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Resumen de fallos 1º parcial

Derecho Procesal I (Universidad Nacional de La Matanza)

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Fallos de Procesal Penal 1º parcial:

Unidad I:

Quiroga Edgardo Oscar, CSJN 327:5863


Tema: garantía de imparcialidad

Se declara la Inconstitucionalidad del art. 348 CPPN.

La medida la tomó la Corte en autos "Quiroga, Edgardo Oscar s/ causa N° 4302" al hacer
lugar al recurso interpuesto por el Ministerio Público Fiscal que había solicitado la nulidad
de la resolución del juez de instrucción que ante el pedido de sobreseimiento por parte del
fiscal resolvió remitir el sumario al Fiscal General ante la Cámara de Apelaciones para que
apartara al Agente Fiscal y desinsaculara un nuevo representante del Ministerio Público.

El Fiscal General argumentó que el mentado artículo 348 había sido derogado tácitamente en
virtud de lo dispuesto por el artículo 120 de la Constitución Nacional y los artículos 1 y 76 de
la Ley Orgánica del Ministerio Público solicitando en consecuencia la nulidad del auto por el
que el juez elevó la causa en consulta y de todos los actos posteriores practicados en su
consecuencia.

Arribada la queja a la Corte, el tribunal señaló que "aun cuando se pueda sostener que los
fiscales cumplen, materialmente, una función judicial, en tanto, al igual que los jueces,
aspiran a que el proceso finalice con una sentencia justa, lo hacen desde posiciones
procesales diversas, y el ejercicio efectivo de la misión que a cada uno de ellos le compete se
excluye recíprocamente: ni el fiscal puede juzgar ni el juez puede acusar" .

Por ello reafirmaron que el 120 de la Constitución Nacional en cuanto se refiere al Ministerio
Publico "supone no sólo independencia del Poder Ejecutivo, sino también del Poder Judicial,
como correlato de una concepción dentro de la cual sólo dicha independencia permite
estructurar un procedimiento penal en el que las garantías de la defensa en juicio y la
imparcialidad del tribunal no estén en discusión".

Añadieron al respecto que el deber del Ministerio Público de actuar "en coordinación con las
demás autoridades de la República" no puede ser convertido en subordinación, a riesgo de
neutralizar el sentido mismo de su existencia.

En cuanto a la posición sostenida por la cámara de casación, según la cual el Poder Judicial
es el que debe "controlar" el ejercicio que de la legalidad hace el Ministerio Público, es la que
conduce, finalmente, a admitir la consecuencia extrema de que en el debate la imputación
provenga, en definitiva, del propio tribunal que debe juzgar sobre su admisibilidad,
advirtieron.

De esta forma resolvieron que "la necesidad de asegurar la independencia funcional del
Ministerio Público Fiscal" consagrada en el art. 120 de la Constitución Nacional impone
declarar la inconstitucionalidad del art. 348, segundo párrafo, primera alternativa, del Código
Procesal Penal de la Nación.

La medida contó con los votos de Enrique Santiago Petracchi - Augusto Cesar Belluscio (en
disidencia)- Carlos S. Fayt (según su voto)- Antonio Boggiano (según su voto)- Juan Carlos
Maqueda (según su voto)- E. Raul Zaffaroni (según su voto) - Elena I. Highton De Nolasco.

Voto del Dr. Zaffaroni:

Al expedirse en el sub lite sobre el mérito de la instrucción en la oportunidad prevista por el


art. 346 CPPN. el agente fiscal se pronunció por el sobreseimiento del imputado. El juez
federal discrepó con el criterio del Ministerio Público y elevó los autos en consulta a la Cámara
de Apelaciones, de acuerdo con el procedimiento previsto por el art. 348.

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Que el planteo de nulidad del auto de elevación en consulta formulado por el agente fiscal fue
rechazado por la sala A de la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario. El recurso de
casación interpuesto contra dicha decisión fue declarado inadmisible por la sala 1ª de la
Cámara Nacional de Casación Penal, y ello dio origen al recurso extraordinario cuya
denegación motiva esta queja.

A este respecto, en la decisión apelada se afirma que el art. 348 establece "una excepción al
principio acusatorio (a la vez que es una muestra del procedimiento mixto instaurado), en
tanto autoriza al juez de instrucción a requerir la intervención de la Cámara de Apelaciones
si no estuviese de acuerdo con el sobreseimiento instado por el agente fiscal, no se opone a la
garantía implícita del debido proceso ni a la independencia funcional y orgánica del Ministerio
Público (art. 120 Ver Texto CN.), que asegura a los habitantes de la Nación un juicio previo
en el que las funciones de acusar y juzgar se encuentren manos de órganos diferentes. Ello
es así tan pronto se advierta que el sumario es un procedimiento breve de recolección de
pruebas con un restringido control de partes, y que, en todo caso, debe estarse a la prueba
que en definitiva surja del debate, que es el juicio contradictorio en sentido estricto. Y que,
por lo tanto, los actos cumplidos durante dicha instrucción preparatoria del juicio no pueden
dar base a la sentencia sino a una acusación o, en su caso, al sobreseimiento, razón ésta que,
sumada a la imposibilidad de apertura del proceso de forma oficiosa, convierte al recordado
art. 348 sólo en la herramienta puesta en manos de los jueces para asegurar la vigencia del
principio de oficialidad en la persecución penal que consagra nuestra legislación" (sin destacar
en el original). Respecto del art. 120 Ver Texto CN. el a quo sostuvo que "...la única conclusión
válida que con referencia al tema analizado cabe extraer del art. 120 CN. reside en el hecho
de que a partir de la promulgación de las reformas introducidas... los miembros del Ministerio
Público se desprendieron de la dependencia del Poder Ejecutivo Nacional...".

Que, por su parte, en el recurso extraordinario ante esta Corte el fiscal general sostuvo que
la decisión de la Cámara de Casación incurrió en un arbitrario rigorismo formal al examinar
los requisitos de admisibilidad del recurso y en una errónea interpretación del art. 120 CN. y
de la ley 24946. Según el apelante, la regla establecida en el art. 348 CPPN. configura una
violación al principio ne procedat iudex ex officio. Al permitir -afirma- que el tribunal
encargado de dirimir el pleito se entrometa en la función requirente, que se encuentra en
cabeza del Ministerio Público, se llega a la pérdida de toda posibilidad de garantizarle al
imputado un proceso donde sea juzgado por un órgano imparcial que se encuentre totalmente
ajeno a la imputación y, de este modo, se viola la garantía de imparcialidad y defensa en
juicio. Asimismo, la utilización del procedimiento de "consulta" desconoce la autonomía
funcional del Ministerio Público Fiscal, como titular de la acción penal pública.

Que el recurso extraordinario resulta formalmente procedente, pues se encuentra en cuestión


la compatibilidad de la facultad de las Cámaras Nacionales de Apelaciones de obligar al
Ministerio Público a producir el requerimiento de elevación a juicio (art. 348 Ver Texto CPPN.),
con la independencia funcional de que goza dicho organismo en virtud del art. 120 CN. y del
art. 1 ley 24946, y la decisión apelada causa agravio de imposible reparación ulterior.

Que el art. 348 párr. 2º CPPN. establece: "El juez dictará el sobreseimiento si estuviera de
acuerdo con el requerido. De lo contrario, sea que no esté de acuerdo con el sobreseimiento
pedido por el fiscal o sea que sólo el querellante estimara que debe elevar la causa a juicio,
dará intervención por seis días a la Cámara de Apelaciones. Si ésta entiende que corresponde
elevar la causa a juicio, apartará al fiscal interviniente e instruirá en tal sentido al fiscal que
designe el fiscal de Cámara o al que siga en orden de turno". A su vez, el art. 120 CN. consagra
al Ministerio Público como "órgano independiente con autonomía funcional". Por su parte, el
art. 1 de la ley 24946 señala que sus funciones serán ejercidas "en coordinación con las demás
autoridades de la República" (conf. art. 120 Ver Texto CN.), pero "sin sujeción a instrucciones
o directivas emanadas de órganos ajenos a su estructura".

Posición del ministerio público:

Que de acuerdo con la interpretación que el Ministerio Público hace de las normas
mencionadas, el llamado "procedimiento de consulta", en el cual las discrepancias entre el

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juez de instrucción y el fiscal en cuanto a si corresponde o no elevar la causa a juicio son


resueltas por las Cámaras de Apelaciones, que puede instruir a los fiscales para que
produzcan el requerimiento respectivo, viola el principio ne procedat iudex ex officio ("No hay
juicio sin actor, ni el juez puede iniciarlo de oficio" o "No hay juicio sin parte que lo promueva")
y, consecuentemente, pone en riesgo las garantías de imparcialidad, defensa en juicio y debido
proceso legal.

Posición de la cámara de casación:

Que la decisión de la Cámara de Casación, por el contrario, justifica la existencia del


procedimiento cuestionado en la necesidad de implementar un instrumento legal que controle
la actividad de los fiscales, quienes deben adecuar su actuación al principio de legalidad,
siendo los jueces quienes deben efectuar ese control, a fin de evitar la concesión de "un amplio
campo para el funcionamiento práctico del principio de oportunidad". Asimismo, expresó que
esta situación no se haya visto alterada ni por la introducción del art. 120 CN. ni por la Ley
Orgánica del Ministerio Público.

Lo que se discute en el caso no es que sean los jueces quienes decidan dentro de su
jurisdicción apelada que no existen elementos que justifiquen un debate, sino si pueden ser
quienes resuelvan de oficio lo contrario, impulsar la acción penal, no sólo en contra del fiscal
sino también del imputado.

El principio de separación de las funciones de acusar y de juzgar es el corolario lógico de la


interpretación armónica de las normas invocadas. La autonomía funcional, que como órgano
independiente de los demás poderes del Estado le otorga el art. 120 CN. al Ministerio Público
Fiscal, el ejercicio de la acción penal pública, así como el imperativo de promover y ejercer la
acción durante el proceso, de que lo invisten los arts. 5 y 65 CPPN., y el control jerárquico
que impone la ley 24946 no dejan lugar a duda de que la función de acusar recae de manera
excluyente en los miembros del Ministerio Público Fiscal y que la de juzgar, en orden a la
imparcialidad de las decisiones y la necesidad de garantizar el derecho de defensa, recae en
la figura del juez, también de manera excluyente, ya que es la única garantía de obtener un
adecuado equilibrio en cada una de las etapas del proceso penal.

Que siendo el fiscal quien tiene la tarea de acusar, si el acusador declina la prosecución del
proceso, el juzgador no puede suplantarlo en su rol sin romper el juego de equilibrio entre
partes, resignando la imparcialidad y afectando las garantías que la Constitución Nacional y
la ley consideran vigentes desde la imputación.

En el marco de un sistema de procedimiento regido por el principio de legalidad procesal las


funciones de acusar y juzgar deben encontrarse, al menos formalmente, en cabeza de
funcionarios distintos, principio que quedaría completamente diluido si el tribunal de alzada
pudiera, en contra del criterio del Ministerio Público, decidir, por sí solo, que se produzcan la
acusación y la apertura del debate.

Aun cuando se pueda sostener que los fiscales cumplen, materialmente, una función judicial,
en tanto, al igual que los jueces, aspiran a que el proceso finalice con una sentencia justa, lo
hacen en posiciones procesales diversas, y el ejercicio efectivo de la misión que a cada uno de
ellos les compete se excluye recíprocamente; ni el fiscal puede juzgar ni el juez puede acusar.
De otro modo durante la instrucción el imputado debe defenderse no sólo de quien lo acusa,
sino también de quien decide, y de quien debería poder esperar independencia de criterio.

No puede haber ninguna duda en cuanto a que la introducción del art. 120 CN. sustrae al
Ministerio Público del control de cualquiera de los poderes del Estado, en virtud de su
autonomía, pero que ello no significa "falta de control". Ello es así, porque, más allá del control
jurisdiccional que se ejerce en el marco de un proceso, la ley 24946 prevé controles internos
del Ministerio Público y porque los fiscales no se encuentran exentos de ser sancionados por
las posibles violaciones en las que pudieran incurrir por su calidad de funcionarios públicos.
Por ello la intervención de las Cámaras de Apelaciones "ordenando" que se produzca la
acusación no sólo pone en tela de juicio la imparcialidad del tribunal, sino que incluso avanza
más allá del ámbito de sus competencias, cuando al decidir el apartamiento de las causas

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donde la controversia se plantea lo hace sobre funcionarios que integran un organismo


diferente, independiente y autónomo (art. 120 CN.).

Que conforme a lo manifestado se debe concluir que la decisión del tribunal de alzada al
interpretar el párr. 2º del art. 348 CPPN. vulnera la autonomía funcional de los fiscales
consagrada en el art. 120 CN., al conceder a los jueces una facultad que la propia Constitución
les veda, toda vez que posibilita que éstos puedan determinar el contenido de los actos del
fiscal y ejercer el control y el reemplazo del fiscal ante situaciones como la aquí analizadas,
sin que el órgano judicial posea competencia para ello.

En consecuencia, la necesidad de asegurar la independencia funcional del Ministerio Público


Fiscal consagrada en el art. 120 CN. impone declarar la inconstitucionalidad del art. 348 párr.
2º primera alternativa CPPN., en cuanto autoriza a la Cámara de Apelaciones, en los casos en
que el juez no está de acuerdo con el pedido de sobreseimiento del fiscal, apartarlo e instruir
el que designe el fiscal de Cámara, a fin de producir la elevación a juicio.

Por ello, oído el procurador general, se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso
extraordinario y se deja sin efecto el pronunciamiento apelado. Agréguese la queja al principal.
Notifíquese y devuélvanse los autos al tribunal de origen, a fin de que, por quien corresponda,
se dicte nuevo pronunciamiento conforme a derecho.

Unidad III:

Mattei, Angel CSJN Fallos 272:188: (29 de noviembre de 1968):


Hechos:

El abogado defensor en la causa impone un recurso extraordinario.

Mattei es juzgado por contrabando de importación en Abasto. En principio, el recurso


extraordinario es improcedente contra resoluciones que decretan nulidades de carácter
procesal dado que por su índole ellas no constituyen sentencia definitiva. Sin embargo, la
jurisprudencia de la corte ha admitido, por vía de excepción, que son equiparables a sentencia
definitiva, debido a que, por su índole, las consecuencias podrían llegar a frustrar el derecho
federal invocado.

El abogado defensor sostiene que se ha violado la garantía de la defensa por cuanto,


encontrándose el proceso en situación de ser fallado por el tribunal que conoce de él por vía
de apelación, en lugar de dictar la sentencia definitiva, declaró la nulidad de todas las
actuaciones a partir del cierre del sumario inclusive.

Fundamentos de la Corte:

La corte declara procedente el recurso debido a la gravedad de la cuestión planteada; se


declara mal denegado el recurso extraordinario.

El juicio ha sido retrogradado a su etapa inicial, o sea la de sumario, cuando se encontraba


ya en condiciones de ser definitivamente fallado con relación al apelante.

El proceso penal se integra con una serie de etapas (acusación, defensa, prueba y sentencia)
a través de las cuales y en forma progresiva se tiende a poner al juez en condiciones de
pronunciar un veredicto de absolución o condena; por ende, cada una de esas etapas
constituyen el presupuesto necesario de la que le subsigue, en forma tal que no es posible
eliminar una de ellas sin afectar la validez que le suceden.

Es por ello que se ha violado el principio de progresividad que es constituido con motivos de
seguridad jurídica y para lograr también el derecho constitucional de un pronunciamiento
penal rápido.

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La garantía del debido proceso legal ha sido arbitrada fundamentalmente a favor del acusado.
No cabe admitir que la posible deficiencia de la prueba constituya causal de nulidad de lo
regularmente actuado dentro del juicio. El derecho a un juicio razonablemente rápido se
frustraría si se aceptara que, cumplidas las etapas esenciales del juicio y cuando no falta más
que el veredicto definitivo, es posible anular lo actuado en razón de no haberse reunido
pruebas de cargo, cuya omisión solo cabría imputar a los encargados de producirlas, pero no
por cierto al acusado.

Todo ello con perjuicio para éste en cuanto, lo obliga a volver a soportar todas las penosas
contingencias propias de un juicio criminal, inclusive la prolongación de la prisión preventiva.
Se declara la nulidad de lo actuado.

También podría decirse que se estaría violando el principio de <ne bis in idem= ya que todas
las etapas del proceso habían sido cumplimentadas faltando solo la sentencia, y se pretendía
que por la deficiencia de la prueba de cargo se retrotraiga todo el proceso.

Sentencia de la Corte:

Se declara la nulidad de lo actuado a partir del fallo que declaró la nulidad de todo el proceso.

Kipperband, Benjamín CSJN Fallos 322:360 (16 de marzo de 1999)


Del precedente en cuestión, haremos mención sólo a los dos grupos de votos en disidencia,
que constituyeron la minoría. Ambos grupos de votos, reconocieron la violación del derecho
del imputado a ser juzgado rápidamente e introdujeron por primera vez respecto al mismo
criterio extranjero, tanto de los órganos del Sistema Interamericano de tutela de los derechos
humanos, como de los órganos del Sistema Europeo, especialmente dentro de este último los
del TEDH.

De esta forma, se enrolaron en la doctrina del "no plazo". Asimismo, para determinar si se ha
violado el plazo razonable, adoptaron la teoría de la "ponderación" (arbitrariedad), y acudieron
a pautas de fuentes extrajeras como: la duración del retraso, sus razones, el perjuicio
ocasionado, el comportamiento del imputado y el de las autoridades; de este análisis
entendieron que el Estado resultaba responsable de la duración indebida de este proceso y
no el imputado, aunque aquél también se veía perjudicado por la ausencia de una realización
oportuna de la justicia.

Los Dres. Fayt y Bossert, que constituyeron la minoría que opinó primero, entendieron que
en consecuencia de todo lo afirmado, correspondía aplicar la teoría de una insubsistencia de
la acción penal, afirmada en "Mozzatti", puesto que de esa forma se pondría fin a un proceso
que se considera violatorio de derechos fundamentales por su excesiva duración.

La segunda disidencia, compuesta por los Dres. Petracchi y Boggiano, se pronunció en forma
similar a la anterior disidencia, pero presenta algunos matices diversos. Esta posición, si bien
reconoció que corresponde al legislador la fijación del plazo y a los jueces controlar su
razonabilidad, se contradijo en su razonamiento al citar precedentes americanos y europeos
que dicen lo contrario. Es dable destacar, que esta posición, como ya se expresó, atribuyó al
Estado la responsabilidad por el indebido retraso, exonerando al imputado, pero sobre este
punto agregó que no se puede cargar a este con el deber de acelerar los procesos ni restringirle
su libertad de defensa, son pretexto de que sus estrategias defensivas sean consideradas
renuncia a su derecho a un rápido juzgamiento.

Asimismo, rechazó como justificación del retraso, el criterio de la actividad judicial


ininterrumpida, ya que consideró, que si bien ello exculpa de las demoras a los funcionarios
que intervinieron en la causa no borra del mundo la existencia de un proceso que ha durado
demasiado. También reconoció a todo el proceso como coacción, en cuanto la libertad del
imputado queda restringida por la vigencia de otras medidas de aseguramiento de sus deberes
procesales.

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Afirmó, invocando el principio de proporcionalidad, que pasado el plazo razonable toda


medida de coerción pierde legitimidad.

Finalmente, esta segunda minoría, sostuvo que la Corte debía asumir su competencia positiva
y hacer lugar a la excepción de prescripción pretendida por el recurrente y rechazada en las
instancias ordinarias, ya que de este modo se conjuga la 14/19 desaparición de la pretensión
punitiva estatal por el transcurso del tiempo con el derecho a obtener un pronunciamiento
judicial sin dilaciones indebidas.

Ibañez, Angel Clemente CSJN


En mayo del 98 Ibáñez es condenado a 5 años de prisión como coautor penalmente
responsable del delito de robo calificado por el uso de arma. En diciembre del 98, la sentencia
condenatoria es confirmada por la sala cuarta de la cámara de apelación y garantías en lo
penal. Se interpuso un recurso de inaplicabilidad de la ley, siendo éste rechazado recién en
2007 por la suprema corte de justicia de la provincia de Bs.As. Contra esta decisión se dedujo
recurso extraordinario federal, concedido en julio del 2008.

En diversas oportunidades el Tribunal ha señalado que el instituto de la prescripción de la


acción tiene una estrecha vinculación con el derecho del imputado a un pronunciamiento sin
dilaciones indebidas, y que dicha excepción constituye el instrumento jurídico adecuado para
salvaguardar el derecho en cuestión.

La corte concluye que un procedimiento recursivo que como en el caso se ha prolongado


durante diez años excede todo parámetro de razonabilidad de duración del proceso penal, y
en tales condiciones, la suspensión del trámite para que se sustancie un incidente de
prescripción como propone el señor Procurador Fiscal en su dictamen no haría más que
continuar dilatando indebidamente esta causa cuya prolongada duración por casi trece años
viola ostensiblemente el derecho a ser juzgado en un plazo razonable consagrado en el art.
8.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

Por lo tanto, corresponde que sea la Corte la que ponga fin a la presente causa declarando la
extinción de la acción penal. se declara procedente el recurso extraordinario, se revoca la
sentencia apelada y se declara extinguida la acción penal

Schenone, Carlos CSJN 329:4248


La recurrente solicitó la reconsideración de la resolución del Tribunal de fs. 138 mediante la
cual se tuvo por no presentado el recurso de queja por no haber dado cumplimiento a las
exigencias previstas en la acordada.

La intimación efectuada en los términos de la disposición mencionada fue cursada para que
la parte diera cumplimiento a los recaudos de identidad y domicilio que allí se exigen, por lo
que no se advierte el agravio que pudo haber causado a la peticionante, en tanto que su
observancia hubiese permitido el tratamiento de las cuestiones de fondo planteadas en el
recurso sin suspender su trámite, a la espera de la concesión del beneficio de litigar sin gastos
reclamado.

Se advierten en el expediente circunstancias concretas, vinculadas con el ejercicio de la


defensa técnica en esta instancia, que esta Corte Suprema no puede dejar de señalar, en tanto
ponen al descubierto una transgresión a la garantía constitucional de la defensa en juicio de
tal entidad que más allá de cualquier imperfección en la habilitación de la competencia del
Tribunal para conocer los agravios expresados, afecta la validez misma del proceso en esta
instancia, circunstancia que debe ser atendida y resuelta de modo prioritario a cualquier
cuestión que se haya planteado.

Ello es así, pues constituye una exigencia previa emanada de la función jurisdiccional de esta
Corte el control, aun de oficio, del desarrollo del procedimiento cuando se encuentran
comprometidos aspectos que atañen al orden público. En efecto, la eventual existencia de un

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vicio capaz de provocar una nulidad absoluta y que afecte una garantía constitucional no
podría convalidarse.

Que a los efectos de puntualizar estas circunstancias, resulta necesario describir brevemente
el trámite de la queja ante esta Corte.

Así, a fs. 1, luce la presentación in pauperis efectuada por Schenone, en la cual manifestó su
voluntad recursiva al notificársele el rechazo del recurso extraordinario. En virtud de ello, la
Secretaría certificó que el recurrente había designado como nuevos defensores a los doctores
Alberto José Troncoso y Sandra Elizabeth Balzano, siendo esta última la única que aceptó el
cargo (cfr. fs. 2 y 3).

Luego se intimó a la defensa para que cumpliera con lo dispuesto en la acordada 13/90, como
así también para que acompañe las copias de la sentencia condenatoria, de los recursos
interpuestos y las resoluciones denegatorias de los mismos, sin hacer mención alguna a la
fundamentación de la queja, que como ya se dijera, fue presentada en forma pauperis.

La doctora Balzano acompañó las copias solicitadas y a fs. 134/135 puntualizó los agravios
Clo que podría interpretarse como fundamentación del recurso, pues así lo justifica la
letradaC sin cumplir con los requisitos mínimos y formales del recurso de queja, puesto que
no hace mención ni a los hechos, ni al trámite de la causa, no justifica los requisitos del
recurso, no dice nada en cuanto a la resolución que declaró inadmisible el recurso
extraordinario, etc. Por su parte, la Secretaría intimó nuevamente a la defensa para que
cumpla con la acordada 13/90, bajo apercibimiento de tener por no presentada la queja. Al
agotarse el plazo de la intimación, sin que la parte recurrente cumpliera con los
requerimientos efectuados, se hizo efectivo el apercibimiento.

La garantía de defensa en juicio posee como una de sus manifestaciones más importantes el
aseguramiento de una defensa técnica a todo justiciable, manifestación ésta que, para no
desvirtuar el alcance de la garantía y transformarla en un elemento simbólico, no puede
quedar resumida a un requisito puramente formal, pues no es suficiente en este aspecto con
que se asegure la posibilidad de que el imputado cuente con asesoramiento legal, sino que
este asesoramiento debe ser efectivo.

Si bien como principio no compete a los jueces subsanar deficiencias técnicas de los abogados
en sus presentaciones, las irregularidades descriptas precedentemente motivan que este
Tribunal tome los recaudos necesarios al respecto a los efectos de salvaguardar, en esta
instancia, la integridad del derecho de defensa y la voluntad recursiva del imputado, máxime
cuando en el sub judice se trata de una condena de doce años de prisión.

Sentado ello, esta Corte Suprema no puede dejar de señalar Cen este caso y tratándose de
una presentación in pauperis de un detenido que la falta de idoneidad puesta en evidencia
por la letrada particular, Cal no fundamentar la presentación de su defendido detenido, y al
no dar cumplimiento a los recaudos de la acordada 13/90, pese a ser intimada en dos
ocasiones para hacerlo, importó un inadmisible menoscabo del derecho de defensa que impide
mantener el pronunciamiento de fs. 138.

La excepcional circunstancia apuntada ut supra obliga a este Tribunal a disponer el


apartamiento de aquélla y ordenar poner en conocimiento del imputado su derecho a designar
un nuevo defensor o, en su caso, asignarle la asistencia de la defensora oficial ante esta Corte
Suprema, para que sea debidamente fundamentada su presentación de fs.1

Por ello, se deja sin efecto la resolución de fs. 138. Apártase a la doctora Sandra Elizabeth
Balzano de la defensa técnica de Carlos Abel Schenone y hágasele saber al nombrado que
dentro del quinto día de notificado deberá designar un nuevo abogad

Alvarado, Julio CSJN 321:1773


Julio Alvarado había resultado absuelto en orden al delito previsto en el art. 8 de la ley 23.771 en el
marco de la sentencia dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Comodoro Rivadavia,

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Provincia de Chubut, toda vez que en la misma se declaró la nulidad de todo lo actuado a partir de la
denuncia. Ante dicho fallo, el Fiscal interpuso recurso extraordinario, el que fuera concedido en forma
parcial, por lo que el Titular del Ministerio Público interpuso recurso de queja por los restantes agravios.
El voto mayoritario hizo lugar al recurso del acusador toda vez que entendieron que la sentencia
absolutoria se apoyaba en fundamentos aparentes que no constituían una derivación razonada del
derecho vigente de acuerdo con las pruebas de la causa, resultando de esa manera, un acto jurisdiccional
invalido, por lo que, se ordenó el reenvío de la causa para la realización de un nuevo juicio.
Asimismo, señalaron que tal decisión resultaría violatoria de la non bis in ídem, garantía que no sólo
veda la aplicación de una segunda pena por un mismo hecho ya penado, sino también la exposición al
riesgo de que ello ocurra a través de un nuevo sometimiento a proceso.
Finalmente, arribaron a la conclusión de que ante una sentencia absolutoria, por la cláusula del non bis
in ídem, no hay lugar para que el Estado provoque un nuevo juicio en el que el acusado sea puesto
nuevamente frente al riesgo de ser condenado. Es decir, que <una sentencia absolutoria dictada luego de
un juicio válidamente cumplido precluye toda posibilidad de reeditar el debate como consecuencia de
una impugnación absolutoria. Una decisión diversa significaría otorgar al Estado una nueva chance para
realizar su pretensión de condena, en franca violación al principio constitucional del 8non bis in idem9
y a sus consecuencias, la progresividad y la preclusión de los actos del proceso=
La Corte hizo lugar a la pretensión de la defensa, apoyándose en la doctrina sentada en <Mattei=. En
efecto, dijo: <Que el problema que se plantea en la presente causa es saber si, al haberse sustanciado un
juicio en la forma que indica la ley, el tribunal de la instancia anterior ha podido invalidar todo lo
actuado, pese a haberse cumplido las formas esenciales del juicio… o bien corresponde aplicar al caso
la regla general establecida por esta Corte a partir del caso 8Mattei9… según la cual no cabe retrotraer
un proceso penal a etapas ya superadas cuando dichas formas han sido cumplidas=.

Sandoval, Andres CSJN Fallos 333:1687


Vistos los autos: Recurso de hecho deducido por la defensa de David Andrés Sandoval en la
causa Sandoval.

El Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Río Negro resolvió anular parcialmente la


sentencia y el correspondiente debate sólo con relación al enjuiciado David Andrés Sandoval,
quien había sido absuelto del delito de homicidio agravado por ensañamiento -tres víctimas-
(art. 80, inciso 21, del Código Penal); ordenando el reenvío de la causa al tribunal de origen
para que, con distinta integración, dicte un nuevo pronunciamiento.

Dicho órgano jurisdiccional sostuvo que ante las contradicciones que el tribunal de juicio
advirtió entre los peritajes efectuados en punto a la determinación de un aspecto fundamental
del caso -la presencia del imputado en el lugar del hecho y en oportunidad de él- no debió
inclinarse por la utilización de reglas procesales vinculadas con la salvaguarda del estado de
inocencia sino que debió realizar un estudio crítico de cada una de las pruebas y además
debió disponer un último peritaje a efectos de zanjar la cuestión.

Tales disparidades han consistido en que mientras para los peritos de Gendarmería Nacional
se hallaron huellas digitales de David Andrés Sandoval en el lugar de los hechos, según el
peritaje de la Policía Federal los rastros relevados no resultaban idóneos para establecer
identidad alguna, por carecer de suficiente nitidez e integridad papiloscópica.

La Cámara Segunda en lo Criminal de la II0 Circunscripción Judicial de la Provincia de Río


Negro -integrada por subrogantes- desarrolló un nuevo juicio al cabo del cual resolvió, en lo
pertinente, condenar a David Andrés Sandoval a la pena de prisión perpetua, accesorias
legales del art. 12 del Código Penal y costas, por considerarlo coautor del delito de homicidio
calificado por alevosía reiterado -tres hechos- (arts. 45, 79 y 80, inciso 2°, del aludido código).
En el mismo pronunciamiento se dispuso también la revocación de la excarcelación que se le
había otorgado en el mes de junio de 2006, renovándosele la prisión preventiva
oportunamente decretada a su respecto.

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Contra dicho pronunciamiento, el condenado interpuso un recurso de casación y el máximo


tribunal provincial decidió rechazar la impugnación, motivando ello la presentación del
recurso extraordinario cuya denegación originó esta queja.

A criterio del apelante y en tales condiciones, el segundo juicio desarrollado en su contra


vulneró la garantía constitucional que veda la múltiple persecución penal (art. 18 de la
Constitución Nacional, art. 8.4 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y art.
14.7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en función del art. 75, inciso 22
de la Constitución Nacional).

Los defectos señalados por el señor Procurador Fiscal acerca del incumplimiento de
determinados recaudos previstos en el reglamento aprobado por la acordada 4/07 como así
también en torno a la oportunidad del planteo federal traído a conocimiento del Tribunal,
carecen de entidad -en el caso- a los fines de obstar a la procedencia formal del recurso.

Se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso extraordinario y se revoca la


sentencia apelada. Acumúlese al principal y vuelvan los autos al tribunal de origen, a fin de
que por quien corresponda se dicte un nuevo pronunciamiento conforme a derecho.

Polak, Federico G. CSJN Fallos 321:2826


Violación de los derechos de funcionario público s/ casación.

En esta causa el fiscal había consentido el procesamiento del imputado por el delito de
incumplimiento de los deberes de funcionario público, que en la provincia donde tramitaba el
expediente era de competencia de la justicia correccional; con posterioridad requirió la
elevación de la causa a juicio por ese delito, al descartar la existencia de uno más grave -
administración fraudulenta- por ausencia de perjuicio real o potencial; ofreció pruebas para
fundar su acusación y participó del debate durante el primer día, sin cuestionar en momento
alguno la competencia del juez correccional.

Pero al reabrirse la audiencia el segundo día, planteó la incompetencia material del


magistrado por entender que se había comprobado la existencia del perjuicio que hasta ese
momento había juzgado inexistente, sin que hubiera elementos nuevos incorporados al juicio
pudo apoyar esa conclusión, ni una ampliación del requerimiento, ni nuevos hechos.

El juez rechazó el planteo de incompetencia y dictó sentencia absolutoria respecto del


imputado en orden al delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público.

Recurrida en casación por el mismo fiscal, el Superior Tribunal de la Provincia anuló la


sentencia y el debate precedente y remitió la causa a la cámara criminal a los efectos de la
celebración de un nuevo juicio oral cuyo objeto fuera la investigación del delito de
administración fraudulenta, con fundamento en que las cuestiones de competencia eran de
orden público y declarables de oficio, lo cual estaba previsto en el ordenamiento procesal de
modo que se descartaba cualquier violación a los principios de preclusión y progresividad.
Consideró también que no había hechos nuevos sino de una distinta calificación de ellos y
que de todos modos la cámara criminal tenía competencia para juzgar un delito más grave y
no a la inversa, además de que no había violación a la non bis in ídem porque se trataba de
una sentencia anulada que carecía de efectos.

La Corte nacional comenzó el análisis de este caso planteándose la pregunta de si había


habido un juicio desarrollado legalmente para establecer si la decisión del tribunal provincial
había violado el principio que impide retrogradar las actuaciones a etapas válidamente
cumplidas. En este sentido concluyó que la sanción de nulidad a la que había arribado el
superior tribunal de provincia no había sido causada por el procesado sino por la
contradictoria conducta asumida por el agente fiscal.

Recordó que la garantía del debido proceso, en la que se integra la del juez natural
determinado por las normas de competencia, ha sido consagrada fundamentalmente en favor
del acusado, por lo que no era válido recurrir al argumento de la incompetencia para adoptar

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una decisión que importe someterlo nuevamente a juicio , temperamento éste que lesiona el
fundamento garantizador -como tal de raigambre constitucional- que ha inspirado la
consagración legislativa de ciertos pilares básicos del ordenamiento penal, entre los cuales se
encuentra el principio del non bis in ídem.

Kang Yoong Soo CSJN 334:1882


Non bis in idem.

El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de San Luis Absolvió a Kang Yoong Soo.

La Sala III de la Cámara Nacional de Casación anuló la absolución y dispuso el reenvió de la


causa a otro tribunal para la realización de un nuevo juicio.

Contra esa decisión, la defensa interpuso recurso extraordinario federal debido al no


tratamiento del planteo introducido por esa parte en relación a la violación al principio de ne
bis in ídem que generaría la celebración de un nuevo juicio.

Cuando la Cámara de Casación toma intervención a raíz de los resuelto por la CSJN, hizo
lugar al agravio introducido por la defensa relativo al non bis in ídem, rechazando toda
posibilidad de retrogradación de los procedimientos por vía del recurso articulado por la
acusación contra la sentencia absolutoria que obedeció exclusivamente a errores del Estado,
fundando además la decisión en el derecho que asiste a todo imputado a liberarse del estado
de sospecha que comporta el enjuiciamiento penal.

La decisión fue impugnada por el Ministerio Público mediante recurso extraordinario federal.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación hizo lugar al recurso de hecho deducido por la
defensa de Yong Soo Kang, señalando que la Sala III de esta Cámara al hacer lugar al recurso
deducido por el Ministerio Público Fiscal, anular la sentencia absolutoria y reenviar la causa
a otro tribunal oral para la realización de un nuevo juicio, omitió pronunciarse sobre el planteo
del defensa vinculado a la violación de la garantía de la non bis in idem.

En oportunidad del trámite de los recursos de casación deducidos por los representantes del
Ministerio Público Fiscal y de la querella, la defensa de Yong Soo Kang, planteó, en lo que
aquí interesa, que los recursos deducidos por la AFIP y el Ministerio Público Fiscal pretenden
purgar a expensas de su asistido la inacción en que incurrieron al no promover
oportunamente la producción de la prueba propuesta, lo que a juicio de la defensa implica
retrotraer el proceso a su etapa instructora y la realización de un nuevo juicio.

Agregó la parte que la promoción y realización de la prueba se encontraba a cargo de los


jueces, de la querella y del Ministerio Público Fiscal y que, en esas condiciones, la
continuación del proceso que propician los acusadores implica la vulneración del principio de
8nen bis ídem9. En apoyo de su pretensión invocó el considerando 10 del precedente <Mattei=
de nuestro más Alto Tribunal.

Puig, Lucas SCJBA P 129.069


La Sala V del Tribunal de Casación Penal, mediante el pronunciamiento dictado el 29 de
noviembre de 2016, declaró procedentes los recursos homónimos interpuestos por el
Ministerio Público Fiscal y los particulares damnificados contra la decisión del Tribunal en lo
Criminal n° 1 del Departamento Judicial de La Plata que había absuelto a Lucas Manuel Puig
en orden a los delitos de corrupción de menores agravada, en concurso ideal con abuso sexual
gravemente ultrajante, agravado por la calidad especial del autor, en virtud de hallarse
encargado de la educación de la víctima, y bajo la modalidad de delito continuado; en
concurso real a su vez, con idénticos delitos, en idéntica relación concursal y modalidad
comisiva, por tratarse de dos víctimas menores. En consecuencia, casó la sentencia, anuló el
veredicto absolutorio y ordenó el reenvío de las actuaciones a la instancia de origen para que,
debidamente integrada, celebre un nuevo juicio, asegurando la imparcialidad de los jueces.

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El imputado, por su propio derecho, conjuntamente con sus letrados defensores, interpuso
recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley.

CUESTIÓN ¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley interpuesto?

Conforme fue reseñado en la relación de antecedentes, el Tribunal de Casación se expidió por


la procedencia de los recursos deducidos por el representante del Ministerio Público Fiscal y
los del particular damnificado y, en consecuencia, revocó el veredicto absolutorio dictado por
el Tribunal en lo Criminal n° 1 de La Plata a favor de Lucas Manuel Puig y reenvió las
actuaciones a la instancia de origen para que debidamente integrada, y en consonancia con
lo dispuesto en el art. 461 del Código Procesal Penal se realice un nuevo juicio asegurando la
imparcialidad de los jueces.

El quo consideró que el Tribunal del juicio -por mayoría- realizó una valoración fragmentada
del material probatorio porque centró el análisis en los dichos del personal del establecimiento
educativo en el cual habrían tenido lugar los ilícitos, "...deteniendo sorpresivamente el mismo,
en el momento que se adentraba al análisis de la prueba de cargo".

Según la Casación, esa limitación en el análisis probatorio no se encuentra debidamente


fundada. El órgano intermedio expuso que el tribunal de grado no justificó por qué no
valoraba "...gran parte del plexo probatorio desarrollado durante el debate e incorporado por
lectura al mismo". Indicó la Casación que el argumento empleado para omitir la valoración de
estas probanzas fue que no se las tenía en cuenta porque "...no tienen correlación temporal
con objeto de la acusación", en cuanto a la fecha de los hechos.

SENTENCIA: Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, de conformidad con lo dictaminado


por el señor Procurador General, se rechaza el recurso extraordinario de inaplicabilidad de
ley interpuesto, con costas

Montenegro, Luciano B. CSJN 303:1938


La defensa del condenado interpuso recurso extraordinario contra el fallo que consideró a su
defendido autor del delito de robo con armas. Sostiene que lo resuelto transgredió el principio
contenido en el art. 18 de la CN en cuanto manda que nadie puede ser obligado a declarar
contra sí mismo, y con ello la inviolabilidad de la defensa en juicio.

Funda su presentación en que, según las constancias obrantes en la causa, el imputado


habría sido víctima de apremios ilegales lo que invalida a la declaración en sede policial en la
que confiesa el ilícito.

Agrega que pese a ello la Alzada consideró que la declaración aún en esas condiciones
constituía una grave presunción contra el acusado. Denegada la concesión del recurso, por
entender el tribunal que sólo plantea cuestiones de hecho y prueba propias de los jueces de
la causa, la declarante arriba a esta instancia mediante la queja en análisis.

En la sentencia, la mayoría del tribunal expresa que si bien se constataron lesiones en el


prevenido que demostrarían que fue apremiado físicamente, sus dichos permitieron esclarecer
un hecho ilícito que no había sido denunciado.

Concluye la Alzada que las manifestaciones del ahora condenado en ningún momento se
consideraron confesión pero si constituyen una presunción grave que halló adecuada
corroboración en el relato de la victima y secuestro de parte de los sustraídos, acreditándose
de tal manera tanto la materialidad del hecho cuanto la autoría del acusado.

La cuestión federal planteada en autos consiste en decidir acerca de la validez de la condena


dictada, a la que se arribó como consecuencia de hechos que se consideraron probados a
través de una investigación basada en la confesión extrajudicial obtenida del reo mediante los
apremios ilegales a que fuera sometido.

La cuestión de hecho relativa a la existencia de tal coacción ha sido resuelta afirmativamente


por los tres jueces de cámara. También coinciden los magistrados ordinarios en que la

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aplicación de la tortura ha sido decisiva para la solución de la causa, tal como pone de
manifiesto el voto de mayoría.

El recurso extraordinario cuya denegación motiva esta queja somete al tribunal el conflicto
entre dos intereses fundamentales de la sociedad, su interés en una rápida y eficiente
ejecución de la ley y su interés en prevenir que los derechos de sus miembros individuales
resulten menoscabados por métodos inconstitucionales de ejecución de la ley.

Se declara mal denegado el recurso extraordinario y se revoca la sentencia apelada en cuanto


fue objeto de el a fin de que se dicte un nuevo pronunciamiento acorde a derecho.

Baldivieso, César Alejandro CSJN 333:405

Hechos:

En octubre de 2002, la guardia de emergencias del Hospital San Bernardo puso en


conocimiento de la policía que ingresó una persona para ser atendida a raíz de una
obstrucción intestinal a la que se le extrajeron del cuerpo trece cápsulas con material
estupefaciente. El paciente fue imputado por la comisión del delito transporte de
estupefacientes y, posteriormente, condenado por ese delito a la pena de cuatro años de
prisión, multa de doscientos veintiséis pesos e inhabilitación absoluta por el término de la
condena.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación hizo lugar al recurso de la defensa, declaró la


nulidad de todo lo actuado y se absolvió al imputado.

Derechos en juego: Derecho a la salud, estupefacientes, secreto profesional,


autoincriminación y ley de estupefacientes.

En abstracto, la cuestión remite al <…derecho a la confidencialidad que le asiste a todo


habitante de la Nación que requiere asistencia a un profesional de la salud 3una acción
privada incluso para quien se encuentra realizando una conducta delictiva, en tanto parte
integrante de su ámbito de su autonomía individual tal como señala el señor Procurador
General (artículo 19 de la CN)3 y el interés del Estado en la persecución de los delitos; pero,
en concreto y en el caso, se trata nada menos que del derecho a la vida de una persona y ese
interés del Estado. La concurrencia al hospital había sido por el peligro de muerte y el dilema
al que se veía expuesto quien había delinquido y demandaba auxilio para su vida, el
argumento central para su resolución…=.

Zambrana Daza, Norma B:


Derechos y garantías- Prescripción de la autoincriminación- Obligación de denunciar-
Secreto profesional- Tráfico de estupefacientes.

Contra la decisión de la sala 1ª de la Cám. Nac. de Apels. en lo Crim. y Correc. Fed. que
declaró la nulidad de todo lo actuado a partir del auto que disponía la instrucción del sumario
y en consecuencia absolvió a la procesada del delito de transporte de estupefacientes por el
que fuera acusada, interpuso el fiscal de Cámara recurso extraordinario, cuya denegación
motivó esta presentación directa, sostenida por el Procurador General.

OPINIÓN DEL PROCURADOR GENERAL DE LA NACIÓN. - Coincidiendo con los fundamentos


expuestos por el fiscal de Cámara, mantengo en todos sus términos el recurso interpuesto.

Por ello, opino que V.E. debe hacer lugar a la queja, revocar la sentencia apelada y ordenar el
dictado de una nueva conforme a derecho.

Hechos: El personal policial concurrió a la sala de terapia intensiva del Hospital Piñero,
ocasión en que la Dra. Rosario Pacheco hizo entrega de cuatro bombitas de látex que habían
sido expulsadas por vía bucal por la imputada, las que contenían clorhidrato de cocaína.
Posteriormente aquélla fue sometida a un proceso de desintoxicación que le permitió expulsar
la totalidad de las 44 cápsulas ingeridas.

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Al prestar declaración indagatoria Zambrana Daza manifestó que debido a una afligente
situación económica se conectó en Bolivia con una persona que le propuso viajar a la ciudad
de Pocitos en la que conocería a Mario Blanco. Al llegar a la citada localidad, Blanco le indicó
que debía ingerir cápsulas que - según le habría expresado- contenían oro, debiendo
trasladarlas desde Pocitos hasta la Capital Federal. Al llegar a esta ciudad, sintió fuertes
dolores de estómago, ocasión en que aquél le manifestó que lo que había ingerido era
clorhidrato de cocaína y que era conveniente que se dirigiera a un hospital, lo que así hizo.

En 1ª instancia la procesada fue condenada a la pena de 4 años de prisión por el delito de


transporte de estupefacientes (art. 5, inc. c, ley 23737 ).

El tribunal anterior en grado -por mayoría- anuló todo lo actuado a partir de la resolución de
f. 45 que disponía la prosecución del sumario y como consecuencia absolvió a la procesada
del delito de transporte de estupefacientes por el que fuera acusada. Para llegar a esa
conclusión consideró que era ilegítima la investigación llevada a cabo a partir de los dichos
de un médico en contra de la paciente debido a que el hecho le había sido comunicado dentro
de la relación terapéutica. En ese aspecto expresó que "resulta inadmisible que el Estado se
beneficie con un hecho delictivo para facilitar la investigación de los delitos, debiendo
excluirse todo medio probatorio obtenido por vías ilegítimas". Refirió que a los efectos de evitar
el debate acerca de qué deber debe prevalecer -el de denunciar o el de guardar secreto- "el
legislador ha tomado la precaución de prever esas situaciones y de resolverlas por anticipado
con excepciones (arts. 166 y 167 CPr.Cr.), de manera tal que sea clara la aplicación del adagio
lex specialis derogat generalis en virtud del cual desaparece la obligación de denunciar del
profesional ligado al deber de mantener el secreto, obligación que, de este modo, desplaza a
la de denunciar". Destacó que "el carácter de funcionario del médico no lo releva de la
obligación de conservar el secreto profesional".

Consideró vulnerada la garantía constitucional que prohibe la autoincriminación


criminal puesto que la imputada no habría actuado libremente sino por el miedo a la muerte.
En ese aspecto refirió que "la garantía de no estar obligado a declarar contra sí mismo
presupone, justamente, que aquel que asumió voluntariamente la posibilidad de ser penado,
a pesar de ello, no esté obligado a denunciarse, de modo que el haber cometido un delito no
sólo no reduce el valor de la garantía, sino que es, precisamente, lo que le otorga sentido".

La Corte desestima la queja.

Francomano, Alberto J. CSJN Fallos 310:2402


Declaración obtenida en sede policial bajo apremios ilegales- Nulidad.

La Corte reafirma una vez más la doctrina del fruto del árbol venenoso.

<Debe excluirse del proceso cualquier medio de prueba obtenido por vías ilegítimas=.

<Tal es el caso de autos donde la localización del domicilio de la imputada y el hallazgo del
material incriminatorio se originaron de las porciones de las declaraciones del coimputado
Francomano que se encuentran viciadas de nulidad.

Por ello, debe declararse la invalidez del procedimiento llevado a cabo en el domicilio de la
acusada.=

En su voto, el Ministro Caballero agregó que <establecido en el "sub examine" que


la localización del domicilio e individualización de la procesada, así como el hallazgo del
material incriminatorio, fue fruto de la declaración extrajudicial de Francomano prestado en
forma compulsiva, hace aplicable al caso la doctrina desarrollada por esta Corte, según la
cual se desconoció la validez de cualquier medio probatorio obtenido a raíz de un
procedimiento ilegitimo con desconocimiento de las garantías constitucionales.=...

El acta de secuestro subsiguiente que fue consecuencia directa e inmediata de la declaración


espuria antes citada, carece de virtualidad probatoria, sin perjuicio de señalar además que la
misma fue realizada en el domicilio de la procesada sin recabarse del juez competente la

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respectiva orden de allanamiento que prevé el art. 188 del Cód. de Proced. en Materia Penal,
requisito ineludible, pues el objetivo de adquirir elementos de prueba no se encontraba
cubierto por la excepción del art. 189 del mismo texto legal.

Por ello, aun soslayando la relación de causalidad necesaria que puede existir entre la
"manifestación espontánea" de Francomano brindada bajo tormento y la adquisición ulterior
de prueba en contra de un tercero, sería la propia actuación del secuestro con respecto a ella
carente de legitimidad, la que conduce a la absolución de la nombrada.

Frías, Natividad 1966 Fallo plenario Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal


y Correccional
La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de Capital Federal
determina en base al principio de no autoincriminación, en el primer precedente en este
sentido en el país, que no se puede iniciar una investigación penal en contra de una mujer
que ha sido denunciada por profesionales de la salud cuando acudió al hospital estando en
riesgo su vida al haber provocado o consentido un aborto.

Esta decisión es el primer precedente en Argentina que estableció la imposibilidad de abrir


procesos penales en contra de una mujer que acude un hospital por riesgos en su salud y/o
su vida como consecuencia de la realización de un aborto, en base al principio constitucional
de no autoincriminación. Este principio establece el derecho a no declarar en contra de sí
misma, así como el deber de guardar el secreto profesional de los profesionales de la salud,
comprendiendo que en dicho caso se aplica una excepción al deber del personal médico de
presentar denuncia cuando tengan conocimiento de la realización de un acto delictivo.

Charles Hnos. 1891 CSJN 42:157


Sumario: son nulos los decretos judiciales dictados sobre hechos extraños a la causa y sin
audiencia del interesado.

Caso: En la causa seguida por contrabando y falsedad contra los Sres. Charles hermanos y
Cº, se reclamó por los acusados sobre unas mercaderías que se les retenía en la Aduana, no
comprendidas en las que eran materia de la causa. Se pidió informa a la Aduana, y recibido
éste, se dictó:

No resultando del informe que precede el motivo por el cual no se han entregado las
mercaderías, ni la cantidad que se adeuda, líbrese oficio a la Aduana para que proceda en el
día a entregar dichas mercaderías, dejándose así sin efecto el informe mandado evacuar por
auto de fecha 20.

Resultando de los informes de la Aduana, que la detención y embargo de las mercaderías a


que se refiere este incidente responde al pago y proceden de derechos y responsabilidades
extrañas a la causa criminal pendiente contra Charles y de que el juez de sección no ha podido
conocer sino con arreglo a los tramites y previos los recursos determinados por el art.1073 de
las ordenanzas de aduana y considerando además, que tampoco ha podido pronunciarse en
la reclamación interpuesta sin la previa audiencia prescripta por el art. 1073 de dichas
ordenanzas: se declaran sin efecto los autos recurridos de fojas 95/97, dejandose a salvo las
acciones que puedan corresponder a los procesados, para la entrega de las mercaderías
expresadas, para que las hagan valer por la vía y tramites que hubiere lugar. Y siendo este
incidente extraño a la causa a que se ha agregado.

Fiorentino, Diego Enrique CSJN Fallos 306:1752


Según surge de los autos principales, Fiorentino fue detenido por una comisión policial del
24/11/81 cuando ingresaba con su novia en el hall del edificio de departamentos de la calle
Junín 1276 de CABA y al ser interrogado reconoció espontáneamente ser poseedor de

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marihuana que guardaba para consumo propio e la unidad C del primer piso de dicho
inmueble, donde vivía con sus padres, por lo que habría autorizado el registro domiciliario.
De ese modo se secuestraron en su dormitorio cinco cigarrillos y cinco colillas de picadura de
cannabis sativa y 38 semillas de la misma especie.

Durante el juicio, la defensa impugnó el aludido procedimiento por ser contrario a la garantía
de la inviolabilidad del domicilio e importar un allanamiento ilegítimo, toda vez que se efectuó
sin autorización válida. Con ese objeto depuso a Fiorentino quien sostuvo que al ser detenido
le sacaron las llaves del departamento con las que ingresaron en él los cuatro integrantes de
la brigada y dos testigos, junto con el declarante y su novia. Los progenitores del encausado
declararon, coincidiendo en que fueron sorprendidos en la cocina de la vivienda por la
presencia de los extraños, quienes pasaron para el dormitorio, donde no los dejaron entrar,
limitándose a anunciar que eran de la policía. La novia del procesado ofreció una versión
análoga a la de éste en el sentido que la comisión policial lo detuvo y con sus llaves accedió
al domicilio donde llevaron a cabo el secuestro. La testigo de la diligencia, Zanoni sólo declaró
ante la autoridad de prevención sin que en sus dichos exista referencia alguna a la existencia
o inexistencia de autorización. El otro testigo, Antonelli en sede policial dijo que se procedió
con la autorización pertinente, mas al deponer en el plenario manifestó no recordar si existió
o no autorización, cómo se produjo el acceso y donde se encontraban en ese momento los
padres de Fiorentino, vale decir, las circunstancias estructurantes del consentimiento o
autorización a que había hecho referencia.

En primera instancia Fiorentino fue condenado como autor del delito de tenencia de
estupefacientes, a la pena de un año de prisión en suspenso y multa de un millón de pesos,
más el pago de las costas. Las alegaciones de la defensa fueron desechadas por presumirse
la autorización de los padres del condenado para el ingreso a la vivienda. Apelada esta
decisión, me mantuvieron los argumentos contra la ilegitimidad del secuestro y la pertinente
reserva del caso federal. La cámara de apelaciones confirmó la condena. Sostuvo allí, para
desechar los agravios del apelante, que no se había violado en el caso ninguna garantía
constitucional, pues el procedimiento policial resultaba ilegítimo. Ello habría sido así, por
haber autorizado Fiorentino la entrada en el departamento, según el testimonio del oficial que
intervino y levantó el acta.

Contra el referido pronunciamiento se dedujo el recurso extraordinario, cuya denegación


origina la presente queja. El apelante mantiene el cuestionamiento de la validez de la
diligencia policial, sosteniendo su ilegitimidad por resultar violatoria de la garantía de la
inviolabilidad del domicilio consagrada en el art. 18 de la CN (domicilio inviolable).
Establecidas las circunstancias fácticas del caso tal como han sido admitidas por el a quio,
el agravio que formula del recurrente suscita cuestión federal bastante para la apertura de la
instancia prevista en el art.14 de la ley 48.

Se consagra así el derecho individual a la privacidad del domicilio de todo habitante,


correlativo al art.19 de la CN, en cuyo resguardo se determina la garantía de su inviolabilidad,
oponible a cualquier extraño, sea particular o funcionario público. Si bien la cláusula
constitucional previó la reglamentación del tema por vía de una ley, son diversas las leyes
especiales que contienen disposiciones sobre el modo en que puede efectuarse el allanamiento
en determinadas materias y en particular es en algunas constituciones y en los códigos de
procedimientos locales donde se regulan las excepciones a la inmunidad del domicilio.
Aunque en rigor no resulta exigencia del art.18 que la orden de allanamiento emane de los
jueces, el principio es que sólo ellos pueden autorizar esa medida, sin perjuicio de algunos
supuestos en que se reconoce a los funcionarios la posibilidad de obviar tal recaudo. En
cuanto al alcance del concepto domicilio es innecesario aquí ahondar sobre su contenido pues
está fuera de discusión que la diligencia policial se llevó a cabo en la residencia particular del
imputado donde vivía de modo permanente con su familia.

En la especie no se ha configurado ninguna de las excepciones previstas en el art. 189 del


Cód. de procedimientos en materia penal, ni ha mediado consentimiento válido que permitiera
la intromisión del personal policial en el domicilio del procesado, dado que la prueba
examinada revela la falta de fundamentación de la sentencia del a quo. En efecto, aún de

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haber autorizado éste el ingreso como se señala en los testimonios del oficial subinspector
Verdini y Antonelli, el permios que podría haber otorgado carecería de efectos por las
circunstancias en que se prestó, al haber sido Fiorentino aprehendido e interrogado
sorpresivamente por una comisión de cuatro hombres en momentos en que ingresaba con su
novia en el hall del edificio donde habitaba, quedando detenido. En tales condiciones, lo
expresado por el a quo en el sentido de que debió mediar al menos una resistencia verbal para
que fuera oída por los testigos, resulta irrazonable dada la situación referida, a lo que se suma
la inexperiencia del imputado en trances de este tipo, razón que puede presumirse en razón
de su edad y de la falta de antecedentes judiciales.

Los progenitores no autorizaron el allanamiento, por ende, aparece carente de lógica derivar
la existencia de un supuesto consentimiento tácito por ausencia de oposición expresa al
registro, cuando ya se había consumado el ingreso de los extraños a la vivienda, máxime si
se tiene en cuenta el modo como se desarrollaron los hechos según surge de los testimonios.

Establecida la invalidez del registro domiciliario, igual suerte debe correr el secuestro
practicado en esas circunstancias. Ello es así porque la incautación del cuerpo del delito, no
es entonces sino el fruto de un procedimiento ilegitimo y reconocer su idoneidad para
sustentar la condena equivaldría a admitir la utilidad del empleo de medios ilícitos en la
persecución penal, haciendo valer contra el procesado la evidencia obtenida con
desconocimiento de garantías constitucionales, lo cual no solo es contradictorio con el
reproche formulado, sino que compromete la buena administración de justicia al pretender
constituirla en beneficiaria del hecho ilícito.

Por ello, se declara procedente el recurso deducido y se deja sin efecto la sentencia apelada.

Minaglia, Mauro Omar CSJN Fallos 330:3801


La Corte Suprema de Justicia de la Nación parece haber dejado de lado el precedente
<Fiorentino= pues autorizó a los jueces a no fundamentar las órdenes de allanamiento.

También entendió la mayoría, que cuando se realiza un allanamiento por la noche, el


consentimiento se presume otorgado si los moradores se encuentran boca abajo en el piso
luego de que la policía rompió la puerta de ingreso.

Por mayoría de los miembros, la Corte Suprema de Justicia de la Nación dejó de lado el
precedente <Fiorentino=, y pareciera haber desdibujado los límites del allanamiento. Aquél
podrá realizarse, a partir de ahora, sin fundamentos y cuando sea en horario nocturno se
puede presumir el consentimiento aunque no sea explícito.

Hechos:

Los hechos ocurrieron cuando la Policía detuvo a unas personas que iban en un vehículo que,
aparentemente se había detenido, minutos antes, en un domicilio. Se trataba según se
presumió de una compra de droga y efectivamente dentro del rodado se encontró cocaína.

Uno de los detenidos habría confesado mientras estaba privado de libertad, que la droga la
había adquirido en aquel domicilio y dio el nombre y el lugar en el que se encontraba el dueño
de la mercancía prohibida.

Los policías se comunicaron con el Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal de turno, y


el juez ordenó el allanamiento de los dos inmuebles, pero no expresó en la orden ningún
fundamento.

La Policía se presentó en los domicilios durante la noche. Derribó las puertas y encontró en
el lugar armamento y droga. Según uno de los testigos, los moradores poco después de
derribarse la puerta de acceso yacían boca abajo en el piso esperando ser detenidos.

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Casal, Matías Eugenio CSJN Fallos: 328:3399


<Robo simple en grado de tentativa=

El Tribunal Oral en lo Criminal Nº 5 de la Capital Federal condenó, por mayoría, a Matías


Eugenio Casal a la pena de cinco años de prisión, como coautor penalmente responsable del
delito de robo calificado por el uso de armas, a raíz de lo cual la defensa del nombrado dedujo
recurso de casación, invocando la causal prevista en el art. 456, inc. 1º del Código Procesal
Penal de la Nación.

El rechazo del recurso interpuesto provocó la presentación de la queja ante la Cámara


Nacional de Casación Penal, la que corriera igual suerte.

Finalmente, contra dicha resolución se dedujo recurso extraordinario, cuya denegación


motivó la queja ante la Corte.

De las constancias de la causa surge que el Tribunal Oral tuvo por acreditado, que el 10 de
marzo de 2003, aproximadamente a las 6 horas, en cercanía del local bailable "Metrópolis",
ubicado en Av. Santa Fe y Darragueyra, ascendieron a un vehículo de alquiler, Matías Eugenio
Casal y Gastón Pablo Borjas, indicándole al conductor que los trasladara hasta la Av. Cabildo
y Correa.

En momentos en que el conductor decidió comunicar el destino de su viaje a la central, Casal


que se encontraba sentado detrás lo tomó del cuello con ambos brazos y Borjas arrancó el
micrófono y le apoyó un arma de fuego en la cintura. Ante su resistencia, recibió un golpe en
la boca. Al llegar a la calle Correa al 3500, los imputados lograron la detención del automóvil,
retirando las llaves del contacto. Obligaron al conductor a bajar y Casal lo golpeó con el arma
en la cabeza porque se resistió a que se llevaran los documentos propios y del automotor.
Finalmente, huyeron en el vehículo con la documentación y poco más de $150 que también
le sustrajeron.

Ante la solución dada por la Cámara Nacional de Casación Penal para rechazar el recurso, la
Corte entendió que como primera medida se debía determinar el alcance otorgado en el ámbito
nacional al recurso de casación. Señalaron que, en este sentido, el art. 456 del CPPN,
establece que el recurso de casación es admisible en el supuesto de <inobservancia de las
normas que este Código establece bajo pena de inadmisibilidad, caducidad o nulidad, siempre
que, con excepción de los casos de nulidad absoluta, el recurrente haya reclamado
oportunamente la subsanación del defecto, si era posible, o hecho protesta de recurrir en
casación=.

Asimismo, advirtieron que <nuestro recurso extraordinario responde al modelo de los jueces
controladores de la legislación; el recurso de casación proviene del modelo de legisladores
controladores de las sentencias. Originariamente, la casación fue un típico recurso propio de
un Estado legal de derecho; el recurso extraordinario lo es, de un Estado constitucional de
derecho=.

Por otra parte, destacaron que <un recurso que sólo habilitase la revisión de las cuestiones de
derecho con el objetivo político único o preponderante de unificar la interpretación de la ley,
violaría lo dispuesto en estos instrumentos internacionales con vigencia interna, o sea, que
sería violatorio de la Constitución Nacional. Pero también es claro que en la letra del inc. 2º
del art. 456 del CPPN, nada impide otra interpretación=.

Por ende, concluyeron que <no existe razón legal ni obstáculo alguno en el texto mismo de la
ley procesal para excluir de la materia de casación el análisis de la aplicación de las reglas de
la sana crítica en la valoración de las pruebas en el caso concreto, o sea, para que el tribunal
de casación revise la sentencia para establecer si se aplicaron estas reglas y si esta aplicación
fue correcta=.

Con lo cual resolvieron que debía hacerse lugar a la queja, declarar procedente el recurso
extraordinario y dejar sin efecto la resolución recurrida. Finalmente ordenaron que fueran

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devueltos los autos al tribunal de origen para que se dicte nuevo fallo con arreglo a la doctrina
expuesta por la Corte.

Giroldi, Horacio CSJN 318:514


Hechos:

El Tribunal Oral en lo Criminal Nº 6 de la Cap. Fed. condenó a H. D. Giroldi a la pena de un


mes de prisión en suspenso, como autor penalmente responsable del delito de robo simple
en grado de tentativa.

La defensora oficial interpuso recurso de casación. El fondo del litigio radicó en la


inconstitucionalidad del límite impuesto por el Art. 459, inc. 2, del Código Procesal Penal de
la Nación, por contrariar lo dispuesto en el Art. 8, inc. 2, ap. h) de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, que otorga a toda persona inculpada de un delito el derecho <de
recurrir el fallo ante juez o tribunal superior=.

La Cámara Nacional de Casación Penal, Sala I, rechazó el planteo de inconstitucionalidad y


dio origen a la queja ante la CSJN, la que declaró admisible el recurso.

Fundamentos:

El a quo sostuvo que <por virtud de los límites objetivos fijados en los Arts. 458 a 462 del
Código Procesal Penal no hay posibilidad de recurso de casación ni inconstitucionalidad… y
la causa ha fenecido en instancia única, por lo que su sentencia es final y contra ella cabe el
recurso extraordinario de apelación=

La Corte expresó que ante la reforma constitucional de 1994 que ha conferido jerarquía
constitucional a varios acuerdos internacionales (Art. 75, inc. 22, parr. 2), corresponde
determinar si dentro del ordenamiento procesal penal existen el órgano y los procedimientos
para dar adecuada satisfacción a la garantía constitucional en cuestión.

Puede sostenerse que en la hipótesis de autos, el recurso extraordinario no constituye un


remedio eficaz para la salvaguarda de la garantía de la doble instancia que debe observarse
dentro del marco del proceso penal como garantía mínima para toda persona inculpada de
un delito

La Cámara de Casación Penal ha sido creada, precisamente, para conocer, por vía de los
recursos de casación e inconstitucionalidad 3 y aun de revisión 3 de las sentencias que dicten,
sobre los puntos que hacen a su competencia, tanto los tribunales orales en lo criminal como
los juzgados en lo correccional.

Por todo esto se declara procedente la queja y el recurso extraordinario y se deja sin efecto el
pronunciamiento apelado.

Herrera Ulloa vs. Costa Rica CIDH

Hechos:

En 1999 el periodista Mauricio Herrera Ulloa fue condenado penal y civilmente


como consecuencia de haber publicado en el diario <La Nación= diversos artículos que
reproducían parcialmente información de algunos periódicos europeos referentes a
supuestas actividades ilícitas del señor Félix Prezedborski, quien en ese entonces era
representante de Costa Rica ante la Organización de Energía Atómica en Austria. Cuatro de
los artículos publicados fueron objeto de dos querellas interpuestas por el señor Przedborski,
lo que dio lugar a la emisión de un fallo condenatorio, en el cual se declaró al señor
Herrera autos de cuatro delitos de publicación de ofensas en la modalidad de difamación, con
sus respectivas consecuencias penales y civiles.

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Derechos demandados:

Artículo 13 (Derecho a la libertad de pensamiento y expresión), 8 y 25 (Derecho a las garantías


judiciales y protección judicial).

La Corte sostiene que los Estados tienen la responsabilidad de consagrar normativamente y


de asegurar la debida aplicación de los recursos efectivos y las garantías del debido proceso
legal ante las autoridades competentes.

Además, indica que el derecho de recurrir del fallo, no se satisface con la mera existencia de
un órgano de grado superior al que juzgó y condenó al inculpado, ante el que éste tenga o
pueda tener acceso. Para que haya una verdadera revisión de la sentencia, es preciso que el
tribunal superior reúna las características jurrisdiccionales que lo legitiman para conocer del
caso concreto.

Asimismo, la Corte considera que el derecho a ser juzgado por un juez o tribunal imparcial es
una garantía fundamental del debido proceso. Es decir, se debe garantizar que el juez o
tribunal en el ejercicio de su función como juzgador cuente con la mayor objetividad para
enfrentar el juicio. Esto permite que los tribunales inspiren la confianza necesaria a las partes
en el caso, así como a los ciudadanos en una sociedad democrática.

Puntos resolutivos:

Convocar al Estado de Costa Rica, a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y a


los representantes de la víctima a una audiencia privada que se celebrará en San José de
Costa Rica, en la sede de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Piersack vs. Bélgica TEDH (Tribunal Europeo de Derechos Humanos):


Imparcialidad de los jueces.

En el caso "Piersack v. Bélgica" el presidente del tribunal de juicio había sido anteriormente
jefe de sección de la oficina de la fiscalía que había investigado el caso del peticionario e
instituido procedimientos en su contra.

Aunque no había prueba de que el juez hubiese tenido conocimiento efectivo de la


investigación, o que hubiese habido actuado de algún modo en ella, el TEDH sostuvo que
había habido una infracción al test objetivo al decir: " si un individuo, después de haber tenido
a cargo una oficina en el departamento del fiscal cuya naturaleza es tal que pudo haber tenido
que tratar con una determinada materia en el curso de sus deberes, y sucesivamente toma el
estrado como juez en el mismo caso, el público tiene títulos para temer que él no ofrece
suficientes garantías de imparcialidad".

Basándose en la importancia de las apariencias, los órganos convencionales concluyeron que


la mera posibilidad de que hubiese estado involucrado en la investigación era suficiente para
sostener una duda legítima en cuanto a su imparcialidad.

El TEDH creó así una presunción de que cualquiera en la escala jerárquica puede estar
involucrado, en la medida en que, por razón de sus funciones, pudo haber entrado en contacto
con el caso.

Consideró que la revisión de una sentencia condenatoria por los mismos jueces que habían
intervenido en la apelación del auto de procesamiento, violaba la garantía de imparcialidad
porque podía haberse afectado la posibilidad de un reexamen de la condena sin
prejuzgamiento del caso.Asimismo, sostuvo que violaba la garantía de la doble instancia que
exige que los magistrados que no conocieron anteriormente el hecho revisen las decisiones
del inferior (voto de los jueces Petracchi, Highton de Nolasco, Fayt, Maqueda, Zaffaroni y
Argibay 4ésta última hizo su propio voto. El Dr. Lorenzetti no votó).

<Reglas de Mallorca= (Proyecto dereglas mínimas de las Naciones Unidas para la


administración de la Justicia Penal):<Los Tribunales deberán ser imparciales. Las

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legislaciones nacionales establecerán las causas de abstención y recusación. Especialmente,


no podrán formar parte del Tribunal quien haya intervenido anteriormente, de cualquier
modo, o en otra función o en otra instancia en la misma causa. Tampoco quienes hayan
participado en una decisión después anulada por un Tribunal Superior.= ( art. 4°, inc. 2)

Llerena, Horacio CSJN Fallos 328:1491


Independencia judicial. Juez natural:

En el caso "Llerena" la Corte por primera vez declaró que viola la garantía constitucional de
imparcialidad del juez que el mismo magistrado que investigó sea quien juzgue y sentencie al
imputado.

Hechos: Según la ley procesal, en los procedimientos correccionales -que son aquellos que
investigan y juzgan delitos cuya pena es menor a la de tres años de prisión- el mismo juez
que estuvo a cargo de la investigación y procesó al imputado es quien debe juzgarlo en el
juicio oral. Por otra parte, la ley procesal penal no establecía expresamente que el juez que
investigó no puede juzgar al imputado.

Llerena fue procesado por la justicia correccional por su presunta responsabilidad en delito
de abuso de armas y lesiones. Antes de que comenzara el juicio oral, la defensa de Llerena
recusó a la jueza que lo había procesado argumentando que ella no sería imparcial para juzgar
y sentenciar.

Decisión de la Corte: La Corte afirmó que la garantía de juez imparcial, protegida en la CN y


en los pactos internacionales de derechos humanos que tienen jerarquía constitucional,
prohíbe que el juez que investiga sea el mismo que juzgue y sentencie (Voto de los jueces
Petracchi, Maqueda, Zaffaroni, Highton de Nolasco, Argibay, Belluscio y Boggiano. Lorenzetti
y Fayt no votaron).

Para estos jueces, la garantía de imparcialidad estaba afectada por una razón objetiva: el juez
que investigó el hecho y procesó al imputado es el mismo que tiene que juzgarlo. Es la propia
organización del procedimiento correccional y la naturaleza misma de las funciones que tiene
que desempeñar el juez correccional -investigar y juzgar- la que da pie a temer que exista esta
parcialidad. No es necesario entonces probar que en el caso concreto existe parcialidad.

Si bien hubo consenso en esta regla, no hubo acuerdos respecto de qué manera debía
implementarse esta en la práctica.

Zaffaroni, Highton de Nolasco resolvieron que la ley procesal debía interpretarse de


conformidad a este principio y, por más que no estuviera prevista esta circunstancia
como causal de excusación, debía aceptarse la misma. Estos jueces además establecieron de
qué manera en la práctica se podía garantizar el respeto al principio de juez imparcial: deben
intervenir dos jueces distintos en el procedimiento correccional. Uno en la etapa de
instrucción y otro en la etapa de juicio.

De esta manera, sin inversión de presupuesto, demora de los procedimientos o creación de


nuevos juzgados, se encuentra una solución sencilla, eficiente y respetuosa de
la Constitución. Así, el respeto de esta regla está a cargo de cada juez correccional que deberá
inhibirse de juzgar en juicio oral al imputado que previamente procesó. Estos jueces también
remarcaron que la aplicación de esta nueva regla es para el futuro.

Por su parte, Petracchi afirmó que esta regla tendrá aplicación en los casos correccionales en
que el juez se excuse o cuando el imputado solicite que el juez que lo procesó no sea el mismo
que lo juzgue en juicio oral.

Boggiano y Maqueda votaron por declarar la inconstitucionalidad de la ley procesal que,


reformando la anterior, había suprimido esta circunstancia como causal de excusación. Es
importante señalar que Boggiano está cambiando su criterio ya que en el caso <Zenzerovich=
resuelto el 31/08/1999 junto con Fayt expresamente había sostenido que esta situación no
violaba la garantía del juez imparcial. Maqueda por su parte, ya había declarado la

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inconstitucionalidad de esta ley en su voto en disidencia en el caso <Álvarez= resuelto el


30/09/2003.

Argibay y Belluscio sostuvieron que esta ley era incompatible con las normas
constitucionales, pero no declararon expresamente su inconstitucionalidad.

Dieser, María Graciela y otro CSJN Fallo 329:3034


La Corte declaró que viola las garantías constitucionales de imparcialidad y de doble instancia
que los mismos magistrados intervengan en la revisión del auto de procesamiento y
posteriormente en la revisión de la sentencia condenatoria.

Hechos: La defensa de M. G. Dieser interpuso un recurso de inconstitucionalidad contra la


sentencia de la Cámara de Apelaciones en lo Penal de Venado Tuerto que con el voto de dos
de los tres jueces que habían intervenido con anterioridad en el proceso (confirmando el
procesamiento y la prisión preventiva) confirmó la condena dictada por el Juez de primera
instancia de Distrito en lo Penal de Sentencia de la ciudad de Melincué.

El recurso fue denegado y la defensa de la imputada interpuso un recurso de queja que fue
rechazada por la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe.

La defensa interpuso un recurso extraordinario, argumentando que se habían afectado las


garantías de imparcialidad y de doble instancia.

El recurso fue denegado y motivó la presentación de una queja.

Decisión de la Corte: La Corte, haciendo suyos los términos y conclusiones del dictamen del
señor Procurador Fiscal, hizo lugar a la queja, declaró procedente el recurso extraordinario y
revocó la sentencia apelada. Manteniendo lo establecido en el precedente <Llerena=, consideró
que la revisión de una sentencia condenatoria por los mismos jueces que habían intervenido
en la apelación del auto de procesamiento violaba la garantía de imparcialidad por que podía
haberse afectado la posibilidad de un reexamen de la condena sin prejuzgamiento del caso.

Asimismo, sostuvo que violaba la garantía de la doble instancia que exige que los magistrados
que no conocieron anteriormente el hecho revisen las decisiones del inferior (voto de los jueces
Petracchi, Highton de Nolasco, Fayt, Maqueda, Zaffaroni y Argibay 4 ésta última hizo su
propio voto. El Dr. Lorenzetti no votó).

Unidad VI:
Cichero, Ariel Ignacio CSJN 307:440

Hansen, Cristian Enrique CSJN 308:2447: (Sobre allanamiento) Año 1986


El recurso extraordinario concedido se interpuso contra la sentencia de la Cámara
Federal de Apelaciones de la Plata, que confirmó la condena impuesta en primera
instancia a Cristian Enrique Hansen, como autor del delito previsto en el art. 6º de
la ley 20.771.
Respecto del secuestro de platas y semillas de marihuana practicado en el domicilio
del procesado, resulta aplicable la doctrina expuesta por el tribunal en la causa
Fiorentino (existen diferencias ya que en ese caso había mediado un consentimiento
inválido del detenido, mientras que en este caso si hay consentimiento del detenido
y su madre), toda vez que el allanamiento se llevó a cabo sin la pertinente orden
judicial, y sin que mediara la autorización valida que permitiera prescindir de dicho
recaudo. En efecto, no existe constancia de que al imputado Hansen se le haya
requerido su venia para el registro; y la ratificación que de dicha acta nada cambia,
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ya que en ella no se menciona que hubiera otorgado permiso alguno a ese efecto.
Tampoco suple la falta de orden judicial la invocada autorización de la madre, pues
no surge de autos su otorgamiento, toda vez que a la progenitora sólo se la interiorizó
de los motivos de la visita policial, sin que se recabara su permiso para el ingreso al
domicilio. Cabe señalar, en este sentido, que carecen de significación tanto los dichos
del oficial que intervino, como el de los testigos Rivarola y Márquez, pues la mera
ausencia de reparo no puede equipararse a una autorización suficiente.
En cuanto al hecho que se le imputa a Hansen a raíz del secuestro de estupefacientes
practicado en el automóvil que conducía, también corresponde descalificar el
pronunciamiento apelado en razón de no haber atendido mínimamente los
argumentos expuestos por la defensa al impugnar la sentencia de primera instancia.
Se deja sin efecto la decisión.

D’Acosta, Miguel Angel (allanamiento sin orden judicial) (año 1987)


Las presentes actuaciones se iniciaron con el informe del suboficial mayor de la Policía de la
Provincia de Buenos Aires Eduardo Cuacci, quien dio cuenta a sus superiores de que el 14
de febrero de 1983, "continuando con las diligencias investigativas que se me encomendaran"
y secundado por otros tres suboficiales de su dependencia, se constituyó en la calle Monte
núm. 2170 de la localidad de Castelar, partido de Morón, donde procedió a la detención de
Miguel A. D'Acosta, que se encontraba prófugo por haberse evadido de la Alcaidía de Neuquén
el día 28 de noviembre de 1982, donde se encontraba detenido a disposición del juez en lo
penal de Cutral-Co, Provincia del Neuquén, y que también era buscado por haberse resistido
mediante disparos de armas de fuego a su detención, unos días antes de que ésta en definitiva
se efectivizara.

En el lugar de la detención, los funcionarios policiales labraron un acta en la que se expresa


que se constituyeron en el domicilio indicado "donde se presume se encontraría refugiado el
malviviente Miguel A. D'Acosta", con un testigo llamado al efecto, y que inmediatamente
procedieron a entrar a la vivienda "ya que la puerta principal se encuentra abierta". Con
posterioridad a la aprehensión del prófugo y de otras dos personas, se secuestró un revólver,
calibre 38 largo, con la carga completa, sin marca visible y con un número en la base de la
culata 6675, y una funda de paño con la inscripción "relojes Pomar", con cinco balas del
mismo calibre.

El mismo día, a las dieciséis y cuarenta, la comisión policial se volvió a constituir en el


domicilio indicado con la detenida María T. Botegui, a raíz de manifestaciones que la
nombrada habría efectuado ante los preventores sobre la existencia de más armas.

El apelante, que había consentido el argumento de la legitimidad del primer acceso a la


vivienda sin orden de allanamiento por las razones dadas por los jueces, ha disentido con
éstos, sin embargo, por considerar que se trata de procedimientos con finalidades distintas.
La aprehensión del delincuente prófugo en el primer caso, y el decomiso del arma de guerra
que tenía sin derecho según lo revelado por la mujer con la que circunstancialmente convivía,
en el segundo.

Con esa inteligencia de la situación creada, adujo el recurrente que este segundo ingreso no
se encuentra amparado por la necesidad que prevé el art. 189, inc. 2° de la ley procesal, por
lo que la omisión de requerir la orden judicial de allanamiento constituye violación a la
garantía del domicilio privado establecida por el art. 18 CN

Por la tenencia de un revólver marca Colt, calibre 44, se imputó a Miguel A. D'Acosta. El juez
federal de Morón, Provincia de Buenos Aires, lo condenó a la pena de 4 años de prisión e
inhabilitación absoluta por igual tiempo más las accesorias del art. 12 del Cód. Penal, y
costas, como autor responsable del delito previsto por el art. 189, 3º par. del Cód. Penal,
sentencia que fue apelada por la defensa y confirmada por la Cámara Federal de Apelaciones
de la Ciudad de La Plata.

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Que contra esa decisión interpuso el defensor del condenado el recurso extraordinario del art.
14 de la ley 48, que fue concedido. Sostiene el recurrente que la pesquisa domiciliaria
realizada por las autoridades de prevención, a raíz de la cual se secuestró el arma cuya
tenencia se imputó al procesado, constituye un acto que vulneró la garantía constitucional de
la inviolabilidad del domicilio porque en el caso los funcionarios no contaban con una orden
de allanamiento expedida por un juez, como lo exige el art. 188 del Cód. de Proced. en Materia
Penal. Concluye el defensor que establecida la invalidez del registro domiciliario, igual suerte
debe correr el secuestro practicado en esa circunstancia, por lo que resulta inhábil para
fundar la sentencia en él.

El recurrente expresó que los motivos que determinan el registro domiciliario se encuentran
reducidos a dos, a saber, lograr la aprehensión de quien es buscado por la autoridad o
proceder a la búsqueda de elementos relacionados con la investigación criminal. Al respecto
argumentó que no se cuestionaba que el procedimiento en el que se produjo la detención
estuviera incluido en el supuesto del art. 189, inc. 1° del Cód. de Proced. en Materia Penal,
pero que ello no convalidaba la segunda inspección, porque con ésta no se perseguía la
aprehensión de un prófugo sino el objetivo de adquirir elementos de prueba que no se
encontraba cubierto por la excepción de la norma antes citada, y que una vez detenido aquél,
nada impedía que la autoridad policial recabara del juez la orden pertinente.

Fundamentos de la Corte:

El agravio que formula el recurrente suscita cuestión federal bastante para la apertura de la
instancia prevista en el art. 14 de la ley 48, pues la sustancia del planteo conduce en definitiva
a determinar el alcance de la garantía consagrada en el art. 18 CN. En efecto, esa norma
establece que "el domicilio es inviolable ...; y una ley determinará en qué casos y con qué
justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación", de modo que el alcance de
esta garantía debe ser fijado con relación a su reglamentación.

El art. 399 del referido código establece la facultad de los jueces para practicar
investigaciones, sea en la habitación o domicilio del procesado, o en cualquier otro lugar,
"cuando existan indicios suficientes para presumir que allí se encuentra el presunto
delincuente o que puedan hallarse objetos útiles para el descubrimiento y comprobación de
la verdad"; y en concordancia con ello, el art. 188 sienta la regla de que los funcionarios de
policía deberán recabar del juez competente la respectiva orden de allanamiento "cuando con
el mismo objeto de la investigación criminal o aprehensión del delincuente, fuere necesario
penetrar en el domicilio de algún particular". A su vez, el art. 189 establece que "se exceptúa
de lo dispuesto en el artículo anterior los casos siguientes: ... 2°. cuando se introduzca en la
casa un reo de delito grave a quien se persigue para su aprehensión ..."

De esas normas se sigue que los jueces tienen la facultad de disponer allanamientos de
moradas sólo por dos órdenes de razones:

A- Para lograr una aprehensión;

B- Para la obtención de pruebas,

La policía que actúa en función judicial no puede en estos dos supuestos obrar por propia
iniciativa, sino que debe requerir del juez la correspondiente orden de allanamiento.

Se trata en el caso de establecer si puede afirmarse que, concluida la primer diligencia, el


domicilio ha perdido la protección constitucional como consecuencia de aquélla, y ha quedado
sujeto a cualquier nueva pesquisa que pudieran realizar los agentes de prevención, sin
necesidad de requerir una orden judicial.

La orden de allanamiento que regula la ley procesal, no constituye un acto por el cual el juez
delega su "imperium" en un funcionario de policía u otra autoridad, susceptible de ser
utilizado discrecionalmente por ésta, sino que por el contrario, es un mandato singular que
se agota con el cumplimiento de la orden, y que no habilita a nuevas entradas

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Una vez que la pesquisa ha concluido, el habitante recupera su derecho de oponerse a la


entrada de un tercero ajeno a la morada, aun en el caso de encontrarse en la imposibilidad
material de repeler la entrada. En este sentido no puede sostenerse que la diligencia ha
concluido si el juez ha adoptado las medidas de vigilancia o custodia a las que se refiere el
art. 406 del Cód. de Proced. en Materia Penal, pero si no han sido adoptadas, cesa con la
consecución del objeto al que se refería la orden o con el abandono del domicilio por parte de
la autoridad.

Además de la conclusión precedente, según la cual no hay disposición legal expresa que
permita sostener la facultad policial para efectuar el segundo allanamiento, cabe señalar que
los jueces no han hecho mérito de que hubiera mediado consentimiento válido en ninguna de
las circunstancias a las que se refieren las actas, y por lo demás ese requisito tampoco puede
extraerse de la causa. Ninguno de los policías la invoca y de lo declarado surge que los
ocupantes se encontraban durmiendo cuando aquéllos

Cabe concluir en la nulidad del mencionado procedimiento. Se revoca la sentencia apelada.


Hágase saber y devuélvase a su origen para que, por quien corresponda, se dicte un nuevo
pronunciamiento de conformidad con lo declarado en la presente (art. 16, 1º par., ley 48).

Torres, Oscar Claudio CSJN Fallos 315:1043: (Allanamiento) Año 1992


Contra la sentencia de la Sala A penal de la cámara federal de apelaciones de rosario,
por la que se condenó a Eduardo Rasuk como autor del delito de almacenamiento de
estupefacientes, a la pena de tres años y seis meses de prisión y multa de 50 mil
australes, se interpuso el recurso extraordinario cuya denegación originó esta queja.
El recurrente sostiene que la sentencia apelada vulnera el art. 18 de la CN al haberse
fundado en elementos probatorios incautados en ocasión de efectuarse un
allanamiento que reputa ilegal. Este, según expresa, se habría llevado adelante sin
orden de magistrado competente y sólo en un segundo término, luego de haber
ingresado el personal policial a la morada del procesado, se habría requerido la orden
de allanamiento al juez federal correspondiente, situación que a su entender, no
convalidaría la ilegalidad del procedimiento ejecutado.
La sentencia condenatoria fue notificada al procesado y éste había en ese acto
revocado el poder de sus abogados y pedido que se designara al defensor oficial. Dicha
recayó sobre el titular de la Defensoría de Pobres.
El defensor oficial planteó una cuestión de turno, solicitando que se dejase sin efecto
su designación, por considerar que al haber participado previamente en el expediente
la Defensoría nº1, le correspondía a ésta continuar con la asistencia letrada. El juez
no hizo lugar a lo solicitado.
El recurso extraordinario fue impuesto después de haberse cumplido el plazo de 10
días hábiles a partir de la notificación sin que haya constancias de ninguna
interrupción de los términos. No basta para cumplir con las exigencias básicas del
debido proceso, que el acusado haya tenido patrocinio letrado de manera formal, sino
que es menester además que aquél reciba una efectiva y substancial asistencia de
parte de su defensor.
El allanamiento fue dispuesto por el juez fundado en la presunción de que el domicilio
se producían hechos violatorios de normas provinciales. El referido magistrado tenía
indudablemente facultades para disponer el allanamiento cuestionado. Si como
resultado de tal procedimiento, fueron obtenidas probanzas referidas a la posible
comisión de delitos cuyo conocimiento excede la competencia de aquel magistrado,
ello no autoriza a descalificar sin más lo elementos probatorios.

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Se declara admisible el recurso extraordinario y se confirma la sentencia apelada.


Según su voto de Levene y Belluscio:
Fundamentan que el defensor oficial no manifestó una pretensión de recurso, ni
advirtió las anormalidades que pudieran causar anormalidad, por ello es el Defensor
quien debe merecer una corrección disciplinaria.
Declaran desestimar la queja y que se intime al recurrente a depositar en el Banco
Ciudad lo dispuesto por el art. 286 del CP Civil y Comercial.
Disidencia de Petracchi:
Fundamenta que la orden de allanamiento fue otorgada de manera infundada, la
Corte señaló en varias ocasiones la obligación de los jueces de fundar sus decisiones.
En esas condiciones ni la orden de allanamiento ni los objetos secuestrados debieron
tenerse en cuenta para el proceso por el juez federal.
Por ello se hace lugar a la queja, se revoca la sentencia y se absuelve a Rasuk y Torres
por el delito de almacenamiento de estupefacientes.

Yemal, Jorge Gabriel y otros s/ ley 23.771: (Año 1998):


Contra la resolución de la Sala B de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal
Económico que declaró la nulidad de las providencias que disponían registros
domiciliarios y sobreseyó definitivamente a los procesados León Michanie y Rubén
Freue, la señora fiscal interina de la cámara dedujo recurso extraordinario cuya
denegación dio origen a la presente queja, sostenida por el señor Procurador General.
El jefe del Departamento Jurídico de la Dirección de Auditoría Fiscal de la Dirección
General Impositiva requirió orden de allanamiento para la finca de la calle Azcuénaga
n° 555, piso 5°, "21". Fundamentó la petición en el hecho de que "la firma se dedica
a la fabricación, venta e importación principalmente de telas denominadas en el
comercio "Denin y/o Jean" fabricando con las mismas, vaqueros, camperas, etc.; las
que luego se enajenan sin la correspondiente factura de venta. A su vez, las
importaciones que realizan se efectúan a valores subfacturados. Además, con
relación a parte del personal empleado en la empresa no se realizarían los aportes
sociales legales. De averiguaciones oficiosas concretadas, cabría la posibilidad que
los responsables sean titulares de cuentas bancarias en el exterior...". Se solicitó
asimismo autorización para secuestrar documentación relevante de interés fiscal.
El magistrado de instrucción dispuso expedir orden de allanamiento "como se solicita
precedentemente". La diligencia tuvo comienzo de ejecución el 14 de enero de 1992,
pero debió suspenderse ante la existencia de una puerta blindada en el interior de la
vivienda, razón por la cual se colocaron fajas de clausura en aquélla y se dejó custodia
policial. Las autoridades de la Dirección General Impositiva solicitaron nueva orden
de allanamiento del citado departamento, habiéndose alegado que "a raíz de no
haberse producido circunstancias que modifiquen la situación de hecho existente al
inicio del procedimiento se considera que aún persiste el interés fiscal en realizar el
allanamiento en dicha finca", petición que fue proveída de conformidad a fs. 27, con
el resultado de los informes técnicos obrantes en autos.
Otro magistrado a cargo del Juzgado Nacional en lo Penal Económico N° 5 declaró la
nulidad de las órdenes de allanamiento dispuestas por el anterior titular del juzgado.
Para así decidir sostuvo que aquéllas "fueron otorgadas para ser cumplidas por
funcionarios que no se hallaban autorizados al efecto, por no ser autoridades de

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prevención...en las mismas no se identifica debidamente el presunto objeto procesal


y fueron otorgadas en forma omnicomprensiva vulnerando principios procesales".
Como consecuencia de aquella sanción, anuló todo lo actuado y sobreseyó
definitivamente en la causa y respecto de los procesados.
El tribunal anterior en grado, si bien expresó que no compartía los fundamentos del
juez de instrucción, decretó la nulidad de las providencias debido a que carecían de
fundamentación. Como consecuencia de la sanción decretada -que abarcó la de todo
lo actuado en consecuencia- sobreseyó definitivamente en la causa y respecto de los
procesados.
El apelante se agravia por la violación de la garantía de la defensa en juicio del
Ministerio Público y el debido proceso. En sustancia, esos agravios radican en la falta
de fundamentación del pronunciamiento, dado que no se habrían valorado las
constancias de la causa de las que surgirían los motivos y fundamentos de las
órdenes de allanamiento decretadas.
Los agravios del apelante suscitan cuestión federal bastante para habilitar la vía
extraordinaria pues si bien la tacha de arbitrariedad no es aplicable a la discrepancia
del apelante con relación a la interpretación de normas procesales, cualquiera que
sea su acierto o error, no lo es menos que sí es cuestionable con sustento en aquella
doctrina que la causa haya sido resuelta sobre un punto controvertido en doctrina -
como son las formalidades de las providencias que disponen allanamientos- con
fundamento sólo aparente y sin más base que la afirmación dogmática de quienes
suscriben el fallo, afectando de ese modo el debido proceso legal (art. 18 de la
Constitución Nacional).
Por ello, los fundamentos pertinentes del recurso examinado y los concordemente
expresados por el señor Procurador General al sostenerlo, se hace lugar a la queja,
se declara procedente el recurso extraordinario y se revoca el pronunciamiento
apelado.

Fabro, Pedro Hugo y otros s/ falsificación de documento público. Año 1981:


Es improcedente el recurso extraordinario. De los agravios traídos acerca de la
legalidad del procedimiento policial en que se secuestró una cédula de identificación
del automotor falsa no surge que exista una relación directa e inmediata con la
garantía del art.18 de la Constitución Nacional
Hechos:
El 15 de diciembre de 1981, el procesado Pedro H. Fabro, junto con Perujo, ocupaban
un vehículo, en circunstancias en que la policía de la Provincia de Corrientes se hizo
presente en el prostíbulo "Los Paraísos" de la Ciudad de Mercedes, y procedió a
requerir la exhibición de la documentación del rodado, momento en el cual el primero
de los nombrados mostró una cédula de identificación del automotor presuntamente
falsificada, de la cual se incautó la autoridad policial.
Que, contra la sentencia de la Cámara Federal de Apelaciones de la Ciudad de
Paraná, que confirmó el fallo de primera instancia mediante el que se condenó a Pedro
H. Fabro a la pena de 4 años de prisión, como autor responsable del delito de
falsificación de documento público destinado a acreditar el dominio de un automotor,
interpuso la defensa recurso extraordinario, que fue concedido.

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• El recurrente se agravia solicitando que se decrete la nulidad del procedimiento


policial, por cuanto entiende que fue llevado a cabo sin orden judicial, violándose
de ese modo las normas procesales y también la garantía consagrada por el art.
18 de la Constitución Nacional.
• Sostiene, además, que el pronunciamiento es arbitrario porque ¬¬según su
criterio¬ se apoya sobre elementos de juicio nulos. En ese aspecto plantea que el
acta de secuestro carece de validez por haber sido labrada sin la presencia del
testigo que exigen los arts. 122 y sigts. del Cód. Procesal Penal de la Provincia de
Corrientes. -Que también afirma que los informes periciales son nulos al no haber
prestado el técnico que los realizó el juramento previsto por el art. 326 del CPP.
Asimismo, se agravia de que no se ha acreditado que de la falsificación atribuida
a su defendido pudiera resultar algún perjuicio, con lo cual el hecho que se tuvo
por probado no sería típico.
Fundamentos de la Corte:
La incautación del documento mencionado, tal como surge de las constancias de
autos y del relato efectuado por el mismo recurrente, fue consecuencia del
requerimiento de los funcionarios, sin que se aprecie que a raíz de ese procedimiento
pueda haber resultado afectada garantía constitucional alguna, ya que no tuvo por
objeto la requisa de un domicilio sino la identificación de un automotor. A ello debe
agregarse que la cédula incautada no puede considerarse como uno de los papeles
privados que ampara el art. 18 de la Constitución Nacional, ya que se trata de un
instrumento público que, por imperativo legal, debe ser exhibido cuando lo exija la
autoridad competente.
Que aun si se entendiese que la cédula de identificación del automotor falsa, en lugar
de haber sido exhibida por el acusado, hubiera sido hallada en el rodado, igualmente
correspondería desechar el agravio. Ello es así, en la medida en que el recurrente no
ha demostrado que las reglas procesales invocadas, referentes al registro domiciliario
y a la requisa personal, tanto locales como nacionales, sean aplicables a la inspección
de un automóvil. Por lo demás, el apelante ni siquiera realizó un mínimo esfuerzo
para convencer a los jueces de que la situación de hecho encontraría amparo en la
cláusula constitucional que citó (art. 18).
Que en la medida en que en autos no se ventila una hipótesis de allanamiento de
domicilio ni de requisa personal, la invalidez del acta por carecer de la firma de dos
testigos sólo podría provenir, al menos en el orden nacional, de la supuesta violación
de los arts. 211 y 215 del Cód. de Proced. en Materia Penal. Sin embargo, tal cuestión
procesal fue resuelta sin arbitrariedad, pues el a quo se valió de que el acta lleva la
firma de las personas en cuyo poder fue hallado el instrumento del delito y que la
situación documentada en ella encontró corroboración en las respectivas
indagatorias cumplidas con las formalidades legales.
Que la afirmación del recurrente, en cuanto sostiene que no se ha probado que de la
falsificación del documento secuestrado pudiera resultar perjuicio, ha sido
desvirtuada por la Cámara con el argumento de su naturaleza pública y con sustento
en las constancias de la causa, de las cuales surge que en la especie se falsificó una
cédula destinada a establecer la identificación y dominio de un automóvil que había
sido sustraído a su propietario. En tal caso se trata de un tema de derecho común
razonablemente decidido. (El actor alega que el hecho no es tipico, pero si lo es)
En definitiva, es aplicable el criterio reiteradamente señalado por esta Corte, de que
la doctrina de la arbitrariedad no tiene por objeto corregir en tercera instancia

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sentencias equivocadas o que el apelante considere tales, a raíz de su discrepancia


con el alcance atribuido por el juzgador a principios y normas de derecho común o
con la valoración de la prueba, sino que reviste un carácter estrictamente excepcional
Por ello, se declara improcedente el recurso extraordinario.

Charles Hnos: (1891 - allanamiento ilegal violatorio a la garantía cn de


inviolabilidad de la propiedad – pág. 272 Fiu)
Hechos: Funcionarios de la Aduana habían llevado a cabo un procedimiento en el comercio
Charles Hermanos, del cual, sin orden judicial alguna, fueron secuestradas facturas
comerciales de la firma, correspondencia y libros de contabilidad. Sobre la base de estos
elementos los titulares del comercio fueron procesados por el delito de contrabando.

Concluida la etapa sumarial, la defensa opuso que los papeles y efectos secuestrados habían
sido incautados ilegalmente.

La Corte: Comenzó por señalar que los funcionarios de la Aduana habían actuado en forma
ilegal, puesto que la Ordenanza en vigor prohibía expresamente todo acto de pesquisa o
secuestro de mercadería sin orden judicial. Agregó que los auténticos o falsos (documentos)
no pueden servir de base al procedimiento ni de fundamento al juicio. Lo primero (auténticos)
porque siendo el resultado de una sustracción y de un procedimiento injustificable y
condenado por la ley, aunque se haya llevado a cabo con el propósito de descubrir un delito,
la ley, en el interés de la moral, de la seguridad y secreto de las relaciones sociales los declara
inadmisibles; y los segundos (si son falsos), porque su naturaleza misma se opone a darles
valor y mérito alguno.

Por esos fundamentos, se revoca… el auto apelado y se declara que deben desglosarse del
proceso los documentos aludidos.

Fiorentino: (1984 - allanamiento ilegal violatorio a la garantía cn de


inviolabilidad de la propiedad – pág. 272 Fiu)
Hechos: Fiorentino, un menor de 19 años, había sido detenido por una comisión policial
integrada por 4 agentes, cuando ingresaba con su novia al hall de entrada dle edificio en el
que vivía junto con sus padres. Al ser interrogado por los oficiales había reconocido, al parecer
espontáneamente, ser poseedor de estupefacientes que guardaba para su consumo propio en
el dormitorio de su departamento.

Usando las llaves de Fiorentino, los agentes ingresaron con el detenido y su novia a la
vivienda. Al encontrarse con los padres del menor, aquéllos les manifestaron 3 aunque sin
exhibir identificación alguna 3 que eran miembros de la división toxicomanía, que se quedaran
tranquilos, pero que no podían presenciar el operativo que cumplirían en el dormitorio del
menor. Allí, en presencia de éste y de su novia, los oficiales procedieron a secuestrar 5
cigarrillos de marihuana por cuya tenencia fue Fiorentino sometido a proceso en prisión
preventiva.

Fiorentino fue condenado en las instancias ordinarias. Su defensa acerca de que el


allanamiento practicado había sido ilegítimo por carecer de orden judicial previa, y que por
tanto la prueba obtenida no podía ser utilizada en su contra, fue desechada.

La Cámara: Consideró que había mediado un consentimiento válido, prestado tanto por el
procesado como por sus padres. Ya que en ninguna oportunidad objetó los procedimientos
cumplidos en su contra. Fue condenado como autor del delito de tenencia de estupefacientes
(art. 60 de la ley 20.771), a la pena de 1 año de prisión en suspenso y multa de un millón de
pesos, más el pago de las costas. Se adopta una medida de preservación social, restrictiva,
porque no le fue encontrado una gran cantidad.

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La defensa de Fiorentino interpuso recurso extraordinario de queja, basado en la violación de


la garantía que consagra la inviolabilidad del domicilio.

La Corte: (opinión unánime 3 garantista) Hizo lugar al recurso; comenzó señalando que el
planteo de la defensa conducía en definitiva a determinar el alcance de la referida garantía
constitucional. Por tal razón, concluyó que el agravio suscitaba cuestión federal.

Dijo que, aunque no resulta exigencia del art. 18 CN que la orden de allanamiento emane de
los jueces, el principio es que sólo ellos pueden autorizar esa medida, sin perjuicio de algunos
supuestos en que se reconoce a los funcionarios la posibilidad de obviar tal recaudo.

Indicó que era claro que en este caso no se había configurado ninguna de las excepciones
previstas en el ordenamiento procesal para permitir un ingreso sin orden previa, ni tampoco
consentimiento válido que permitiera la intromisión del personal policial en el domicilio del
procesado (no es válido el tácito sino tiene que ser expreso). Ello, puesto que el permiso que
podría haber otorgado el menor Fiorentino carecería de efectos por las circunstancias en que
fue prestado (ya detenido e interrogado sorpresivamente). Con respecto al consentimiento de
los padres, la Corte descartó que el mismo pudiese ser prestado tácitamente, mas cuando el
ingreso al domicilio se había ya consumado al momento en que aquéllos tomaron contacto
con la comisión policial. En base a estos antecedentes, y a la falta de extremos de
necesidad, la Corte decretó la invalidez del registro domiciliario y del secuestro practicado en
tales condiciones. Declaró así procedente el recurso extraordinario, dejando sin efecto la
sentencia condenatoria.

Este fallo implicó la aceptación por parte del Alto Tribunal de la regla de exclusión de prueba
obtenida ilegalmente.

Montenegro: (1981 - confesión mediante torturas violatorio a la garantía cn que


prohíbe obligar a alguien a autoincriminarse. Pág. 272 Fiumara)
Hechos: La defensa del condenado interpuso recurso extraordinario contra el fallo que
consideró a su defendido autor del delito de robo con armas. Sostiene que lo resuelto
transgredió el principio contenido en el art. 18 C.N. en cuanto manda que nadie puede ser
obligado a declarar contra sí mismo y, con ello, la inviolabilidad de la defensa en juicio. Funda
su presentación en que el imputado habría sido víctima de apremios ilegales lo que invalida
la declaración en sede policial en la que confiesa el ilícito.

El tribunal dice que, si bien fue víctima de apremios ilegales, sus dichos permitieron
esclarecer un hecho ilícito que no había sido denunciado.

Resolución: El procurador dice que debe dejarse sin efecto el fallo recurrido y debe dictarse
uno nuevo por considerar lo decidido violatorio del Art 18 de la cn, debiéndose interpretar
que, si una persona es obligada a declarar contra sí misma, dicha declaración será nula. La
CSJN de acuerdo con el dictamen del procurador declara procedente el recurso, revoca la
sentencia y manda a dictar una nueva conforme a derecho.

Concluye la Alzada que las manifestaciones del ahora condenado en ningún momento se
consideraron confesión.

En los fallos precedentes, la corte se limitó a excluir como prueba sólo aquello que había sido
consecuencia del accionar ilegal de la policía, pero nada dijo sobre la validez de los elementos
de prueba obtenidos como consecuencia de la ilegalidad inicial. Ej.- En el caso del domicilio
ilegalmente allanado, los agentes además de secuestrar los estupefacientes, se encontraran
con un testigo, lo interrogaran y sus dichos resultaran incriminatorios.

Por ello, con posterioridad, la ineficacia de la prueba adquirida de manera ilegal se extendió
también a los demás elementos de prueba obtenidos en su consecuencia, la doctrina <FRUTO
DEL ARBOL VENENOSO=

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Rayford, Reginald (1986 - Allanamiento sin orden judicial – Invocación por


3eros) <fruto del árbol venenoso=:
Hechos:

En horas de la madrugada se constituyó una comisión policial en CABA, con el objeto de


investigar la actividad de una persona de origen extranjero que, según informaciones
confidenciales, se dedicaría en esa zona a la consumición y distribución de "picadura de
marihuana".

Rayford era un americano con escaso dominio del idioma, había sido detenido por el delito de
tenencia de estupefacientes. El mismo refirió consumir marihuana y poseer esa sustancia en
su domicilio. Allí concurrieron de inmediato los policías (sólo con 1 testigo). La sustancia
había sido secuestrada de su domicilio por personal policial, luego de que aquel <no opusiera
reparos=.

Durante el traslado a la comisaría, el detenido entregó una tarjeta personal de Álvaro Ezequiel
Baintrub, quien sería el que le suministró la marihuana (menor de edad) y éste fue detenido
luego en la casa de sus padres

Primera Instancia:

Absolvió a los imputados por considerar nula la diligencia del secuestro, en razón de no
haberse recabado la pertinente orden de allanamiento, la ausencia de consentimiento válido
del interesado, la hora en que se realizó, y por ser insuficiente la presencia de un solo testigo.

Cámara:

Apelada la decisión por el fiscal, la Sala IV de la Cámara Criminal y Correccional lo revocó y


condenó a los imputados de acuerdo al pedido del fiscal.

Contra esa sentencia, sólo interpuso recurso extraordinario el condenado Baintrub. El


argumento central fue el cuestionamiento de los actos iniciales de la investigación por cuanto
resultarían violatorios de las garantías contenidas en el art. 18 CN. El particular se agravia
del ilegítimo allanamiento en el domicilio de Rayford y todo lo que fue de su consecuencia,
que su consentimiento no fue expreso.

La Corte:

En estas condiciones la ausencia de reparos no puede equipararse a una autorización válida


y debe desecharse la legitimidad de la requisa y del secuestro que es su resultado, como así
también los dichos posteriores de Rayford por los que queda involucrado Baintrub

Y entre sus fundamentos sostuvo la posibilidad de 3eros de invocar la violación de derechos


del coimputado diciendo <aun cuando el afectado directo por una ilegalidad (allanamiento
ilegal) no la alegara a su favor para excluirla como prueba de cargo, podrán hacerlo otras
personas hacia las cuales se hubiera dirigido la investigación=

Resuelve revocar la sentencia apelada y absolver a todos los imputados.

Ruiz, Roque: (1987 – también sirve para IPP U9)


Hechos: Roque Arturo Ruiz fue detenido por la policía de la provincia de Bs As cuando
asaltaba una farmacia junto con 2 cómplices, movilizándose en un taxi. Se originó un tiroteo
en el lugar, y producto de éste murió uno de los asaltantes, fue detenido Ruiz y el otro se dio
a la fuga. La policía secuestró el vehículo.

Ruiz prestó declaración en sede prevencional 3luego se acreditó por un peritaje que los dichos
fueron consecuencia de apremios ilegales- y en ésta reconoció el hecho, también el robo del
taxi y el robo de 2 panaderías.

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La policía, al revisar la ropa del delincuente que falleció producto del tiroteo halló el DNI del
dueño del taxi. Con esos datos los policías hallaron a éste, quien relató sobre el robo padecido,
que eran 3 personas los que lo asaltaron, y que se llevaron su DNI, dinero y el auto que luego
fue encontrado abandonado. Esta persona ratificó sus dichos en sede judicial y reconoció en
rueda de personas a Ruiz como uno de los asaltantes.

Primera instancia

El imputado fue condenado por los robos y esa decisión fue confirmada por la Sala IV de la
Cámara Nacional Criminal y Correccional de la Capital Federal, no obstante reconocer la
nulidad de la declaración del imputado en sede prevencional, en virtud de las demás
probanzas colectadas en la causa.

La defensa interpuso recurso extraordinario por considera que la condena violó el art. 18 CN,
pues sólo a través de la declaración prestada bajo tormentos pudo llegarse a individualizar a
los damnificados y a relacionarlos con Ruiz, como así también a averiguar la vinculación de
éste con los hechos investigados, de tal suerte que todos los actos siguientes fueron el fruto
de la primera pesquisa ilegal.

La Corte:

Su confesión es obtenida de manera ilegal, en ella señala a varias de sus víctimas y a través
de ella se llega a una ronda de reconocimiento, sin embargo, este reconocimiento se invalida
por la teoría del fruto del árbol envenenado. Sin embargo, el dueño del taxi, que pude ser
identificado independientemente de la confesión (fue al revisar la ropa del delincuente),
constituye un cause independiente de la investigación y constituye una excepción a la regla;
por lo tanto el proceso continúa porque haciendo la abstracción de la prueba obtenida
ilegalmente, se llega igual al mismo resultado.

Francomano (1987 - Declaración obtenida en sede policial bajo apremios ilegales


- nulidad)
Hechos:

La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de esta Capital (sala


I) condenó a Graciela C. Chein por los delitos de asociación ilícita calificada y propaganda y
suministro de información subversiva en concurso real a la pena de 7 años de prisión,
accesorias legales y costas y a Adriana A. Chein por el delito de tenencia de material
subversivo impreso a la pena de 3 años de prisión y costas. Atento la denegatoria del recurso
extraordinario interpuesto por el defensor de las procesadas, éste ha recurrido en queja ante
la Corte Suprema.

La Corte:

Reafirma una vez más la doctrina del fruto del árbol venenoso.

<Debe excluirse del proceso cualquier medio de prueba obtenido por vías ilegítimas=.

<Tal es el caso de autos donde la localización del domicilio de la imputada y el hallazgo del
material incriminatorio se originaron de las porciones de las declaraciones del coimputado
Francomano que se encuentran viciadas de nulidad. Por ello, debe declararse la invalidez del
procedimiento llevado a cabo en el domicilio de la acusada.=

Que la localización del domicilio e individualización de la procesada, así como el hallazgo del
material incriminatorio, fue fruto de la declaración extrajudicial de Francomano prestado
en forma compulsiva, hace aplicable al caso la doctrina desarrollada por esta Corte, según
la cual se desconoció la validez de cualquier medio probatorio obtenido a raíz de un
procedimiento ilegitimo con desconocimiento de las garantías constitucionales.

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Por ello, se hace lugar a la queja y habiendo dictaminado el Procurador General, se declara
procedente el recurso y se revoca la sentencia apelada y se absuelve libremente a Graciela C.
Chein y a Adriana A. chein por los delitos por los que fueron condenadas.

Daray, Carlos A. (1994 – también sirve para IPP U9)


Hechos: Garbin, conductor de un vehículo, había sido interceptado en la vía pública por la
policía, ocasión en la que exhibió la documentación que lo habilitaba a circular regularmente.
Pese a ello, fue llevado a una dependencia policial en calidad de <invitado= para una mejor
verificación de datos.

Allí, el imputado <espontáneamente= involucró a sus hijos en el delito de contrabando,


diciendo que éstos tenían autos extranjeros con patentes diplomáticas. La "espontaneidad"
de Garbin habría además llegado al extremo de ofrecerse para acompañar al personal policial
a "entrevistarse" con sus hijos. Según lo consignado por el policía que condujo la "entrevista",
los hijos de Garbin reconocieron haber comprado autos diplomáticos importados
suministrando detalles de las operaciones y revelando el lugar de ocultamiento de los
vehículos. Con esta información en su poder la policía dejó constancia de que los Garbin
quedaban en calidad de detenidos e incomunicados.

Se le dio intervención al juez federal en turno por el presunto delito de contrabando,


solicitándosele una orden de allanamiento para el secuestro de los vehículos y la
documentación pertinente, según la información dada por los chicos Garbin. El juez libró la
orden ese mismo día y en el domicilio particular suministrado por Alejandro Garbin en
oportunidad de la "entrevista", fue encontrado un automóvil Mercedes Benz con chapa
diplomática.

La Corte:

Analizó la legitimidad de la detención y llegó a la conclusión de que la policía federal <carecía


de facultades legales para detener en el caso al señor Garbin= ya que estaban ausentes los
indicios vehementes de culpabilidad exigidos por el art 284 CPPN para las detenciones sin
orden judicial. Detención fue ilegal.

A su vez, consideró que la <invitación= a concurrir a la dependencia policial fue en realidad


una verdadera detención.

En consecuencia, se decretó la nulidad de todo el procedimiento por encontrarse viciado y no


existir un cause de investigación independiente

Receptó la doctrina del fruto del árbol envenenado al decir <… si en el proceso existe un solo
cauce de investigación y éste estuvo viciado de ilegalidad, tal circunstancia contamina de
nulidad todas las pruebas que se hubieran originado a partir de aquél=.

Fallo Fiscal Fernández infracción a la ley 20.771:


La cámara federal de Mendoza, al revocar la dictada en primera instancia, absolvió al acusado
Ricardo Eduardo Rivas Grañas de los delitos de introducción, almacenamiento y trafico de
estupefacientes, agravados por el concurso de mas de tres personas, por los que había sido
condenado a 7 años de prisión, multa de ciento veinte australes, accesorias legales y costas,
interpuso el señor fiscal de la cámara recurso extraordinario, que fue concedido.

Hechos:

El personal de la policía federal, anoticiado por información confidencial, llevó a cabo un


procedimiento en el hotel Huentala en cuyo transcurso se detuvo al ciudadano de origen
boliviano Víctor Hugo Fernández y secuestró 380 gramos de cocaína que tenia dispuesta para
la venta y procedía a su país natal.

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Por manifestaciones del detenido, pudo saberse que en las inmediaciones del lugar se hallaba
estacionado el automóvil de su amigo Fuhad Carmelo Chaad, cuya detención también se
procedió al habérsele encontrado otros dos paquetes conteniendo 300 gramos de cocaína y
una balanza para pesar la sustancia.

Ante los dichos de Fernández (de que en una casa en Godoy Cruz se guardaba el resto de la
droga traída de Bolivia) uno de los policías se trasladó, en compañía del nombrado, hasta la
vivienda cuyo cartel y escudo lo identificaba como la sede del Consulado de Bolivia. Ya en el
lugar, Fernández llamó a la puerta y fue atendido por su conocido, el cónsul Graña, quien lo
hizo pasar junto con el policía, que no se presentó como tal, y a requerimiento del primero, el
funcionario extranjero le entregó una caja con el contenido ya especificado, la que fue
trasladada al asiento policial donde se confeccionó el acta de estilo.

El sospechoso Graña fue llamado a concurrir a un lugar público y allí fue detenido.

El tribunal a quo entendió (basándose en el fallo Francomano) que la incautación de nueve


kilogramos de cocaína, extraídos de Graña, debía se excluido del proceso como prueba por
habérsela obtenido en infracción a la garantía de inviolabilidad del domicilio (art.18 de la CN).
Estimaron los jueces que ello era así porque el coprocesado Fernández y el oficial de policía
ingresaron en el domicilio del acusado sin orden de allanamiento y en circunstancias tales
que no hacían excepción a la necesidad de obtenerla; y en cuanto al consentimiento prestado
por Graña, lo consideraron viciado al hacerle creer que el acompañante de su conocido
Fernández era un amigo de este y ocultarle de que en verdad Fernández se encontraba privado
de su libertad y que quien lo acompañaba era un policía encubierto. La cámara destacó la
falta de cumplimiento de las normas procesales y declaró nulo el practicado en la vivienda del
cónsul e ineficaz su resultado.

El recurrente sostiene que la sentencia es arbitraria por contener dos vicios fundamentales:

El primero vinculado a la presunta violación de la garantía de la inviolabilidad del


domicilio
El segundo que atañe a la irrazonabilidad en la interpretación de los hechos de la causa.

La corte remite el caso Fiorentino, el cual dejó establecido que, fuera de los supuestos de
necesidad previstos por el art.189 del código de procedimientos en lo criminal o de la
existencia de consentimiento para el ingreso expresado sin vicio alguno de la voluntad, resulta
necesaria la orden de allanamiento expedida por el juez competente para el acceso al domicilio
o morada por parte de los funcionarios de la autoridad púbica encargados de su visita y
ulterior pesquisa.

La corte sostiene que, al no darse ninguna de las excepciones del citado art.189 del Código
Procesal, ni ser jurídicamente posible la obtención de orden de allanamiento en virtud de la
inviolabilidad del local consular, donde también se domiciliaba el imputado, la situación es
diferente a la contemplada en los precedentes de la corte en los que se apoyó la sentencia
recurrida.

Si bien es verdad que el ingreso del coprocesado Fernández y del oficial que lo acompaña
encubría un procedimiento policial, no es menos cierto que aquel se produjo por la amistad
existente entre el procesado y su cómplice, circunstancia favorecida por el ilícito negocio en
el que estaban embarcados. No hubo engaño alguno que viciara la voluntad del imputado, ya
que ninguna maquinación, ocultamiento o fraude fue utilizado para acceder a su vivienda.
Bastó con que uno de los visitantes fuese su conocido y que se le presentase al acompañante
como un amigo para que les franquease la entrada. Y, después de esta última, no fue
practicada pesquisa, registro, inspección o requisa, ni el paquete que contenía el
estupefaciente fue obtenido mediante ardid o aprovechamiento del descuido del morador, sino
por entrega voluntaria del procesado a su cómplice. En condiciones tales, no se advierte
interferencia ilegítima del Estado en un ámbito en el que como domicilio una persona puede
tener la mayor expectativa de intimidad y privacidad.

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Además, si está probado que el imputado y titular del derecho de exclusión, permitió el acceso
a su casa de dos personas, sin indagar los motivos del acompañamiento ni cerciorarse
debidamente de la identidad del desconocido: y, pese a ello, con entera libertad y desprecio
por las eventuales consecuencias de su proceder, descorrió el velo de protección de la
intimidad de su hogar y realizó actos que permitieron comprobar el grave delito que estaba
cometiendo, no puede ser posteriormente amparado por la clausula del art. 18 de la CN
cuando fue su propia conducta discrecional la que posibilitó la presencia del agente preventor
en el recinto privado y aquella comprobación.

Es criterio de la corte que el empleo de un agente encubierto para la averiguación de los delitos
no es por sí mismo contrario a garantías constitucionales.

La corte revoca la sentencia apelada.

Unidad VII:

Bramajo, Hernán Javier CSJN Fallos 319:1840


Contra la resolución de la Sala IV de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional de la Capital Federal que concedió la excarcelación de Hernán Javier Bramajo,
el señor fiscal de cámara dedujo recurso extraordinario, cuya denegación dio lugar a la
presente queja.

El procesado Bramajo fue detenido el 1 de julio de 1992, habiendo sido excarcelado por
aplicación del art. 1° de la ley 24.390, al cumplir tres años de detención en prisión preventiva.

El fiscal acusó al procesado por el delito de homicidio calificado criminis causae en concurso
material con el de robo doblemente agravado por haber sido cometido con armas, en poblado
y en banda y requirió la pena de reclusión perpetua con la accesoria de reclusión por tiempo
indeterminado.

El tribunal anterior en grado concedió la excarcelación por estricta aplicación de lo dispuesto


por el art. 1° de la ley 24.390. En relación a este aspecto estimó que "los plazos fijados por la
ley 24.390 no resultan irrazonables ya que el propio legislador es quien los ha establecido y
tampoco se vislumbra que esa determinación conculque alguna garantía fundamental". No
obstante lo expuesto concedió la excarcelación bajo caución real debido a la gravedad de los
delitos atribuidos al procesado, la pena solicitada por el fiscal y la circunstancia de que
registra una condena.

En el escrito de apelación federal el representante del Ministerio Público cuestiona la validez


del art. 1° de la ley 24.390 debido a que se hallaría en colisión con lo dispuesto por el art. 7°,
inc. 5°, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Al respecto aduce que bajo el
pretexto de reglamentar un tratado internacional la ley 24.390 lo ha desvirtuado, pues
"convierte una cuestión subjetiva, como es el determinar cuál plazo es razonable, en una
cuestión netamente objetiva, supeditada al simple cumplimiento de un plazo fijo".

El recurso federal resulta procedente en la medida en que se ha cuestionado la validez de una


ley nacional (24.390) por ser contraria a un tratado internacional y la decisión ha sido
contraria al derecho fundado en la última (art. 14, inc. 3°, de la ley 48), a lo que cabe agregar
que la resolución impugnada es equiparable a sentencia definitiva pues se trata de una
cuestión que reviste gravedad institucional, en tanto el criterio adoptado por el a quo
compromete la administración de justicia al afectar la forma de aplicación de la ley procesal
penal.

La Convención Americana sobre Derechos Humanos dispone en el art. 7°, inc. 5°, que "toda
persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario
autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro
de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso".

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Por su parte la ley 24.390, que se autodefine como reglamentaria del art. 7°, inc. 5°, de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 9°) determina un plazo fijo de dos años,
con una prórroga de un año y otra de seis meses para los procesados que habiendo cumplido
aquel lapso de detención en prisión preventiva no hubiesen sido juzgados en forma definitiva
(arts. 1° y 2°). Además dispone que transcurrido el plazo mencionado, se computará por un
día de prisión preventiva dos de prisión o uno de reclusión (art. 7°).

Resulta pertinente reseñar la opinión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,


desarrollada en el informe sobre el caso 10.037 de la República Argentina del 13 de abril de
1989 el que, si bien es anterior a la vigencia de la ley 24.390 resulta de significativa
importancia para el caso debido a que el mencionado organismo internacional ha fijado las
pautas que los Estados Partes deben tener en cuenta al reglamentar lo que se ha denominado
"plazo razonable de detención sin juzgamiento".

Así, consideró la Comisión que "...la determinación del plazo razonable en el derecho interno
argentino surge en cada caso de la consideración armoniosa de estas dos disposiciones -hizo
referencia al art. 379, inc. 6° y al art. 380 del Código de Procedimientos en lo Criminal
quedando librada esa consideración al criterio del juez que debe decidir en base a los
parámetros que la ley le marca taxativamente para que los valore en forma conjunta".

Cabe tener presente que el espíritu que determinó la sanción de la ley 24.390 y el fin último
por ella perseguido, surge del debate parlamentario, el que puede sintetizarse en la necesidad
de resolver la situación de los detenidos en prisión preventiva sin haber sido juzgados, los
cuales, no obstante gozar de la presunción de inocencia por no haber sido condenados,
continúan detenidos sin sentencia definitiva, más allá de lo que la Convención Americana
sobre Derechos Humanos denomina "plazo razonable de detención". En relación a este último
concepto, en la Cámara de Senadores se expresó que "el origen de la razonabilidad de este
plazo de dos años debe buscarse en el antiguo Código de Procedimientos en lo Criminal, que
establecía que la instrucción debía durar dos años".

Si bien la ley 24.390 fija plazos para la procedencia de la libertad caucionada, de ello no se
deriva que vulnere lo establecido por el art. 7°, inc. 5°, de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, puesto que la comisión no prohíbe que cada Estado Parte establezca
plazos de duración de la detención sin juzgamiento, lo que no admite es la aplicación de
aquéllos en forma automática sin valorar otras circunstancias. Así, en el informe del caso
10.037 de la República Argentina la comisión expresó que "...el Estado Parte no está obligado
(por la convención) a fijar un plazo válido para todos los casos con independencia de sus
circunstancias...quedando el concepto de plazo razonable sujeto a la apreciación de la
gravedad de la infracción, en cuanto a los efectos de establecer si la detención ha dejado de
ser razonable".

Bajo los presupuestos enunciados, este Tribunal considera que la validez del art. 1° de la ley
24.390 se halla supeditada a la circunstancia de que los plazos fijados en aquella norma no
resulten de aplicación automática por el mero transcurso de los plazos fijados, sino que han
de ser valorados en relación a las pautas establecidas en los arts. 380 y 319 del Código de
Procedimientos en Materia Penal y Código Procesal Penal, respectivamente, a los efectos de
establecer si la detención ha dejado de ser razonable.

Por los argumentos expuestos, en el caso sometido a estudio del Tribunal, el examen de las
condiciones personales del procesado, la gravedad de los hechos que se le imputan, la
condena anterior que registra -que eventualmente ha de ser unificada con la que pueda
resultar en la presenteasí como la pena solicitada por el fiscal, hacen presumir que en caso
de obtener la libertad intentará burlar la acción de la justicia, razón por la cual debe revocarse
la resolución impugnada, puesto que la interpretación efectuada por el a quo del art. 1° de la
ley 24.390 ha sido incompatible con la jurisprudencia elaborada por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos y la establecida por esta Corte en la causa "Firmenich"
(Fallos: 310:1476). Por ello, se rechaza la inconstitucionalidad del art. 1° de la ley 24.390 y se
revoca la resolución impugnada. Hágase saber y vuelva al tribunal de origen para que se dicte
nuevo fallo con arreglo a derecho.

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Barbará, Rodrigo CNCyC Sala I 2003


Delitos inexcarcelables por la escala penal:

Sumario: exención de prisión y excarcelación 3 calificación legal 3 presunciones iuris tantum


3 la <escala penal= del art. 316 CPPN 3 necesidad de pautas objetivas para dictar la prisión
preventiva 3 interpretación armónica de las normas del CPPN y de la CN.

Hechos:

A Barbará se le imputaba el delito de asociación ilícita en concurso real con otros delitos.
Debido a un cambio de calificación legal respecto de su intervención en la asociación ilícita
(la de miembro por organizador), se dispone su prisión preventiva debido a la penalidad
prevista para tal delito (escala de 5 - 10 años). La Cámara debe resolver si con la variación de
la calificación legal del delito debía mantenerse el estado de libertad o procedía la prisión
preventiva.

Decisión mayoritaria:

Argumenta que el art. 280 CPPN y las reglas de los artículos 316, 317 y concordantes deben
interpretarse armónicamente con el principio de inocencia, es decir, que dichas reglas son
presunciones iuris tantum de que el imputado intentará eludir la acción de la justicia, pero
no es una presunción iure et de iure. Con esto, interpreta que el 316 CPPN no puede ser el
único argumento para denegar la exención de prisión.

Se traslada la doctrina del fallo <Nápoli= (que se refería únicamente a los delitos
<inexcarcelables=, contemplados como excepción en el 316 CPPN) a todos los casos que
resultarían inexcarcelables por la escala penal.

Acerca de las pautas que fija el art. 316 CPPN, se ha sostenido con razón que "...la sola
sospecha de que el imputado, por el monto de pena que se espera en el caso de recaer condena
intentará eludir la acción de la administración de justicia penal, no puede justificar ningún
encarcelamiento preventivo. El Estado, para aplicar un encarcelamiento preventivo
constitucionalmente autorizado, debe probar sus presupuestos... si, por la escala penal
prevista para el delito imputado, en el hipotético caso de llegarse a una condena ésta deberá
ser de cumplimiento efectivo, entonces siempre, en la escena del proceso, el cumplimiento
será adelantado desde la sentencia definitiva hasta el auto de procesamiento, en franca
violación al principio de inocencia, dado que, además, ese encarcelamiento preventivo previsto
por el Código Procesal Penal no debe cumplir necesariamente función en la neutralización de
los peligros procesales que, según la teoría, autorizan la imposición de la prisión preventiva:
basta el monto de la pena que se espera; los peligros procesales se presumen.

Tanto o más relevantes que las condenas anteriores o procesos en trámite son las cuestiones
que hacen a su identidad, medios de vida, arraigo en el país determinado por el domicilio,
residencia habitual, asiento de la familia y de sus negocios o trabajo y las facilidades para
abandonar definitivamente el país o permanecer oculto. A estos datos objetivos, que surgen
deficientemente de los informes ambientales cuando no son efectivamente constatados in situ
luego de la información brindada por el imputado en su lugar de detención, se agregan otros
factores como, por ejemplo, los que surgen del art. 203 del Código Procesal Penal Modelo para
Iberoamérica: la importancia del daño resarcible y la actitud que el imputado adopte,
voluntariamente, frente a él y el comportamiento del imputado durante el procedimiento o en
otro procedimiento anterior, en la medida en que indique su voluntad de someterse a la
persecución penal.

En cuanto al peligro de obstaculización de la investigación la prudencia indica, como lo hace


el art. 204 del Código modelo citado, que sólo lo constituye la grave sospecha de que el
imputado destruirá, modificará, ocultará, suprimirá o falsificará elementos de prueba, o que
pueda influir para que coimputados, testigos o peritos informen falsamente o se comporten
de manera desleal o reticente o que, por estar en libertad, pueda inducir a otros a realizar
esas conductas. Estas circunstancias, que son de entidad en el curso de una investigación,

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especialmente al inicio, se van relajando a medida que nos aproximamos al cierre de la etapa
instructoria; no pueden justificarse exclusivamente en el hecho de que la investigación se
encuentra en cierre o incompleta, sino en el hecho concreto de que el imputado pueda llevar
a cabo alguna de las conductas indicadas, porque los peligros procesales no pueden
presumirse; debe haber elementos objetivos que los configuren. Así declaran la
inconstitucionalidad de la interpretación restrictiva efectuada del art. 316 CPPN.

Guerrieri, Pascual prórroga de prisión preventiva:


El 7 de julio de 2005, el Juzgado Criminal y Correccional Federal N° 4 resolvió prorrogar por
nueve meses la prisión preventiva de Julio Héctor Simón, quien ya detenido con relación a
otro proceso, había sido anotado a disposición de ese juzgado desde el 10 de julio de 2002.
Fundó esta decisión genéricamente en la complejidad y gravedad de los delitos que pesaban
en su contra y en la presunción de fuga derivada de la imposibilidad, en caso de recaer una
condena, de que la pena fuera de ejecución en suspenso.

La defensa apeló la medida aduciendo que la detención de Simón había excedido todos los
plazos legales, y por lo tanto se había tornado ilegítima. Dijo que su parte no había articulado
estrategia alguna para dilatar el trámite del proceso, que por otra parte no revestía ya la
complejidad aducida en la decisión en crisis.

Sostuvo con apoyo en los fallos "Neumeister" y "Stögmüller" del Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, que en tanto el derecho a ser juzgado en un plazo razonable o puesto en libertad
tutela el principio de inocencia resultaba incongruente supeditar la determinación de aquella
garantía a la gravedad o complejidad del delito endilgado.

Por último consideró que la "razonabilidad" a la que alude el artículo 7.5 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos había sido reglamentada en los artículos 1 y 3 de la ley
24.390 que establecía plazos de aplicación restrictiva y que una interpretación inversa, que
sostuviera que los términos de esta ley debían conjugarse con el "plazo razonable" al que se
refiere la Convención, anularía por completo la regulación que se ha intentado hacer de esa
garantía.

La Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal confirmó la decisión


recurrida con sustento en fallos de esta Corte que citó, en los que consideró que el plazo fijado
en el artículo 1 de la ley 24.390 no resultaba de aplicación automática, en tanto su
razonabilidad debía ser valorada de conformidad con las pautas que rigen la excarcelación en
el proceso penal, esto es con sujeción a las circunstancias particulares del proceso en
cuestión. En este sentido coincidió con el juez en cuanto a que las particulares dificultades
de la investigación y la gravedad de los hechos imputados justificaban la continuación de la
detención de Simón.

En el recurso extraordinario la defensa agregó a sus argumentos, que la decisión del tribunal
a quo infringía el principio de legalidad en tanto integró inadecuadamente a la ley 24.390 las
normas relativas a la excarcelación. Argumentó que el Congreso, al reglamentar el artículo
7.5 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos estimó que el encierro cautelar
resultaba razonable dentro de los plazos que fijó en la ley 24.390. Estimó, con cita de la
disidencia del juez Bossert en la causa "Estévez, José Luis" (Fallos: 320:2105) que esa exégesis
de la ley efectuada por la Cámara, en el sentido de integrar las disposiciones de la ley 24.390
con las relativas a la excarcelación, implicaba privar de efectos a dicha norma y por lo tanto
anular la garantía constitucional que allí se pretendió reglamentar. La corte establece que el
recurso es improcedente

Acosta, Jorge Eduardo CSJN Fallos 333:533


El titular interinamente a cargo del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional n° 12 de
la ciudad dispuso oportunamente prorrogar por el término de un año la prisión preventiva de
Jorge Eduardo Acosta y de Jorge Carlos Radice en la causa 1376/04. Asimismo, ordenó la

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formación de incidentes de prórroga de la prisión preventiva por cada imputado en particular


para elevarlos a su alzada.

Para decidir de esta manera tomó en cuenta que el 2 de septiembre de 2005 se dictó auto de
procesamiento con prisión preventiva con respecto a Acosta y Radice en orden a los delitos de
robo, en concurso real con extorsión reiterada (tres hechos), en concurso real con falsificación
ideológica de instrumento público, los que a su vez concurren con el delito de asociación ilícita
por el que, Jorge Eduardo Acosta se encuentra en calidad de organizador y Jorge Carlos
Radice como integrante; y que el 27 de diciembre de 2007 -luego de rechazadas las oposiciones
articuladas por las defensas- se declaró parcialmente clausurada la instrucción y se dictó el
auto de elevación a juicio de las actuaciones con respecto a varios hechos enrostrados.

A los efectos de establecer la racionalidad de la prolongación de la prisión preventiva tomó en


cuenta entre otros criterios: la complejidad de las actuaciones, la gravedad de los hechos
investigados, las condiciones personales de los imputados, la actividad procesal de las partes,
que ambos imputados se encontraban procesados con prisión preventiva por otros hechos y
en otras actuaciones, que no era posible atribuir demora al tribunal en su actividad
jurisdiccional, y que no se daban en la especie ninguno de los motivos establecidos en el art.
317 del Código Procesal Penal de la Nación para que los imputados recuperaran la libertad.

La Sala 11 de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal de esta ciudad por


unanimidad resolvió homologar las prórrogas de prisión preventivas mencionadas por el
término de un año.

Para decidir de este modo, los jueces consideraron que la resolución dietada por el juez de
primera instancia había desarrollado adecuadamente los fundamentos para decretar la
prórroga de las prisiones preventivas, pues en su criterio el plazo fijado por el art. l° de la ley
24.390 no era de aplicación automática por el mero transcurso de los tiempos establecidos.
A ello sumaron que la razonabilidad del plazo debía ser valorada Judicialmente.

Contra esa sentencia, la defensa interpuso recurso de casación. Planteó como agravios -en lo
que aquí resulta de interés- la caducidad del término legal para mantener la prisión preventiva
y la errónea interpretación de la ley 24.390, de la que también reclamó la aplicación ultractiva
de su redacción original. El recurso fue concedido.

A los efectos de fundamentar sus agravios, la defensa expresó que ni la complejidad de las
actuaciones, ni la cantidad de los hechos imputados fue lo que signó que este trámite se viera
retardado, sino que fue la actuación de los órganos jurisdiccionales la que lo provocó.

La Sala II de la Cámara Federal de Casación Penal al conocer en la impugnación reseñada,


resolvió -por mayoría- hacer lugar parcialmente al recurso de casación de la defensa, revocó
la resolución cuestionada en el recurso y dispuso la libertad de Acosta y Radice bajo caución
personal suficiente para asegurar sus comparecencias en juicio.

Para decidir de esta manera se tuvo en cuenta que el objeto sometido a estudio es la prórroga
de la prisión preventiva dispuesta respecto de los imputados Acosta y Radice en las
investigaciones antes aludidas que integran tanto las extensiones oportunamente
convalidadas por la Cámara Federal, como el pedido de ratificación de una nueva prolongación
presentada ante esta casación por el tribunal de juicio.

Concluyó que el examen sobre la duración de la prisión preventiva presupone la existencia de


los motivos que legitiman la presunción; pero su prolongación no puede justificarse en la
gravedad de los hechos, la intensidad de la pena amenazada y las consideraciones derivadas
de la importancia y complejidad o voluminosidad del proceso.

Destacó que son las autoridades locales las encargadas de valorar la pertinencia o no de las
medidas cautelares e indicó que tales restricciones deben contar con fundamentos
suficientes.

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Contra la decisión del Tribunal casatorio, el Fiscal General ante la Cámara Federal de
Casación Penal interpuso recurso extraordinario que fue concedido y mantenido ante esta
instancia por el Procurador General de la Nación.

El recurso extraordinario concedido resulta formalmente admisible, en tanto se ha impugnado


la inteligencia asignada al art. 1 de la ley 24.390, en cuanto reglamenta la garantía del del
plazo razonable de duración de la prisión preventiva consagrada en el art. 7.5 de CADDHH,
la resolución recurrida es contraria a la exégesis propuesta por la parte, y se discute el alcance
de normas federales que a su vez se vinculan con el cumplimiento de clausulas
convencionales cuyo incumplimiento podría generar responsabilidad internacional del
Estado. Por consiguiente la sentencia es equiparable a definitiva pues podría llegar a
comprometer el desarrollo posterior de la investigación por delitos contra la humanidad, cuya
obligación de investigar, perseguir y eventualmente condenar ha sido asumida por el Estado
argentino.

La cámara federal de casación penal por unanimidad sostuvo que la normativa aplicable al
caso era el texto de la ley 24.390 (la prisión preventiva no podrá ser superior a dos años, sin
que se haya dictado sentencia. No obstante cuando la cantidad de delitos atribuidos al
procesado o la evidente complejidad de la causa hayan impedido el dictado de la misma en el
plazo indicado, éste podrá prorrogarse por un año más, por resolución fundada, que deberá
comunicarse de inmediato al tribunal superior que correspondiere para su debido contralor).
Que este punto no fue recurrido y por lo tanto se encuentra firme, restando por desentrañar
entonces la interpretación, alcance e inteligencia que corresponde darle a esta normativa, en
cuyo texto también se funda sus agravios el ministerio público.

La interpretación literal de la conjunción de los arts. 1 y 3 de la ley 24.390 en su actual


redacción, seria inadmisible frente a la CN (convención americana) y a la jurisprudencia
reiterada de la CIDDHH, pues dejaría de existir cualquier criterio rector sobre la materia,
dejando caer en saco roto la letra del art.7.5 de la CADDHH.

Convergen en estos supuestos delitos con multiplicidad de resultados graves y en concursos


reales plurales, cuestiones de hecho y de derecho que deben valorarse para decidir acerca del
plazo de prisión preventiva en cada caso. Como cuestiones de hecho:

La complejidad del caso


Los obstáculos que pueden oponerse a la investigación
La edad, condiciones físicas y mentales de la persona
El menor rigor de algunas privaciones de la libertad, en casos de beneficio de detención
domiciliaria
El grado de avance de la causa (si está próximo a juicio oral)
La enorme cantidad de obstáculos con que ha chocado el juzgamiento de estos delitos,
que permanecieron impunes durante décadas, lesionando la seguridad y vivencia
colectiva.

Corresponde que se analice nuevamente la prórroga de prisión preventiva cuestionada en


orden a los parámetros establecidos en el presente a los efectos de establecer su
razonabilidad. Se declara procedente el recurso extraordinario y se revoca la sentencia
apelada.

Loyo Fraire, Gabriel Eduardo por estafa reiterada:


El Tribunal Superior de Justicia de la provincia de Córdoba resolvió rechazar el recurso de
casación deducido por la Defensa del imputado contra el auto que rechazó el cese de la prisión
preventiva impuesta por medio de la sentencia por la que fue condenado a la pena de cuatro
años y tres meses de prisión. Contra esa determinación se interpuso recurso extraordinario
federal.

La CSJN se remitió al dictamen de la Procuración General de la Nación e hizo lugar al recurso


extraordinario federal. En su dictamen, la PGN sostuvo que la mera circunstancia de que se

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haya dictado sentencia de condena en primera instancia (recurrida) no es fundamento


suficiente para mantener la prisión preventiva mientras se resuelven los recursos contra la
condena. En ese sentido, sostuvo lo siguiente: <[n]o pierdo de vista que en el sub examine […]
se dictó sentencia de condena que, aunque no se encuentre firme, constituye una decisión
sobre el fondo que, como tal, goza de una presunción de acierto que incide desfavorablemente
en cuanto al riesgo de fuga. Sin embargo, estimo que ese pronunciamiento, aun así, no priva
de significación a aquella omisión del a quo, desde que el encarcelamiento no deja de ser
cautelar, y entonces la decisión debe contener la motivación suficiente que permita evaluar si
se ajusta a los requisitos impuestos por la Corte Interamericana [de] Derechos Humanos,
entre ellos, el de necesidad, en el sentido de que sean absolutamente indispensables para
conseguir el fin deseado y que no exista une medida menos gravosa respecto al derecho
intervenido entre todas aquellas que cuentan con la misma idoneidad para alcanzar el objetivo
propuesto […]=.

La corte hace lugar a la queja, declara procedente el recurso extraordinario y deja sin efecto
la sentencia apelada.

Díaz Bessone, Fallo plenario Camara Nacional de Casación Penal año 2008
El fallo resolvió:

DECLARAR como doctrina plenaria que no basta en materia de excarcelación o eximición de


prisión para su denegación la imposibilidad de futura condena de ejecución condicional, o
que pudiere corresponderle al imputado una pena privativa de la libertad superior a ocho
años (arts. 316 y 317 del C.P.P.N.), sino que deben valorarse en forma conjunta con otros
parámetros tales como los establecidos en el art. 319 del ordenamiento ritual a los fines de
determinar la existencia de riesgo procesal.

En este punto votaron a favor: (10) Riggi, Ledesma, Tragant, Hornos, Michell, González
Palazzo, Hergott, David, Mitchell, Fégoli.

En contra: (3) Catucci, Madueño, Basavilbaso. Estos, entendieron que BASTA en materia de
excarcelación para su denegación la imposibilidad de futura condena de ejecución
condicional, o que pudiere corresponderle al imputado una pena privativa de la libertad
superior a ocho años.

RECHAZAR el recurso de inaplicabilidad de ley interpuesto por el Dr. Rafael Sarmiento en su


carácter de defensor de R. G. Diaz Bessone (art. 11 de la ley 24.050).

No basta en materia de excarcelación o eximición de prisión para su denegación la


imposibilidad de futura condena de ejecución condicional, o que pudiere corresponderle al
imputado una pena privativa de la libertad superior a ocho años (arts. 316 y 317 del C.P.P.N.),
sino que deben valorarse en forma conjunta con otros parámetros tales como los establecidos
en el art. 319 del ordenamiento ritual a los fines de determinar la existencia de riesgo
procesal".

El señor juez doctor Pedro R. David dijo: La cuestión a dilucidar, según quedara determinado
en el temario, se centra en despejar la incógnita de "si en materia de excarcelación o eximición
de prisión basta, para su denegación, la imposibilidad de futura condena condicional o que
pudiere corresponderle al imputado una pena privativa de la libertad superior a ocho (8) años
(arts. 316 y 317 del C.P.P.N.); o si, pese a ello, pueden otorgarse ante la comprobada
inexistencia de riesgo procesal: peligro de fuga o de entorpecimiento de la investigación (art.
319 del C.P.P.N.)".

Lleva razón Cafferata Nores al afirmar que lo que realmente importa al imputado es estar en
libertad y que los nombres, las cauciones y hasta las obligaciones que se le imponen son
asuntos accesorios, por cuanto, por más sujeciones o instrucciones que se deban acatar, la
situación no es la de encarcelamiento -la más (caucionada) de las libertades será siempre
libertad-. Así planteado, libertad y encarcelamiento se presentan como anverso y reverso de
una sola moneda, las dos caras posibles de una misma realidad. El meollo del problema reside

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en resolver cuándo el sujeto sometido a proceso deberá esperar la sentencia encarcelado, en


qué casos podrá hacerlo en libertad y cuáles son los criterios a tener en cuenta para resolver
el asunto

PRINCIPIOS RECTORES:

El fundamento constitucional básico que debe iluminar al intérprete en la materia que viene
a estudio es que la ley fundamental impide que se trate como culpable a la persona a quien
se le atribuye un hecho punible, mientras el Estado, por medio de los órganos judiciales
establecidos para exteriorizar la voluntad en esta materia, no pronuncie la sentencia penal
firme que declare su culpabilidad y lo someta a una pena.

Ello es así, por cuanto el artículo 18 de la Constitución Nacional dice que "nadie puede ser
penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso". Esto de que nadie será
penado sin juicio previo ha dado pie a que se le asigne a la llamada presunción de inocencia
jerarquía constitucional. El argumento sería éste: puesto que sólo después de un juicio
alguien puede ser declarado culpable, previo a ese momento toda persona debe recibir el trato
de inocente.

Así se ha pronunciado nuestro más Alto Tribunal, señalando "que cuando el art. 18 de la C.N.
dispone categóricamente que ningún habitante de la Nación será penado sin juicio previo,
establece el principio de que toda persona debe ser considerada y tratada como inocente de
los delitos que se le imputan hasta que en un juicio respetuoso del debido proceso se
demuestre lo contrario mediante una sentencia firme.

Como correlato de este estado de inocencia, surge el derecho de la persona a gozar de libertad
durante el proceso, que tiene jerarquía constitucional.

Sin embargo, "los derechos de cada persona están limitados por los derechos de los demás,
por la seguridad de todos y por las justas exigencias del bien común, en una sociedad
democrática (art. 32 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, Pacto de San
José de Costa Rica); y el derecho a la libertad durante el proceso está condicionado a las leyes
que reglamentan su ejercicio"-

Sucede que es propio ya del concepto de política criminal la tensión entre interés en la libertad
y el interés en la persecución y para conseguir un equilibrio entre ambos se trata de llegar
efectivamente a una síntesis dialéctica.

Resulta que, "si bien es cierto que existe un derecho constitucional a la libertad durante el
trámite del proceso penal no lo es menos que ese derecho (como todos) no es absoluto; ello
significa que los habitantes gozan de él, conforme las leyes que lo reglamentan; el Estado
puede reglamentarlo en función de una legítima finalidad: la de evitar que el individuo
sometido a proceso eluda la acción de la justicia, sea impidiendo u obstaculizando la
investigación del hecho o no cumpliendo la eventual pena que se imponga.

En este entendimiento, "el derecho de gozar de libertad hasta el momento en que se dicte la
sentencia de condena no constituye una salvaguardia contra el arresto, detención o prisión
preventiva, medidas cautelares éstas que cuentan con respaldo constitucional" (Fallos:
305:1022).-

Entonces, específicamente la prisión preventiva "consiste en la restricción coactiva de la


libertad ambulatoria de una persona, y esa restricción de naturaleza cautelar se aplica sobre
una persona que, por imperio del art. 18 de la Constitución Nacional, goza del estado de
inocencia hasta tanto una sentencia final y dictada con autoridad de cosa juzgada no lo
destruya declarando su responsabilidad penal".

El respeto debido a la libertad individual 3ha dicho la Corte- no puede excluir el legítimo
derecho de la sociedad a adoptar todas las medidas de precaución que sean necesarias no
sólo para asegurar el éxito de la investigación sino también para garantizar, en casos graves,
que no se siga delinquiendo y que no se frustre la ejecución de la eventual condena por la
incomparecencia del reo.

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Se trata, en definitiva de conciliar el derecho del individuo a no sufrir persecución injusta con
el interés general de no facilitar la impunidad del delincuente, pues la idea de justicia impone
que el derecho de la sociedad a defenderse contra el delito sea conjugado con el del individuo
sometido a proceso, en forma que ninguno de ellos sea sacrificado en aras del otro.

Ahora bien, en virtud de los Pactos Internacionales incorporados a la Constitución Nacional


(art. 75, inc. 22), "la prisión preventiva solo puede tener carácter excepcional, como lo
establece expresamente el art. 9.3 del PIDCyP al disponer que "la prisión preventiva no puede
ser la regla general". En la CADH, en cambio, esta conclusión no está expresada de modo tan
claro, aunque puede tomarse como indicio argumental en favor de ella el orden de los incisos
del art. 7, que regula el derecho a la libertad personal, pues allí el derecho aparece
mencionado antes que las restricciones=.

Asimismo, el art. 6.1 de las "Reglas Mínimas de las Naciones Unidas sobre las medidas no
privativas de la libertad (Reglas de Tokio)", establece que "en el procedimiento penal sólo se
recurrirá a la prisión preventiva como último recurso, teniendo debidamente en cuenta la
investigación del supuesto delito y la protección de la sociedad y de la víctima".

También el art. 280 del Código Procesal Penal de la Nación afirma el carácter excepcional de
las medidas de restricción, señalando que "la libertad personal sólo podrá ser restringida, de
acuerdo con las disposiciones de este Código, en los límites absolutamente indispensables
para asegurar el descubrimiento de la verdad y la aplicación de la ley=

Macchieraldo, Ana María Luisa. Cámara Nacional de Casación Penal. Año 2004

Unidad VIII:

Fallo Arana, Juan Carlos s/ Excarcelación (año 1995):


La Cámara de Apelaciones de Rosario había confirmado la prisión preventiva del actor,
imputado del delito de tráfico de drogas.

El recurso de queja de la defensa fue admitido por la CSJN, que sin embargo confirmó la
prisión preventiva (denegó la excarcelación) por unanimidad, debido a la gravedad del delito
imputado, la cual había sido tenida en cuenta por el legislador para excluir del régimen
general de excarcelación a los imputados por este delito.

La CSJN repitió la doctrina que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos esbozara


en el Informe al caso "Firmenich". Así, reiterando la doctrina, ya explicitada del no plazo,
afirmó que la duración máxima de la prisión preventiva no podía restringirse a un plazo fijo,
sino que debía analizarse caso por caso, para lo cual las circunstancias previstas por el
artículo 380 del anterior Código Procesal Penal de la Nación para denegar la excarcelación
servían para determinar cuándo el límite máximo de la prisión preventiva había sido
alcanzado y cuándo no, computando para esa valoración, de modo muy particular, la
gravedad de la infracción.

Fallo Nápoli, Erika s/ Prisión preventiva (año 2003):


La mujer estaba imputada como partícipe secundario en el delito de supresión de identidad
de un menor de diez años de edad y se hallaba en prisión preventiva por decisión de la
Cámara.

Al impugnar la prisión preventiva, la defensa argumentó que no se la mantenía en prisión


para evitar la turbación del proceso ni por el peligro de fuga 3que son los fundamentos de
toda prisión preventiva3 sino por la repulsa social del delito imputado, que fue tenida en
cuenta por el legislador para excluir del régimen general de excarcelación a los autores,
coautores y partícipes en ese delito.

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La CSJN acogió este planteo y dejó sin efecto la prisión preventiva. El voto coincidente del Dr.
Fayt agregó la propuesta de declarar inconstitucional el artículo de la ley que excluía del
régimen general de excarcelación a los imputados por ese delito, por constituir esto una pena
anticipada a quienes aún no han sido condenados. O sea que la decisión fue en sentido
opuesto al del caso anterior.

Fallo Hernández s/recurso de casación:


La Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal revocó la decisión del juez de grado que había
declarado la inconstitucionalidad del art. 171, ap. 2°, inc. f, del Código Procesal local (texto
según ley 12.405) y concedido la excarcelación a Guillermo Alberto Hernández bajo caución
juratoria. Contra dicho pronunciamiento la defensa del imputado dedujo recurso de casación
que fue rechazado porque la decisión impugnada no era equiparable a sentencia definitiva,
circunstancia que determinó la interposición de los recursos de inconstitucionalidad y de
inaplicabilidad de ley, los cuales fueron desestimados por la Suprema Corte de Justicia
provincial.

Los recursos presentados ante el máximo tribunal de la jurisdicción provincial se fundaron


en la vulneración al derecho a la libertad (art. 14 de la Constitución Nacional) y en la
afectación de las garantías del juicio previo, del debido proceso y de la presunción de inocencia
(art. 18 de la Constitución Nacional) dado que la cuestionada norma procesal, en tanto
frustraba la viabilidad de la excarcelación respecto de imputaciones por delitos cometidos con
violencia en las personas, desdibujaba la naturaleza cautelar de la prisión preventiva para
transformarla en una pena anticipada.

Es reiterada la decisión de la Corte que deniega la excarcelación, en tanto restringe la libertad


del imputado con anterioridad al fallo final de la causa ocasionando un perjuicio que podría
resultar de imposible reparación ulterior, es equiparable a sentencia definitiva por afectar un
derecho que requiere inmediata tutela en la medida en que se halle involucrada en el caso
alguna cuestión federal.

la limitación de la libertad personal durante el proceso motivada en el reproche o en la repulsa


social de ciertas conductas, por más aberrantes que puedan ser, como remedio tendiente a
combatir el auge de determinada delincuencia ante la necesidad de mayor protección de
determinados bienes jurídicos, importa alterar arbitrariamente los ámbitos propios de las
distintas esferas constitucionales para el ejercicio de prerrogativas legisferantes y desvirtúa
la naturaleza cautelar de la prisión preventiva al convertirla en una verdadera pena
anticipada, pues la aspiración social de que todos los culpables reciban pena presupone,
precisamente, que se haya establecido previamente esa calidad"

Se declara procedente el recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada.


Devuélvanse las actuaciones a la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires
para que, por quien corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento conforme a lo resuelto
en el presente.

Unidad IX y X:
Fernandez Prieto, Carlos Alberto CSJN Fallos 321:2947

En mayo de 1992, agentes de la policía de la provincia de Buenos Aires interceptaron por


actitud sospechosa el auto en el que viajaba Fernández Prieto junto a dos personas. Los
agentes solicitaron a los pasajeros que descendieran. Según el acta policial, en el baúl del
vehículo se encontró un paquete con marihuana y un revólver calibre 32 con diez proyectiles
y 30 vainas. Además, en el asiento que ocupaba Fernández Prieto se hallaron cinco paquetes
con marihuana, una pistola calibre 22 con 8 proyectiles, un cargador y dos pistoleras.

Los agentes detuvieron a las tres personas y, en junio de ese año, el juzgado dictó la prisión
preventiva de Fernández Prieto.

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Cuatro años después, lo condenó a la pena de cinco años de prisión por el delito de transporte
de estupefacientes.

Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso de apelación. Entre otras cuestiones,
planteó la nulidad de la requisa realizada sin orden judicial. La Cámara Federal de
Apelaciones de Mar de Plata desestimó el recurso y confirmó la condena.

Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso extraordinario federal que, denegado,
motivó la presentación de un recurso de queja.

Finalmente, en 1998 la Corte Suprema de Justicia de la Nación rechazó la impugnación y


confirmó la sentencia.

Fernández Prieto estuvo privado de su libertad por dos años, ocho meses y cinco días.

Tumbeiro:
En enero de 1998, Tumbeiro fue interceptado en la vía pública por agentes de la Policía
Federal Argentina para que acreditase su identidad. Los agentes le pidieron que subiera al
patrullero para comprobar sus datos y, una vez allí, le solicitaron que vaciara sus bolsillos,
que se bajara los pantalones y ropa interior y que mostrara sus pertenencias.

Durante la espera para corroborar la existencia de antecedentes penales, los policías se


percataron de que Tumbeiro tenía una sustancia similar a la cocaína y, por ese motivo,
procedieron a su detención. En el acta de procedimiento se consignó que Tumbeiro presentaba
una actitud sospechosa dada por un estado de nerviosismo y por la forma en que se
encontraba vestido, que no condescendía con la vestimenta de la gente del lugar.

En agosto de ese año fue condenado a la pena de año y seis meses de prisión en suspenso
por el delito de tenencia de estupefacientes. Contra esa decisión, interpuso un recurso de
casación.

Entre otras cuestiones, solicitó que se dictara la nulidad del acta de secuestro por considerar
que no había existido un grado de sospecha suficiente que diera lugar a una requisa sin orden
judicial.

En 1999 la Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal hizo lugar al recurso y lo absolvió.
Contra esa sentencia, la fiscalía interpuso un recurso extraordinario federal.

En el año 2002 la Corte Suprema de Justicia de la Nación hizo lugar a la impugnación, revocó
la decisión y ordenó que se emitiera un nuevo pronunciamiento.

El tribunal estimó que no se advertía ninguna irregularidad en el procedimiento, que la


sentencia recurrida había ignorado la legitimidad de lo actuado en prevención del delito y que
había omitido valorar el nerviosismo del imputado. Tumbeiro nunca estuvo privado de su
libertad, salvo el día de su detención.

En mayo de 2006, el juzgado de ejecución resolvió dar por cumplida su condena.

Fallo Monzón:
En este precedente judicial que dictaminó la CSJ de la Provincia de Santa Fe, la cuestión
verso sobre la problemática si, de acuerdo con nuestra ley procesal, las personas jurídicas
pueden constituirse como querellantes dentro del proceso penal solamente en los casos que
lo habilita la ley expresamente o en todos.

De los hechos se desprende que la empresa <Terminar 6 SA= imputo penalmente a Raul
Alfredo Monzon y otros, representantes sindicales, por el delito de usurpación por actos
turbatorios.

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Dentro de este proceso, la empresa, dedujo incidente de constitución como parte querellante,
que fue rechazado tanto por la Primera, como por la Segunda Instancia. Contra esta última
sentencia, la persona jurídica deduce su recurso de inconstitucionalidad.

Corte: se sometieron las cuestiones de si era admisible el recurso interpuesto, si era


procedente y en consecuencia que resolución correspondía dictar.

Admitiendo el recurso como procedente y por un fallo que no fue unánime, la corte se
pronunció por la revocación de las sentencias anteriores, fallando a favor de las personas
jurídicas se pueden constituir como querellantes en el proceso penal de acuerdo a
nuestra ley ritual.

Fallo Szmilowsky:
En el caso "Szmilowsky" la Corte convalidó la requisa policial practicada respecto de una
persona que se mostró nerviosa cuando le fue requerida identificación.

Hechos: Tomás Szmilowsky fue demorado por la policía en estas circunstancias: se


encontraba acompañado de otra persona a las 21hs. en la intersección de las calles Lezica y
Pringles de la Capital Federal. Cuando los agentes se acercaron a Szmilowsky para solicitarle
identificación, notaron que este se puso nervioso. Este estado de nerviosismo llevó a la policía
a requisarlo y halló en sus ropas la cantidad de 10 grs. de marihuana.

El juez de primera instancia declaró la nulidad de esta requisa realizada sin orden judicial
por considerarla infundada, esto es, que no estaba motivada en sospecha fundada de que en
sus ropas se escondía un elemento relacionado con un delito y que tampoco habían existido
razones de urgencia que impidieran solicitar orden del juez; y sobreseyó a Szmilowsky.

El fiscal apeló esta decisión y el caso llegó a la Corte quien debía decidir si la confirmaba o
no.

Decisión de la Corte:La Corte con cita de jurisprudencia norteamericana que convalida


las detenciones y requisas practicadas por la policía sobre la base de una sospecha, consideró
que esta inspección era fundada porque la policía había actuado con base en una razonable
sospecha que fue corroborada con el posterior hallazgo de droga. En consecuencia, revocó la
resolución y ordenó continuar el proceso penal (Voto de los jueces Nazareno, Moliné
O´Connor, López, Vázquez y Belluscio Los jueces Petracchi y Fayt votaron en disidencia y
rechazaron el recurso interpuesto por el fiscal por considerar que era improcedente.
Boggiano, y Maqueda se abstuvieron).

Comentario: Con este fallo, la Corte confirmó el camino comenzado en el año 1998 en el caso
<Fernández Prieto=. Es esto preocupante dado que por esta decisión el Estado Argentino fue
denunciado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. De este modo, por
pronunciamientos como el comentado podrían comprometer la responsabilidad internacional
del Estado.

Fallo Peralta:
Hechos:

Los actores dedujeron demanda de amparo contra el Estado Nacional y el Banco Central de
la República Argentina y peticionaron la declaración de inconstitucionalidad del decreto
36/90 en cuanto dispuso que la devolución de los depósitos a plazo fijo que excediesen de
determinada cantidad, fuesen abonados con títulos de la deuda pública.

El juez de primera instancia rechazó la acción.

La Cámara revocó lo decidido. Interpuesto recurso extraordinario federal, la Corte Suprema


de Justicia de la Nación dejó sin efecto la sentencia apelada.

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Fallo Cabral:
Cabral fue sorprendido en la vía pública por la policía al momento de bajar de un taxi, (el fallo
no menciona a qué hora del día ocurrieron estos eventos). Tenía en su poder dos cajas de
cartón con inscripciones que indicaban que se trataba de equipos de computación. Los
policías le hicieron preguntas sobre el origen de la mercadería, preguntas que al parecer
fueron respondidas por Cabral mediante evasivas y contradicciones. Esa conducta
sospechosa determino su detención y traslado hacia una seccional.

Según relata el fallo, en el trayecto "Cabral habría manifestado espontáneamente a los policías
que esos equipos, junto con otros que poseía en un departamento..., los había adquirido en
un bar. de la zona del bajo a una persona que los traía del puerto, y que al momento de ser
detenido iba a venderlos a otra que tenía contactos con una empresa de computación a cien
dólares cada uno".

Sobre la base de ese dato se le requirió al juez interviniente una orden de allanamiento del
mencionado departamento.

El juez expidió la orden, procediéndose allí al secuestro de un visor de computación. Ese


material secuestrado, así como el que se le incautara a Cabral en oportunidad de su
detención, dio pie a su condena por el delito de encubrimiento de contrabando. Si bien el fallo
no lo aclara, es de suponer que en esa condena pesaron también los dichos "espontáneos" de
Cabral al ser detenido, relativos al origen de los equipos en su poder y a su planeada
comercialización.

La condena dictada respecto de Cabral fue recurrida por su defensor hasta la Corte Suprema.
El planteo constitucional se basó en la violación de la garantía de la defensa en juicio.

El defensor invoca que se estaba transgrediendo el art. 316 del Código de Procedimientos en
materia Penal entonces vigente, en cuanto disponía que la confesión hecha ante la autoridad
policial "carecerá de valor probatorio y no podrá ser usada en la causa". Argumento así que
el allanamiento domiciliario dispuesto se originaba en lo manifestado por Cabral ante los
policías, lo cual equivalía a "usar en la causa" su ilegítima confesión.

La Corte desestimo el recurso en un breve pronuncia-miento. Dijo que el procedimiento


policial no se había originado en una declaración alcanzada por el referido art. 316 (siempre
del Código anterior), sino en un dato aportado por Cabral al personal que lo conducía hacia
la Comisaría.

El Alto Tribunal indico entonces que: ...La mera comunicación de ese dato, en la medida que
no sea el producto de coacción, no es un indicio que deba desecharse de la investigación
criminal, pues lo contrario llevaría a sostener... que la restricción procesal antes mencionada
impide a los funcionarios investigar las pistas que pudieran surgir de esa comunicación. De
igual manera, la Corte remarco que no se advertía que la manifestación de Cabral a la policía
hubiese sido el fruto de un acto de coacción, no existiendo en la causa indicios, ni informes
médicos en tal sentido.

Jofré, Teodora: Irretroactividad de la ley penal, ley más benigna-


Definido el momento de comisión del hecho como el del inicio de la actividad voluntaria,
corresponde aplicar la ley vigente en ese momento, salvo que la ley posterior fuese más
benigna, por lo que corresponde aplicar la redacción del art. 146 del Código Penal, según
texto de la ley 11.179, pues la aplicación de la ley 24.410 efectuada por el a quo, resulta
violatoria del principio de irretroactividad de la ley penal establecido en el art.
18 de la Constitución Nacional. Disidencia de los Dres. Augusto César Belluscio y E. Raúl
Zaffaroni

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