Está en la página 1de 8

Historia de Paula: un cuadro de naturaleza muerta

Presenta: Ana Cristina Tamayo (ACT)


Coordina: Gabriel Espíndola (GE)
Comentan: Ma. Teresa Albarrán (MTA) y Andrea Méndez (AM)

Paula es una mujer de 32 años que estudió una Licenciatura en Biología, aunque aún trabaja en la
tesis para titularse. Es soltera y actualmente vive con su madre. Labora en una empresa
emergente en donde es una de las encargadas superiores de investigación de campo. El motivo de
su consulta fue el siguiente: “vine porque ya no puedo sola. Últimamente, hay situaciones que
me rebasan; ya no las puedo manejar y necesito ayuda. La principal razón es que terminé una
relación muy importante para mí. Tomé la decisión de dejarla porque me quedó claro que no es
lo que quiero, pero tengo miedo de ser débil y volver a ella para no sentirme sola”.

Paula es la hija menor de dos hijos y su hermano es tan solo un año mayor que ella. Sus padres se
separaron cuando ella tenía entre 5 y 6 años. Califica a su madre como estricta, exigente y muy
poco tolerante. Dice que ésta es su relación más cercana, aunque “no es una relación de
confianza”. Comenta que viene de una familia que no expresa sus emociones y no es amorosa. El
vínculo con su padre es lejano e indiferente. Explica que fue una niña aplicada y retraída,
siempre figuró en el cuadro de honor. Durante la adolescencia, solía discutir y desafiar a sus
profesores, pues sentía que eran injustos o incluso misóginos con ella. En la actualidad, su
principal interés es su empleo. Los fines de semana suele trabajar, hacer el súper, comer con sus
tíos y abuelos y, eventualmente, tiene reuniones o eventos con amigos. Su mejor amigo, Alan,
también es su jefe directo; él la invitó a unirse a esa empresa junto con otros egresados de su
generación.

En noviembre de 2017, Paula terminó una relación con su excompañero de la carrera y amigo
cercano de la universidad, Javier. Trabajaron juntos hasta que él dejó la empresa en junio de
2018. La primera vez que entablaron una relación amorosa, Javier tenía una novia con la que aún
mantiene una relación. Paula lo terminó por primera vez cuando él quiso llevarlas a ambas a
acampar con otros amigos; poco después de ese rompimiento, regresaron. Esta última vez, Paula
decidió terminar con él después de un viaje corto que hicieron a Sinaloa para un proyecto. Ella
tuvo que regresar a la Ciudad de México unos días antes que él y sus compañeros le comentaron
que Javier salía con otra mujer de allá. Paula interrumpió todo contacto, excepto el obligatorio
durante el trabajo.

La paciente inició el tratamiento en enero de 2018 a razón de dos veces por semana en una
modalidad frente a frente. Es una persona que tiene gran dificultad para hablar y expresar de
manera no verbal sus experiencias emocionales. Es gestualmente plana, vaga y discreta la mayor
parte de la sesión. Cerca de la segunda mitad y del final de las sesiones, algunas veces deja
entrever su enojo, tensión y algunas lágrimas inevitables. Cuando logra conectar con un
sentimiento, me mira fijamente a los ojos y yo la siento “un poco más viva”. Muchas sesiones
son difíciles, tediosas, letárgicas y mejoran sólo hacia la mitad.

En un inicio, el tratamiento de Paula fue bastante inestable e inconsistente, con ausencias


inesperadas y demoras que abarcaban más de la mitad de la sesión. Éstas tuvieron motivos que
fueron desde lo justificable hasta lo enigmático. Notaba que después de una semana de sesiones
provechosas en nuestro trabajo, era más propensa a faltar. No manifestó ninguna reacción visible
frente a la interrupción que sucedería debido a las vacaciones de Semana Santa y de verano. De
hecho, asistió a las sesiones posteriores a estas interrupciones como si nada hubiese sucedido; no
obstante, retomar el trabajo con ella solía producirme tanta somnolencia, que era difícil no
distraerme durante el inicio.

Desde julio de 2018 empezó a acudir regularmente y sus despedidas incluyen siempre un “nos
vemos el miércoles o viernes”. Suele llegar entre 10, 15 y 20 minutos tarde. Agosto fue el primer
mes en que no hubo ninguna ausencia. Ese mismo mes, comenzó a considerar cambiar de
trabajo, pero la idea la abrumó demasiado; sufrió una gripe muy fuerte, a pesar de que no suele
enfermarse. Exploramos esa reacción y, para calmarla, le expliqué que trabajaríamos en sus
emociones y no en sus acciones, algo que me parece que comprendió. Considero que no está
preparada para otra pérdida. En septiembre, su demora para llegar a la sesión fue casi invariable
y le he dado distintas interpretaciones al respecto que parecen no modificar la situación; por
ejemplo, interpreté su necesidad inconsciente de que alguien “la espere” o se interese por ella y
su necesidad de depositar sentimientos de abandono y de pérdida.

Un momento sumamente relevante fue la sesión que ocurrió el día después de la marcha a favor
del aborto, a la cual Paula asistió. Me confió que ella abortó en una ocasión: se encontraba en el
cuarto semestre de la carrera y, a pesar de protegerse con condón y usar la pastilla del día
siguiente, quedó embarazada. El embarazo fue de un joven al que conoció en una fiesta y que era
amigo de su exnovio. Jamás le contó a su madre, sólo a un par de amigas. Algo que me pareció
curioso es que, en esa fiesta ya se había dado cuenta de sus sentimientos y atracción por Javier.
Abortó por medio de una pastilla que consiguió clandestinamente y que le produjo gran dolor y
un sangrado profuso. Esta experiencia la vivió sin buscar otro apoyo más que la pastilla.

A continuación, les presento una sesión que tuvimos a finales de septiembre, después de 9 meses
de haber iniciado el tratamiento. En las sesiones anteriores a esta, su asistencia había sido
consistente, pero con retrasos constantes. Asimismo, abordamos el tema recurrente de su
creciente decepción y enojo en el trabajo debido a la contratación de una nueva persona que la
apoyaría para agilizar ciertos procesos, así como la sensación de no ser valorada, escuchada o
entendida en cuanto a la metodología de trabajo que ella consideraba valiosa y adecuada.

A estas alturas, mi percepción sobre su retraso antes de iniciar la sesión oscilaba entre la
resignación y una sensación de que las interpretaciones en torno a éste eran, por un lado,
inevitables y, por el otro, estaban destinadas a ser inefectivas. Esta situación me hizo sentir
frustración e impotencia y se convirtió en un reto de paciencia montado sobre una esperanza muy
frágil. Ya habíamos tocado también el tema sobre la dificultad para mantener cercanía e
intimidad con las personas.

Primera sesión (viernes, 28 de septiembre de 2018)

Paciente (P): Pues, no ha sucedido mucho del miércoles para acá. Las cosas en el trabajo siguen
igual y no veo cómo podrán cambiar; pero, yo me sigo sintiendo mal con ellas… Es
extremadamente desgastante, así que opté por discutir lo menos posible y tratar de conseguir la
información que me falta para las cotizaciones con el cliente o con quienes pueda, insistiendo.
Parece que soy la única ahí adentro a la que le molesta tanto esta situación porque, si bien a Alan
no le encanta, me sigue diciendo que hay que adaptarse. Tampoco a Oliver le agrada, pero está
ocupado con su artículo. Yo me siento incómoda, sin sentido.

Terapeuta (T): Me parece que hoy tienes una pregunta diferente, que está dirigida a ti misma.
Notas que ni tus jefes ni tus compañeros —profesionales a quienes respetas y con los que
compartes la misma pasión por la investigación y la biología— tienen esa misma reacción que tú
ante la nueva manera de trabajar de tu empresa. No te estás preguntando por qué tu empresa
actúa así ni por qué a tus compañeros no les afecta, sino por qué tú te sientes mal.
P: Me da… curiosidad por qué a ellos no. Cómo hacen para soportarlo, qué es lo que piensan. Lo
único que sé es que a mí me produce malestar porque, cuando fundamos la empresa, teníamos la
intención de que fuera una organización especializada en este tipo de estudios para proyectos.
Una que diera información confiable, precisa y completa sobre la viabilidad de proyectos como
parques, como el aeropuerto, por ejemplo. Además, tantear la información puede ocasionarle
problemas también al cliente, pues, al registrar la zona, se dará cuenta de que son más especies
de las reportadas o que hay más ejemplares en un mismo lugar. Con los animales no es así,
porque ellos se mueven y eso da resultados más variables.

T: Es decir que la mayor implicación de esto es la pérdida de especies vegetales o de sus


ejemplares. Creo que con esto nos acercamos al significado más profundo que tiene toda esta
situación para ti y que te duele tanto.

P: Sí, por eso éticamente me parece… impensable. México es el segundo país con mayor
biodiversidad del mundo. Y probablemente aquí hay al menos cincuenta empresas que trabajan
de esta misma manera, pero nosotros éramos diferentes con todo esto del estudio de mercado y
de bajar los costos y acelerar las cotizaciones. Además, siento que no me valoran, que no me
escuchan, que quizá no les importa. Yo no puedo hacer nada… Eso es algo que me gustaba
mucho de Javier: a él no le afectan estas situaciones. Tiene… esta paz interna que yo no puedo
lograr. [Toma un pañuelo y llora calladamente].

T: Pienso que esa era una de las cosas que te hacían permanecer con él. El desear algo que él
tenía e imaginar que así era. Sufres porque te das cuenta de que, por dentro, estás en turbulencia
constante, que las cosas en realidad te afectan más de lo que piensas. Por el momento, podríamos
decir que esta paz interna se ve turbada por la pérdida de esas especies que tanto aprecias. El
contacto con la naturaleza es algo sumamente vital para ti, como cuando me contaste que en tus
vacaciones buceaste y nadaste con el tiburón ballena o cuando regresaste al jardín botánico en el
que trabajabas y encontraste arruinado todo lo que lo habías cuidado.

P: Pues sí, podría ser eso. No sé si te conté que hace como dos semanas un biólogo experto del
sur del país trajo algo así como 200 semillas de cícadas. Las cícadas son unas plantas que
estuvieron también en la época de los dinosaurios, durante la era Mesozoica. Es una especie en
peligro de extinción y sólo pueden desarrollarse en ambientes muy específicos. No soportan
mucho los cambios climáticos, de suelo y etcétera. En México hay un gran porcentaje de éstas y
es uno de los pocos lugares donde hay semillas. Parecen palmas pequeñas, pero no lo son, y
tienen conos como los pinos. Además, su ciclo de reproducción es tan complejo y primitivo que
cuando ocurre la fertilización es todo un acontecimiento, y sólo el viento y los insectos pueden
transportar el polen. Este chico no les dio el manejo requerido y cuando me las trajo estaban
llenas de hongos; pero se veía despreocupado, como si pudiera conseguir más. Más allá del enojo
o escándalo, sentí un dolor interno muy fuerte.

T: Aquí creo ver varias cosas. Tu historia con las pérdidas es muy significativa y cuando dices
que sientes un dolor interno, casi en el cuerpo, te creo completamente. Sientes que pierdes partes
de ti misma o que revives sentimientos de muerte dentro de ti, muy antiguos quizá, como estas
plantas. Tengo la sensación de que también tienes mucho en común con ellas: los cambios te
afectan mucho, eres extraordinariamente sensible, no estás cómoda en todo ambiente ni con
cualquiera. Es muy lamentable que les ocurra eso por errores humanos y el daño ecológico; no
obstante, hay que reconocer que es fascinante que hayan sobrevivido hasta ahora después de
tantos cambios y desastres naturales y humanos. Me pregunto si habrá manera de construir algo
entre las dos para conservar también partes más vivas de ti o trabajar para que éstas puedan
recuperarse y regenerarse, como ocurre con la misma naturaleza, que todo deje de ser una
constante muerte para ti.

Segunda sesión (miércoles, 5 de diciembre de 2018)

Ahora, les presento una sesión de inicios de diciembre, dos meses después de la anterior. Como
antecedente, cabe señalar que, un par de semanas antes, la paciente faltó a todas sus sesiones. La
siguiente semana, asistió todos los días. El martes, me pidió cambiar el horario de la sesión del
miércoles. Accedí y le aclaré que sólo serían posible en circunstancias de urgencia y con
anticipación. Ese martes, Paula empezó diciendo que “quería contarme algo”, pero cuando quiso
decirlo, lo olvidó. Abordamos cómo la ausencia de Javier en su vida ya no constituía su presente,
lo cual consumía cualquier experiencia y todo estado mental. También comentó que en un
mismo fin de semana vio a muchas personas con las cuales había perdido contacto. Esto lo
interpreté a partir de la frustración y la necesidad de compañía que sintió durante la semana que
pasó fuera de la ciudad realizando trabajo de campo, así como una posible salida incipiente de su
tan conocido aislamiento.
Nos reunimos el miércoles, una hora más tarde de lo normal y, por primera vez en siete meses,
Paula llegó cinco minutos antes. Esto me generó sorpresa y, ya que accedí a darle un horario que
no era el habitual, asumí que su anticipación se debió a la culpa o a un deber superyoico: “tengo
que llegar puntualmente”. No me adelanté a pensar en un agradecimiento o algo por el estilo,
pero sí sentí cierta preocupación o interés más genuinos mezclados con lo que acabo de
mencionar.

P: Pues... otra vez tenemos mucho trabajo y tenemos que terminar unos reportes para el viernes.
El fin de semana tuvimos una reunión con los de la facultad. Vi a Alfredo y a Juan, a quienes no
veía hace un rato, y a otras amigas, a Marisela y a Dani. Cocinamos pasta en la casa de Alfredo
desde cero, desde la masa y todo. Quedó buena. A mí la verdad no se me da la cocina, pero creo
que fue divertido hacerlo entre varios. De hecho, desde hace rato me siento un poco mejor.

Ayer… Luisa nos escribió (a ella y a sus amigas en un grupo de WhatsApp) que tenía miedo de
estar embarazada y que iba a usar la píldora del día siguiente. Tuvo su primera vez y piensa que
podría estar embarazada. Me sorprendió mucho y me trajo recuerdos de cuando a mí me sucedió.
Ya sabes que no le conté a nadie. Sentí… raro, como una angustia muy fuerte. Sí me puse
inquieta el día de ayer, como si el tiempo no hubiera pasado después de esa decisión. Tuve
recuerdos muy vívidos al respecto. Yo normalmente tengo una muy buena memoria para todas
las cosas; es muy difícil que se me olvide algo.

T: El día de hoy me traes, por una parte, tu deseo de estar con otros y hacerse de comer, de
compartirlo y sentirte en compañía —algo que has desarrollado últimamente—, de satisfacer el
hambre de estar con otros. Eso te hace sentir mejor, por lo cual hoy vienes temprano a contarme.
Pero, por otro lado, me hablas de tu aborto. Como dices que tienes buena memoria, recordarás
que me contaste sobre tu aborto casi a los nueve meses de iniciar tu tratamiento y pensamos que
éste era como un bebé que trataba de nacer. Entonces, no puedo evitar pensar que otra parte de ti
se angustia de poder perder a ese bebé en las vacaciones, cuando no estaremos juntas y quizá
querrás interrumpir el tratamiento.

P: Em, pues no he pensado en interrumpir, como que esto ya se volvió parte de mi rutina; pero sí,
el estar sin esto en las vacaciones será raro: Alan se va a Acapulco y no estaremos en la oficina
como por una semana y media; pero ya estoy como muy acostumbrada a esto de la terapia.
Aunque no había pensado en eso que dices de que quizá tengo ese miedo. La verdad no lo veo,
por más que lo intento. Y es cierto que me he sentido mejor, pero no me dejo de sentir sola
muchas veces.

T: Para retomar el tema de la comida, estas fechas que vienen de las vacaciones tienen que ver
con muchas cosas. Las familias se reúnen para hacer grandes cenas y reencontrarse, para unirse.
El fin de año a veces es difícil porque mucha gente se siente como tú: les trae recuerdos de cosas
que terminan o cosas que perdieron y eso los pone mal. Entonces, se ponen a comer y a darse
regalos para sentirse acompañados, como lo hiciste tú este fin de semana. Sin embargo, creo que
ahora te encuentras demasiado lejos de sentir lo que podría pasarte cuando estés con tu familia,
sin trabajo y sin terapia.

P: La verdad no me entusiasma mucho la cena de Navidad. No sé si te conté, pero en la casa de


mis abuelos y tías hacen muchísimo bacalao. Yo odio el bacalao. Es muy laborioso y al final no
lo puedo comer. Así que sólo como pasta y ensalada de manzana. ¡Y luego en casa de mi papá le
ponen mayonesa a la ensalada de manzana! Así que arruinan lo único que disfruto. En general sí
disfruto la comida, pero esas cenas de Navidad, no. Lo bueno es que iremos al mar con mis tías.
A mí la playa me encanta por el mar, me da paz. Aunque no sé si mi hermano estará con
nosotros; participará en la musicalización de una película para niños en la orquesta para la que
trabaja (el hermano toca un instrumento de viento). Así que no sabemos gran cosa todavía.

T: Esta experiencia que tienes con la comida en las Navidades es como si sintieras que tu familia
no sabe con qué alimentarte, como que no hay el alimento correcto cuando más lo necesitas; y
eso te sucede en Navidad, cuando uno quiere sentirse cálido y satisfecho, querido por la gente
que importa. Por lo que te dan ganas de ponerte en contacto con el mar y en esa belleza te sientes
contenida y aliviada. Quizá tu hermano se acerca a la música con el mismo propósito que tú,
pese a que me dices que él siempre fue mejor atendido.

Me parece que entre más podamos tomar contacto con estas experiencias de angustia y soledad,
para escucharlas, comprenderlas y encontrarles explicación, mejor preparada estarás para las
vacaciones y podrás disfrutar algo de ellas sin que te abrumen o te desconecten demasiado.

P: Me parece bien, gracias.

Impresiones generales
Esta paciente niega recordar sueños o incluso haberlos experimentado. El solo hecho de entrar en
contacto con una emoción la abruma y, en ocasiones, la paraliza sin poder reconocerla. Tiene
pocas palabras para nombrar sus experiencias, pocos recursos para identificarlas y baja tolerancia
para relacionarlas sin que se torne en una situación demasiado angustiante. Mi ayuda le parece
una actividad extraña y poco natural. Por otro lado, le cuesta procesar las interpretaciones
transferenciales, así como los contenidos que tienen que ver conmigo; aquello que tiene que ver
con lo que acontece entre el paciente y la terapeuta la desconcierta mucho. Otra cuestión
importante es que el paso del tiempo y los cambios que ello conlleva la sorprenden bastante. Al
respecto, en lo personal a veces siento que “es la primera vez que la atiendo”.

La mayor dificultad que he encontrado se relaciona con saber qué es lo emocionalmente más
palpable y relevante en una sesión, así como discernir qué parte de Paula puede escucharme más
o con qué parte de su experiencia puedo conectarme directamente. Algunas sesiones se sienten
con sintonía y fluidez; sin embargo, una vez que alcanzamos ese punto, ya es hora de terminar la
sesión o se genera una interrupción debido a que transcurre el fin de semana.

En general, mi postura es abandonar cualquier expectativa sobre el avance estable del


tratamiento. Decidí concentrarme en señalar —de una manera próxima a ella y sencilla en
términos de su vida y sus actividades— las emociones que tiene escindidas, al igual que las
múltiples defensas ante el contacto emocional, la cercanía, la separación y la continuidad de los
vínculos. Me parece que, justo cuando se logra cierta conexión, ambas experimentamos un atisbo
de esperanza, al cual, generalmente, le sigue un retroceso. Yo permito que esto ocurra con
paciencia y con la menor angustia posibles, pero a veces puede llegar a darme la impresión de
una parálisis inmodificable a largo plazo.

Agradezco mucho su atención.

También podría gustarte