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DISCURSO PARA ACTO POR EL 27 DE ABRIL “DÍA DE LA AUTONOMÍA”

Santiago del Estero un día dijo basta. Ese magnífico día fue el 27 de abril de 1820 cuando un
grupo reducido de representantes del pueblo santiagueño decidió que no dependeríamos más
de la jurisdicción de Tucumán. No fue fácil ni gratuito llegar a ese punto, puesto que los
tucumanos no estaban dispuestos a perder el dominio sobre nuestro territorio.
De hecho, lucharon para reprimir esos deseos autonomistas pero esta vez no pudieron.
Y decimos “esta vez” porque en las dos oportunidades anteriores, tanto en 1815 como en 1816,
sí habían podido sofocar las revoluciones encabezadas por Juan Francisco Borges. No habían
escatimado el uso de la fuerza con el propósito de escarmentar a un pueblo que quería decidir
por sí mismo. El escarmiento cruel vino con el fusilamiento de Borges en la localidad de Santo
Domingo.
Pero en 1820 llegó el momento, llegó la oportunidad que no iban a dejar pasar quienes
buscaban hace varios años el camino de la autonomía provincial.
Para entender el contexto en que ocurrió el acontecimiento que hoy celebramos, debemos
recordar que 1820 fue denominado el “año de la anarquía”, porque las autoridades nacionales
constituidas en el Directorio habían sido derrocadas por los caudillos Pancho Ramírez y
Estanislao López. Por lo tanto, las Provincias Unidas del Rio de la Plata habían quedado sin una
organización nacional. En ese marco fue que el gobernador tucumano Bernabé Araoz quiso
conformar lo que llamó la “República del Tucumán”, entidad política que incluiría, de forma
inconsulta, a Catamarca y Santiago del Estero. Fue la gota que rebalsó el vaso, la chispa que
encendió el fuego, el sacudón que despertó la rebelión final.
Santiago del Estero, provincia que aún suele ser caracterizada por tener habitantes que son
sumisos y que aceptan todo aquello que se les impone, aquella vez en 1820 dijo “hasta aquí
llegamos”. ¿Será verdad que Santiago es una provincia sometida y dormida? Creemos que no, y
la historia nos da la razón. En abril de 1820 no fuimos sumisos, no aceptamos lo que quisieron
imponernos por la fuerza. En abril de 1820 dijimos que NO.
Claro que para lograr ese fin se necesitó el apoyo militar de un personaje en pleno ascenso de
su carrera: Juan Felipe Ibarra, ese soldado que había participado de las duras luchas por la
independencia y que luego había sido nombrado comandante del Fuerte de Abipones. Vino
Ibarra con sus hombres y las fuerzas tucumanos tuvieron que aceptar la derrota.
Esta historia del proceso autonomista nos deja muchas lecciones que tenemos que aprender,
especialmente ustedes, jóvenes que están en esta institución, y que son el futuro de la
provincia.
Aprendamos que la historia SIEMPRE se puede cambiar, como lo hizo el pueblo santiagueño en
1820. Aprendamos que insistir tiene sus frutos, que una idea, cuando se persevera en ella,
puede tener efectos verdaderamente transformadores. Eso lo entendió Borges, aunque el no
pudo ver concretada la autonomía por la cual luchó. Aprendamos que cuando una dirigencia
está unida para alcanzar una meta, tarde o temprano esa meta se convierte en realidad. Y
aprendamos que la libertad y la autonomía no tienen precio, que decidir por nosotros mismos
es la máxima aspiración de un pueblo. Sigamos adelante para que cada día logremos conquistar
las libertades que nos faltan.

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