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Profesora:
Grado: 2 “B”
pero el hace un gesto y orondo se va, hallo en el camino a un Ratón vecino que le dijo:
-¡Amigo!, venga usted conmigo, visitemos juntos a Doña Ratona porque habrá francheta y habrá comilona.
Cuando llegaron avanza Don Ratón dan 2 o tres golpes, preguntan:
-¿Quién es?
-Soy yo Doña Ratona, beso a usted los pies, ¿Está usted en casa?.
-Si señor, si estoy y celebro verlo a usted hoy, estaba en mi oficio, hilando algodón pero eso no importa,
bienvenidos son. -Dice Doña Ratona-
-Mi amigo el de verde radia de calor, dele una cerveza hágame el favor.
Mientras tanto que el se consume la jarra manda a traer a la señora la guitarra y le pide a renacuajo que cante
versitos alegre pero con tonada elegante.
-¡Ay de mil amores lo hiciera, señora, pero me es imposible darle gusto ahora, tengo el gaznate más seco que
estopa y me aprieta mucho esta nueva ropa.
-¡Lo siento infinito! -dice Tia Ratona- aflójese un poco el chaleco y la corbata, yo mientras tanto voy a cantar una
canción muy particular.
Estando en esta grande función de baile, cerveza, guitarra y canción, sucede algo que los dejó con mucha
impresión, resulta que la gata y sus gatos saltaron la puerta y vuelve aquello su juicio final.
Doña gata trincho por la oreja al niño Ratico, maullándole: ¡Hola!, los niños gatos a la vieja Ratona la hagarraron,
uno por la pata y otro por la cola.
Renacuajito miró este asalto tomó su sombrero y dio un tremendo salto, abrió la puerta con mano y nariz y se fue
dando a todos noche muy felices. Siguió saltando tan alto y aprisa que perdió el sombrero, rasgó la camisa y se
coló en la boca de un pato tragón y este se lo embucha de un solo estirón.
Y así concluye, los gatos comieron, el pato cenó y mamá ranita solita quedó.
Cuento 2
Simón el bobito
Simón el bobito llamó al pastelero:
-Sí, repuso el otro, pero antes yo quiero ver ese cuartillo con que has de pagar.
A Simón el bobito le gusta el pescado y quiere volverse también pescador, y pasa las horas sentado
pescando en el balde de mamá Leonor. Hizo Simoncito un pastel de nieve y a asar en las brasas
hambriento lo echó, pero el pastelito se deshizo en breve, y apagó las brasas y nada comió. Simón vio
unos cardos cargando viruelas y dijo:
Pero peor que agujas y puntas de espuelas le hicieron brincar, silbar y morder. Se lavó negro de embolar
zapatos porque su mamita no le dio jabón, y cuando cazaban ratones los gatos espantaba al gato
gritando: -¡ratón!-. Ordeñando un día la vaca pintada le apretó la cola en vez del pezón y aquí la vaca! le
dio tal patada que como un trompito bailó don Simón. Y cayó montado sobre la ternera y doña ternera
se enojó también, ahí va otro brinco y otra pateadera, dos revolcadas en un santiamén.
Se montó en un burro que halló en el mercado Y a cazar venados alegre partió, Voló por las calles sin ver
un venado, Rodó por las piedras y el asno huyó. A comprar un lomo lo envió taita Lucio, Y él lo trajo a
casa con gran precaución colgado del rabo de un caballo rucio para que llegase limpio y sabrosón.
Empezando apenas a cuajarse el hielo Simón el bobito se fue a patinar, Cuando de repente se le rompe
el suelo Y grita:
Trepándose a un árbol a robarse un nido, la pobre casita de un mirlo cantor, Desgájase el árbol, Simón
da un chillido, cayó en un pozo de pésimo olor y vi un pato, le apunta, descarga el trabuco. Y volviendo a
casa le dijo papá:
Viendo una salsera llena de mostaza se tomó un buen trago creyéndola miel, Y estuvo rabiando y
echando babaza con tamaño de una lengua y ojos de clavel. Vio un montón de tierra que estorbaba el
paso Y unos preguntaban “¿qué haremos aquí?” Bobos dijo el niño resolviendo el caso;
Lo enviaron por agua, y él fue volandito llevando el cedazo para echarla en el así que la traiga el buen
Simoncito seguiría su historia pintoresca y fiel.
Cuento 3
Pastorcito mentiroso
El león y el ratón
Después de un largo día de caza, un león se echó a descansar debajo de un árbol.
Cuando se estaba quedando dormido, unos ratones se atrevieron a salir de su
madriguera y se pusieron a jugar a su alrededor. De pronto, el más travieso tuvo la
ocurrencia de esconderse entre la melena del león, con tan mala suerte que lo
despertó. Muy malhumorado por ver su siesta interrumpida, el león atrapó al ratón
entre sus garras y dijo dando un rugido:
El ratón, que estaba tan asustado que no podía moverse, le dijo temblando:
- ¡Ja, ja, ja! – se rió el león mirándole - Un ser tan diminuto como tú, ¿de qué forma va
a ayudarme? ¡No me hagas reír!.
Pero el ratón insistió una y otra vez, hasta que el león, conmovido por su tamaño y su
valentía, le dejó marchar. Unos días después, mientras el ratón paseaba por el bosque,
oyó unos terribles rugidos que hacían temblar las hojas de los árboles. Rápidamente
corrió hacia lugar de dónde provenía el sonido, y se encontró allí al león, que había
quedado atrapado en una robusta red. El ratón, decidido a pagar su deuda, le dijo:
- No te preocupes, yo te salvaré.
El ratón empezó entonces a roer la cuerda de la red donde estaba atrapado el león, y
el león pudo salvarse. El ratón le dijo: Días atrás, te burlaste de mí pensando que nada
podría hacer por ti en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños
ratones somos agradecidos y cumplidos. El león no tuvo palabras para agradecer al
pequeño ratón. Desde este día, los dos fueron amigos para siempre.
Cuento 5
El león y la zorra
Un viejo león tenía los dientes y garras tan gastados que ya no le resultaba fácil
conseguir alimentos. Sin más que hacer, fingió estar enfermo.
Luego, se encargó de avisar a todos los animales vecinos acerca de su pobre
estado de salud y se acostó en su cueva a esperar sus visitas.
Cuando los animales se presentaban a ofrecerle su simpatía, él los devoraba
de un solo bocado.
La zorra también acudió a visitarlo, pero ella era muy astuta. Estando a una
distancia segura de la cueva, le preguntó cortésmente al león cómo se
encontraba de salud.
El león respondió que estaba muy enfermo y le pidió que entrara por un
momento. Pero la zorra se quedó afuera, agradeciendo al león por la amable
invitación:
—Me encantaría poder hacer lo que me pides — dijo la zorra—, pero veo que
hay muchas huellas de los que entran a tu cueva y ninguna de los que salen.
Por favor, dime, ¿cómo encuentran tus visitantes la salida?
El león no dijo nada, pero la astuta zorra tampoco se quedó a esperar la
respuesta y así evitó ser devorada.
Cuento 6
La liebre y la tortuga
Había una vez una liebre muy vanidosa que se pasaba todo el día presumiendo
de lo rápido que podía correr.
Cansada de siempre escuchar sus alardes, la tortuga la retó a competir en una
carrera.
—Qué chistosa que eres tortuga, debes estar bromeando—dijo la liebre
mientras se reía a carcajadas.
—Ya veremos liebre, guarda tus palabras hasta después de la carrera—
respondió la tortuga.
Al día siguiente, los animales del bosque se reunieron para presenciar la
carrera. Todos querían ver si la tortuga en realidad podía vencer a la liebre.
El oso comenzó la carrera gritando:
—¡En sus marcas, listos, ya!
La liebre se adelantó inmediatamente, corrió y corrió más rápido que nunca.
Luego, miró hacia atrás y vio que la tortuga se encontraba a unos pocos pasos
de la línea de inicio.
—Tortuga lenta e ingenua—pensó la liebre—. ¿Por qué habrá querido
competir, si no tiene ninguna oportunidad de ganar?
Confiada en que iba a ganar la carrera, la liebre decidió parar en medio del
camino para descansar debajo de un árbol. La fresca y agradable sombra del
árbol era muy relajante, tanto así que la liebre se quedó dormida.
Mientras tanto, la tortuga siguió caminando lento, pero sin pausa. Estaba
decidida a no darse por vencida. Pronto, se encontró con la liebre durmiendo
plácidamente. ¡La tortuga estaba ganando la carrera!
Cuando la tortuga se acercó a la meta, todos los animales del bosque
comenzaron a gritar de emoción. Los gritos despertaron a la liebre, que no
podía dar crédito a sus ojos: la tortuga estaba cruzando la meta y ella había
perdido la carrera.
Cuento 7
El mono y el gato
Vivían dos animales muy traviesos con un hombre: un mono y
un gato. El mono era muy inteligente pero solo pensaba en jugar,
y siempre terminaba metiéndose en problemas. Y el gato era
rápido y muy ágil, pero solo pensaba en comer.
Cuento 8
Poema
Me enamoré…
Poema
Me falta vida..
Poema
No te quiero de vuelta..
Poema
Pluma..
Poema
Hoy te vi..
Poema
Te amo..
Poema
Tus ojos..
Mi mente..
Poema
Nuestro amor..
Poema
Soñar..
Soñar no es malo, al contrario, cuando uno
sueña siente que todo va a estar bien.
Poema 12
Atardecer..
Bajo el cielo de tonos dorados y rosados, en el
horizonte, el sol se despide, cansado. El
atardecer pinta un lienzo en el cielo, un
espectáculo divino de apreciar.
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