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Cuenta Regresiva

Los Calvarios de Jesús de Nazareth


Hace unas décadas, en el marco de la Semana Santa, produje una representación modernista del Vía
Crucis con elencos juveniles, junto a numerosas instituciones y empresas ubicadas a lo largo del
recorrido que terminaba en la iglesia del Sagrado Corazón, quienes se unieron a la puesta en escena
bajo los criterios de la dirección artística que planteaba un contexto representativo de las
problemáticas actuales de la humanidad y el sufrimiento de los más humildes, así teníamos a un Jesús
artista, pacifista, incomprendido, rebelde y sensible a la vez, acompañado de mujeres luchadoras y
creadoras. Los escenarios de las estaciones recreaban ecocidios, guerras, desplazamientos, pobreza,
discriminación e intolerancia racial. Nunca olvidaré la brillantez, fuerza y entusiasmo de la artista y
misionera belga Katrien Cocker quien me ayudó en la producción y se encargó, especialmente, del
penúltimo cuadro viviente en el Colegio de la Presentación; la estación ecológica, en la cual Jesús
encarnaba a los defensores de la Amazonía y en ese marco, se montó un concierto en vivo con una
banda de rock que descargó ´Cuando los Ángeles Lloran´ de Maná. Fue fascinante y una puesta en
escena de Teatro Total, como las define Joseph Chaikin.
Este año 2024 la fotografía es mucho más dramática para la humanidad y desde la perspectiva
Crística, los sufrimientos y el calvario de Jesús de Nazareth resultan más alarmantes; la columna
anterior señalamos las enormes brechas de género que hacen a la mujer cada año más vulnerable y
víctima del machismo, la violencia y desigualdad. Comenzando el Ramadán, Palestina está destrozada,
sus familias sobreviviendo bombardeos y hambruna y por sobre esa calamidad, dispuesta a vivir el
mes sagrado, incluso guardar ayuno pese a la escasez y las mezquitas en ruinas. Tanto como católicos
y judíos, los musulmanes tienen derecho a vivir su fe, pero los ataques de Israel no cesan,
especialmente contra hospitales, escuelas y mezquitas. Es importante aclarar que nada de eso es “un
designio divino”, aunque las iglesias evangélicas pongan a Cristo de cabeza apoyando a Israel, la
historia y las sagradas escrituras son claras: los musulmanes no destruyeron el templo hebreo y Jesús,
María y José eran una familia palestina. Este no es un conflicto religioso, por muchos recursos que
Israel invierta en las iglesias evangélicas para edificar un falso relato de promesa divina: Palestina no
está prometida a los judíos. Palestina, como todos los hijos de Abraham y Agar, tiene el mismo
derecho a “la tierra que mana leche y miel”. El genocidio de Israel es un asunto eminentemente
político que los ciudadanos del mundo debemos condenar y Naciones Unidas detener.
Los palestinos no causaron el holocausto ni confinaron a los judíos a campos de concentración,
tampoco los desplazaron de oriente. Palestina ha sido una nación soberana desde hace milenios, que
ha convivido con diversas culturas y pueblos. Este genocidio no es una “revelación mosaica” como
tratan de manipular algunos pastores evangélicos, llevando ellos mismos a coterráneos de Jesús por
un calvario de familias asesinadas por la ambición del Sanedrín. Más allá de la manipulación religiosa,
está el marco mundial de Derechos Humanos, pero si de una postura teológica se trata: católicos,
evangélicos, musulmanes y judíos tienen muy clara la definición territorial e histórica de Palestina y el
mandamiento de amarse como iguales.
Este Ramadán y Semana Santa el mundo entero contempla el cruel calvario que vive Jesús en el
sufrimiento de tantos inocentes, entregado por los mismos estafadores del Templo a soldados
imperiales. Es una postal de la barbarie que se repite 2000 años después, en una humanidad que
destina 1000 veces más dinero a las guerras que a mitigar la hambruna en Haití, Uganda o Rafah.
Joaquín Rondón – Profesor Universitario – @cuentaregresivaenradio

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