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LUIS LORO

El pensamiento
moderno
Filosofía del
Renacimiento

EL COLEG IO NACIONAL
FONDO DE CULTURA
ECONÓMICA
MÉMCO
CŁIADERNOS DE LA GACETA
S2
Primera edició n, 1992

A Zet'zo

D. R. e 1992, -ont›o i›i Cucruza EcoNooics, se. ce C. V,


Carretera Pieacho-Ajus‹-c›, 227; 1 4200 México, D. F,

tSBN @8-16-á89J -3
I mpresc en MCX iCO
Uno de los temas en $iscusion en las ú ltim:is décadas ha
sido el del posible fin de la imagen moderna del mundo.
Tal vez estemos entrando en una forma nueva de ver el
mundo y de razonar sobre él, que empezaría a dejar atrás
el pensamiento llairiado moderno”. Pero la discusión resulta
estéril, o superficial al menos, si no precisamos justamente
lo que podemos entender por pensamiento moderno”.
las postrimerías de u!aa nueva ma-
; Estamos realmente en f
nera de ver y de penü° el mundo, que dimos en llamar
"moderna”,
más o vivimos s 'O una transformación parcial,
o menos pasajera, una variante en suma, del mismo pensa-
miento moderno? pq¡quier respuesta exigi° caracterizar
C
lo que entendemos pof pensamiento moderno”.
“Modernidad” tiene muchos sentidos. lin todos los
tiempos se ha usado para distinguir la n.eveda d, que
irrumpe en la sociedad establecida y anuncia un cambio,
de la reiteració n de las Í°"' de vida que continúan el pa-
sado. En ese sentido, °S vanguardias”, las propuestas
nuevas de pensamient ' la adhesión a las i.nnovaciones
aunque sean pasajeras suelen calificarse de “modernas”,
Este ensayo recoge ideas expuestas en varios cursos i•n la Facultad de
Filosofía y Letms de la Una versión preliminar fuck expuesta en un
çplegio Nacional, impartidas 'su El Colegio de
ciclo de conferencias de El
México, en junio y julio de J
cualquiera que sea su contenido. Pero, en otro uso del tér- patrimonio exclusivo de unos cuantos, luego se va poco a
mino, por “m‹aderna” entendemos tanto una época de la poco generalizando hasta convertirse en el marco incues-
historia de Occidente que sucede a la Edad Media, como tionable de la época. Una yez que se ha vuelto predomi-
la forma de vieja y de pensamiento propios de esa época. nante, si algunos empiezan a impugnarla, puede tratarse
Es este significado del término el que aquí nos interesa. de resistencias del pasado o de fenomenos disruptivos
La época “moderna” comprende un lapso muy amplio, pasajeros, pero puede ser anuncio también del ocaso de
lleno de vicisilcdes, transformaciones, contradicciones in- la época. Porque una época histó rica dura lo que dura la
ternas. iCGmo caracterizar la? Podemos partir de una idea primacía de su figura del mundo.
regulativa, para descubrir un camino. Por variables y aun Generalmente se suele entender por “pensamiento
contrarias que sean las creencias, actitudes, valoraciones, moderno” una forma de pensamiento racional Que tendría
programas de vida de una época, podemos buscar ciertas su expresió n má s clara en el siglo xviII. A menudo, la idea
ideas bá sicas, .supuestas en todas ellas, que perm2nezcan de la historia y del mundo ilustrada, su proyecto de racio-
y determinen las otras manifestaciones como propias de nalidad, se toman como paradigma de la “modernidad”.
esa época. Las demás creencias y actitudes, por distintas que Pero, en realidad, sus orígenes son má s antiguos. Empie-
sean, las aceptan como un trasfondo incuestionable. Si zan con la ruptura de la imagen medieval del mundo y con
contradicciones hay, se levanten sobre el supuesto comun la aparicion paulatina, en algunos ingenios, de una nueva.
de aquellas idc as básicas. Antes que una doctrina, formu- Las ideas ilustradas y su legado en los siglos posteriores,
lada en enunr:iados precisos, esas ideas expresan una se ievantan sobre esa previa manera de sentir y pensar el
manera de pensar las relaciones del hombre con el mundo, mundo, nacida de la ruptura del mundo medieval. La
una preferencia por ciertos valores y un estilo general de ruptura se inicia en el Renacimiento. Es en los siglos xv y
razonar, implícitos en varias doctrinas. No se trata de un xvi cuando se manifiesta el primer germen de lo que será
sistema de pensamiento sino de una mentalidad. Na total- un giro decisivo en la imagen del mundo y del hombre y
mente que estit manera de pensar coexiste, durante toda en el modo de pensar sobre ellos. Este germen no es uni-
lz época, mn la antigua, a la cual a menudo se enfrenta. Inclu- versal. Aparece en algunas ciudades de ltalia y de los Países
so, al principio ‹es aun la antigua vision del mundo la que da Bajos, Allí empezará a forjarse la figura moderna del mun-
cará cter a la sociedad y só lo en unos cuantos espíritus se do cuyo desarrollo verá n los siglos siguientes.
expresa el nue lo pensamiento. Pero es este ultimo el que La imagen moderna del mundo empezó a formarse en
está preñ ado de futuro, es él el que termina dando su espe- el espíritu de unos cuantos hombres de avanzada en su
cificidad a la nueva época. época, pero no podemos marcarle inicios precisos. Podría-
las ideas ba'acas que caracterizan a una época señ alan mos incluso perseguif haciu atrá s ideas precursoias, hasta
la manera come› el mundo entero se configura ante el hom- el siglo xiii tal vez, con el desarrollo de los burgos medie-
bre. Condensan, por lo tanto, lo que podríamos llamar vales, como no han dejado de haceflo algunos estudiO5O5.
una “figura del mundo”. Una figura del mundo empieza a jNo encontramos en un San Francisco, en un Dante, un
brotar, lentamente, en el seno de la anterior. Primero es Petrarca o un Giotto vislumbres, dentro del espíritu del

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Medioevo, de lo que habrá de ser la imagen renacentista nada del Renacimiento, dirigida por una idea circular: a
del mundo? Porque una época no presenta fronteras pre- partir de la situació n actual del pensamiento comprender
cisas. Con todo, para captar su espíritu, podemos dete- el de aquella época, a partir del Renacimiento precisar la
nernos en algún momento, allí donde se manifiesta, no ya situació n del pensamiento moderno. Habi emos de partir
en rasgos aislados de figuras singulares, sino en ideas com- así de una idea previa de lo que tenemos Que buscar, y
partidas por un grupo, que empiezan a marcar un estilo ésta solo puede provenir de la conciencia de nuestra Ó QOCa.
de pensar común. Esto sucede en los siglos xv y xvi. A partir de la crisis de la modernidacl buscaremos los ini-
Otra advertencia. la nueva figura del mundo no rem- cios de ese pensamiento en crisis. Por e11‹s só lo destaca-
plaza abruptamente a la antigua. La mayoría de la gente
remos algunos rasgos distintivos de los siglos pasados, en
siSU e pe riS yndo en términos del Medioevo. Es apenas un
los que podamos reconocer Jos primeros esbozos de lo
grupo reducido de humanistas, de artistas, de hombres de
Que nosotros llamamos pensamiento moderno, y ésa será
empresa y renovada rirtii los que le abren camino, no sin quizá s la mejor manera de precisar lo. En efecto, ¿qué
fuene oposicion del pensamiento antiguo. mejor para comprender nuestra época y las transforma-
Tampoco tiene todo el pensamiento importante de esa ciones que anuncia, Que verla en sus orígenes? ¿Qué mejor
epoca el sello de la modernidad. Basta pensar en nombres para descubrir las ideas supuestas en nuestra imagen del
como Savonarola, Lutero, Thomas Münster o Ignacio de mundo que perseguirla allí donde era germen, anuncio?
Loyola para comprender que no todo el pensamiento del Ver, en suma, el hombre moderno en la f: escura dc sus
siglo xvi es renacentista, Ernst Troelsch, por ejemplo, pen- inicios, en el entusiasmo de su primer descu brimiento,
só que Reforma y Contrarreforma fueron movimientos No perderemos pues de vista, en ningú n momento, la
pertenecientes al ámbito de la cultura medieval y contra- perspectiva actual, buscaremos en el pasadc› lo Que pueda
puestos a las tendencias características de lo que llama- iluminar el presente. De allí que destaquemos en el Rena-
mos ”Renacimiento”. cimiento lo que resulte má s vivo para nosotros y dejemos,
Ésta no es pues una historia del pensamiento en los en cambio, en la sombra otras facetas que en esa época pu-
siglos xv y xvI, ni siQuiera de la filosofía renacentista. Pocas dieron ser más importantes para quienes las vivieron. Quizás
épocas han contado con estudios tan ricos como ésta; yo algunos se sorprenderá n de ver allí ideas que creían de
no puedo tener la pretensión de añadir nada substancial a ú ltima hora, de reconocer una imagen familiar del hom-
obras ya cl.asicas, como las de Burckhardt, Gentile, Cassi- bre y del mundo, aunque dibujada con tra zos y matices
rer, Saitta, Kristeller, Garin, Baron y algunos otros. El tema distintos. Porque lo Que para nosotros está teñ ido de des-
de este ensayo es distinto: los orígenes y la crisis del encanto, velado por un templado escepticismo, allí era
pensamiento moderno. Basado en gran medida en las entusiasmo, alborozo de un mundo en sus corrñ enzos. Nues-
obras mencionadas, pretende ser una revisiÓn intencio- tro viaje trataré de precisar las ideas centrale s que engen-
Die Bedeutung des Protestantismw für die EnMtebung der moderneri
draron ese mundo. Por contraste con esas ideas, esperamos
de/ 1906. (Cit. por J. Huizinga, en El concepto de la 'tutoría, Pondo de que se dibuje con mayor nitidez el perfil de nuestro pensa-
Cultura Econó mica, México, 1946, p. 131,) miento actual y del que podría sucederle en el futuro.

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I. La pérdida del centro
Los primeros- siete capítulos veran el Renacimiento a la
luz del pensamiento moderno, los últimos tres reflexio-
narán sobre el pensamiento moderno a la luz del Rena-
cimiento.

La figura renacentista del mundo no podría entenderse sin


una referencia a la imagen que la precedió . Antes_d l Rena-
cimiento el cosmo ys la sociedad humana se..presentaban
bajo laiguf ra de un orden (tnito, en dpnde cada cosa tenía
su sitio determinado segú n relaciones cla(amente fijadas
en referencia a un centro. Pensemos primero en la fá brica
del mundo físico. El universo medieval estaba constituido
por dos niveles de ser completamente distintos, sujetos
cada uno a leyes propias. El mundo sublunar, es decir, la
Tierra, obedecía a ciertas leyes físicas expuestas por Aristo-
temes y continuadas en lo esencial por la física medieval. El
mundo sublunar estaba rodeado por siete esferas. En cada
una. una partícula de materia constituía un cuerpo celeste.
Pero tenemos que imaginá rnoslas como si fueran cá scaras
cerradas. Estaban constituidas por un material sutil y trans-
parente; giraban todas ellas con movimiento regular. Estas
siete cá scaras, concéntricas las unas respecto de las otras,
correspondían a las ó rbitas que describían en torno de la
Tierfa, segú n la astfonornía ptolemaica, los cinco planetas
conocidos entonces, la Luna y el 3ol.
Más allá de la séptirria, estaba la ú ltima esfera. Era la esfera
de las estrellas fijas en la cual Odíamos encontrar todas
las luminarias celestes. iY rriú s allá? Más allá, sÓ lO la presen-
cia de Dios. El mundo físico tiene ues un limite preciso.

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Es como una caj a, como.una de .estas muñecas rusas O sucede en el tiempo. Al iguala que el espacio_hu mano.
polacas en las cuales, al abrir cada una, se encuentra otra tiene un centro y urna periferia determinados, así también
exactamente igual, al abrir ésta, otra más y así sucesiva- _el transcurso de 1a_historia tiene un comienzo preciso: el
mente hasta llegar a una muy pequeña que es, por asi de- momento en que Dios creo a la primera p:treja en el Edén.
cirlo, el centro o núcleo de toda la muñeca Así en el mundo To.da_)a_historiÍ tiene un centro: el instante en que jesu-
físico. Podemos imaginarnoslo como si estuviera consti- cristo salvó _a la humanidad, y tendrá un fin precisos. el día
tuido por una ultima esfera perfectamente limitada y cerra-
glorioso en que el_hijo del hombre regrese a la Tierra a la
da, fuera de la cual ya no hay absolutamente nada y dentro diestra del Padre, para juzgar a la humaniclad. Todo se en-
de la cual se encuentran circunscritas otras tantas esferas cuentra entre estos hitos perfectamente determinados.
hasta llegar al nucleo de todo: la Tierra. 'La sociedad humana, de modo semejante. Es una socie-
El mundo es limitado y tiene un centro. Dentro de esta dad jerarquizada en donde cada estamento ocupa su
arquitectura cada cosa tiene asignado un sitio. Hay órden ]ugar. Hay una relaciÓ n clara entre los sie.nos y los señ o-
nes en el ser; cada ente tiende a ocupar su lugar natural. En res, los señ ores y sus superíores feudales, ‹Estos y el rey, el
el mundo sublunar rigen leyes diferentes a las del mundo rey y el emperadoyr La mejor imagen de esa sociedad sería
celeste, pues en el cielo habitan cuerpos de una inteligen- seguramente la que aparece en esos autos sacramentales
cia sutil Que, por otra parte, duran en sus revoluciones la de la Edad Media, Que pasaron después al Renacimiento y
eternidad. Por lo contrario, en el mundo sublunar rige la ge- luego a la literatura barroca. Uno de ellos se recoge en la
neración y la corrupción; en él nadn es eterno, todo dura un obra de Calderó n de la Barca El ran teat ro del mundo.
lapso f‹nito. Cada ente obedece a su naturaleza, la cual está Encontramos en ella una variante de un tema propio de
regida por leyes que no puede rebasar. los autos sacramentales medievales. La vida humana, la
Pues bien, a imagen de esta fábrica cósmico, el hombre sociedad, son representadas como una fat sa. El autor de
medieval considera la arquitectura humana. Tambíén cl la trama otorgó a cada quien su papel en la comedia. És
mundo concreto del hombre es un mundo finito en el Que es Dios, naturalmente. Hay un apuntados encargado de
todo ocupa un lugar preciso en relación con un centro y repetir a los actores el papel Que deben de:›empeñ ar: es la
Con una periferia. La Tierra es vista como una superficie limi- conciencia. Y cada quien, al_entrar en escena se viste del
tada, en el centro de la cual existe un lugar privilegiado s traje que le corresponde segñ n el lugar que le está asig-
algunos lo colOcan en Jerusalén, por ser allí donde el Dios nado. Entra en escena, tiene que desempeiiar brevemente
hecho hombre iedimió a la humanidad; otros lo sitúan en su papel y hace mutis. Es buen actor y será preciado por
cambio en Roma, por ser el centro de la cristiandad y del quien repartíó los papeles, aquel que desempeñ e_exacta-
imperio; sea Roma o Jerusalén, todos los mapas medieva- mente la funció n que le corresponde. Quien tiene el papel
les muestran un centro preciso. ‹Y en la periferia qué hay? de labrador debe ser durante toda la representacion el
Nada, los abismos insondables; nadie puede asorrizrse a mejor labrador posible, sin tratar de ser otra cosa, quien
los bordes de la Tierra pOrQue caería en el vacío. Si cada ha recibido el papel de rey debe represeritarlo lo mejor
Cosa'está en_el lugar del espacio que le corresponde; igual posible, sin dejar nunca de ser rey, quien !:iene asignado

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: 1 el de mendigo debe de ser_ Duen.mendi
os toda la
representan ión. La comediJ es la vida, y Dios premjará a tal, la circunferencia y el diámetro se conkinden, ambos
aquel mendigo-que.fue buen mendi
go, a aquel labrador. son igualmente infinitos. El centro no coirícidecon nin-
.que fue el labr a dor.adecuado-.ymm quel rey que mp io_ gún punto determinado, cualquier punto puede conside-
dC rriariera óp tima su representaci Cada quien debe rarse como centro. Nicolás de Cusa transfiere así a1 universo
ón.
cumplir el papeJ que le ha S ÍdO dado en w ars .
ción social i:iene SÜS Q£O9íáS Virtudes. Cada fun- la definición hermética de Dios: “Urna esfera_cu o centros
Sería i£lC está en todas partes y la circunferencia en ninguria”. De nin-
e inadecua clo que el labradOf Q uisiera imitar lasOnveni ent e
Virtudes gun luear, tampoco o ende“ de la Tierai puede decirse
del señor, el señor las virtudes del eclesiástico y así suce-
que ocupe un puesto central. El mundo no tiene centro.'
sivamente. I0esde que nace sabe cual es la funció n qu
Co rresponde en la socieclad, y el Má s tarde, Copérnico anuncia la ruptura del modelo
é II arquitectonico de un mundo cerrado. La Tierra deja de
pedazo de tierra donde
rCposara después de su muerte. La
donde co da_persona, al ocupar sociedad es un edificio, ocupar ellgar central, en él se coloca la masa incandes-
novedad radiCal pero gar, está a S8ivo cente del sol. Al desaparecer el antiguo centro, las esferas
SU_ deba
talTlÜ ié n de la angustia. El hOmbre concéntricas estaHan como cescayaswacfas. Los lanetas
sa bey donde está, se morada son otros tantos cuerpos que vagan en el vacío en torno a
p.aña desde el miento hasta la muerte. la hoguera central. Copérnico cree que la esfera de los
naci
Igual que c!l mundo celeste, igual que el mundo geo estrellas fijas no está limitada, sino se extiende indefinida-
y uno es
d se ordena de un centro olítico mente hacia lo alto. No está claro, sin embargo, si piensa
respec_to
9‹**tua1: la doble poiesm d de la corona y de latiara. que el mundo es finito o irifinito. Pero su discípulo, Thomas
, Pues bien, en el RenÉacimien to 2S1St1/ ura de Digges, llega a la idea de un mundo abierto al infinito: las
OS uno perJfe estrellas fijas se extenderían en todas direcciones sin que
Pensemos primero en la tr
ansformacio
Desde mediadOs del 1 n del mundo físico. podamos señ alar su límite.2
idea de que la se parac S.ig o xv, NiCO15s de Cusa SOstiene la A finales deliglo Giordano Bruno describe con
ion entre el mundo sub1nRay entusiasm_o la fiquradeu mun@n_ infinito, sin. control
celeste es
que el cambio ye1nhay ninguna la zÓn para suponer petitoria,
más raz
y la corrupción solo se den en la Tierra,
es
onable pensar que una sola ley rige en ambos ^ Ni la Tierra ni ningún otro mundo está en el centro... Esto
dOs, de modo que las nsmas propiedad es mun- es verdadero para todos los demas cuerpos. Desde puntos
comparte la esfera de l estrellas fijas. El de la Tierra 1a s
de vista diferentes, todos pueden ser vistos como centros o
as
8fá é], una “‹_°xplicaci ón” exf› licat D aun e como puntos de la circunferencia, como polos o como zenits.
io)
de
imperfeca e ina decuada, porque en und multi-
desarrolla
plicidad de /orrws lo que en Dios Siguiendo esa nea de ensarniento, asa1ta_a Bruno una
dad indisolubí e ° 'n pl'catio . La imagen universo idea del todo extraña para la época: ,Por quemopensar
_de_1
na esfera de radio infinito. Pero en una esfera
' De docta Ignorancia, Aguilar, Buenos Aires, 1957, Lib. II, cap. n.
° / A. Koyré, De monde closó /ári/na ín tir Presses Universitaires,

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que aquellos puntos que se suponían fijos en una resa conocer no es ya el lugar riakiral que c‹orresponde a
esfera
no fueran OtfOS tantos soles. vagando
acompañados tal vez de en el espacio vacío, cada cuerpo, sino las relacionesue tiene con .otros, las fun-
su corte de planetas? “De manera ciones en que se encuentra el_movimiento c[e un cuerpo
que no hay un solo mundo, una sola tierra, un solo sol, respecto a los movimientos de los otros_ Y hemos dado,
sino tantos mundos cuantas
estretlas luminosas vemos en me parece, con la palabra clave: fu c ong Si eri la Edad Me-
torno nuestro.”* dia una noció n central era el lugar, el sitio natural de cada
A la concepción antigua del cosmos empieza a rem- cosa y de cada persona, en la nueva imagen del mundo, una
laZarla, desde el siglo xvi, la figura de palabra importante empieza a ser la funció n, las relaciones
Un mundo abierto,
espacio que se extiende al infinito, uniforme y homogé- queyg_en entre osasy en e s hombres.
neo, sin límites ni centro. Y en ese
oceano infinito se des la- s a image_n deI cosmos corresonde s un camb’io se-
zan unos cuerLOS f*lirtÍj5CU lOS, flotando en el
uno de ellos nos encontramos nOSOWO& vacío; en meante en la eo afía. En e Renacimiento, la Tierra deja
Frente a la imagen de tener un centro geográ fico, Se inicia la ent de los gran
á COQPdOra de un mund cerrado, en el cual el hombre se des descu brímientos, en que las carabelas recorren largas
encuentra inmóvil, en el centro, nos encontramos ahora distancias y los navegantes hacen la experiencia de que la
con el pensamiento de un espacio in
Conmensu rable, en el superficie terrestre es una esfera en la que cualquier punto
cual navegamos E n una pequeña partícula, sin saber a podría ser su centro. Es la época del descubrimiento de
dÓnde vamos.lo que en NiColás
de Cusa y en Giordano
Bruno era entusiasmo por la Infinita grandeza del las costas meridionales de Á frica, de la aparicícin de un nue-
univer-
SO,UnOSaños después
en Kepler será motivo de espanto: vo mundo, América. La primera circunnavegació n del glo-
bo precede diez añ os a la publicació n de la Ol9ra de Copér-
Este pensamiento [la infinitud del universol nico; ambas transformaciones de la imagen riel globo son
no se que horror secreto; en efecto, no lleva consigo
do en esta inmensidad a la que se s encontramos erran- paralelas.
le niega todo límite, todo
No s6lo los lugares Que cada quien ocupe. edu la super-
centro, y por ende todo lugar determinado.+ ficie terrestre se relativiza bien las cii1i.Aires. Nicole s
No en vano exclama ra Pascal más de Cusa, Bruno, Montaigne, Charron se explayará n sobre
tarde: "El silencio de los
espactos irifinitos me aterra la relatividad de las creencias humanas. Si en otras tierras
huUq univeisoínñrülg, puesto
que cualquier parte los hombres creen en cosas tan diferentes a las que nos-
de ser centro y cualquie ra otros damos por seguras, si hemos descubierto que las
pue- periferia, tOdo lugar es
aleatorio ' no hay órdenes ni adhesiones de los hombres a valores son tan diversas,
relativo, puestos exclusivos en
el cos- LOS, todo queda fijado@Of as rejlaciones icó mo aferrarnos n la idea de que nuestra cultura es la
que_unos
nos guardaTt COr1 Otros; eso es ú nica válida? iPor qué no aceptar, más racior almente, que
IO importante. Lo gi l la nuestra es una entre muchas posibilidadr s de cultura?
cuer-
inte- De allí basta un paso_pora sostener que nuesr•a civi1izacion
Giordano Bruno, “De l’infin$to universo
e mondi”,
•d. Paolo de L gazde, Gottinga, i ggg, vol i, cristiana es una de las civilizacionesposible:. y no el cen-
' * P°'A.Koqé, -+o de la historia humana. Giordano Bruno la este paso.
1?
reqn.e .to.das las reflgiones son válidas como
las trabas gremiales C[ue impedían el clesarrollo industrial
Casinos a Dios y todas tienen semejante s derechos a y se otorgan facilidades a toda clase de obrajes.
considerarse ord nadaz.pop Aparece est un nuevo tipo de hombre cuyo poder no
Al misino tiempo que se relauvi2a la geografía hUmana, está sujeto a las regu acionesy rangos de la sociedad anti-
er pieza a resquebrajarse la arquitectu ra estamentaria de gua sino due depende de la de hecho, cum-
funcionQue
la sociedad. se conso1i0@ap que en siglos ante- ple en la sociedad. Alfred von Martin resume así la situació n
riores se laabía ido formando urm, si
en los burgos del Medioevo. en Florencia:
Los nuev‹os descubrimiento s propician un gran
COJOfCiO, que tiene por principales centros US auge de1
ciudades Es la formació n de una capa social completamente nueva,
marítimas del norte de Italia
(Venecia , Génova, P‹sa y, por de una nueva aristocracia del talento y de la energía activa
Su intermedio, Florencia), de los Países Bajos (Amb (que sustituye a la anterior de nacimiento y de rango) y que
Brljjas, Amsterdam), de Pomigal (Lisboa). rn i5oi llegan eres, asocia a1 arte econÓ mico el político, pero siendo siempre el
a Lisboa Iris primeros cargamentos de especies de
Los venecianos se apresuran a competir con la India. momento econó mico (el burgués) el qiie, predominando,
los ponugue- determina el estilo de aquella viQq 5
ses y promo dOfTŁÎnan , en el Mediterrãne o, el
comercio de
especies y sedas. Por su parte, Amberes Cierto que, en términos generales, el orden antiguo per-
y su rival, Brujas,
prosperan gracias al desarrollo de empresas comerciales y manece incambiado en el campo, pero en las ciudades em-
bancarias ]igadas a has ciudades teutonas. LoS comerciantes pieza a resquebrajarse, dando lugar a una movilidad social
empiezan a congregarse en ligas. Aparece, nuev unque las posibilidades de ascenso social son
por rimera
vez, la gram banca. Banqueros y comerciantes aú n limitadas, las cualidades personales son capaces de
constituyen
un nuevo ¡›oder que ya no estã ligado a1 nacimiento hacer pasar a un individuo, de su situacion “a un estado su-
ni al
puesto ocupado en la jerarquía social sino 2 SU 9 fOpia
capacidad tie empress. Ejemplos notables carderial Cayetano de Vio, muerto en 1469. is la vinud perso-
Fugger (o l'ú car), banqueros alemanes depOdrían ser los
cuyos présta- nal y no la condició n social la que importa en estos casos.*
POS dependía Carlos v para todas sus Por limitada que sea aú n la posibilidad de ascenso so-
ras, o la famosa farUi1_ia de los Medici en empresas guerre- cial, los individuos que lo logran causan admiracion. Sur-
rlorencia; su poder
tiene por buse su riQueza, como COmerciantes prim ro, ge un ideal desconocido hasta entonces: el que encarnan
e
Como banqueros de5pués; øracias a los que Maq iavelo llama “hombres nuevos”. Son hombres
añ os contro\/an el papado y ese poder por muchos
propician el desarrollo indus- que no s enten determinado su destino por e_ 1ma
trial y artistic o de Florencia. ocupan, sino que está n empeñ ados en labrarselo mediante
M_lado d‹* comerciantes y banqueros, su Ben los nue- su acció n. Lo randes individuos fs inan al Renaci-
YOS grandes roductores de
m_ercancias. En Florencia se
instala la lib.•rtad gremial e industrial. En otras ciudades, . • A. von Manin, focio/ogćo del Renacimiento, Fondo de Cultura Econó-
desde Amst‹ rdam hasta mica, México, ì9ã 6, p. 22.
Venecia, se rompen muchas de * Cf. j. R. Hale, Zs Europa del Renacimtento. 1480-1 ß2O. Siglo CXI,
f4éxico, 4a. ed., i979, p. 173, y A. von Martin, op. cix., p. 148.
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miento. Surgen por todas partes.
que fletan e mbarcacio US OSádOS com erciantes actíía. La posibilidad que se empieza a abrii;camino es la
nes para II d buscar a tierras lejanas
las telas, las joyas y especias
que venderan en las ciudades d_individuo_que, sin un sitio fijo, ha de lat›rarse un des-
europeas, dispuestos á tino mediante su propia virtuWEl valor que tenga en la
arrtiinarse de un momento a otro, sociedad ya no dependerá del papel que le haya sido asig-
rehacer su fortu na de nuevo. Son perso-
£1á5 que no tienen nado, sino de la funció n que desempeñ e gracias a su es-
apego a un pedazo de tierra ni menos fuerzo La funcion social es la empresa. El individuo em-
carecen de un lugar aún
dá d, su lUgar señalado en la socie- prende para ser, su acció n libre le da un sitio en el mundo,
ciudades
es resu ltado de su En algu nas no la naturaleza.
empresa.nuevos do
estos hombres
Es minan el poder poíítj¢ f Esta nueva imagen del mu ndo que afl‹ara no podía
R
81 Caso de la epublica de Venecia, también de Géno- menos de acompañ arse de una honda sensació n de inse-
va y de Florencia. En otras ciUdades, no llegan a domi- çguridad y desamparo. No es fá cil orientarse en un mundo
narla luchen
pero frente
Y puestos, a8OFl Vá£iá da fortuna por obtener fueros
los señores feudales. En Italia, Otro géne- que ha perdido su centro. Así como la Tierra navega en el
ro de estos hOmbres nuevos son los espacio ilimitadO Sin saber cuá l es su curso, así el hombre
condotiem, soldados carece de un puerto seguro. “Per lm pza * una terra”,
de fortuna, aventureros, que armando pequeñas bandas
yo, venden el s ll’—ode dirá Campanella. “Para él poca Es una tier " El hombre ya
Su fuerza à ÏàS Ciudades
y.llegan en muchos Cá 5OS H alQ no eguridad,desarnparo,
busca a Serrarse unporedazo tierra*.d‹:
deeuforia
la Otra, Porla una parte,
acción, de
ñ rarse de los
Lo sforza, tos Borgia, poderosas familias ltàpriÍíàncipados. nas, no
tienen otro origen. Frente a
los príncipes que recibían por
herenci a la Corona, aparece
este aventurer , a veces salido
de LOS uSWá IOS bajos de
á SOCiCdad, que log o encumbrarse
por su propio Esfuerzo a los más 1t Otms individuaJida-
á
s
des que labran se destino mediante
son, en l* Perñnsu¡q su esfuerzo pe sona)
yor ejemplo de un hombre ,
€• SálidO de los estratos
ces inferiores de la sociedad, a ve-
más alto e incluso acierto a lo gra forjarse un lugar en lo
dotarse a SÍ fRi
V smo de tierras nue-
Con*” quistad
/Q° ores me’or e’em lo de ese horribre
son la versión es nuevo ? Los
italianos. QáÚOlá de los condotieri
suma, en el Renacimiento
la áf Qui t ectura Si C a del mundo empiez a agr‹etarse tanto
como su afábrica social
Vida del hombre ya no está
d marcada de antemano or el
cadá_QU le n nen U e escribirla mientras

22

O. La idea del hombre
El hombre puede ser semejante a una piedra, como lo es
de hecho en los momentos del sueñ o profundo; semejan-
te a un vegetal, ino tiene acaso en él todas las tendencias,
las funciones que animan a la vida vegetativa? Puede ser
tan bestial como una fiera, pero también semejarse a un an-
ge1 y —/por qué no?— a un dios. El hombre es pues un
pequeñ o mundo que contiene todos los ó rdene.s deÇunl-
quo, Pero esta correspondencia só lo se realiza porque ela
hombre puede ser aQuello que de algú n modo elija, mien-
En el principio de la concepción tras que las demá s cosas no pueden ser mas_qiie aquello
encuentr;i pa radójicame nte moderna del hombre se use ya_son.’ -
una
pensamien to estoico tradiciona imagen originada en el
1 y conservada en la tradi- En dos florentinos posteriores a Nicolá s de Cusa, la
cion herrriética: Ca.da bre es un e mundo, un misma idea se desarrolla con tonos éticos, acompañ a da
o
mjcrocOSlTIOs ”. ASI COBRlO el macrocosmos esta firmado de un gran estro literario. Uno de ellos es Marsilio Ficino_
por distintos ordenes en la jerarquía del ser y del valor, así el pensador neo platonico que marcÓ con su sello una
también el hombre está constituid o por díStintOS niveles época. Traductor del Hermes Trtsmegisto, toma de El la
de ser que reflejan, en pequeño, los del universo. El idea del microcosmoÜ El hombre, puesto bajo la égida de
bre rep oduce el todo, es en sí mismo horn- su propia libertad, puede pasar de un orden de ser a otro;
un pequeño todo,
Antes aiin de los estoicos, este tema se puede rastrear por ello no tiene un lugar fijo en el macrocosmos, sino
en antigua,s mitologías. Ká£l JUng que se enfrenta a él reproduciéndolo. La idea del micro-
ha podido ver en la ima-
gen del microcosmos un a cosmos llega a ser comú n. Para la alquimia, el hombre
rquetipo Oki ginario, incons-

ciente, que se expresaría en distintas formas en lzs cultu- calca el mundo entero, y grandes alquimistas como Para-
ras má s art:anas y sería celso y Weigel se enredan en curiosas especulaciones
integrada. l*Ues bien, estesímbolo
antiguode la personalida
tema revive en el dRena-
total para mOstrar có mo Cada_ uno de los elementos del univer-
cimiento chan un senado peculiar. so podría tener su paralelo en uno de los corriponentes
Papá Nicolá s de Cusa,
que %drí{ mos considerar el primero de los filÓsofos del.hombre.
renacentista s, el hornbrenoes parte del todo, Pero es en un joven consentido de la sociedad Floren-
es un todo. tina, que Ileó seaperl rototipo de una md jOQ£ada
iPor ‹que Porque tiene en el la potencia de
llegar a ser cualquier cosa. En el y trancada qrematura ente donde esta idea adquiere su
De Cosjectu rio escribe:
en el interior de la potencia de lá expresión as pro funda. Me refiero a Giovanni Pico della
COsas puedc'n existir a su modo”
hUmanidad, todas ian
Esta tOtalidad del horn- Mirandola, Pico fue autor de un famoso discurso intitu-
bre no consiste naturalmente en el tener propiedades, lado De la dignidad del hombre. Había sido precedido
pues
el hombre no lo tiene todo; está en la posibilidad de por la obra de otro humanista, Gianozzo Manetti. Manetti
ser.
se había alarmado por un escrito del papa Inocencio III
24
2$
que, con iiáeas tradicionales, trataba W miseria htimanae
Así el mundo creado por Dios, antes de aparecer el horn-
cita De lvi mi'seria de la niña hu mana). La respuesta de raleza estaba
bre, era un mundo pleno, compacto; la natu
Mazetti exhibe título voluntariamente provocador. Frente acabada, nada le faltaba. Las leyes naturales habían sido
al lamento por la miseria del hombre caído, él hablará
dispuestas, los astros giraban y seguían los cauces instituidos
dignitate et.excellertta.homixis. De la digni‹tad y exce- por el Creador, cada cosa obedecía a su propia naturaleza,
lencia del .! ombre). Dos ideas del hombre se oponían. Al no había ningú n lugar de sobra para este contemplador
discurso tradicional sobre las limitaciones del hombre que del universo . iDonde colocarlo?
nace en p‹:cado, necesitado de la gracia divina para ser bleció fwlmente ue todo lo_9ue había asignado sng;ilar-
inno había
redimido, .\Janetti enfrentaba una imagen optimista del mente a los demás, fuera comun de aquel a Qu
hombre, para el cual pretendía rescatar su plena dignidad. podido dr‘nada en p ropio.” Aquí escuchamos de nuevo
mundo no
El signo de )a grandeza del hombre esta en la actividad la idea deÍ ccosmos.fiAsí como un peQueño
creadora que desempeña en este mundo, su dignidad se es una parte colocada dentro del gran mtindo, que ocupe
muestra en el trabajo desplegado en la construcción de la un lugar preciso en él, sirlO que todo lo que hay en
ciudad terrena. refleja nada en propio, de
el universo, así el hombre no tendría
Pues bien, Pico della Miratidola sigue la traza de Ma-
manera de poder asignársele todo 10 que fuera común a
zetti, pero lleva sus ideas a una dimensió n má s profunda.
las demás entidades
La Oratio d‹.• /aoiuinir digri itate empieza con una fábula: El
Creador ha distribuido todas las cosas, todo se encuentra es: —continúa Pico, Dios puso al hombre como UNA
en el lugar apropiado. Conforme lo narra el Timeo de obra de n e a ndef n d y p viéndolo en el corazón
Platón, la sino divina ha creado todos los entes, siguiendo del muñ do le habló á si: “No te he dado Adan, un lugar deter-
los arquetip os que contempla en el mundo_ce1este. Pero, minado ni un aspecto propio, ni una prerrogativa tuya, para
ante este miindo ya pleno, Dios se detiene y Queda er- que obtengas y coriserves el lugar, el aspectoSy la prerroga-
plejo. Dice el Discurso.' tiva que tú desces, Se ú tu j to s

Mientras las demás cosas tienen una naturaleza definida,


No quemaba arquetipo alguno para moldear una nueva
creatura, n i había tesoro alguno para dar en herencia a un estatuida po leyes precisas., el hombre tiene una naturale-
nuevo hijo, ni había en todo el mundo lugar alguno en que es condiicfin
asentar a es.te contemplador del universo. [Hemos adivinado za indebida es decirinacabada,
no
tiene una
indfinida” no por le nO
sino po c¡ue
que esta nueva creatura es el hombreJ. Todos estaban ya fxcellentia Hoininis, Basiiae, spa A. Cratandum, 1532.
° Giovanni Pic o della Mirandoìa, De i ominte dignitate, Vallecchi ed. ,
ocupados —-prosigue eI texto, todos habían sido distribui- Florencia, 1942, pp. 104-106.
dos, en la cima, en el medio, en los ínfimos lugares.
26
G. Manetti, Cala rissimi tiri Tari ocii de lla ri ectis. . . de D ign itate yt
o ue
lugar
_ ni un sitio en el orden de las demas cosas, sin q
tendrá el lugar y e 1 sitio que él se NO OIlQá obtener. El lugar
Continua
del hombre es la posibilidad de darse un lugar.
ell
Discurso:
La naturaleza limitada de las demás cosas está contenida
dentro de leyes por mi prescritas, tú en cambio determinaró s
27
tti naturaJeza sin estar
guiend o tu arbitrio, en c COnstreñ ido por
uya p testad te he barrera
c
he puesto en el centr del m undo para alguna, si- que su inteligencia con claridad le presenta, como el ä n-
onsigbnadO. e gel; el hombre es un intermedio entre el animal gel anlt
mejOt' tOfdO IO que está
e en eł mundo; no que desde aJIi eliias es a la vez naturaleza impulsada por las funciones instintivas
fFlO£ta I ni immortal, p te he hecho ni celes-
y te esculpieses a t: misty ăfä que tú te plasmases e inteligencia iluminada por la razon. É sta es la di nidadq
en la forma qç1
casi CUä 1 fibre y soberano €• hubieses ele8 do, segú n Pico della Mirandola, exclusiva del hombre. Lo má s
cosas inf ‹-•rioreS ä/ ‹fiC€•. Podrãs degen digno en el hombre no sería la mente, como en los Angeles,
qu U£ltad, regen Soy Jos bruŁos, podrãs, erar en las
ۥ
VOC aI grado de
tu porque la mente pura está condenada a no participar en
erarte en ¡aS Cosas qu
e son divina este mundo caído. La dignidad del hombre ue da titulo a
C * C e XClamar
esas la Oratio ons s e e ce la libertad dentro de un cuer-
ralidad de Dios Padre, oh suprema y admirable libe- po natural. El hombre es el ú níco ente de la naturaleza que
de erhomŁve, a1
cual le ha SldO concedido felicïdad no estã lÿmitadoour ella, porque puede darse a sí mismo
desee, ser lc› que quieia/ o btener lo gush su ser histö rÿco. Y dice Pico:
Mruse, “ser to que u r a podría
En esta e estar la c1av
de todo e1 disCurso de e .en verclad es, en cierto modo, el hombre un dios, no sólo
_P1Co della Las cosas n
hUrnanas porque todo lo comprende con el intelecto, sino pOrQue en
Mirando
Segú n lala SOn aquello qț 1e sus leYes Yes determinan ser. sí mismo une y recoge toda la perfecciön de las sustancias
oe1’n,
ViC |D fîsica a ristotélİcn tiene su pr pj
Coda
cosa
° prr›pia esencia, f Û ä Ò d Ufla sign ã de las cosas.
ąuele i lä s Ü J£lã líÒ ades

suede dnrse
bio
fiiOf
Ìvinguna cosa Así en el hombre todas las naturalezas del mundo con-
,COOsiste una natura1 @ e
E1 ser deJfi@mbre, en cam- fluyen y se unen, y sö lo a él le cabe construir con esas natu-
esto en ser lo U e_el homb!e quie po r que estã ralezas lo que desee ser.
pr_a
que esta elecr'ió n dcl de
su fibre armío NH {almente Este tema no está restringido a Pico della Mirandola, es
sentido ser propio no debe
Es obvio que no sostiene entenderse en comú n a muchos autores del Renacimiento italiano; se
físico
pueda
òarse la complexió n fîsica encuentra, por ejemplo, en |ean Battista Gelli, florentino
por ejemplo, nos HltO O bajo, ș
que quiera, pueda ser, también. Jean Battista Gelli nos presenta un diá logo en el
mo Ź a_elecc‹ó n O££lidO O menos
enter- cual todas las criaturas actíían en obediencia a sus leyes;
abren at hOrri£ire OSlbJlida des la e)ecció e da Se Je el hombre, en cambio, puede romperlas y pasar de un
historia y en la 5ociedad Para ocupó el lugar en la orden a otro, justamente por ser libre.
empresa me d
etermino. que él determ e. Al elegir ;-tjj
postefior a in hacer ätljra edazel
a su ho mbre
seria Baj o el poder del hombre se ha puesto poderse elegir del

esta serta una Característica e ecció n lïbre y CIO anterior. modo en que le plazca vivir, y cual un nuevo Proteo, trans-
bre H excudvadel O mbre. El hom- formarse en todo to que quiera, tomando a modo de un ca-
O Sígu e ca u Ce s

9 ulsiones insuiitivas, marcado s inevit maleón el color de todas las cosas a las que se aparente por el
ablemente por sus
COmo el ani }j țã p Ç
sigue lo afecto, trasladarse en suma at estado a que plazca la elección
de su libre albedrío.

29
_ 'LUIS U¡ves, el hu mani inven
spañ S ta e
d ol OJ deestas 1deas se
afirman ta una parábola na, puerca barbosa y delictuosa, temerosa liebre, envidioso
a nterior tema ydesar 8n. Recorda ba en can, asno estupido, y luego de haber represe!ntado toda esa
e ¡ COfRún
mentales: el del gran a varios fauna fiera, quitán dose un rato de la vista de los especta-
teatro
ta del mUndo . En él se pr dores, alzado el velo, tomaba a parecer ahora ya prudente,
teatral: cada a modo de una re presen tae S en-
ción justo, sociable, humano, benigno, cort és, hombre al fin;
h@ bfá sido
a 9RfSOnaje tenía que a áÍ papel guy ¡ tratábase con los otros ciudadanos, mandaba ' obedecía a su
tenerse
En buen
signad o por el ailtOf de e vez, cuidaba con los otros en todo acto, se referi'a a las costum-
la CO
papel q actor consistíá media, Djos. Ser
vida, en represen tar bres y utilidades públicas, y en todo se mostraba ciudadano
ue le habra sido dSi8 Dado, sin " a perfeccion ‹° l
presentación, Salirse de él. En la fuera a ymostrar
urbano compañero
bajoleal. No esperaban
nuevas ya lo!›héte
formas, cuando dioses queque
aquí se

estaba ri jado, íaCQdH h


Virtud Ombre deb‹a
COrlSistfa en se presenta ante los ojos de los dioses reformaclo y con la mis-
lUgar, sin pretender reba 8tjq e " fi"€• correspOndía a ese ma apariencia divina que ellos; con ingenio mi s que humano,
A esta representaci , S apoyado todo él en u na mente sapientísim.i. ¡Qué espec-
Obfita intiiulada ¿ teatral ViVÇS Opone
Ó
°tra, en una tien lo fue éste para ellos! Primeramente maravill ábanse de
Cuentran ç mbre. LOS que tamb ién a ellos se les hu biera hecho ::al ir a escena,
uni
representa€• dos en un teatro, decidid dioses se en- figurados en aquel admirable cómico que muchos afitmaban
os
ción. Presiden a gozar de una ser el fabuloso y multiforme Proteo, hijo del océano; des-
JULIO; todos LOS aCtores Jfipjter ç Slj esposa pués, tras una oración frenética, ya no de jab:in continuar la
82rl ap arecienñ en escena,
sentan ÍáS distintas partes representación a aquel histriÓn genial, sino que pedían a
de b ce ac Ón
repre-
n iVeles de ser, expone
ei n, &Ct ándoío, en sus mlj tip j• Juno que, descarada la m asca ta, fuese admitido en los

8OSJ OS. Pero Sin que nadie Orden entero del escaños con los dioses restantes, y que más r}ue actor fuese
a escena, sin e S t„ á rlp rlcia do lo hD biera llamad o espectador. Ya ella iba gozosamente a impeti arlo de su ma-
en ۥ pt O
..nadie por dÓnde se col áp grarrla, sin saber rido cuando en aquel preciso instante sale el hombre [Vives
cedo !0 palabra a Vivesi Ó, arece un revela al fin quién era este "mimo genial"], •:ale el hombre
He representando al mismo Jú piter óptimo, m áximo, repro-
piter, quien es el mayor duciendo con admirables e inenarrables gestos Iu efigie del
con Sti V j'tud y abarca de LOS dioses psdre, pujando su cabeza por encima de las de !os otros dioses
todo y lo es todO,
tes d iOS ۥS, que es e mixv y S
con los restan- menores, penetrando en aquella alma, regii)n luciente ro-
imitaba
*e transform b R fOdOs, y de íá} m anera deada de tinieblas que habita Júpiter, rey de los reyes y dios
llevand o una vida sin ba i° una figura de planta, de los dioses. Así que los dioses le vieron, creyeron, en se
nina» cJa S e de sentido,
hn berse retirado un moment
y luego, tras momentánea turbación y sorpresa, que su seiior y padre ha-
82dO en U 8d á 9ricncia ° * vía a l a esceua transfig u- bía descendido a la escena.
de bestia,
eó n airado,1oq que era fputj S
8 ives JHbfl] í, zorra ladi- El desenlace de la f2 bu1a es que 1os dioses, admita dos
del genial comediante, lo ilevan |Co y le hacen com-
!. pp 539-540. partir la misma vida divina.
50
31
Tenc mosÇaquÍ rla visió n de la vida opuesta posibilidades, que puede justamente representar, como el
fi la del “gran
teatro ‹del mundo”. En éste cada quien debía
su pa pe! sin salirse de él, ahora desempeñ ar
el hombre es un mimo de la fábula de Vives. Lo propio del hombre es
personaje
al que nadie ha otorgado un papel; lo ú nico pues la apertura de esas posibilidades El hombre anticipa
ifnitdr 1‹1 naturaleza de las otfas COSAS; por eso, que hace es un futuro. e hace ats mismo perder.d.osea sI mismo en
porque pue- el futuro. El Renacimiento descubrirá entonces que el ente“
de semejarse a eua lquier naturaleza y mismo no está en total se divide en dos grandes reinos: el reino de lo
el
suleto a cría naturaleza particular, por ello
y sÓlo por ello, que es como es, como ha sido fijado por las leyes
puede ‹‘er ora planta sin sentido o animal
dirigido por sus divinas, como puede describirse conforme a
propiedades esen-
instintos, ora ciedadano, ora diOS, porque ciales, y el reino de lo que es como eirso r.Sóoen
El ígUal que el
Dios, no tiene una morada fija, carece de una naturaleza
pia en 1:a cual cobi jarse, al igual que el dios, pro- el caso del hombre, un ente puede ser como proyecta, por_
_todo por sí mismo, debe fragtiarse para sí debe hacerlo
su propio ser. ueso/O la existencia hu mana tiene la posibilidad
de
voluntad libre. El reino de lo que es conforme se proyec-
EStá i nos abre a una comprensió n dCl hOnqbre de-
ta, ya no es del dominio de lo natural, trasciende lo natural;
dea
SUSada c'n los siglos anteriores. el mundo propio del.ho.mbresería la posibilidad. Pero el
Con entusiasfrt y á ] ç¢2
con ciei ta a ngu stia, á
hombre renacentis ta la anuncia.
el concepcion c mundo de la posi'bilid d ue puede el hombre realizar con
Po dríamos resumir esta
racteres. en unos uantos ca- stu propio hacer es el mundo de la cultura.
-.á ndeterminada
pri.ser lugar, es
el homb
visto re Tercer rasgo: Si el hombre es posibilidad, si correspon-
cia , funya no tiene una oasis
damentalmente como o esen- de a un reino distinto al de la naturaleza, levantado sobre
que se da a sí iTliSmo una esencia Su naturaleza ella, se encuentra sin saber claramente a qué atenerse.
si . , acció n
hay en el hombre, no cae bajo l3_ categoría del alguna Tener una naturaleza fija es estar seguro, contar con cauces
bio la C3 ego_ría del hombre t¡aber, para la acció n que se va a realizar. Las cosas naturales tie-
hacer;8el
e5 Of 10 tdDtO fundamentalmen te
es lo que se hace, nen un desarrollo marcado por un derrotero fijo, el hombre
la Cara cterística má s im
libenad En este sentido, no. Al perder el centro, al dejar de tener un sitio dentro de
portante
COnCepción, es la del hombre, para esta un orden establecido, el hombre es lo que, con su virtud,
mida, de la naturaleza,
por una parte, de sí libremente asu- forja de sí mismo, entonces está sujeto constantemente ,al
otra.*El hombre riesgo, a la inseguridad de la libertad.
CStú en este mundo fTliSfTlO, por la
transforrr.¿ rS e a sí mismos para elegir su ser y El individuo enfrentado a su libertad tendrá una gran
En segundo lugar, si la naturaleza
del hombre COrlSiste tentaciÓ n: dotarse de nuevo de una condició n fija y, en
en 1iacer'ie y en transfo flTldf la
naturaleza, antes que lugar de pretender en cada momento proyectar su propia
tener tal o cual propiedad, en vida, cobijarse en un orden establecido; el individuo
ld CO£ldición humana
ponde m.ís a1 °d tenderá a ampararse en la familia, en los prejuicios, en la
os b d d que al corres-
realida d. Lo que caracteriza al hombre Entre yo de la sociedad, en el orden estatuido, para vivir al cubierto de
entes es el estar abierto a un conjunto los demás una morada donde ocupe un lugar seguro.
indeterminado de Los humanistas del Renacimiento descubren que el
52
33
liomlare es capacidad che disrupció n. Al igual que el Adá n
del Discii reo ble Pico, irru mpe en la plenitud del orden ya
nf. La idea de la culo
establecido, así como el histriÓ n genial de Vives asalto la
escena y rompe la trafTla, así cUa Iquier hombre puede rea-
lizarse, sin seguir las sendas marcadas, “haciendo camino al
andar”. El ideal del nuevo hombre es el clel individuo que,
en vex cte atenerse a moldes fi os, pretendc elegir para sí
una realidad propia; es el icleal que Goethe mas tarcle acu-
naría con el terna “Llega a ser Ki mismo”. Pero esa frase ya
había sido antici pacla por Nicolá s de Cusa, cuatro siglos
antes, cuando atribuye a Dios las siguientes pala bras dirigi-
das al hombre: “Se Iii tuyo y Yo sere tuyo”. Ls decir: si quie- El pro1a[ema con gale terminó el capitulo anterior podría
res goe Yo, Dios, laabite en tí, tú tienes que ser primera Iii resumirse así: iCÓmo es posible que el hombre sea a la vez
y naclie mias, tienes que elegir para tí tu propio destino, una creatura, un ente de este mundo y cauce
algo siri una riatuta-
capaz de deter-
leza fija, de modo que carezca de un
tu antintico rostro y no pretender heredar a1 gun lUgar inínarlo en el orden de los entes naturalesl' PodríámOS
que te hubiera sido acordados formular la misma pregunta COLI Ot£0S @alab res iEn qué
hemos descubierto, creo, una primera iclea del pensa
consiste la trascendencia del hombre que, sin de jar de for-
miento moderno: la separació n entre los reinos del ser: el mar parte de este rebasa las naturalezas limitadas
mUndO,
mrind o natural, objeto de contemplació n y transformació n de los otros entes? Un intento de respuesta mts ObllgáfÉ H
por el hombre, y el hufrlaFtO, que consiste en un conjunto abordar, en sendos capítulos, tres temas liga‹5os entre sí:
de libertades individuales, clestinadas a construir, con su la cultura, la historia, el alma.
acció n, su propio mundo. Esa idea entrañ a ía iclen del hom- La trascendenc ia del hombre que ahora nos ocupa, no
bre como inciividiqo irrempla zable. Uno de los rasgos del a un mundo sobrena-
la considera el renacentista dirigidacreación. Además de su
pensamiento moderno será , desde entonces, ese indivi- tural, a un US ñlI@ distinto de la
dualismo. mision sobrenatural, el hombre posee una_cipacidad de
Si idea c1e1 hombre que acabamos de esbozar nos conduce trascendencia dentro de este mundo creado. En Verdad, está
a otro tenia. Puesto que el hombre es actividacl transforma- condenado a crear una segunda naturaleza, sr›brepuesta a
dora, elecció n de posibilidades que proyecta, es entonces la primera, en la Que encontrará su sitio. El horribre es,
trascendencia. No entenc!emos por “trascendencia” el ac- ante
ceso a un nivel de ser diferente al del mundo creado, el todo, posibilidad formadora de un mundo nuevo
Renacimiento descubre otro tipo ble trascendencia: el paso Para Nicolás de Cusa el hombre se asemeia a DiOs pOf-
que crea para SuS fOQlOS fines. LeefrlOS en el De
'ec-
del orden de las naturalezas fijas al mundo de la posibi-
lidad; trascendencia che la naturale za a la cultura. É ste es el tu rie.'
tema que abordaremos en el siguiente capítulo. n que él miS-
La activa creació n del hombre no tiene otro fi
35

mo De hecho, al explayarse con su creación retorn
a a sí trata quizás de la mera aparición de la idea de una
mismc› y, con todo, da a luz algo que antes no era.
mundo del espíritu _¡_po o_ delh bree. Lo que diferencia
El hopfire se realiza a si rrñsmo, como Dios, creando. No el mundo material del mundo del espíritu es que éste ulti-
puede truenos de hacerlo, pues de contrario, no seria él mo es producto del trabajo. Toda la naturaleza, dice Mazetti,
rrfismo. Sin embargo, en el acto de lo realizarse a sí mismo fue creada para el hombre, como seiiala el ‹Génesis. Él la
engendra un mundo.nuevo ' moldea, la usa como materia prima para formar sus pro-
puesto a la naturaleza. El fnundo de la sobre- pias obras. El mundo pyppio de1 hombre no es la natu ra-
cultura,
En los primeros humaniSta5 italianos se desarrolla esta leza, aparece ya al crear el lenguaje; luego, desde que
idea. A mediados del siglo xv, Poggio Bracciolini presenta apyende a hacer fuego hasta que inventa la mayra
unahombi
El cont:Cpción del hombre que influirá en otros autores.
e, nos dice, transforma el entorno a su imagen. Porque bla cyeación del
nace opuesto a la naturaleza; inerme
hombre no se añade a la naturaleza. como pu ropa.je.ique
al principio, crea sus propios instrumentos para proteger-
la cubrierz, o que a ordena de evoajbo otras formas._
se de las inclemencias naturales, se opone al entorno hostil Así como Dios creó al hombre a u propia semejanza, así
lUClia clon él hasta vencerlo, para adecuarlo a sus necesi- el hombre, dios, crea a sii imagen, con su traba-
dades. Cc'n Unos y studium vence a la naturaleza. Studiuin este egundomu ndo.
es conocimiento En Leonardo da Vinci, que no sólo fue pintor sino técni-
racional de las leyes naturales para
dominar co, pensador, arquitecto, prototipo de la individualidad
sus efectos, rirfos no tiene el sentido de v‹wd
moraJ, rda el significado originario de la completa a que aspiró el Renacimiento, encontramos una
palabra ]aLina
que, según los contextos, podría traducirse por “capacidad
nueva idea acerca de la acción transformadora del hombre.
creadora , esfuerzo”, "valor", "denuedo" Simboliza esta acción en dos órganos_ oejo simbolo de la
En castellano, a
veces la palabra "virtud" coriserva contempcla ión intelectual 1 m_ano, instrumento..del
ese sentido, cuando nos
referimos, por ejemplo, a la virtud de uria póCirnn para cora cabajo. El tema del como símbolo del conocimiento hu.-
O á las vi:ítudes adormecedora s de un discurso. En estos tb en Ficino. Llamaba al hombre, “ojo del
usos, "vimid"
ELsignifica
hombrealgo
se así Como fuerza o cualidad mundo' eispeo de1 un e so ue onte en cada
formadora. opone pues, según Poggio,trans-
co
cosa a todas las demás existentes jen verdad ve en sí mis-
SU Viltudclenodado
esfuerzo ;z su estudio, a fl mo a todas as cosas y en todas ellas se contempla”. 2 Pero
la naturaleza y logra recrearla. El en Leonardo cobra una importancia especial.
y el conocimien to racional le permiten
superar su debilidad natural y dominar la naturaleza.
Contemporán eo de Pogg‹o, autor del discurso sobre iHay algo que no se haya hecho por él del o¡o]? —Pregunta
en el Tratado de la pintura. El mueve a los hombres de
la d!8r tidad y excelencia del hombre, que ya habíamos oriente a occidente, para ello ha inventado la navegación y
encontradio en páginas anteriores, Gianozzo Manetti pre- supera a la naturaleza en esto: los elementos naturales son
senta timista reivindicaCión_del trabajo humano_ Se
una°o'
' “De Conje -turis‘, en Opera ov»i•, ‹. 4. Opuscula, ed. P. Wil ° Cit. f:›oi E. Garin. m reyolución cuItural del René cimiento, Crítica,
l. uss Grijalbo, Barcelona, 1981, pp. 153-155

" 57
finitos y las obra5 que el ojo ordena a las manos son infi- lgual que en el arte, tembien en la ciencia. La ciencia
nitas, como demuestra el pintor en las ficciones de animales
este íntimamente ligada a la pr/actica. Se trata de dO6 Qü SOS
y hierbas, plantas y lugares.*
sucesivos de una misma opera ció n. “EStuclia priITIC rO lá
El Ojo es una alegoría de la capacidad cognoscitiva; pero ciencia y sigue después la pr/actica, nacicla rte la ciencia.”
QOf SÍ rrtismo no tiene poder
transformado r, tiene que or- Y así como en la pintura, el ojo contempla pro Inero el murt-
denar a otra capacidad humana, do para luego ordenar a las manos la obra Pie arte, así en
la mano. La mano es el
Símbolo del poder áCtÍVO del horn 're, de su practica trans- la ciencia el conocimiento teó rico precede y ordena su
formadora. El ojo ordena a la mano cambiar el mundo que
él contempla. u tiliza ciÓ n pr/actica. "La ciencia es el capltú ri y la proctica
Asf, el conocirnie‹•to está ligado a la práctica,
los soldados."+ Este paralelo entre arte y ciencia responde
y ésta carece a una preocupació n hc›ncla de la epoca. Nos permite
miento. de sentido si no está guiada por el conoci- entender por qué el henacimiento asiste a cn nuevo arte,
jCuáles son las maneras en que el ojo ordena a las ma- que vuelve sus ojos al hombre che carfie y hueso y al pa i-
nos transformar el mundo? 3orl dOS; ambas están ligadas suje humano y, al niisnio tiempo, es el momento en quc
COmO caras de una moneda: el arte_y la c_iencia. La visión se enapie zar a clescubrir las leyes de la nec:ínica y a apli-
estetica y a inteleccion científica responden al mismo em-
peño. El arte ya no responde a la idea antigua, de origen ern¡oenos son el resultado cte la mlsma 1uch‹i cleta vi' iis y
plat6nico: no es sólo ti na imitación de la naturaleza. Para
el s/iidiiitn por recrear la naturaleza.
Sí en una obra estos tenias alcanzan su mias fina expre-
Leonardo, es tam Básandose en la natura- sión es en algunos pOCmd S filosóficos de 3 cimmase Cana-
leza, el ojo ordena transformarla. Por el arte, panella. Para Cafnpanella la conctlción del hcirnbre alberga
forjamos espacios nuevos. Para
de la perspectiva, que no son ello, inventamos las reglas una paradoja: es, entre los entes naturales, el más úúbil,
leyes naturales, sino las que ninguno nace con la fragilidad y desamparo del retono etc
rigen a los objetos tal como só lo el ojo los contempla. La
la especie hmrana. “1-Ioiaalai e se llatna el qtic crei fin io na-
perspectiva y el claroscuro engendran espacios imagina- ce, sin industria, sujeto, ine moe, desnudo” mientras los
BIO*. La a rquitectura está destinada a crea r una
nueva otros aninales nacen provistos ‹le escenas, cuernos, ga rfas,
morada al hombre que refleje la estrucmra que ha inven- de inmediato saben caminar y socorrersc, 1.críos che fuer-
tado para su vidá SOCidl. Leonardo diseña una "ciudad za. Sin embargo, el hombre es el más pocleroso: "ellos
ideal”, perfectamen te planifica conforme a la razón, segundo, milagro del primero, orclena a la tierra, sin alas
da
cuya traza correspond e a las relaciones de clase y a los se eleva al cielo, cx enta sus movimiento s y medida s,
hábitos de una república ordenada 4 El arte es una crea- calcula sus naturaleza s“, domina el viento y los mares,
ci6n de un ámbito humano que no coincide con el espa- * Tmttada de
cio natural. par. 58, p. 33.
recorre la tie rra entera, donna los anima1e:i, “todo u rdíó
fiero y toda astucia abate, con ellos se actor aa y combate,
^ Aforisin os, Ce i. Au stmI, Lspu sa la 1 pe, j3ue nos Air es, 1945 , p. 3 *. y
Trni‹sdo de lo y iii tiira, ed. cit., p.ar. J 2, p. 20.
se arm:i y corre, ciudades, torres, grandes ciudades cons-
hecha a su imagen ideal. Poy el artes está formada_de_
truye, r' impone leyes, impone leyes como un dios”. iQuú
espacios y objetos bellos, como ¢¡uisiera el hombre queme.1_
animal, fuerte, sagaz, puecie hacer lo que el hombre, iner- mundo fuera; por la técnica gljiada por el conocimíento,
dociles a su vOlJJ0-
me, de'nudo y debil? jQue animal podría hacer una míni- está corlstituida por objetos racionales,
ma parte de lo que hace esta debilísima creatura?
ad, útiles a sus fines. El hombre es fundamenta_1mente un
Si a1g;o hay de extrañ o entre las fuerzas naturales es el art(fice raci Ona1. El ideal del hombre era el del
griego
fuego, :iin embargo el hombre es aun má s extrañ o que
contemplador ocioso, el del renacentista, el del creador
el fuegci, porque lo domina y utiliza para sus fines. ‘Y éste actiyo. Razón, para El, sería en griego, pótesis y tejné;
es signo de que el hombre no tiene el alma del fuego
póiesis que significa acción creadora, teJ'né, a la vez arte y
sino
má s divina.” Campanella advierte en el hombre una crea- técnica.
tura potente y misteriosa, por ello lo considera sagrado. max Weber verá como signos de la modernidad el de- en
Es un sr gundo dios; como un dios, irrumpe en la natura- sencanto de las creencias tradicionales y la confianza
leza, la tuerce, rompe sus leyes para establecer otras.
el uso de la razón. Se trata de una racionalidad conforme
a fines, una raciondlidad instrument al; es decir, dadOS 105
o il
CO nsiste en el cálculo
Con sales y aceites forma una pó cima y sana, en su mora- fines elegidos por el hombre, la á
cia hac‹: día cuando es de noche. ¡Oh leyes rotas oh lcyes rotas!
de los medios adecuadOs pá£a hacerlos efectivos. Pues
¡Que un gusano sea rey, epílogo, armonía, fin de toda cosa! 6 racionalidad no hu-
bien, e1 predominio de esa forma de
biera sido posible sin esta actitud que se manifiesta, por
En suina, empieza a preva lecer una idea que desde primera vez, en el Ilenacimient o, El mundo en torno em-
entonces será característica del pensamiento modern o.PEI
pieza a verse entonces como objeto de la libre acción del
hombre trasciende su situació n natural por estar abierto a hombre, que elije sus propios fines y se empeña en
posibilidades !limitadas. No es solo una trascendencia Mediante la razón y el trabajo (el “ojo” y la
transformarlo.
mano ) recrea una segunda naturaleza dócil a sus propó-
hacia lo sobrenatural sino, en este mundo, una recreacon
y reorderiació n de la natu_ra1eza. El fin del hombre, aque- Esta se gunda naturaleza, creación del sitos. La
llo que da un sentido a su vida, no es dejar cuanto antes hombre, está racionalidad
este valle de dolor para vivir la eternidad. Lo que le otorga “moderna”
^ Tornmasc Campanella, 4oesie, G. Laterza e figli, Bart, supuso esta
sentido e!›, en este lapso fugaz, darle una nueva figura al J938, pp. 170-172. Aunque las o bras de Campunelía son formacion
mundo que lo rodea, creando otro, hecho a su semejanza. de unos a ños posteriores al periodo que aquí estudiamos,
Por eso el hombre es la nós extraña de las creaturas, co- 1:is tomamos en considera ción porque condensan y en la figura
culminan mu‹has ideas centrales del Renacimiento. del mundo.
mo decía Campanella, es !o “otro” de 1a naturaleza.
previa trans-


IV. La idea de la historia
altura de sus proyectos: esa acció n es la historia Ú nicamente
por analogía podemos hablar de la “historia del Sol” o de la
“historia natural”, porque N el Sol si ningú n otro ente natural
poseen la facultad de proyectarse a si mismos en el ie mpo e
intentar incidir en la realicLad para realizarse Quien quizás
‘exprese mejor una versió n de esa idea es Marsilio Ficino. Ej
hombre, piensa, necesita cfear un espejo que'revele su ros-
tro; ese espejo es la historias Por eso la hístoría es tan inesm-

Una idea quemoclerno


frccuentemen natura leza está sujefa a leyes irimu taxi es ningun ente
pensamiento e 3 1q de la historicldad del hombre.
natural puedc doblegar su curso, de tal mocto que cada cosa
El histOficiSmO Comprende tiene en cauce que debe seguir por necesidacl, la historia, en
a la Vez dos creencias: que el
hombre es fendame ntalme
histÓ rico tiene un sentido. nte historia y que el clecurso
Estas creen iü S Cobran su for-
cambio, puede realizarlo todo; porque es tan libre, tan poco
sujeta a reglas como su creaclor, el hombre.
d° má s generalizada
en el siglo qu. Ento CSS ü ‹j uiere No es casoal que el Renacimiento asistí al primer resur-
adhesió n colectiva gimiento, en la epoca moderna, de la cie ncia histó rica.
II nociÓ n clel progreso de la historia
h0Cia en fin que vería
la emancipació n plena de la sociedad Uno de sus impulsos estra ligado a la Iteforma protestante.
humana y Su Cá NT1 C 1.os reformadores ansían depurar el cristianismo de_las
cnaocitniento y control de la natura-
!8Za idea recorrer todo o] signo cx
Eta en
xx y esu2 gran parte del distorsiones y la corrupció n acumuladas prar el poder de
la base de todos los rnOvimienros emanci- la Iglesia romana. Por ello les o Age volver cl paso do e in-
padorcs tentar restooiur la verdud del mensaje original, Redescu-
che ese periodo. UucliOS han creído ver en esa
creencia “moderni brir el origen auténtico obliga a seguir hilc s conductores
dad”, que justamente ahor‹t ponen en cuestió n. racionales que permutan separar la verclad f/istorica de los
Pues bien, e5a idea de 10 hlstoria no hubiera errores a cumulados. L2 crítica histórica no nace de utia
rrollarse pedido desa- fría determinación racional, sino che esa busqueda apasio-
persiguiendo. Es, en realidad, entonces que nada. En el origen de la moderna ciencia dt? la historia no
cubre historia. Si, corno acabamos de esiios está la contemplación clesprendicla de los “hechos tal como
hombrelaes transformar con se práctica el cuando se redes-
acontecieron”, sino la pasión por liberarnos del velo de 1a_
ver, el destino dcl
mundo en torno, el se W*" p°' Drop sitos que realizar en su prá ctica, sñ lo El
resultado dC SH accíÓ n no es un rnunclo natural, sino hístú-
tiene la capacidad de hacer que la
e rea lidacl se eleve a la
^'e tiene historia.8I/n
42
convención establecida.
Una pasión parecida, aunque más profano, mueve u
redescu brir la h istoria en Florenci a. Lo s flisto rias del
puehlo florentino de Leonardo Bmei, de 1+i 59, se convier-
ten en el modelo ne los posteriores historiadores. Será
seguido por Maquiavelo y Guícciardini.
Bruni parte de un hecho que lo había marcado: el resta-
tica revolució n copernicana” en la manera de tratar la
blecimiento de la libertad Florentina, después de la victo- historia antigua.* Desde ese momento la historiografía
ria del pueblo sobre los nobles gibelinos. Sí Florencia ha renacentista se habría liberado de la fascinacicin medieval
podido superar en grandeza a los otros estados italianos, por una “Roma Aeterna mítica einaterable. Roma apa-
piensa Bruni, es porque era libre políticamente. Hans rece ahora como un pueblo entre otros, sujeto a las mismas
Baron ha mostrado có mo la obra de Bruni expresa una causas y vicisitudes que los demá s, en su surgimiento,
concepcic›n de la histOria como !ucha por la independen- grandeza y decadencia. Desde entonces la historia antigua
cia y libertad. Si tuvo tanto éxito es porque presentaba “la se convierte en un rÍCO campo de estudio para descubrir
libertad glorificada como raíz de la grandeza política y las causas y mecanismOs Que dan razón del desarrollo de
cultural de un pueblo". Libertad y creativida d aparecen
cualquier sociedad. En ese mismo enfoque lo seguir á
íntimamente ligadas. La fuente de la vitalidad de Florencia Maquiavelo.
era justamente que en esa ciudad cua lquier individu o
Para Maquiavelo, Quien sepa leer en la historia de la
teriía la o¡›ortunidad de elevarse por sus propios medios a antigua Roma la lucha entre las ambiciones de poder y el
US US E1tas posiciones. La historia cobra un sentido en esta afá n de libertad de lOs hombres, se asomará a las fuerzas
lucha por la libertad, porque no concierne só lo a los reales que la mueven. La historia es resultado del combate
poderosos, sino a todo un pueblo. El título nfismo del libro permanente entre el pueblo, Que Quiere ante todo su liber-
de Bruni risi lo indica. Creadores de la historia no son los tad, y la ambició n de poder de los nobles. Al igual que
grandes p‹crsonajes, sino los pueblos. Si el pueblo de Flo- Bruni, ve en la republica romana un ejemplo a seguir,
rencia es :ibre es porque opuso a la represion su propia porque en ella esas fuerzas se encontraban en equilibrio,
uirtíi. Bruní “identifica —comenta Baron la historia de ›/ la libertad, condiciÓ n indispensable para la realizació n
Florencia ‹jon el desarrollo de la uirtii florentina que hizo de la uirtii de un pueblo, no se había perdido. Virtü es un
que el pueblo de Florencia edificara su estado".* , concepto clave. Como en Poggio o en Brant, no tiene un sen-
En la Roma antigua encuentra Bruni un paralelo histo- tido moral; significa denuedo, fuerza creadora y libre,
rico con Florencia. La historia romana puede verse como capacidad de realiZar grandes hazañas. Es ella la que hace
el resultado de una lucha permanente entre el pueblo, en grandes a los pueblos y da honor a los individuos.
bú squeda de su libertad, y el poder autocrático. Roma inicia Pues bien, Maquiavelo sostiene que la hiStOria, al igual
su decadencia cuando la monarquía remplaza a la repú - que la polltica, es construcció n de la sirtii humana, en
blica, el cc›rtesano sucede al defensor de la libertad ciuda- choque con la fortuna. La fortuna” son los desigrñ os divi-
dana, estilo Cató n, y desaparece la rirtus romana. Así, nos que no está en nuestra mano alterar, la fortuna son
empieza a verse la historia humana bajo el prisma de una también las circunstancias irracionales que el hombre no
lucha por !a emancipació n. puede evitar. A la fortuna, de la Que no es responsable, el
Baron va má s lejos. Ve en la obra de Bruni una autén- hombre puede oponerle su uirtti. La histOria es resultado
de esas dos fuerzas. Lo que constituye su grandeza es la
' H. Baron, la Searcb of Floren tine Ciuic Htmman nm, Princeton Univ.
ptess, N. d., 1*88, t. I. pp. 32-33.
acciñn de la ui<ti, que es capaz de doblegar a su arbitrio, en que sabe que no hay
vuelve su viol encia h¡jÇj3 lfl QHHC
en los grancles individuos y en los grandes pueblos, a l as
mantenerla.
cliques ni otras defensas capaces de
os OXQfCS
fuerzas irra Cionales. prínciye,5 habla de esta Esta atra ctiva imagen ble Main iavelo r
intentos
En un famoso pl rrafo de El ide.i de la hiStOria. Hay que prcvef IOS RCOOtOC
lucha:
que no clepe nclcn che nuestra voluntad; paz-a ehh h°Y_°l e
No se me ocu lta que m uchos creyeron y creen que la
conocer sus causas y, una conocidas, el homb £e
vez
fortuna, es decir Dios, gobierna de tal modo las Cosas de este puede poner diques a la fortuna y darle a la
mundo, que los hombres con su prudencia no pueden corre-
gir lo que ella tiene de adverso, y aún, que no hay remedio
alguno que oponerle. Pero esa opinión no está acreditada en hombre en la historia estár IOS
nuestro tiempo, a causa che I ss grandes mudanzas que fuera d ra, y justame nte
de toda conjetura humana se vieron y se ven cada día. fRecor- “hombres nuevos”,
demos cómo en el primer capítulo insistíam os justamente en para los hombres de la fortuna.
T’to_Ii’uio,
esas “grandes m udankas”. A ell as se refiere sin duda Ma- en sus DísctiTSOS
quiaveloJ Reflexionando yo mismo de cuando en cuando "Conviene no olvidar que _
nada de lo que buscas y ain;iS tC CS
—continúa— me incl iné en cierto modo hacia esa opinión, la quiere”. Virtud
sin embargo, no estando anonadado nuestro libre albedrío, só lo carece de riaii quien no
juzgo que pued e ser i erdad que la fortuna sea el árbitro de es resuÍ{íldO de
que se colOcá
Ía mitad de noestras acciones, pero también es cierto que vez, en el curs°
ella nos deja gobernar la otra mitad, o a lo menos algunas par- en el centro cte la historia de1 c¡ucrCr humano,
tes. La comparo, a la fortuna, con un río fatal, que cuando se un«úpo.za ya tardía clel
COnst ru CCIÓ El
embravece Inunda las llanuras, echa a tierra íos árboles y edi- n naciiuiunto
ficios, quita el terreno de un paraje para llevarlo a otro; cada imagina ria socod d peVudss**a UíSf ill TIC fom'as
ble
uno huye de la vista de él, todos ceden a su furia sin poder Modo, la Ci'II(Ud de!
resistir la; sin embargo, por más formidable que sea su son 13s lV5s t*blCS Por distintas
otros,
naturaleza, no por ello su cede menos que I os hombres, que sean las re pú ,m pi»das por unos y
cuando est a n serenos los tem porales pueden tomar pre- blicas c tiene algunos rasgOS
cauciones contra semejante río, haciendo diques y expla- uraciofJes difieren de
nadas, de modo que cuando él crece de nuevo, esté forzado lOs mi1OOú+11 OS un feo vor religiosO, -
u correr por un canal, o 9ue a lo menos su fogosidad no sea ^ // Perícia, A. Mondadori ed., ItaJia, 1950, cap. xxv, p. 97 (ú/ Goethe, Gol.
Austral, F.s . sa Calpe, Buenos Aires).
tan licenciosa ni perjudicial. Sucede lo mismo respecto de la
fortuna, sólo ostenta ella su dominio cuando no encuentra una
virtu d preparada para resistir, pero cuando la encuentra tal,
lOS
¢ los de la escue la de J oa Chim de Fiore , de Milano, 1Q68.
s C . Utoj;its el Re›'"ci'n'*!!!o,
fral ricelli tra nGisca nos, O dC los tabofitas husitas. Se trata

47
algunos empie-
aqu i, por el co t a i de soc edad.s proyectaasp no En las postrimerías del Renacimiento,
sé ununstendencia natural o una palabra divina, sneo zan incluso a tener una idea del co nocimien to corrtO UN
perpetuo desarrollo hiStÓffCo hacia la verdad. Tal es el caso
por un diseñó racional_ Son.construcciones librgs de.la de GiordanO Bruno. En la lena de las ceniza, un per-
razón. Se ase me jan en esto a las ciudades ideales que la abiduría
inventan arquitectos como Leonardo, Juan Bautista Alberti sonaje sostiene la convergencia de atenerse a s
o Antonio AverlinoUAl igual que los productos del cons- de los antiguos, ¡ que su ínterlocutor respond"
tructor de edificios, son obras artificiales, planificadas, que tenemos edad más antigua
Nos tros somos más viejos y inicio de Eudoxio, que v›viÓ
se oponen al desorclen de la vida espontánea y natural que nuestros Qf e d eCeSO£SS.. . E1
astronomía no ha podido ser
En segundo lugarp esas obras o£tlficiales se presentan poco después dC la renaciente
el de Calipo, que vivió treinta años des-
como el n i2rCo adecuado para realizar una vida humana tan maduro. . . com0
el cual, al ir suman-
plena v libre. El creadof proyecta en lo irreal el mundo rm pués de la muerte de Alejandro Magno y ciones a las
d razsn, orc¡fie solo en él, piensa, podría reajizarse_ do a ños tras años, pudo ir agregando observa
la filisma ra zón Hiparco debía Saber más
observaciones. Por hechos hRSta UN aÚOS
accion política, aun u eitenezca al reino de la fantasía, se que Calipo, P^°que vivió lOS Cámb ios
muestra corno un modelo de lo que debería ser la sociedad después de la poerte dc Alejandro. . Aún más hS VtSE O
huang; pc›dría servir así de polo ideal para incitar a la ac- en nuestrOS días, a l8‹9 años después
de la
Cop •Ef3 iCO, COMÍ
ión El fín al que podría tender ésta es un proyecto d‹ila
mtsm muerte 6
propia razó n. Notemos algunos ideas que se despre nden de este
Las utopí;is racionales suponen un.a manera de vélfelas
verdad no descansa en una
párrafo: II Laresultac
primera certeza
or el cual nos apf Oki-
con la historia. Suponen 10 capacidad de poner en cuestion adquirida, es lo de un proceso p
la sociedad existente a partir de un proyecto, así fuera éste
mamos mayor cercanía a la verdad
a ella. El futuro tienecontinuo
só lo alcanzalole en 10 esperanza. Implican la idea de borrar el que el paS9do. y) i-lay un acrecenta miento del
desorden y confusion de la época y, empezando desde cero, co nocimiento, basado en la acumula ción de observa-
construir la ‹ociedad de nuevo. Ese proyecto es obra de la mayor cíencia que
ciones. Por ello cada generación tiene
pura razó n del hombre, en busca de su realizació n. ntinuidad US
la anterior. 34 para que pu fda hñbR£ co
Las utopías presentanp en imá genes sugestivas, el sueíi pasados. El
de una renovació n por la planea ció n racional. Aú n no menester apoyamos en los CO
nocimientos rupturas. Es,
O
proceso del saber no se realiza por SáltO5
sitú an ese sueñ o en el futuro. La idea del progreso indefi- por lo tanto, en op oom n , en el cual lo pasado
nido de la hi:›toria hacia un estado proyectado vendrá más y_ac ec
tarde. Pero la concepcion de la historia ya ha dado un vuel- seenconserva
a en el futuyo.
48 inmediatame nte
co' no es estíitica, ni repite modelos antiguos. Puede cam-
bar porfiirÚ d del hombre, puede tener en mente, para su dSSQUe S de la
acción, diseñ›os creados por la razón. La idea del progreso ramos, la misma
idea, presente en
no podia sur¿;ir sin ese vuelco previo.
6 '@ cena dei ceneri“, en e&
introd. y {rad, E. Schettino,
época quC conside-
1972).
Galileo y en FranCiS
cit., t. I, p. 13* c * de
de Filosofía y LetraS, UNAM,
Bacon, acompañ aré uri cambio de actitud que estará en la
base de la ciencia moderna: la sustitució n de la venera-
V. La idea del alma
ción de los antiguos por la confianza en la propia obser-
vación guiada por la razó n.
Propio de la modernidad es un cambio de la concepció n
c1e1 decurso histó rico. rrente al ideal de permanencia de
la sociedad, e1 de una sociedad en progreso constante
hacia el futuro. La marcha histó rica tiene un fin que le otor-
ga un sentido. Esta concepcion se concretará en el siglo
xviti, con la nocion del progreso de la humanidad, tanto
en el conocimiento como en la emancipació n humanos. En la pá ginas anteriores vimos có mo en el Renacimiento
Pero tiene en el Renacimiento su germen. Porque no hu- se encuentra el inicio de dos temays característicos de la
biera sido posible sin el cambio, que hemos perseguido, mode rnidad: J9 El hombre como_ trans formador del.
en la idea del hombre y de su relaciÓ n con la historia. mundo en torno y creador de_una segunila naturaleza,
gracias a su_acció n y a su_conoc im_ iento_f sometetadium9.
El mundo de la cultura como autú ntica_moi‘ada del hom-
bre, en vez de la morada natural. 2) La historia como expre-
san de la verdadera naturaleza del hombre y producto de
su prá ctica. El valor del cambios la idea del futuro como
innovador, antecedente de la noció n de progreso. Pero
esos temas, decía, só lo aparecieron en la escena por un
cambio en el pensamiento acerca del hombre y su puesto
en el mundo. El hombre se ve como un individuo, fuente
libre de actividad, que se enfrenta a los ó rdenes no huma-
nos (la naturaleza, la fortuna), los domina y los transforma
a su imagen. Pues bien, esa idea tiene su paralelo en la
manera de concebir el alma y sus operacicines de cono-
cimiento.
En el Renacimiento se inicia un proceso que conducida,
en los siglos posteriores, de la noció n dc'1 alma como
substancia a la noció n del alma como sujeto.
Ha sido ampliamente esudÜ afia la reno zació n de los
estudios clásicos en los siglos xv y xvi. Se pretende retornar
' Sobre ese tema, c/. sobre todo: P. O. Kristeller, fienu!in‹srice f) ought
Harpef fOFCÜ Ó OOÑ 8, N. YOrk, 19ü I.

50 51
a las fuentes. Frente a la escolastica, se intenta recuperar un mente. No podemos entrar en las ricas y variadas discu-
aristotelismo má s age ado a su pensamiento origirial; las siones sobre la naturaleza del alma que animaron la vida
int_erpretaciones_de Averroes y de Alejandro de Afrodisias filosófica de la época. So)o mencionaremoslas disc.repancias
sirven de_guía en eses intento. Desde Georgio Gerriistio entre los dos filósofos más notables Ficino y Pomponazzi._
Pletó n, se afirma en la Universidad de Padua un aristotelismo Ambos emplean aún la terminología tradicional; sin em-
renovado. De modo paralelo hay una renovació n original bargo, bajo las nociones antiguas podemos detectar como se
del platoriismo, con el estudio directo de la obra de Platon y abre paso una nueva concepció n_sobre el al¡Iia.
los grandes neoplatÓ riicos. Su expresió n más creadora se da Marsilio Ficino da al problema de la inmortalidad una
en la Ace.demia de Florencia. Una fiebre de traducciones solucion plató nica: alma y cuerpo constituyen dos subs- '
directas del griego al latín anima a los humanistas. Leonardo tancias distintas y separables, la destrucció n de la segunda
Bruni tra.duce del griego por primera vez, la Etica a no causa, pOr lo tanto, la desaparició n de la primera. Pero
Nicómaco y la Política, Bassarion, la Metafísica. En la Aca- Ficino añ ade un matiz importante a los argumentos tradi-
demia de Florencia, Marsilio Ficino y sus discípulos traducen cionales. La inmortalidad es derivada de las funciones del
todos los Diá logos de Plató n y las obras de Proclo, Porfirio, alma. El alma es, ante todo, actividad y unidad. Es un cen-
el Pseudo-Dioriisio, Plotino, el Corpus Hermeticum. Pero no tro de actos dirigidos a todo. Podemos imaginarla como un
se trata d‹: repetir las concepciones de los antiguos sino de punto de energía del cual irradiarían rayos de actividad di-
repensar1‹ts. las obras má s creativas, en este sentido, son sin rigidos a los objetos, de modo que todo Quedaría vinculado
duda la "Vleologia Platon ica de Marsilio Ficino y el De con referencia a ese punto.
Immortalitate Anire, de Pietro Pomponozzi. Uno de los
temas qu‹: suscita mayor interés y da lugar a acaloradas y El alma alberga en sí las imágenes de las entidades divinas
eruditas controversias es el de la naturaleza del alma. Para de las que depende como los fundamentos y los prototipos de
la fe cristiana era importante mantener la creencia en la las cosas infinitas, que en cierto modo crea por su propia
inmortal5a dd el alma individual. Concebirla como una cuenta. Es el centro del universo y en ella se cifran y con-
substancia_se arada, a la manera de los plató nicos, podrá densan las fuerzas de todo. Se adentra en todo pero sin
servir de frase a una demostració n racional de esa doctrina. abandonar una parte cuando se dirige hacia la otra, puesto
En cambio,_las interpretaciones fieles al pensamiento original que es el verdadero engarce de todas las cosas. De ahí que
de Aristoieles ponen en cuestió n la posibilidad de probar podemos llamarla con razó n el c.entro de.1anatuta[eza, el-
racionalmente la inmortalidad. La interpretacion averroísta co del universo, la cadena del mundo, la faz de todo y el nexo
salva la inmortalidad del intelecto universal, a costa de la del y vínculo *d* e todas las cosas. 2
alma indívidUál, la vefsión de Alejandro de Afrodisias El1elnguas’e es latónico, recuerda el de Plotno. Pero se
renuncia, en cambio, al intelecto universal pero sostiene la empieza a invertir la_perspectiva: la naturaleza depende
corruptibilidad del alma junto con el cuerpo. Aunque tanto
del alma, el ser de las cosas es el modo de estar engarzadas
los unos r:omo los otros admiten la inmortalidad como una
verdad de fe, rechazan que pueda ser demostrada racional- 2 "Theologia platonica", en Opera On núi, Bottega d’Erasmo, Torino 1962,
T. 1, lib. 111, cap. 2, p. 117.

52
Así
en el alma_ El alma nopuede, por lo tanto, concebirse quiere algo má s sin saber empero Qué CoSa Quieye”.*
como una subtancia que estuviera frente, cabe las otras el alma, por el intelecto, tiende al ser y a la verdad infiflltos
cosas, inclu)fiapemeLconfinente.del universo; habría quem tras cendencia de
concebirla, rriú s bien, como un á mbito, un vínculo univer- por el amor, al bien infinito. Esenperpetua
las fronteras de u£1fi _St1bS
todo límite. ¿Podrá_encerrarse
sal en el cual todas las cosas pueden entrar en relaton, mundo en alma.
Porque en el conocimiento el alma es foco, nexo de todo t cia á s bjen,_su fin es convertir el
pto del ser y de
De esta manera el universo, bajo el conce
objeto. la verdad, es el objeto del intelecto; y de rnOdO semejante bajo
En el conocimiento, piensa Ficino, el alma tiene un pa-
el concepto de bien es el objeto todas de la vOlLtfltRd. iQue busca
pel activo. Las imá genes sensibles s6lo pueden dar un pues el intelecto sino transformar las cosas en él mismO,
amontonamiento confuso; pero los “fantasmas” despier- del
al concebirlas todas en el intelecto, segú n la naturaleza
tan las nociones innatas. La actividad rriá s importante del en
intelecto? ¿Y qué anhela la voluntad sino transformarse
alma consiste en vincular en un concepto lo dado; esta labor la naturaleza propia
todas las cosas, gozándOlRS tOdas según
de síntesis de lo diverso no le está dada por el objeto el universo, en cierto
de cada una? El primero obra para que
mismo. El juicifi es pues resultado de una actividad unifi- la voluntad
modo, llegue a ser intclecto, la segunda, @Of C}t1C del
cadora del alma, que le es propia. “El juicio se ajusta a la llegue a ser universal . En ambos aspectos, ‹:I esfuerzo
de
forma y naturaleza de quien enjuicia no a la del obeto alma se dirige haCiá SU fif3 (como se dice en lii Metafísica
enjuiciado.”3 La actividad unificadora del alma se revela Avicena): que el alm", á su manera, llegue a ser todo c1
aú n mejor en su facultad superior, el inte1ecto_ El intelecto universo.5
no se detiene en ningú n objeto, lo trasciende hacia un
termino absoluto en que descansa como en un lírriite. Este El alma tiende suje ta a un límite
no estáa constituirse en sentido y ir:tzón
determ ñ 8dO;de nculo
*: todo.
es el todo, pero el todo es infinito. Así el movimiento del de todo,
en racional , la mo en universal:
intelecto es igualmente infinito; su meta sería convertir el Convertir el mundo doble anhelo de la voluntad
derni‹á ad?
uniyerso en intelecto, hacer al todo inteligible; todo co- iNo será éste un
nocimiento racional está dirigido por ese movimiento, su Contra Marsilio Ficino polerniZa Pietro Pompo zzip.
h lo conductor. De la infinitud de la actividad del intelecto punto de partida es diferente. Aristotélico,
deduce Ficino la irimortaÍidá d del alm. Ei alma es inmor- interpretació n de Alejandfo de é.frodisias. Sin
iaTporque es una actividad tendida hacia el todos vínculo embargo, en 1É contraposició n entre los do!› filó sofos, se
trudi—
la terminología
uriiversal que trasciende cualquier objeto limitado, muestran rasgos comunes que, bajo
Al movirtiiento hacia el infinito del intelecto correspon- cional, apuntan hacia una nue manera d.- concebir el
de el de la voluntad. Revive Ficino la doctrina platonica alma. Pomponazzi rechaza II ldCñ de los averroístas de la
del ems. El amor no se contenta con ninguna de las formas_ divisió ndel alma en partes. Con Saflto Tom.is, subraya 1›
bellas. Nunca se detiene en lo que desea. “5u ímpetu no
se extingue con la vista y el contacto con lo amado”; siempre ‹ cix, por G. de Ruggiern, 5tOFÍá della Filos%' a, vol. III: Rink scifjjHrlto ,
e figli, Bart, 1950, P ' *
› Op. cii., lib. m, cap. 3, p. 236. › cii. por G. de Ruggiero, °p °'!-, pp. 200—201
unidad del alma, pero, frente a é1, no acepta que sea se-
parable de :sus funíionemensibles. Llega así a una idea del operar, desaparece. Por eso Pomponazzi, aunque acepta la
inmortalidad del alma COfTlO doctrina de fe, no cree en la po-
alma como un punto unitario, presente en todo acto de co-
sibilidad de demostrarla racionalmente El alma no es vista
nocimiento, por el que todos los objetos de conocimiento,
tanto sensilales como inteligibles, quedan vinculados. La como una substancia separable, sino como uri foco de acti-
vidad que de ende de_1os objetos para ejercitarse.
distincion e ntre un alma intelectiva y otra sensitiva, escribe En Tomrnaso Campanella, má s tarde, podemos encon-
Pomponazz “parece contradecir la experiencia. Porque yo trar ideas que van en un sentido aná logo. Según Campa-
que estoy escribiendo estas palabras padezco muchos do- nella habr:a dos tipos de conocimiento, que él denomina ad-
lores corporales, que son funció n del alma sensitiva; y el ditum (sobreañadido) y ah-diium (innato). El primero es el
mismo yo r¡ue padece, discurre sobre sus causas médicas que requiere de una impresion externa para actuali- zarse,
para remov‹:r esos dolores, lo cual só lo puede hacerse por el por ejemplo, el conocimiento sensible o la memo- ria. En
intelecto. Pero si la esencia por la cual siento fuera diferente
cambio, hay un conocimiento ah-ditu m, que no depende de
de aquella ¡tor la cual pienso ¿có mo podría ser que yo que los estímulos externos, sino que es producto del acto mismo
siento sea cl mismo que yo que pienso?” Bajo los terminos de entendimiento. A este segundo tipo de conocimiento
antiguos, se abre paso, en balbuceos, una nueva manera de
corresponde la capaCidad de reflexió n. El alma puede
figurarse el ilrna. Se expresa en una primera pocion, aunque
tomarse como objeto de conocimiento a ella
im recisa, de un o unitario, sujeto puyo de concienciap que misma y autoconocerse. Pues bien, la capacidad de auto-
permane ce en todos los actos de conocimiento Pero rrenexión es condicion de cualquier otro conocimiento,
entonces no se ve el alma “desde fuera’, como una substan- de tal modo que para que haya conocimiento al-diloin
cia cuyos e1‹•mentos haa que analizar, sino;°por asi decirloq es menester que el alma tenga una capacidad cognosci-
"desde den:ro”, desde el río mismo_ de la conciencia_ Si tiva propia, previa a la recepcion de estímulos externos.
empiezo a Verme ef alma desde mi mismo, empiezo a pen-
sarse come› sujeto, un sujeto puntual, dirigido al mundo El alma y los otros espíritus —dice C mpaneMa— secono-
como objeto. cen primero y esencialmente a sí mimosydspue,en
¿Depende el alma del cuerpos Pregunta Pomponazzi en el forma secundaria y accidental, conocen las otras cosas,
De Immort'ililate Animae. Toda activi dad del yo está en cuando se conoccn Ç sí mismos
dirigida necesariamente a un objeto. En este sentido de-
pende de mis cuerpos del mundo como terminos de su De este conocimiento de sí mism_o el ensamiento no
opera ció n, no podría conocer ni actuar si no los tuviera puede tener mas ue una abso1nta certeza. Podemos pen_
presentes. Pero no depende de ellos como sujetoUEl alma es existen cosas, pero no que no extstamps nOSO-
fundamentalmente una fuente de actividad; pero entonces, cómo podríamoSp s n+gr/’/7 Antes
cuando no t.ene objetos a los que tender y sobre los cuales eRsa
C it. por E. Cassirer, Dad
“On the Inrnortal ity of the Son l", en Cassirer et a1., The Rena issance gmenscbafi der mueren Zeit, B. Cassirer, Berlín, 1922. t. I. PEI proa›leone del
Plcilosopb ofM.an, Univ. of Chicago Press, III. 1948, cap. vi, pp. 298-299. conocimiento, Fondo de Cultura Económica, México, 1953 )

$7
que en Descartes, encontramos aQuí la prima cía del sujeto E1 m und O iCH B ovillus— tiene má X s¡y; i su bstanCÍ 0 ,

ningún Conocimiento. El hombre tiene amp lÍSifFlO substan-


CODIO C1-
pensaste, cuyo acto fundamental es la ca pacidad de auto-
rreflexión. miento, escasa substancia. . El mundo es un mundo subs-
racional.. . En el hombre la
El autoconocimiento es, piensa Campanella, distintivo cial, el hombre un mundo
co nc*ptuació n son
del hombre._ En efecto, ningu na otra creatura tiene e.1 tancia es nula, en el mundo la razó n y la
lleno el OtfO. El hombre es
poder de volver sobre sí y conocerse a sí misma. Si esto es null. E,l uno, el hombre, es vaClo,
así, el modo de ser del hombre es esencialmente distinto razones. Et mundo eri cambio está
en cosá s, rico enrazones.
mísero
lleno de COSAS, vacío de
al modo de ser de las otras substancias incapaces de auto- empIeadO s po B‹avi11us sean
rreflexiñn, porque toda substancia es objeto para otro, Aunque los té arumino s
so1o_e1 hombre_puede ser objeto para sí mismo. El hom- metafíSiCOS, US o Í OS , se expresa con fuerza,
1st filosofía, la
n e td
bre tiene pues la característica fundamental de ser sujeto por primera vez, creo yo, en la historia de substan-
puro frente a todo objeto, incluso frente a sí mismo. Nin- oposició n entre en modo de ser, el de las COSAS, otro
guna otra cosa puede ser sujeto puro. cial pero sin ninguna capacidad de concie ncia, y
Esta idea había ya adquirido su expresiÓ n más fuerte en limitado de una subs-
un autor anterior, probablemente desconocido de Cam- modo de ser Que carece del cará cter
la capacidad cfe conocerlo
panella, que ha sido rescatado del olvido por un conoce- tancia y que en cambio tiene cosas con un mfiXl-
dor de la filosofía de esta época, Ernst Cassirer. Se trata de todo. El mundo estaría constituido pOr
mo de substaflC1fl, determinada s pOr propieda des fijas
Charles BouclleS, quien firmaba sus escritos con su nom- sujetas a leyes, el hombre en cambiO tendría en mínimo
bre latinizado de Carolusfiovillus. y de ‹:apaCidad de
de substancia y un máximo de libertad
Para Charles Bouelles, toda la evolucion orgá nica con- conocimiento. EStd oposición trata de expres arla BOViÍlUS
siste en un paso paulatino de lo inconsciente a la plena con la metáfora de lo “lleno” y 10 "VaCÍO”: mi‹•ntras US CO-
cc-rradas en su
bstancia S COfil á CU S,
autoconciencia. La materia inorgá nica carece de concien- sas del mundo Son su
cia; las plantas primero, luego los animales, tienen cada hombrg sería una fuente pura
naturaleza incambiable, el
vez mayor capacidad de conciencia; ésta llega a su tér- de actividad, difigida al mundo alemana encontrará ted-
mino con una conciencia capaz de tomarse a sí misma por Mucho má s tarde, la fÍlOSOfÍd
ima-
objeto, lo cual se realiza con el advenimiento del hombre. minos metafísicos má s precisos,pero ició también menos
n; habla £@ dC dos
En el hombre llega así a su fin este proceso evolutivo. Lo inativos, para referirse a esta opOS el “para sí” del suje-
má s interesante de esta idea es su enlace con la caracte- tipos de ser: el ser “en sí” de las cosas y en de l "vacío" del
rizació n del hombre que veíamos en pá ginas anteriores. to. Jean Paul Sartre recuperar á 18 llTlágcosas. incluso em-
Siguiendo a los humanistas italianos, Carolus Bovillus sos- hombre y el “ pleno” en sí” de las libertad humana. _
del
al hablar de la
tiene que el hombre se otorga su ser mediante su uirtus y leará 1 palabra “nada" especie de “vacío", porque no
El hombre sería pues una
su ars. Leamos algunos pá rrafos de su obra, un tanto im- actividad diíigiÓ 8 *.
precisos y oscuros, pero en los cuales trata de expresar sub stancia_ fija, SIRO es una
ti_ene una a el hombre, dice
una idea radical:
todas las substa ncias. En efecto, par

58
US COSas son objeto,_ pero él
Objeto de ninguna cosa.
no es casi todos los autores, el lenguaje metafísico sigue siendo
el mismo. Neoplató nicos, tomistas, averroístas y alejandri-
El mundo es todas hs Cosas, eI hombre nistas discuten acaloradamente si el alma es una substan-
pecula ,obre todas las cosas. El mundo juzga, inttjy €• e •S cia dependiente o independiente del cuerpo, si es individual
matriz C.C tOda verdad, el hOmbre es eS el objeto total, la o universal, una o dividida en “partes”. Pero en algunos
espejp, el continente autores, debajo del antiguo lenguaje empieza a abrirse
el todo, que se representa a
de s:
fulgor, conocimiento, luz y almg MÍSTt1O. El hOmbre es pues paso un punto de vista que invierte el anterior. El alma
del mundo.
comienza a verse “desde ella misma”, por así decirlo. En-
Deteng.imonos en las imágenes con tonces aparece como un punto vacío a partir del cual tos
QUE t£áta Bovillus
de expresar una intuición f Primero, la ima- dos los entes pueden mostrarse como su correlato. Ya no
undamental.
en el conocimien to del hOmbre today las
gen del se concibe el alma de_sde el tpdo_deI ente que la contiene,. .
cosas se “reflejan”, por así decirlo; per ese “espejo” no es sno el todo del ente desde el alma que lo contempla. El
sOlo
nada se ller a con el, es
“substancial símplemen
reflejo te e1 espacio
de las CO5áS. ab erto
La ifrlz gen ue
de ‘ con- El todo del ente puede concebirse entonces como objeto
reosena e ante el sujeto de_conciencia.
tinente” lUt? O: la Conciencia contiene todas las cosas
contempla, sobre las cuales que
juzga y actti a Martin IJeidegger identificó en el “subietivismo'’ la mar-
de un rece¡a taculo vacío l ,p O es modo ca fundamental del pensa e_;yto_¡noderno.
er
presentaciC ra”: ¢¡ a¡1tl ;q m SÍ 1T1iSf£1O. La ifrlo gen de la 'e
puede representa rlo todo pero ella
La época que llamamos modernidad se caracteriza porque
fuera de la representacion que puede el hombre se convierte en medida y centro de1 ente. El
r
nos ecuerc'a Por último, la metáfora del fulgor”, que hombre es lo subyacente a todo ente; dicho en términos
alma en
la que evocamos a p ropósito de la idea del modernos, lo subyacente a toda objetivación y representati-
sus Firmo: la conciencia como foco de luz que dirige
rayos a todas las cosas. vidad, el hombre es sub]ec umm
Desde Pte tón y Aristoteles el alma Pero Heidegger no fue tan acertado en situar en Des-
era concebida como
Una s Ubstarlcia separable, o bien
como la fOf ma cartes el irricio de esa manera de pensar. El cogito carte-
tdlacial del cuerpo. Conocerla i mplicaba comprender subs- cual siano supuso un cambio anterior en el punto de vista de
era su Iugar .n el orden de las la relación del hombre con el mundo que aparece ya en el
como un ende entre otros, contenido
Substancias.
en elEÍtodo
álfTidel
a S e veí á Renacimiento.
En el Renacimiento, se conserva ente.
n estas concepcione s. ru
Carolu« Bovillus, Liber de Sapiente”, en E.

R. TSU bner, Eeipzig, i s27,


9 Cit, por ). Habermas, El discurso filosófico de la modern idad, Taurus,
Madrid, p, 165.

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