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PLASTICIDAD
CEREBRAL
¿Somos arquitectos de
nuestro propio cerebro?
SUMARIO
Introducción 7
01 El cerebro cambiante 13
Índice 137
INTRODUCCIÓN
1 7
do compensar la lesión. Nos encontramos, pues. ante un conjunto
de mecanismos claves para entender nuestra constitución, inclu-
yendo nuestra individualidad y las barreras que la naturaleza ha
dispuesto para luchar contra la enfermedad, que solo se manifesta-
rá si estos mecanismos son sobrepasados.
Por lo tanto. el conocimiento de la plasticidad constituye un
reto de primer orden cuya consecución se espera que ayude tanto a
enfrentarse a las enfermedades como a incrementar las capacida-
des normales de los sujetos. Y para ello, sería de vital importancia
descubrir si existe neurogénesis en el adulto, es decir, si se pueden
producir neuronas nuevas, jóvenes, que pudieran sustituir a otras
viejas y dañadas o aumentar el número de las existentes. La neu-
rogénesis posnatal se ha observado en algunas especies, pero en
los seres humanos los resultados de las investigaciones son con-
tradictorios. Se trata de un debate trascendental porque implica
determinar si existe o no una frontera que la plasticidad no puede
traspasar en los seres humanos, es decir, si en el adulto solo cabe
esperar cambios en las sinapsis o si es posible reponer neuronas y
circuitos enteros.
Independientemente de los mecanismos implicados, resulta
cierto que no utilizamos nunca el mismo cerebro dos veces porque
en cada ventana temporal de nuestras vidas nos exponemos a cam-
bios que son procesados por el cerebro y que, a su vez, desencade-
nan modificaciones en las neuronas. Después de cada experiencia,
el cerebro no volverá a ser igual que antes. Pero llegar a estas con-
clusiones no ha sido fácil. Esta visión actual del cerebro cambiante
es reciente ya que anteriormente prevalecía la concepción de un
cerebro inmutable.
Además, el progreso de los conocimientos sobre el cerebro se
produjo en interacción con otro debate fundamental, el de nature-
nurlure (innato-adquirido), que enfrentó, cuando se aplicó a este
órgano, dos posiciones netamente influidas por prejuicios. Los
puntos de vista que defendían el peso de lo adquirido postulaban
8 1
que el cerebro se comporta como una tabla rasa donde el compo-
nente educacional-social determina la conducta. Por consiguiente,
el órgano responsable, el cerebro, sería completamente moldeable
por las influencias del ecosistema. Por el contrario, los defensores
del peso del componente innato recogían los espectaculares avan-
ces de la genética cuando se descubrió la doble hélice del ADN
como la guía determinante de la composición de nuestro cuerpo e
igualmente, y como no puede ser de otra manera. de nuestro cere-
bro, concluyendo que nuestra conducta estaría circunscrita al de-
terminismo genético.
Ninguna de las posiciones extremas parecía concordar bien con
la realidad, ya que se observaban rasgos de la conducta normal y
patológica netamente determinados, mientras que otros estaban
claramente influidos por la experiencia. En el fragor de la batalla
surgió la revolución epigenética planteando que la hélice del ADN
no es una guía estricta, sino que se ha de entender más bien como
una partitura o un guion que pueden ser interpretados de distintas
maneras, lo que significa en la práctica que hay instrucciones gené-
ticas que pueden leerse de distintas formas o incluso no hacerlo, en
función de las influencias ambientales.
Con este bagaje nos encontramos con que, en efecto, la plastici-
dad no se encuentra únicamente dirigida por los genes, sino tam-
bién por la experiencia y el aprendizaje que la orientan para que el
funcionamiento cerebral y la conducta se adapten de manera óp-
tima a las exigencias del mundo exterior, lo que incluye también
nuestra conducta social.
En la investigación de este fenómeno se han conseguido enor-
mes progresos estudiando modelos animales, en los que se ha
podido observar cómo, durante el desarrollo embrionario y fetal,
el despliegue de las células implica no solo el crecimiento de las
neuronas, sino también la producción, en lugares y tiempos preci-
sos, de factores quimiotrópicos que guían su desarrollo y posicio-
namiento para acercar sus prolongaciones a las dianas, es decir, a
1 9
otras neuronas, con las que constituirán microcircuitos funciona-
les. Estos factores serán, además, responsables de la supervivencia
de las neuronas, de modo que el excedente que se produzca en el
embrión estará condenado a morir por no disponer de un medio
con los factores apropiados para su supervivencia y por no esta-
blecer conexiones exitosamente funcionales. De esta manera, se
puede decir que la plasticidad es dirigida por millones de dedos de
artesanos invisibles para moldear la disposición de las neuronas,
tantear las conexiones que produzcan conductas útiles y eliminar
los restos que sean inútiles. En el adulto se mantendrán estructu-
ras consolidadas que solo necesitarán ser remodeladas si se produ-
ce una enfermedad o lesión. Sin embargo, la plasticidad continuará
hasta el final de la vida para recoger el efecto de la experiencia que
la guía. Desde los órganos de los sentidos, la experiencia aporta al
cerebro señales que informan del mundo exterior. Continuamente
estamos expuestos a situaciones nuevas que nos llevan a aprender
y a reconstruir conexiones neuronales que almacenan las nuevas
memorias que serán la base de nuestras acciones.
La extrema precisión con la que se desarrolla la plasticidad puede
hacer posible la adquisición de habilidades tan sorprendentes como
tocar el piano o más corrientes, pero no menos complejas, como leer.
No es extraño, por lo tanto, que se proponga utilizar la plasticidad
para potenciar las capacidades naturales de las personas y también
para enfrentarse a las enfermedades neuropsiquiátricas. Este últi-
mo aspecto es crucial por cuanto los avances en la investigación
están obligando a volver a analizar estas patologías a la luz de los
nuevos conocimientos que se adquieren sobre la neuroplasticidad.
Dada la precisión que se necesita para que se establezcan cone-
xiones correctas y funcionales, y la multiplicidad de factores que se
requieren para ello, el fallo en cualquier etapa constitutiva o la dis-
rupción del conexionado darán lugar a conexiones anómalas que
se expresarán como enfermedades. Otro tanto sucede en el caso de
las lesiones producidas por tumores, traumatismos o accidentes
10 1
cerebrovasculares donde se deterioran partes más o menos gran-
des del cerebro por la muerte de grupos de neuronas y el fallo en las
funciones que desempeñan en condiciones normales.
Los espectaculares progresos que se han conseguido en este
campo han venido de la mano de importantes avances metodológi-
cos, especialmente en las técnicas de neuroimagen. pero también
en los estudios genéticos y epigenéticos que muestran cómo las en-
fermedades neuropsiquiátricas son altamente poligénicas, es de-
cir, no dependen generalmente de un único gen sino de una cons-
telación causal que se enlaza con desencadenantes ambientales. El
conjunto activa procesos plásticos, anómalos en las enfermedades,
que afectan el nacimiento de nuevas neuronas, y a sus formas y
conexiones. Tal espectro de posibilidades explica que entender la
neuroplasticidad en toda su dimensión constituya uno de los retos
fundamentales de la neurociencia del siglo XXI.
1 11
01 EL CEREBRO CAMBIANTE
El cerebro cambiante 1 15
rebral hace referencia a la facultad del cerebro para reestructurarse
y recuperarse.
Numerosas evidencias han confirmado la existencia de la plasti-
cidad neuronal y han venido a demostrar su papel clave en la aper-
tura de campos de investigación inesperados como el desarrollo
de una teoría general de la memoria, resultante de la plasticidad
como consecuencia de la experiencia, gracias a los experimentos
del neurocientífico estadounidense Eric Kandel, premio Nobel de
Fisiología en 2000, y de Daniel Alkon, director del Instituto de Neu-
rociencia Blanchette Rockefeller (BRNI) en Estados Unidos, que
emplearon moluscos como modelos y aprovecharon el gran tama-
ño de sus neuronas para desarrollar investigaciones impensables
en vertebrados superiores. con neuronas mucho mas pequeñas.
La lista de las investigaciones que han consolidado la concep-
ción de la plasticidad como un elemento clave en el funcionamien -
to cerebral sería interminable. Destacan los experimentos realiza-
dos por Eleanor Maguire en 1997. Esta neurocientífica irlandesa
exploró el cerebro de los taxistas londinenses obligados a superar
un examen que requería memorizar 25 000 calles y que solo era
aprobado por la mitad de los candidatos al cabo de un período
de aprendizaje que duraba tres a cuatro años. Los experimentos de
Maguire demostraron que el hipocampo (región del cerebro involu-
crada en nuestra orientación espacial) de los taxistas que pasaron
la prueba era mayor que el de los candidatos que no la superaron.
Por consiguiente, la experiencia conducía a cambios que no solo
afectaban a los detalles neuronales, sino que llegaban a repercutir
en el tamaño de una parte del cerebro.
Igualmente llamativos y contundentes fueron los resultados ob-
tenidos por el neurocientífico alemán Thomas Weiss, que observó
cómo. tras la amputación del dedo índice de la mano derecha de
un paciente, se reorganizaban los circuitos neuronales de la región
cerebral que recibe información de ese dedo de tal modo que resul-
taba invadida por estructuras vecinas, concretamente por circuitos
- Zonas del ce rebro activas mientras se lee escritu ra braille, e n una image n obte nida
a través de una PET.
17
relacionados con los dedos medio y pulgar de la misma mano. Por
su parte, el neurocientífico de origen argentino Leonardo Cohen y
su equipo observaron, con técnicas de neuroimagen, que la corteza
cerebral visual de algunas personas ciegas de nacimiento se acti-
vaba con la lectura del lenguaje braille.
El cerebro adulto De todas estas observaciones se de-
de los mamíferos duce que el cerebro cambia constante-
tiene la habilidad mente por efecto del entrenamiento y
de reorganizarse la experiencia, y que esta plasticidad
y adaptarse para continúa produciéndose a lo largo de
compensar lesiones o toda la vida, aunque con menor inten-
cambios que pueden sidad que en los primeros años.
ocurrir en el medio. No es extraño que estas investiga-
LEONARDO CoHEN ciones hayan suscitado el interés por
y PABLO CELNIK
analizar la potencialidad de la plasti-
cidad para ampliar las capacidades del
cerebro y reducir los efectos de alteraciones producidas por pato-
logías como las enfermedades neurodegenerativas, los accidentes
cerebrovasculares o el ictus. En principio, si la plasticidad se mani-
fiesta como una capacidad natural para compensar pérdidas, debe-
ría esperarse que se pudiera activar cuando se produce una enfer-
medad o lesión. En tal caso, los síntomas solo aparecerían cuando
la capacidad plástica se viera superada. Se abren así perspectivas
esperanzadoras para enfermedades como el alzhéimer, el párkin-
son, el deterioro cognitivo, la esclerosis múltiple, la dislexia, el tras-
torno por déficit de atención con hiperactividad (TDJ\H), el insom-
nio, etc., en la medida en que se pueda intervenir para potenciar
la acción de los mecanismos plásticos compensatorios y retrasar e
incluso evitar la emergencia de la patología abierta.
También, al menos en teoría, podría manipularse la plasticidad
para potenciar capacidades humanas normales teniendo en cuenta
que el proceso evolutivo de los organismos es lento en comparación
con el desarrollo cultural. Vemos, pues, la enorme potencialidad de
El cerebro cambiante 1 19
Í FtG. 1
~
Axón
~ Dendritas
20 1 El cerebro cambiante
en esta idea, durante años se ha concebido la neurona como un aná-
logo de los sistemas artificiales digitales (metáfora computacional).
La neurona puede propagar un impulso a la siguiente o no hacerlo,
lo que recuerda a los sistemas computacionales que se rigen por un
código Oo 1. En la actualidad, esta metáfora parece demasiado sim-
plista, al menos como fórmula para entender el funcionamiento
cerebral porque, si bien es cierto que las neuronas pueden o no pro-
pagar impulsos en una cadena, el proceso de integración presenta
una riqueza de procesamiento que excede al de un sistema digital.
Podemos discriminar dos tipos de procesos en este funciona-
miento: los contactos entre neuronas y los procesos que tienen Ju-
gar para que las señales avancen por una neurona desde un polo al
otro. Los primeros se conocen globalmente con el nombre de trans-
misión sináptica desde que se diera el nombre de sinapsis a tales
contactos, mientras que los que aluden al discurrir de las señales
por la neurona se les conoce con el nombre genérico de conducción.
En la transmisión sináptica, como se ha visto, los contactos
se producen entre las prolongaciones del polo dendrítico de una
neurona con las procedentes de neuronas previas en la cadena.
Igualmente, estos contactos tienen lugar entre las terminales de las
prolongaciones axónicas y las neuronas siguientes. Habrá, por lo
tanto, contactos sinápticos, o simplemente sinapsis, en el polo den-
drítico de una neurona y en su polo axónico. Estos contactos entre
neuronas son cruciales tanto en la función básica de estas células
como en el desarrollo de enfermedades cuando alguno de sus com-
ponentes actúa irregularmente.
Puede deducirse fácilmente que los contactos sinápticos no son
propios de una neurona sino compartidos entre las neuronas que
contactan. Este carácter compartido permite decir que las sinap-
sis son microórganos compartidos entre neuronas, con una parte
presináptica (de la neurona que envía información) y otra postsi-
náptica (de la neurona que la recibe). Pre y postsinapsis están muy
especializadas y contienen elementos de carácter químico que
El cerebro cambiante 1 21
posibilitan su funcionamiento. En las presinapsis se encuentra
el aparato bioquímico que sintetiza moléculas que actúan como
mensajeros y que se liberarán al espacio sináptico (entre la pre y la
postsinapsis) cuando llega una señal. Estos mensajeros se denomi-
nan neurotrallsmisores. Hace unos años se consideraba que había
alrededor de seis (acetilcolina, noradrenalina, serotonina, GABA,
glutamato, glicina), de modo que cada neurona se caracterizaba
por el neurotransmisor que producía. Actualmente, el número de
neurotransmisores se ha ampliado con las investigaciones y se ci-
fra como mínimo en alrededor de cien.
Los neurotransmisores se sintetizan en las presinapsis y se al-
macenan en vesículas que siguen un proceso de maduración al
mismo tiempo que se aproximan a la membrana presináptica don-
de se acumulan a la espera de la orden de liberar su contenido al
espacio sináptico. Esta orden se produce cuando llega un impulso
nervioso a través del axón y da lugar a la apertura de canales de
calcio. El calcio es un regulador fundamental de la liberación de
neurotransmisores que requiere de la activación de diferentes pro-
cesos bioquímicos en la terminal presináptica. En condiciones de
reposo, la concenrración de calcio en la presinapsis es muy baja.
Pero al llegar un impulso y producirse la apertura de canales de cal-
cio, este entra en la terminal, se eleva su concentración y se abren
las vesículas hacia el exterior volcando su contenido. El conjunto
de mecanismos implicados permite regular exquisitamente la ac-
ción del neurotransmisor cuya cantidad en el espacio sináptico de-
penderá del número de impulsos nerviosos que se haya producido,
en última instancia, del número de vesículas que hayan volcado el
neurotransmisor al espacio sináptico. Una vez en el espacio sináp-
tico, las moléculas del neurotransmisor se unirán a las moléculas
del receptor que se encuentran en la parte postsináptica y activa-
rán cadenas de acciones que modificarán el estado de activación
de la neurona postsináptica. Es fundamental que el neurotransmi-
sor se encuentre en el espacio sináptico solo el tiempo preciso para
22 1 El cerebro camb1antP
ejercer su acción, lo que requiere que sea eliminado rápidamente,
algo que no sería posible simplemente si se difundiera fuera del es-
pacio sináptico. Por ello, en este espacio existen moléculas catalí-
ticas (enzimas) que lo descomponen y mecanismos de recaptación
(uptake) que permiten reintroducir los componentes químicos en
la presinapsis para incorporarlos nuevamente a la síntesis de neu-
rotransmisor. Esta secuencia nos conduce a la pregunta de qué sig-
nifica activación o excitación para una neurona (fig. 2).
r F,c. 2
NEURONA
PRESINÁPTICA
[D vesiculas
sinápticu con
[!] Entrada de iones de neurotransmisores
Ca2• provocada por un
potencial de acción
(]] Liberación de
neurotransmisores
NEURONA
POSTSINÁPTICA
[!] Los neurotransmisores se unen
a los receptores especlficos y se
genera un potencial de acción
El cerebro cambiante 1 23
La excitabilidad de las neuronas hace referencia a su capacidad
para responder eléctricamente a estímulos. Las neuronas envían
señales desde los órganos de los sentidos al cerebro, dentro de
este y desde él hasta los músculos y las vísceras para ordenarles
que se activen. Para poder desempeñar este papel, las neuronas
tienen la propiedad de comportarse como baterías o pilas con
la particularidad de que su funcionamiento está implementado
con moléculas celulares. La comprensión de las bases de la exci-
tabilidad y la conducción neuronal ha supuesto un hito clave en
biología resuelto en la segunda mitad del siglo xx. Actualmente,
sabemos que las neuronas pueden encontrarse en dos estados:
reposo, cuando están polarizadas, y excitadas, cuando pierden la
polaridad. En condiciones de reposo, las neuronas se cargan in-
ternamente de electricidad negativa, con lo que se establece una
asimetría en la composición de los líquidos intra y extracelulares.
Esta carga, como en cualquier pila o batería, es capaz de realizar
un trabajo que consistirá precisamente en conducir señales a lo
largo de las neuronas.
El mecanismo molecular que posibilita el paso del reposo a la
excitación se basa en la existencia de unas proteínas en las mem-
branas, con forma de poros o canales que permiten el paso de es-
pecies iónicas cargadas (iones en general, aniones si tienen carga
negativa y cationes si la tienen positiva). En el caso mejor estudia-
do, el de la excitabilidad en el axón gigante del calamar, la elec-
tronegatividad en reposo se disrumpe si se abren canales de Na·
que permiten la entrada de este catión, y se recuperan subsecuen-
temente al abrirse canales de K que posibilitan la salida de cargas
positivas. El mecanismo consistente en la entrada de Na' y la salida
inmediata de K da lugar a un conjunto de cambios que globalmen-
te se denominan potencial de acción, donde la electronegatividad
intracelular es reemplazada transitoriamente por una electroposi-
tividad y a continuación se restaura la electronegatividad. El dis-
parador de este proceso es un cambio inicial en la polaridad de la
24 1 El cerebro Cilmb1ante
membrana provocado por las señales entrantes proporcionadas
por los neurotransmisores liberados por la prt!sinapsis y c.leLPcta-
dos en la postsinapsis.
De esta forma se conecta la transmisión sináptica con la con-
ducción neuronal: la liberación de un neurotranmisor en el espacio
sináptico activa los receptores postsinápticos que dan lugar a una
pérdida de la electronegatividad de la célula en reposo tal que si
alcanza un determinado valor, se abren los canales de Na' y se pro-
duce el potencial de acción. La célula se habrá excitado. Esta pérdi-
da de la polaridad en el segmento inicial de la neurona es suficien-
te para excitar el segmento adyacente, en el que se producirá otro
potencial de acción. La secuencia se repite segmento a segmento
determinando la propagación-conducción del potencial de acción
hasta la terminal presináptica de esta neurona excitada. El acceso
de la excitación a la terminal prcsináptica será el inductor de la li-
beración de neurotransmisor al espacio sináptico que excitará a la
siguiente neurona y así sucesivamente a lo largo de una cadena de
neuronas (fig. 3).
Este esquema es extremadamente general pero en realidad el
proceso resulta más complicado cuando se profundiza y se descu-
bre la diversidad de posibilidades que existen en el procesamiento
neuronal de las señales. Con la descripción anterior podría inter-
pretarse que la función de los neurotransmisores es, simplemente,
hacer que las sefi.ales salten al espacio que separa a las neuronas. La
realidad es más compleja al presentar las sinapsis una gran varie-
dad de posibilidades.
En primer lugar, la liberación de un neurotransmisor por la pre-
sinapsis no es constante sino variable en función de los impulsos
que lleguen a la neurona presináptica. Se entiende este aspecto con
facilidad si se considera la contracción de un músculo: el cerebro
envía impulsos a los músculos a través de neuronas que liberarán
mayor o menor cantidad de neurotransmisor según la contracción
tenga que ser más débil o más intensa.
El cerebro cambiante 1 25
r FIG. 3
Canal Canal Canal Canal
de Na• de K• de Na• de K+
o o
o
Membrana
Medio
intracelular
26 1 El cerebro cambiante
ción de un potencial de acción propagado que alcanzará la siguien-
te neurona.
Desde este punto de vista, se puede considerar la neurona como
la unidad biológica en la que, al nivel elemental, se toman decisio-
nes. Cuando el conjunto de entradas no alcance el umbral no se
producirá señal propagada y las entradas simplemente se extingui-
rán sin consecuencias. Si el conjunto de entradas alcanza el um-
bral, la señal se propagará a los microcircuitos concatenados. Por
todo lo cual se considera que las neuronas constituyen elementos
de procesamiento de información.
Tipos de plasticidad
El cerebro cambiante 1 27
En estas etapas prevalecen distintas características que nos con-
ducen a considerar varios tipos de plasticidad, que, no obstante,
forman parte de un tronco común que se expresa diferencialmen-
te según los requerimientos de cada momento: la neurogénesis, la
plasticidad dependiente de la experiencia, la plasticidad reactiva y
la plasticidad anómala o patológica.
La neurogénesis comporta no solo conexiones sinápticas sino
también la evolución de las neuronas y sus terminaciones. Preva-
lece en etapas tempranas del desarrollo. La plasticidad dependien-
te de la experiencia conlleva escasos cambios en la neurona y sus
arborizaciones, pero puede suponer cambios espectaculares en las
conexiones que una neurona tiene con sus vecinas. La situación
más corriente es la plasticidad asociada al aprendizaje y a la memo-
ria. La plasticidad reactiva tiene lugar cuando se producen lesiones
con pérdida de tejido neuronal y otras neuronas intentan cubrir la
función perdida. La plasticidad anómala o patológica se produce
ante estímulos lesivos o en la ausencia de factores que condicionan
la plasticidad normal, por lo que se producen enfermedades.
No se trata de categorías estancas ni delimitadas estrictamente
en el tiempo, como veremos a continuación. Es más, podemos en-
contrarnos con situaciones en las que esta clasificación presenta sus
limitaciones como sucede en el caso mencionado de los invidentes
que desarrollan respuestas a estímulos táctiles por el aprendizaje
del braille. ¿Se trataría de plasticidad asociada a la experiencia por
la práctica del braille o de una plasticidad reactiva ante la falta de
estímulos visuales en la región del cerebro encargada de esta in-
formación? Igualmente es objeto de discusión si el incremento en
la prevalencia de enfermedades neurodegenerativas con la edad
es consecuencia de una plasticidad anómala o de la reducción de
la capacidad neurogenética y de la plasticidad reactiva incapaces
para compensar lesiones. En realidad, la plasticidad neuronal es
un continuo permanentemente activado en nuestro cerebro, aun-
que se reduce en el envejecimiento, pero la clasificación de los cua-
28 1 El cerebro cambiante
>NO TODOS LOS CAMBIOS SON PLÁSTICOS
No todos los cambios que se producen en las neuronas como consecuencia
de la actuación de un agente se pueden considerar plásticos. Así, los cam-
bios reflejos se dan cuando inciden sobre las neuronas estímulos puntua-
les. Es lo que sucede cuando el neurólogo golpea con un martillo el tendón
de la rótula . En estos casos se producen respuestas que no cambian ni al
sujeto ni a sus neuronas. Por su parte, los cambios homeostáticos. como la
bajada de la presión arterial. se producen para mantener la estabilidad del
medio interno en los seres vivos. Cualquier parámetro orgánico es variable,
pero esta variabilidad tiene límites que pueden causar enfermedades s1 se
sobrepasan . Para evitarlo, los sistemas vivos están dotados de sensores
que detectan el estado de las variables relevantes de forma que si estos
valores se mueven por encima o por debajo de Los deseables se activan
mecanismos compensadores que inducen el retorno a niveles óptimos. Los
cambios homeostát1cos son reversibles retornando la célula o sistema al
estado inicial una vez compensada la acción del agente estresante.
Incre me nto de la
presion a rterial Médula espinal
. . . .Q. . . c~~!~d~l~a
presión arterial
!
1
{
, ....
:···
l •••
~
1
Nervio
motor
(afarantal
~ \... I
· ·;;...__·
.
Efector
Aumento del
•
Sensor ~ ... Mov1m1ento
de la pierna al
ritmo cardiaco Respuesta de ser golpeado
los receptores de el te ndón
Fibras
nerviosas
motoras
•
Fibras
nerviosas
s ensoriales
Nervio
sensor
(aferente) Cuádriceps
Rótula
·1
t
......... Centro integrador ._ !
'
I_~
Bulbo raquídeo ........
29
tro tipos mencionados se ha revelado de gran utilidad para avanzar
en las investigaciones.
30 1 El cerebro ca mbiante
La plasticidad dependiente de la actividad se mantiene du-
rante toda la vida, declinando con el envejecimiento. El ejemplo
mejor estudiado es el de la plasticidad en la memoria y el apren-
dizaje. Cuando acontece una nueva experiencia, esta se procesa
a través de conexiones sinápticas que incrementan su actividad.
Tal activación produce cambios moleculares que pueden incluso
afectar a la morfología de la conexión para facilitar el paso de los
impulsos a través de ella (ftg. 4). Como se advertía anteriormen-
te, este proceso es reminiscencia del que tiene lugar en las fases
avanzadas del desarrollo cuando la estabilización depende del es-
tablecimiento de conexiones funcionales.
La plasticidad dependiente de la actividad es un proceso diná-
mico y continuo que da como resultado un cerebro en continua
mutación según el sujeto se vea expuesto a las circunstancias a
lo largo de su vida para garantizar la adaptación a los contextos
cambiantes.
La plasticidad reactiva se da también a lo largo de toda la vida
del sujeto. Se ha comprobado que se activa incluso en el período
Í FIG. 4
Antes de una experiencia Después de una experiencia
inductora de plasticidad Inductora de plasticidad
El cerebro cambiante 1 31
embrionario y fetal a través de experimentos en los que se extir-
paba un fragmento del sistema nervioso en desarrollo que venía a
ser reemplazado por neuronas de nue-
Es este potencial va formación. En el adulto se man-
para la plasticidad tiene con diferentes características e
de las unidades intensidades. Es particularmente lla-
relativamente mativo la diferencia entre el sistema
estereotipadas del nervioso periférico y el central. En el
sistema nervioso sistema nervioso periférico (la parte
lo que nos dota que se encuentra fuera de la protec-
a cada uno de ción ósea que proporciona el cráneo
nosotros de nuestra y la columna vertebral) se mantie-
individualidad. ne en la vida adulta un alto grado de
ERIC !<ANDEL plasticidad que hace posible, en con-
diciones propicias, la regeneración
nerviosa tras, por ejemplo, la sección de un nervio. En el sistema
nervioso central (médula espinal, tronco de encéfalo y encéfa-
lo, contenidos en el esqueleto óseo), la capacidad de plasticidad
reactiva es escasa, aunque se está investigando la posibilidad de
recuperarla para tratar de restaurar la disrupción que suponen las
lesiones medulares traumáticas.
La plasticidad anómala o patológica puede darse en cualquier
momento de la vida. Mientras que en las etapas embrionaria y fe-
tal conduce a enfermedades congénitas, en la vida adulta se co-
rresponde con enfermedades adquiridas. No siempre se puede
verificar una clara correspondencia entre la acción de un agente
patógeno y la expresión de la enfermedad que podrá manifestarse
de forma dilatada en el tiempo probablemente porque en algunos
casos el efecto de un daño que cause plasticidad patológica puede
compensarse tanto con la reserva funcional de neuronas como con
la activación de la plasticidad reactiva.
Probablemente, la mayor prevalencia de enfermedades neuro-
degenerativas en la vejez sea consecuencia de la menor disponibili-
32 1 El cerebro cambiante
dad de reserva funcional, así como de la reducción de la plasticidad
reactiva por la edad.
El cerebro cambiante 1 33
>NUEVAS NEURONAS EN EL ADULTO
La formación de nuevas neuronas no se detiene en el nacimiento, aun-
que se enlentece significativamente. La posibilidad de que se mantenga
la neurogénesis posnatal depende de la persistencia de nichos de células
madre que se replican. como en el período prenatal, y dan lugar a neuronas
jóvenes !neuroblastosl que migran hacia sus destinos finales generando en
Giro denta do
del hipocampo
En ~l giro dentado de los
roedores. as célula,; madre
neurales se d1ferenc1an en
neuroblastos antes de madurar
e integrarse con los circuitos
del hipocampo importantes en
el aprend1zaie y la memoria .
34
su camino prolongaciones que contactarán con neuronas preexistentes. La
potencialidad de la neurogénesis posnatal para incorporar nuevas neuro-
nas en la vida adulta parece depender de la complejidad de los circuitos
neuronales. Es mayor en las especies inferiores. se reduce a medida que
se avanza en la escala filogenética, y en el hombre resulta muy limitada.
De la zona subventricular
al bulbo olfatorio
En la zona subventncular de los
roedores. las células madre neurales
se diferencian en neuroblastos, que
completan su desarrollo en el bulbo
Madurac1on neuronal olfatorio
35
autópsicas. Y así comprobó que se producían neuronas nuevas en
una región del hipocampo, el giro dentado, lo que indicaba que
al menos esta parte del cerebro mantiene su capacidad neuroge-
nética a lo largo de la vida. Este descubrimiento abrió una puerta
a la esperanza. Si la neurogénesis se mantiene en el ser humano
adulto, se trataría de estimularla positivamente para compensar
déficits.
A este hallazgo le siguieron otros estudios, entre ellos el de Jo nas
Frisén, del Instituto Karolinska en Estocolmo. Este biólogo molecu-
lar sueco analizó los cerebros de personas que habían sido expues-
tas a los efectos de la radiactividad de bombas nucleares durante la
Guerra Fría y cuyas células podrían haber incorporado un isótopo
radiactivo del carbono que permitía su datación. También los re-
sultados de las investigaciones de Frisén respaldaron la existencia
de neurogénesis en el adulto humano, aunque en un número poco
relevante (unas 1400 neuronas diarias).
Estos resultados fueron muy discutidos por los especialistas.
sobre todo por uno de los más acreditados neurohistólogos del
mundo, el serbio Pasko Rakic, de la Universidad de Yale, quien
argumentó que en los primates, incluidos los seres humanos, se
producen muchas menos neuronas nuevas que en los roedores,
para prevenir la disrupción de los circuitos neuronales comple-
jos. También mostró su escepticismo Steven Goldman, neurólogo
estadounidense de la Universidad de Rochester, que aisló neuro-
nas precursoras del ser humano adulto con propiedades neuroge-
néticas in vitro, pero muy raras en el cerebro. Sin embargo, en 2016
un estudio en el que participaron científicos de distintas nacio-
nalidades, entre ellos el neurobiólogo mexicano Arturo Álva-
rez-Buylla, de la Universidad de California en San Francisco, y el
biólogo españ.ol José Manuel García Verdugo, de la Universidad
de Valencia, mostró que se produce una migración posnatal de
neuronas que pueden desempeñar un papel fundamental en la
conformación del cerebro maduro. Los remanentes, que decre-
36 1 El cerebro cambiante
>ÁLVAREZ-BUYLLA Y LA NEUROGÉNESIS
EN LOS ADULTOS
37
cenen el tiempo, constituyen la reserva funcional de la neurogé-
nesis en el adulto.
No obstante, a principios de 2018 el mismo grupo de científi-
cos formado por Álvarez-Buylla, García Verdugo y otros colabo-
radores, tras analizar muestras autópsicas u obtenidas durante
cirugía cerebral utilizando marcadores moleculares avanzados,
no encontró rastro alguno de neurogénesis en los seres adultos
más allá de los primeros años de vida. En cambio, tan solo unas
semanas después se publicaba un estudio de la neurocientífica
italiana Maura Boldrini, de la Universidad de Columbia, que afir-
maba que la neurogénesis persiste en el envejecimiento, en clara
contradicción con los resultados anteriores. Así pues, hoy todavía
no se puede obtener una conclusión clara de estos resultados pen-
dulares, pero eso no implica que no se mantengan otras líneas de
investigación que centran sus esfuerzos en encontrar soluciones
para algunas patologías.
El cerebro cambiante 1 39
envejecimiento orientado a conocer la plasticidad que se conserva
en estas edades y las opciones de restituir la funcionalidad perdida
con el propósito no tanto de alargar la vida como de hacerla más
autónoma.
Hoy no parece haber herramientas que permitan cambiar el
curso temporal de un proceso genéticamente programado como
el del envejecimiento, pero se están aportando conocimientos sig-
nificativos para contener sus consecuencias y mantener activa la
capacidad plástica, aunque esté reducida en comparación con eta-
pas anteriores de la vida. El repertorio de investigaciones en cur-
so que permitirían frenar el avance de la fragilidad en el anciano,
consecuencia de la reducción de la plasticidad, es muy amplio.
Destacan los estudios del investigador español, Carlos López-Otín,
catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad
de Oviedo, y sus colaboradores, y los avances que los fisiólogos José
Viña Jr. y el autor que suscribe este texto han realizado en relación
con factores metabólicos capaces de contener los efectos de los
agentes oxidantes intracelulares.
Estos escenarios amplían profundamente la visión sobre la plas-
ticidad neuronal que en sus orígenes tuvo un carácter fragmentario:
desde los progresos en la biología del desarrollo a su extrapolación a
la interpretación del efecto de la experiencia en nuestros cerebros, el
aprendizaje y la memoria.
En el momento actual se trata de comprender el alcance de la
plasticidad en la aparición de enfermedades mentales y en la posibi-
lidad de restaurar las funciones perdidas ante las lesiones. También
se plantea la posibilidad de instrumentalizar los avances en el de-
sarrollo de las capacidades cerebrales en sujetos normales y pro-
longar su vigencia con la edad. Nos encontramos en un momento
crucial de la investigación cuyas conclusiones serán determinantes
para la aplicación de los avances.
Es pertinente preguntarse por qué la plasticidad cerebral está
presente a lo largo de la vida de las personas, por qué desempeña
40 1 El cerebro cambiante
un papel tan relevante en el origen y desarrollo de las enfermeda-
des y por su potencial terapéutico. Responder a estas preguntas
implica profundizar en el concepto de plasticidad cerebral y en su
desarrollo lo que, como veremos, supone adentrarse en el progreso
científico. Esto nos permitirá comprobar que la plasticidad cere-
bral se ha estudiado desde los albores de la neurociencia moderna,
con metodologías inicialmente poco precisas, y que los avances en
su investigación han dado lugar a algunos de los debates más in-
tensos de la ciencia.
El cerebro cambiante 1 41
02 DEL CEREBRO
, ESTATICO
,
AL PLASTICO
TEORÍA DE DARWIN
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