Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Según el diccionario de la lengua española, la palabra “igualdad”, deriva del latín aequalitas,-atis
significa, “conformidad de algo con otra cosa en naturaleza, forma, calidad o cantidad”, así como
“correspondencia y proporción que resulta de muchas partes que uniformemente componen un
todo”. Ahora bien, alude a la igualdad ante la ley, y señala que es el “principio que reconoce a
todos los ciudadanos capacidad para los mismos derechos”.
Las garantías de igualdad pueden definirse como los derechos públicos subjetivos que toda
persona puede oponer a los órganos del estado, a fin de recibir un trato acorde con la situación
jurídica en que se encuentren, evitando así situaciones discriminatorias, basadas en características
irrelevantes para los supuestos contemplados por la ley.
Las garantías de igualdad se encuentran establecidas por los artículos 1º.; 2º., apartado B; 4º.; 5º.,
primer párrafo; 12 º; 13 º.
La igualdad, además de un juicio valorativo, es también una norma, dada la constatación fáctica de
que las personas son diferentes entre sí y de que, en particular no son neutras, sino que además,
sexuadas como varones o como mujeres, solamente por poner una de las diferencias más
generales.
La igualdad jurídica no será otra cosa que la idéntica titularidad y garantía de los mismos derechos
fundamentales independientemente del hecho, e incluso precisamente por el hecho, de que los
titulares son entre sí diferentes. En efecto, independientemente de la igualdad jurídica en la
titularidad de los derechos fundamentales, todas las personas son de hecho diferentes unas de
otras por diferencias de sexo, raza, lengua, religión, opiniones políticas y condiciones personales y
sociales, entre otras. Las personas son desiguales también jurídicamente por referencia a la
titularidad en mayor o menor medida de derechos no fundamentales, tales como los derechos
patrimoniales y de crédito, que son derechos que pertenecen a cada uno en diversa medida y con
exclusión de los demás.
Cabe ahora hacer una distinción entre diferencias y desigualdades, de la siguiente manera:
1. Las diferencias —sean naturales o culturales— no son otra cosa que los rasgos específicos
que diferencian y al mismo tiempo individualizan a las personas y que, en cuanto tales, son
tutelados por los derechos fundamentales. Por su parte, las desigualdades —sean
económicas o sociales— son las disparidades entre sujetos producidas por la diversidad de
sus derechos patrimoniales, así como de sus posiciones de poder y sujeción.
2. Las diferencias concurren en su conjunto a formar las diversas y concretas identidades de
cada una de las personas. Mientras que las desigualdades forman las diversas esferas
jurídicas.
3. Las diferencias son tuteladas y valorizadas, frente a discriminaciones o privilegios, por el
principio de igualdad formal en los derechos fundamentales de libertad. En tanto que las
desigualdades, si no son completamente removidas, al menos se intentan reducir o
compensar por aquellos niveles mínimos de igualdad material que están asegurados por la
satisfacción de los derechos fundamentales sociales.