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Preparació n para el matrimonio celestial

En 1995 el presidente Gordon B. Hinckley en la reunió n general de la sociedad de


socorro leyó “La Familia, una proclamació n para el mundo” y los primeros pá rrafos
de este texto dicen lo siguiente:

Nosotros, la Primera Presidencia y el Consejo de los Doce Apó stoles de la Iglesia de


Jesucristo de los Santos de los Ú ltimo Días, solemnemente proclamamos que el
matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios”. Asimismo, en
doctrina y convenios secció n 131 versículo 1 el profeta José Smith tuvo la siguiente
revelació n:

“En la gloria celestial hay tres cielos o grados; y para alcanzar el má s alto el hombre
tiene que entrar en este orden del sacerdocio (es decir, el nuevo y sempiterno
convenio del matrimonio).

Como miembros de la Iglesia de Jesucristo sabemos que el matrimonio es


ordenado por Dios y, también sabemos que es un mandamiento. Es por ello, que
prepararnos para el matrimonio celestial es fundamental; así como nos
preparamos en diferentes á mbitos de nuestra vida, por ejemplo: antes de rendir un
examen importante, antes de enseñ ar una clase en la iglesia, o al momento de
enseñ ar a nuestros hijos o incluso cuando alguien comenzar algú n deporte… la
preparació n es necesaria para no correr el riesgo de fracasar.

Entonces ¿cuá nto má s importante será la preparació n para el matrimonio


celestial?
Muchos de aquí podemos preguntarnos pero, ¿qué es un matrimonio celestial?

En Doctrina y Convenios 132 desde el versículo 19 en adelante el Señ or dice lo


siguiente:

“Y ademá s, de cierto te digo, si un hombre se casa con una mujer por mi palabra, la
cual es mi ley, y por el nuevo y sempiterno convenio, y les es sellado por el Santo
Espíritu de la promesa, por conducto del que es ungido, a quien he otorgado este
poder y las llaves de este Sacerdocio”…” y cumplen mi convenio” …” no tendrá n fin
y existirá n de eternidad en eternidad”

Por medio de las escrituras sabemos que el matrimonio en el Templo es el


matrimonio celestial y que gracias a este matrimonio tenemos la promesa de ser
una familia por esta vida y después de la muerte, por la eternidad. Muchas veces
hemos asistido a matrimonios que dicen “hasta que la muerte los separe” pues
bien, el matrimonio celestial nos da otra promesa “que nuestro matrimonio será
por esta vida y por la eternidad”.
El É lder Robert D. Hales del Quó rum de los Doce Apó stoles comentó los siguiente
“Las palabras “matrimonio en el templo” describen el lugar a donde se va para que
se lleve a cabo un matrimonio eterno. La expresió n “matrimonio celestial” significa
ser fiel a los sagrados convenios que se hacen en esa ceremonia de casamiento en
el templo, o sea, vivir principios celestiales en la relació n matrimonial.

Ahora todos los que estamos casados sabemos que el matrimonio tiene sus
desafíos, a veces derivados de nuestro cará cter, otras veces por problemas de
comunicació n, problemas econó micos o de salud, que hacen que nuestro diario
vivir presente dificultades que nos causan pena y dolor. Es por ello, que los
profetas y las escrituras nos han guiado a seguir sus consejos y nos muestran có mo
prepararnos, para tener un matrimonio celestial.

Algo importante que debemos saber antes de casarnos parte primero por escoger a
la persona adecuada para nosotros, el Presidente Gordon B. Hinckley en 1999 dijo
lo siguiente: “ésta será la cosa má s importante de sus vidas: escoger a la persona
con quién se casará n… cá sense con la persona apropiada en el lugar apropiada y en
el tiempo apropiado”. Por su parte, el presidente David O. Mckay comenta que “a la
hora de escoger al compañ ero, es necesario analizar el temperamento, el legado y
la instrucció n que ha recibido la persona con la cual se está considerando hacer el
viaje por la eternidad”. El É lder Boyd K. Packer también comentó que “ determinar
el momento má s oportuno para contraer matrimonio tal vez sea el mejor ejemplo
de un acontecimiento extremadamente importante en nuestra vida y que depende
del albedrío de otras personas o de la voluntad y del tiempo del Señ or y es por ello
que debemos trabajar y orar en pos de nuestros deseos justos”.

Es por esta razó n que vivir y aplicar los principios del evangelio, durante toda
nuestra vida nos prepara para esta importe etapa de nuestras vidas.

Estos principios son


- La fe en Cristo: la fe es la confianza de una persona en Jesucristo, la cual la lleva a
obedecerle. Por medio de la fe obtenemos la remisió n de nuestros pecados y con el
tiempo la posibilidad de morar en la presencia de Dios. La fe en Cristo es la que nos
motivará a cumplir los principios que no ayudará n a mantener la guía del Espíritu
Santo con nosotros. Moroni 10:22 expresa “que la falta de fe conduce a la
desesperació n”, llevá ndonos a tomar malas decisiones, que en muchas ocasiones
dan como resultado la iniquidad.

- La obediencia: la gran prueba de nuestra vida es la obediencia a Dios. En las


escrituras tenemos el ejemplo de Nefi, 1 Nefi 3:7 “iré y haré lo que el señ or ha
mandado”.
El ser obediente en cumplir con los mandamientos de Dios, nos acercará má s a
Cristo, ya que ponemos en primer lugar su voluntad.

- El arrepentimiento: Es un cambio que se efectú a en el corazó n y en el modo de


pensar; lo que nos lleva a adoptar una nueva actitud en cuanto a Dios. El verdadero
arrepentimiento nace del amor por el señ or y el deseo sincero de obedecerle y es el
Señ or quién hace posible este don gracias a la expiació n que realizó Jesucristo.

Como lo ejemplificamos a la preparació n para el matrimonio en el templo, pues


para poder entrar a la casa del Señ or debemos tener una recomendació n y para
ello, debemos tener una entrevista con nuestro obispo, y en ocasiones esta
entrevista nos ayuda a hacer cambios en nuestra vida que necesitan de nuestro
arrepentimiento.

-La oració n, el ayuno y el estudio de las escrituras: la oració n la dirigimos a


nuestro padre celestial en el nombre de Jesucristo, de manera reverente.

Cuando alma ya era el Sumo sacerdote, predicó al pueblo lo siguiente:

“ he aquí, os digo que el santo espíritu de Dios me las hace saber. He aquí he
ayunado y orado muchos días para poder saber estas cosas por mí mismo. Y ahora
sé por mí mismo que son verdaderas; porque el Señ or Dios me las ha manifestado
por su Santo Espíritu; y éste es el Espíritu de revelació n que está en mí”. Alma 5:46

Por su parte, el estudio de las escrituras nos fortalece ya que es aquí en donde
encontramos la palabra de Dios y por medio de ellas podemos sentir y aprender de
Jesucristo y su expiació n. Las escrituras son un manual en nuestra vida.

Ahora, la revelació n es la comunicació n de Dios con sus hijos aquí en la tierra, la


cual nos brinda guía que nos conduce a tomar decisiones correctas. Todos tenemos
derecho a la revelació n personal, pero para ello, debemos orar, ayunar y leer las
escrituras para obtenerla y así, la revelació n personal nos ayudará a tomar buenas
decisiones, como por ejemplo, la decisió n de con quien unir nuestras vidas.

-El perdó n: En las escrituras aprendemos acerca del perdó n que Dios da a sus hijos
(previo al arrepentimiento de los hombres) y del perdó n que las personas deben
procurar entre sí. El perdó n es un poder liberador para quién lo practica, ya que
nos hace libres del rencor y del odio. Cuando nos perdonamos entre nosotros, nos
tratamos con amor cristiano y no tenemos malos sentimientos hacia los demá s.

Por otra parte, doctrina y convenios 64:10 nos enseñ a: “ yo perdonaré a quién sea
mi voluntad, má s a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres”.
Y esto aplica a nosotros mismo, ya que en ocasiones cuando nos estamos
preparando para el templo, no podemos perdonarnos a nosotros mismos y nos
cuesta olvidar nuestros errores. El señ or ha sido claro en esto, en doctrina y.
convenios 1:132
“el que se arrepiente y cumple los mandamientos del Señ or, será perdonado”

-Asistir a la iglesia y tomar la Santa Cena: En el libro de Moroni, capítulos 4 y 5, se


enseñ a la forma correcta de administrar la Santa Cena. Esta ordenanza es muy
importante, ya que por medio de ella renovamos todos nuestros convenios
realizados con el Señ or y ademá s, él nos brinda la compañ ía de su Espíritu durante
la semana que comienza. Espíritu que se mantendrá con nosotros si somos
obedientes a los mandamientos y, es el mismo espíritu que nos brindará revelació n
por hacer lo correcto.

El É lder Robert D. Hales del Quó rum de los Doce Apó stoles enseñ a:

“Después de hacer los votos, un matrimonio celestial exige una vida de continua
consagració n a la dignidad que conduzca a la felicidad y a la exaltació n. Si
obedecemos las leyes en la forma apropiada, podremos lograr un pedacito de cielo
en la tierra junto con otra persona y con nuestra familia. Algo tan maravilloso
como el matrimonio celestial no surge por casualidad”. Es decir, las mismas
ordenanzas y leyes vistas antes vistas nos sirven para guiar y tomar decisiones
correctas en nuestro matrimonio, pero la diferencia es que esta vez no es de forma
individual; sino en conjunto con nuestro có nyuge.

El É lder Robert E. Wells, comentó que “Debemos procurar recibir la ayuda del
Señ or al intentar entendernos mutuamente, afrontar retos y llegar a decisiones
correctas, y todo eso sin ponernos a la defensiva. Es aú n má s importante que
procuremos obtener Su ayuda al intentar cambiar nuestro comportamiento y
corazó n. El Señ or nos cambiará el corazó n a medida que lo invitemos a ablandar
nuestro corazó n hacia nuestro có nyuge y a medida que nos arrepintamos de
nuestras debilidades. É l nos alejará de nuestras actitudes egoístas, mezquinas y
mundanas para llenarnos de un amor puro como el de Cristo. Por má s que
hablemos y nos comuniquemos, no podremos realmente resolver nuestras
diferencias a menos que tengamos un matrimonio en el cual su base sean los
principios verdaderos como la fe en el Señ or Jesucristo, el arrepentimiento y la
obediencia. A medida que nos acercamos Cristo, É l nos puede ayudar a acercarnos
a nuestro có nyuge. Só lo por medio de Su gracia podemos recibir la bendició n del
amor semejante al de Cristo, la capacidad de amar a nuestro có nyuge con todo el
corazó n y de allegarnos a él o ella y a nadie má s”.

Por esta razó n es importante cumplir los principios y ordenanzas del evangelio
siempre, ya que la revelació n a hacer lo correcto es algo que necesitamos a diario,
durante toda nuestra vida.
El É lder Marlin K. Jensen Del Quó rum de los Setenta, dijo lo siguiente:

“El Padre Celestial ha diseñ ado el matrimonio de manera tal que primero entramos
en una relació n de convenio con Cristo y después con el có nyuge. Tanto É l como
Sus enseñ anzas deben estar en el centro de nuestra unió n. A medida que nos
parecemos má s a (Cristo) y nos acercamos a É l, de forma natural nos volveremos
má s amorosos y nos acercaremos má s el uno al otro (con nuestro có nyuge). El
matrimonio eterno es un matrimonio de divinidad. El vocablo eterno se refiere
tanto a la calidad del matrimonio como a su duració n”.

Por ú ltimo. Moroni cuando ya está en sus ú ltimas líneas del libro de mormó n
expresa lo siguiente:

“Sí, venid a cristo, y perfeccionaos en él y absteneos de toda impiedad, y si os


abstenéis de toda impiedad y amá is a Dios con toda vuestra alma, mente y fuerza,
entonces su gracias os es suficiente, para que por su gracia seá is perfectos en
Cristo”.

Estamos en un mundo que nos dice que el matrimonio no es importante, que ser
fiel a nuestro có nyuge y a nuestros convenios son cosa del pasado, pero yo sé que
el mundo está en error, yo sé si ambos escogemos seguir a Cristo y cumplir con las
promesas que hicimos en el santo templo, cumplir los principios que siempre se
nos está n enseñ ando en la Iglesia, el Señ or también cumplirá su promesa, y
aprenderemos a ver que sí podemos ser má s felices, pero para ello debemos poner
de nuestro tiempo, dedicació n y constancia día a día.

Sé que Cristo vive y es mi salvador, también sé que la oració n, el arrepentimiento,


el perdó n y la fe no solo nos traerá n bendiciones y soporte para esta vida; sino que
también para la eternidad. Y lo comparto en el nombre de Jesucristo.

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