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03 - ESPAÑA Biblia-Teología
Este hombre debe morir (Benjamín Forcano*)
Pero, Jerusalén desde hacía años, estaba bajo otra esclavitud, la del imperio
romano. A su sombra, las autoridades judías habían negociado, habían logrado
una buena autonomía en su vida cultural y religiosa, siendo ellas las que
manejaban a su antojo el asunto religioso. Pululaban sentimientos nacionalistas
y movimientos independentistas (los zelotes), pero a las autoridades les
pertenecía el monopolio del uso e interpretación de lo religioso.
Una muerte violenta, injusta, criminal, a manos del poder más arbitrario. No a
manos del Padre celestial; esa sería la muerte de un Dios sádico. Ni Jesús, su
hijo buscó la muerte, ni Dios le destinó a ella. Eso es una solemne tontería, una
herejía y una coartada para todos los poderes de turno que siempre se han
negado a ver la muerte de Jesús como lo que fue: una consecuencia de su
estilo de vida, de su rebeldía y disidencia frente al poder religioso y civil, de su
coherencia y libertad, de su sinceridad y amor por la justicia y los más pobres.
Jesús murió asesinado por la sinagoga y el imperio.
¿Dónde están los profetas y liberadores que, como él, tratan de rescatar el
significado de su Pascua, hoy Pascua cristiana? ¿Cuántas son las
desviaciones y corrupciones que hay que destapar y corregir? ¿Quiénes son
los tiranos y verdugos? ¿Quiénes los que sufren pasión y quiénes los
crucificados? ¿Cuánto de esto está presente y se celebra en las liturgias de
nuestros templos?