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Apocalipsis 7: “Los 144 mil sellados”

INTRODUCCIÓN:
En el capítulo anterior vimos cómo el Cordero abría los seis primeros sellos que traerán los
juicios de Dios sobre este mundo.
En el capítulo 6 se nos describen diversos acontecimientos qué tendrán lugar en este
mundo al final del tiempo conocido como la Gran Tribulación, cuando esta tierra caiga en
manos del anticristo, el gran usurpador. Pero, poco después, aparecerá el Sr Jesucristo para
por fin derrotarlo.
Muchos escépticos durarán qué los eventos qué se manifiesten en ese entonces, sea la ira de
Dios. El mundo, culpara al cambio climático, a la élite qué nos quiere controlar, a una
invasión alienígena, etc. Pero no reconocerán qué todo eso es a consecuencia de la
desobediencia del ser humano para con Dios. Pero cuando se abra el séptimo sello, no
habrá dudas que el “Gran día de su ira ha llegado” tal como lo dice Apocalipsis 6:17 y es
entonces, cuando al leer el capítulo 6, surge una pregunta: ¿Quién podrá mantenerse en pie
cuando llegue ese día?
Bueno, pues la respuesta la encontramos en el capítulo 7. El capítulo 7 es un paréntesis
entre los primeros seis sellos y el séptimo sello. Un paréntesis lleno de la Gracia de Dios,
donde en medio de la ira, Dios libra a sus escogidos.
En este capítulo encontramos qué existen dos grupos de personas que serán libradas de la
ira de Dios. El primer grupo, son el grupo de “Los 144 mil sellados” y el segundo es, un
“grupo de gentiles” (aquellos que no son judíos) qué también serán librados de la ira de
Dios. Apocalipsis 7:4 y 9
En este capítulo la historia de los juicios de Dios es interrumpida momentáneamente para
hablarnos de su salvación. Este es un patrón que se repite una y otra vez a lo largo de todas
las Escrituras: Dios no puede hablar por mucho tiempo de sus juicios sin hablarnos también
de su salvación.

DESARROLLO:
1. Cuatro ángeles en los cuatro ángulos de la tierra. Apocalipsis 7:1
Ahora, nuestro texto nos dice que hay “cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la
tierra”, y que han sido encargados de retener “los cuatro vientos de la tierra, para que no
soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol”.
Ahora bien, ¿qué es lo que retienen exactamente estos cuatro ángeles? El texto nos dice que
son “los cuatro vientos”. En otras porciones de las Escrituras encontramos que los vientos
son agentes de los juicios de Dios (Jer 49:36) (Jer 51:1) (Os 13:15). El profeta Nahum
había anunciado que en el día de Jehová él marcharía “en la tempestad y el torbellino” (Nah
1:3).
De todos es sabido que el viento en forma de huracanes, tornados o ciclones puede ser
tremendamente dañino para el ser humano. Algunos sostienen que estos cuatro vientos
vendrán como consecuencia de los cambios climáticos que hoy se están produciendo en el
mundo, pero aunque es cierto que Dios puede servirse de ciertas causas naturales, lo que
tenemos aquí son juicios extraordinarios enviados por Dios mismo. Aunque también cabe
la posibilidad de que no se trate de un viento literal sino de espíritus personales como en
(Zac 6:1-5) o de imperios (Dn 7:2-3,17) o potencias militares como en (Jer 4:11-13).
En cuanto al hecho de que los cuatro ángeles estaban en pie sobre “los cuatro ángulos de la
tierra”, ha servido de motivo a los críticos para que una vez más intenten ridiculizar la
Biblia. Según ellos, esto expresa un desconocimiento del hecho de que la tierra es redonda
y presenta una concepción arcaica de un planeta plano con cuatro esquinas. Sin embargo,
hay que decir que en el día de hoy todavía se representan en los mapas los cuatro puntos
cardinales: norte, sur, este y oeste.
Muy probablemente a esto se refiere, cuando dice que estaban los 4 ángeles sobre los 4
ángulos de la tierra; hacen referencia a los 4 puntos cardinales más no que la tierra sea
plana.
2. La orden de sellar a los siervos de Dios. Apocalipsis 7: 2 y 3
Ahora debemos notar que los juicios de Dios debían ser detenidos momentáneamente con
el fin de sellar a los siervos de Dios. Esto sería llevado a cabo antes de que tuvieran lugar
los juicios del sexto sello (Ap 7:3) (Ap 6:12-14).
Con este propósito ahora entra en la escena “otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el
sello del Dios vivo”.

Este ángel distinguido se relaciona aquí con la salida del sol, quizá en alusión a la profecía
de Malaquías, quien había anunciado que para aquellos de su pueblo que temían su nombre
“nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación” (Mal 4:2).
3. El propósito con el que son sellados
Este ángel “tenía el sello del Dios vivo”. Recordamos que cuando Faraón nombró a José
como su primer ministro y representante, le dio su anillo de sellar como señal de la
autoridad que delegaba en él (Gn 41:42). En cuanto al sello, suponemos que se refiere a
alguna marca con el nombre de Dios (Ap 14:1). Y el significado de la acción de sellar
puede ser interpretada de diferentes maneras:
 El sello se usaba como una señal de autenticidad cuando se imprimía su
imagen sobre la cera derretida con la que se cerraba un documento.
 El sello era también una señal de propiedad. Así se usaba cuando se marcaba
a animales y esclavos. En este caso, lo que se va a sellar son los “siervos de
Dios” (Ap 22:3-4). Esto los diferenciará de los siervos de la bestia que en
una vulgar imitación también serán sellados (Ap 13:16-18).
 Otra posibilidad es que como pueblo suyo, éstos son un reino de sacerdotes,
lo que nos recuerda la inscripción “como grabadura de sello” en la frente del
sumo sacerdote que tenía escrito: “Santidad a Jehová” (Ex 28:36-38). De
este modo se establecería un oportuno contraste con la gran ramera en cuya
frente tenía escrito: “Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las
abominaciones de la tierra” (Ap 17:5).
 Y aquí en (Ap 7:2-3) y en (Ez 9:1-6), ser sellados significa pertenencia a
Dios y una promesa de su protección y preservación en medio de la
manifestación de la ira divina. Quienes carezcan de este sello no serán
librados de los juicios del sexto sello ni tampoco serán protegidos de las
langostas que han de ser desatadas al tocarse la quinta trompeta (Ap 9:1-5).
Otro detalle importante es que el sello era el del “Dios vivo”, lo que de alguna manera
viene a garantizar la máxima autoridad posible. En la Biblia se identifica a Dios como el
Dios vivo para diferenciarlo de los ídolos muertos a los que adoraban los paganos y que no
podían hacer nada (Is 44:9-20). Esta idea del Dios viviente se usaba para dar ánimo a su
pueblo en medio de las luchas.
Los “cuatro ángeles” controlan los “cuatro vientos”, lo que implica que a través de ellos
Dios desata o retiene sus juicios. Y ahora se nos da la razón por la que los juicios del sexto
sello son retenidos: “…hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro
Dios”.
Ningún juicio de la ira de Dios podrá venir hasta que estos siervos de Dios de los que va a
hablar a continuación hayan sido sellados en sus frentes. Este ha sido un patrón constante a
lo largo de todo el Antiguo Testamento:
 La ira de Dios vino sobre todos los primogénitos de Egipto, pero el ángel
exterminador no tocó las casas de los israelitas marcadas con la sangre del
cordero pascual.
 Jericó fue totalmente destruida, a excepción de Rahab y su familia que
colocó un cordón de grana en su ventana como señal para que los israelitas
no la tocaran.
 En la visión que tuvo Ezequiel del juicio de Dios sobre Jerusalén, antes de
que empezara la destrucción acordada, un escribano debía poner una señal
en la frente de los verdaderos creyentes (Ez 9:1-6). Este es un pasaje que
guarda un enorme paralelismo con el texto que estudiamos en Apocalipsis.
Podemos afirmar que ningún juicio de la ira de Dios va a venir sobre aquellos creyentes que
han sido sellados por Dios. Y aunque es cierto que en este pasaje esto se afirma acerca de
los ciento cuarenta y cuatro mil, sabemos por otras partes de la Escritura que ningún
creyente sufrirá la ira de Dios.
Es evidente que aquí no está hablando del sello del Espíritu Santo, pues todos los
verdaderos creyentes son sellados por él Señor mismo y no por un ángel. El sello que
recibieron estos ciento cuarenta y cuatro mil es diferente. Esto se aprecia también porque
ellos son sellados en sus frentes, un lugar escogido con la finalidad de que pueda ser visto
por todos, mientras que cuando somos sellados con el Espíritu Santo lo somos en nuestros
corazones, algo que en algunos creyentes resulta difícil observar. Debemos aclarar en este
punto que el propósito con el que son sellados no es el de protegerles de las persecuciones
del anticristo, sino de los juicios que Dios va a derramar sobre la tierra.
4. Los 144 mil sellados. Apocalipsis 7:4-8
¿Quiénes son estos 144 mil? Es cierto que el pueblo de Israel rechazó a su propio Mesías y
lo crucificó. Y esa misma actitud de rechazo es la que han mantenido sus descendientes
desde entonces hasta el día de hoy. Y aunque muchas denominaciones se adjudican ser
ellos los 144 mil sellados, claramente la Biblia nos enseña qué son exclusivamente Judíos
qué para ese entonces ya habrán creído en Jesucristo. Veamos:
 Son descendientes físicos de Israel (Judíos)
 Están aun morando en la tierra
 Han pasado la gran Tribulación
 Ellos son siervos de Dios.
Habrá un momento al final cuando la nación de Israel creerá en su Mesías, y entonces Dios
cumplirá todas las promesas que le fueron hechas en el Antiguo Testamento sin faltar una
de ellas. En cuanto al momento en que ellos se convertirán al Señor, Romanos 11:25-27 nos
dice que esto tendrá lugar cuando venga “el Libertador”. Y el profeta Zacarías añade que
coincidirá con un momento de angustia para Israel cuando se vea completamente cercada y
atacada por las naciones gentiles: (Zac 12:9-10)
Por lo tanto, estos judíos se convertirán en algún momento durante la gran tribulación,
probablemente hacia el final de ella, después de haber padecido mucho. Esto implica
necesariamente que Israel ha de ser preservado hasta entonces, algo que hasta ahora ha
ocurrido milagrosamente a pesar de todos los salvajes esfuerzos de Satanás por destruirlo.
Recordemos que el Imperio Romano los expulsó de su tierra en el año 70 d.C., que los
españoles los persiguieron y expulsaron de sus territorios, y Hitler los masacró en los
campos de concentración. Sin embargo, contra todo pronóstico, ellos regresaron a su tierra
en el año 1948 y se constituyeron en una nación.
Ahora, ¿los ciento cuarenta y cuatro mil, es un número literal o simbólico? Esta pregunta
ha creado cierta controversia. tiene que ver con si debemos entender los 144.000 sellados
como un número literal o simbólico. En (Ap 14:4) se nos dice que “estos fueron redimidos
de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero”. Podemos asegurar, por
lo tanto, que habrá muchos más aparte de estos ciento cuarenta y cuatro mil que serán
salvados de la nación judía, puesto que éstos son sólo las “primicias”. Seguramente sean un
“remanente escogido por gracia” (Ro 11:4-5). Aun así, no sabemos si este número debemos
interpretarlo literalmente. Parece, sin embargo, que quiere transmitirnos la idea de que se
trata de un número perfecto, completo, como si representara la plenitud del pueblo judío.
Tal vez escogidos entre muchos otros con una finalidad concreta, como cuando en la
antigüedad eran escogidos cierto número de israelitas de cada tribu para una misión
especial (Nm 31:4-6) (1 Cr 27:1-15).
5. Una gran multitud de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, vestidos de ropas
blancas, y con palmas en las manos. Apocalipsis 7:9
Juan tiene otra visión en la que describe a un segundo grupo muy diferente del primero, pero que
también estarán en pie cuando el Cordero manifieste su ira. En contraste con los ciento cuarenta y
cuatro mil del primer grupo, lo que Juan ve ahora es “una gran multitud, la cual nadie podía
contar”. Además, lo que se enfatiza es que no solo son descendientes de Israel, sino que provienen
de “todas naciones y tribus y pueblos y lenguas”. Y tampoco se encuentran en la tierra, sino que
“estaban delante del trono y en la presencia del Cordero”.

Por lo tanto, hay evidencias suficientes para pensar que estamos ante un grupo de personas
diferente al anterior, pero que igualmente será librado de la ira del Cordero.

Es importante notar que el texto, mas adelante nos explica qué este grupo “han salido de la gran
tribulación” (Ap 7:14) por lo tanto este grupo no es la iglesia, pues la Biblia nos reitera en varios
textos qué la iglesia no pasará la gran tribulación. Y para este punto, la iglesia ya habrá sido
levantada en el rapto.

Otro detalle que debemos considerar es que aunque el texto nos dice que todos en esta multitud
son creyentes que “han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”, sin
embargo, no se nos explica cómo ni cuándo llegaron a convertirse. Hay diferentes opiniones a
cerca de quiénes conforman esta gran multitud. Pero la Biblia nos dice, que son creyentes de la
tierra, pues hablan de la sangre del Cordero (los seres celestiales no son salvos por la sangre del
Cordero) y porque dice que son de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas.
Por lo que el ángel dice comprendemos que son creyentes posteriores al arrebatamiento y no son
parte de la iglesia. Ellos creyeron inmediatamente después del arrebatamiento y pagaron pronto el
precio por su fe, son llamados los mártires de la gran tribulación, o los santos de la gran
tribulación. Ellos no creyeron en Cristo para estar listos en el momento del arrebatamiento y por
eso es que no disfrutarán en el destino y bendición que son únicos para la iglesia. Pero lo más
seguro es que al haber sido persuadidos hacia la fe debido a la desaparición de la iglesia, serán
martirizados y ya no les tocará vivir los juicios más terribles. Más tarde, los vivos envidiarán a los
muertos tanto así que desearán la muerte, pero la muerte los eludirá (Apocalipsis 9:6).

También se hace referencia a sus vestiduras. Ese detalle sirve con frecuencia en las Escrituras para
representar la pureza y dignidad de la persona. Puede simbolizar también triunfo y victoria. Isaías
64:6 y Zacarías 3:1-5

6. La adoración celestial. Apocalipsis 7:10 – 13


Todos en esta multitud, sobrecogidos por la gloria, majestad y esplendor del que está sentado en el
trono, se postran sobre sus rostros y le adoran.

El texto nos dice que “clamaban a gran voz”. Está claro que no adoraban de forma desganada,
como tantas veces ocurre con nosotros. Además, lo hacían a una sola voz, aunque la multitud
provenía de todas las naciones y lenguas. No cabe duda de que la escena que se nos describe a
continuación tiene que ver con la celebración de una victoria.

Como ya vimos en los capítulos 4 y 5, esta es la ocupación constante de todos los que están en el
cielo. En aquella ocasión la adoración se relacionaba con el hecho de que Dios era el Creador de
todo y también el único digno de juzgar a este mundo. Pero en este momento, después de que los
primeros sellos han sido abiertos, y los juicios de Dios han comenzado a venir sobre este mundo, la
adoración que resuena en el cielo tiene un nuevo colorido. Para entenderlo debemos fijarnos en
algunos detalles.

7. Los adoradores.
En primer lugar se nos dice que estaban “vestidos de ropas blancas”. Como en otras ocasiones,
esto nos sugiere que estas personas habían sido justificadas de sus pecados y por lo tanto sus
ropas simbolizaban su pureza e inocencia.

Luego se añade que tenían “palmas en sus manos”. Las palmas se asocian en las Escrituras con
celebración, liberación y gozo. Recordamos la entrada triunfal del Señor Jesucristo en Jerusalén y
cómo las multitudes le recibieron con palmas en las manos: San Juan 12:12-13.

Fue un acto por el que reconocían que él era el Mesías esperado que venía a librarles de la
esclavitud. En realidad, en ese momento, ellos se disponían a celebrar la fiesta de la pascua en la
que se recordaba la forma milagrosa en la que Dios había liberado a su pueblo de la esclavitud en
Egipto. Así que, cuando aclamaron de este modo a Jesús, lo que estaban queriendo decir es que él
era aquel que esperaban de parte de Dios para llevar a cabo su liberación.

Si relacionamos ambos pasajes, podríamos decir que esta escena en el cielo es el cumplimiento de
esa gran liberación que los judíos celebraron anticipadamente cuando el Señor Jesucristo se
presentó en Jerusalén al comienzo de la fiesta de la pascua.
Pero las palmas eran también características de la fiesta de los tabernáculos. En (Lv 23:39-43) se
nos dice que los israelitas debían cortar ramas de palmeras y hacer con ellas tabernáculos en los
que habitaran durante siete días para recordar su peregrinaje por el desierto después de que el
Señor los liberó de Egipto.

Y aquí en Apocalipsis encontramos también el cumplimiento de aquella fiesta, cuando el Señor


“que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos” (Ap 7:15). Este será el fin
de su peregrinaje y la entrada a su morada definitiva en el cielo.

8. La razón por la que adoran. Apocalipsis 7.14


Más adelante se nos hará saber que esta multitud ha “salido de la gran tribulación” (Ap 7:14). Ese
será un período especialmente difícil para los creyentes, porque durante ese tiempo del régimen
de la bestia nadie podrá comprar ni vender si no tiene la marca de la bestia y adora su imagen (Ap
13:15-17). Pero estas multitudes han salido de la gran tribulación y ahora están en el cielo delante
del trono de Dios, por eso le adoran diciendo: “La salvación pertenece a nuestro Dios que está
sentado en el trono, y al Cordero”.

Su gozoso cántico de alabanza es un reconocimiento de la fidelidad de Dios, quien ha cumplido sus


promesas y les ha salvado del diablo. Además, les dio las fuerzas necesarias para no doblar sus
rodillas delante de la bestia ni de su imagen.

9. Un gran coro celestial se une a la adoración.


Aunque los ángeles de Dios no disfrutan de esta salvación como los hombres pecadores, sin
embargo, se interesan en ella (1 P 1:12), entienden la maravillosa gracia de Dios manifestada en la
salvación de los pecadores y se gozan (Lc 15:10). Así que, junto con los ancianos y los cuatro seres
vivientes, estos ángeles se unen a la multitud que había salido de la gran tribulación, y juntos se
postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios. Todos estaban de acuerdo en
expresar su alabanza con motivo de su salvación.

El hecho de que hombres pecadores hayan sido salvados, es un triunfo de la gracia de Dios,
que hace que los ángeles todavía glorifiquen más a Dios.
10. El contenido de la adoración
Las expresiones son casi idénticas a las que encontramos en (Ap 5:12), aunque allí la
alabanza iba dirigida al Cordero y aquí a Dios. Finalmente viene a ser lo mismo.
Notemos también que toda la alabanza celestial se centra en la exaltación de los atributos
de Dios. Y haremos bien en meditar y aprender de ello.
(Ap 7:12) “Diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y
el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.”

Notemos cuáles son estos atributos que deben ser reconocidos en Dios y por los que su
pueblo le debe adorar:
1. • “La bendición”. Dios es la fuente de toda bendición, tanto en el ámbito de la creación
como también de la salvación.

2. • “Y la gloria”. Se trata de la majestad esplendorosa que acompaña la presencia de Dios.


“Excelso sobre todas las naciones es Jehová, sobre los cielos su gloria” (Sal 113:4), “su
gloria llena toda la tierra” (Nm 14:21) (Is 6:3), “los cielos cuentan la gloria de Dios” (Sal
19:1), “él es el Rey de la gloria” (Sal 24:10). En consecuencia, todos los hombres deben
reconocer su gloria.

3. •“Y la sabiduría”. Dios es la fuente de toda ciencia y sabiduría. El salmista decía: “¡Cuán
innumerables son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría” (Sal 104:24). Y
Pablo afirmaba que en Cristo “están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del
conocimiento” (Col 2:3). Cuando Dios salvó a los hombres no lo hizo conforme a la
sabiduría de los hombres, que es locura (1 Co 1:18-25).

4. • “Y la acción de gracias” . A Dios debemos dar las gracias por sus muchos beneficios
para con los hombres. El salmista decía: “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga
todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de
sus beneficios” (Sal 103:1-6).
5. • “Y la honra”. Dios tiene un honor y una dignidad únicas que deben ser
reconocidas por el hombre. El salmista decía: “Dad a Jehová la honra debida a su
nombre” (Sal 96:8).
6. • “Y el poder”. Dios es el Todopoderoso, todo lo que se propone hacer, lo hace. Así
se presentó a Abraham: “Yo soy el Dios Todopoderoso” (Gn 17:1).
7. • “Y la fortaleza”. Dios es el único refugio seguro frente al enemigo. El salmista
escribe: “Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en
él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio” (Sal 18:2).
El carácter de Dios nunca cambia, por eso, esta adoración debe ser dada “a nues tro Dios
por los siglos de los siglos”.

Por último, al final del capítulo se nos dice que: “Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá
más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y
los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos” Apocalipsis
7: 16 - 17

Estos santos tendrán una existencia privilegiada en la eternidad, siempre ante la presencia del
Señor. Le servirán día y noche en Su Templo y nunca necesitarán de nada más. El Señor extenderá
Su tabernáculo sobre ellos, lo que significa que Él será responsable por su bienestar. No sentirán
hambre ni sed, y el Señor removerá todo pesar de sus mentes, enjugando toda lágrima de sus ojos.

Pero la Biblia no nos dice que ellos se sentarán en un trono a la par de su Amado, lo cual es
ejemplo para que comparemos riquezas de la gracia de Dios expresadas en su amor por la iglesia
(Efesios 2:6-10). Ellos necesitaron de una señal final e incontrovertible de que había llegado el
momento correcto de creer. Careciendo de la fe para aceptar lo que no podían ver, necesitaron
evidencia, así como el discípulo Tomás(Juan 20:29).

Conclusión:

Las diferencias que hay entre los dos grupos de los que vimos serán librados de la ira del Cordero:
 En primer lugar, los ciento cuarenta y cuatro mil proceden de las doce tribus de Israel (Ap
7:4), mientras que el segundo grupo está formado por personas de “todas naciones y
tribus y pueblos y lenguas” (Ap 7:9).
 Los primeros son descritos como un grupo específico formado por ciento cuarenta y
cuatro mil (Ap 7:4), mientras que los segundos son “una gran multitud, la cual nadie podía
contar” (Ap 7:9).
 El grupo de los ciento cuarenta y cuatro mil están en la tierra y son sellados para ser
librados del juicio de Dios que ha de venir con la apertura del sexto sello (Ap 7:3). A
diferencia de ellos, el segundo grupo está en el cielo delante del trono y en la presencia del
Cordero (Ap 7:9), y se nos dice que han salido de la gran tribulación probablemente
después de haber sufrido el martirio (Ap 7:14).

La iglesia es la novia de Cristo, y ella será librada de la gran tribulación. El tiempo actual de la gracia
nos ofrece la oportunidad de dedicar completamente nuestra vida a Dios para ser salvos de la ira
del Cordero.

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