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Unidad I:
La medida la tomó la Corte en autos "Quiroga, Edgardo Oscar s/ causa N° 4302" al hacer
lugar al recurso interpuesto por el Ministerio Público Fiscal que había solicitado la nulidad
de la resolución del juez de instrucción que ante el pedido de sobreseimiento por parte del
fiscal resolvió remitir el sumario al Fiscal General ante la Cámara de Apelaciones para que
apartara al Agente Fiscal y desinsaculara un nuevo representante del Ministerio Público.
El Fiscal General argumentó que el mentado artículo 348 había sido derogado tácitamente en
virtud de lo dispuesto por el artículo 120 de la Constitución Nacional y los artículos 1 y 76 de
la Ley Orgánica del Ministerio Público solicitando en consecuencia la nulidad del auto por el
que el juez elevó la causa en consulta y de todos los actos posteriores practicados en su
consecuencia.
Arribada la queja a la Corte, el tribunal señaló que "aun cuando se pueda sostener que los
fiscales cumplen, materialmente, una función judicial, en tanto, al igual que los jueces,
aspiran a que el proceso finalice con una sentencia justa, lo hacen desde posiciones
procesales diversas, y el ejercicio efectivo de la misión que a cada uno de ellos le compete se
excluye recíprocamente: ni el fiscal puede juzgar ni el juez puede acusar" .
Por ello reafirmaron que el 120 de la Constitución Nacional en cuanto se refiere al Ministerio
Publico "supone no sólo independencia del Poder Ejecutivo, sino también del Poder Judicial,
como correlato de una concepción dentro de la cual sólo dicha independencia permite
estructurar un procedimiento penal en el que las garantías de la defensa en juicio y la
imparcialidad del tribunal no estén en discusión".
Añadieron al respecto que el deber del Ministerio Público de actuar "en coordinación con las
demás autoridades de la República" no puede ser convertido en subordinación, a riesgo de
neutralizar el sentido mismo de su existencia.
En cuanto a la posición sostenida por la cámara de casación, según la cual el Poder Judicial
es el que debe "controlar" el ejercicio que de la legalidad hace el Ministerio Público, es la que
conduce, finalmente, a admitir la consecuencia extrema de que en el debate la imputación
provenga, en definitiva, del propio tribunal que debe juzgar sobre su admisibilidad,
advirtieron.
De esta forma resolvieron que "la necesidad de asegurar la independencia funcional del
Ministerio Público Fiscal" consagrada en el art. 120 de la Constitución Nacional impone
declarar la inconstitucionalidad del art. 348, segundo párrafo, primera alternativa, del Código
Procesal Penal de la Nación.
La medida contó con los votos de Enrique Santiago Petracchi - Augusto Cesar Belluscio (en
disidencia)- Carlos S. Fayt (según su voto)- Antonio Boggiano (según su voto)- Juan Carlos
Maqueda (según su voto)- E. Raul Zaffaroni (según su voto) - Elena I. Highton De Nolasco.
Que el planteo de nulidad del auto de elevación en consulta formulado por el agente fiscal fue
rechazado por la sala A de la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario. El recurso de
casación interpuesto contra dicha decisión fue declarado inadmisible por la sala 1ª de la
Cámara Nacional de Casación Penal, y ello dio origen al recurso extraordinario cuya
denegación motiva esta queja.
A este respecto, en la decisión apelada se afirma que el art. 348 establece "una excepción al
principio acusatorio (a la vez que es una muestra del procedimiento mixto instaurado), en
tanto autoriza al juez de instrucción a requerir la intervención de la Cámara de Apelaciones
si no estuviese de acuerdo con el sobreseimiento instado por el agente fiscal, no se opone a la
garantía implícita del debido proceso ni a la independencia funcional y orgánica del Ministerio
Público (art. 120 Ver Texto CN.), que asegura a los habitantes de la Nación un juicio previo
en el que las funciones de acusar y juzgar se encuentren manos de órganos diferentes. Ello
es así tan pronto se advierta que el sumario es un procedimiento breve de recolección de
pruebas con un restringido control de partes, y que, en todo caso, debe estarse a la prueba
que en definitiva surja del debate, que es el juicio contradictorio en sentido estricto. Y que,
por lo tanto, los actos cumplidos durante dicha instrucción preparatoria del juicio no pueden
dar base a la sentencia sino a una acusación o, en su caso, al sobreseimiento, razón ésta que,
sumada a la imposibilidad de apertura del proceso de forma oficiosa, convierte al recordado
art. 348 sólo en la herramienta puesta en manos de los jueces para asegurar la vigencia del
principio de oficialidad en la persecución penal que consagra nuestra legislación" (sin destacar
en el original). Respecto del art. 120 Ver Texto CN. el a quo sostuvo que "...la única conclusión
válida que con referencia al tema analizado cabe extraer del art. 120 CN. reside en el hecho
de que a partir de la promulgación de las reformas introducidas... los miembros del Ministerio
Público se desprendieron de la dependencia del Poder Ejecutivo Nacional...".
Que, por su parte, en el recurso extraordinario ante esta Corte el fiscal general sostuvo que
la decisión de la Cámara de Casación incurrió en un arbitrario rigorismo formal al examinar
los requisitos de admisibilidad del recurso y en una errónea interpretación del art. 120 CN. y
de la ley 24946. Según el apelante, la regla establecida en el art. 348 CPPN. configura una
violación al principio ne procedat iudex ex officio. Al permitir -afirma- que el tribunal
encargado de dirimir el pleito se entrometa en la función requirente, que se encuentra en
cabeza del Ministerio Público, se llega a la pérdida de toda posibilidad de garantizarle al
imputado un proceso donde sea juzgado por un órgano imparcial que se encuentre totalmente
ajeno a la imputación y, de este modo, se viola la garantía de imparcialidad y defensa en
juicio. Asimismo, la utilización del procedimiento de "consulta" desconoce la autonomía
funcional del Ministerio Público Fiscal, como titular de la acción penal pública.
Que el art. 348 párr. 2º CPPN. establece: "El juez dictará el sobreseimiento si estuviera de
acuerdo con el requerido. De lo contrario, sea que no esté de acuerdo con el sobreseimiento
pedido por el fiscal o sea que sólo el querellante estimara que debe elevar la causa a juicio,
dará intervención por seis días a la Cámara de Apelaciones. Si ésta entiende que corresponde
elevar la causa a juicio, apartará al fiscal interviniente e instruirá en tal sentido al fiscal que
designe el fiscal de Cámara o al que siga en orden de turno". A su vez, el art. 120 CN. consagra
al Ministerio Público como "órgano independiente con autonomía funcional". Por su parte, el
art. 1 de la ley 24946 señala que sus funciones serán ejercidas "en coordinación con las demás
autoridades de la República" (conf. art. 120 Ver Texto CN.), pero "sin sujeción a instrucciones
o directivas emanadas de órganos ajenos a su estructura".
Que de acuerdo con la interpretación que el Ministerio Público hace de las normas
mencionadas, el llamado "procedimiento de consulta", en el cual las discrepancias entre el
Lo que se discute en el caso no es que sean los jueces quienes decidan dentro de su
jurisdicción apelada que no existen elementos que justifiquen un debate, sino si pueden ser
quienes resuelvan de oficio lo contrario, impulsar la acción penal, no sólo en contra del fiscal
sino también del imputado.
Que siendo el fiscal quien tiene la tarea de acusar, si el acusador declina la prosecución del
proceso, el juzgador no puede suplantarlo en su rol sin romper el juego de equilibrio entre
partes, resignando la imparcialidad y afectando las garantías que la Constitución Nacional y
la ley consideran vigentes desde la imputación.
Aun cuando se pueda sostener que los fiscales cumplen, materialmente, una función judicial,
en tanto, al igual que los jueces, aspiran a que el proceso finalice con una sentencia justa, lo
hacen en posiciones procesales diversas, y el ejercicio efectivo de la misión que a cada uno de
ellos les compete se excluye recíprocamente; ni el fiscal puede juzgar ni el juez puede acusar.
De otro modo durante la instrucción el imputado debe defenderse no sólo de quien lo acusa,
sino también de quien decide, y de quien debería poder esperar independencia de criterio.
No puede haber ninguna duda en cuanto a que la introducción del art. 120 CN. sustrae al
Ministerio Público del control de cualquiera de los poderes del Estado, en virtud de su
autonomía, pero que ello no significa "falta de control". Ello es así, porque, más allá del control
jurisdiccional que se ejerce en el marco de un proceso, la ley 24946 prevé controles internos
del Ministerio Público y porque los fiscales no se encuentran exentos de ser sancionados por
las posibles violaciones en las que pudieran incurrir por su calidad de funcionarios públicos.
Por ello la intervención de las Cámaras de Apelaciones "ordenando" que se produzca la
acusación no sólo pone en tela de juicio la imparcialidad del tribunal, sino que incluso avanza
más allá del ámbito de sus competencias, cuando al decidir el apartamiento de las causas
Que conforme a lo manifestado se debe concluir que la decisión del tribunal de alzada al
interpretar el párr. 2º del art. 348 CPPN. vulnera la autonomía funcional de los fiscales
consagrada en el art. 120 CN., al conceder a los jueces una facultad que la propia Constitución
les veda, toda vez que posibilita que éstos puedan determinar el contenido de los actos del
fiscal y ejercer el control y el reemplazo del fiscal ante situaciones como la aquí analizadas,
sin que el órgano judicial posea competencia para ello.
Por ello, oído el procurador general, se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso
extraordinario y se deja sin efecto el pronunciamiento apelado. Agréguese la queja al principal.
Notifíquese y devuélvanse los autos al tribunal de origen, a fin de que, por quien corresponda,
se dicte nuevo pronunciamiento conforme a derecho.
Unidad III:
Fundamentos de la Corte:
El proceso penal se integra con una serie de etapas (acusación, defensa, prueba y sentencia)
a través de las cuales y en forma progresiva se tiende a poner al juez en condiciones de
pronunciar un veredicto de absolución o condena; por ende, cada una de esas etapas
constituyen el presupuesto necesario de la que le subsigue, en forma tal que no es posible
eliminar una de ellas sin afectar la validez que le suceden.
Es por ello que se ha violado el principio de progresividad que es constituido con motivos de
seguridad jurídica y para lograr también el derecho constitucional de un pronunciamiento
penal rápido.
La garantía del debido proceso legal ha sido arbitrada fundamentalmente a favor del acusado.
No cabe admitir que la posible deficiencia de la prueba constituya causal de nulidad de lo
regularmente actuado dentro del juicio. El derecho a un juicio razonablemente rápido se
frustraría si se aceptara que, cumplidas las etapas esenciales del juicio y cuando no falta más
que el veredicto definitivo, es posible anular lo actuado en razón de no haberse reunido
pruebas de cargo, cuya omisión solo cabría imputar a los encargados de producirlas, pero no
por cierto al acusado.
Todo ello con perjuicio para éste en cuanto, lo obliga a volver a soportar todas las penosas
contingencias propias de un juicio criminal, inclusive la prolongación de la prisión preventiva.
Se declara la nulidad de lo actuado.
También podría decirse que se estaría violando el principio de <ne bis in idem= ya que todas
las etapas del proceso habían sido cumplimentadas faltando solo la sentencia, y se pretendía
que por la deficiencia de la prueba de cargo se retrotraiga todo el proceso.
Sentencia de la Corte:
Se declara la nulidad de lo actuado a partir del fallo que declaró la nulidad de todo el proceso.
De esta forma, se enrolaron en la doctrina del "no plazo". Asimismo, para determinar si se ha
violado el plazo razonable, adoptaron la teoría de la "ponderación" (arbitrariedad), y acudieron
a pautas de fuentes extrajeras como: la duración del retraso, sus razones, el perjuicio
ocasionado, el comportamiento del imputado y el de las autoridades; de este análisis
entendieron que el Estado resultaba responsable de la duración indebida de este proceso y
no el imputado, aunque aquél también se veía perjudicado por la ausencia de una realización
oportuna de la justicia.
Los Dres. Fayt y Bossert, que constituyeron la minoría que opinó primero, entendieron que
en consecuencia de todo lo afirmado, correspondía aplicar la teoría de una insubsistencia de
la acción penal, afirmada en "Mozzatti", puesto que de esa forma se pondría fin a un proceso
que se considera violatorio de derechos fundamentales por su excesiva duración.
La segunda disidencia, compuesta por los Dres. Petracchi y Boggiano, se pronunció en forma
similar a la anterior disidencia, pero presenta algunos matices diversos. Esta posición, si bien
reconoció que corresponde al legislador la fijación del plazo y a los jueces controlar su
razonabilidad, se contradijo en su razonamiento al citar precedentes americanos y europeos
que dicen lo contrario. Es dable destacar, que esta posición, como ya se expresó, atribuyó al
Estado la responsabilidad por el indebido retraso, exonerando al imputado, pero sobre este
punto agregó que no se puede cargar a este con el deber de acelerar los procesos ni restringirle
su libertad de defensa, son pretexto de que sus estrategias defensivas sean consideradas
renuncia a su derecho a un rápido juzgamiento.
Finalmente, esta segunda minoría, sostuvo que la Corte debía asumir su competencia positiva
y hacer lugar a la excepción de prescripción pretendida por el recurrente y rechazada en las
instancias ordinarias, ya que de este modo se conjuga la 14/19 desaparición de la pretensión
punitiva estatal por el transcurso del tiempo con el derecho a obtener un pronunciamiento
judicial sin dilaciones indebidas.
Por lo tanto, corresponde que sea la Corte la que ponga fin a la presente causa declarando la
extinción de la acción penal. se declara procedente el recurso extraordinario, se revoca la
sentencia apelada y se declara extinguida la acción penal
La intimación efectuada en los términos de la disposición mencionada fue cursada para que
la parte diera cumplimiento a los recaudos de identidad y domicilio que allí se exigen, por lo
que no se advierte el agravio que pudo haber causado a la peticionante, en tanto que su
observancia hubiese permitido el tratamiento de las cuestiones de fondo planteadas en el
recurso sin suspender su trámite, a la espera de la concesión del beneficio de litigar sin gastos
reclamado.
Ello es así, pues constituye una exigencia previa emanada de la función jurisdiccional de esta
Corte el control, aun de oficio, del desarrollo del procedimiento cuando se encuentran
comprometidos aspectos que atañen al orden público. En efecto, la eventual existencia de un
vicio capaz de provocar una nulidad absoluta y que afecte una garantía constitucional no
podría convalidarse.
Que a los efectos de puntualizar estas circunstancias, resulta necesario describir brevemente
el trámite de la queja ante esta Corte.
Así, a fs. 1, luce la presentación in pauperis efectuada por Schenone, en la cual manifestó su
voluntad recursiva al notificársele el rechazo del recurso extraordinario. En virtud de ello, la
Secretaría certificó que el recurrente había designado como nuevos defensores a los doctores
Alberto José Troncoso y Sandra Elizabeth Balzano, siendo esta última la única que aceptó el
cargo (cfr. fs. 2 y 3).
Luego se intimó a la defensa para que cumpliera con lo dispuesto en la acordada 13/90, como
así también para que acompañe las copias de la sentencia condenatoria, de los recursos
interpuestos y las resoluciones denegatorias de los mismos, sin hacer mención alguna a la
fundamentación de la queja, que como ya se dijera, fue presentada en forma pauperis.
La doctora Balzano acompañó las copias solicitadas y a fs. 134/135 puntualizó los agravios
Clo que podría interpretarse como fundamentación del recurso, pues así lo justifica la
letradaC sin cumplir con los requisitos mínimos y formales del recurso de queja, puesto que
no hace mención ni a los hechos, ni al trámite de la causa, no justifica los requisitos del
recurso, no dice nada en cuanto a la resolución que declaró inadmisible el recurso
extraordinario, etc. Por su parte, la Secretaría intimó nuevamente a la defensa para que
cumpla con la acordada 13/90, bajo apercibimiento de tener por no presentada la queja. Al
agotarse el plazo de la intimación, sin que la parte recurrente cumpliera con los
requerimientos efectuados, se hizo efectivo el apercibimiento.
La garantía de defensa en juicio posee como una de sus manifestaciones más importantes el
aseguramiento de una defensa técnica a todo justiciable, manifestación ésta que, para no
desvirtuar el alcance de la garantía y transformarla en un elemento simbólico, no puede
quedar resumida a un requisito puramente formal, pues no es suficiente en este aspecto con
que se asegure la posibilidad de que el imputado cuente con asesoramiento legal, sino que
este asesoramiento debe ser efectivo.
Si bien como principio no compete a los jueces subsanar deficiencias técnicas de los abogados
en sus presentaciones, las irregularidades descriptas precedentemente motivan que este
Tribunal tome los recaudos necesarios al respecto a los efectos de salvaguardar, en esta
instancia, la integridad del derecho de defensa y la voluntad recursiva del imputado, máxime
cuando en el sub judice se trata de una condena de doce años de prisión.
Sentado ello, esta Corte Suprema no puede dejar de señalar Cen este caso y tratándose de
una presentación in pauperis de un detenido que la falta de idoneidad puesta en evidencia
por la letrada particular, Cal no fundamentar la presentación de su defendido detenido, y al
no dar cumplimiento a los recaudos de la acordada 13/90, pese a ser intimada en dos
ocasiones para hacerlo, importó un inadmisible menoscabo del derecho de defensa que impide
mantener el pronunciamiento de fs. 138.
Por ello, se deja sin efecto la resolución de fs. 138. Apártase a la doctora Sandra Elizabeth
Balzano de la defensa técnica de Carlos Abel Schenone y hágasele saber al nombrado que
dentro del quinto día de notificado deberá designar un nuevo abogad
Provincia de Chubut, toda vez que en la misma se declaró la nulidad de todo lo actuado a partir de la
denuncia. Ante dicho fallo, el Fiscal interpuso recurso extraordinario, el que fuera concedido en forma
parcial, por lo que el Titular del Ministerio Público interpuso recurso de queja por los restantes agravios.
El voto mayoritario hizo lugar al recurso del acusador toda vez que entendieron que la sentencia
absolutoria se apoyaba en fundamentos aparentes que no constituían una derivación razonada del
derecho vigente de acuerdo con las pruebas de la causa, resultando de esa manera, un acto jurisdiccional
invalido, por lo que, se ordenó el reenvío de la causa para la realización de un nuevo juicio.
Asimismo, señalaron que tal decisión resultaría violatoria de la non bis in ídem, garantía que no sólo
veda la aplicación de una segunda pena por un mismo hecho ya penado, sino también la exposición al
riesgo de que ello ocurra a través de un nuevo sometimiento a proceso.
Finalmente, arribaron a la conclusión de que ante una sentencia absolutoria, por la cláusula del non bis
in ídem, no hay lugar para que el Estado provoque un nuevo juicio en el que el acusado sea puesto
nuevamente frente al riesgo de ser condenado. Es decir, que <una sentencia absolutoria dictada luego de
un juicio válidamente cumplido precluye toda posibilidad de reeditar el debate como consecuencia de
una impugnación absolutoria. Una decisión diversa significaría otorgar al Estado una nueva chance para
realizar su pretensión de condena, en franca violación al principio constitucional del 8non bis in idem9
y a sus consecuencias, la progresividad y la preclusión de los actos del proceso=
La Corte hizo lugar a la pretensión de la defensa, apoyándose en la doctrina sentada en <Mattei=. En
efecto, dijo: <Que el problema que se plantea en la presente causa es saber si, al haberse sustanciado un
juicio en la forma que indica la ley, el tribunal de la instancia anterior ha podido invalidar todo lo
actuado, pese a haberse cumplido las formas esenciales del juicio… o bien corresponde aplicar al caso
la regla general establecida por esta Corte a partir del caso 8Mattei9… según la cual no cabe retrotraer
un proceso penal a etapas ya superadas cuando dichas formas han sido cumplidas=.
Dicho órgano jurisdiccional sostuvo que ante las contradicciones que el tribunal de juicio
advirtió entre los peritajes efectuados en punto a la determinación de un aspecto fundamental
del caso -la presencia del imputado en el lugar del hecho y en oportunidad de él- no debió
inclinarse por la utilización de reglas procesales vinculadas con la salvaguarda del estado de
inocencia sino que debió realizar un estudio crítico de cada una de las pruebas y además
debió disponer un último peritaje a efectos de zanjar la cuestión.
Tales disparidades han consistido en que mientras para los peritos de Gendarmería Nacional
se hallaron huellas digitales de David Andrés Sandoval en el lugar de los hechos, según el
peritaje de la Policía Federal los rastros relevados no resultaban idóneos para establecer
identidad alguna, por carecer de suficiente nitidez e integridad papiloscópica.
Los defectos señalados por el señor Procurador Fiscal acerca del incumplimiento de
determinados recaudos previstos en el reglamento aprobado por la acordada 4/07 como así
también en torno a la oportunidad del planteo federal traído a conocimiento del Tribunal,
carecen de entidad -en el caso- a los fines de obstar a la procedencia formal del recurso.
En esta causa el fiscal había consentido el procesamiento del imputado por el delito de
incumplimiento de los deberes de funcionario público, que en la provincia donde tramitaba el
expediente era de competencia de la justicia correccional; con posterioridad requirió la
elevación de la causa a juicio por ese delito, al descartar la existencia de uno más grave -
administración fraudulenta- por ausencia de perjuicio real o potencial; ofreció pruebas para
fundar su acusación y participó del debate durante el primer día, sin cuestionar en momento
alguno la competencia del juez correccional.
Recordó que la garantía del debido proceso, en la que se integra la del juez natural
determinado por las normas de competencia, ha sido consagrada fundamentalmente en favor
del acusado, por lo que no era válido recurrir al argumento de la incompetencia para adoptar
una decisión que importe someterlo nuevamente a juicio , temperamento éste que lesiona el
fundamento garantizador -como tal de raigambre constitucional- que ha inspirado la
consagración legislativa de ciertos pilares básicos del ordenamiento penal, entre los cuales se
encuentra el principio del non bis in ídem.
El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de San Luis Absolvió a Kang Yoong Soo.
Cuando la Cámara de Casación toma intervención a raíz de los resuelto por la CSJN, hizo
lugar al agravio introducido por la defensa relativo al non bis in ídem, rechazando toda
posibilidad de retrogradación de los procedimientos por vía del recurso articulado por la
acusación contra la sentencia absolutoria que obedeció exclusivamente a errores del Estado,
fundando además la decisión en el derecho que asiste a todo imputado a liberarse del estado
de sospecha que comporta el enjuiciamiento penal.
La decisión fue impugnada por el Ministerio Público mediante recurso extraordinario federal.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación hizo lugar al recurso de hecho deducido por la
defensa de Yong Soo Kang, señalando que la Sala III de esta Cámara al hacer lugar al recurso
deducido por el Ministerio Público Fiscal, anular la sentencia absolutoria y reenviar la causa
a otro tribunal oral para la realización de un nuevo juicio, omitió pronunciarse sobre el planteo
del defensa vinculado a la violación de la garantía de la non bis in idem.
En oportunidad del trámite de los recursos de casación deducidos por los representantes del
Ministerio Público Fiscal y de la querella, la defensa de Yong Soo Kang, planteó, en lo que
aquí interesa, que los recursos deducidos por la AFIP y el Ministerio Público Fiscal pretenden
purgar a expensas de su asistido la inacción en que incurrieron al no promover
oportunamente la producción de la prueba propuesta, lo que a juicio de la defensa implica
retrotraer el proceso a su etapa instructora y la realización de un nuevo juicio.
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El imputado, por su propio derecho, conjuntamente con sus letrados defensores, interpuso
recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley.
El quo consideró que el Tribunal del juicio -por mayoría- realizó una valoración fragmentada
del material probatorio porque centró el análisis en los dichos del personal del establecimiento
educativo en el cual habrían tenido lugar los ilícitos, "...deteniendo sorpresivamente el mismo,
en el momento que se adentraba al análisis de la prueba de cargo".
Agrega que pese a ello la Alzada consideró que la declaración aún en esas condiciones
constituía una grave presunción contra el acusado. Denegada la concesión del recurso, por
entender el tribunal que sólo plantea cuestiones de hecho y prueba propias de los jueces de
la causa, la declarante arriba a esta instancia mediante la queja en análisis.
Concluye la Alzada que las manifestaciones del ahora condenado en ningún momento se
consideraron confesión pero si constituyen una presunción grave que halló adecuada
corroboración en el relato de la victima y secuestro de parte de los sustraídos, acreditándose
de tal manera tanto la materialidad del hecho cuanto la autoría del acusado.
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aplicación de la tortura ha sido decisiva para la solución de la causa, tal como pone de
manifiesto el voto de mayoría.
El recurso extraordinario cuya denegación motiva esta queja somete al tribunal el conflicto
entre dos intereses fundamentales de la sociedad, su interés en una rápida y eficiente
ejecución de la ley y su interés en prevenir que los derechos de sus miembros individuales
resulten menoscabados por métodos inconstitucionales de ejecución de la ley.
Hechos:
Contra la decisión de la sala 1ª de la Cám. Nac. de Apels. en lo Crim. y Correc. Fed. que
declaró la nulidad de todo lo actuado a partir del auto que disponía la instrucción del sumario
y en consecuencia absolvió a la procesada del delito de transporte de estupefacientes por el
que fuera acusada, interpuso el fiscal de Cámara recurso extraordinario, cuya denegación
motivó esta presentación directa, sostenida por el Procurador General.
Por ello, opino que V.E. debe hacer lugar a la queja, revocar la sentencia apelada y ordenar el
dictado de una nueva conforme a derecho.
Hechos: El personal policial concurrió a la sala de terapia intensiva del Hospital Piñero,
ocasión en que la Dra. Rosario Pacheco hizo entrega de cuatro bombitas de látex que habían
sido expulsadas por vía bucal por la imputada, las que contenían clorhidrato de cocaína.
Posteriormente aquélla fue sometida a un proceso de desintoxicación que le permitió expulsar
la totalidad de las 44 cápsulas ingeridas.
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Al prestar declaración indagatoria Zambrana Daza manifestó que debido a una afligente
situación económica se conectó en Bolivia con una persona que le propuso viajar a la ciudad
de Pocitos en la que conocería a Mario Blanco. Al llegar a la citada localidad, Blanco le indicó
que debía ingerir cápsulas que - según le habría expresado- contenían oro, debiendo
trasladarlas desde Pocitos hasta la Capital Federal. Al llegar a esta ciudad, sintió fuertes
dolores de estómago, ocasión en que aquél le manifestó que lo que había ingerido era
clorhidrato de cocaína y que era conveniente que se dirigiera a un hospital, lo que así hizo.
El tribunal anterior en grado -por mayoría- anuló todo lo actuado a partir de la resolución de
f. 45 que disponía la prosecución del sumario y como consecuencia absolvió a la procesada
del delito de transporte de estupefacientes por el que fuera acusada. Para llegar a esa
conclusión consideró que era ilegítima la investigación llevada a cabo a partir de los dichos
de un médico en contra de la paciente debido a que el hecho le había sido comunicado dentro
de la relación terapéutica. En ese aspecto expresó que "resulta inadmisible que el Estado se
beneficie con un hecho delictivo para facilitar la investigación de los delitos, debiendo
excluirse todo medio probatorio obtenido por vías ilegítimas". Refirió que a los efectos de evitar
el debate acerca de qué deber debe prevalecer -el de denunciar o el de guardar secreto- "el
legislador ha tomado la precaución de prever esas situaciones y de resolverlas por anticipado
con excepciones (arts. 166 y 167 CPr.Cr.), de manera tal que sea clara la aplicación del adagio
lex specialis derogat generalis en virtud del cual desaparece la obligación de denunciar del
profesional ligado al deber de mantener el secreto, obligación que, de este modo, desplaza a
la de denunciar". Destacó que "el carácter de funcionario del médico no lo releva de la
obligación de conservar el secreto profesional".
La Corte reafirma una vez más la doctrina del fruto del árbol venenoso.
<Debe excluirse del proceso cualquier medio de prueba obtenido por vías ilegítimas=.
<Tal es el caso de autos donde la localización del domicilio de la imputada y el hallazgo del
material incriminatorio se originaron de las porciones de las declaraciones del coimputado
Francomano que se encuentran viciadas de nulidad.
Por ello, debe declararse la invalidez del procedimiento llevado a cabo en el domicilio de la
acusada.=
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respectiva orden de allanamiento que prevé el art. 188 del Cód. de Proced. en Materia Penal,
requisito ineludible, pues el objetivo de adquirir elementos de prueba no se encontraba
cubierto por la excepción del art. 189 del mismo texto legal.
Por ello, aun soslayando la relación de causalidad necesaria que puede existir entre la
"manifestación espontánea" de Francomano brindada bajo tormento y la adquisición ulterior
de prueba en contra de un tercero, sería la propia actuación del secuestro con respecto a ella
carente de legitimidad, la que conduce a la absolución de la nombrada.
Caso: En la causa seguida por contrabando y falsedad contra los Sres. Charles hermanos y
Cº, se reclamó por los acusados sobre unas mercaderías que se les retenía en la Aduana, no
comprendidas en las que eran materia de la causa. Se pidió informa a la Aduana, y recibido
éste, se dictó:
No resultando del informe que precede el motivo por el cual no se han entregado las
mercaderías, ni la cantidad que se adeuda, líbrese oficio a la Aduana para que proceda en el
día a entregar dichas mercaderías, dejándose así sin efecto el informe mandado evacuar por
auto de fecha 20.
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marihuana que guardaba para consumo propio e la unidad C del primer piso de dicho
inmueble, donde vivía con sus padres, por lo que habría autorizado el registro domiciliario.
De ese modo se secuestraron en su dormitorio cinco cigarrillos y cinco colillas de picadura de
cannabis sativa y 38 semillas de la misma especie.
Durante el juicio, la defensa impugnó el aludido procedimiento por ser contrario a la garantía
de la inviolabilidad del domicilio e importar un allanamiento ilegítimo, toda vez que se efectuó
sin autorización válida. Con ese objeto depuso a Fiorentino quien sostuvo que al ser detenido
le sacaron las llaves del departamento con las que ingresaron en él los cuatro integrantes de
la brigada y dos testigos, junto con el declarante y su novia. Los progenitores del encausado
declararon, coincidiendo en que fueron sorprendidos en la cocina de la vivienda por la
presencia de los extraños, quienes pasaron para el dormitorio, donde no los dejaron entrar,
limitándose a anunciar que eran de la policía. La novia del procesado ofreció una versión
análoga a la de éste en el sentido que la comisión policial lo detuvo y con sus llaves accedió
al domicilio donde llevaron a cabo el secuestro. La testigo de la diligencia, Zanoni sólo declaró
ante la autoridad de prevención sin que en sus dichos exista referencia alguna a la existencia
o inexistencia de autorización. El otro testigo, Antonelli en sede policial dijo que se procedió
con la autorización pertinente, mas al deponer en el plenario manifestó no recordar si existió
o no autorización, cómo se produjo el acceso y donde se encontraban en ese momento los
padres de Fiorentino, vale decir, las circunstancias estructurantes del consentimiento o
autorización a que había hecho referencia.
En primera instancia Fiorentino fue condenado como autor del delito de tenencia de
estupefacientes, a la pena de un año de prisión en suspenso y multa de un millón de pesos,
más el pago de las costas. Las alegaciones de la defensa fueron desechadas por presumirse
la autorización de los padres del condenado para el ingreso a la vivienda. Apelada esta
decisión, me mantuvieron los argumentos contra la ilegitimidad del secuestro y la pertinente
reserva del caso federal. La cámara de apelaciones confirmó la condena. Sostuvo allí, para
desechar los agravios del apelante, que no se había violado en el caso ninguna garantía
constitucional, pues el procedimiento policial resultaba ilegítimo. Ello habría sido así, por
haber autorizado Fiorentino la entrada en el departamento, según el testimonio del oficial que
intervino y levantó el acta.
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haber autorizado éste el ingreso como se señala en los testimonios del oficial subinspector
Verdini y Antonelli, el permios que podría haber otorgado carecería de efectos por las
circunstancias en que se prestó, al haber sido Fiorentino aprehendido e interrogado
sorpresivamente por una comisión de cuatro hombres en momentos en que ingresaba con su
novia en el hall del edificio donde habitaba, quedando detenido. En tales condiciones, lo
expresado por el a quo en el sentido de que debió mediar al menos una resistencia verbal para
que fuera oída por los testigos, resulta irrazonable dada la situación referida, a lo que se suma
la inexperiencia del imputado en trances de este tipo, razón que puede presumirse en razón
de su edad y de la falta de antecedentes judiciales.
Los progenitores no autorizaron el allanamiento, por ende, aparece carente de lógica derivar
la existencia de un supuesto consentimiento tácito por ausencia de oposición expresa al
registro, cuando ya se había consumado el ingreso de los extraños a la vivienda, máxime si
se tiene en cuenta el modo como se desarrollaron los hechos según surge de los testimonios.
Establecida la invalidez del registro domiciliario, igual suerte debe correr el secuestro
practicado en esas circunstancias. Ello es así porque la incautación del cuerpo del delito, no
es entonces sino el fruto de un procedimiento ilegitimo y reconocer su idoneidad para
sustentar la condena equivaldría a admitir la utilidad del empleo de medios ilícitos en la
persecución penal, haciendo valer contra el procesado la evidencia obtenida con
desconocimiento de garantías constitucionales, lo cual no solo es contradictorio con el
reproche formulado, sino que compromete la buena administración de justicia al pretender
constituirla en beneficiaria del hecho ilícito.
Por ello, se declara procedente el recurso deducido y se deja sin efecto la sentencia apelada.
Por mayoría de los miembros, la Corte Suprema de Justicia de la Nación dejó de lado el
precedente <Fiorentino=, y pareciera haber desdibujado los límites del allanamiento. Aquél
podrá realizarse, a partir de ahora, sin fundamentos y cuando sea en horario nocturno se
puede presumir el consentimiento aunque no sea explícito.
Hechos:
Los hechos ocurrieron cuando la Policía detuvo a unas personas que iban en un vehículo que,
aparentemente se había detenido, minutos antes, en un domicilio. Se trataba según se
presumió de una compra de droga y efectivamente dentro del rodado se encontró cocaína.
Uno de los detenidos habría confesado mientras estaba privado de libertad, que la droga la
había adquirido en aquel domicilio y dio el nombre y el lugar en el que se encontraba el dueño
de la mercancía prohibida.
La Policía se presentó en los domicilios durante la noche. Derribó las puertas y encontró en
el lugar armamento y droga. Según uno de los testigos, los moradores poco después de
derribarse la puerta de acceso yacían boca abajo en el piso esperando ser detenidos.
16
De las constancias de la causa surge que el Tribunal Oral tuvo por acreditado, que el 10 de
marzo de 2003, aproximadamente a las 6 horas, en cercanía del local bailable "Metrópolis",
ubicado en Av. Santa Fe y Darragueyra, ascendieron a un vehículo de alquiler, Matías Eugenio
Casal y Gastón Pablo Borjas, indicándole al conductor que los trasladara hasta la Av. Cabildo
y Correa.
Ante la solución dada por la Cámara Nacional de Casación Penal para rechazar el recurso, la
Corte entendió que como primera medida se debía determinar el alcance otorgado en el ámbito
nacional al recurso de casación. Señalaron que, en este sentido, el art. 456 del CPPN,
establece que el recurso de casación es admisible en el supuesto de <inobservancia de las
normas que este Código establece bajo pena de inadmisibilidad, caducidad o nulidad, siempre
que, con excepción de los casos de nulidad absoluta, el recurrente haya reclamado
oportunamente la subsanación del defecto, si era posible, o hecho protesta de recurrir en
casación=.
Asimismo, advirtieron que <nuestro recurso extraordinario responde al modelo de los jueces
controladores de la legislación; el recurso de casación proviene del modelo de legisladores
controladores de las sentencias. Originariamente, la casación fue un típico recurso propio de
un Estado legal de derecho; el recurso extraordinario lo es, de un Estado constitucional de
derecho=.
Por otra parte, destacaron que <un recurso que sólo habilitase la revisión de las cuestiones de
derecho con el objetivo político único o preponderante de unificar la interpretación de la ley,
violaría lo dispuesto en estos instrumentos internacionales con vigencia interna, o sea, que
sería violatorio de la Constitución Nacional. Pero también es claro que en la letra del inc. 2º
del art. 456 del CPPN, nada impide otra interpretación=.
Por ende, concluyeron que <no existe razón legal ni obstáculo alguno en el texto mismo de la
ley procesal para excluir de la materia de casación el análisis de la aplicación de las reglas de
la sana crítica en la valoración de las pruebas en el caso concreto, o sea, para que el tribunal
de casación revise la sentencia para establecer si se aplicaron estas reglas y si esta aplicación
fue correcta=.
Con lo cual resolvieron que debía hacerse lugar a la queja, declarar procedente el recurso
extraordinario y dejar sin efecto la resolución recurrida. Finalmente ordenaron que fueran
17
devueltos los autos al tribunal de origen para que se dicte nuevo fallo con arreglo a la doctrina
expuesta por la Corte.
Fundamentos:
El a quo sostuvo que <por virtud de los límites objetivos fijados en los Arts. 458 a 462 del
Código Procesal Penal no hay posibilidad de recurso de casación ni inconstitucionalidad… y
la causa ha fenecido en instancia única, por lo que su sentencia es final y contra ella cabe el
recurso extraordinario de apelación=
La Corte expresó que ante la reforma constitucional de 1994 que ha conferido jerarquía
constitucional a varios acuerdos internacionales (Art. 75, inc. 22, parr. 2), corresponde
determinar si dentro del ordenamiento procesal penal existen el órgano y los procedimientos
para dar adecuada satisfacción a la garantía constitucional en cuestión.
La Cámara de Casación Penal ha sido creada, precisamente, para conocer, por vía de los
recursos de casación e inconstitucionalidad 3 y aun de revisión 3 de las sentencias que dicten,
sobre los puntos que hacen a su competencia, tanto los tribunales orales en lo criminal como
los juzgados en lo correccional.
Por todo esto se declara procedente la queja y el recurso extraordinario y se deja sin efecto el
pronunciamiento apelado.
Hechos:
18
Derechos demandados:
Además, indica que el derecho de recurrir del fallo, no se satisface con la mera existencia de
un órgano de grado superior al que juzgó y condenó al inculpado, ante el que éste tenga o
pueda tener acceso. Para que haya una verdadera revisión de la sentencia, es preciso que el
tribunal superior reúna las características jurrisdiccionales que lo legitiman para conocer del
caso concreto.
Asimismo, la Corte considera que el derecho a ser juzgado por un juez o tribunal imparcial es
una garantía fundamental del debido proceso. Es decir, se debe garantizar que el juez o
tribunal en el ejercicio de su función como juzgador cuente con la mayor objetividad para
enfrentar el juicio. Esto permite que los tribunales inspiren la confianza necesaria a las partes
en el caso, así como a los ciudadanos en una sociedad democrática.
Puntos resolutivos:
En el caso "Piersack v. Bélgica" el presidente del tribunal de juicio había sido anteriormente
jefe de sección de la oficina de la fiscalía que había investigado el caso del peticionario e
instituido procedimientos en su contra.
El TEDH creó así una presunción de que cualquiera en la escala jerárquica puede estar
involucrado, en la medida en que, por razón de sus funciones, pudo haber entrado en contacto
con el caso.
Consideró que la revisión de una sentencia condenatoria por los mismos jueces que habían
intervenido en la apelación del auto de procesamiento, violaba la garantía de imparcialidad
porque podía haberse afectado la posibilidad de un reexamen de la condena sin
prejuzgamiento del caso.Asimismo, sostuvo que violaba la garantía de la doble instancia que
exige que los magistrados que no conocieron anteriormente el hecho revisen las decisiones
del inferior (voto de los jueces Petracchi, Highton de Nolasco, Fayt, Maqueda, Zaffaroni y
Argibay 4ésta última hizo su propio voto. El Dr. Lorenzetti no votó).
19
En el caso "Llerena" la Corte por primera vez declaró que viola la garantía constitucional de
imparcialidad del juez que el mismo magistrado que investigó sea quien juzgue y sentencie al
imputado.
Hechos: Según la ley procesal, en los procedimientos correccionales -que son aquellos que
investigan y juzgan delitos cuya pena es menor a la de tres años de prisión- el mismo juez
que estuvo a cargo de la investigación y procesó al imputado es quien debe juzgarlo en el
juicio oral. Por otra parte, la ley procesal penal no establecía expresamente que el juez que
investigó no puede juzgar al imputado.
Llerena fue procesado por la justicia correccional por su presunta responsabilidad en delito
de abuso de armas y lesiones. Antes de que comenzara el juicio oral, la defensa de Llerena
recusó a la jueza que lo había procesado argumentando que ella no sería imparcial para juzgar
y sentenciar.
Para estos jueces, la garantía de imparcialidad estaba afectada por una razón objetiva: el juez
que investigó el hecho y procesó al imputado es el mismo que tiene que juzgarlo. Es la propia
organización del procedimiento correccional y la naturaleza misma de las funciones que tiene
que desempeñar el juez correccional -investigar y juzgar- la que da pie a temer que exista esta
parcialidad. No es necesario entonces probar que en el caso concreto existe parcialidad.
Si bien hubo consenso en esta regla, no hubo acuerdos respecto de qué manera debía
implementarse esta en la práctica.
Por su parte, Petracchi afirmó que esta regla tendrá aplicación en los casos correccionales en
que el juez se excuse o cuando el imputado solicite que el juez que lo procesó no sea el mismo
que lo juzgue en juicio oral.
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Argibay y Belluscio sostuvieron que esta ley era incompatible con las normas
constitucionales, pero no declararon expresamente su inconstitucionalidad.
El recurso fue denegado y la defensa de la imputada interpuso un recurso de queja que fue
rechazada por la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe.
Decisión de la Corte: La Corte, haciendo suyos los términos y conclusiones del dictamen del
señor Procurador Fiscal, hizo lugar a la queja, declaró procedente el recurso extraordinario y
revocó la sentencia apelada. Manteniendo lo establecido en el precedente <Llerena=, consideró
que la revisión de una sentencia condenatoria por los mismos jueces que habían intervenido
en la apelación del auto de procesamiento violaba la garantía de imparcialidad por que podía
haberse afectado la posibilidad de un reexamen de la condena sin prejuzgamiento del caso.
Asimismo, sostuvo que violaba la garantía de la doble instancia que exige que los magistrados
que no conocieron anteriormente el hecho revisen las decisiones del inferior (voto de los jueces
Petracchi, Highton de Nolasco, Fayt, Maqueda, Zaffaroni y Argibay 4 ésta última hizo su
propio voto. El Dr. Lorenzetti no votó).
Unidad VI:
Cichero, Ariel Ignacio CSJN 307:440
ya que en ella no se menciona que hubiera otorgado permiso alguno a ese efecto.
Tampoco suple la falta de orden judicial la invocada autorización de la madre, pues
no surge de autos su otorgamiento, toda vez que a la progenitora sólo se la interiorizó
de los motivos de la visita policial, sin que se recabara su permiso para el ingreso al
domicilio. Cabe señalar, en este sentido, que carecen de significación tanto los dichos
del oficial que intervino, como el de los testigos Rivarola y Márquez, pues la mera
ausencia de reparo no puede equipararse a una autorización suficiente.
En cuanto al hecho que se le imputa a Hansen a raíz del secuestro de estupefacientes
practicado en el automóvil que conducía, también corresponde descalificar el
pronunciamiento apelado en razón de no haber atendido mínimamente los
argumentos expuestos por la defensa al impugnar la sentencia de primera instancia.
Se deja sin efecto la decisión.
Con esa inteligencia de la situación creada, adujo el recurrente que este segundo ingreso no
se encuentra amparado por la necesidad que prevé el art. 189, inc. 2° de la ley procesal, por
lo que la omisión de requerir la orden judicial de allanamiento constituye violación a la
garantía del domicilio privado establecida por el art. 18 CN
Por la tenencia de un revólver marca Colt, calibre 44, se imputó a Miguel A. D'Acosta. El juez
federal de Morón, Provincia de Buenos Aires, lo condenó a la pena de 4 años de prisión e
inhabilitación absoluta por igual tiempo más las accesorias del art. 12 del Cód. Penal, y
costas, como autor responsable del delito previsto por el art. 189, 3º par. del Cód. Penal,
sentencia que fue apelada por la defensa y confirmada por la Cámara Federal de Apelaciones
de la Ciudad de La Plata.
22
Que contra esa decisión interpuso el defensor del condenado el recurso extraordinario del art.
14 de la ley 48, que fue concedido. Sostiene el recurrente que la pesquisa domiciliaria
realizada por las autoridades de prevención, a raíz de la cual se secuestró el arma cuya
tenencia se imputó al procesado, constituye un acto que vulneró la garantía constitucional de
la inviolabilidad del domicilio porque en el caso los funcionarios no contaban con una orden
de allanamiento expedida por un juez, como lo exige el art. 188 del Cód. de Proced. en Materia
Penal. Concluye el defensor que establecida la invalidez del registro domiciliario, igual suerte
debe correr el secuestro practicado en esa circunstancia, por lo que resulta inhábil para
fundar la sentencia en él.
El recurrente expresó que los motivos que determinan el registro domiciliario se encuentran
reducidos a dos, a saber, lograr la aprehensión de quien es buscado por la autoridad o
proceder a la búsqueda de elementos relacionados con la investigación criminal. Al respecto
argumentó que no se cuestionaba que el procedimiento en el que se produjo la detención
estuviera incluido en el supuesto del art. 189, inc. 1° del Cód. de Proced. en Materia Penal,
pero que ello no convalidaba la segunda inspección, porque con ésta no se perseguía la
aprehensión de un prófugo sino el objetivo de adquirir elementos de prueba que no se
encontraba cubierto por la excepción de la norma antes citada, y que una vez detenido aquél,
nada impedía que la autoridad policial recabara del juez la orden pertinente.
Fundamentos de la Corte:
El agravio que formula el recurrente suscita cuestión federal bastante para la apertura de la
instancia prevista en el art. 14 de la ley 48, pues la sustancia del planteo conduce en definitiva
a determinar el alcance de la garantía consagrada en el art. 18 CN. En efecto, esa norma
establece que "el domicilio es inviolable ...; y una ley determinará en qué casos y con qué
justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación", de modo que el alcance de
esta garantía debe ser fijado con relación a su reglamentación.
El art. 399 del referido código establece la facultad de los jueces para practicar
investigaciones, sea en la habitación o domicilio del procesado, o en cualquier otro lugar,
"cuando existan indicios suficientes para presumir que allí se encuentra el presunto
delincuente o que puedan hallarse objetos útiles para el descubrimiento y comprobación de
la verdad"; y en concordancia con ello, el art. 188 sienta la regla de que los funcionarios de
policía deberán recabar del juez competente la respectiva orden de allanamiento "cuando con
el mismo objeto de la investigación criminal o aprehensión del delincuente, fuere necesario
penetrar en el domicilio de algún particular". A su vez, el art. 189 establece que "se exceptúa
de lo dispuesto en el artículo anterior los casos siguientes: ... 2°. cuando se introduzca en la
casa un reo de delito grave a quien se persigue para su aprehensión ..."
De esas normas se sigue que los jueces tienen la facultad de disponer allanamientos de
moradas sólo por dos órdenes de razones:
La policía que actúa en función judicial no puede en estos dos supuestos obrar por propia
iniciativa, sino que debe requerir del juez la correspondiente orden de allanamiento.
La orden de allanamiento que regula la ley procesal, no constituye un acto por el cual el juez
delega su "imperium" en un funcionario de policía u otra autoridad, susceptible de ser
utilizado discrecionalmente por ésta, sino que por el contrario, es un mandato singular que
se agota con el cumplimiento de la orden, y que no habilita a nuevas entradas
23
Además de la conclusión precedente, según la cual no hay disposición legal expresa que
permita sostener la facultad policial para efectuar el segundo allanamiento, cabe señalar que
los jueces no han hecho mérito de que hubiera mediado consentimiento válido en ninguna de
las circunstancias a las que se refieren las actas, y por lo demás ese requisito tampoco puede
extraerse de la causa. Ninguno de los policías la invoca y de lo declarado surge que los
ocupantes se encontraban durmiendo cuando aquéllos
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26
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Concluida la etapa sumarial, la defensa opuso que los papeles y efectos secuestrados habían
sido incautados ilegalmente.
La Corte: Comenzó por señalar que los funcionarios de la Aduana habían actuado en forma
ilegal, puesto que la Ordenanza en vigor prohibía expresamente todo acto de pesquisa o
secuestro de mercadería sin orden judicial. Agregó que los auténticos o falsos (documentos)
no pueden servir de base al procedimiento ni de fundamento al juicio. Lo primero (auténticos)
porque siendo el resultado de una sustracción y de un procedimiento injustificable y
condenado por la ley, aunque se haya llevado a cabo con el propósito de descubrir un delito,
la ley, en el interés de la moral, de la seguridad y secreto de las relaciones sociales los declara
inadmisibles; y los segundos (si son falsos), porque su naturaleza misma se opone a darles
valor y mérito alguno.
Por esos fundamentos, se revoca… el auto apelado y se declara que deben desglosarse del
proceso los documentos aludidos.
Usando las llaves de Fiorentino, los agentes ingresaron con el detenido y su novia a la
vivienda. Al encontrarse con los padres del menor, aquéllos les manifestaron 3 aunque sin
exhibir identificación alguna 3 que eran miembros de la división toxicomanía, que se quedaran
tranquilos, pero que no podían presenciar el operativo que cumplirían en el dormitorio del
menor. Allí, en presencia de éste y de su novia, los oficiales procedieron a secuestrar 5
cigarrillos de marihuana por cuya tenencia fue Fiorentino sometido a proceso en prisión
preventiva.
La Cámara: Consideró que había mediado un consentimiento válido, prestado tanto por el
procesado como por sus padres. Ya que en ninguna oportunidad objetó los procedimientos
cumplidos en su contra. Fue condenado como autor del delito de tenencia de estupefacientes
(art. 60 de la ley 20.771), a la pena de 1 año de prisión en suspenso y multa de un millón de
pesos, más el pago de las costas. Se adopta una medida de preservación social, restrictiva,
porque no le fue encontrado una gran cantidad.
28
La Corte: (opinión unánime 3 garantista) Hizo lugar al recurso; comenzó señalando que el
planteo de la defensa conducía en definitiva a determinar el alcance de la referida garantía
constitucional. Por tal razón, concluyó que el agravio suscitaba cuestión federal.
Dijo que, aunque no resulta exigencia del art. 18 CN que la orden de allanamiento emane de
los jueces, el principio es que sólo ellos pueden autorizar esa medida, sin perjuicio de algunos
supuestos en que se reconoce a los funcionarios la posibilidad de obviar tal recaudo.
Indicó que era claro que en este caso no se había configurado ninguna de las excepciones
previstas en el ordenamiento procesal para permitir un ingreso sin orden previa, ni tampoco
consentimiento válido que permitiera la intromisión del personal policial en el domicilio del
procesado (no es válido el tácito sino tiene que ser expreso). Ello, puesto que el permiso que
podría haber otorgado el menor Fiorentino carecería de efectos por las circunstancias en que
fue prestado (ya detenido e interrogado sorpresivamente). Con respecto al consentimiento de
los padres, la Corte descartó que el mismo pudiese ser prestado tácitamente, mas cuando el
ingreso al domicilio se había ya consumado al momento en que aquéllos tomaron contacto
con la comisión policial. En base a estos antecedentes, y a la falta de extremos de
necesidad, la Corte decretó la invalidez del registro domiciliario y del secuestro practicado en
tales condiciones. Declaró así procedente el recurso extraordinario, dejando sin efecto la
sentencia condenatoria.
Este fallo implicó la aceptación por parte del Alto Tribunal de la regla de exclusión de prueba
obtenida ilegalmente.
El tribunal dice que, si bien fue víctima de apremios ilegales, sus dichos permitieron
esclarecer un hecho ilícito que no había sido denunciado.
Resolución: El procurador dice que debe dejarse sin efecto el fallo recurrido y debe dictarse
uno nuevo por considerar lo decidido violatorio del Art 18 de la cn, debiéndose interpretar
que, si una persona es obligada a declarar contra sí misma, dicha declaración será nula. La
CSJN de acuerdo con el dictamen del procurador declara procedente el recurso, revoca la
sentencia y manda a dictar una nueva conforme a derecho.
Concluye la Alzada que las manifestaciones del ahora condenado en ningún momento se
consideraron confesión.
En los fallos precedentes, la corte se limitó a excluir como prueba sólo aquello que había sido
consecuencia del accionar ilegal de la policía, pero nada dijo sobre la validez de los elementos
de prueba obtenidos como consecuencia de la ilegalidad inicial. Ej.- En el caso del domicilio
ilegalmente allanado, los agentes además de secuestrar los estupefacientes, se encontraran
con un testigo, lo interrogaran y sus dichos resultaran incriminatorios.
Por ello, con posterioridad, la ineficacia de la prueba adquirida de manera ilegal se extendió
también a los demás elementos de prueba obtenidos en su consecuencia, la doctrina <FRUTO
DEL ARBOL VENENOSO=
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Rayford era un americano con escaso dominio del idioma, había sido detenido por el delito de
tenencia de estupefacientes. El mismo refirió consumir marihuana y poseer esa sustancia en
su domicilio. Allí concurrieron de inmediato los policías (sólo con 1 testigo). La sustancia
había sido secuestrada de su domicilio por personal policial, luego de que aquel <no opusiera
reparos=.
Durante el traslado a la comisaría, el detenido entregó una tarjeta personal de Álvaro Ezequiel
Baintrub, quien sería el que le suministró la marihuana (menor de edad) y éste fue detenido
luego en la casa de sus padres
Primera Instancia:
Absolvió a los imputados por considerar nula la diligencia del secuestro, en razón de no
haberse recabado la pertinente orden de allanamiento, la ausencia de consentimiento válido
del interesado, la hora en que se realizó, y por ser insuficiente la presencia de un solo testigo.
Cámara:
La Corte:
Ruiz prestó declaración en sede prevencional 3luego se acreditó por un peritaje que los dichos
fueron consecuencia de apremios ilegales- y en ésta reconoció el hecho, también el robo del
taxi y el robo de 2 panaderías.
30
La policía, al revisar la ropa del delincuente que falleció producto del tiroteo halló el DNI del
dueño del taxi. Con esos datos los policías hallaron a éste, quien relató sobre el robo padecido,
que eran 3 personas los que lo asaltaron, y que se llevaron su DNI, dinero y el auto que luego
fue encontrado abandonado. Esta persona ratificó sus dichos en sede judicial y reconoció en
rueda de personas a Ruiz como uno de los asaltantes.
Primera instancia
El imputado fue condenado por los robos y esa decisión fue confirmada por la Sala IV de la
Cámara Nacional Criminal y Correccional de la Capital Federal, no obstante reconocer la
nulidad de la declaración del imputado en sede prevencional, en virtud de las demás
probanzas colectadas en la causa.
La defensa interpuso recurso extraordinario por considera que la condena violó el art. 18 CN,
pues sólo a través de la declaración prestada bajo tormentos pudo llegarse a individualizar a
los damnificados y a relacionarlos con Ruiz, como así también a averiguar la vinculación de
éste con los hechos investigados, de tal suerte que todos los actos siguientes fueron el fruto
de la primera pesquisa ilegal.
La Corte:
Su confesión es obtenida de manera ilegal, en ella señala a varias de sus víctimas y a través
de ella se llega a una ronda de reconocimiento, sin embargo, este reconocimiento se invalida
por la teoría del fruto del árbol envenenado. Sin embargo, el dueño del taxi, que pude ser
identificado independientemente de la confesión (fue al revisar la ropa del delincuente),
constituye un cause independiente de la investigación y constituye una excepción a la regla;
por lo tanto el proceso continúa porque haciendo la abstracción de la prueba obtenida
ilegalmente, se llega igual al mismo resultado.
La Corte:
Reafirma una vez más la doctrina del fruto del árbol venenoso.
<Debe excluirse del proceso cualquier medio de prueba obtenido por vías ilegítimas=.
<Tal es el caso de autos donde la localización del domicilio de la imputada y el hallazgo del
material incriminatorio se originaron de las porciones de las declaraciones del coimputado
Francomano que se encuentran viciadas de nulidad. Por ello, debe declararse la invalidez del
procedimiento llevado a cabo en el domicilio de la acusada.=
Que la localización del domicilio e individualización de la procesada, así como el hallazgo del
material incriminatorio, fue fruto de la declaración extrajudicial de Francomano prestado
en forma compulsiva, hace aplicable al caso la doctrina desarrollada por esta Corte, según
la cual se desconoció la validez de cualquier medio probatorio obtenido a raíz de un
procedimiento ilegitimo con desconocimiento de las garantías constitucionales.
31
Por ello, se hace lugar a la queja y habiendo dictaminado el Procurador General, se declara
procedente el recurso y se revoca la sentencia apelada y se absuelve libremente a Graciela C.
Chein y a Adriana A. chein por los delitos por los que fueron condenadas.
La Corte:
Receptó la doctrina del fruto del árbol envenenado al decir <… si en el proceso existe un solo
cauce de investigación y éste estuvo viciado de ilegalidad, tal circunstancia contamina de
nulidad todas las pruebas que se hubieran originado a partir de aquél=.
Hechos:
32
Por manifestaciones del detenido, pudo saberse que en las inmediaciones del lugar se hallaba
estacionado el automóvil de su amigo Fuhad Carmelo Chaad, cuya detención también se
procedió al habérsele encontrado otros dos paquetes conteniendo 300 gramos de cocaína y
una balanza para pesar la sustancia.
Ante los dichos de Fernández (de que en una casa en Godoy Cruz se guardaba el resto de la
droga traída de Bolivia) uno de los policías se trasladó, en compañía del nombrado, hasta la
vivienda cuyo cartel y escudo lo identificaba como la sede del Consulado de Bolivia. Ya en el
lugar, Fernández llamó a la puerta y fue atendido por su conocido, el cónsul Graña, quien lo
hizo pasar junto con el policía, que no se presentó como tal, y a requerimiento del primero, el
funcionario extranjero le entregó una caja con el contenido ya especificado, la que fue
trasladada al asiento policial donde se confeccionó el acta de estilo.
El sospechoso Graña fue llamado a concurrir a un lugar público y allí fue detenido.
El recurrente sostiene que la sentencia es arbitraria por contener dos vicios fundamentales:
La corte remite el caso Fiorentino, el cual dejó establecido que, fuera de los supuestos de
necesidad previstos por el art.189 del código de procedimientos en lo criminal o de la
existencia de consentimiento para el ingreso expresado sin vicio alguno de la voluntad, resulta
necesaria la orden de allanamiento expedida por el juez competente para el acceso al domicilio
o morada por parte de los funcionarios de la autoridad púbica encargados de su visita y
ulterior pesquisa.
La corte sostiene que, al no darse ninguna de las excepciones del citado art.189 del Código
Procesal, ni ser jurídicamente posible la obtención de orden de allanamiento en virtud de la
inviolabilidad del local consular, donde también se domiciliaba el imputado, la situación es
diferente a la contemplada en los precedentes de la corte en los que se apoyó la sentencia
recurrida.
Si bien es verdad que el ingreso del coprocesado Fernández y del oficial que lo acompaña
encubría un procedimiento policial, no es menos cierto que aquel se produjo por la amistad
existente entre el procesado y su cómplice, circunstancia favorecida por el ilícito negocio en
el que estaban embarcados. No hubo engaño alguno que viciara la voluntad del imputado, ya
que ninguna maquinación, ocultamiento o fraude fue utilizado para acceder a su vivienda.
Bastó con que uno de los visitantes fuese su conocido y que se le presentase al acompañante
como un amigo para que les franquease la entrada. Y, después de esta última, no fue
practicada pesquisa, registro, inspección o requisa, ni el paquete que contenía el
estupefaciente fue obtenido mediante ardid o aprovechamiento del descuido del morador, sino
por entrega voluntaria del procesado a su cómplice. En condiciones tales, no se advierte
interferencia ilegítima del Estado en un ámbito en el que como domicilio una persona puede
tener la mayor expectativa de intimidad y privacidad.
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Además, si está probado que el imputado y titular del derecho de exclusión, permitió el acceso
a su casa de dos personas, sin indagar los motivos del acompañamiento ni cerciorarse
debidamente de la identidad del desconocido: y, pese a ello, con entera libertad y desprecio
por las eventuales consecuencias de su proceder, descorrió el velo de protección de la
intimidad de su hogar y realizó actos que permitieron comprobar el grave delito que estaba
cometiendo, no puede ser posteriormente amparado por la clausula del art. 18 de la CN
cuando fue su propia conducta discrecional la que posibilitó la presencia del agente preventor
en el recinto privado y aquella comprobación.
Es criterio de la corte que el empleo de un agente encubierto para la averiguación de los delitos
no es por sí mismo contrario a garantías constitucionales.
Unidad VII:
El procesado Bramajo fue detenido el 1 de julio de 1992, habiendo sido excarcelado por
aplicación del art. 1° de la ley 24.390, al cumplir tres años de detención en prisión preventiva.
El fiscal acusó al procesado por el delito de homicidio calificado criminis causae en concurso
material con el de robo doblemente agravado por haber sido cometido con armas, en poblado
y en banda y requirió la pena de reclusión perpetua con la accesoria de reclusión por tiempo
indeterminado.
La Convención Americana sobre Derechos Humanos dispone en el art. 7°, inc. 5°, que "toda
persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario
autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro
de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso".
34
Por su parte la ley 24.390, que se autodefine como reglamentaria del art. 7°, inc. 5°, de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 9°) determina un plazo fijo de dos años,
con una prórroga de un año y otra de seis meses para los procesados que habiendo cumplido
aquel lapso de detención en prisión preventiva no hubiesen sido juzgados en forma definitiva
(arts. 1° y 2°). Además dispone que transcurrido el plazo mencionado, se computará por un
día de prisión preventiva dos de prisión o uno de reclusión (art. 7°).
Así, consideró la Comisión que "...la determinación del plazo razonable en el derecho interno
argentino surge en cada caso de la consideración armoniosa de estas dos disposiciones -hizo
referencia al art. 379, inc. 6° y al art. 380 del Código de Procedimientos en lo Criminal
quedando librada esa consideración al criterio del juez que debe decidir en base a los
parámetros que la ley le marca taxativamente para que los valore en forma conjunta".
Cabe tener presente que el espíritu que determinó la sanción de la ley 24.390 y el fin último
por ella perseguido, surge del debate parlamentario, el que puede sintetizarse en la necesidad
de resolver la situación de los detenidos en prisión preventiva sin haber sido juzgados, los
cuales, no obstante gozar de la presunción de inocencia por no haber sido condenados,
continúan detenidos sin sentencia definitiva, más allá de lo que la Convención Americana
sobre Derechos Humanos denomina "plazo razonable de detención". En relación a este último
concepto, en la Cámara de Senadores se expresó que "el origen de la razonabilidad de este
plazo de dos años debe buscarse en el antiguo Código de Procedimientos en lo Criminal, que
establecía que la instrucción debía durar dos años".
Si bien la ley 24.390 fija plazos para la procedencia de la libertad caucionada, de ello no se
deriva que vulnere lo establecido por el art. 7°, inc. 5°, de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, puesto que la comisión no prohíbe que cada Estado Parte establezca
plazos de duración de la detención sin juzgamiento, lo que no admite es la aplicación de
aquéllos en forma automática sin valorar otras circunstancias. Así, en el informe del caso
10.037 de la República Argentina la comisión expresó que "...el Estado Parte no está obligado
(por la convención) a fijar un plazo válido para todos los casos con independencia de sus
circunstancias...quedando el concepto de plazo razonable sujeto a la apreciación de la
gravedad de la infracción, en cuanto a los efectos de establecer si la detención ha dejado de
ser razonable".
Bajo los presupuestos enunciados, este Tribunal considera que la validez del art. 1° de la ley
24.390 se halla supeditada a la circunstancia de que los plazos fijados en aquella norma no
resulten de aplicación automática por el mero transcurso de los plazos fijados, sino que han
de ser valorados en relación a las pautas establecidas en los arts. 380 y 319 del Código de
Procedimientos en Materia Penal y Código Procesal Penal, respectivamente, a los efectos de
establecer si la detención ha dejado de ser razonable.
Por los argumentos expuestos, en el caso sometido a estudio del Tribunal, el examen de las
condiciones personales del procesado, la gravedad de los hechos que se le imputan, la
condena anterior que registra -que eventualmente ha de ser unificada con la que pueda
resultar en la presenteasí como la pena solicitada por el fiscal, hacen presumir que en caso
de obtener la libertad intentará burlar la acción de la justicia, razón por la cual debe revocarse
la resolución impugnada, puesto que la interpretación efectuada por el a quo del art. 1° de la
ley 24.390 ha sido incompatible con la jurisprudencia elaborada por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos y la establecida por esta Corte en la causa "Firmenich"
(Fallos: 310:1476). Por ello, se rechaza la inconstitucionalidad del art. 1° de la ley 24.390 y se
revoca la resolución impugnada. Hágase saber y vuelva al tribunal de origen para que se dicte
nuevo fallo con arreglo a derecho.
35
Hechos:
A Barbará se le imputaba el delito de asociación ilícita en concurso real con otros delitos.
Debido a un cambio de calificación legal respecto de su intervención en la asociación ilícita
(la de miembro por organizador), se dispone su prisión preventiva debido a la penalidad
prevista para tal delito (escala de 5 - 10 años). La Cámara debe resolver si con la variación de
la calificación legal del delito debía mantenerse el estado de libertad o procedía la prisión
preventiva.
Decisión mayoritaria:
Argumenta que el art. 280 CPPN y las reglas de los artículos 316, 317 y concordantes deben
interpretarse armónicamente con el principio de inocencia, es decir, que dichas reglas son
presunciones iuris tantum de que el imputado intentará eludir la acción de la justicia, pero
no es una presunción iure et de iure. Con esto, interpreta que el 316 CPPN no puede ser el
único argumento para denegar la exención de prisión.
Se traslada la doctrina del fallo <Nápoli= (que se refería únicamente a los delitos
<inexcarcelables=, contemplados como excepción en el 316 CPPN) a todos los casos que
resultarían inexcarcelables por la escala penal.
Acerca de las pautas que fija el art. 316 CPPN, se ha sostenido con razón que "...la sola
sospecha de que el imputado, por el monto de pena que se espera en el caso de recaer condena
intentará eludir la acción de la administración de justicia penal, no puede justificar ningún
encarcelamiento preventivo. El Estado, para aplicar un encarcelamiento preventivo
constitucionalmente autorizado, debe probar sus presupuestos... si, por la escala penal
prevista para el delito imputado, en el hipotético caso de llegarse a una condena ésta deberá
ser de cumplimiento efectivo, entonces siempre, en la escena del proceso, el cumplimiento
será adelantado desde la sentencia definitiva hasta el auto de procesamiento, en franca
violación al principio de inocencia, dado que, además, ese encarcelamiento preventivo previsto
por el Código Procesal Penal no debe cumplir necesariamente función en la neutralización de
los peligros procesales que, según la teoría, autorizan la imposición de la prisión preventiva:
basta el monto de la pena que se espera; los peligros procesales se presumen.
Tanto o más relevantes que las condenas anteriores o procesos en trámite son las cuestiones
que hacen a su identidad, medios de vida, arraigo en el país determinado por el domicilio,
residencia habitual, asiento de la familia y de sus negocios o trabajo y las facilidades para
abandonar definitivamente el país o permanecer oculto. A estos datos objetivos, que surgen
deficientemente de los informes ambientales cuando no son efectivamente constatados in situ
luego de la información brindada por el imputado en su lugar de detención, se agregan otros
factores como, por ejemplo, los que surgen del art. 203 del Código Procesal Penal Modelo para
Iberoamérica: la importancia del daño resarcible y la actitud que el imputado adopte,
voluntariamente, frente a él y el comportamiento del imputado durante el procedimiento o en
otro procedimiento anterior, en la medida en que indique su voluntad de someterse a la
persecución penal.
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especialmente al inicio, se van relajando a medida que nos aproximamos al cierre de la etapa
instructoria; no pueden justificarse exclusivamente en el hecho de que la investigación se
encuentra en cierre o incompleta, sino en el hecho concreto de que el imputado pueda llevar
a cabo alguna de las conductas indicadas, porque los peligros procesales no pueden
presumirse; debe haber elementos objetivos que los configuren. Así declaran la
inconstitucionalidad de la interpretación restrictiva efectuada del art. 316 CPPN.
La defensa apeló la medida aduciendo que la detención de Simón había excedido todos los
plazos legales, y por lo tanto se había tornado ilegítima. Dijo que su parte no había articulado
estrategia alguna para dilatar el trámite del proceso, que por otra parte no revestía ya la
complejidad aducida en la decisión en crisis.
Sostuvo con apoyo en los fallos "Neumeister" y "Stögmüller" del Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, que en tanto el derecho a ser juzgado en un plazo razonable o puesto en libertad
tutela el principio de inocencia resultaba incongruente supeditar la determinación de aquella
garantía a la gravedad o complejidad del delito endilgado.
Por último consideró que la "razonabilidad" a la que alude el artículo 7.5 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos había sido reglamentada en los artículos 1 y 3 de la ley
24.390 que establecía plazos de aplicación restrictiva y que una interpretación inversa, que
sostuviera que los términos de esta ley debían conjugarse con el "plazo razonable" al que se
refiere la Convención, anularía por completo la regulación que se ha intentado hacer de esa
garantía.
En el recurso extraordinario la defensa agregó a sus argumentos, que la decisión del tribunal
a quo infringía el principio de legalidad en tanto integró inadecuadamente a la ley 24.390 las
normas relativas a la excarcelación. Argumentó que el Congreso, al reglamentar el artículo
7.5 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos estimó que el encierro cautelar
resultaba razonable dentro de los plazos que fijó en la ley 24.390. Estimó, con cita de la
disidencia del juez Bossert en la causa "Estévez, José Luis" (Fallos: 320:2105) que esa exégesis
de la ley efectuada por la Cámara, en el sentido de integrar las disposiciones de la ley 24.390
con las relativas a la excarcelación, implicaba privar de efectos a dicha norma y por lo tanto
anular la garantía constitucional que allí se pretendió reglamentar. La corte establece que el
recurso es improcedente
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Para decidir de esta manera tomó en cuenta que el 2 de septiembre de 2005 se dictó auto de
procesamiento con prisión preventiva con respecto a Acosta y Radice en orden a los delitos de
robo, en concurso real con extorsión reiterada (tres hechos), en concurso real con falsificación
ideológica de instrumento público, los que a su vez concurren con el delito de asociación ilícita
por el que, Jorge Eduardo Acosta se encuentra en calidad de organizador y Jorge Carlos
Radice como integrante; y que el 27 de diciembre de 2007 -luego de rechazadas las oposiciones
articuladas por las defensas- se declaró parcialmente clausurada la instrucción y se dictó el
auto de elevación a juicio de las actuaciones con respecto a varios hechos enrostrados.
Para decidir de este modo, los jueces consideraron que la resolución dietada por el juez de
primera instancia había desarrollado adecuadamente los fundamentos para decretar la
prórroga de las prisiones preventivas, pues en su criterio el plazo fijado por el art. l° de la ley
24.390 no era de aplicación automática por el mero transcurso de los tiempos establecidos.
A ello sumaron que la razonabilidad del plazo debía ser valorada Judicialmente.
Contra esa sentencia, la defensa interpuso recurso de casación. Planteó como agravios -en lo
que aquí resulta de interés- la caducidad del término legal para mantener la prisión preventiva
y la errónea interpretación de la ley 24.390, de la que también reclamó la aplicación ultractiva
de su redacción original. El recurso fue concedido.
A los efectos de fundamentar sus agravios, la defensa expresó que ni la complejidad de las
actuaciones, ni la cantidad de los hechos imputados fue lo que signó que este trámite se viera
retardado, sino que fue la actuación de los órganos jurisdiccionales la que lo provocó.
Para decidir de esta manera se tuvo en cuenta que el objeto sometido a estudio es la prórroga
de la prisión preventiva dispuesta respecto de los imputados Acosta y Radice en las
investigaciones antes aludidas que integran tanto las extensiones oportunamente
convalidadas por la Cámara Federal, como el pedido de ratificación de una nueva prolongación
presentada ante esta casación por el tribunal de juicio.
Destacó que son las autoridades locales las encargadas de valorar la pertinencia o no de las
medidas cautelares e indicó que tales restricciones deben contar con fundamentos
suficientes.
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Contra la decisión del Tribunal casatorio, el Fiscal General ante la Cámara Federal de
Casación Penal interpuso recurso extraordinario que fue concedido y mantenido ante esta
instancia por el Procurador General de la Nación.
La cámara federal de casación penal por unanimidad sostuvo que la normativa aplicable al
caso era el texto de la ley 24.390 (la prisión preventiva no podrá ser superior a dos años, sin
que se haya dictado sentencia. No obstante cuando la cantidad de delitos atribuidos al
procesado o la evidente complejidad de la causa hayan impedido el dictado de la misma en el
plazo indicado, éste podrá prorrogarse por un año más, por resolución fundada, que deberá
comunicarse de inmediato al tribunal superior que correspondiere para su debido contralor).
Que este punto no fue recurrido y por lo tanto se encuentra firme, restando por desentrañar
entonces la interpretación, alcance e inteligencia que corresponde darle a esta normativa, en
cuyo texto también se funda sus agravios el ministerio público.
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La corte hace lugar a la queja, declara procedente el recurso extraordinario y deja sin efecto
la sentencia apelada.
Díaz Bessone, Fallo plenario Camara Nacional de Casación Penal año 2008
El fallo resolvió:
En este punto votaron a favor: (10) Riggi, Ledesma, Tragant, Hornos, Michell, González
Palazzo, Hergott, David, Mitchell, Fégoli.
En contra: (3) Catucci, Madueño, Basavilbaso. Estos, entendieron que BASTA en materia de
excarcelación para su denegación la imposibilidad de futura condena de ejecución
condicional, o que pudiere corresponderle al imputado una pena privativa de la libertad
superior a ocho años.
El señor juez doctor Pedro R. David dijo: La cuestión a dilucidar, según quedara determinado
en el temario, se centra en despejar la incógnita de "si en materia de excarcelación o eximición
de prisión basta, para su denegación, la imposibilidad de futura condena condicional o que
pudiere corresponderle al imputado una pena privativa de la libertad superior a ocho (8) años
(arts. 316 y 317 del C.P.P.N.); o si, pese a ello, pueden otorgarse ante la comprobada
inexistencia de riesgo procesal: peligro de fuga o de entorpecimiento de la investigación (art.
319 del C.P.P.N.)".
Lleva razón Cafferata Nores al afirmar que lo que realmente importa al imputado es estar en
libertad y que los nombres, las cauciones y hasta las obligaciones que se le imponen son
asuntos accesorios, por cuanto, por más sujeciones o instrucciones que se deban acatar, la
situación no es la de encarcelamiento -la más (caucionada) de las libertades será siempre
libertad-. Así planteado, libertad y encarcelamiento se presentan como anverso y reverso de
una sola moneda, las dos caras posibles de una misma realidad. El meollo del problema reside
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PRINCIPIOS RECTORES:
El fundamento constitucional básico que debe iluminar al intérprete en la materia que viene
a estudio es que la ley fundamental impide que se trate como culpable a la persona a quien
se le atribuye un hecho punible, mientras el Estado, por medio de los órganos judiciales
establecidos para exteriorizar la voluntad en esta materia, no pronuncie la sentencia penal
firme que declare su culpabilidad y lo someta a una pena.
Ello es así, por cuanto el artículo 18 de la Constitución Nacional dice que "nadie puede ser
penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso". Esto de que nadie será
penado sin juicio previo ha dado pie a que se le asigne a la llamada presunción de inocencia
jerarquía constitucional. El argumento sería éste: puesto que sólo después de un juicio
alguien puede ser declarado culpable, previo a ese momento toda persona debe recibir el trato
de inocente.
Así se ha pronunciado nuestro más Alto Tribunal, señalando "que cuando el art. 18 de la C.N.
dispone categóricamente que ningún habitante de la Nación será penado sin juicio previo,
establece el principio de que toda persona debe ser considerada y tratada como inocente de
los delitos que se le imputan hasta que en un juicio respetuoso del debido proceso se
demuestre lo contrario mediante una sentencia firme.
Como correlato de este estado de inocencia, surge el derecho de la persona a gozar de libertad
durante el proceso, que tiene jerarquía constitucional.
Sin embargo, "los derechos de cada persona están limitados por los derechos de los demás,
por la seguridad de todos y por las justas exigencias del bien común, en una sociedad
democrática (art. 32 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, Pacto de San
José de Costa Rica); y el derecho a la libertad durante el proceso está condicionado a las leyes
que reglamentan su ejercicio"-
Sucede que es propio ya del concepto de política criminal la tensión entre interés en la libertad
y el interés en la persecución y para conseguir un equilibrio entre ambos se trata de llegar
efectivamente a una síntesis dialéctica.
Resulta que, "si bien es cierto que existe un derecho constitucional a la libertad durante el
trámite del proceso penal no lo es menos que ese derecho (como todos) no es absoluto; ello
significa que los habitantes gozan de él, conforme las leyes que lo reglamentan; el Estado
puede reglamentarlo en función de una legítima finalidad: la de evitar que el individuo
sometido a proceso eluda la acción de la justicia, sea impidiendo u obstaculizando la
investigación del hecho o no cumpliendo la eventual pena que se imponga.
En este entendimiento, "el derecho de gozar de libertad hasta el momento en que se dicte la
sentencia de condena no constituye una salvaguardia contra el arresto, detención o prisión
preventiva, medidas cautelares éstas que cuentan con respaldo constitucional" (Fallos:
305:1022).-
El respeto debido a la libertad individual 3ha dicho la Corte- no puede excluir el legítimo
derecho de la sociedad a adoptar todas las medidas de precaución que sean necesarias no
sólo para asegurar el éxito de la investigación sino también para garantizar, en casos graves,
que no se siga delinquiendo y que no se frustre la ejecución de la eventual condena por la
incomparecencia del reo.
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Se trata, en definitiva de conciliar el derecho del individuo a no sufrir persecución injusta con
el interés general de no facilitar la impunidad del delincuente, pues la idea de justicia impone
que el derecho de la sociedad a defenderse contra el delito sea conjugado con el del individuo
sometido a proceso, en forma que ninguno de ellos sea sacrificado en aras del otro.
Asimismo, el art. 6.1 de las "Reglas Mínimas de las Naciones Unidas sobre las medidas no
privativas de la libertad (Reglas de Tokio)", establece que "en el procedimiento penal sólo se
recurrirá a la prisión preventiva como último recurso, teniendo debidamente en cuenta la
investigación del supuesto delito y la protección de la sociedad y de la víctima".
También el art. 280 del Código Procesal Penal de la Nación afirma el carácter excepcional de
las medidas de restricción, señalando que "la libertad personal sólo podrá ser restringida, de
acuerdo con las disposiciones de este Código, en los límites absolutamente indispensables
para asegurar el descubrimiento de la verdad y la aplicación de la ley=
Macchieraldo, Ana María Luisa. Cámara Nacional de Casación Penal. Año 2004
Unidad VIII:
El recurso de queja de la defensa fue admitido por la CSJN, que sin embargo confirmó la
prisión preventiva (denegó la excarcelación) por unanimidad, debido a la gravedad del delito
imputado, la cual había sido tenida en cuenta por el legislador para excluir del régimen
general de excarcelación a los imputados por este delito.
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La CSJN acogió este planteo y dejó sin efecto la prisión preventiva. El voto coincidente del Dr.
Fayt agregó la propuesta de declarar inconstitucional el artículo de la ley que excluía del
régimen general de excarcelación a los imputados por ese delito, por constituir esto una pena
anticipada a quienes aún no han sido condenados. O sea que la decisión fue en sentido
opuesto al del caso anterior.
Unidad IX y X:
Fernandez Prieto, Carlos Alberto CSJN Fallos 321:2947
Los agentes detuvieron a las tres personas y, en junio de ese año, el juzgado dictó la prisión
preventiva de Fernández Prieto.
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Cuatro años después, lo condenó a la pena de cinco años de prisión por el delito de transporte
de estupefacientes.
Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso de apelación. Entre otras cuestiones,
planteó la nulidad de la requisa realizada sin orden judicial. La Cámara Federal de
Apelaciones de Mar de Plata desestimó el recurso y confirmó la condena.
Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso extraordinario federal que, denegado,
motivó la presentación de un recurso de queja.
Fernández Prieto estuvo privado de su libertad por dos años, ocho meses y cinco días.
Tumbeiro:
En enero de 1998, Tumbeiro fue interceptado en la vía pública por agentes de la Policía
Federal Argentina para que acreditase su identidad. Los agentes le pidieron que subiera al
patrullero para comprobar sus datos y, una vez allí, le solicitaron que vaciara sus bolsillos,
que se bajara los pantalones y ropa interior y que mostrara sus pertenencias.
En agosto de ese año fue condenado a la pena de año y seis meses de prisión en suspenso
por el delito de tenencia de estupefacientes. Contra esa decisión, interpuso un recurso de
casación.
Entre otras cuestiones, solicitó que se dictara la nulidad del acta de secuestro por considerar
que no había existido un grado de sospecha suficiente que diera lugar a una requisa sin orden
judicial.
En 1999 la Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal hizo lugar al recurso y lo absolvió.
Contra esa sentencia, la fiscalía interpuso un recurso extraordinario federal.
En el año 2002 la Corte Suprema de Justicia de la Nación hizo lugar a la impugnación, revocó
la decisión y ordenó que se emitiera un nuevo pronunciamiento.
Fallo Monzón:
En este precedente judicial que dictaminó la CSJ de la Provincia de Santa Fe, la cuestión
verso sobre la problemática si, de acuerdo con nuestra ley procesal, las personas jurídicas
pueden constituirse como querellantes dentro del proceso penal solamente en los casos que
lo habilita la ley expresamente o en todos.
De los hechos se desprende que la empresa <Terminar 6 SA= imputo penalmente a Raul
Alfredo Monzon y otros, representantes sindicales, por el delito de usurpación por actos
turbatorios.
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Dentro de este proceso, la empresa, dedujo incidente de constitución como parte querellante,
que fue rechazado tanto por la Primera, como por la Segunda Instancia. Contra esta última
sentencia, la persona jurídica deduce su recurso de inconstitucionalidad.
Admitiendo el recurso como procedente y por un fallo que no fue unánime, la corte se
pronunció por la revocación de las sentencias anteriores, fallando a favor de las personas
jurídicas se pueden constituir como querellantes en el proceso penal de acuerdo a
nuestra ley ritual.
Fallo Szmilowsky:
En el caso "Szmilowsky" la Corte convalidó la requisa policial practicada respecto de una
persona que se mostró nerviosa cuando le fue requerida identificación.
El juez de primera instancia declaró la nulidad de esta requisa realizada sin orden judicial
por considerarla infundada, esto es, que no estaba motivada en sospecha fundada de que en
sus ropas se escondía un elemento relacionado con un delito y que tampoco habían existido
razones de urgencia que impidieran solicitar orden del juez; y sobreseyó a Szmilowsky.
El fiscal apeló esta decisión y el caso llegó a la Corte quien debía decidir si la confirmaba o
no.
Comentario: Con este fallo, la Corte confirmó el camino comenzado en el año 1998 en el caso
<Fernández Prieto=. Es esto preocupante dado que por esta decisión el Estado Argentino fue
denunciado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. De este modo, por
pronunciamientos como el comentado podrían comprometer la responsabilidad internacional
del Estado.
Fallo Peralta:
Hechos:
Los actores dedujeron demanda de amparo contra el Estado Nacional y el Banco Central de
la República Argentina y peticionaron la declaración de inconstitucionalidad del decreto
36/90 en cuanto dispuso que la devolución de los depósitos a plazo fijo que excediesen de
determinada cantidad, fuesen abonados con títulos de la deuda pública.
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Fallo Cabral:
Cabral fue sorprendido en la vía pública por la policía al momento de bajar de un taxi, (el fallo
no menciona a qué hora del día ocurrieron estos eventos). Tenía en su poder dos cajas de
cartón con inscripciones que indicaban que se trataba de equipos de computación. Los
policías le hicieron preguntas sobre el origen de la mercadería, preguntas que al parecer
fueron respondidas por Cabral mediante evasivas y contradicciones. Esa conducta
sospechosa determino su detención y traslado hacia una seccional.
Según relata el fallo, en el trayecto "Cabral habría manifestado espontáneamente a los policías
que esos equipos, junto con otros que poseía en un departamento..., los había adquirido en
un bar. de la zona del bajo a una persona que los traía del puerto, y que al momento de ser
detenido iba a venderlos a otra que tenía contactos con una empresa de computación a cien
dólares cada uno".
Sobre la base de ese dato se le requirió al juez interviniente una orden de allanamiento del
mencionado departamento.
La condena dictada respecto de Cabral fue recurrida por su defensor hasta la Corte Suprema.
El planteo constitucional se basó en la violación de la garantía de la defensa en juicio.
El defensor invoca que se estaba transgrediendo el art. 316 del Código de Procedimientos en
materia Penal entonces vigente, en cuanto disponía que la confesión hecha ante la autoridad
policial "carecerá de valor probatorio y no podrá ser usada en la causa". Argumento así que
el allanamiento domiciliario dispuesto se originaba en lo manifestado por Cabral ante los
policías, lo cual equivalía a "usar en la causa" su ilegítima confesión.
El Alto Tribunal indico entonces que: ...La mera comunicación de ese dato, en la medida que
no sea el producto de coacción, no es un indicio que deba desecharse de la investigación
criminal, pues lo contrario llevaría a sostener... que la restricción procesal antes mencionada
impide a los funcionarios investigar las pistas que pudieran surgir de esa comunicación. De
igual manera, la Corte remarco que no se advertía que la manifestación de Cabral a la policía
hubiese sido el fruto de un acto de coacción, no existiendo en la causa indicios, ni informes
médicos en tal sentido.
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