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Hoy en día se ha puesto en boga el discutir lo propio y lo ajeno, lo que es y no es algo. Y uno de
los temas que está trayendo pelea al interior de algunos círculos de intelectuales urbanos es la
posibilidad de la existencia de una Filosofía Andina. Para ello, se han dado diversos esfuerzos
tanto de intelectuales que pretenden provocar a la comunidad lectora, como de colectivos
políticos que tocan temas como; la integración de la diversidad, pensamientos en la cultura
indígena, racionalidad occidental y racionalidad andina, temas concernientes al buen vivir,
proyectos históricos de los andes y otros temas que concentran la atención de estos círculos
académicos.
No obstante, no se preguntan, qué entienden por filosofía, si este concepto es aplicable a esta
parte del mundo. Más aún tampoco determinan qué es lo andino, ¿un círculo político, una
parte geográfica, si es así de dónde a dónde corresponde lo andino? Dicotomías que no son
claros en estos textos de Filosofía Andina. Además de mostrar una escisión entre la teoría y lo
considerado real en la percepción de la comunidad de seres humanos; y como camuflaje
simplemente se afirma “nadie tiene la verdad”.
Otro aspecto importante a reflexionar es ¿Quiénes pueden hacer filosofía andina?, ya que
muchos se atribuyen potestades por sus vinculaciones políticas o por su orígenes identitarios.
Algunos simplemente prefieren hablar desde los textos. Estos son algunos problemas que a
simple vista están presentes y sin discutirse de manera seria y argumentativa.
Si fuese este el razonamiento, deduzco que no se va poder cimentar una filosofía andina, por
creer que es importante seguir los cánones del pensamiento occidental, para determinar que
algo es algo, negando de alguna manera la libertad de pensamiento. Idea que en sí misma va
en contra del carácter filosófico, por segregar, por tratar de diferenciarse en supuestos
naturales. Además de cimentar divisiones en la sociedad, jerarquías sociales, atribuidos a
características y normativas específicas de una supuesta sociedad alta.
Para hacer filosofía andina es fundamental conocer la realidad del que vive en los Andes. Una
construcción teórica que compruebe lo que se dice. Afirmar algo o negar algo de manera
simplista no es suficiente, ya que eso, nos somete a más complicaciones. Una filosofía andina
que diga quién afirmó tal idea y porqué, dónde obtuvo esa idea, ya que no todas las culturas
son homogéneas. Se puede hacer una crítica desde los libros que escriben sobre el ande, pero
no es aconsejable, porque la realidad humana va en evolución (cambio de condición social)
todo el tiempo, similar a la ciencia informática.
Es preciso tener claro, la idea de que la racionalidad andina no opera con la “lógica científica
oficial”, sino, que trabaja con formas simbólicas, y no de manera conceptual como el
pensamiento occidental. De ahí su pelea en los estratos políticos por la reinserción de lo
simbólico en el imaginario social de la educación. Para eso hay que entender su vida natural,
su espacio geográfico y social. No se puede determinar una filosofía andina desde el centro de
un área urbano, ya que no vislumbra lo considerado culturalmente andino. Al mismo tiempo
que es más complicado determinar qué acciones pertenecen a la cultura de un pueblo y que
no. Donde se puede argüir con certeza que la globalización ha hibridado todo, logrando un
mareo conceptual, una pelea sin fin de lo propio y lo ajeno.
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Por otro lado, en ciertas áreas de especialización hay una saturación (Fundación para la
producción y la universidad privada), sobre todo aquellas relacionadas a la contabilidad, la
administración de negocios, vías jurídicas, etc. Las que mayor matricula atraen, y de las que
hay, mayor oferta de trabajo. Esto no permite que haya una conexión entre la decisión
estudiantil y la condición laboral.
Según Alberto Viarreque (UCB), “profesionales con grado de licenciatura, masterado, incluso
doctorado, no encuentran un sitial en la sociedad. Lamentablemente las universidades han
dejado de tener un Plan Nacional de Desarrollo Universitario. Sus expectativas y
desenvolvimientos son: de acuerdo al lucro, al mercado. Entonces, instalan carreras que no
son relevantes, no son necesarios, que no atacan las necesidades y problemas. Por eso cuando
un profesional sale, no sé qué hacer, y no hay quien lo contrate, tenemos profesionales
manejando taxis, que no saben qué hacer.” (2013)[1]
La crisis de la demanda laboral, hace que el estudiante elija carreras que permitan el
autoempleo (Derecho, Ingeniería, Medicina), aunque esto no permita la comodidad humana.
Esto ha causado que muchos profesionales abaraten costos de servicios. En la actualidad
existen 59 universidades autorizadas, entre públicas y privadas, la mayor parte son privadas
(algo más de 40). Hecho que ha contribuido a la democratización de la Educación Superior. El
problema está en la formación de los estudiantes.
La educación superior en Bolivia está en crisis, las universidades presentan poco aporte a la
sociedad. Las razones: la falta de inversión en ciencia, la falta de infraestructura adecuada, el
insuficiente uso de la tecnología, la deficiente formación docente, salarios bajos, y la baja
preparación de estudiantes, hace que no progrese Bolivia. En ese medio de inquietud es que
buscan un título profesional como medio de vida.
Pero el problema es, ¿si los profesionales de hoy, son capaces de responder a las exigencias y
desafíos que se les planteen en el Futuro? ¿Las universidades tendrán la capacidad de
proporcionales las herramientas para enfrentar con responsabilidad y compromiso profesional
el futuro?
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“Yo creo que los indianistas, bajo esa apariencia radical de modificar todo, en el fondo lo que
quieren es preservar valores muy antiguos y muy convencionales, jerárquicos, verticales,
autoritarios, machistas, que vienen de muy atrás, pero ahora con un aspecto revolucionario
del cambio total.”
En mi caso, para conseguir una entrevista exclusiva con H.C.F. Mansilla, el pensador
contemporáneo más brillante que tiene Bolivia, necesité tragarme el orgullo de por lo menos
tres rechazos sin derecho a réplica, vencer una prueba de escritura y, obviamente, tener el
respaldo de una marca como es el periódico Los Tiempos.
Una vez roto el hielo y en un encuentro en vivo y directo (Mansilla estuvo en Cochabamba días
atrás para participar de un seminario sobre René Zavaleta), este prominente intelectual se
muestra tan fascinante como lo es su pensamiento.
Empiezo la entrevista preguntándole qué opina de los cambios drásticos que ha sufrido Bolivia
en la última década y responde sin dudar: “Yo supongo, al contrario de lo que usted dice, que
el país ha cambiado muy poco en las últimas décadas y que arrastra tradiciones, puntos de
vista, normas de comportamiento, pautas de orientación que son más o menos las mismas
desde hace muchísimo tiempo. Lo que cambian son pequeños aspectos exteriores, por
ejemplo, un Gobierno puede ser más afecto en la teoría a cuestiones indianistas, a resaltar
valores de las culturas aborígenes, puntos de vista ancestrales, pero eso creo yo que es lo
superficial”.
Mansilla hace una pausa breve e inmediatamente ejemplifica su posición: “Quiero mostrarle,
por ejemplo, algunos aspectos de lo que no cambia a través de siglos. En la época de la
colonia, por ejemplo, lo más usual era la instrumentalización del Poder Judicial por el Poder
Ejecutivo. La inmensa mayoría de toda la documentación existente en el Archivo de Indias, son
quejas, agravios de la población contra el mal funcionamiento de juzgados y fiscalías y, al
mismo tiempo, son quejas sobre cómo el Estado, las autoridades del momento, oidores, la
administración virreinal, hacían que la justicia realmente siempre falle a favor de los que
tenían buenos contactos con el Poder Ejecutivo y creo yo que esta instrumentalización del
Judicial por el Ejecutivo se ha mantenido vigorosamente hasta hoy, y más bien en los últimos
diez años ha tenido un renacimiento notable”.
Según H.C.F Mansilla, doctor en Filosofía por la Universidad Libre de Berlín, otro aspecto ligado
al anterior es la continua vigencia del principio virreinal de “al amigo todo, para el enemigo la
ley”. Es decir, “la idea de la discrecionalidad, al amigo, al aliado, al allegado, se le permite
prácticamente todo. En cambio, al enemigo basta con aplicarle los instrumentos de la ley, con
lo cual la ley viene a quedar como algo negativo, como algo horrible que se aplica sólo en casos
extremos”.
“Otra cosa que no ha cambiado gran cosa —abunda Mansilla—, es la cantidad de trámites a los
que está sujeto el ciudadano común. También en la colonia había una enorme cantidad de
protestas que se debía al carácter muy enrevesado y complicado de la burocracia colonial, y
aquí hay ciertas instituciones que no han variado gran cosa. Me refiero, por ejemplo, a
Derechos Reales, que es una institución extremadamente complicada y, obviamente, los más
interesados en que no cambie nada, es esa hermosa fauna de gestores, abogados; es decir, de
los que viven aprovechándose de que los normales litigantes no tienen ni tanto tiempo ni
tanto dinero para perder haciendo los trámites correctamente; entonces, ellos, igual que en la
colonia, se aprovechan de esa situación”.
La mala educación
Otra cosa que en Bolivia no ha cambiado nada, según este pensador, es la mala conformación
de la educación en general y de la universidad en particular. “Ambas instituciones siguen
siendo memorísticas, siguen teniendo una tendencia muy fuerte a no tratar temas que tiene
que ver con otras culturas, o sea muy cerradas por las montañas que al mismo tiempo
protegen, pero también aíslan del mundo exterior. Entonces, en los campos de la educación,
del funcionamiento normal, de las funciones estatales, en el caso concreto del Poder Judicial,
se arrastran, creo yo, tradiciones que vienen de muy atrás y que no han cambiado nada”.
Con dos libros publicados este 2016 en Rincón Ediciones: “Filosofía Occidental y Filosofía
Andina” y “Las raíces conservadoras bajo las apariencias radicales en América Latina”, Hugo
Celso Felipe Mansilla Ferret, asegura que otro aspecto que en Bolivia no ha cambiado nada en
las últimas décadas, es “la arrogancia de los que detentan ocasionalmente el poder y empiezan
siempre como amigos del pueblo, como fue el caso del 52 con el MNR y del 82 con la UDP, y
terminan conformando élites extraordinariamente privilegiadas y alejadas de los intereses del
pueblo llano”.
Educación y cambio
El pueblo, la gente que camina en las calles, siempre espera que las cosas que están mal
cambien. ¿Qué se necesita para que una sociedad se transforme? “Estimada señora Gonzales
—comienza respondiendo Mansilla—, no existe ninguna receta. Si hubiese una receta, ya se la
habría aplicado en algún país del mundo. Una cosa fácil y simple, de efectos contundentes y
rápidos, eso no hay. Lo que se puede pensar, siguiendo el modelo de cambio más exitoso, que
es el de los países escandinavos en el siglo XIX o de Corea del Sur, Singapur en el siglo XX; es
apostar por la educación, por un cambio real motivado por la modificación de pautas
educacionales”.
Pero para eso —dice el pensador— hace falta una verdadera reforma, seria, sostenida en el
tiempo “y no estas simples declaraciones líricas que han sido la reforma educacional de 1952
en adelante, bajo el MNR o las otras que ha habido en los últimos años, que en realidad no
modifican gran cosa las pautas profundas de comportamiento de la población, que más bien
tienden a consolidar lo de antes”.
Indianistas conservadores
http://www.lostiempos.com/actualidad/cultura/20160711/hcf-mansilla-bolivia-que-no-
cambia
Publicado el 11/07/2016
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La viralidad de estas temáticas se dan a partir de 1978 hasta 2006. Bajo una consigna,
construir un nuevo Estado, una nueva forma de hacer y ser gobierno. Más aún, cuando asume
un presidente “indígena” la dirección de Bolivia. A partir de ello, la figura del que vive en el
campo ya no es de un indio (pre-colonial, colonial, republicano), ni de un campesino
(revolución del 52), ni de un campestre (racismo citadino). Se introduce otros conceptos en el
léxico político; Indígena - Originario.
Es en ese sentido que el periodo 2006-2016, logra un cambio sustancial en las discusiones y en
las consideraciones identitarias. En afines a un partido como es el M.A.S. que ven en la figura
de Evo Morales, muchos elementos que según ellos, han reeducado algunas mentalidades del
acervo político en decadencia como en emergencia. Por un lado está la imagen simbólica de lo
que es el pueblo oprimido. Por otro esta la imagen de un ser que puede manipular un icono
simbólico (originario) para fines personales.
Esta imagen, de la política dual se encuentra inmersa en la educación, en todos sus niveles
estructurales (más visible en sus instituciones de Educación Superior). Reflejándose claramente
en dos bandos; en personas que están de acuerdo con la participación histórica de Evo
Morales en el poder, y en personas que consideran que Evo Morales, sólo es una imagen
instrumental del poder.
La juventud que participa en universidades en su primer bando, considera que la figura del
presidente Morales cambió la identidad de la Educación y del país, sintiéndose parte de este
proceso. No obstante, las simples observaciones etnográficas, denotan que la necesidad
biológica de existir, obliga al ser humano a ser parte de una colectividad política. Razones
fundamentadas en la necesidad de trabajar para existir.
El objetivo del gobierno actual es introducir en la mente del boliviano, una nueva visión de
educación, una visión de ciudadano boliviano, donde supuestamente “todos” tienen su
espacio. Fin, que según ellos, se “consolidó en la asamblea constituyente”, donde se reconoce
a todas las etnias del país, sus valores, su filosofía, su convivencia, etc. La pregunta es ¿bastará
con el reconocimiento? ¿Será suficiente que se grite en los discursos que ya son reconocidos y
que antes no lo fueron?
Muchos analistas políticos, como no analistas consideran que hay una ruptura entre lo que se
dice y hace. Existe el cambio de liderato, o la imagen de un supuesto indígena en el poder. Sin
embargo, las estructuras, las formas administrativas siguen siendo coloniales. El proyecto
político presentado está falto de crédito. Un buen porcentaje de la realidad boliviana, ha
perdido la confianza en este supuesto llamado “proceso de cambio”, ya la nueva generación
formada en ámbitos políticos como no, necesita creer sabiendo que es así, no lo contrario,
porque fue y es posible creer sin saber, pero no se puede saber sin creer.
El vicepresidente en el discurso del 2016 afirmó que los indígenas son constructores y partes
de este proceso, un discurso que en sí mismo, aglutina políticamente a toda Bolivia. No
obstante, en la estructura gubernamental muy pocos participan de sus ministerios. Además de
incluir un carnet a fin al partido, sin olvidar que muchos de sus ministros no son, ni hablan una
lengua indígena-originaria. Entonces lo que se dijo anteriormente es real, es decir; hay ruptura
entre lo que se dice y hace en la política del M.A.S.
Según los gobernantes esta idea inclusiva del Estado, afectó a todos los oponentes políticos,
claramente se puede extraer de los discurso emitidos del 2013: cuando el canciller
Choquehuanca decía; “El ser gobernados por indios es un trauma para los que comulgan con
las posturas de los blancos”, “no estamos planteando volver a 1492, estamos planteando
volver a nuestros caminos, donde las decisiones se toman mediante el consenso”. Idea que en
la realidad externa no es así (véase los nuevos nombramientos en cargos públicos). Evo
Morales en 2006 decía; “he venido luego de 500 años, para acabar con esa desigualdad, para
acabar sobre todo con la discriminación, opresión donde hemos sido sometidos, como
aymaras, quechuas, guaraníes. La pregunta es, ¿será así? Es claro que el gobierno tiene una
cosmovisión paternalista de la política boliviana, además de utópica.
La relación Estado y Sociedad es dicotómica en Bolivia, los discursos han demostrado que son
un elemento de rutina y de pintura discursiva que debe hacer obligatoriamente referencia a la
universalidad de la calidad de vida en Bolivia, a la mal utilización de la descolonización. El
“proceso de cambio” es el cambio del proceso, es decir; se cambió actores y algunos
elementos ideológicos (por eso se habla de interculturalidad, intraculturalidad, educación
comunitaria, descolonización), pero en la práctica, las formas gubernamentales siguen siendo
las mismas. Por eso el vivir bien es una creación utópica, convirtiéndose en el sólo discurso y la
buena intención. Muchos entes reales como ideales en Bolivia se han nutrido de buenas
intenciones y de ideales utopistas.
No cabe duda que la política boliviana en sus presupuestos mantiene nociones del mundo
occidental. Históricamente se debatía sobre la ley natural, “el pez grande se come al pez chico,
ejemplo, el mercado (igual a desarrollo), conflicto en el que lo más fuertes sobreviven, o se
salvan de ser enjuiciados. En la política boliviana no hay el enunciado, todo para el Estado, por
el Estado y en el Estado, proscribiendo cualquier manifestación independiente de la
personalidad. Lo que confina al basurero, todo el imaginario social de la realidad boliviana. Por
eso las impresiones son sólo subjetivas. Desde la reflexión filosófica, somos nacidos en un
Estado libre, pero miembro de un gobierno soberano que puede hacer lo que quiera. Y la
mayoría (sobre todo masista) cree en utopías, porque la realidad les parece increíble. Sus
votos paradójicamente son como conciencias ausentes. Por eso es importante reflexionar y
luchar contra este sistema perverso, lo cual desde su asunción al poder, llevó a pensar que era
la única opción.
[1] Santos Diamantino es Filosofo, Antropologo y Músico cantautor, como solista tiene dos
discos. En la actualidad es fundador y director del Coro Paidea, grabando dos discos.
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Siguiendo esta distinción entre las formas presentes en la superficie discursiva y los procesos
opacos en el lado de la producción, entre el síntoma y el núcleo oculto que le da origen y
forma, como debemos analizar los discursos, es decir, entenderlos como síntomas, no
como espejos que necesariamente reflejan de manera transparente la realidad social, ni los
pensamientos o intenciones de las personas.
No lo sabemos, eso ya forma parte de las especulaciones y sospechas que podemos tener. Sólo
conocemos la acción que se realiza con el lenguaje, la que podemos examinar y analizar
empíricamente, en cambio, la intención detrás del autor queda oculta.
La teoría es un lente con el cual miramos la realidad, por lo mismo, sin ese lente, los textos nos
parecerán desenfocados, un mar amorfo de letras, y nos perderemos o ahogaremos en él.
La teoría acompaña todo análisis pues incide en nuestro modo de enfrentar el objeto de
estudio, de problematizarlo, en las categorías conceptuales y, evidentemente, en cómo mirar
los textos.
Dos IDEAS PARA ANALIZAR UN TEXTO
Para eso se distinguen tres dimensiones de todo contexto situacional (campo, modo y tenor)
las que se ponen en relación con tres meta-funciones del lenguaje (función ideativa,
interpersonal e informativa); cada una de estas funciones se expresan gramaticalmente y,
por lo mismo, pueden ser descritas mediante recursos lingüísticos como la modalización,
agencialidad, tópico y comento, etc.
el análisis textual,
el de la práctica discursiva
y el de la práctica social.
Para ello propone siete categorías de análisis, entre las cuales destaca la intertextualidad que,
como el mismo Fairclough señala, es la propiedad de los textos de estar constituidos con
fragmentos de otros textos.
1) textual,
2) discursivo,
3) acción social
4) y estructura social.
Toda investigación que contemple el análisis discursivo y que quiera enfrentarse exitosamente
a la interpretación sígnica, debe mostrar siempre una coherencia rigurosa entre:
categorías conceptuales,
categorías discursivas
categorías lingüísticas/semióticas
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El 22 de enero del 2016 el Vicepresidente del Estado plurinacional de Bolivia, decía: “… hace 10
años asumíamos la presidencia y la vicepresidencia, era un momento victorioso de una oleada
revolucionaria de indígenas, obreros, campesinos, vecinos y jóvenes que habían impedido la
privatización del agua el año 2000, gente que impidió la exportación del gas a Chile y de este a
Estados Unidos.” Sin embargo, en la realidad ¿esto es así? ¿Será que Álvaro García Linera fue
parte de estos momentos que él menciona como parte de la victoria de los pueblos indígenas
que viven en la ciudad y en el campo, o, será que él miraba desde las aulas universitarias,
oyendo y viendo desde los medios de comunicación? ¿No será que la victoria es sólo del
pueblo y no de los que ahora están en el país, y se atribuyen este merito, diciendo que nos
representan?
Después se jactan de impulsar la Asamblea Constituyente del Estado. Sin embargo este ya fue
un proyecto indianista y katarista proyectado al finalizar los años 70. Además este proceso si
veía venir si o si: Las nuevas generaciones gozamos de tecnologías que nos permiten
comunicarnos y aprender todo el tiempo. No hay gente que quiera quedarse en el anonimato
sin decir lo que piensa, no hay gente que quiera ser negada y abusada en la actualidad. El
ejemplo son las ferias que existen en las principales ciudades del país. El boliviano, o el aymara
que vive en la ciudad o en el campo ya no se calla, ni se queda en el anonimato. La realidad ha
cambiado, ya no es época en la que el aymara, quechua, guaraní u otros indígenas se quede en
el campo a labrar su tierra. Este nuevo indígena conoce, tiene su auto, su casa, negocios por
todo el país, sabe cómo funciona la economía.
El boliviano de este siglo quiere vivir mejor (tangencialmente) no vivir bien (mundo ideal), sus
ansias de estar mejor no tiene límites. Si sólo mencionamos los problemas de medio ambiente
que maneja la estructura de gobierno, se percibe que están equivocados frente a la realidad.
Una cosa es ir un rato a inaugurar obras a un pueblo y otra quedarse por lo menos una semana
y conocer lo que esa persona vive y siente en el lugar. En el campo no existe el derecho de la
naturaleza, sino, el cómo va sobrevivir el ser humano. Las ideas que se expresan en los papeles
que firma el presidente se quedan en el papel. El sólo hecho de aseverar la regulación del
comportamiento humano es idealista y romántica, porque controlar al ser humano es
imposible.
La lógica postmoderna del aymara y quechua que se ha formado y vive en las ciudades como
en los campos es, usar sin restituir, hay una lógica individual. Los mismos inventos tecnológicos
han fomentado esto, hay cierta egolatría consumista, es decir; La naturaleza y las especies
vivientes son objetos con dueños o simples recursos naturales. La naturaleza es reconocida en
tanto su utilidad (ganancia y consumo). Con todo esto ¿Quién libera a la naturaleza de tan
natural esclavitud? ¿Un gobierno supuestamente indigenista-pachamamista? Además que es
un gobierno que cosifica a la naturaleza al decir que se “recuperó los recursos naturales”. La
naturaleza no es un ente dominable, más bien somos presa de su dominación natural. Por eso
es importante reconceptualizar muchas ideas en la estructura del gobierno, con ideas reales,
no idealistas.
Un tercer logró según Álvaro García Linera es, que el gobierno sea “indígena obrero campesino
popular.” Si nos remontásemos a las ideas de identidad, ninguna de estas se cumplen en la
estructura, aunque el tema no establece algo definitorio. Pero ¿es la identidad, todavía en
estos tiempos post- modernos, un tema de interés para la gente que vive en los campos como
en las ciudades? ¿Ellos sabrán sobre los arduos debates que se da en la ciudad, en la academia,
en la estructura del gobierno sobre la identidad? ¿Cómo construyeron su concepto de
identidad para decir que el gobierno es indígena obrero campesino y popular? preguntas que
aún se mantienen en el imaginario de los que degustamos de estos temas.
Otra de las frases que lanzó el vicepresidente fue que el gobierno “puso fin al Estado neoliberal
y colonial vigente”. Sobre este punto alguna reflexión política filosófica. Es verdad que en la
actualidad la discusión sigue dividida (izquierda y derecha), una política que aún se basa en los
acontecimientos de la revolución industrial, donde la explotación laboral era abusiva y brutal,
que obreros trabajaban por una cantidad de dinero sin descanso. De donde surge un
movimiento que hoy se conoce como la izquierda política, quien acuña dos corrientes políticas,
el comunismo y el socialismo, la primera busca suprimir la explotación laboral y la del
empresario; la segunda permite la figura del empresario imponiendo restricciones tales que no
pudiera explotar a sus trabajadores. Su objetivo es que la clase baja no sea subyugada por la
clase alta, de ahí parte la izquierda. Es esta la caracterización, sin embargo ¿es esto así en el
país, la realidad es esta? Porque los adeptos al partido de gobierno se hacen decir de
izquierda.
El vicepresidente afirmó que “los indígenas votaron por sí mismos, los humildes votaron por sí
mismos, los trabajadores votaron por sí mismos, que es un programa de poder hecho por ellos
mismos y con ello, lo que fue posible el 500 años al fin sucedió”. Sin embargo, la nueva
inteligencia citadina que viene del campo, no se traga este cuento, “mientras más lean las
ovejas, más negras se pondrán” dice el dicho. La juventud tiene conciencia, es un ser que se
informa es un ser humano libre, tiene conciencia de que no es así. Sabe que se coimea a
líderes indígenas, campesinos y obreros, para que sus afiliados a sindicatos, asociaciones,
federaciones y confederaciones voten por el que tiene el poder, si este no lo hace este es
castigado de diversas maneras.
Esa es otra forma de hacer política barata, y discursear bonito en el palco. Un gobierno que
asevera que es un país democrático, pero acalla voces de periodistas, de dirigentes, de gente
que piensa distinto. Para la reflexión, un país, cuyo gobierno apalea ciudadanos para silenciar
su voz no es un país democrático. Medios de comunicación que se ven determinados por el
apoyo económico que da el Estado, no es democrático. Noam Chonsky decía, “el propósito de
los medios masivos no es tanto informar sobre lo que sucede, sino más bien dar forma a la
opinión publica de acuerdo a las agendas del poder corporativo y dominante.” Y de alguna
manera esta idea se ve reflejada en el país.
Estas ideas se deben considerar, no se pueden olvidar, acciones como lo del TIPNIS, una policía
deteriorada, una justicia manipulada, medios sometidos al poder. Hay que reflexionar en estos
tiempos de manera seria, no apasionadamente, porque el pueblo que olvida su historia está
condenado a repetir desgracias.
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