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Universidad del Valle, sede Meléndez

Facultad de Humanidades

Escuela de Trabajo Social y Desarrollo Humano

Programa de Trabajo Social

Primera entrega trabajo final

Autoras:

Espinosa Fernández Natalia

Moncada Rengifo Laura Sofía

Asignatura: Psicología Social

Profesor: Manuel Alejandro Moreno

Cali, Colombia

16 de abril del 2024


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Tabla de Contenido

Universidades: un gran entorno de observación 3

La Segregación como Interacción Social 4

¿Por qué estudiar la segregación social en este espacio? 8

Segregación y Psicología Social 10


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Universidades: un gran entorno de observación

Tras la inauguración del metro de Medellín en 1995, las principales ciudades de Colombia vieron

la oportunidad de optimizar el transporte en cada área metropolitana; y así fue, en la ciudad

comenzó uno de los proyectos más importantes, que unirían a la comunidad con un metro. Sin

embargo, tras las demoras en la construcción, entrega de Metro Cali y la inauguración del

Transmilenio en Bogotá, se decidió que para la infraestructura de la ciudad, lo mejor era un

sistema de buses. Para el 2008, el Sistema Integrado de Transporte Masivo fue inaugurado.

La estación Universidades es parte del Masivo Integrado de Occidente (MIO), es una terminal de

transporte situada al sur de Cali, cerca del centro comercial Jardín Plaza y en el cruce de dos

avenidas importantes: la carrera 100 y la calle 16. El cruce de estas avenidas y su conexión con

las principales universidades de la ciudad, hacen de esta estación una de las más congestionadas,

pues aquí convergen miles de personas día con día.

La economía es un factor bastante visible en el entorno de la estación, pues los puestos de ventas

ambulantes son agentes importantes en aquel ecosistema. Por otra parte, la economía también es

visible en el valor del pasaje que desde febrero de 2024 incrementó a COP 2.900 y la tarjeta a

COP 5.000, lo que ha golpeado el bolsillo de las personas que usan este transporte todos los días.
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La Segregación como Interacción Social

Un día cualquiera es siempre caótico en la estación de Universidades. Y los incontables usuarios

que no paran de partir y de llegar a ella, la última estación en el extremo sur de la ciudad,

manifiestan entre muchas otras particularidades, una que resulta especialmente problemática.

Porque siendo así que su ubicación convoca la llegada de usuarios provenientes de todos los

sectores socioeconómicos, desde estudiantes de la Javeriana o la Icesi hasta vendedores

ambulantes y trabajadores de obra negra, esa misma disímil procedencia en cuanto a sus

extractos sociales implica y representa brechas de interacción que, en el mismo lugar, al mismo

tiempo, coexisten y se aíslan mutuamente.

Se notó en los diarios de campo de qué forma la relación entre los agentes de policía y los

usuarios, en general, está mediada por un grado de socialización nulo; o más bien, aparente, uno

cuyo carácter no suele ser otro que el de meras figuras decorativas y representantes de la

autoridad para los agentes de policía, y que el de meras figuras fugitivas y evanescentes que

como usuarios no suelen tener con ellos otra relación que pasar a su lado, o a lo sumo, que lanzar

la pregunta de “¿dónde cojo esta ruta?”, o “¿para dónde me lleva esa otra?”. Y bien, esta

despersonalización ocasionada por los roles representados en y por cada uno, pero sobre todo

manifestada en Universidades como lugar de encuentro siempre efímero y nunca constituido, es

la misma característica preponderante al momento de observar y analizar la interacción social

que como especificación temática de nuestro trabajo elegimos: La segregación social. Y no bajo

cualquier perspectiva, sino sobre aquella concerniente, como se ha anticipado, a las brechas de

procedencia socioeconómica de los usuarios que en la estación coexisten.

De modo que una primera observación es vital, observación que también puede tomar la forma

de una pregunta. ¿Si como terminal de transporte urbano con flujo social permanente la estancia
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de cada usuario allí no fuera, en general, fugitiva, efímera, momentánea, sino que por el contrario

tuviera que prolongarse tal y como en una sala de espera de banco o EPS, a los usuarios les sería

posible soportar su presencia mutua, su forzosa interacción? O para ser más específicas, ¿ello

implicaría un grado y número de desencuentros, conflictos o discusiones mayor a la notada

durante los días de observación? Y con estas preguntas de intención deliberadamente hipotética,

cuanto tratamos de decir es lo siguiente: Que la naturaleza imperiosa pero fugitiva de la

presencia de los usuarios en la estación, al mismo tiempo, acentúa y preserva las brechas de sus

procedencias socioeconómicas.

Observamos a vendedores ambulantes ofreciendo sus productos a personas jóvenes dispuestas a

tomar las rutas que se dirigen a la zona de universidades privadas, vimos a usuarios cuyo aspecto

(por más que tal juicio suponga identificar en nosotras la propensión a estimar de acuerdo a

ciertos estereotipos sociales, inevitables en este caso) no se correspondía con el de obreros o

trabajadores de servicio que también identificamos por sus uniformes, sino más bien al de

trabajadores de otros sectores vestidos con escrúpulo y que, ante la presencia de los primeros, en

unas cuantas ocasiones vimos esbozar gestos de desagrado o realizar movimientos para alejarse

de ellos, en el calor atiborrado de la tarde, entre las agresivas embestidas en el momento en que

los buses llegan, abren sus puertas, y todos corren en busca de un puesto.

Fue significativo notar, también, cierto patrón llamativo al momento de seleccionar las personas

a las cuales realizar requisas preventivas por parte de los agentes de policía. En las ocasiones en

que lo vimos suceder, en ninguna se eligió requisar a los estudiantes con aspecto de dirigirse

hacia las universidades privadas, ni tampoco a los trabajadores “vestidos con escrúpulo”, como

antes les llamamos, sino especialmente a aquellos vendedores que suben y bajan de los buses

ofreciendo sus productos, o a personas de vestimenta más modesta, incluso portando uniformes
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de servicio de aseo, quienes en un par de ocasiones se molestaron inicialmente por la selección

arbitraria de los agentes. Desde luego, en tal motivo de selección se identifica la prevalencia de

evidentes estereotipos sociales en cuanto al patrón que (se supone) culturalmente se considera

propio de personas que sería más posible encontrar realizando, o portando, actos o elementos de

carácter ilegal. Sin embargo, esos mismos estereotipos presuponen que en ningún momento

aquellos usuarios que se descartan por su aspecto (en cuanto a procedencia o, incluso, valor

individual socioeconómico) podrían estar realizándolos o portándolos.

Y es que como se ha dicho, todos estos signos de desprecio o desagrado, que requieren suma

atención para captarse, comunican datos significativos, pero aún superficiales en el momento de

su observación, pero también aspectos psico-sociales que podemos relacionar con el concepto de

percepción interpersonal, aquel que puede resumirse en la sentencia de Kant de acuerdo a la cual

“vemos las cosas, no como son, sino como somos nosotros”. Mientras que aquel “somos

nosotros”, asumido en la perspectiva teórica y cognitiva de la psicología social del siglo XX y

XXI, se construye y constituye por aspectos tan amplios como el contexto social y cultural de la

persona, sus experiencias individuales, o incluso, su carácteres físicos. Porque antes de que, a

continuación, centremos nuestro enfoque específicamente en los conceptos abordados en clase en

torno a los cuales realizaremos nuestro análisis, nos cabe decir, y no sin cierta ironía, que así

como el trafagar esporádico e incesante de la estación hace que algunos usuarios se topen ante

otros con los cuales no quisieran toparse, usuarios que al mismo tiempo se libran pronto de ellos

merced de aquel mismo trafagar, esta dinámica de encuentro-rechazo simultáneos en la

interacción del lugar hace que ni los representantes de la autoridad ni quienes deberían velar por

el bienestar de los usuarios consideren el problema, generado y resuelto en sí mismo cada día,

por decirlo así. El vendedor es despreciado y se llena de resentimiento, el usuario bien vestido se
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cambia de lado, los bachilleres seleccionan, como sin saber por qué, para cumplir con consignas

de sus superiores de acuerdo a estereotipos arbitrarios, y en medio de todo este permanente

desencuentro protagonizado por el disfraz socioeconómico de cada quien (pero sobre todo por la

subjetividad de cada quien) el mismo tumulto de la estación se encarga de que nadie lo note.

Porque nadie acaba notando más que su prisa. La prisa, precisamente, de llegar o salir del lugar

de trabajo o estudio que sustenta su procedencia social, pero también su lado inconsciente en la

segregación de todos.
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¿Por qué estudiar la segregación social en este espacio?

En primer lugar, la interacción de las personas desde lo visto en las observaciones es evidente en

la distribución desigual de pasajeros de diferentes grupos socioeconómicos en las diferentes rutas

y en cómo se agrupan las personas en la estación de Universidades, donde convergen día con día

personas de los diferentes extractos sociales de la ciudad.

Desde el ámbito social, consideramos que es importante o interesante reflexionar y observar con

detenimiento esta problemática puesto que el MIO es un sistema público donde las dinámicas

sociales y culturales que se presentan día con día contribuyen a la construcción íntegra de la

sociedad, por otro lado, esta interacción puede enseñarnos acerca de cómo se distribuyen

espacialmente los diferentes grupos sociales en la ciudad, lo que a su vez refleja divisiones

socioeconómicas, étnicas o culturales más amplias. Además, esta problemática puede ofrecer

perspectivas sobre las dinámicas de poder, inclusión y exclusión que operan en la sociedad en su

conjunto. La presencia de grupos homogéneos en ciertas áreas y más en específico, en la estación

de Universidades, puede reflejar barreras sociales y culturales que limitan la interacción y la

comprensión entre las personas de diferentes orígenes y realidades. Por último, consideramos

que en este espacio se puede ver bastante claro las desigualdades estructurales, como la

distribución desigual de recursos, oportunidades y servicios en la ciudad. Estudiar estas

dinámicas puede proporcionar información sobre los desafíos de la cohesión social y la equidad

que se viven día a día en la ciudad.

Por otro lado, desde la psicología social, se estudia cómo los individuos perciben, interpretan y

reaccionan ante las diferencias sociales, étnicas, culturales y económicas, y esto a su vez, pueden

llevar a la segregación. Uno de ellos es el contexto y la percepción interpersonal del entorno que

puede arrojar luz sobre cómo las personas perciben la proximidad y distancia entre sí, generando
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prejuicios, estereotipos, identidades de grupo y la discriminación, contribuyendo a la formación

y mantenimiento de barreras entre diferentes grupos sociales.

Por último, desde nuestra perspectiva como estudiantes y usuarias activas del MIO, nos interesó

la segregación en este espacio ya que en el ámbito educativo es un tema relevante y actual que

impacta directamente a los estudiantes, docentes y la comunidad educativa en general, pero

también a trabajadores y usuarios comunes. Y aunque uno creería que la segregación en este

espacio está lejana a la vida universitaria, no es así, pues el estudio de la segregación en los

contextos diarios del sistema masivo de transporte permite a los estudiantes universitarios

analizar críticamente las políticas educativas, las prácticas institucionales y las dinámicas

sociales que perpetúan la exclusión y la desigualdad en el sistema educativo; esto brinda la

oportunidad de identificar posibles áreas de mejora y de proponer estrategias para promover la

integración y la igualdad de oportunidades en las instituciones sociales.


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Segregación y Psicología Social

El primer concepto que estimamos no sólo primordial, sino indispensable para nuestro objeto de

análisis es el de percepción interpersonal, que en el punto anterior ya hemos mencionado. Este

se fundamenta en considerar que la percepción es un proceso modelado, mediado, por dinámicas

y carácteres sociales, creencias y valores morales, estructuras e instancias de poder presentes en

un contexto social particular. Así, nuestra estimación de su relevancia como indispensable para

nuestro caso consiste en que, justo como también se ha dicho en el punto anterior, es

esclarecedor imaginar o proyectar la situación hipotética en la cual la estancia de los usuarios en

la estación no fuera efímera, sino más prolongada; esto quiere decir, imaginar o proyectar que las

características del contexto sociocultural específico que representa la estación como constante

crisol de muchas procedencias sociales y culturales fueran distintas, otras de las que son. Porque

precisamente, no son otras que las que son. Y esta circunscripción circunstancial y determinada,

a la vez, determina o influye directamente, por más que de manera “inconsciente”, las ideas con

las cuales los usuarios de diferentes procedencias socioeconómicas se reconocen e interactúan

entre sí, por más que esa interacción, como se ha detallado en nuestras observaciones, no suela

tener otra naturaleza que la de lo fugitivo y epidérmico, el encuentro y el rechazo simultáneos.

Cada quien ve de acuerdo a su propia individualidad, pero especialmente, de acuerdo a los signos

y formas socioculturales del espacio en que se encuentra.

Por más que íntimamente relacionado con el primer concepto que hemos referido, primero en

cuanto el considerado como más importante para nuestro análisis, no nos parece redundante

estimar como segundo el de modelo de halo, también emparentado con el de modelo de la

personalidad implícita. El primero se refiere a la natural tendencia humana, o también diríamos,

al intrínseco mecanismo psico-social mediante el cual derivamos de datos únicos o impresiones


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limitadas juicios generales acerca del valor de una persona, lo cual supone un método o reflejo

de juicio cuyo propósito inherente reside en la necesidad de defender, preservar y demarcar el

propio valor individual ante la presencia (o irrupción) de alteridades, de otros distintos de él, de

manera que entre tales categorías podamos deslizar nuestra individualidad en medio de aquellas

de los otros. El segundo, por su parte, se refiere al idéntico mecanismo antes detallado, salvo que

sumando junto al concepto de personalidad la tendencia necesaria a acentuar la propia no en

cuanto a sí misma, pues por sí sola no posee ninguna diferencia para distinguirse en cuanto tal,

sino respecto de los otros que le brindan esa diferencia, social, para definirse entre la

discriminación de sus valores.

Ahora bien, como tercer concepto fundamental mencionamos el de percepción de grupos. Una

vez más, tampoco tememos incurrir en una redundancia respecto del primero. Porque así como el

segundo brinda la especificación axiológica y social de personalidad e individualidades, este

brinda la distinción conceptual de grupo. Y si en el entorno a menudo caótico de la estación de

Universidades los usuarios permanentemente realizan juicios globales sobre los otros en base a

datos limitados, en ese mismo entorno con frecuencia elaboran esos mismos juicios, no sólo de

acuerdo a las características del lugar, sino también según los grupos con los que allí se

identifican. Porque si estos otros, como alteridades, son diferencias constantes que les permiten

distinguir y demarcar tanto más claramente su individualidad, existe otra categoría de otros que

no resulta extraña, que no comporta aquella noción de lo diferente, justo por compartir rasgos y

carácteres semejantes que se identifican como propios de un grupo social particular. Esto es, de

un sistema cultural y simbólico mutuamente identificable para sus miembros. Y es de este modo

que en medio del tumulto de la estación, en el que las personas se mezclan, discriminan y

segregan sin consciencia de ello, un agente de policía encuentra una posibilidad de preservación
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moral y social mayor junto a otro, un estudiante reconoce cierta familiaridad en el aspecto de

otro que también lo parezca, o por el contrario, un vendedor identifica en el carácter, vestimenta

y objetos llevados por otro también a un vendedor, que en su caso podría no suponerle una

posibilidad de conservación moral, sino de competencia social, algo así como la señal de que

debe entrar en un vagón diferente por haberle visto entrar en el que deseaba. Y por doquier, a

cada momento, la interacción teóricamente reconocible en este concepto se hace evidente en la

estación.
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Bibliografía:

Wikipedia (2023) Estación Universidades (MIO) https://es.wikipedia.org/wiki/Estaci

%C3%B3n_Universidades_(MIO)

Secretaria de Movilidad (n.a.) MIO. https://sisetu.mintransporte.gov.co/mio/

Baró. M (2004) Acción e ideología: psicología social desde Centroamérica. UCA editores

Anexos

Diarios de Campo Laura Moncada:

https://docs.google.com/document/d/1xKTtAPWtua12SarFKwId6tZajL5Cx2hmNclkjxRotwY/

edit?usp=sharing

Diario de campo Natalia Espinosa:


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https://docs.google.com/document/d/1J-IYBm7st3-7EVzTzDukNAPiLLQyB-Wm/edit?

usp=drive_link&ouid=101842590845818626845&rtpof=true&sd=true

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