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Infancias, alteridades,
historicidad y agencia
Claves conceptuales desde
las ciencias sociales
con 'á pauta general, las palabras “autorxs”, “actorxs” y “sujelx” o “sujetxs ,endonde
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NIÑEZ PLURAL
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INFANCIAS, ALTERIDADES, HISTORICIDAD Y AGENCIA
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8 - Sus biografías, con testimonios directos e indirectos; o cuando adultes recuperan la voz,
da mirada y la subjetividad de cuando eran niñes al hacer un relato, Con testimonios tan |
2 vividos. ques se recrean en los olores que impregnan los recuelrdos.
NIÑEZ PLURAL
ur al : di ve rs id ad , desigualdad
Niñez pl
fancias
y alteridad en las in
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Como venimos la atravie-
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pos
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dad plena y como el esta dio final
idas en conjunto con
Dentro de las disciplinas científicas surg
damental importancia
esa categoría de infancia, resultaron de fun
se construyeron
las teorías psicológicas del desarrollo, en las que
secuencias de avance progresivde o les niñes hacia un punto especí-
to” (varón,
fico de desarrollo a alcanzar, que estaba dado por “el adul
en-
blanco y europeo). Esta perspectiva evolucionista continúa teni
do gran incidencia en las políticas y prácticas destinadas a les niñes
en los diversos ámbitos, donde se continúa replicando un modelo
supuestamente universal de infancia. En este apartado, entonces,
plantearemos la importancia de problematizar esa idea tan rígida de
desarrollo, para poder comprender cómo distintas infancias se van
configurando en diferentes contextos históricos y socioculturales.
Un valioso aporte para reformular esta categorización provino
de la corriente antropológica del particularismo histórico, que a
partir de la década del veinte del siglo pasado se preocupó por es-
tudiar principalmente la adquisición de normas culturales, valores,
creencias y reglas de interacción social. Principalmente, los estudios
de Margaret Mead (1930, por ejemplo) con pueblos originarios de
Nueva Guinea y Samoa, procuraron demostrar que las identidades
no son productos de una esencia inmutable, sino que se construyen
culturalmente a travésde un proceso de socialización. Estos trabajos
a da material comparativo, en base al cual se insta-
> Ñ E pr bn Sn una pluralidad de "niñeces”, en lugar de
rsalmente unívoco.
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IÍNFANCIAS, ALTERIDADES, HISTORICIDAD Y AGENCIA
o 6 Sin embargo, € es importante anticipar que este abordaje no logró desestabilizar por
- completo la noción de que el desarrollo, ahora socioc ulturalmente particularizado, fina-
liza. en la adultez. A les niñes, se les continuó considerando Seres pasivos que interiori-
Ñ - —zanla cultura y las pautas sociales, entendidas como externas aa elles y ya depositadas
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NIÑEZ PLURAL
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La niñe tos y
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en que transcurre su niñez.
os que la concep-
Al enfocarnos en la diversidad cultural, vem
ones que la atra-
ción de niñez y del proceso vital, las transformaci
mo-
viesan y el modo en que lxs sujetxs la experimentan implican
es y
dos de entender el tiempo, la persona, las relaciones familiar
sociales, que varían de acuerdo a particularidades culturales, liga-
das en gran parte a pertenencias étnicas específicas. Sin embargo,
si consideramos la complejidad de las sociedades nacionales, como
la argentina, es necesario articular el abordaje de la diversidad de
modos de ser niñe -y de otros fenómenos sociales- pensada en tér-
minos de diferencias culturales, con la dimensión de la desigualdad
social, fundada en la existencia de clases sociales. En efecto, si en-
tendemos que las sociedades que estudiamos no están aisladas sino
insertas de uno u otro modo en el sistema capitalista, las representa-
ciones y prácticas de los grupos sociales deben ser explicadas no sólo
a partir de pautas consideradas tradicionales, sino también a partir
de los condicionamientos derivados de su posición en la estructu-
ra social. Es la articulación de estas dos dimensio
ne
desigualdad)
20
DLL A NMDIINA NAS CRAZ Ll LANILIL NA
INFANCIA, ALAERIDADES
inge-
determinismo económico lineal como un relativismo cultural
nuo”, sustentado en la idea romántica del grupo indígena como una
comunidad homogénea, cerrada en sí misma, regida sólo por pautas
tradicionales y atemporales. Este modo de entender el papel de la
cultura -que no es ingenuo, pues omite relaciones de poder socioe-
conómico- se ha puesto en juego reiteradamente, por ejemplo, para
explicar el llamado “fracaso escolar” (García Palacios, 2018) o los al-
tos índices de desnutrición que afectan a niñes de algunos pueblos
originarios que habitan el norte de nuestro país (Leavy, 2022). Así,
es frecuente que diferentes funcionaries y profesionales atribuyan
este problema a causas culturales, a las costumbres de las familias y
a su reticencia a concurrir a los hospitales, como si la falta de acceso
a agua potable y a una alimentación adecuada fueran producto de
una elección cultural y no tuvieran vinculación con el violento des-
pojo territorial y el racismo que han sufrido los pueblos originarios
(Leavy, 2022).
A partir de lo anterior, un interrogante que surge en cualquier
investigación O intervención sobre o con niñes que los sitúe en la
complejidad de lo social, es el de los límites del relativismo en situa-
ciones de desigualdad social. Es decir, ¿cómo y hasta dónde explicar
prácticas y representaciones sobre la infancia de sectores populares
a partir de universos simbólicos particulares, sin caer en atribuir su
situación social a factores culturales, sin apelar al argumento de una
“cultura de la pobreza”? Y, a partir de allí, como lo plantea Fonseca
(1995), ¿qué contradicciones surgen de la aplicación de una legisla-
ción que presupone la igualdad en abstracto de todes les niñes-como
lo es la legislación que se ajusta a los principios de la Convención
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capítulo 6, resulta importan-
ampliaremos y profundizaremos en el
han resultado iguales
te subrayar que la niñez y la adolescencia no
ales de iniciación y
para las niñas y para los niños, en tanto los ritu
sexogénerica
la división sexual del trabajo han impreso su huella
Las con-
en los mandatos de crianza y en las expectativas de roles.
os
figuraciones subjetivas también han sido divergentes en términ
sexogenéricos. Estas diferencias han sido soslayadas durante mucho
tiempo en los estudios de historia cultural, ya que los contratos rígl-
dos en clave de complementariedad de los mandatos de género se
naturalizaron. Claro que para descubrir estas diferencias es nece-
sario salir de la anestesia de la reificación del mundo social como
mundo natural, sacudirse la lente miope de la idealizada igualdad y
reemplazarla por la lupa exhaustiva de la detección de las grandes
y pequeñas diferencias.
Entonces, la perspectiva que proponemos nos lleva a ver en la
niñez una categoría socialmente construida en la que se conjugan,
por lo menos, estas tres dimensiones de lo social: diversidad cultural.
desigualdad social y género. Se vive distinto siendo niña, niño o niñe,
perteneciendo a un grupo de edad y no a otro, adscribiendo a una
historia grupal particular (indígena, descendiente de migrantes de
ultramar o migrante interno) además de aquella que vincula a una
comunidad nacional, viviendo en un hogar pobre o en uno donde
puedan ser satisfechas las necesidades básicas. Todo esto
hace de la
construcción de la niñez un proceso que no es unívoco,
sino dinámi-
o , ri uE fenómeno eminentemente político en el sentido
e 11€ que ver con la distribución de poder entre distintos gru-
pos de la sociedad, dado que las clasificaciones po pa. , r
una forma
quien debe deocupar
imponer límites,», de4e proaucir
su lugar producir unun orton
orden en anión
el cual cada
Un co MSP o o | o,
se intersectan « Ae nos resulta interesante para comprender cómo
"refie an estas distintas dimensiones es el de alteridades, qu
“balternidad que está justificada en la
| 22
diferencia y que implica asimetría” (Kropff, 2010:4). Las alteridades
se van construyendo procesualmente, basándose en criterios que
se modifican históricamente, combinando prácticas de marcación,
des-marcación y auto-marcación (Briones, 1998), que van sedimen-
tando ciertos sentidos y prácticas. En tales procesos, la alteridad im-
plica a la vez la construcción de un “nosotres”, que se configura como
posición particular universalizada y de “minorías”, sectores particu-
lares que desde allí se marcan como diferentes.
Desde esta Pes POR e advertir que la niñez se en-
cuentra atravesada por a alteridaddentro de las llamadas socie-
dades occidentales, que históricameñte han reservado la noción de
“niño” para determinado sector de la población infantil, entendido
como objeto de socialización y protección en manos de la familia y
la escuela; status del cual han estado excluides les “menores”, carac-
terizades como un “otro” marcado por su “desviación” y su “potencial
peligrosidad” (Daroqui y Guemureman, 1999: 37). Al respecto, las in-
vestigaciones de Silvia Guemureman vienen mostrando cómo la al-
terización de niñes, adolescentes y jóvenes en términos de “menores”
se produce y se sostiene en propuestas jurídicas, prácticas judiciales
y distintas violencias estatales (2014b, 2018b). Aun cuando en nues-
tro país no hayan tenido éxito los sucesivos intentos de reformar
legislativamente el régimen penal que establece la edad mínima de
punibilidad de les “menores”, un análisis atento a cómo opera en la
práctica muestra que, de hecho, en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, por ejemplo, se han reconfigurado instituciones y normativas
que cambiaron la cartografía del control social, territorial y securita-
rio de la población vulnerada. Así, la perspectiva punitivista recru-
dece en el diario proceder de las fuerzas de seguridad sobre les niñes
de sectores vulnerados, y opera de manera violenta y discrecional en
los territorios, sin quedar formalmente registrada (Guemureman Y
Zajac, 2020).
- En ese mismo sentido, las diversas experiencias y formas de en-
- tender la infancia continúan históricamente jerarquizadas, y mien-
tras algunos saberes se legitiman socialmente como “expertos” (por
- ejemplo, los conocimientos médicos sobre el cuidado y la crianza o
o aquellos producidos en el “campo psi”), los conocimientos de los pue-
-——blos originarios y de otros grupos minorizados se alterizan y desta:
hno lifican como inapropiados o insuficientes.
o - Entonces, el “modelo moderno” sobre “la” infancia aún permea
A ourhas de nuestras interacciones sociales y de las intervencio-
o Hes' sobre les niñes, donde las diversas tormas de concebir Y vivir A
NIÑEZ PLURAL
Y valoradas de
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ui das y eson evaluadas
la infancia AS pe stra perspectiv
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acuerdo con ese IM qu e V os cómo les niñes negocian
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ntri bu ye
los significados Y co
continuación.
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