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JACQUES – ALAIN MILLER.

LA CARTA MADRILEÑA.

EDITADO POR LA ASOCIACIÓN MUNDIAL DE


PSICOANÁLISIS.

Editado en Barcelona por Eolia


Muntaner 499, 4º 2ª
Junio 1998.
Dep. Legal: B-32958-60
A Eric Laurent

París, el 8 de Mayo de 1998

Querido Eric,

Como has decidido acudir mañana a Madrid a la Asamblea anual de la


Sección, me gustaría recapitular tanto el incidente de la semana como una
cuestión de orden más general, que incumbe al porvenir de la AMP.
Si quieres transmitir ciertos elementos de esta reflexión a nuestros colegas
madrileños, te ruego lo hagas a tu gusto.

El incidente

Comienzo por el final, es decir por el incidente. Es menor, sin duda, pero
da que pensar.
El domingo 12 de abril me entero, por un colega español que no es
madrileño, que una Conversación de Madrid ha tenido lugar la semana anterior, y
comprendo más bien por las mímicas que se hacen que por las palabras que se
me dicen, que yo fui criticado.
Me apetecen las críticas que se me hacen. Yo veo en ellas una marca de
interés. Me gusta justificarme. Frecuentemente encuentro ahí la ocasión de
progresar en mi comprensión de las cosas. Gustavo Dessal parece que tiene la
costumbre de decir que yo no respondo a las cartas amables, y que no se debe
jamás omitir, cuando se me escribe, deslizar una o dos cosas desagradables, las
cuales me hacen coger la pluma inmediatamente.
Es por eso que te pregunté si esta Conversación sería publicada, como lo
fueron las de París. Tú me anunciaste el envío de una transcripción, cuando el
texto hubiera sido corregido por los interesados. Efectivamente, cuando regresé
del Brasil, encontré en mi correo electrónico un envío de C. C. que pude abrir en
el curso de la noche del domingo 26 de abril.
La lectura de esta treintena de páginas no me dejó indiferente. Hubiera
querido haber estado presente, rectificar aquí un error, más allá hacer una
broma, aquí de nuevo presentar un argumento. Debiendo proseguir con la
corrección de las últimas pruebas del Seminario, no podía darme el lujo de
redactar una larga carta, pero tampoco podía continuar ese trabajo de monje sin
liberarme de las respuestas que me pasaban por la cabeza. En resumen, no pude
más y tomé la pluma al alba para responder al tiro a los propósitos que habían
retenido mi atención.
La acogida de C.C. fue encantadora. Ella me envió un mensaje electrónico
para cumplimentar la hazaña, y emprendió inmediatamente la traducción de esas
Réponses para adosarlas, como yo le pedía, a la publicación de la Conversación.
En este punto dejé de pensar en ello.
He aquí que el martes último, recibo la carta de los 13 colegas. Están
escandalizados de que yo me transforme en interlocutor de una Conversación
donde no tenía nada que hacer; que haciéndolo constituyo enfrente de mí un
"Madrid patológico" que, según ellos, sería bien conocido; que manipulo frases,
puntuándolas indebidamente y sacándolas de su contexto de enunciación; que
respondo de un modo a veces irónico, o quejándome de una falta de afecto, o
invocando los tiempos en que iba a Madrid en misión de "mediación" (con
comillas). En suma, una desestimación de mis Réponses. De tomarlos en serio,
mis Réponses constituyen en sí mismas un ataque a la libertad de palabra en la
Escuela Europea.
Asombro, "estupefacción", la palabra se encuentra en la carta de los 13, y
yo podría retomarla a mi cuenta para calificar el sentimiento que me inspira su
carta, y particularmente cuando encuentro en la lista de los firmantes el nombre
de C.C. que, cuatro días antes, me había enviado su propia traducción de mis
Réponses, habiéndome apurado el domingo para que le conteste, y así poder
publicarlas.
Respondí sin demora tres o cuatro frases en español. Fue la primera de las
tres cartas contradictorias que envié sucesivamente aquella tarde. Yo mismo me
quedo sorprendido. Tenemos aquí la traza de un tiempo lógico cuyas etapas se
dejan reconstituir apres-coup.
Primer tiempo: “Ellos tendrían el derecho de criticarme como quieran, y yo
no tendría el derecho de responderles. Ellos reclaman una libertad de palabra
que no les es impugnada, pero a mí me rechazan esa misma libertad de palabra.
Esto no se sostiene, es contradictorio”. Entonces respondí, a las l3h.l0, que no
estaba convencido por sus argumentos, que yo les había escrito lo más
naturalmente del mundo, y que sería necesario sin duda hablarse frente a frente
para esclarecer ese diferendo.
Segundo tiempo. En el curso de la hora siguiente mis pensamientos fueron
los siguientes: “al nivel de los argumentos, no puedo darles razón. Pero no es
cuestión solamente de los argumentos. ¿ Quién firma esa carta ? Yo los conocía a
casi todos. Está Carmen, que fue mucho tiempo la única representante del
Campo Freudiano en España, y por la cual tengo una afección que resiste al
curso de los años y a todos los desacuerdos. Está Vicente, del cual hice el primer
presidente de la Sección de Madrid. Está Jorge, una de las grandes plumas del
Campo Freudiano en lengua castellana, y está ... y está ... Si me escriben esa
carta furiosa, debe haber una razón, debe ser "en algún lado" culpa mía. No voy a
detenerme en los argumentos, que no son fuertes, debo hacer un paso hacia
ellos, señalarles que son escuchados”. De ahí mi segunda carta, a las 14h.50,
donde yo proponía que no se publique nada, ni la Conversación, ni mis Réponses.
Tercer tiempo. Me fueron necesarias dos horas todavía para llegar a la
conclusión: “Parezco proponer un toma y daca: Ustedes retiran la Conversación,
yo retiro mis Réponses. Eso no va. Si yo redacté esas Réponses, fue para empezar
un diálogo. Yo hubiera podido, leyendo la Conversación, ofenderme por ciertas
palabras, decir mi asombro, tomarlo muy mal. Y no lo hice, le di a mis Réponses
un tono alegre, y esperé réplicas acordes. Sin duda he sido mal recompensado
por esa indulgencia. Así pues, eso no marcha. No logré conducirlos a entrar en
un debate amistoso. Este fracaso, debo pagarlo. ¿No es entonces más generoso
retirar ese texto que los hiere, cuando tendría el "derecho" a mantenerlo? No se
trata tampoco de "derechos" como no se trata de "argumentos". Vamos, Jacques-
Alain, retira entonces ese texto sin condiciones. ¿Es capitular? Capitulemos
valientemente”. Escribí entonces mi tercera y última carta, haciendo caer sobre
mí la culpa del malentendido, pero sin pedir ya una reunión: “Ellos quieren
arreglar esto entre ellos”, pensaba yo.
He aquí la anécdota. No es nada, y es mucho. No he terminado de
reflexionar sobre eso.
Primera reflexión

No lamento la sucesión de esas tres cartas, aún si evidencian mi división


subjetiva, y la lentitud de mi tiempo-para-comprender, o más bien el engorro de
la comprensión cuando ésta no está esclarecida por un instante-de-ver.
Si retomo la famosa carta de los 13, ¿qué es lo que encuentro ahí?
Primeramente un párrafo para precisar el marco institucional en el que
tuvo lugar la Conversación. Un segundo párrafo describe la buena atmósfera de
esta Conversación de los Madrileños entre ellos: respeto mutuo, buen humor, etc.
Y después llega Jam como un elefante en la cristalería: se mete en lo que no le
importa, siembra entre nosotros la confusión, el desorden, y además se burla de
nosotros.
El martes no comprendía qué venía a hacer aquí esta cuestión de la
“libertad de palabra”: ¿no habían dicho ellos lo que querían decir? ¿Por qué me
recusaban decir lo que tenía que decir? Este viernes por la mañana ya
comprendo mejor. El mensaje es sin duda el siguiente: “Aquí, hablamos entre los
de Madrid, nos entendemos muy bien los unos con los otros. Queremos poder
hablar tranquilamente entre nosotros, sin ver aparecer bruscamente a Jam que
nos cae encima. Es algo que nos descorazona para continuar nuestras excelentes
Conversaciones”.
Desde mi punto de vista había una contradicción: “Tienen derecho a
criticarme, pero me recusan el derecho de responderles”. Los 13 veían las cosas
desde otra perspectiva: “Nosotros estamos tranquilos en Madrid hablando entre
nosotros y él se inmiscuye”. Hay de un lado, una exigencia abstracta,
universalista, lógica, mientras que los 13 oponen algo que es la geografía, el
lugar, el momento, el derecho imprescriptible del “entre nosotros”.
Sin duda que el debate no es tan tajante, ya que nuestros colegas tienen el
cuidado de recordar que ellos tuvieron su Conversación bajo la prescripción del
Presidente de la Escuela y que yo, por mi parte, no había olvidado un solo
instante que me dirigía precisamente a colegas de Madrid. Pero en fin, está ese
debate. No es tan nuevo, y sin embargo lo es totalmente.
Voy a explicarme.

Un viejo debate

Ese debate no es nuevo. Nos conduce a los comienzos del Campo


Freudiano y de la Escuela Europea, como al de las otras Escuelas.
Yo tenía que vérmelas entonces con grupos a veces muy apegados a su
"entre-sí", para los cuales la única idea de una red internacional parecía
abstracta y vagamente amenazante. Fue necesario desarmar esas preocupaciones
para abrir el vasto foro del Campo Freudiano a la multiplicidad de esos grupos (y
por su parte un cierto número se retiró).
El mismo problema estuvo presente a un nivel superior cuando se trató de
la creación de las Escuelas, lo cual requería de los grupos el sacrificio de su
identidad y del "entre-sí". Me parece recordar que en Madrid existían cinco
grupos distintos que decidieron, no sin dolor a veces, confluir en la Escuela
Europea y su Sección de Madrid.
Finalmente, la creación de la AMP misma, sin embargo bien aceptada de
entrada en todas partes, dio lugar a muchas inquietudes: “Este conjunto es tan
amplio que entonces nuestras ciudades se transforman en pueblos; ¿cada uno de
nosotros no valdrá ahí menos de lo que vale en su entorno más próximo?”
En suma, desde su origen el Campo Freudiano está animado por una
tensión entre lo local y lo global, tensión que está a veces apaciguada y a veces
exacerbada, pero que no cesa, y que está en todos los lugares y en cada uno.
Encontramos en la carta de los 13 una indicación de la forma en que
nuestros colegas conciben el buen uso de esta tensión: por un lado ellos me dicen
que la Sección ha respondido a la impulsión dada por el Presidente de la Escuela
convocando su Conversación; por otro lado esta Conversación es de Madrid, y el
delegado general de la AMP no tiene que entrometerse, ni aun epistolarmente.
Tengo acerca de esto una idea un poco diferente: que se converse en Madrid, muy
bien, es local en efecto; pero los temas tratados son de interés general, como los
13 mismos lo subrayan, y conciernen a la EEP, a la AMP. Después de todo, un
responsable de la AMP ¿no puede buscar el dialogo por doquiera en la AMP? ¿Un
colega criticado severamente no está autorizado a responder?
Yo podría detenerme aquí y preguntar: ¿quién tiene razón? Pero todo el
mundo tiene razón, de ahí la dificultad.
¿Qué me dicen los 13? El martes me pareció escuchar que me decían
simplemente que me calle. Pero quizá me han dicho simplemente que yo no había
sabido escucharles más allá de los enunciados arriesgados que habían podido ser
los suyos.
La cuestión no es en principio saber quién tiene razón. Según el método
que yo preconizo, la cuestión es saber cuál es el real al que unos y otros estamos
confrontados. Las respuestas que creemos aportar como de nosotros mismos son
de hecho "respuestas de lo real".

El Eros del Campo Freudiano

He mostrado que ese debate es viejo, constante. Quisiera mostrar ahora en


qué es nuevo.
Es nuevo porque aquello de lo que se trata ha cambiado. El contexto ha
cambiado. Antes, no existían las Escuelas, ni la AMP. Y aún más, han sido
necesarios algunos años para que las instituciones nacidas en el curso de los
años 90 encuentren su velocidad de crucero. Lo hemos logrado. Hasta entonces
se trataba de crear. Tenemos que vivir ahora con eso que hemos creado, cuyas
dificultades y atolladeros descubrimos.
Por ejemplo, es raro hoy en día que un problema permanezca durante
cierto tiempo como local, para lo cual hace falta un cuidado especial. Propulsado
en nuestras tres listas de distribución electrónica, AMP- Varia en lengua
castellana, AMP-Messager en francés, AMP- Veredas en portugués, que están
abiertas a los cuatro vientos, un texto puede ser difundido "en tiempo real" por
toda la extensión del Campo Freudiano con sólo la decisión de su autor, sin pasar
por la criba de ningún comité de redacción. Por un lado hay que alegrarse de
esto, y yo hice todo lo que pude para que sea así. Pero también debemos aprender
a vivir con esto. Una broma vehiculizada recientemente por Internet creó una
suerte de incidente diplomático entre la Escuela brasileña y la ECF. Veremos
muchas cosas peores, debemos prepararnos para esto, mantener nuestra sangre
fría.
Antes no había nada, un caos de grupúsculos, desparramados, donde la
pequeña ECF de los comienzos aparecía como un coloso. Hoy hay un mundo, hay
cinco Escuelas poderosas, con sus Secciones locales, y un amplio sistema
institucional, integrado, ramificado, conectado, cuya cuestión es saber si pasado
el triunfo de la creación, éste es verdaderamente viable a corto y a largo plazo, y
en qué condiciones.
Entonces, si bien los términos del debate son idénticos - lo local y lo global,
lo uno y lo múltiple - su sentido ha cambiado, porque el contexto ha cambiado, y
entonces el debate es nuevo.
El debate es nuevo por una razón más.
Desde el Encuentro de Caracas de 1980, el Campo Freudiano parece haber
ido de triunfo en triunfo. Es en parte una ilusión: hubo detenciones, retrocesos -
pero en su conjunto se produjo, como se tiene más bien la impresión, una
marcha irresistible hacia adelante. Problemas que parecían irresolubles fueron
resueltos uno a uno, hasta lograr esa increíble hazaña: la introducción, en las
cinco escuelas, del mismo procedimiento del pase, adaptado a las condiciones de
cada una, y reconocido por todas.
Así diecisiete años después de la muerte de Lacan, una organización
resultante de su enseñanza estaba ahí, tenía peso en el mundo y se impone como
el único movimiento internacional verdadero que haya conocido el psicoanálisis
después de la IPA. Mi encuentro hace dos años con su Presidente en ejercicio -
aunque condicionada por el azar de una amistad, la generosidad de un gran
corazón, el ímpetu de confianza que me llevaba hacia él - indica dónde habíamos
llegado, partiendo de un desastre.
Todo eso no se hizo solo, como decimos en francés. Fueron necesarios doce
años, si se cuentan los años que pasaron desde el Encuentro en Caracas en 1980
hasta la creación de la AMP en 1992 en París. Fue necesario el esfuerzo de
innumerables colegas, la inmolación de una cuarentena de grupos que tenían
cada uno, su historia y su identidad, y por qué no decirlo, la extraordinaria
confianza de una generación. Sí, la AMP es el resultado feliz, la epopeya de una
generación, y ahora ya de dos.
No nos atribuyamos el mérito.
Está la enseñanza de Lacan que nos sostiene, y que no nos decepciona, que
nos acompaña cada día ahora que avanzamos más en la práctica, que estamos
mucho más instruidos que antes, y que abordamos dimensiones de la experiencia
que hasta ahora se nos aparecían como cerradas (otra vez el pase).
Pero no está solamente la enseñanza de Lacan - que no es patrimonio
nuestro, que no pertenece a nadie: todos los psicoanalistas "lacanianos" están
lejos de reunirse en la AMP, y esta enseñanza, en definitiva taladra a la IPA
misma. Está también el Eros particular al Campo Freudiano.
También este Eros nos sostiene y nos protege. Es él quien nos ha permitido
desmentir la maldición que consagraba a los grupos analíticos constituidos fuera
de la IPA, al localismo, a la escisión, a la disolución, al fracaso. Obra para
nosotros desde hace casi veinte años, desde que tensó su arco en Caracas. El
dios de las flechas, el amo ciego, vino a cogernos ahí donde estábamos a través
del mundo, por casualidad nos hirió, después nos dio la mano, y al fin nos tiene
reunidos, no por vaya a saber qué sujeción vil y ruin, tampoco para aplastarnos
bajo el peso de textos afanosos, estatutos y reglamentos - que son necesarios por
supuesto, para convivir juntos -, sino más bien cautivos de los lazos palpitantes
de lo que llamamos transferencia, y que nunca ha merecido tan bien su nombre,
porque nos transporta regularmente hacia el encuentro de unos y otros, como
será el caso dentro de dos meses en Barcelona.
Pero ¿cómo creer que Tanatos no retomará nunca la iniciativa?

¿ Apocalipsis now ?

La llegada de Tanatos en el Campo Freudiano, yo la espero desde hace años


- exactamente desde la creación de la Escuela Brasileña, de la cual señalé en su
tiempo que significaba nuestra entrada en une nueva época marcada por la
existencia en sincronía de las cinco Escuelas -, y yo me preparé para afrontarlo.

¿Cómo, me preguntaba frecuentemente, se manifestará Tanatos cuando


llame a la puerta de la AMP?
En primer lugar, no llamará a la puerta, estará ya en la casa. Cuando lo
veamos, será necesario combatir en la casa misma.
¿Gracias a qué signos sabremos que le está ganando a Eros que nos
protege? En esto:

-.las naciones cesarán de comprenderse, se dirigirán injurias, se reprocharán lo


que son;
- -las ciudades del mismo país se enfrentarán las unas contra las otras, se
disputarán la primacía;
- los colegas de la misma ciudad no se soportarán, se odiarán, se temerán, se
desgarrarán;
- el colega no será más un colega, será un "Rothschild" europeo o un
"menesteroso" del "tercer mundo", un parisino o un provinciano, un madrileño o
un catalán;
- se mirará quién es el analista de Fulano antes de nombrarlo para ocupar una
función, y si este analista es Mengano, no se lo nombrará;
- se verán publicar buen número de cartas, manifiestos, boletines, revistas, que
no emanarán de ninguna instancia, sirviendo de bandera a facciones;
- se verá aparecer hojas anónimas, circular rumores. infames, remolinear
significantes malditos: se proferirán amenazas, se invocarán las víctimas, se
hablará a tontas y a locas de los nazis;
- se olvidará poco a poco toda significación positiva, toda razón de estar juntos,
para cultivar apasionadamente la sospecha, la queja hosca, el resentimiento, la
hiel; se será burlado cuando se hablará en aras de la armonía, del debate
razonado, de la salvaguardia del nexo y de la institución, y se será aplaudido
cuando se sembrará la división, los celos, el odio;
- etc.
Paro aquí con esta parodia del Apocalipsis, que continuaré quizá otro día,
para preguntarme: ¿estamos ya ahí?

Precaridad de la AMP

Es doloroso tener que plantearse la pregunta. Pero no, no, no - nosotros no


estamos en eso.
Nosotros no estamos ahí, pero nos acercamos.
Tanatos el odioso, que desmembra a los grupos, no le gana aún a Eros,
nuestro campeón, pero está ahí, está bien ahí, ha tomado fuerza, ha agarrado a
su adversario alado, lo atrapa, los dos andan a la greña como dos luchadores de
sumo. ¿Cuál hará perder su equilibrio al otro? El público retiene su aliento.
Nada dice que la AMP esté ahí para siempre. Los grupos analíticos que se
encomendaban a los significantes de Lacan parecían condenados a la dispersión,
y a una cierta mediocridad institucional. En ese marco estrecho, poner manos a
la obra para hacer funcionar el procedimiento del pase estaba fuera de alcance.
Es por medio de un esfuerzo fuera de lo común que algunos se arrancaron de un
destino en definitiva ignominioso, para escribir en el Campo Freudiano un
capítulo de “la historia del psicoanálisis”. Pero podría ser que en esta historia, ese
capítulo sólo sea un pequeño, muy pequeño paréntesis. La AMP tiene seis años,
¿hasta cuándo vivirá?
La AMP presenta una fragilidad constitucional, desde el nacimiento.
Mientras que la IPA ha procedido del Uno, puesto que se constituyó a partir
de Freud y de Viena, la AMP no es para nada la emanación de Lacan, ni de París:
nació de lo múltiple, y de doquiera. Los grupos estaban bien ahí antes que ella. A
partir de un momento, se pusieron en marcha hacia lo Uno, pero este Uno
permanece frágil, porque vino después de lo múltiple. Entonces apenas se aplaca
un poco en la AMP el affectio societatis, lo múltiple se sobrepone de nuevo a lo
Uno.
A esto se agrega otro fenómeno, que esta vez es clínico.
La IPA privilegia al neurótico obsesivo. Este posee el sentido de
organización, o más exactamente, la organización es para él un sens joui (un
sentido gozado). Ese privilegio, la AMP lo acuerda gustosamente a la histeria. En
el grafo del deseo, la respuesta última que se inscribe en S de A tachado, quiere
decir que no hay Otro del Otro. Las afinidades de ese lugar con el proton pseudos
son tan manifiestas que Lacan debió diferenciarlas cuidadosamente (“Pero este
rasgo de la No Fe de la verdad, es en efecto la última palabra ... “, Escritos, p.
798). La noción de una caída del sujeto-supuesta-saber al final del análisis
apunta hacia la misma dirección. De esto resulta que la insatisfacción, el
perjuicio imaginario, la reivindicación insaciable, la incoherencia agresiva, la
adulación del postizo, y más generalmente eso que yo llamaría un estilo de
Penisneid, encuentran entre nosotros un lugar que les ha sido rehusado hasta
ahora en la IPA.
Por las mismas razones, el amor, la amistad, el affectio societatis, son
indispensables en la vida de la Asociación Mundial. Mientras que el odio
macerado y recocido, como se conoce, no perturba el funcionamiento ipeista, y
quizá lo favorece, la AMP se conmueve en sus fundamentos apenas Eros vacila.
Toda organización burocrática está construida para sobrevivir al odio,
integrándolo al automaton que la sostiene, de lo cual ella se nutre. Es el secreto
de los reglamentos, y es por eso que el obsesivo sólo jura por ellos, y no quiere
conocer nada más allá. Sin duda la AMP podría sobrevivir al odio que se tienen
sus miembros entre ellos, pero sería a costa de devenir “la IPA de los lacanianos”.
Y entonces, ¿ valdría la pena?
Así como la IPA está instalada sobre el saber (el falso saber), la AMP por el
contrario lo está sobre la ignorancia, condición de la invención. La idea de una
ortodoxia, aunque sea lacaniana, mataría seguramente a la AMP.

* * * *

Son las ocho de la mañana de este sábado, dejo esto aquí para enviártelo
por fax.
Te deseo buen viaje. Transmite mis saludos a los colegas de Madrid. Yo los
veré pronto ya que la Sección me invita. Un fax me lo hizo saber mientras
redactaba esta carta ...
Eros late todavía ...
Saludos, viejo camarada, y suerte en Madrid.

Jacques-Alain

(Traducción: Esthela Solano-Suárez)

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