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EL DIAGNÓSTICO Y EL PROCESO DE INTERVENCIÓN EN TRABAJO SOCIAL:

HACIA UN ENFOQUE COMPREHENSIVO

Publicado en: Ponce de León, Andrés- Krmpotic, Claudia (coord..) (2012): Trabajo Social Frense.
Balance y perspectivas. Buenos Aires:Espacio.
Mg. Bibiana Travi1

“El buen trabajo crea una demanda de trabajo de idéntica calidad,


ejerciendo así una influencia que permite, al difundirse, modificar
positivamente las condiciones en las que se desarrolla el trabajo social.
Si las autoridades se dan cuenta de que el trabajo minucioso da buenos
resultados, estarán dispuestas a hacer todo lo que esté en su mano,
suministrando más trabajadores sociales, para mantener
estos estrictos criterios de trabajo” (Mary E. Richmond, 2005, p. 424)

Introducción

Como ya se hizo referencia en los capítulos precedentes, en este trabajo asumimos una línea de
pensamiento según la cual, para definir y especificar qué es el Trabajo Social Forense, es necesario
recurrir tanto a la historia del Poder Judicial como a la incorporación de las/os trabajadores sociales,
un nuevo actor institucional con un saber-hacer especializado, a partir del cual se fue configurando
un nuevo campo de intervención profesional.

Ello nos lleva a reconocer la importancia de la reconstrucción de la historia disciplinar o de una “re-
invención de la memoria” (Aylwin, N. – Forttes, A. Matus, T., 2004), de indagar acerca de las
prácticas, saberes, a partir del estudio riguroso de fuentes originales, de investigaciones
bibliográfico-documentales que recuperen la perspectiva de quienes fueron protagonistas en la
consolidación de este campo de intervención.
El análisis del pensamiento, de las obras o del accionar profesional y militante de quienes sentaron
los cimientos de una profesión, es una tarea propia de la historia de la ciencia y en nuestro caso, una
tarea pendiente, urgente y necesaria.

Haremos entonces referencia al lugar central del diagnóstico social en el proceso de intervención y
sus “exigencias” en tanto proceso de conocimiento, de producción de información y herramienta
para la toma de decisiones. Describiremos los aspectos específicos de cada fase y momento y
aspectos comunes a todo el proceso de intervención profesional para luego centrarnos en la Fase
inicial y en el Diagnóstico, teniendo cuenta que todo ello se desarrolla en el marco de procesos más
amplios en el que participamos junto a otros profesionales, como en el caso que nos convoca, el
proceso judicial.
Para su elaboración retomamos la experiencia de tres décadas de experiencia profesional, docente y
de investigación sobre la temática.

1. El diagnóstico social: del enfoque “económico” al diagnóstico “comprehensivo” o


enfoque integral. Breves referencias históricas.

Las primeras formas de conocimiento sistemático sobre la situación de los pobres y como medio
para establecer criterios de acceso a bienes y/o servicios se remonta a las leyes de pobres
(Inglaterra, siglo XV).

11
Docente-investigadora, Universidad Nacional de Luján, Argentina. Bibiana.travi@gmail.com.
1
Para analizar el proceso que se fue desarrollando hasta que el diagnóstico social alcanzara “el
estatuto de técnica social, libre de las convenciones profesionales de gran arraigo, ya sea en los
tribunales, los hospitales o los centros docentes”, Mary Richmond hará un recorrido histórico
resaltando los obstáculos y avances que se fueron realizando desde diferentes campos de
intervención profesional hasta llegar a un enfoque que denominó “diagnóstico comprehensivo”.
(2005, p. 6)

Señala que en sus inicios, el diagnóstico social dio “sus primeros pasos” en el campo de las
instituciones benéficas, y lamenta que haya estado “orientado por economistas o por las ideas que
pregonaban los economistas” imponiéndose así en el siglo XIX, en Inglaterra la “investigación
minuciosa” para el acceso a la ayuda social. Señala que ya en 1823 había sido utilizada por Thomas
Chalmers en Glasgow luego en Alemania en el marco del sistema Elberfed2. En este contexto, y a
pesar de la intencionalidad de Chalmers de “liberar el poder de la autoayuda y la ayuda mutua” la
“investigación minuciosa” sólo atendía a “los aspectos económicos de un ser humano determinado”
haciendo “hincapié únicamente en los recursos provenientes de los ingresos”. Su fin estaba “más
ligado a la represión de las peticiones innecesarias de ayuda pública que a la liberación de
energía, la regeneración de la personalidad o la multiplicación de las oportunidades sanitarias, de
formación o similares” (2005, pp. 7-9).

Un salto sustancial en cuanto al contenido y finalidad del diagnóstico se produce en el seno de la


COS3 de Londres a partir de la iniciativa de “un pequeño grupo de reformistas sociales que, aún
conscientes de la necesidad de regular la prestación de ayuda económica, pretendían
especialmente liberar a las personas afectadas de la ayuda y, con ello, estudiar y sacar a la luz sus
posibilidades latentes”4 (2005, p. 8).
Así refiere que en el año 1869, Octavia Hill, adelantándose a lo que luego realizaría la Asociación
de Ciencias Sociales, realizó “la primera descripción que hemos podido encontrar de
<investigación> en la que la rehabilitación es su razón y objetivo”. Señala así que por primera vez
se toma en cuenta que el ser humano emerge de un entorno social mucho más amplio que lo
económico. En tal sentido es necesario conocer “las pasiones, las esperanzas y la historia de las
personas; cómo pueden sucumbir a la tentación, cuál es el pequeño esquema que se han hecho de
sus vidas, o se harían si se les instara a ello, qué formación han recibido en etapas anteriores de su
vida, cómo motivarles, influirles, enseñarles. Nuestros recuerdos y esperanzas son factores que
influyen más en nuestras vidas de lo que solemos pensar”5.

Estas ideas, llegaron rápidamente a EEUU y entre sus precursoras y críticas de los métodos
imperantes, encontramos a Josephine Shaw Lowell, fundadora de la COS de Nueva York, quien
representará toda una corriente de pensamiento e intervención que rechazó “la investigación como
un fin sí misma sin que se tuviera en cuenta la utilidad que la información podía tener” y a la vez,
sostuvo que su finalidad debía ser aportar elementos para un posterior tratamiento, es decir, “para
proporcionar orientación y conocimiento a lo largo de un extenso proceso de ‘tratamiento’ que
permitiera fortalecer una voluntad debilitada, corregir malos hábitos y desarrollar la
independencia del sujeto” (Ib. p. 10).
Si bien pueden identificarse en la época interesantes desarrollos y reflexiones críticas sobre las
formas de investigación orientadas a la ayuda social, y que tanto las escuelas de formación
profesional como las entidades sociales contribuyeron “al fomento de una técnica conjunta”, Mary
Richmond señala que es fundamentalmente en el movimiento de reforma social, donde se desarrolla

2
Criticará este sistema de la Ley de Pobres de Elberfeld en el cual “se somete al aspirante a la ayuda a un examen tan
minucioso e indagatorio, tan absolutamente inquisidor, que ningún hombre que pudiera evitarle se sometería a él”
Citado por M. Richmnod, 2005, p. 7).
3
Charity Organization Society.
4
Todas las negritas son nuestras.
5
C. E. Maurice, Life of Octavia Hill, p.258, citado en Richmond, 2005, p. 9.
2
y se posibilita su variedad y flexibilidad. Entre otros, señala la importancia de las campañas para el
mejoramiento de la vivienda, la prevención de la tuberculosis, el tratamiento de la discapacidad, las
reformas legales y laborales vinculadas con los niños, la legislación industrial, la defensa del
derecho al ocio y la higiene mental. Fue a partir del éxito alcanzado en términos de reforma social,
junto a la posibilidad de elaborar recursos más variados “capaces de adaptarse a situaciones
individuales”, que se “renovó la importancia del diagnóstico en dichas situaciones”.

De estos movimientos, el más importante para el tema que estamos abordado, es que el que desde
1860 luchó en Boston y luego en Chicago para obtener la libertad condicional para los menores de
edad, la creación de los tribunales, las audiencias separadas y la presencia de magistrados
especializados.
La contribución del diagnóstico social en este campo, consistió sobre todo en la importancia de una
investigación completa para entregar al juez información disponible sobre

“la familia, y sobre otros elementos del entorno del menor, la historia personal del menor en su
hogar, en la escuela, en el trabajo en la calle así como las circunstancias que rodean el suceso
que provocó su comparencia ante el tribunal”. Pero lo más interesante es que “el juez y el
funcionario de libertad condicional determinan juntos si el suceso que provocó la detención
del menor fue accidental, habitual, o susceptible de serlo, si se debe principalmente a un
defecto físico o moral del menor, o si ciertas circunstancias del entorno constituyen un factor
importante, y entonces, analizan el modo de prevenir, de forma permanente la reincidencia”6.

Otro aporte importante se realizó desde el campo de la salud a partir de 1905, con la creación de los
primeros Servicios Sociales Hospitalarios, donde los trabajadores sociales dirigían cursos a médicos
y otros profesionales para facilitarles “una noción más clara de la relación existente entre la salud y
el bienestar social del individuo”( Ib. p. 16).7

Así, el enfoque que incluye, integra y relaciona dinámicamente no sólo los aspectos económicos y
materiales, sino el entorno social (familiar, comunitario, institucional), los aspectos subjetivos,
psicológicos, espirituales en el marco de una situación problema, y que a su vez permite identificar
“los espacios para posibles soluciones” es lo que Mary Richmond denomina DIAGNÓSTICO
COMPREHENSIVO. En inglés, "comprehensive" tiene el significado de exhaustivo, integral,
global, de conjunto, completo8.
En ese momento, el Trabajo Social como profesión emergía como un nuevo campo
profesional/disciplinar, que si bien recibió influencias de otras disciplinas, sin dudas, éstas fueron
modificadas por él. Sin embargo la autora considera en ocasiones, el TS vinculado a la práctica
judicial o clínica se “aleja de sus principios” y ello lo atribuye en parte a que ambos campos
disciplinares, “proyectan una larga sombra; tienen tradiciones propias, una rutina procedimental
característica, una terminología acuñada y un profundo sentido de la solidaridad profesional”, lo
cual es difícil de percibir en el Trabajo Social. El escaso conocimiento que tenían en la época
algunos jueces o médicos acerca rol profesional, acostumbrados a la “obediencia implícita de las
enfermeras” o utilizando a los TS “como chicos de recados o para la realización de una labor
semiburocrática” en los juzgados, impedían visualizar la gran “contribución que estos pueden
hacer a su trabajo profesional a través de la interpretación y autentificación de los hechos
sociales” tendido a incorporarlos “a sus propias tradiciones”.

6
Todas las negritas son nuestras. The Survey, febrero de 1910, p.649. Citado por Richmond, 2005, p. 13
7
Gracias al impulso de Ida Cannon y Richard Cabot.
8
Este enfoque fue retomado y ampliado por las principales representantes de la escuela o “enfoque diagnóstico , entre
ellas, Gordon Hamilton, Florence Hollis, Charlotte Towle y Helen Perlman con el Modelo de Resolución de Problemas.

3
2. Consideraciones generales sobre el proceso de intervención profesional

Como hacíamos referencia en otro trabajo (Travi,B., 2007) “el profesor Di Carlo sostiene que
(2001, pp. 17-23), el Trabajo Social se ha consolidado como una “práctica científica, tanto por su
naturaleza, como por la estructura lógica organizadora de su práctica (…) su pertinencia explicativa
y la confiabilidad operativa de sus criterios de base”. En el mismo sentido, Kisnerman (1988, p.
155) lo considera una “auténtica praxis social”, reafirmando su carácter científico con base en sus
desarrollos teórico-metodológicos, al acervo de conocimientos y a la experiencia acumulada; es
decir, un “saber hacer”, que le dio origen y especificidad”.

El Trabajo social se caracteriza por su intencionalidad interventiva y por una particular forma de
abordaje y relación profesional con sujetos individuales o colectivos afectados por necesidades/
problemas sociales que vulneran sus derechos o afectan su calidad de vida. Se espera que su
accionar sea trasformador, en el sentido de contribuir constructivamente, junto con los sujetos
involucrados, a la resolución de las situaciones problemas sobre las que intervino y al acceso a una
ciudadanía plena o emancipada. Los principios y valores que guían su accionar se enmarcan en los
Códigos de Ética profesional y el respeto irrestricto de los derechos humanos, sociales y culturales.

Más allá de las diferencias entre las diversas propuestas metodológicas, existe en el colectivo
profesional un consenso generalizado: para intervenir y para tomar decisiones es necesario conocer,
y ello se desarrolla a lo largo de un proceso dinámico en cual conocer e intervenir son dos caras de
una misma moneda. Asimismo dicha intervención debe ser fundada y trasformadora.

El Diagnóstico Social, siempre se elabora en el marco de una intervención profesional y según las
circunstancias, dicha intervención puede desarrollarse a lo largo de un proceso más o menos amplio
o profundo. Ahora bien, ¿en qué consiste dicho proceso? ¿Cuáles son sus componentes, fases,
momentos? ¿Podemos hablar de “proceso de intervención” cuando tenemos sólo un encuentro con
el sujeto o familia sobre la cual tenemos que “informar”?. ¿Qué condiciones mínimas son
necesarias para cumplir con los requisitos y exigencias de un diagnóstico social fundado,
comprehensivo y con los objetivos profesionales de transformación? ¿Nuestra intervención en el
campo socio-jurídico puede ser trasformadora? ¿Cuál sería su alcance?

“Intervenir” desde el punto de vista etimológico, quiere decir “venir entre” (Del lat. intervenire)9.
Es un concepto polisémico, utilizado en diversos campos profesionales, cuyo significado hace
referencia a “tomar parte en un asunto”, “interceder o mediar”, hasta “interponer alguien su
autoridad”, “dirigir, limitar o suspender una autoridad el libre ejercicio de actividades o funciones”
o “controlar la comunicación privada”10, etc.
Por su parte, el concepto “intervención”, está formado por tres elementos: el prefijo-inter: entre, el
verbo-venire: venir y el sufijo-ción: acción. A su vez, la raíz indoeuropea del verbo venire significa
“caminar”11.
Esta idea de acción, de interceder, mediar, implica que cuando intervenimos “irrumpimos” en un
proceso cuya finalidad es la de producir un cambio (si no, no tiene ningún sentido). El cambio,
como decíamos, debe estar orientado al mejoramiento de la situación que dio lugar a la
intervención y ello significa modificar la dirección, el rumbo de los acontecimientos.

Este accionar se despliega a través de un conjunto de acciones coherente y organizado, desde un


referente teórico-metodológico, con la finalidad de dar respuesta a una demanda, a una situación
planeada como problema (Rozas Pagaza, M.). Es la “puesta en acto” de la especificidad profesional,

9
Para ampliar ver: Carballeda, Alfredo (2002). La intervención en lo social. Buenos Aires: Espacio
10
Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe.
11
http://erecutimologias.dechile.net/?intervencio.n
4
del saber profesional en respuesta a una demanda. En tal sentido las nociones de “conjunto” y
“proceso” se oponen a la idea de acciones “sueltas” o aisladas (la “visita”, el “informe”).
A su vez, entre el trabajador social y los sujetos, se establece un vínculo profesional, que desde los
autores clásicos es concebido como una relación en la que el éste debe tener un papel activo a lo
largo de todo el proceso de intervención, no sólo por el respeto a sus valores y creencias, sino
porque que de ello depende el éxito de la intervención.

Como decíamos, la intervención se desarrolla a través de un proceso. La noción de proceso


(vocablo de origen latino prosessus: ir antes, avanzarse) “supone un desarrollo concatenado de
acontecimientos o hechos; un devenir o una derivación de algo a partir de sus principios”. En tal
sentido, implica “una idea de temporalidad, de permanencia en el tiempo e incluye alguna
coherencia que lo haga consistente”. (Cortés Morató, J. y Martínez Riu, A., 1996).
A su vez, el término proceso ha sido empleado como sinónimo de modo de actuar u obrar, es decir,
como sinónimo de método o desarrollo del razonamiento.
La contraposición entre la noción de proceso y la de sustancia, permite diferenciar las “filosofías
sustancialistas”, de las “procesualistas” como es el caso del marxismo o las filosofías
evolucionistas12.
Desde la filosofía hegeliana y el marxismo esta noción es entendida como “desarrollo interno de
una realidad o de una serie de acontecimientos que se efectúa a través de la superación de
contradicciones inmanentes. Esta última concepción corresponde a la noción de proceso dialéctico”
(Ibid.). Adherimos entonces a una noción de proceso dinámica y dialéctica e histórica.

A partir de aportes de autores clásicos y contemporáneos13 del Trabajo Social experiencia


profesional y docente acumulada, presentamos una propuesta metodológica, según la cual el
Proceso de intervención se desarrolla fundamentalmente en tres fases: Fase inicial, Fase intermedia
y Fase final.

Fase inicial

Fase
Fase final intermedia

Según diversos diccionarios de la lengua española, el concepto de fase tiene un origen griego
(φάσις, manifestación) y hace referencia a “cada uno de los distintos estados sucesivos de un
fenómeno natural o histórico, o de una doctrina, negocio, etc.”14 o a “cada uno de los estados
sucesivos de una cosa que cambia o se desarrolla” 15. Debido a su capacidad descriptiva, fue y es
utilizado por diversas disciplinas desde la física, la astronomía hasta la psicología evolutiva, la
economía política o la historia16.
12
En la filosofía presocrática, Heráclito es el primer representante de una filosofía basada en la noción de proceso
entendido como devenir fluyente.
13
Tomamos como base el modelo elaborado por C. de Robertis y los aportes de E. Di Carlo, A. Carballeda, N.
Kisnerman, T. Matus, M. Escalada, entre otros.
14
Diccionario de la lengua española - Vigésima segunda edición. Real Academia española.
15
Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe y Copyright © 2011 WordReference.com.
16
En Psicología, Fase oral, fase muscular anal; en el marxismo, fases en el proceso revolucionario, etc.
5
A su vez cada fase se desarrolla en distintos momentos (Del lat. momentum) y considerados como
“lapso de tiempo más o menos largo, que se singulariza por cualquier circunstancia”, “como
porciones de tiempo en relación con otra”, así como “oportunidad, ocasión propicia” o
“circunstancia de Importancia, peso, trascendencia”17.
La concepción del proceso de intervención como totalidad dinámica y dialéctica estuvo presente en
el Trabajo Social desde sus primeras producciones teórico-metodológicas. Sin embargo, “re-
aparece” a fines de los años 80 de la mano de la Planificación estratégica y las perspectivas
constructivistas, para hacer referencia a “los pasos” del proceso de metodológico y como forma de
diferenciarse del concepto de etapa y de la influencia de la planificación tradicional o normativa.
A su vez, en el campo socio-jurídico, nuestra intervención se desarrolla en el marco de un proceso
más amplio, el proceso judicial, en el que participamos junto a otros profesionales, para dar una
respuesta a las situaciones-problema planteadas.
Haremos entonces referencia a los aspectos específicos de cada fase y momento y aspectos comunes
a todo el proceso de intervención profesional para luego centrarnos en la Fase inicial y en el
Diagnóstico.

Aspectos específicos
Fase inicial
Identificación y análisis de la demanda
Identificación y análisis de la situación-problema
Estudio e indagación acerca del sujeto, su entorno (familiar, social, cultural) y la situación planteada
como problema.
Construcción del Problema Objeto de Intervención
Diagnóstico social preliminar

Fase intermedia
Diseño de la estrategia de Intervención para la resolución de problemas (formulación de objetivos,
actividades, recursos, etc.)
Implementación de la estrategia
Seguimiento y evaluación concurrente
Revisión del diagnóstico, ajustes y rediseño de la estrategia de intervención

Fase final
Evaluación de los resultados finales
Finalización y cierre de la Intervención Profesional

Aspectos Comunes para todas las fases

- Papel activo del sujeto en cada fase del proceso intervención


- Establecimiento de un vínculo profesional (o relación asistencial)
- Permanente problematización desde un referente ético, teórico y metodológico
- Despliegue de técnicas e instrumentos de conocimiento e intervención
- Planificación de cada uno de los momentos y fases.
- Permanente contextualización de la situación-problema en contextos más amplios
- Posicionamiento del profesional como actor político.

17
Diccionario de la lengua española - Vigésima segunda edición. Real Academia española.

6
3. La fase inicial y el proceso de elaboración de un Diagnóstico Social comprehensivo

Si nos representamos el proceso de intervención profesional como una espiral donde las
actuaciones profesionales son como eslabones, cada uno necesariamente encadenado al otro, hay
dos momentos claves que caracterizan la intervención del Trabajo Social Forense: la elaboración de
diagnósticos sociales y la presentación de informes.
Es decir que, si el diagnóstico es un momento de apertura, conocimiento, aproximaciones sucesivas
y evaluación preliminar respecto de la situación-problema de un sujeto y de las estrategias a
implementar, el Informe social, en el que se transmiten /comunican sus resultados, es un momento
de cierre de síntesis (aunque siempre provisorio) orientado a la toma de decisiones. En tal sentido,
el Informe, está precedido por una serie de actuaciones profesionales, el despliegue y puesta en
marcha diversas técnicas e instrumentos de conocimiento e intervención. Como dice M. Meza, tiene
un “carácter integrador” del proceso de intervención (2005, p. 71). En el Informe decimos: hasta
aquí, en vista a lo actuado, consideramos que la situación es “tal” y en consecuencia proponemos
“tal cosa”.

a) La fase inicial:

La identificación y análisis de la demanda18 y de la situación-problema

Como el TS interviene con “personas” y no con “problemas” en abstracto, (De Robertis, 2006, p.
124) el inicio de la intervención se concretiza en “el encuentro” con los sujetos.
Este encuentro puede estar precedido de conocimientos previos de la persona/familia/grupo, por
parte del profesional, a través de la lectura de informes, expedientes, historias clínicas, causas
judiciales, o por información transmitida en forma oral por otros profesionales, la familia, vecinos o
allegados.

Ahora bien, este encuentro puede iniciarse de diversas maneras y por diversas razones:

- por una solicitud proveniente de los sujetos afectados por una necesidad/problema;
- a pedido de la institución;
- por derivación de otro colega u otro profesional de la institución, u otras entidades;
- puede darse de oficio, por una orden judicial;
- puede iniciarse por iniciativa del TS que ha identificado alguna necesidad social, situación
conflictiva o problemática;

La forma y el motivo por el cual tomamos contacto con el/los sujetos, es entonces el primer
elemento para el análisis de la demanda19.

La demanda es “una solicitud” formulada por sujetos (a nivel individual, familiar o grupal) o
agentes institucionales y puede consistir en un pedido de ayuda, de asesoramiento, de información,
de intervención, en los más diversos grados de precisión o generalidad. A. Ituarte Tellaheche (1992,
p. 22) las diferencia según las formas que pueden adoptar: “explícita y concreta”, “inespecífica y
ambigua”, puede ser “de tipo material” “o inmaterial”.
Asimismo la persona puede concurrir por propia iniciativa, o la demanda puede ser planteada por un
familiar o allegado con o sin su consentimiento y/o conocimiento.
Su contenido (para que la demanda de lugar a una intervención profesional) debe estar referida a la
existencia de necesidades o problemas sociales.
18
En este ítem retomamos y actualizamos lo planteado en Travi, B. (2001).
19
f. Petición, solicitud o reivindicación: En derecho: Petición o reclamación judicial que se emprende contra alguien: o
Documento en que se ejercitan en juicio una o varias acciones civiles o reclamaciones de un derecho. Diccionario de la
lengua española © 2005 Espasa-Calpe.
7
Una demanda se enuncia a través de un discurso cuyo contenido incluye:

- la evidencia o percepción de un problema o situación adversa


- una interpretación respecto del problema
- un pedido de solución
- Expectativas respecto de la institución/de la acción profesional

Un problema, es para Aylwin de Barros et alt es “toda dificultad que no puede ser resuelta
automáticamente, sino que requiere de conocimiento y acción. Esta dificultad que provoca el
problema nace de necesidades insatisfechas sean estas manifiestas o latentes” (1982, pp. 34-35).
Mientras que un tema o una cuestión es un asunto que se enuncia, de carácter general y abarcativo
(por ejemplo, “los derechos de los niños”), el concepto de “problema” hace referencia a una
“proposición o dificultad de solución dudosa”, o a un “conjunto de hechos o circunstancias que
dificultan la consecución de algún fin”20.
Entre los elementos básicos de su estructura se identifica: una dificultad que es necesario resolver,
que al ser enunciada requiere una solución/respuesta.
Para ello es necesario contar con datos específicos y poner en marcha una serie de procedimientos
metodológicos que varían según el tipo de problema: filosófico, matemático, social, teórico,
empírico, etc.
Mercedes Escalada (2009) sostiene que “el problema científico21 no es lo mismo que el problema
social. Este último puede adquirir las características de problema científico cuando lo abordamos
para hacer su diagnóstico”. Para la autora, el problema social, “es una representación (y como tal
también es una construcción mental) del acontecimiento de hechos empíricos que llama a la
acción, fundamentalmente para intervenir sobre las consecuencias de los hechos –en las disciplinas
sociales los que hacen a la vida en interrelación- para lo cual resulta necesario un conocimiento
específico de esos hechos”.

El proceso de elaboración y el resultado de dicho conocimiento cuya finalidad es orientar la acción


profesional, es lo que denominamos diagnóstico social.
Su construcción es un proceso teórico-práctico, en el que intervienen la experiencia, los saberes
específicos sobre el problema, competencias teórico-metodológicas para su abordaje y el
compromiso profesional. Implica poner en juego diversas operaciones cognitivas e intelectuales
como: conceptualizar, describir, definir, identificar variables, dimensiones, construir indicadores,
analizar, interpretar, etc.
Por lo tanto, es un momento privilegiado de integración teoría-practica, que “permite recuperar las
teorizaciones ya existentes sobre el objeto, ampliarlas y/o rectificarlas; su resultado es un producto
del razonamiento hipotético deductivo que puede desarrollar y fortalecer la teoría como un efecto
adicional. Pero fundamentalmente busca el conocimiento particular para actuar de manera más
precisa sobre las causas o determinaciones que producen la situación” (Ib.).

Esto significa que los problemas, no tienen “vida propia” dado que:

20
Del lat. problēma, y del gr. πρόβληµα: lo puesto adelante – poner adelante, presentar. Real Academia Española ©
Todos los derechos reservados.
21
“El problema científico es una construcción intelectual que se realiza para superar el desconocimiento sobre
determinados objetos (que de este modo se constituyen en objetos de conocimiento) y se diferencia del problema social
porque es, de este modo, un objeto teórico, resultado de interrogantes que encierran un contenido problemático de
desconocimiento; su producto es, en ese sentido, resultado de una actividad casi exclusivamente intelectual, de
reflexión, razonamiento, interpretación e inteligencia mental. Se pretende que ese producto, que es un conocimiento
nuevo, trascienda la particularidad o singularidad de un hecho o situación específicos, para alcanzar una validez más
amplia, objetivo que constituye la utopía del conocimiento general o universal”.
8
• existen en la media que un sujeto los perciba y defina como tales.
• dependen de la construcción del profesional, dado que es quien lo construye, define,
clasifica, explica y evalúa.
• A su vez “cada sociedad en todo instante elabora un cuerpo de problemas sociales
considerados como legítimos, dignos de ser discutidos, publicados, a veces oficializados y,
en cierta forma, garantizados por el Estado (Bourdieu, P. y Wacquant, L.: 1995, p. 178,
cursiva de los autores).

De manera que aquí nos encontramos con tres niveles de interpretación: la del sujeto que plantea la
demanda o está afectado por el problema, la de los profesionales intervinientes (ya sea el que
recibe el caso y/o el que realizó la derivación o formula la demanda), y lo que a nivel social se
concibe como “problema” (por ejemplo hasta hace unos años el castigo físico a los niños e inclusive
a las mujeres, no era un problema sino que se consideraba como una medida correctiva y
disciplinar avaladas legal y socialmente). Una vez enunciado/denunciado, un problema “entra en el
discurso y por tanto en la existencia, como refuerzos de la ideología”, y en tal sentido cumplen un
papel muy importante en la constitución de la subjetividad. (Edelman, M., 1991).

La evidencia de la existencia de un problema por parte de un sujeto o de un gente institucional,


puede ser percibida con alto grado de precisión y claridad o como que “algo no está bien”, que no se
ajusta a las normas o valores de esa persona o grupo.
De manera tal que, cuando un sujeto solicita la intervención profesional, ya ha transitado por un
proceso de elaboración acerca de su situación dado que “los significados desarrollados por los
sujetos activos entran en la constitución práctica (del) mundo” y por eso se trata de un “mundo
preinterpretado” (Giddens, A.: 1987, p. 49, citado por Guber, R.: 1991, p. 75 -paréntesis de la
autora-). Ese “universo de referencia compartido -no siempre verbalizado- que subyace y articula el
conjunto de prácticas, nociones y sentidos organizados por la interpretación y actividad de los
sujetos sociales”, es lo que la autora llama perspectiva del actor22.

Desde ya que los niveles de análisis y de claridad respecto de la situación pueden variar
ampliamente23, pero lo que aquí nos interesa como parte del análisis de la demanda, es el proceso
de elaboración previo a la consulta o entrevista con el profesional en el cual el sujeto:

- ya identificó una situación adversa o problemática,


- tomó conciencia de la dificultad de su resolución y la necesidad de la intervención de un tercero
para resolverlo,
- reflexionó sobre sus factores causales,
- tiene alguna idea acerca de su posible solución
- tiene expectativas respecto de la actuación del profesional y/o la institución a la que acude o que
interviene.

Es un momento privilegiado de interpelación.

22
Tanto el concepto de “persona en situación” como la importancia de la “perspectiva del actor” fueron elaborados a
principios del siglo XX por W.Tomas, Znaniecki y los interaccionistas simbólicos de la Universidad de Chicago
(autores de referencia de las pioneras del Trabajo Social), para dar cuenta que “un hecho social es una combinación
íntima de valores colectivos y actitudes individuales” y del significado “que la acción tiene para el individuo”
(Cambiasso:, 1999, p. 28).
23
Según las características del problema, su gravedad, novedad, cronicidad, la combinación con otros porblemas (una
situación de adicción, sumada a un hecho delictivo en condiciones de pobreza extrema) los recursos internos de la
personal, la capacidad de ponerlos en juego en ese momento, etc.
9
A su vez, el “problema” no sólo es enunciado, sino que “demanda ser atendido”, es decir, se
espera a través de su enunciación hallar una solución. Para ello las personas consultan profesionales
o acuden a instituciones especializadas, en las cuales depositan su confianza o construyen
expectativas respecto de su resolución. Y para que se produzca un mejoramiento o solución de la
situación, debe necesariamente producirse algún cambio en las actitudes, percepciones, conductas,
en el medio, en relación a los recursos u otros.

Como plantea Wainstein, M. (2000, p. 17), la posibilidad de cambio de una situación es


proporcional a su posibilidad de enunciación, de hacerse público, “de crear un movimiento de
implicación y debate que cuestione rutinas y conformidades, incite a mostrar los antagonismos y
favorezca el desarrollo y autonomía de un conflicto que será su motor. Un individuo que hace
público su conflicto de ideas, una pareja o familia que comparte su problema (…) eso es una
consulta.”
Para que se produzca un cambio, tiene que haber crisis, incomodidad, conflicto o rupturas en los
sistemas de creencias, de percepción, de conducta.
De manera que cuando las personas “consultan”, no sólo traen una idea respecto de su problema,
sino de sus posibles soluciones y del papel que el profesional o la institución puede jugar.
Estos aspectos son centrales a tener en cuenta para la definición de la situación-problema.

La reflexión sobre “posibles soluciones” al problema o el “pedido de solución” que la persona trae,
está vinculada fundamentalmente con su interpretación acerca de las “causas” que le dieron origen,
con la evaluación de sus recursos internos o externos, con el resultado de otras experiencias
previas (soluciones exitosas o fallidas, positivas o negativas), la experiencia con otros profesionales,
con sus expectativas, con el conocimiento respecto de los recursos institucionales y legales, con el
lugar en que se ubica (como ciudadano de derechos o como “beneficiario”) entre otros elementos.

Otro aspecto sobre el cual es necesario detenerse e indagar en el proceso de diagnóstico, es sobre las
“expectativas” que tienen los sujetos, ya que tiene que ver con la “esperanza de realizar o conseguir
algo”, con la “posibilidad razonable de que algo suceda” o de “conseguir un derecho (…) u otra
cosa, al ocurrir un suceso que se prevé”24. Ya Octavia Hill, Mary Richmond y sus seguidoras nos
advertían que conocer los planes a futuro y los sueños es tan importante como conocer su pasado.
Por lo tanto un aspecto fundamentar a evaluar en esta fase preliminar es porqué la persona cree que
hoy tiene este problema, (un hijo que se droga o cometió un delito), ¿a qué lo atribuye? ¿Cuál cree
que sería la solución? ¿Qué espera de los profesionales o de la institución?

Estudio e indagación acerca del sujeto, su entorno (familiar, social, cultural) y la situación
planteada como problema.

Mary Richmond definió el diagnóstico social como

“la tentativa de realización de una definición lo más exacta posible de la situación y personalidad de un ser
humano que presenta una necesidad social – de su situación y personalidad en relación con otros seres
humanos de los que, de algún modo, depende o que dependen de él, y en relación también con las
instituciones sociales de su comunidad”(418).

Y señaló que un diagnóstico exhaustivo, debe identificar “los indicios de posibles soluciones” que permitan
tomar decisiones, fundamentar, orientar la acción profesional trasformadora y dar lugar a un posterior
tratamiento.
Por lo tanto, el diagnóstico no debe ser, como solemos decir “un listado de calamidades”, sino que debe
reunir tanto los elementos que pueden obstaculizar o incidir negativamente sobre la situación problema,
como los factores positivos, protectores o resilientes:

24
Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe.
10
“su inclusión en el diagnóstico está justificada por el hecho de que al realizar el diagnóstico se debe haber
pensado en el posible tratamiento social desde el primer momento, se ha ido evaluando, en cada fase su
labor, el valor que para el tratamiento tiene cada circunstancia, cada relación humana y cada característica
personal, llegando el momento de recapitularlos” (Ib.).

El diagnóstico es uno de los momentos del proceso de intervención y es sí mismo un proceso


dinámico que “comienza con la investigación, o la recopilación de la evidencia, prosigue con su
análisis crítico y comparación y finaliza con la interpretación y definición de la dificultad social”
(Ib. pp. 35-36) y desde un enfoque global y dialéctico sostiene que existe una “unidad esencial”
entre los tres primeros procesos y el último.

Con respecto a su denominación, la autora considera que es necesario diferenciar los conceptos de
diagnóstico e investigación. Si bien la indagación sobre condiciones sociales es un momento
fundamental del diagnóstico, a su juicio sería erróneo denominar como investigación a la totalidad
de proceso: “la investigación es un elemento del diagnóstico” pero su lugar “es subordinado” (Ib. p.
36).
La ventaja de llamar diagnóstico social a todo el proceso, consiste en que incluye todos los pasos
señalados anteriormente y además hace referencia a su producto/resultado final. Con esta
denominación queda explicitado que se trata de un conocimiento orientado y dirigido al “objetivo
omnipresente de una acción eficaz”. Asimismo, su uso en la medicina le otorga otro elemento
fundamental que es su “limitación temporal” y la dimensión ética ligada a la responsabilidad. La
medicina nos enseña que “la celeridad del diagnóstico aumenta las posibilidades de curación” (Ib. p.
236), la importancia del diagnóstico precoz y sus posibilidades en relación a la prevención. Por el
contrario, un diagnóstico tardío “puede dejar pasar el momento crítico en que le tratamiento
resultaría más eficaz” (Ib. p. 416).
Sin embargo advierte, ningún diagnóstico es definitivo y es nuestra responsabilidad ante la
comunidad es estar atentos a las cambiantes condiciones sociales, a los avances que se van
produciendo tanto en el campo del saber cómo en el de las reformas sociales: “pocas cosas son más
peligrosas que un diagnóstico social que no es revisado con motivo del descubrimiento de nuevos
hechos” (Ib. p. 421).

De manera que este momento de recopilación de información, de indagación deberá tener siempre
un doble propósito: lograr el mayor conocimiento posible e identificar y evaluar los elementos que
van surgiendo en vistas a una futura intervención.
Las preguntas que guían este momento serán: ¿Qué necesito saber acerca de este sujeto/familia?
¿Cuál es y qué características tiene su entorno familiar, social, cultural? ¿Qué características
adquiere , en este caso particular, la situación planteada como problema?.

La investigación científica es una forma particular de producir conocimientos. Varios autores


(Ibáñez, J. 1986; Saltalamacchia, H. 2002; Besse, J. 2000)25 se refieren a ella en relación al origen
etimológico del término. Así plantean, que el mismo proviene del latín üestigo, en el sentido de
“seguir las huellas que deja una presa en el camino”. Por lo tanto, más que ir a “recolectar” los
datos que supuestamente ya existen y están listos a ser captados por el investigador, se trata de un
trabajo de “búsqueda y de una creación en la que nunca el objeto será un ente pasivo expuesto a la
captura definitiva de una mente omnipotente”. (Saltalamacchia, H. 2002, p. 8)
En tanto “proceso de construcción”, requiere explicitar sus supuestos, procesos y procedimientos a
través de los cuales se construyó el problema, se elaboró el diseño, los criterios y fundamentos a
partir de los cuales se seleccionaron e implementaron las técnicas utilizadas, etc. Y ello no sólo es
necesario en pos de la transparencia sino que se convierte en una “precondición para la discusión
fundada y la creencia en sus resultados” (Saltalamacchia, H. 2002, p. 9).
25
Citados en Travi B. 2004.
11
La indagación estará entonces guiada por el conocimiento empírico, la experiencia profesional pero
fundamentalmente por el marco teórico referencial. ¿Qué elementos no puedo dejar de tener en
cuenta o no puedo omitir para elaborar un diagnóstico ante una situación de abuso sexual infantil, o
adolecentes que cometieron delitos graves? La “guía de preguntas” que elaboro para desarrollar la
entrevista surge de las conceptualizaciones, dimensiones, de los indicadores a observar que nos
“dicta la teoría”.
Es decir que vamos construyendo conocimiento sobre un aspecto de “lo real”. Sin embargo, lo real
“no se manifiesta directamente al sujeto, sino mediatizado por una construcción teórica desde donde
se lo interroga” (Guber, R. 1991, p. 63). En tal sentido, es un “recorte epistemológico efectuado por
el investigador” (Escolar, C. 2000, p. 183). Así, los marcos teóricos serán las herramientas por
excelencia para problematizar lo real, desnaturalizar lo naturalizado, lo “dado”. Desde esta
perspectiva, la práctica teórica es entendida como una forma de práctica social, que revierte en
explicaciones y por ello en cierta medida, en la modificación de lo real (Guber, R. 1991, p. 58). Y
como toda práctica científica, requiere una “permanente vigilancia de las operaciones
conceptuales”.
Por lo tanto, coincidimos con el planteo realizado por Besse, J. (2000, p. 99) cuando afirma que
“bajo el rótulo de estrategia teórico-metodológica se describe una particular puesta en relación de
la teoría y la técnica en el proceso de captura de lo real.”

La observación, la entrevista con los sujetos, el registro y la historia social, serán las técnicas e
instrumentos privilegiados en este proceso (tema que no es posible desarrolla en este trabajo)26.

Es este primer momento, además de las primeras entrevistas con la persona y sus familiares o
allegados más próximos, es fundamental recurrir a fuentes “externas”, es decir otros familiares,
vecinos, empleadores y/o agentes institucionales que pueden aportar información y eventualmente
participar en el tratamiento o proceso de intervención propiamente dicho.
Observamos que esta cuestión en la actualidad es sumamente descuidada. En algunos casos por
“falta de tiempo”, por cuestiones de “inseguridad” o por considerar invasivo avanzar en un proceso
de indagación más allá del núcleo cercano a la persona.
A este tema, Mary Richmond le dedica nueve capítulos en su obra Diagnóstico Social, donde
aborda cuestiones teórico- metodológicas y éticas, recorriendo minuciosamente el modo de abordaje
de cada una de las fuentes externas, las ventajas y desventajas de su utilización y establece siete
principios básicos para su selección elaborados en base a la sistematización de 2.8000 casos y
10.871 fuentes estudiadas (2005, p.174). Entre las fuentes que analiza se encuentran los parientes,
las fuentes médicas, la escuela, los empleadores y otras fuentes laborales, documentos, el
vecindario, las entidades sociales, otras fuentes como funcionarios, colectividades, empresas, a lo
que agrega una última consideración sobre “los diferentes medios de comunicación con las fuentes
externas y los usos que de ellos pueden hacerse” (2005, p. 371)27.
Pero lo que interesa destacar aquí es la importancia de abrir la mirada, “para ir más allá de la
estrecha visión que el cliente tiene sobre su situación, así como del reducido círculo de nuestras
propias predisposiciones y procedimientos preferidos”. La autora reflexiona sobre la utilización
mecánica o automática de las fuentes, sin una previa evaluación de su utilidad, lo cual menoscaba la
calidad y posibilidad de comprensión global del caso: “La ruptura de la rutina saca a la luz nuevas
fuentes; pero uno debe familiarizarse con cierta rutina antes de tratar de ser original. Y una vez
que se domina la rutina, debe ser criticada y revisada periódicamente” (2005, p. 175).

26
Para ampliar ver: Travi, B., 2006.
27
Se refiere en particular a las cartas, las llamadas telefónicas, el uso del telégrafo, los formularios, expedientes, realiza
sugerencias y advertencias sobre su forma de redacción y utilización.

12
Construcción del Problema Objeto de Intervención
Toda solución es producto de un complejo proceso de interpretación y toma de decisiones, y el paso
previo de toda toma de decisiones, consiste necesariamente en la construcción/definición del
problema a resolver.

Si consideramos los problemas como construcciones, su definición es el resultado de luchas por la


hegemonía de la explicación. En su definición entra en juego, el “valor social” de la palabra de los
sujetos involucrados (mujeres, niños, “pobres”) y de los profesionales.

Entonces un problema objeto de intervención (al igual que un objeto de conocimiento) es “una
relación construida teóricamente y en torno a la cual se articulan explicaciones acerca de una
dimensión de lo real” (Guber & Rosato: 1986, 6; citado en Guber, R. 1991, p. 64), es decir, como
una “relación problemática no evidente, hipotetizada por el investigador”; y si coincidimos en que
“lo real nunca tiene la iniciativa puesto que sólo habla cuando se la interroga” (Bourdieu, P. et. al.
1994; 55), serán entonces los marcos teóricos los que guiarán al investigador / trabajador social, en
la tarea de problematizar, introduciendo preguntas sobre lo que sucede y convirtiendo en problemas
de investigación / intervención situaciones aparentemente intrascendentes. Asimismo, es el bagaje
teórico el que también permite alejarnos, establecer una cierta distancia con el objeto empírico, y
como resultado de este proceso, construir nuevas relaciones.
Por lo tanto, “para iniciar la construcción del objeto de investigación” (y de intervención) “es
necesario explicitar y sistematizar los supuestos teóricos y explicitar los supuestos del sentido
común (Ib. p. 66; negrita de la autora).

Si un “objeto” hace referencia al sobre qué una disciplina o ciencia basa su hacer, el problema
objeto de intervención, será una construcción a partir de la cual definiremos sobre qué y cómo
intervenir (tema que retomamos en el punto siguiente).

A nuestro juicio, el aporte más importante al respecto fue realizado por Helen H. Perlman (EEUU.
1906-2004) en su obra El Trabajo Social Individualizado28 en la cual a partir de su vasta
experiencia profesional y docente elaboró un Modelo de intervención basado en “el proceso de
solución de problemas”.
Toma como principales referencias teórico-filosóficas el pragmatismo, el interaccionismo simbólico
y la Teoría del yo, con particular atención en identificar cómo el ego desarrolla las habilidades y las
estrategias que permiten la adaptación al ambiente social, entendiendo la “adaptación” en términos
de John Dewey y George Mead, como el proceso de aprendizaje continuo y permanente cambio, en
un contexto social que se modifica constantemente, en una relación dialéctica y de influencias
recíprocas entre individuo y sociedad. Para la autora, el proceso denominado Trabajo social
individualizado, “consiste en una transacción progresiva” entre el profesional y el sujeto.
“Comprende una serie de operaciones de resolución de problemas integrados en una relación
significativa”, agregando que el fin del proceso está contenido en sus medios”, es decir, que el
Trabajo Social interviene arbitrando todos los medios necesarios para fomentar la eficacia de la
persona, “para afrontar sus problemas, y/o influyendo sobre el problema hasta resolverlo o mitigar
sus efectos”.
Dicho proceso, como toda intervención activa, introducirá “cambios y movimientos en las
situaciones de la vida humana”, por lo tanto sólo podremos comprenderlo si conocemos “la
naturaleza de la persona que se presenta como cliente, la naturaleza del problema que plantea, y la
naturaleza del lugar en que se pueden hallar los medios de resolver el problema”. Esto se produce
“al mismo tiempo”, considerando dichos elementos como una “totalidad, que difiere de la suma de
los elementos porque entre ellos existe una verdadera interacción”.

28
, publicada en 1960 con el título de Social Casework , Universidad de Chicago, y editado en español en 1980.
13
Diagnóstico social preliminar (o evaluación diagnóstica preliminar)

Mary Richmond introduce en el Trabajo Social una perspectiva según la cual la “comprensión” del
sujeto y su medio, como la “acción” sobre ellos, se interpenetran recíprocamente, y es la capacidad
de combinarlas, desde una perspectiva dinámica e integradora y en una relación comunicativa,
reflexiva-dialógica, lo que le da su especificidad profesional.

Uno de los autores que más ha indagado al respecto fue el profesor Di Carlo y sin dudas, sus obras
La comprensión como fundamento del servicio social y Bases de la Metodología del Servicio
Social, son un aporte fundamental para el desarrollo de las bases científicas del trabajo social. Esta
perspectiva comprensivista es nuestro sello de origen que aún, afortunadamente perdura.

Como ya hicimos referencia, el planteo de Mary Richomnd, fue retomado por sus seguidoras.
Gordon Hamilton, amplía la noción de “hombre en su ambiente”29 proponiendo el de "persona-en-
situación”, basándose en el concepto de realidad psicosocial. Sostiene que las dificultades
presentes en las personas para afrontar sus problemas tienen relación con el entorno social de la
misma, más que con los disturbios de la personalidad o las condiciones patológicas del sujeto. Por
ello, la modificación de las situaciones individuales y del medio social deben ser simultáneas.
A su vez, el estudio, el diagnóstico y el tratamiento son concurrentes y están relacionados de
manera que “la división arbitraria del proceso del Trabajo Social de Caso en etapas es un método
intelectual para ayudarnos a comprender la naturaleza del proceso total” (Hamilton, 1992, p. 220).
La autora sugiere una interesante diferenciación entre diagnóstico y evaluación. El diagnóstico
refiere a la comprensión del significado de la demanda y de la situación problema que plantea el
sujeto, mientras que la evaluación diagnóstica, a la “comprensión del funcionamiento de la persona
con respecto a su problema y la utilización de los recursos tanto externos como internos”. “Tanto el
diagnóstico como la evaluación son opiniones profesionales” (Ib. p. 221), “dos modos
complementarios de interpretar el significado de un caso”, producto de una conjunción de
conocimientos teóricos sobre el funcionamiento social, la estructura del carácter, los aspectos socio-
económicos, culturales, educativos, religiosos, etc.
Así, el análisis de los datos, la elaboración de deducciones, inferencias e hipótesis que realiza el
profesional es lo que llamará “juicio de diagnóstico”30.

Al igual que las representantes de este enfoque, pone el énfasis en el diagnóstico como proceso
reflexivo que incluye tanto al trabajador social como a los sujetos, como “proceso del pensamiento
dirigido a la naturaleza del problema y sus causas”. “Es un intento real, meditado, franco y
‘científico’ de comprender la necesidad actual del paciente, que representa siempre la formulación
de una persona en determinada situación, incluyendo relaciones interpersonales”. Por lo tanto, es
fundamental “la versión subjetiva de la situación” expuesta por los sujetos, ya que el significado
que tiene para él la situación, es lo que da inicio a la intervención, “porque desde el momento en
que el trabajador social acepta su modo de sentir y le demuestra su particular interés, ya se
establece una relación inicial” El profesional debe poner todo su empeño en “deducir de esa
historia el más completo significado” (Ib. pp. 220-222).

Por otra parte, la evaluación “implica una capacidad disciplinada para formular juicios sociales”.
Tanto el diagnóstico como la evaluación son la base para logra una intervención eficaz, y es allí
donde se vislumbra el “compromiso profesional de ayudar al cliente en cuanto sea posible” (Ib. p.
223-4).

29
Desarrollado por Edward Thomas (1867-1948) que señala que detrás de cada problema hay intolerables
condiciones de vida que están más allá del control de los individuos y estas son las que más influyen en el problema.
30
Comillas de la autora.
14
Desde una perspectiva totalizadora, considera que el diagnóstico “es una configuración o Gestalt”,
un todo que incluye no sólo comprender que sucede sino también intervenir eficazmente. “La
configuración total se compone de la interacción del individuo con su medio (persona en su
ambiente), un todo de partes interdependientes” (Ib. p. :225).
El elemento indispensable que lo hace típico, es que debe haber un “problema social” (Ib. p. 225).
Tanto la comprensión de un ser humano, como establecer los factores causales que conducen a una
situación problema es una tarea sumamente compleja, por ello “el diagnóstico no pretende
aplicarse a verdades últimas sino a hipótesis prácticas de trabajo” (Ib. p. 226). Nos advierte del
peligro de establecer relaciones de causalidad lineales, unidireccionales, esquemáticas y sugiere que
debemos avanzar en un proceso de “esbozo de inferencias objetivas” que se inicia con “las primeras
entrevistas y observaciones y continúa a través de todo el tratamiento”. Lo fundamental es tener
claridad respecto de qué es lo que hay que saber, conocer o tomar en cuenta ya que ningún
“diagnóstico es completo”. Por lo tanto, debe revisarse, ampliarse o modificarse.
Retomando la noción de Richmond como “operación de suma y resta”, refiere a la evaluación como
“una balanza que pesa capacidades y las obligaciones, la fuerza y la debilidad, las actuaciones
constructivas y las destructivas” (Ib. p. 240). Pero la evaluación tampoco culmina con el
diagnóstico, las anotaciones y el registro cuidadoso del proceso y todas las observaciones de los
progresos, de las dificultades son esenciales a lo largo de todo el proceso de intervención.

Por su parte, Helen Perlman31 considera que toda disciplina que se plantee abordar situaciones
problemáticas en vistas a su posible resolución, con la participación activa de los sujetos, debe
necesariamente contar con cierta información relevante, analizar la situación y tomar ciertas
decisiones respecto de las acciones a realizar, más allá de cómo denomine este proceso.
Establece una diferenciación entre el “proceso de diagnóstico” y su “producto”32. Así, el proceso
de diagnóstico consiste en la “tarea mental” de “examinar las partes de un problema atendiendo a
la importancia de su peculiar naturaleza y organización, a las relaciones existentes entre ellas, y
entre ella y los medios de resolver el problema”. “Las conclusiones a que se llega a través de este
proceso”, referidas a la naturaleza del conflicto, a su relación con los objetivos del sujeto, los que él
mismo, el trabajador social o la institución puedan aportar para afrontarlo, “son el producto del
diagnóstico. Para ser algo más que un mero ejercicio intelectual, el diagnóstico debe llevar un “plan
de acción”. Citando a John Dewey afirma que lo que da forma a la tarea de resolución de problemas
es el pensamiento reflexivo (1980, pp. 201-202)33.
De manera que, “en cualquier tarea de resolución de problemas, todos “diagnosticamos” (…).

“<Diagnosticar> como proceso de pensamiento, y <establecer un diagnóstico> como producto de tal


proceso, significan por tanto, asumir la simple pero importante responsabilidad de pensar conscientemente en
lo que sentimos, experimentamos, conocemos, o conocemos a medias, a fin de poder disponer de ello como
orientación para cuanto se tenga que conocer, comprender o hacer más tarde; y decir”<Tal parece ser, de
momento, la naturaleza del problema considerado en su relación con la naturaleza de la persona que desea
ser ayudada para resolverlo, y en cuanto ambas se relacionan con la ayuda que yo (u otras personas) puedo
ofrecerle>” (1980, p. 203).

En la actualidad, Cristina de Robertis, considera la evaluación preliminar y operativa como “síntesis


explicativa” una interpretación de los datos elaborada a partir de los elementos recogidos en el
análisis de la situación, a partir de la cual se formulan hipótesis de trabajo. “El trabajador social
relaciona los diferentes elementos que ha encontrado, tanto en el plano particular como en el plano
general; se dedica especialmente a sacar a luz las interrelaciones entre los diversos factores
(materiales, afectivos, sociales, físicos, intelectuales, de relación) y a comprenderlos en su dinámica
. –se describirán, así las fuerzas internas y externas sobre las cuales podrá apoyarse la intervención,
lo mismo que ls puntos más débiles o menos dinámicos” (2006, pp. 124-125).
31
EEUU,1898-2004.
32
Cursivas de la autora.
33
Primera edición, 1960.
15
Recapitulando entonces lo expresado hasta aquí, hemos partido de la idea que todo diagnóstico es
simultáneamente un proceso de conocimiento y un momento del proceso de intervención
profesional. (AAVV, 2000). En tal sentido, consiste en: un proceso de construcción y producción
de conocimiento34 e información sobre la manera en que determinadas situaciones, necesidades o
problemas sociales afectan la calidad de vida de sujetos individuales o colectivos, o vulneran sus
derechos, basado en el saber teórico-práctico del profesional y en la perspectiva de los sujetos.

Debe apuntar a la comprensión, descripción y explicitación de la situación-problema, dar cuenta de


cómo determinada situación o problema social, su expresión particular y concreta, afecta a esa
persona o grupo, y del contexto más amplio en el que se inscribe.

Dado que su finalidad es orientar la toma de decisiones, debe permitir identificar los espacios
estratégicos para la intervención profesional. Para ello es imprescindible dar cuenta a su vez tanto
de los obstáculos o factores que inciden negativamente sobre la situación-problema, como los
aspectos positivos, factores resilientes o protectores (personales, familiares, vinculares,
institucionales, comunitarios, etc.)

Diagnósticos profundos y rigurosos permitirán no sólo identificar y describir las dificultades


sociales que atraviesan los sujetos, sino que contribuirán a hacer visibles los procesos que generan y
legitiman la desigualdad social.

Todo Diagnóstico incluye descripciones, alguna de las cuales luego se plasman en los Informes
Sociales.

Una descripción es una estrategia discursiva/expositiva, que permite caracterizar “algo” a partir de
su características esenciales. En tal sentido puede hacer referencia a:

- objetos (animados o inanimados): permite determinar las partes, características, propiedades o


atributos de un objeto (forma, dimensiones, ubicación, particularidades, duración, etc). Presenta al
objeto en su apariencia exterior.
- acciones y procesos: demuestra cómo se desarrolla una acción o situación, sus
particularidades, como se va dando en el tiempo.
- espacios físicos: su finalidad no es enumerar los objetos, sino establecer relaciones entre ellos.
Por ejemplo, dar cuenta de un determinado lugar a partir de que elementos encontramos en él, pero
fundamentalmente a partir de como relacionan y se ordenan en dicho espacio físico.

Como plantea Coraggio, toda descripción implica el ordenamiento de un campo de datos a fin de
aprehender ciertos fenómenos (Coraggio; J. L., 1996, p. 91). Tal clasificación implica a su vez, la
aplicación de recursos ordenadores, de criterios de selección y clasificación. Los datos no
constituyen la simple y directa representación de los hechos puesto que su naturaleza instrumental
los caracteriza como construidos por el analista.
Es decir que tanto para indagar, como para describir una situación de “indigencia”, de “abuso”,
“vulnerabilidad social” o una “vivienda precaria”, es ineludible la definición previa de los
conceptos y su desagregación en indicadores35.

34
En el sentido que su resultado, su producto final, aunque siempre en construcción, será un conocimiento nuevo, sobre
esa realidad particular.
35
Es a partir de los indicadores que se establece la prioridad de lo que se deben preguntar/conocer a través de la
entrevista u otras técnicas.
16
Como ya señalamos, la conclusión diagnóstica es un juicio, y como tal es también “un juicio de
valor”. Este es un aspecto que requiere la mayor atención, porque implica, en términos de Escalada,
(2001, p. 31) “una equilibrada mezcla de de información objetiva y la valoración que ella se
merezca” lo cual es sumamente complejo. “La deficiente presencia de valoración conduce al dato
carente de significado. La deficiente información conduce a la calificación prejuiciosa”.

Si los diagnósticos cumplen entonces la función primordial de aportar insumos para la toma de
decisiones, allí radica su potencial transformador, en la posibilidad que las decisiones que se
adopten tomen en cuanta nuestras consideraciones, la evaluación de los aspectos sociales que
implicados en la situación problema y la voz de los sujetos.

En este sentido, a título de ejemplo (y salvando las diferencias), podemos señalar los avances
realizados en el campo de la salud a través de la Clasificación Internacional de Enfermedades
(CIE) y el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV-TR)
Este manual incluye una clasificación categorial no excluyente, basada en criterios con rasgos
definitorios de ciertos trastornos en tanto patrones comportamentales o psicológicos de
significación clínica, y se aplica a las manifestaciones actuales del sujeto.
Ambos surgieron ante la necesidad de confeccionar una clasificación de enfermedades y trastornos
mentales consensuada, con fines de diagnóstico, intercambio de información entre profesionales,
como herramienta para la comunicación a terceros y como sistema de registro para la elaboración
de estadísticas.

Pero ante todo, el DSM-IV es una herramienta de diagnóstico que propone una descripción de la
situación del paciente a través de diferentes ejes preestablecidos. Fue elaborado a partir de datos
empíricos y con una metodología descriptiva.
Sabemos que estas herramientas son objeto de algunos cuestionamientos y que deben ser utilizadas
con extrema precaución dado que son de carácter orientador, nunca definitorio, y por supuesto,
requieren de un saber profesional especializado.

Pero sus ventajas son múltiples. En tanto recuperan el saber teórico-práctico acumulado por
generaciones, y son producto del consenso generalizado de un colectivo profesional, otorgan
legitimidad, “valor social” a la palabra del profesional. Ya no es un trabajador social aislado el que
“cree” que tal niño está en una situación de riesgo, o que tal vivienda es “inhabitable”. Es el saber
acumulado y consensuado de su campo disciplinar el que lo avala. Y la su mirada comprehensiva,
totalizadora, del profesional, lo que le permite establecer diferenciaciones y ponderaciones según
las características del sujeto y del contexto socio-económico-cultural-vincular, en el que se plantea
la situación.

Por su puesto, la construcción de instrumentos de este tipo de esto requiere de un tiempo, de horas
de investigación que debería ser reconocido por las instituciones, ya que sin dudas, el tiempo
invertido en el estudio riguroso de algunos casos y la definición de conceptos y categorías de
diagnóstico, redundará sobre el trabajo posterior: “se realizará con mayor facilidad un buen trabajo
en todos los casos si se efectúa un trabajo minucioso en unos pocos. El trabajo social ha
demostrado que siendo extremadamente riguroso en unos pocos casos, mejoran los criterios de
trabajo en todos los demás” (…) sus inferencias serán más acertadas” (Richmond, 2005, p. 423).
De esta forma no debemos empezara “de nuevo cada vez”. El ejemplo de la psiquiatría es muy
ilustrador: una vez que se acuerda sobe cuáles son las características de en psicótico o un perverso,
se aplican en los diagnósticos (lo cual requiere a su vez, para evitar su uso mecánico, del dialogo
teoría-realidad y una rigurosa vigilancia epistemológica).

En la actualidad, siguiendo con el planteo de Escalada (2001, p.33) , en “cada tipo de


organismo o institución (…) se debería confeccionar una matriz específica para la elaboración
17
diagnóstica” que incluya las “tesis centrales de las teorías explicativas que sirven de orientación o
marco de referencia en relación al objeto del diagnóstico; que se detallen los conceptos y
categorías que a modo de herramientas facilitaran la síntesis diagnóstica; que describa el tipo de
datos que se requieren en función de la realidad empírica sobre la que trabaja” y tome como
referencia los marcos de referencia y los objetivos a lograr según el organismo, institución o
legislación vigente.

Mary Richmond estaba convencida que:


“El buen trabajo crea una demanda de trabajo de idéntica calidad, ejerciendo así una influencia que
permite, al difundirse, modificar positivamente las condiciones en las que se desarrolla el trabajo social.
Si las autoridades se dan cuenta de que el trabajo minucioso da buenos resultados, estarán dispuestas a
hacer todo lo que esté en su mano, suministrando más trabajadores sociales, para mantener
estos estrictos criterios de trabajo” (Ib. p. 424)

Presentación de los resultados del diagnóstico

Como se hizo referencia en los capítulos anteriores, la actuación profesional en el campo socio-
jurídico, constituye una de las modalidades de la participación del saber científico-técnico en el
arbitraje de lo social (Mitjavila, 2009)36, y está basada en un diagnóstico social especializado. Este
constituye una mirada de segundo orden frente a una situación-problema que se somete a juicio
experto. Sus resultados se transmiten a través de un Informe Social, “el texto escrito en el que el/la
Trabajador Social presenta los datos relacionados con la historia social y la situación actual de la/s
persona/s realizando una interpretación y apreciación de los mismos, destinada a fundamentar y
proponer la acción transformadora a partir de los conocimientos científicos” (M. Meza, 2005, p. 72)

La elaboración de informes cumple con dos objetivos: “dar forma” al caudal de información
recopilado y analizado y “comunicar”. En tanto herramienta de comunicación, requiere tener en
cuenta la dimensión estrategia, es decir, la relación entre “el contenido”, “quién informa”, “el
destinatario” y la “oportunidad”.

Ahora bien ¿qué se debe informar? ¿Qué utilidad le damos a toda la información obtenida?
Más allá de la solicitud expresa que se nos haya realizado, o de “los puntos de pericia” indicados, lo
que debemos informar es el “diagnóstico” al que hemos llegado en tanto producto y resultado del
proceso de concomimiento /intervención y evaluación que hemos llevado a cabo.

Si bien es necesario precisar el tiempo, los métodos y procedimientos a través de los cuales se
realizó el diagnóstico (en tanto proceso), es decir, entrevistas en sede o en domicilio, lectura de
expedientes, consulta de fuentes externas, etc., no es pertinente la transcripción de cada una de las
acciones y verbalizaciones de los sujetos, salvo como recurso o estrategia discusiva-explicativa.

Una distinción fundamental que es necesario realizar es entre los “hallazgos” y la exposición del
diagnóstico. Los primeros son “el material en bruto del diagnóstico”, “los datos más significativos”
que se van construyendo, mientras que el diagnóstico “requiere la síntesis o interpretación de estos
factores para obtener el significado psicosocial del caso considerado como un todo” en un
“proceso inferencial continuo” (Hamilton, 1992, pp. 231- 232).

Si retomamos la conceptualización elaborada anteriormente, podemos deducir qué elementos deben


incluirse sintéticamente en un informe en el ítem “diagnóstico”:

- la descripción y explicitación de la situación-problema

36
Citado en Proyecto editorial Completar.
18
- cómo dicha situación o problema social, en su expresión particular y concreta, afecta a esa
persona o grupo,
- el contexto más amplio en el que se inscribe,
- los obstáculos o factores que inciden negativamente sobre la situación-problema, como los
aspectos positivos, factores resilientes o protectores (personales, familiares, vinculares,
institucionales, comunitarios, etc.)
- una propuesta de acciones a seguir, medidas a tomar
- En todos los casos debe estar contemplada la visión del sujeto.

Según el grado de conocimiento podemos presentar hipótesis sobre factores causales de dichas
situaciones.

Toda la información restante, que no sea pertinente develar en función del objetivo de trabajo, debe
conservarse en la Historia Social en vistas a su posible utilidad a futuro. Una Historia Social
elaborada por el profesional para cada caso, que cuente con un registro riguroso de todo el proceso
de intervención y que no debe confundirse con el “expediente”.

Para finalizar…

Como señalamos al inicio, nuestra intervención en el campo socio-jurídico se desarrolla en el marco


de un proceso más amplio, el proceso judicial, en el que participamos junto a otros profesionales,
para dar una respuesta a las situaciones-problema planteadas. Presentamos las fases y momentos del
proceso de intervención haciendo sólo referencia al lugar del diagnóstico en la fase inicial y algunas
reflexiones sobre la posibilidad de una intervención transformadora en el ámbito judicial.

Llegado este punto, somos conscientes de todo lo que queda pendiente para realizar una exposición
completa del diagnóstico social, que incluya las dimensiones epistemológicas, teórico-
metodológicas, técnico-instrumentales, operativas y sus implicancias ético políticas. Ello requeriría
varios centenares de páginas.
Por ello, hemos puesto el énfasis en su lugar en el proceso de intervención, en sus características en
tanto proceso y producto, en su potencial transformador, rescatando la perspectiva dinámica,
totalizadora, ecológica, multifactorial y comprehensiva que es nuestro sello de identidad y el legado
más importante del enfoque desarrollado por nuestras precursoras. Tenemos entonces el
compromiso de profundizar, actualizar nuestros conocimientos y mejorar nuestras prácticas en pos
de contribuir a la construcción de una ciudadanía plena y emancipada.

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Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud. Décima revisión CIE-10.
Volúmenes 1, 2 y 3. Reimpresión actualizada.

21
Para el glosario
Demanda:
Es “una solicitud” formulada por sujetos (a nivel individual, familiar o grupal) o agentes
institucionales y puede consistir en un pedido de ayuda, de asesoramiento, de información, de
intervención, en los más diversos grados de precisión o generalidad. A. Ituarte Tellaheche (1992:22)
las diferencia según las formas que puede adoptar: “explícita y concreta”, “inespecífica y ambigua”,
puede ser “de tipo material” “o inmaterial”.
Asimismo la persona puede concurrir por propia iniciativa, o la demanda puede ser planteada por un
familiar o allegado con o sin su consentimiento y/o conocimiento.
Su contenido (para que la demanda de lugar a una intervención profesional) debe estar referida a la
existencia de necesidades o problemas sociales.

Una demanda se enuncia a través de un discurso cuyo contenido incluye:

- la evidencia o percepción de un problema o situación adversa.


- una interpretación respecto del problema
- un pedido de solución
- Expectativas respecto de la institución/de la acción profesional.

Ituarte Tellaheche, A. (1992). Procedimiento y proceso en Trabajo Social Clínico. Madrid: Consejo
General de Colegios Oficiales de Diplomados en Trabajo social y Asistentes Sociales - Siglo XXI
Editores de España.

Problema
Un problema, es para Aylwin de Barros et alt “toda dificultad que no puede ser resuelta
automáticamente, sino que requiere de conocimiento y acción. Esta dificultad que provoca el
problema nace de necesidades insatisfechas sean estas manifiestas o latentes” (1982:34-35).

Mientras que un tema o una cuestión es un asunto que se enuncia, de carácter general y abarcativo (por
ejemplo, “los derechos de los niños”), el concepto de “problema” (Del lat. problēma, y del gr.
πρόβληµα: lo puesto adelante – poner adelante, presentar) hace referencia a una “proposición o
dificultad de solución dudosa”, o a un “conjunto de hechos o circunstancias que dificultan la
consecución de algún fin”37.
Entre los elementos básicos de su estructura se identifica: una dificultad que es necesario resolver,
que al ser enunciada requiere una solución/respuesta.
Para ello es necesario contar con datos específicos y poner en marcha una serie de procedimientos
metodológicos que varían según el tipo de problema: filosófico, matemático, social, teórico, empírico, etc.
Mercedes Escalada (2009) sostiene que “el
problema científico no es lo mismo que el problema social.
Este último puede adquirir las características de problema científico cuando lo abordamos para
hacer su diagnóstico”.
Para la autora, el problema social, “es una representación (y como tal también es una construcción
mental) del acontecimiento de hechos empíricos que llama a la acción, fundamentalmente para
intervenir sobre las consecuencias de los hechos –en las disciplinas sociales los que hacen a la
vida en interrelación- para lo cual resulta necesario un conocimiento específico de esos hechos”.

37
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
22
Aylwin de Barros, N.-J. de Barros, M. y Quesada de G. , M- (1981). Un enfoque operativo de la
metodología del trabajo social. (Primera Edición: 1976). Buenos Aires: Humanitas.
Escalada, R. M. (2009). “La problemática del Problema científico y del problema social”. Ficha de
apoyo académico. Carrera de Trabajo Social, Universidad Nacional de Luján.

Diagnóstico Social

Todo diagnóstico es simultáneamente un proceso de conocimiento y un momento del proceso de


intervención profesional. (AAVV, 2000). En tal sentido, consiste en un proceso de construcción y
producción de conocimiento38 e información sobre la manera en que determinadas situaciones,
necesidades o problemas sociales afectan la calidad de vida de sujetos individuales o colectivos, o
vulneran sus derechos, basado en el saber teórico-práctico del profesional y en la perspectiva de los
sujetos.

Debe apuntar a la comprensión, descripción y explicitación de la situación-problema, dar cuenta de


cómo determinada situación o problema social, su expresión particular y concreta, afecta a esa
persona o grupo, y del contexto más amplio en el que se inscribe.

Dado que su finalidad es orientar la toma de decisiones, debe permitir identificar los espacios
estratégicos para la intervención profesional. Para ello es imprescindible dar cuenta a su vez tanto
de los obstáculos o factores que inciden negativamente sobre la situación-problema, como los
aspectos positivos, factores resilientes o protectores (personales, familiares, vinculares,
institucionales, comunitarios, etc.)

Diagnósticos profundos y rigurosos permitirán no sólo identificar y describir las dificultades


sociales que atraviesan los sujetos, sino que contribuirán a hacer visibles los procesos que generan y
legitiman la desigualdad social.
AAVV (2001). El Diagnóstico Social. Proceso de conocimiento e Intervención Profesional. Buenos
Aires: Espacio.

38
En el sentido que su resultado, su producto final, aunque siempre en construcción, será un conocimiento nuevo, sobre
esa realidad particular.
23

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