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Es muy difícil encontrar a una familia con dos o tres décadas de vida familiar
que no hayan tenido problemas, o una familia de un año de vida que no hayan
tenido problemas. Muchas parejas, a los pocos años de casados, se divorcian
porque no son capaces de resistir a los problemas.
Toda familia desde que comienza hasta que se encuentre con el Señor, tendrá
problemas económicos o interpersonales, enfermedades, conflictos, etc. Y
todos siempre tendremos problemas como individuos.
La diferencia entre una familia que fracasa y una que tiene éxito es el
compromiso, eso hace que pueda resistir. El compromiso significa esa
responsabilidad, que se tiene de salir adelante con la familia tanto en las
buenas como en las malas. No son sólo palabras, se demuestra con hechos
completos y específicos;
cuando hay compromiso las metas de la familia son más importantes que
las metas personales, que todos los miembros de mi familia tengan éxito
es más valioso que mi éxito personal. Ejemplo: si yo llego a mi casa y les
digo a mis hijos que no me moleste porque estoy cansado de trabajar todo el
día para lograr mi éxito…yo no puedo decir eso.
Debo sacrificarme por mis hijos, y aún cansado debo ayudarles, compartir,
amarles, proveerles para sus necesidades, no pensar solamente en lo mío,
sino en el bien de toda la familia, porque tengo compromiso con mi familia.
El aprecio hay que demostrarlo, hay que decirlo, debemos decir a nuestra
pareja que le amamos, a nuestros hijos expresarles nuestro afecto.
Si hay algo que hace mucho daño es la falta de estimación personal, la
falta de valoración. Una de las debilidades más fuerte de la familia es el
maltrato, muchas veces no hay comprensión, sino gritos.
¿Cuánto vale su esposo, su esposa? ¿Cuánto valen sus hijos? El valor de
cada uno de ellos es tan grande, que Cristo dio su vida por ellos. Y si Dios
mismo fue capaz de dar la vida por mi, ¿cuánto valgo yo? Lo que vale Dios. Yo
no puedo maltratar a la persona que es imagen y semejanza de Dios.
3. Comunicación.
Hace algunos años atrás, la familia comía junta, se divertía junta, la sociedad
de antes tenía tiempo para compartir, para comunicarse; la sociedad moderna
atenta contra la comunicación, todo el tiempo está evitando que nos
comuniquemos, lo que tenemos es una malísima comunicación. Es importante
aprender a escuchar, a captar lo que la otra persona nos dice. De la misma
manera, debemos aprender a hablar.
1 Pedro 3
1 Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que
también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la
conducta de sus esposas,
2 considerando vuestra conducta casta y respetuosa.
3 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro
o de vestidos lujosos,
4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable
y apacible, que es de grande estima delante de Dios.
5 Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que
esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos;
6 como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras
habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza.
7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la
mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida,
para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
Muchas veces las cosas no van bien porque no confiamos en ese Dios
soberano, todopoderoso, sanador, sustentador, restaurador, que hace milagros
y que puede cambiar a su conyugue o a sus hijos; y además puede hacer que
la familia cumpla sus propósitos. Cuando ponemos nuestra confianza en Dios,
cuando lo colocamos en el lugar que le corresponde en el hogar pasan grandes
cosas.
Temor
Servicio
Integridad
Verdad
Deuteronomio 6
1 Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro
Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la
cual pasáis vosotros para tomarla;
2 para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus
mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de
tu vida, para que tus días sean prolongados.
3 Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en
la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el
Dios de tus padres.
4 Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.
5 Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas
tus fuerzas.
6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;
7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando
por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
8 Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus
ojos;
9 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.