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I. INTRODUCCIÓN
Así, es sabido que en la práctica suele darse un mal uso a los títulos valores con los
fines antes indicados, a tal punto que por lo general en las operaciones comerciales
que importan un pago a plazos o un plazo diferido para el pago, al momento de
generarse la obligación los clientes, con anuencia de sus proveedores (acreedores),
suelen girar y entregarles cheques y/o letras de cambio con la indicación de que
dichos documentos no sean cobrados, ya que sólo sirven de “garantía” de la
obligación asumida, la misma que se cancelará posteriormente en los términos
convenidos entre las partes.
En este rubro se puede destacar, en primer lugar, el caso de los títulos valores que
han sido creados específicamente para utilizarse o para representar o incorporar
garantías, siendo los principales el warrant, la factura conformada y el título de crédito
hipotecario negociable.
Como quiera que estos títulos valores son emitidos y entregados con los fines
antes indicados, las garantías incorporadas en ellos respaldan o garantizan las
obligaciones derivadas del propio instrumento (salvo el caso del warrant que además
se conecta con el certificado de depósito), y que de no cumplirse la obligación
principal dichas garantías pueden ser ejecutadas conforme a las normas procesales
correspondientes.
Cabe precisar, sin embargo, que –como puede apreciarse con meridiana claridad–
en estos supuestos no son los títulos en sí mismos (warrant, factura conformada o
título de crédito hipotecario negociable) los que sirven o hacen de garantías, sino que
éstas en realidad están constituidas por los bienes, efectos o mercaderías que se
describen o detallan en los referidos documentos, es decir que estos títulos valores
son los instrumentos que contienen o incorporan los derechos reales de prenda o
hipoteca, según el caso, que recaen sobre los mencionados bienes, efectos o
mercaderías.
En este sentido, conviene explicar la distinción con un ejemplo: “A” vende a “B”
cierta mercadería por un precio determinado que se pagará a plazos en diversas
armadas, decidiendo las partes emitir una factura conformada que contiene la
descripción de los bienes materia de la transferencia; tal documento representa el
derecho de crédito consistente en el precio o saldo del precio debido y el derecho
real de garantía prendaria sobre dichos bienes. Esta función de representar la garantía
(prenda) es propia de esta clase de título valor, de modo que teniéndolo “A” en su
poder, lo que tiene es el derecho de cobrar y el derecho de ejecutar la garantía si no
se le paga.
Cosa distinta sería si “A” decidiera, por ejemplo, usar el mencionado título valor
(factura conformada) –que para él representa simultáneamente un derecho de crédito
por cobrar y la garantía del mismo, respecto de “B”– para que, a su turno, tal
documento sirva de garantía de otra obligación que “A” hubiere asumido. ¿Es esto
posible? Supongamos que “A” debe a “C” una cantidad de dinero que se ha
comprometido a pagarle en un plazo determinado, caso en el cual “A” ofrece y
entrega a “C”, en calidad de garantía de esta obligación, el título valor en cuestión
(esto es, el título que fue emitido por “A” en su relación con “B”).
Aunque resulte ocioso, cabe precisar que la norma citada no se refiere a que el
deudor de una obligación emita ex profesamente a favor de su acreedor un título
valor para usarlo como garantía del pago de lo que le debe (como cuando se gira un
cheque o una letra de cambio y se pide que no se cobre, sino que únicamente sirva
de “garantía” del futuro pago de la deuda), ya que en estos casos estaríamos frente a
usos irregulares de los títulos valores como garantías.
De lo que trata el art. 1087 C.C. es del supuesto de que el tenedor de un título valor
emitido o transferido a su favor (por endoso, tradición o cesión), que tiene el derecho
de cobrarlo, no lo hace, sino que lo utiliza como prenda para garantizar el
cumplimiento de una obligación distinta a la que el título se refiere. En otras palabras,
el referido tenedor es acreedor de una obligación que ha dado origen al título y es
deudor de otra obligación que motiva el uso del mismo para garantizarla. Es el caso
del ejemplo que propusimos líneas arriba sobre la factura conformada, y que puede
funcionar también con otros documentos observando las reglas sobre la constitución
de la prenda a que se refiere el art. 1087 C.C., así, por ejemplo, con un cheque,
respecto del cual quien tiene derecho a cobrarlo no lo cobra, sino que lo entrega a un
acreedor en garantía de lo que le debe.
El art. 1087 C.C. no tiene, sin embargo, una feliz redacción; mejor la tuvo el art. 310
del Proyecto para un nuevo Libro Cuarto del Código Civil (ver Maish, Lucrecia “De los
Derechos Reales. Proyecto... Exposición de motivos”, Desarrollo S.A., Lima 1982), pues
carece de precisión y obliga a una aplicación sistemática. En efecto, la primera frase
de dicha norma señala que “si la prenda consiste en títulos valores, éstos deben ser
entregados”. Conviene precisar que aquí se refiere a que la prenda queda constituida
con la tradición o entrega física del documento debiendo constar que la entrega es
sólo en garantía y no en propiedad, y subyace en este caso que la referencia es
únicamente a los títulos valores que se transmiten por esta vía de la tradición, como
son los títulos al portador (por ejemplo, el cheque al portador).
Por último, en esta parte, es pertinente mencionar que cuando se trata de utilizar
como garantías, es decir dar en prenda, títulos valores que a su vez representan o
contienen garantías (caso del warrant, la factura conformada y el título de crédito
hipotecario negociable) es aplicable el artículo 47 L.T.V., según el cual el endoso de
títulos valores que representan derechos reales de garantía transfiere al endosatario
dichos derechos reales y los demás derechos representados por el documento,
agregándose que el endoso en garantía de estos títulos valores se limita a los
derechos distintos a los de la garantía real que represente, y en tal caso la garantía
real representada por el título valor respaldará también la obligación que se garantiza
con dicho endoso. La referencia de esta norma al endoso, la hace aplicable sólo en
relación a los títulos valores a la orden, que son los únicos que se transmiten por dicha
vía.
En este rubro se consignan aquellos casos de títulos valores que no sólo no tienen
como finalidad el haber sido creados para incorporar derechos reales de garantía, sino
que además los títulos en sí mismos son empleados en la práctica comercial
para “garantizar” el cumplimiento de las obligaciones a que el mismo título se refiere
e, inclusive, para respaldar obligaciones no conectadas directamente con dicho título.
Sucede con frecuencia con el cheque y la letra de cambio.
En efecto, caso típico es el ya anotado en la parte introductoria, esto es, el caso del
deudor que al momento de contraer la obligación gira y entrega a su acreedor un
cheque por la suma debida, pero no con la intención de pagar la deuda, puesto que
se entiende pactada a plazos o con plazo diferido, sino únicamente en señal
de “garantía” de que cumplirá con dicho pago en un momento posterior, que
generalmente coincide con la fecha consignada como fecha de emisión del cheque
que, por lo demás, es post-datada.
De aquí surgen varias cuestiones. En primer lugar, la aptitud jurídica del cheque
para ser emitido y entregado en garantía de la obligación dineraria que en el mismo se
consigna. Como quiera que el cheque es por naturaleza un instrumento de pago, tal
aptitud de servir de garantía le viene negada, pues, en efecto, el cheque es utilizado
en el ámbito cambiario en lugar del dinero para efectos de cancelar la obligación y,
por ende, no tiene naturaleza crediticia. La doctrina cambiaria ha sancionado
largamente que quien recibe un cheque recibe dinero, esto es, que quien recibe un
cheque no otorga crédito.
Bajo esta premisa queda claro que un instrumento cuya función es servir de medio
de pago no puede ser emitido y entregado bajo otro concepto; no procede, pues, la
emisión de un cheque y su entrega al acreedor de una obligación para garantizar ésta.
Tal posición ya era recogida desde la anterior Ley de Títulos Valores Nº 16587, cuyo
art. 140, primer párrafo, establecía que “el cheque, como instrumento de pago, no
puede ser... girado, endosado o entregado en garantía”, fórmula que recoge también
la nueva Ley de Títulos Valores Nº 27287 casi en los mismos términos al declarar su
art. 178.1 que “el cheque, como instrumento de pago, no puede ser emitido, endosado
o transferido en garantía”. La sanción legal en caso que el tenedor reciba el cheque en
calidad de garantía, a sabiendas de que la ley lo prohíbe, es la pérdida de los efectos
cambiarios del título en cuestión (art. 178.3 L.T.V.).
Lo propio ocurre con la letra de cambio que, como sabemos, incorpora una orden
de pago y que dentro del sistema comercial funciona a lo mucho como un
instrumento de crédito. Sobre el tema que nos ocupa la doctrina nacional ha acusado
el mal uso o uso irregular de la letra de cambio como garantía, es decir cuando es
aceptada por el deudor con esa condición: que sirva de garantía de lo que debe al
acreedor (ver Beaumont, Ricardo y Castellares, Rolando “Comentarios a la nueva Ley
de Títulos Valores”, Gaceta Jurídica S.A., Lima 2000).
Al respecto, al igual que en el caso del cheque, tanto la anterior Ley de Títulos
Valores Nº 16587 como la actual Nº 27287, permiten el uso de las letras de cambio
para los fines antes indicados, es decir como garantía del cumplimiento de las
obligaciones que en ella misma se consignan. La letra de cambio debe limitarse a
contener la obligación de pagar una cantidad determinada o determinable de dinero
en la oportunidad de vencimiento que se señale en la cambial. Como bien lo anotan
los autores citados, no existe en la legislación ni en la jurisprudencia, la
denominada “letra de cambio en garantía”, aun cuando en la práctica comercial se dé
con suma frecuencia el mal uso antes mencionado. Si, por lo demás, se consigna en el
documento alguna indicación en el sentido de que está sirviendo de garantía, la letra
quedará automáticamente invalidada.
Al igual que en los casos anteriormente referidos en el rubro II sobre usos regulares
o correctos, nada impide, por otro lado, que el tenedor de una letra de cambio que
tiene derecho a cobrar, no lo haga, sino que la entregue por la vía del endoso –en
tanto título a la orden– en calidad de garantía de una obligación de la cual dicho
tenedor es deudor, es decir constituya una prenda sobre ella. Esto es otro tema, y es
perfectamente posible en virtud de lo establecido por el art. 1087 C.C. y por el art. 42
L.T.V.