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DIOS EN ARISTÓTELES

En la obra de Aristóteles no existe un tratado específico dedicado al problema de Dios. La


teología aristotélica se encuentra diseminada en varias de sus obras principales. Para entender
el concepto de Dios en Aristóteles, tenemos que tener en cuenta algunas de las cosas básicas
de su metafísica, como su concepción del movimiento, el hilemorfismo, la teoría de la
sustancia y la teoría del ser en acto y ser en potencia. Si bien la metafísica aristotélica nace
como una gran crítica a la platónica, al mismo tiempo acaba afirmando la necesidad de un ser
que tiene características similares que la Idea de Platón. El Dios aristotélico es “un ser
realmente existente y sustancial. Acto puro, eterno, inmóvil, pero principio de movimiento,
distinto de todo lo sensible, impasible, inmaterial, indivisible y que posee en una gran cantidad
y con plenitud inimaginable la belleza, la felicidad y la inteligencia.”

Dios funciona en la filosofía de Aristóteles como una necesidad, no puede no existir. La


demostración de su existencia a través de la explicación del movimiento va a constituir el
núcleo de las reflexiones de Aristóteles acerca de la Idea de Dios. El movimiento para
Aristóteles es el paso de un “ser en potencia” a un “ser en acto”. Todos los seres están
sometidos a estos cambios que pueden ser accidentales (cambio de color, de lugar, de forma
etc.) o cambios sustanciales (generación y corrupción, vida y muerte).

Todos los seres terrestres están sometidos al cambio, pero para Aristóteles también lo están
los seres celestes, obedecen a un movimiento circular. La sucesión de cambios no puede
haberse repetido en el tiempo de forma indefinida. Los griegos en general, y Aristóteles en
particular, tienen problemas para pensar la idea de infinito. La demostración de la existencia
de Dios va a ser muy valorada por la filosofía cristiana medieval, pero el Dios aristotélico va a
ser considerado como algo muy distinto del Dios cristiano. De Aristóteles tomarán el método,
la argumentación, que no es una demostración científica, sino una racionalización de la
Naturaleza en la que Dios aparece como una necesidad.

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