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Integrantes:
● Débora Gauna
● Isidoro Ramón Martínez
● Raúl Gonzalo Molina Taboada
OBJETO
OBJETIVO
En este trabajo final del Seminario Problemas del Currículum, este grupo de trabajo
ha decidido abordar el análisis de la Resolución 93/09 “Orientaciones para la
Organización Pedagógica e Institucional de la Educación Secundaria Obligatoria”
con el objetivo de reconocer rasgos característicos propios a la luz de los conceptos
e ideas principales desarrolladas en este seminario. Consideramos necesario
incursionar en este aspecto, focalizando en lo referido a las propuestas tendientes
a propiciar la Justicia Curricular en la escuela secundaria y de los itinerarios
formativos abordados en esta resolución.
JUSTIFICACIÓN DE LA ELECCIÓN
Problemas
Análisis de la normativa
Junto con la Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes, y el Decreto 1602/09 de Asignación Universal por Hijo para
Protección Social, se define el marco legal de un conjunto de Resoluciones que
aparecen en el año 2009 a partir de acuerdos del Consejo Federal de Educación
(Resoluciones CFE N° 79/09, Nº 84/09, Nº 88/09, Nº 93/09 y la Nº 103) sobre la
Educación Secundaria, que permiten seguir gestando una sociedad más justa,
definiendo aspectos fundamentales del hacer institucional como ser: definición de
lineamientos políticos-pedagógicos, institucionalidad, orientaciones para la
organización pedagógica, además de propuestas para la inclusión y/o regulación
de las trayectorias escolares, lo que encamina a la Escuela Secundaria Obligatoria
hacia la profundización del ejercicio de la ciudadanía democrática para el
fortalecimiento del desarrollo económico y social de la Nación.
Si como dice el dicho, la Justicia es ciega, en este breve análisis, aunque no por
ello escueto, intentaremos quitarle el velo a la justicia, cambiar la espada por una
lapicera y analizar a la luz de la Resolución 93/09 qué aspectos de la justicia
curricular, se promueven y cuáles la obstaculizan, propiciando así la fertilización del
terreno que permitirá generar cambios que permitan un currículum más justo para
todos y todas.
La universalidad a la que aspira la escuela a partir del recorte cultural que Diker
(2009) define como “lo común”, en tanto y en cuanto sea dirigido a todos, esta dado
en los mismos términos que se considera en el Artículo 2, donde se indica que la
transmisión crítica de dichos saberes, permiten fortalecer y sostener el pacto entre
docentes y alumnos a partir del compromiso con sus respectivas obligaciones y
responsabilidades.
En este aspecto creemos que las culturas escolares (en plural), deben ser tenidas
en cuenta a la hora de definir lo común que se va a enseñar, para evitar el fracaso
de la reforma. Viñao (2002) plantea que “el relativo fracaso de las reformas
educativas, que se suceden una tras otra, arañando sólo superficialmente lo que
sucede en los centros docentes y en las aulas, se debe, entre otras causas, a un
presentismo ahistórico que ignora la existencia de unas culturas escolares
formadas por regularidades y tradiciones que gobiernan la práctica y organización
de la enseñanza y el aprendizaje, y que constituyen un producto histórico”. Es así
que en definitiva el éxito o el fracaso de esta propuesta en común se juega en las
aulas, con los sujetos que en ella participan y los cuales se encuentran inmersos en
una determinada cultura escolar, que los influye y a la cual influyen de manera
simbiótica. Es pues necesario que estos actores que forman parte de esa sociedad
mencionada como definidora de lo que es común tengan una participación activa.
Suele ocurrir muchas veces, que las políticas de cambio educativas sólo incluyen a
los reformadores y a los científicos de la educación, dejando de lado a esta otra
pata que es la que le da “vida” a lo que las leyes y normativas establecen. Solo en
la conjunción de los saberes de los representantes de la sociedad, de esta cultura
escolar, del saber experto y de los reformistas, es que puede efectivamente
definirse, un saber común, histórica, social, geográfica y temporalmente situado,
que dé cuenta de lo que se debe transmitir tanto de generación en generación como
de aquello nuevo en función de los cambios que se evidencian en la sociedad. De
no tenerse en cuenta estas culturas escolares, la resistencia y/o la falta de
comprensión de lo que se quiere imponer desde un ente superior, puede traducirse
en fallidos intentos de transposiciones didácticas que devengan en apropiaciones
incompletas o erróneas de los saberes. Pero profundizando en el análisis ¿cuán
justo sería un currículum que se asiente sobre estas bases de exclusión de un actor
vital en la construcción del conocimiento común?¿cuán efectivas serían las
orientaciones pedagógicas que pudieran surgir de esa incompletitud de miradas
sobre lo que se debe transmitir, sobre el objeto de conocimiento?
En este sentido, es necesario que la institución realice esfuerzos convergentes -
involucrando a todos sus actores- que permitan una reorganización y una
resignificación de las propuestas pedagógicas y una nueva mirada a los vínculos y
relaciones que se establecen a partir de la revisión de su micropolítica, como lo
indica el artículo 5, y como lo expresa Diker (2008) que refiere a la “cada vez más
necesaria diversificación de los modelos de enseñanza…”, en contraposición con
la tendencia acerca de que “las instituciones escolares… reclaman de las
individualidades el sometimiento a unas normas, un curriculum y un orden” (G.
Sacristán, 2012). Existen pues dos fuerzas en la construcción de cómo educar a los
jóvenes que pugnan por imponerse en los proyectos políticos que devienen en
políticas educativas. Por un lado la tradición homogeneizante, disciplinante,
graduada, de recorrido único con periodos de permanencia en el nivel establecidos
y altamente etiquetadora en función de las trayectorias escolares observadas y los
contenidos aprehendidos, por el otro la presentada a partir de esta resolución que
plantea una pluralidad de recorridos y propuestas de soporte para el sostenimiento
de la escolarización y la profundización de los aprendizajes alcanzados. No es solo
el qué, sino el cómo donde se pone el foco en la presente reforma.
Entre las diferentes herramientas con las que puede estar dotada la escuela para
generar procesos reales de atención a la diversidad, se destacan las posibilidades
de flexibilizar y reconfigurar las condiciones institucionales de dar continuidad a las
trayectorias escolares. La flexibilización de los formatos escolares y del régimen
académico promueven la reescolarización de adolescentes y jóvenes en contextos
de vulnerabilidad (Krichesky, 2018) tanto como permite a las instituciones en
general estar provistas de alternativas de escolarización que atiendan procesos
discontinuos y de riesgo o fracaso escolar, por prescripciones del régimen
académico o limitaciones de tipo pedagógicos o administrativos. El artículo 62
define las citadas consideraciones, estableciendo a continuación -en el artículo 63-
las regulaciones acerca de los aspectos vinculantes a tales pautas.
En tiempos de políticas neoliberales, la extensión de la obligatoriedad que trae
consigo la necesidad de atención a la diversidad en la escuela, debe plasmarse en
toda acción escolar, garantizando un proceso de hospitalidad (Krichesky, 2018). Por
ello resulta imprescindible el apoyo a las trayectorias escolares, brindando
oportunidades de aprendizaje adicionales a los estudiantes que puedan atender sus
particulares trayectorias escolares. Además de tal significado, el artículo 52,
reivindica la importancia del trabajo en equipo de los actores institucionales en pos
de la visibilización de las dificultades que exhiben los alumnos en su paso por las
escuelas, para delinear propuestas de enseñanza alternativas, adaptadas a sus
necesidades.
Con respecto a la primera pregunta podemos responder con un sí parcial, dado que
la actual organización pedagógica intenta sostener aquellas trayectorias escolares
con dificultades, pero creemos que los instrumentos utilizados pueden no ser los
que esos sujetos de derecho requieren, ya que el fracaso y posible deserción
escolar por la que han pasado es en gran parte producto de la forma en que el
sistema les hace transitar por la vida escolar ya que la mayoría de las veces los
diseños de los dispositivos aplicados son de carácter homogéneo, volviendo a
desoír las necesidades particulares de los y las estudiantes que sienten que deben
hacer una y otra vez lo mismo, obteniendo claro, los mismos resultados, salvo
contadas oportunidades que quizá ya por repetición haya contenidos memorizados
pero seguramente pobremente afianzados significativamente.
Los artículos 82, 83 y 84 nos hablan de la trayectoria única con que se propone la
escuela secundaria actual. Si reconocemos que existe una particularidad en cada
estudiante, en sus intereses, capacidades y posibilidades de acceder al
conocimiento, pobremente acompañamos sus trayectorias personales cuando hay
una homogeneidad tan marcada en la forma en que se construye el “régimen
académico”, generando así una monocronía, un ritmo único y homogéneo para el
aprendizaje (Terigi, 2013). Será necesario e imperante entonces, seguir estudiando
la forma en la que se definen los espacios curriculares y el currículum escolar, tal
como lo plantea Goodson (1991): para tener bases más sólidas y así determinar la
o las estructuras posibles del mundo de la escolarización, en lugar de excluir de la
clase, marginar de los procesos de aprendizaje o sancionar mediante “las notas” a
aquellos a quienes debemos prestar principal atención, a quienes requieren de un
tiempo diferente, a quienes nos deben “movilizar” en nuestro ser educadores.
Resultados finales
Pensar la Escuela Secundaria en estos términos, exige a sus actores, por un lado,
grandes y complejos compromisos: sensibilidad respecto a las condiciones y
situaciones propias de la diversidad estudiantil que abraza, y por otro lado una
mirada autocrítica crucial en cuanto formamos parte de esta realidad escolar, lo que
requiere de la suficiente ética profesional para involucrarnos y descubrirnos con el
otro, pero no haciendo de la individualización un principio estructurante, sino
“permitir la construcción de colectivos de aprendices, comprometidos en proyectos
comunes” (Meirieu, 2013).
Bibliografía
● Ley de Educación Nacional Nº26.206
● Ley 26.061 Ley de Protección Integral de los Derechos de las
Niñas, Niños y Adolescentes
● Decreto 1602/09 Asignación Universal por Hijo para Protección
Social
● Resolución CFE 79/09 Plan Nacional de Educación Obligatoria
● Resolución CFE 84/09 Lineamientos Políticos y Estratégicos de la
Educación Secundaria Obligatoria
● Resolución CFE 88/09 Institucionalidad y Fortalecimiento de la
Educación Secundaria Obligatoria
● Resolución CFE 93/09 Orientaciones para la Organización
Pedagógica e Institucional de la Escuela Secundaria Obligatoria
Referencias bibliográficas