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TEMA-3-FUNDAMENTOS.

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Laura0706

FUNDAMENTOS DEL SISTEMA DE RESPONSABILIDAD


PENAL
1º Grado en Criminología

Facultad de Derecho
Universidad Nacional de Educación a Distancia

Reservados todos los derechos.


No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
FUNDAMENTOS DEL SISTEMA DE RESPONSABILIDAD PENAL

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TEMA 3. EL CONCEPTO ANALITICO DEL DELITO

1. LIMITES DEL CONCEPTO DEL DELITO: LA CLASIFICACION FORMAL DE LAS


INFRACCIONES PENALES EN NUESTRO CODIGO.

Nuestro código penal, hasta su reforma por LO 1/2015, de 30 de marzo, diferenciaba


dos grandes grupos de infracciones penales: delitos y faltas.

El legislador español se había decantado en 1995 por una clasificación tripartita frente
a la bipartita seguida por el código penal de 1973.

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El cambio fundamental se encuentra en que en el nuevo esquema el lugar de las
“faltas” es ocupado por los denominados “delitos leves”.

La base de la actual clasificación la encontramos en el art.13 CP, según el cual:

 Art. 13.1. son delitos graves las infracciones que la Ley castiga con pena grave.
 Son delitos menos graves las infracciones que la ley castiga con pena menos
grave.
 Son delitos leves las infracciones que la ley castiga con pena leve
 Cuando la pena, pueda incluirse a la vez entre las mencionadas en los dos
primeros números de este articulo, el delito se considerara, en todo caso, como
grave. Cuando la pena, por su extensión, pueda considerarse como leve y menos
grave, el delito se considerara, en todo caso, como leve.

Por tanto, las infracciones penales se clasifican en la actualidad en delitos graves,


delitos menos graves y delitos leves, según la gravedad de las penas previstas.

¿Cuál es la transcendencia real de este cambio? No podemos valorar la reforma


introducida ni como meramente normativa ni como despenalizadora: las antiguas
faltas no solo no han sido despenalizadas sino que han sido transformadas en delitos
leves e incluso en delitos menos graves, aumentando considerablemente en algunos
casos las penas aplicables a las mismas.

En otros casos la despenalización de las faltas no ha supuesto que dejen de ser


sancionadas, sino que han pasado a ser ilícitos administrativos

Por último, la reforma no ha supuesto cambio alguno en otros ámbitos.

En todo caso, hay que destacar que desde un punto de vista estructural los tres tipos
de delitos comparten en lo básico los mismos caracteres, por lo que las afirmaciones

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que hagamos en lo sucesivo serán predicables tanto de los delitos graves y menos
graves como de los leves.

2. APROXIMACION AL CONCEPTO ANALITICO DEL DELITO: EL SENTIDO DE LA TEORIA


JURIDICA DEL DELITO.

La moderna ciencia del derecho penal utiliza el pensamiento sistemático como base

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del análisis de la estructura del delito. Los resultados de este proceso analítico
configuran un sistema al que denominamos “Teoría jurídica del delito”. Su estudio nos
va a permitir conocer las características comunes a las distintas clases de infracciones
penales.

Uno de los principales hitos de esta teoría es la sistematización del proceso de


determinación de las situaciones que dan lugar a la intervención de la justicia penal.

Para ello es preciso llevar a cabo una serie de juicios sucesivos mediantes los cuales los
fenómenos asociados al ser humano son decantados progresivamente. El objeto de
este proceso es determinar aquellos a los que según la ley penal vigente es posible

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aplicar una consecuencia jurídica del delito, sea una pena o una medida de seguridad.

La delimitación de las diversas categorías del análisis ha de basarse en criterios


materiales.

Con base en estas consideraciones es posible distinguir cinco categorías que


configuran el concepto analítico de delito:
 Conducta: acción o omisión.
 Tipicidad
 Antijuridicidad
 Culpabilidad
 Punibilidad

Dichos elementos están vertebrados por una relación lógica de carácter secuencial.

PUNIBILIDAD

CULPABILIDAD
RELACION LOGICA

ANTIJURIDICIDAD

TIPICIDAD

ACCION U OMISION

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Para comprender el contenido del delito como un todo y conocer el alcance dentro del
sistema del Derecho Penal de cada uno de sus componentes es preciso que antes
describamos el resto de los elementos que le preceden lógicamente. Del mismo modo,
para comprobar la concurrencia en el caso concreto de uno de ellos, con anterioridad
habremos de verificar que se dan los anteriores.

Como resultado de este análisis estaremos en condiciones de afirmar si a la conducta

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objeto del mismo le corresponde algún tipo de reacción jurídico-penal o no, asi como
su naturaleza y medida.

3. CONCEPTO ANALITICO DEL DELITO Y SUS CARACTERES CONSTITUTIVOS:


EVOLUCION HISTORICA.

3.1. CONCURRENCIA E UNA ACCION O UNA OMISION: LA BASE DE LA


ESTRUCTURA DEL DELITO.

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El primero elemento de la estructura del delito es la concurrencia de una conducta
humana.

Las normas, en su pretensión de influir sobre el comportamiento humano, deben


adaptarse a la naturaleza del mismo. Por ello, al analizar el contenido de las normas,
nos encontramos con que adoptan dos formas diferenciadas: prohibiciones y
mandatos.

Dos tipos de comportamiento humano van a poder ser objeto de regulación jurídico-
penal, acciones y omisiones. Se crea asi un sistema, en principio binario, en el que en el
primer caso un sujeto actúa pese a existir la prohibición de llevar a cabo ese tipo de
acciones; mientras que en el segundo el sujeto no realiza una acción que la norma
ordenaba.

Por ello podemos afirmar que en la base de la estructura del delito, de modo previo a
cualquier valoración sobre su trascendencia jurídica, se sitúa bien una acción, bien una
omisión.

La definición que hagamos de ambas formas de comportamiento va a tener una


influencia capital en el resto de la estructura del delito, puesto que se asienta sobre las
mismas. Precisamente por ello, la delimitación de los conceptos de acción y omisión ha
sido uno de los principales campos de discusión.

El mantenimiento de esta polémica durante décadas ha derivado en una constante


evolución. Nos interesa destacar tres momentos en dicho proceso:

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 A partir de los primeros intentos de definirlas con base en su pretendida
eficacia causal
 Se fraguaron las construcciones ontológicas del finalismo
 Hasta llegar a las últimas versiones normativistas.

Situar las distintas formas de conducta en la base del delito implica que de modo
previo al análisis estrictamente jurídico, “del deber ser”, hemos de determinar cuáles
son las características que definen a acción y omisión en el plano ontológico “del ser”.

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Para concluir este primer contacto con los conceptos de acción y omisión, podemos
señalas que entre las numerosas corrientes de pensamiento, nos vamos a situar en la
de la escuela finalista del Derecho Penal (Hans Welzel). En este sentido podemos
definir la acción como ejercicio de la actividad finalista, mientras que la omisión es la
no realización de una acción finalista cuando se tiene la concreta capacidad de llevarla
a cabo.

3.2. LA ACCION Y OMISION HA DE SER TIPICA: LOS ELEMENTOS QUE


FUNDAMENTAN LO INJUTOS ESPECIFICO DE LA FIGURA DELICTIVA.

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Dada la transcendencia del principio de legalidad en este sector del ordenamiento
jurídico, solo aquellas acciones u omisiones que estén recogidas en las leyes penales o,
con mayor exactitud, que contengan los elementos que fundamentan lo injusto
especifico de una determinada figura delictiva, podrán llegar a ser jurídico-penalmente
relevantes.

A esta cualidad se le llama tipicidad.

En sentido contrario, si no concurre alguno de los elementos que fundamentan lo


injusto especifico de la conducta tipo, la conducta real deberá ser declarada atípica y
nuestro análisis habrá concluido.

El origen de la concepción actual del tipo de lo injusto se encuentra en los trabajos del
penalista alemán Ernst Beling (escuela causalista). Describe un tipo de lo injusto
conformado exclusivamente por elementos objetivos, esto es, externos, dejando el
análisis de la cara subjetiva del delito para el cuarto elemento de la estructura
delictual, la culpabilidad.

De este modo se sentaban las bases de la denominada concepción clásica del delito,
que se caracteriza por el contraste objetivo-subjetivo entre lo injusto y culpabilidad.

Esta concepción entro en crisis y, a partir fundamentalmente de los aportes de la


escuela finalista de Welzel. Se considera que también elementos de carácter subjetivo
forman parte del tipo de lo injusto, entendido como conjunto de elementos que
fundamentan lo injusto especifico de una figura delictiva.

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Pero no solo se ha producido una transformación en la compresión de los elementos

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que integran el tipo de lo injusto, también se ha discutido sobre su existencia como
concepto independiente, proliferando en las últimas décadas las construcciones que
integran tipicidad y antijuridicidad en un único nivel.

Por último, ya desde una perspectiva estructural, con base en el concepto de tipicidad
y si bien cada figura delictiva contiene sus propios elementos típicos, la doctrina ha
elaborado una serie de modelos a los que se acogen las distintas infracciones penales.

3.3. LA ACCION U OMISION TIPICA HA DE SER ANTIJURIDICA: EL JUICIO DE


CONTRARIEDAD OBJETIVA AL ORDENAMIENTO JURIDICO.

Solo cuando la acción u omisión típica sea además antijurídica, esto es, objetivamente
contraria al Derecho (ilícita), podremos hablar de una infracción penal en sentido

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estricto y se abrirá la posibilidad de aplicar una pena o medida de seguridad.

La tipicidad es el fundamento de la antijuridicidad pero, si bien desde una perspectiva


cuantitativa, la mayoría de las conductas típicas son además antijurídicas, no es menos
cierto que existen ciertas situaciones que implican que lo que es típico no sea
antijurídico, sino que sea plenamente lícito, conforme al Derecho.

La explicación se encuentra en que los tipos de lo injusto llevan implícitos mandatos o


prohibiciones cuya vulneración supone la antijuridicidad de la conducta salvo que
interfiera en el recepto permisivo de signo contrario que subyace a las causas de
justificación. En estos casos el comportamiento típico sera conforme al ordenamiento
jurídico.

Podemos citar como causas de justificación la legítima defensa, ciertos casos de


estados de necesidad, el cumplimiento de un deber o ejercicio legitimo de un derecho,
oficio o cargo.

En el caso de que no concurra ninguna causa de justificación, la conducta típica sera


antijurídica.

De lo anterior no hemos de deducir que la antijuridicidad sea un concepto meramente


negativo. Con su análisis también es posible determinar la gravedad del hecho
antijurídico, comprobando la concurrencia de circunstancias agravantes y atenuantes
que puedan suponer una mayor o una menos gravedad de lo injusto.

Dichas circunstancias actuaran como factores de modulación de la pena que se


imponga finalmente.

El concepto de antijuridicidad asi descrito ha sido también objeto de un proceso


evolutivo. En primer lugar, bajo la influencia de la escuela causalista, se mantuvo el
carácter objetivo de sus elementos. Por otra parte, en las últimas décadas se ha

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abierto paso una corriente que engloba ambos caracteres del delito en un único
concepto amplio de tipicidad. De este modos los elementos que configuran las cusas
de justificación pasan a constituirse en auténticos “elementos negativos del tipo”.

Para concluir este apartado señalar que la concurrencia y valoración de la tipicidad y la


antijuridicidad determinaran lo “injusto” del delito, esto es, la gravedad material de la
conducta y el resultado, lo que técnicamente se conoce como desvalor de la acción y
desvalor del resultado.

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3.4. LA ACCION Y OMISION ANTIJURIDICA HA DE SER CULPABLE: EL JUICIO DE
REPROCHE.

La antijuridicidad de la conducta supone por tanto que esta es objetivamente contraria


al ordenamiento jurídico, ilícita; sin embargo, ello no es suficiente para determinar la
aplicación de una consecuencia jurídica del delito, aun es preciso analizar la
culpabilidad de la misma o si es posible y en qué medida es posible reprochársela a su
autor.

La culpabilidad es pues la reprochabilidad personal de la acción u omisión antijurídica.

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Una vez comprobado que el sujeto ha llevado a cabo una conducta no solamente
típica, sino objetivamente contraria al ordenamiento jurídico, es momento de
determinar si es posible reprochársela. Se trata por tanto de un momento de la mayor
trascendencia desde el punto de vista del análisis jurídico-penal. La determinación de
la culpabilidad del sujeto y de la medida de la misma va a suponer un paso decisivo en
la configuración de la necesidad, el tipo y la medida de la posible consecuencia jurídica
a aplicar.

Es en este sentido que se ha formulado uno de los principios básicos del Derecho Penal
moderno, el denominado principio de culpabilidad: “No hay pena sin culpabilidad. La
medida de la pena no puede superar la medida de la culpabilidad”.

Tradicionalmente se señalan tres momentos en la evolución del concepto de


culpabilidad:
 A finales del siglo XIX y principios del XX desde el causalismo se plantea que la
culpabilidad era el nexo psicológico existente entre el individuo y el resultado
delictivo.
Asi entendida, la culpabilidad podía adoptar dos formas:
 El dolo, cuando el sujeto tenía conciencia y voluntad de la producción
del resultado delictivo
 La imprudencia, cuando simplemente había previsto o había podido
prever su producción y no había observado el cuidado al que estaba
obligado.

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La principal característica del modelo causalista se encontraba en que
concentraba en la culpabilidad el análisis de la cara subjetiva del delito,
mientras que reservaba para lo injusto los aspectos objetivos.

 La situación descrita impulso el desarrollo de las denominadas teorías


normativas que consideran que la culpabilidad es un juicio de reproche que se
vincula de forma estrecha a la libertad del individuo de actuar de un modo
distinto al que lo hizo.

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Es decir, es preciso determinar si el autor de la acción u omisión típica y
antijurídica, podía haber actuado de un modo lícito o si por el contrario, no era
libre de hacerlo y por tanto no es posible reprocharle su comportamiento.

 A partir de aquí la discusión toma otros derroteros. La polémica se centra en si


es posible determinar empíricamente si el sujeto podía o no actuar de otro
modo.
Asi, para algunos penalistas la imposibilidad práctica de establecer si el autor
podía haber actuado de otro modo invalida el planteamiento propuesto. Desde
aquí se buscan formulas alternativas, como el pensamiento preventivo.

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En el lado contrario, parte de la doctrina considera que con base en la
posibilidad de comprobar empíricamente aspectos parciales de la capacidad de
actuar de otro modo y con un apoyo normativo podemos fundamentar el juicio
de reproche.

En este sistema nos situaremos en la esfera de las últimas propuestas apuntadas. Y asi,
basaremos el juicio de reprochabilidad en la libertad de la voluntad, solo en parte
empíricamente demostrable, pero elemento básico de nuestra autocomprensión y de
nuestra forma de interactuar con la sociedad. Fundamentaremos la culpabilidad en el
análisis de la capacidad del sujeto de actuar de otro modo.

Diseñado el concepto de culpabilidad, llevaremos a cabo una serie de juicios sucesivos,


los correspondientes a la imputabilidad del sujeto, la conciencia de la antijuridicidad y
la exigibilidad de la conducta.

Dicho proceso estará desde un principio orientado por el objetivo de valorar la


capacidad del sujeto de actuar de un modo distinto. El fin de dicha comprobación sera
determinar la idoneidad de imponer una consecuencia jurídica del delito al autor de la
conducta antijurídica, a la vez que establecer la medida de la misma. Ambas ideas
constituyen las líneas directrices que orientan y dirigen el análisis de la culpabilidad.

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3.5. EL ELEMENTO DE CIERRE DE LA ESTRUCTURA DEL DELITO: LA PUNIBILIDAD.

Una vez que hemos determinado que el comportamiento es reprochable, es preciso


determinar si el legislador opta por aplicar una sanción penal al hecho culpable o si
considera que es más oportuno llevar a cabo alguna limitación o incluso prescindir de
la sanción que ha sido determinada por la gravedad de lo injusto culpable.

Una de las constantes que se repite en los estudios sobre la punibilidad es la de


afirmar la escasa trascendencia practica de las consideraciones que se llevan a cabo en

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esta categoría del delito con respecto a las ya tomadas en las anteriores. Se señala que
son muy pocos los supuestos en los que los resultados obtenidos en el análisis de la
culpabilidad son puestos en entredicho. De ahí que se llegue a concluir que pese a
tener un contenido propio, no es correcto considerar la punibilidad como un carácter
esencia de la estructura del delito.

Estaríamos por tanto ante un elemento estructural pero no esencial del delito.

En la punibilidad se trataría por un lado de tomar decisiones sobre el propio recurso a


la sanción penal. Pero, tampoco en el caso de la punibilidad estamos ante un mero

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concepto negativo. Lejos de ello, en el juicio de la punibilidad también es posible
tomar decisiones sobre la magnitud de la sanción.

Consideraciones político criminales pueden determinar que en una concreta situación


sea conveniente la aplicación de una pena más leve sin que ello suponga una menor
gravedad de lo injusto o de la culpabilidad.

Supuestos de esta naturaleza ya aparecen regulados en nuestro código penal en


atenuantes como las de confesión de la infracción, de reparación del daño, las
dilaciones indebidas u otras análogas.

4. RECAPITULACION: EL CONCEPTO ANALITICO DEL DELITO.

A modo de resumen podemos definir el delito como una acción u omisión típica,
antijurídica, culpable y punible. Dichos elementos están recorridos por una relación
lógica de carácter secuencial, de tal modo que la concurrencia de uno de ellos
presupone necesariamente la de los anteriores.

La base de la estructura del delito está constituida por una conducta. Dicha conducta
puede consistir bien en una acción o bien en una omisión.

Una vez comprobada la concurrencia de una acción o de una omisión, es preciso


determinar si es típica o, lo que es lo mismo, si se dan en ella los caracteres del tipo de
lo injusto de una figura delictiva, elementos que fundamentan lo injusto especifico de

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la misma. Podemos pues afirmar que el delito es una conducta típica, pero no toda

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conducta típica es delictiva.

La verificación de la tipicidad de la acción u omisión sera preciso comprobar la


concurrencia o ausencia de las causas de justificación. El objetivo es establecer si la
conducta típica es antijurídica. Si se dan los elementos de una causa de justificación, la
conducta típica es lícita y no sera posible aplicar consecuencia jurídica del delito
alguna. Con otras palabras: para clasificar un comportamiento como delictivo es
preciso que la conducta no solo sea típica sino antijurídica.

Pero no basta con ello, aun han de concurrir otras características, la siguiente es la
culpabilidad o reprochabilidad. Se trata de un juicio con alto contenido valorativo en el
que, se pretende realizar la igualdad real. En este nivel analizaremos la imputabilidad,

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la conciencia de la antijuridicidad y la exigibilidad de la obediencia al Derecho.

Por último, la estructura del delito se cierra con el análisis de la punibilidad de la


conducta culpable. Se trata de verificar si existe alguna previsión legan por la que por
razones de política criminal se excluya o se rebaje la consecuencia jurídica
determinada para la conducta culpable.

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