En la era digital, los videojuegos han emergido como un
fenómeno cultural omnipresente que ha capturado la atención y el entusiasmo de millones en todo el mundo. Detrás de las pantallas resplandecientes y las narrativas envolventes, se encuentra un universo lleno de beneficios que trascienden la mera diversión. A menudo incomprendidos y estigmatizados, los videojuegos no son meramente un pasatiempo indulgente, sino un medio poderoso que puede moldear y enriquecer nuestras vidas de maneras inesperadas.
Los videojuegos no solo ofrecen entretenimiento, sino que
también promueven el desarrollo cognitivo, fomentan habilidades sociales y emocionales, y proporcionan una plataforma para la creatividad e innovación.
En primer lugar, los detractores a menudo pasan por alto el
impacto positivo de los videojuegos en el desarrollo cognitivo. Estos juegos no son simples actividades pasivas; requieren concentración, resolución de problemas, toma de decisiones rápidas y habilidades estratégicas. Otras investigaciones sugieren que los videojuegos mejoran los niveles de atención, potencian el razonamiento, la reflexión y el pensamiento deductivo, como también se observan indicadores de mejoría en el uso de estrategias para la resolución de problemas y la capacidad de anticipación frente a las propias acciones evidenció Margaret Shotton (citado en Deutsch, 2003) quien afirmó que a partir de la mejora en destreza manual y coordinación viso-motora, estos juegos electrónicos permitían un procesamiento de la información a mayor velocidad