un médico psiquiatra llamado Szasz,

quizás uno de los primeros médicos con aires humanos. Este profesor psicoanalista decía de que

la enfermedad mental es un sentido figurado, es como decir que la economía está enferma,

agregándole que no hay enfermedad mental sino que existen conductas que molestan, pues los

locos son solo aquellos que dicen cosas incómodas porque perturban o cuestionan, y si el cambio

va en la dirección que aprueba la sociedad esa es la cura (Vásquez, 2011). Es interesante lo que

decía este médico, porque hace ver que lo que moralmente aprueba la sociedad no es

enfermedad. Desde aquí hay demasiada relatividad con la pregunta ¿qué es normalidad?

Según Baumann (citado en Palacio 2013) normalidad es un estado deseable de la conducta

según las normas preestablecidas por una sociedad. Esto me da entender que la normalidad es lo

que moralmente tiene consensuado una determinada cultura.

Sánchez (citado en Palacio 2013) dice que la normalidad es un estado subjetivo de emociones

positivas como la felicidad, bienestar y libertad; esto se relaciona con la salud mental.

Pero ¿qué ocurre si nos ponemos a pensar en algo universal? Pensándolo de esta manera la

normalidad no existe; y si nos ponemos más críticos se llegaría a la conclusión de que el tiempo

es otra variable extraña para derribar el concepto de normalidad, pues todo es provisorio, es

como lo que ocurrió con el trastorno de la homosexualidad que antiguamente era considerado

enfermedad, y que hoy se saco del DSM. Tomando estas consideraciones ¿cuántas enfermedades

mentales se sacaran del manual en unos años más? O bien, si la mayor parte de la sociedad se

patologiza con enfermedades mentales ¿esos trastornos con mayor prevalencia se normalizaran,

se sacaran del DSM?


Los párrafos previos dan a entender que la sociedad tiende a universalizar todo tipo de

conductas, trata de estandarizar a todo el mundo, siendo que todos tienen distintas formas de

vivir, diferentes formas de ver. Es aquí donde mencionaré algo bastante interesante de Martín y

Simeón (2006) que refieren que la psicología en Latinoamérica es extremadamente pobre, quizás

por su relativa juventud, pero lo más relevante es que existe una incoherencia pues su mimetismo

cientista parte del neocolonialismo, ¡todos los esquemas teóricos son de USA! Siendo que el

contexto de ese país desarrollado es totalmente diferente, los países de América Latina somos

emergentes, tenemos problemas que se enraízan especialmente con nuestra situación económica,

pero qué ocurre que caímos en un camino de imitaciones donde carecemos de una epistemología

adecuada, ¿qué ocurre con nosotros? Caemos en un positivismo, pues es la moda o la normativa

popularizada, otra vez caemos en ese estándar de normatividad lo que es mejor visto; caemos en

un ahistoricismo donde asumimos modelos transculturales elaborados en circunstancias distintas.

Estos autores hipotetizan que alomejor los psicólogos latinoamericanos quizás no comprendían

bien sus propios esquemas y que por eso caían en los esquemas Made in USA. Pero para cambiar

esto proponen tener un nuevo horizonte que significa despreocuparse del status científico, porque

probablemente lo que la mayoría quiere visibilizar son los problemas de otras latitudes y no del

pueblo; también proponen una nueva praxis, esto quiere decir conocer la realidad como es y

como no lo es, y romper la asimetría participando en las problemáticas, sin esa relación vertical.

El objetivo de ellos es la recuperación de la memoria histórica y rescatar la experiencia original

de los pueblos y las personas.

La idea de los autores tiene mucha contradicción con lo que la ciencia positivista exige.

Quizás debiésemos volver a siglos atrás, a las civilizaciones antiguas donde el cuidado de sí y de

los otros está centrada en la conversación, y no exclusivamente en la enfermedad. Fue desde las
costumbres de la Antigua Grecia que apareció el modelo de medicina moderna, donde se evitaba

o se eliminaba la enfermedad, este punto de partida hizo de que la modernidad se apoderara de

una realidad absoluta, estable y única; la clínica médica realizó la agrupación de síntomas con un

curador que sabe y un enfermo que es paciente. Y es desde acá en adelante que la psicología

apareció en 1879 como una nueva ciencia, desde acá empezó a luchar para que sea positivista.

Afortunadamente, apareció la postmodernidad con la confrontación del modelo médico, pues la

verdad es relativa donde la incertidumbre es la actriz principal, y si no hay única verdad existen

múltiples significados (Jaramillo, Escobar, Sandoval, 2015). Es así como los fundamentos

psicológicos se fueron modificando para lograr de alguna manera acercarse a la subjetividad,

pues somos entes emocionales, no podemos objetivar un sentimiento. Pero si podemos conservar

la existencia de dos tipos de ciencia: la cientificista y la interpretativa. Dilthey (citado en Zabala,

2006) dice de que la naturaleza se explica pero que la naturaleza psíquica o lo humano se

comprende. Desde acá opino de que quizás en la psicología la ciencia positivista nos sirve para

mostrar números que nos hacen ver estadísticamente lo que ocurre en la población, como por

ejemplo la prevalencia de las enfermedades mentales, para así hacernos una idea de los modos de

intervención o estrategias para disminuir lo más urgente; pero en cuanto a la ciencia comprensiva

o interpretativa nos permite saber la vivencia particular de cada una de aquellas personas que

poseen tales trastornos y es desde acá donde realmente nos haremos la idea real de cómo ayudar

a esa persona; entonces esto sería como una cadena si sabemos la prevalencia estadística de las

enfermedades mentales nos despertará el interés de intervenir, pero para intervenir tenemos que

saber que está sucediendo de manera particular porque todos somos distintos. Lamentablemente

en los servicios de salud mental públicos existen protocolos y para poder atenderlos deben estar

diagnosticados. El tema es que existen distintos enfoques donde el diagnostico puede o no ser
relevante; pero las políticas públicas gobiernan acá. Para los que creen más en la persona que en

el diagnóstico no tienen más posibilidad de trabajar como se lo imponen, pero siguiendo sus

ideas de forma silenciosa.

Si la sociedad universaliza las enfermedades mentales ¿cómo se le da énfasis a la inclusión?

¿Las enfermedades mentales serán razas mentales; o la sociedad planea patologizar a las

personas para tener ganancias mercantiles como las farmacias?; ¿existirán personas que

realmente desean ayudar y no quieren que los usuarios sufran o que les hagan daño a los demás?

En mi opinión existen las dos interrogantes. Yo creo que como existe gente que no tiene

apéndice también pueden existir personas que tienen funcionamientos, un poco distintos, en el

cerebro, pero como no es algo que este aprobado universalmente se trata de modificar, nos

imponen estándar desde lo visual hasta en lo interno. A las farmacias les conviene tener gente

enferma, y utilizan a los mismos profesionales de la salud para seguir con la cadena, esto es algo

que ha estado ocurriendo, con aires parecidos, desde hace varios siglos atrás.

Según La Valle (2014) dice que:

La medicalización del hospital y la aparición de la medicina

hospitalaria no ocurrió por motivos humanitarios ni sanitarios. Una de

las causas fue la mercantilización, por eso los primeros hospitales

modernos surgen en los puertos en el siglo XVII, ya que eran

necesarios para evitar el contrabando (el traficante fingía estar

enfermo y al desembarcar lo llevaban al hospital, donde escondía las

mercancías eludiendo el control de la aduana) y para realizar la

cuarentena de las personas enfermas que desembarcaban. La


hospitalización en estas instituciones no era por cuestiones de salud

sino para impedir el desorden económico o médico. (p.68)

Quizás desde ese entonces es que estos actos se transformaron en una intención para tener

una ganancia y se encuentra deficitariamente presente la voluntad de ayudar.

Pero no me cabe duda, que entre todas las personas, si hay quienes queremos ayudar de

verdad, por algo existe gente que a pesar de todo lo que está ocurriendo, a nivel nacional, sale

beneficiada. Lamentablemente, hasta el momento, El Plan nacional de Salud Mental ha sido sólo

un plan, porque los recursos no se administran de forma equitativa en todo el país, cómo se

explica que la gran cantidad de recursos este en la región metropolitana y no en la región de la

Araucanía que es la región más pobre. Resulta todo inaudito, puesto que existen 35 días de

espera para poder obtener la primera atención psiquiátrica; falta de reconocimiento de los

derechos humanos con discapacidad mental, no cumple lo que establece las Naciones Unidas;

gran variación en la calidad de atención de las diferentes comunas; entre otras debilidades

(Ministerio de Salud [Minsal], 2017). No existe ninguna fiscalización para que se lleven a cabo

las ideas del plan, agregándole que solo se gasta un 2,16% en salud mental, muy bajo de lo que

exige la OMS (Ministerio de Salud [Minsal], 2017). ¿Qué está ocurriendo?

Es aquí donde se puede actuar de forma autónoma para cambiar de a poco la realidad

nacional, como futura psicóloga me encantaría poder transformar esto, quizás no lo logre sola

pero si confío en que existe gente que toma en cuenta lo que sienten las personas que están

sufriendo, quizás falten un montón de procesos para que se llegue a algo más eficaz, pero si me

pongo a esperar que lleguen los recursos y que todo funcione bien perderé el tiempo porque acá

en Chile la situación mental es emergente, en nuestro país se trabajan muchas horas para un
sueldo bajo, la gente no tiene mucho tiempo familiar para poder conversar, muchas veces el

estrés no les permite tener espacios donde poder acoplar sus realidades. Es por eso que me

agradaría trabajar con familias, puesto que ellos son la mejor red apoyo donde se pueden

sostener para salir adelante. Muchas veces estas familias hacen lo que pueden, donde las

circunstancias no permiten que actúen de la forma ideal, lamentablemente las emociones

negativas gobiernan la conducta; se podría suponer que a nadie en esta vida se les ha enseñado a

ser padres, y transgeneracionalmente tienden a repetir ciertas acciones de los antepasados. Y en

otras circunstancias la gente sufre a causa de monstruos, la gente tampoco puede tener una

protección asegurada. Es aquí donde me agradaría que mi rol fuese ayudar a acortar el camino

del sufrimiento de estas personas para que puedan abrir la puerta a la tranquilidad de sus vidas, o

bien que puedan encontrarle algún sentido a esta vida. Creo que en Latinoamérica, y en nuestro

país hay mucho que hacer, pues vivimos en un lugar donde se han apropiado de las riquezas que

en algún momento en antaño poseíamos, pero tampoco, a pesar de los años, pudimos equilibrar,

estamos en un país donde el rico es aproximadamente 14 veces más rico que el pobre, y donde la

clase media baja domina, las prevalencias de trastorno mental gobiernan en los que poseen

estatus socioeconómico más bajo, estos datos nos dicen que los psicólogos, y los que trabajan en

salud mental tienen mucho por que trabajar.

Pero ¿por qué será que habiendo más cantidad de psicólogos las prevalencias de trastornos, en

especial de depresión, han aumentado? Algo debemos estar haciendo mal, quizás sería fácil

criticar a las instituciones formadoras de la psicología, como las carencias de los ramos, la falta

de que hayan pre prácticas en años tempranos de la formación, entre otras cosas. Sin embargo,

yo creo que esto va más allá de lo que te enseñe la universidad, debido a que cada uno tiene que

tener un interés de aprender, no todo te lo tiene que brindar la institución, existe el conocimiento
que nosotros mismos formamos, y si queremos tener buenos resultados tenemos que

perfeccionarnos. Esto lo sustento con el código de ética que hizo el colegio de psicólogos, uno

de los grandes principios es de que cada uno de los psicólogos es responsable de actualizar sus

conocimientos [ CITATION Col99 \l 13322 ]. Y esto empieza ya desde la formación de pregrado,

¡no podemos ser entes pasivos y que nos entreguen todo de forma fácil! El conocimiento para

que sea significativo se debe buscar.

Referencias
1decada4. (29 de marzo de 2016). Obtenido de 1decada4:
https://www.1decada4.es/mod/page/view.php?id=16

Jaramillo, J., Escobar, A., & Sandoval, C. (2015). Aproximaciones a una clínica psicológica y su
método, fundamentada en la epistemología compleja y adecuada a contextos
postmodernos. Revista CES Psicología, 134-154.
López, Á. (11 de Febrero de 2016). El Definido. Obtenido de El Definido:
https://www.eldefinido.cl/actualidad/plazapublica/6480/Maturana-y-la-Biologia-del-
Amar-y-del-Conocer/

Martín, I., & Simeón, J. (2006). Hacia una psicología de la liberación. Revista CES Psicología,
7-14.

Matte, R. (1999). Código de Ética Profesional. Santiago: Colegio de Psicólogos de Chile.

Minsal. (2017). Plan Nacional de Salud Mental. Santiago.

Vásquez, A. (2011). Antipsiquiatría.Deconstrucción del concepto de enfermedad mental y crítica


de la razón psiquiátrica. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas.

Vicente, B., Kohn, R., Saldivia, S., & Rioseco, P. (2007). Carga del enfermar psíquico, barreras
y brechas en la atención de Salud Mental en Chile. Revista médica de Chile, 1591-1599.

WHO. (2018). World Health Organization. Obtenido de World Health Organization:


https://www.who.int/about/es/

Zabala, X. (2006). Epistemología y Psicología: preguntas cruzadas. Santiago: Universidad


Católica Silva Henríquez.

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