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Facultad de Teología
INTRODUCCIÓN
Entre los contenidos del profundo magisterio de Benedicto XVI, el tema del
diálogo interreligioso ocupa un lugar importante. Quien como teólogo y Prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe aportara elementos importantes al estudio de
las relaciones de las religiones entre sí1, como Pontífice no se desentendió del tema.
En particular en ocasión de los diversos viajes Apostólicos a naciones del África o del
Oriente donde las relaciones entre las distintas realidades religiosas sufren algún tipo
de conflicto o desarmonía, el Papa no desaprovechó la ocasión para dirigir un llamado
a favor de la necesidad de llevar adelante un serio diálogo interreligioso en orden a
una convivencia pacífica y para bien de la humanidad.
Del análisis de estos discursos y otros en los que desarrolla el tema del diálogo
entre las religiones, hemos podido apreciar como en el Santo Padre se destacaban
principalmente una serie de principios que deben estar presentes en todo diálogo de la
Iglesia católica con sus hermanos de otras religiones. Estos principios son los que
señalaremos en este trabajo, ya sea bajo el apartado de “características” o “fines” del
diálogo interreligioso. En la elaboración de este trabajo hemos recurrido directamente
a los discursos de Benedicto XVI. Hasta la fecha, que sepamos, no ha aparecido un
estudio de envergadura sobre el tema2, de ahí que la bibliografía se reduzca a señalar
las diversas circunstancias y fechas de estos pronunciamientos. Para ser sinceros,
debemos decir que no ha sido fácil reducir a unas breves páginas los contenidos
principales de los discursos del Pontífice en relación a este tema. Dada la profundidad
y riqueza de alguno de estos discursos sería posible hacer todo un trabajo dedicado en
exclusiva a él.
Esperamos que este estudio pueda ayudar para tener una visión general del
pensamiento que el Papa Teólogo desarrolló sobre tema tan interesante y útil para la
vida y convivencia de la Iglesia con los hombres que, no perteneciendo a ella, buscan
el rostro divino y su servicio con sincero corazón.
1
Basta recordar el libro dedicado a esta cuestión: Fe, Verdad y Tolerancia. El Cristianismo
y las religiones del mundo, Sígueme, Salamanca 20066.
2
De hecho en la última edición del libro “Il dialogo interreligioso nell'insegnamento
ufficiale della Chiesa Cattolica” (1963-2013), siguiendo la línea que presentaba con los otros
Papas, se limita a recoger precisamente diversos fragmentos de discursos del Pontífice.
3
3
Baste notar la existencia de un Pontificio Consejo dentro de la Curia Romana todo él
dedicado a esta cuestión.
4
BENEDICTO XVI, Discurso a los participantes en la X Asamblea Plenaria del Consejo
Pontificio para el Diálogo Interreligioso, 7 de junio de 2007. (La cursiva es mia).
4
común de estos fines es el mismo que mueve a la Iglesia en todas sus actividades, el
amor.
Otro de los motivos que mueve a la Iglesia a entrar en diálogo con las otras
religiones responde a la misma naturaleza de la Iglesia, la cual está destinada a ser
acogida por todos los hombres (cf. Mt 28, 19), y no simplemente por razones de orden
práctico:
La naturaleza y la vocación universal de la Iglesia exigen que esté en diálogo con los
miembros de otras religiones. En Oriente Medio, este diálogo se funda en los lazos
espirituales e históricos que unen los cristianos a judíos y musulmanes. Este diálogo,
que no obedece principalmente a consideraciones pragmáticas de orden político o
social, se basa ante todo en los fundamentos teológicos que interpelan la fe. Provienen
de las santas Escrituras y están claramente definidos en la Constitución dogmática sobre
la Iglesia, Lumen gentium, y en la Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las
religiones no cristianas, Nostra Aetate5.
Por último destacamos como motivación del diálogo interreligioso la tarea que
la Iglesia tiene de cara al hombre y al mundo; es decir, la misión que la Iglesia tiene
de defender al hombre en cuanto criatura de Dios y por ello la defensa de su dignidad
y derechos que derivan de ella. Esta motivación la encontramos claramente definida
en el tradicional discurso de fin de año dirigido a la Curia Romana con motivo de las
fiestas de Navidad del año 2012. Como sabemos Benedicto XVI tenía por costumbre
realizar en estos discursos una mirada rápida de conjunto de todo el año próximo a
acabarse para repasar junto con sus más estrechos colaboradores los acontecimientos
más importantes para la vida de la Iglesia durante este periodo6.
5
BENEDICTO XVI, Exhortación Apostólica Postsinodal Ecclesia in Medio Oriente, 14 de
septiembre de 2012, 19; Puede verse también: BENEDICTO XVI, Exhortación Apostólica
Postsinodal Verbum Domini, 30 de septiembre de 2010, 117, donde se señala la misma idea
con el matiz del anuncio de la Palabra.
6
Recordemos que en ocasión de uno de estos discursos, en concreto el del año 2005, el
Papa dejó inscrita para la posteridad la distinción ya célebre de “hermenéutica de la reforma”
y “hermenéutica de la discontinuidad” en orden a entender el Concilio Vaticano II, de lo cual
se puede inferir la importancia que puede tener este discurso de fin de año.
5
Con esto quisiera llegar al segundo gran tema que, desde Asís hasta el Sínodo sobre la
Nueva Evangelización, ha impregnado todo el año que termina, es decir, la cuestión del
diálogo y del anuncio. Hablemos primero del diálogo. Veo sobre todo tres campos de
diálogo para la Iglesia en nuestro tiempo, en los cuales ella debe estar presente en la
lucha por el hombre y por lo que significa ser persona humana: el diálogo con los
Estados, el diálogo con la sociedad – incluyendo en él el diálogo con las culturas y la
ciencia – y el diálogo con las religiones7.
Por tanto señala el Papa tres campos para el diálogo: con los estados, con la
sociedad y con las religiones. ¿Cuál es el fin de este diálogo? O dicho con otras
palabras, ¿por qué la Iglesia debe dialogar con estas realidades? Lo indicó el Papa en
el texto anteriormente citado: por la lucha del verdadero sentido de lo que significa ser
hombre y por ello la defensa de la persona humana. Este es el objetivo. Ahora bien,
¿cuál es la contribución que a estos efectos aporta la Iglesia?
En todos estos diálogos, la Iglesia habla desde la luz que le ofrece la fe. Pero encarna al
mismo tiempo la memoria de la humanidad, que desde los comienzos y en el transcurso
de los tiempos es memoria de las experiencias y sufrimientos de la humanidad, en los
que la Iglesia ha aprendido lo que significa ser hombres, experimentando su límite y su
grandeza, sus posibilidades y limitaciones. La cultura de lo humano, de la que ella se
hace valedora, ha nacido y se ha desarrollado a partir del encuentro entre la revelación
de Dios y la existencia humana. La Iglesia representa la memoria de ser hombres ante
una cultura del olvido, que ya sólo conoce a sí misma y su propio criterio de medida.
Pero, así como una persona sin memoria ha perdido su propia identidad, también una
humanidad sin memoria perdería su identidad. Lo que se ha manifestado a la Iglesia en
el encuentro entre la revelación y la experiencia humana va ciertamente más allá del
ámbito de la razón, pero no constituye un mundo especial, que no tendría interés alguno
para el no creyente. Si el hombre reflexiona sobre ello y se adentra en su comprensión,
se amplía el horizonte de la razón, y esto concierne también a quienes no alcanzan a
compartir la fe en la Iglesia. En el diálogo con el Estado y la sociedad, la Iglesia no tiene
ciertamente soluciones ya hechas para cada uno de los problemas. Se esforzará junto
con otras fuerzas sociales para las respuestas que se adapten mejor a la medida correcta
del ser humano. Lo que ella ha reconocido como valores fundamentales, constitutivos
y no negociables de la existencia humana, lo debe defender con la máxima claridad. Ha
de hacer todo lo posible para crear una convicción que se pueda concretar después en
acción política8.
“La Iglesia representa la memoria de ser hombres ante una cultura del olvido”.
Ya en la primera parte del discurso el Papa denunciaba la visión ideológica moderna
que niega que la realidad del ser humano como hombre y mujer sea un hecho
determinado por su propia naturaleza y por lo mismo en dependencia con el Creador.
Para muchas personas de hoy, el ser hombre o mujer es una decisión personal que no
7
BENEDICTO XVI, Discurso a la Curia Romana, 21 de diciembre de 2011. (La cursiva es
mía).
8
Ibid.
6
debe ser impuesta por nadie, ni siquiera por Dios. Es el hombre – se dice – quien debe
elegir lo que quiere ser autónomamente. Con esta visión, denuncia el Papa, el hombre
se destruye a sí mismo, ya que quiere romper totalmente su relación con Dios, fuente
de su propia dignidad 9 . Por eso se comprende que la misión de la Iglesia en los
diferentes campos del diálogo consista, precisamente, en recordarle al hombre de hoy
lo que significa ser hombre. Esta es la misión que, según el Papa, la Iglesia debe
cumplir en confrontación con la sociedad y los estados. Y no solo la Iglesia, sino todas
las religiones. De ahí que la Iglesia deba dialogar con ellas en orden a unir sus
esfuerzos en este objetivo común.
Creemos que Dios bendecirá nuestras iniciativas si contribuyen al bien de todos sus
hijos y si les ayudan a respetarse mutuamente, en una fraternidad de dimensión mundial.
Con todos los hombres de buena voluntad, aspiramos a la paz. Por eso, repito con
insistencia: la investigación y el diálogo interreligioso e intercultural no son una
opción, sino una necesidad vital para nuestro tiempo10.
Como subrayé en Colonia, el año pasado, «el diálogo interreligioso e intercultural entre
cristianos y musulmanes no puede reducirse a una opción temporal. En efecto, es una
necesidad vital, de la cual depende en gran parte nuestro futuro»11.
9
“Allí donde la libertad de hacer se convierte en libertad de hacerse por uno mismo, se
llega necesariamente a negar al Creador mismo y, con ello, también el hombre como criatura
de Dios, como imagen de Dios, queda finalmente degradado en la esencia de su ser. En la
lucha por la familia está en juego el hombre mismo. Y se hace evidente que, cuando se niega
a Dios, se disuelve también la dignidad del hombre. Quien defiende a Dios, defiende al
hombre”. (BENEDICTO XVI, Discurso a la Curia Romana, 21 de diciembre de 2011).
10
BENEDICTO XVI, Discurso a una delegación de la Fundación para la Investigación y el
Diálogo Interreligioso e Intercultural, 1 de febrero de 2007. (La cursiva es mía).
11
BENEDICTO XVI, Discurso a los Diplomáticos de los países de mayoría musulmana y a
exponentes de las comunidades musulmanas en Italia, 25 de septiembre de 2006.
12
BENEDICTO XVI, Discurso a la Curia Romana, 21 de diciembre de 2011.
7
Benedicto XVI, como no podía ser de otra manera, al afrontar la cuestión del
diálogo interreligioso sigue el camino trazado por sus antecesores que no es otro que
el señalado por el documento Conciliar Nostra Aetate 13 . En efecto, el cambio de
perspectiva que significó este documento en la visión de la Iglesia hacia las otras
religiones sigue siendo mantenido por los Pontífices posteriores al Concilio, entre ellos
Benedicto XVI. Por esta razón al detallar las características que hemos encontrado,
veremos que en definitiva siguen la misma visión positiva del documento conciliar.
Otro aspecto interesante es el énfasis que Benedicto XVI coloca en las relaciones
entre judíos, cristianos y musulmanes al interno del diálogo interreligioso. Las tres
grandes religiones monoteístas tienen, en el contexto actual de la sociedad, una gran
responsabilidad y tarea común: la de hacer presente a Dios en el mundo de hoy. Por
ello se debe insistir en todos aquellos aspectos que nos unen, más que en señalar
aquellos que son ocasión de discordia. De una convivencia fraterna entre estas tres
religiones el mundo puede aprender la vivencia de la verdadera paz.
Judíos, cristianos y musulmanes, creen en un Dios único, creador de todos los hombres.
Que judíos, cristianos y musulmanes redescubran uno de los deseos divinos, el de la
unidad y la armonía de la familia humana. Que judíos, cristianos y musulmanes
descubran en el otro creyente a un hermano que se ha de respetar y amar, en primer
lugar para dar en sus tierras el hermoso testimonio de la serenidad y la convivencia entre
los hijos de Abraham. El reconocimiento de un Dios Uno, en vez de ser
13
En el último discurso de su Pontificado dirigido a los Párrocos y Clero de Roma,
Benedicto XVI describió de una manera muy clara e interesante la génesis de este documento.
Cf. BENEDICTO XVI, Encuentro con los Párrocos y el Clero de Roma, 14 de febrero de 2013.
14
BENEDICTO XVI, Discurso con ocasión del encuentro con los Representantes del Clero
y fieles de otras religiones, Viaje Apostólico al Reino Unido, 17 de septiembre de 2010.
8
15
BENEDICTO XVI, Exhortación Apostólica Postsinodal Ecclesia in Medio Oriente, 14 de
septiembre de 2012, 19.
16
BENEDICTO XVI, Discurso a los Diplomáticos de los países de mayoría musulmana y a
exponentes de las comunidades musulmanas en Italia, 25 de septiembre de 2006; Sobre las
relaciones del cristianismo y el Islam en el contexto del diálogo interreligioso pueden verse
también las siguientes intervenciones del Pontífice: Encuentro con los Representantes de la
Comunidad Musulmana de Camerún. Saludo del Santo Padre, Viaje Apostólico a Camerún y
Angola, 19 de marzo de 2009; Discurso durante el encuentro con el Presidente del
Departamento de Asuntos Religiosos de Turquía, Viaje Apostólico a Turquía, 28 de
noviembre de 2006; Exhortación Apostólica Postsinodal Ecclesia in Medio Oriente, 14 de
septiembre de 2012, 23-24; Exhortación Apostólica Postsinodal Africae Munus, 19 de
noviembre de 2011, 94.
9
o práctica entre las religiones hasta una etapa más profunda que implica el estudio de
las cuestiones formales (o teológicas) propias de cada religión. Así lo explica
claramente el Santo Padre en el discurso de fin de año a la Curia Romana del año 2012:
Este diálogo de las religiones tiene diversas dimensiones. Será en primer lugar un simple
diálogo de la vida, un diálogo sobre el compartir práctico. En él no se hablará de los
grandes temas de la fe: si Dios es trinitario, o cómo ha de entenderse la inspiración de
las Sagradas Escrituras, etc. Se trata de los problemas concretos de la convivencia y de
la responsabilidad común respecto a la sociedad, al Estado, a la humanidad. En esto hay
que aprender a aceptar al otro en su diferente modo de ser y pensar. Para ello, es
necesario establecer como criterio de fondo del coloquio la responsabilidad común ante
la justicia y la paz. Un diálogo en el que se trata sobre la paz y la justicia se convierte
por sí mismo, más allá de lo meramente pragmático, en un debate ético sobre la verdad
y el ser humano; un diálogo acerca de las valoraciones que son el presupuesto del todo.
De este modo, un diálogo meramente práctico en un primer momento se convierte
también en una búsqueda del modo justo de ser persona humana. Aun cuando las
opciones de fondo en cuanto tales no se ponen en discusión, los esfuerzos sobre una
cuestión concreta llegan a desencadenar un proceso en el que, mediante la escucha del
otro, ambas partes pueden encontrar purificación y enriquecimiento. Así, estos
esfuerzos pueden significar también pasos comunes hacia la única verdad, sin cambiar
las opciones de fondo. Si ambas partes están impulsadas por una hermenéutica de la
justicia y de la paz, no desaparecerá la diferencia de fondo, pero crecerá también una
cercanía más profunda entre ellas17.
Este tipo de diálogo [el diálogo interreligioso] necesita llevarse a cabo en distintos
niveles y no se debería limitar a discusiones formales. El diálogo de vida implica
sencillamente vivir uno junto al otro y aprender el uno del otro de tal forma que se
crezca en el conocimiento y el respeto recíproco. El diálogo de acción nos reúne en
formas concretas de colaboración, y aplicamos nuestra dimensión religiosa a la tarea de
la promoción del desarrollo humano integral, trabajando por la paz, la justicia y la
utilización de la creación. Este tipo de diálogo puede incluir la búsqueda conjunta de
maneras de defender la vida humana en todas sus etapas y también la manera de asegurar
que no se excluya de la vida social la dimensión religiosa de individuos y comunidades.
Después, en el ámbito de las conversaciones formales, existe no sólo la necesidad de
coloquios teológicos, sino también la de compartir nuestra riqueza espiritual, hablando
sobre nuestra experiencia de oración y contemplación y expresando la alegría mutua del
encuentro con el amor divino…18
17
BENEDICTO XVI, Discurso a la Curia Romana, 21 de diciembre de 2011.
18
BENEDICTO XVI, Discurso con ocasión del encuentro con los Representantes del Clero
y fieles de otras religiones, Viaje Apostólico al Reino Unido, 17 de septiembre de 2010.
10
6. Basado en la verdad
La fe religiosa presupone la verdad. El que cree busca la verdad y vive según ella.
Aunque el medio por el cual comprendemos el descubrimiento y la comunicación de la
verdad en parte es diferente de religión a religión, no debemos desalentarnos en nuestros
esfuerzos por dar testimonio de la fuerza de la verdad (…) La verdad debe ser ofrecida
a todos; está destinada a todos los miembros de la sociedad. Arroja luz sobre los
fundamentos de la moralidad y de la ética, e infunde en la razón la fuerza para superar
sus propios límites a fin de dar expresión a nuestras aspiraciones comunes más
profundas. Lejos de amenazar la tolerancia de las diferencias o la pluralidad cultural, la
verdad posibilita el consenso, hace que el debate público se mantenga razonable,
honrado y justificable, y abre el camino a la paz. Promoviendo el deseo de obedecer a
la verdad, de hecho ensancha nuestro concepto de razón y su ámbito de aplicación, y
hace posible el diálogo genuino de las culturas y las religiones, tan urgentemente
necesario hoy19.
19
BENEDICTO XVI, Discurso con ocasión del encuentro con las Organizaciones para el
Diálogo Interreligioso, Peregrinación a Tierra Santa, 11 de mayo de 2009.
11
que, aunque discrepen mucho de los que ella mantiene y propone, no pocas veces
reflejan, sin embargo, un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres»
Con eso no se quiere señalar el camino del relativismo o del sincretismo religioso. La
Iglesia, en efecto, «anuncia y tiene la obligación de anunciar sin cesar a Cristo, que es
“camino, verdad y vida” (Jn 14, 6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la
vida religiosa, en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas». Sin embargo, esto no
excluye el diálogo y la búsqueda común de la verdad en los diferentes ámbitos vitales,
pues, como afirma a menudo santo Tomás, «toda verdad, independientemente de quien
la diga, viene del Espíritu Santo»20.
Esta oración pide también a Dios el don de ver en el otro a un hermano que debe amar,
y de reconocer en la tradición en que él vive un reflejo de esa Verdad que ilumina a
todos los hombres (Nostra Aetate, 2). Por eso conviene que cada uno se sitúe en la
verdad ante Dios y ante el otro. Esta verdad no excluye, y no comporta una confusión.
El diálogo interreligioso mal entendido conduce a la confusión o al sincretismo. No es
este el diálogo que se busca21.
20
BENEDICTO XVI, Mensaje para la XLIV Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2011,
11.
21
BENEDICTO XVI, Discurso en ocasión del encuentro con los Miembros del Gobierno,
Representantes de las Instituciones de la República, el Cuerpo Diplomático y Representantes
de las principales Religiones, Viaje Apostólico a Benín, 19 de Noviembre de 2011.
22
BENEDICTO XVI, Discurso a los participantes en la X Asamblea Plenaria del Consejo
Pontificio para el Diálogo Interreligioso, 7 de junio de 2007.
12
Como podemos apreciar, al insistir en este punto el Papa Ratzinger sigue la línea
de sus antecesores. No obstante lo anterior, resulta interesante la acotación que señala
en el ya citado discurso a la Curia Romana del 21 de diciembre de 2012. En él el Santo
Padre vuelve a señalar el objetivo del diálogo que venimos hablando, pero lo explica
de tal modo que quede claro que el hecho de buscar un mayor conocimiento mutuo,
implicará un camino común hacia la verdad y en ella hacia la unidad. Dada la
importancia y claridad de las palabras del Pontífice citaremos el pasaje completo, si
bien resulte algo extenso:
Hay dos reglas para la esencia del diálogo interreligioso que, por lo general, hoy se
consideran fundamentales:
Estas reglas son justas. No obstante, pienso que estén formuladas demasiado
superficialmente de esta manera. Sí, el diálogo no tiene como objetivo la conversión,
sino una mejor comprensión recíproca. Esto es correcto. Pero tratar de conocer y
comprender implica siempre un deseo de acercarse también a la verdad. De este modo,
ambas partes, acercándose paso a paso a la verdad, avanzan y están en camino hacia
modos de compartir más amplios, que se fundan en la unidad de la verdad. Por lo que
se refiere al permanecer fieles a la propia identidad, sería demasiado poco que el
cristiano, al decidir mantener su identidad, interrumpiese por su propia cuenta, por
decirlo así, el camino hacia la verdad. Si así fuera, su ser cristiano sería algo arbitrario,
una opción simplemente fáctica. De esta manera, pondría de manifiesto que él no tiene
en cuenta que en la religión se está tratando con la verdad. Respecto a esto, diría que el
cristiano tiene una gran confianza fundamental, más aún, la gran certeza de fondo de
que puede adentrarse tranquilamente en la inmensidad de la verdad sin ningún temor
por su identidad de cristiano. Ciertamente, no somos nosotros quienes poseemos la
verdad, es ella la que nos posee a nosotros: Cristo, que es la Verdad, nos ha tomado de
la mano, y sabemos que nos tiene firmemente de su mano en el camino de nuestra
búsqueda apasionada del conocimiento. El estar interiormente sostenidos por la mano
de Cristo nos hace libres y, al mismo tiempo, seguros. Libres, porque, si estamos
sostenidos por Él, podemos entrar en cualquier diálogo abiertamente y sin miedo.
23
BENEDICTO XVI, Discurso en ocasión del encuentro con los Miembros del Gobierno,
Representantes de las Instituciones de la República, el Cuerpo Diplomático y Representantes
de las principales Religiones, Viaje Apostólico a Benín, 19 de Noviembre de 2011.
13
Seguros, porque Él no nos abandona, a no ser que nosotros mismos nos separemos de
Él. Unidos a Él, estamos en la luz de la verdad24.
Hay otro punto sobre el que deseo detenerme. He notado un interés creciente entre los
gobiernos para patrocinar programas destinados a promover el diálogo interreligioso e
intercultural. Se trata de iniciativas encomiables. Al mismo tiempo, la libertad religiosa,
el diálogo interreligioso y la educación basada en la fe, tienden a algo más que a lograr
un consenso encaminado a encontrar caminos para formular estrategias prácticas para
el progreso de la paz. El objetivo más amplio del diálogo es descubrir la verdad. ¿Cuál
es el origen y el destino del género humano? ¿Qué es el bien y el mal? ¿Qué nos espera
al final de nuestra existencia terrena? Solamente afrontando estas cuestiones más
profundas podremos construir una base sólida para la paz y la seguridad de la familia
humana: “donde y cuando el hombre se deja iluminar por el resplandor de la verdad,
emprende de modo casi natural el camino de la paz” (Mensaje para la Jornada mundial
de la Paz, 2006, 3)25.
3. La paz
La relación del diálogo interreligioso con la paz es uno de los elementos que más
se repiten en los discursos que Benedicto XVI dedica al tema que venimos estudiando.
Ya hemos señalado como posible motivo de esta realidad, el contexto histórico que
correspondió a los años de Pontificado de Joseph Ratzinger. Con relación a la paz, el
Pontífice quiere dejar claro que la religión no debe ser motivo de lucha entre los
hombres. En caso de darse violencias motivadas por la defensa de las propias
convicciones religiosas, como lamentablemente se dan y se han dado a lo largo de la
24
BENEDICTO XVI, Discurso a la Curia Romana, 21 de diciembre de 2011. (La cursiva es
mía).
25
BENEDICTO XVI, Discurso en ocasión del encuentro con Representantes de otras
Religiones, Viaje Apostólico a los Estados Unidos de América y Visita a la Sede de la
Organización de las Naciones Unidas, 17 de abril de 2008. La otra afirmación se encuentra en
en: Discurso a los participantes en la X Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para el
Diálogo Interreligioso, 7 de junio de 2007.
14
El mensaje para la jornada mundial por la paz del año 2011 estuvo dedicado todo
él al tema de “la libertad religiosa como camino para la paz”. En él no podía faltar
una referencia a la tarea conjunta que las religiones tienen a favor de la paz:
10. En un mundo globalizado, caracterizado por sociedades cada vez más multiétnicas
y multiconfesionales, las grandes religiones pueden constituir un importante factor de
unidad y de paz para la familia humana…
11. El diálogo entre los seguidores de las diferentes religiones constituye para la Iglesia
un instrumento importante para colaborar con todas las comunidades religiosas al bien
común […] En el año 2011 se cumplirá el 25 aniversario de la Jornada mundial de
oración por la paz, que fue convocada en Asís por el Venerable Juan Pablo II, en 1986.
En dicha ocasión, los líderes de las grandes religiones del mundo testimoniaron que las
religiones son un factor de unión y de paz, no de división y de conflicto. El recuerdo de
aquella experiencia es un motivo de esperanza en un futuro en el que todos los creyentes
se sientan y sean auténticos trabajadores por la justicia y la paz27.
Precisamente con ocasión del 25º aniversario de la célebre jornada por la paz
convocada por el Beato Papa Juan Pablo II, Benedicto XVI dedicó su intervención en
la misma ciudad de Asís al tema de las relaciones entre religión y paz. En él el
Pontífice, como ya dijimos, quiere dejar claro que la violencia no es la verdadera
esencia de las religiones. Por ello quien realice actos violentos en nombre o en defensa
de su propia religión actúa de modo totalmente equivocado.
26
BENEDICTO XVI, Intervención en la Jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz
y la justicia en el mundo, Basílica de Santa María de los Ángeles, Asís, 27 de octubre de 2011.
27
BENEDICTO XVI, Mensaje para la XLIV Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2011,
10-11.
15
de las religiones reunidos en Asís en 1986 quisieron decir – y nosotros lo repetimos con
vigor y gran firmeza – que esta no es la verdadera naturaleza de la religión. Es más bien
su deformación y contribuye a su destrucción28.
Por último citamos las palabras que el Santo Padre dirigió a los miembros del
gobierno de Benín, así como a distintos representantes de las principales religiones de
ese país. Estas palabras destacan por la fuerza con que el Santo Padre defiende la
verdadera naturaleza de la religión en su relación con la paz:
28
BENEDICTO XVI, Mensaje para la XLIV Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2011.
29
BENEDICTO XVI, Discurso en ocasión del encuentro con los Miembros del Gobierno,
Representantes de las Instituciones de la República, el Cuerpo Diplomático y Representantes
de las principales Religiones, Viaje Apostólico a Benín, 19 de Noviembre de 2011; Como
dijimos anteriormente las referencias a la necesidad de la paz en el contexto del diálogo
interreligioso son frecuentes en los discursos del Santo Padre. Otras intervenciones que se
pueden consultar son: Discurso durante la audiencia a ocho nuevos Embajadores, 17 de
diciembre de 2009; Exhortación Apostólica Postsinodal Ecclesia in Medio Oriente, 14 de
septiembre de 2012, 19-28; Exhortación Apostólica Postsinodal Africae Munus, 19 de
noviembre de 2011.
30
Cf. PABLO VI, Carta encíclica Populorum Progressio, 26 de marzo de 1967, 42.
16
plano espiritual, las religiones son las que dan al hombre la respuesta a las preguntas
más importantes de su existencia. Sólo la religión es la que concede al hombre hallar
lo único que puede satisfacer completamente lo que busca su corazón. Decimos que es
sólo la religión, ya que si bien «las ciencias humanas y naturales nos proporcionan
unos conocimientos asombrosos sobre algunos aspectos de nuestra existencia […] aun
así, estas disciplinas no dan, ni pueden, una respuesta a la pregunta fundamental,
porque su campo de acción es otro»31. En esta misma línea la aportación fundamental
de las religiones consistirá en hacer presente a Dios y su voz en un mundo en el que
cada vez se escucha menos claramente32.
31
BENEDICTO XVI, Discurso con ocasión del encuentro con los Representantes del Clero
y fieles de otras religiones, Viaje Apostólico al Reino Unido, 17 de septiembre de 2010. Puede
verse también: Discurso durante el encuentro con el Presidente del Departamento de Asuntos
Religiosos de Turquía, Viaje Apostólico a Turquía, 28 de noviembre de 2006; Discurso con
ocasión del encuentro con las Organizaciones para el Diálogo Interreligioso, Peregrinación
a Tierra Santa, 11 de mayo de 2009.
32
Cf. BENEDICTO XVI, Discurso con ocasión del encuentro con las Organizaciones para
el Diálogo Interreligioso, Peregrinación a Tierra Santa, 11 de mayo de 2009. Puede verse
también: Encuentro con los Representantes de la Comunidad Musulmana de Camerún. Saludo
del Santo Padre, Viaje Apostólico a Camerún y Angola, 19 de marzo de 2009.
33
Cf. BENEDICTO XVI, Discurso a los Miembros de la Asamblea General de las Naciones
Unidas, Viaje Apostólico a los Estados Unidos de América y visita a la Sede de la
Organización de las Naciones Unidas, 18 de abril de 2008.
34
Cf. BENEDICTO XVI, Encuentro con los Representantes de la Comunidad Musulmana
de Camerún. Saludo del Santo Padre, Viaje Apostólico a Camerún y Angola, 19 de marzo de
2009. Puede verse también Exhortación Apostólica Postsinodal Ecclesia in Medio Oriente, 14
de septiembre de 2012, 28.
17
35
BENEDICTO XVI, Discurso en ocasión del encuentro con Representantes de otras
Religiones…, 17 de abril de 2008.
36
BENEDICTO XVI, Carta Encíclica Caritas in Veritate, 29 de junio de 2009, 57.
18
CONCLUSIÓN
A lo largo de estas páginas hemos podido ver de manera rápida y resumida los
principales elementos que caracterizan el tema del diálogo interreligioso en el
Magisterio de Benedicto XVI. Como señalábamos en la introducción se trata de
elementos de una gran profundidad en los cuales se podría ahondar por separado en
orden a extraer todas las riquezas del pensamiento del Santo Padre. Esperamos que
esta visión de conjunto haya podido suscitar ese deseo.
BIBLIOGRAFÍA
ÍNDICE
Introducción ................................................................................................................. 2
Bibliografía ................................................................................................................ 19
Índice ......................................................................................................................... 21