Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1. Este capítulo se basa en diferentes líneas de trabajo desarrolladas en el marco del PICT 2015-
1527, que han generado diversas publicaciones entre las cuales se destaca Ruiz y Scioscioli (2018)
por ser la base de la organización y del esquema analítico aquí propuestos.
115
“Defensor del Pueblo de la Nación c. Estado nacional y Pcia. de Chaco” Fallos: 330:4134
(2007)], entre otros.
4. Aunque no en el tema educativo, la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación ha insistido
en los años recientes en la necesidad de reforzar un federalismo de concertación en la Argentina.
Ello supondría, en términos de la Corte, una herramienta para “garantizar un federalismo
lealmente aplicado”, que permita “una interacción articulada, cooperativa”, y que asegure el
correcto funcionamiento de los entes o consejos de composición federal –en los que participan
ambos niveles de gobierno– para la solución de los conflictos o problemas inter-jurisdiccionales.
Puede verse en este sentido los casos “La Pampa c/ Mendoza s. uso de aguas”, CSJ 243/2014 (50-L/
CS1) (2017); “Santa Fe”, Fallos 338:1389 (2015), entre otros.
educativa. En este sentido, el rol del Estado resulta clave ya que a través
de sus políticas públicas puede tornar efectiva la promoción del derecho a
la educación, lo cual en el caso argentino requiere atender la complejidad
que conllevan las definiciones y concertaciones de políticas públicas de un
Estado federal.
Desempeñar un rol subsidiario, en cambio, supone garantizar el derecho
a aprender para aquellos que no puedan acceder al circuito de la educación
privada, es decir, suplir los espacios en donde la iniciativa privada no llega; y
a la vez, también supone mayores permisos y menos trabas para el desarrollo
de la libertad de enseñanza. En este sentido, la Iglesia –para quien el rol del
Estado debe ser subsidiario dado que ella es la responsable de la educación–
sostiene que el Estado debería, incluso, sostener con fondos públicos a las
instituciones de educación religiosa, porque ello la ayudaría a cumplir con
la responsabilidad que le corresponde y porque siempre será menos costoso
que mantener la educación pública.
En síntesis: de acuerdo con el artículo 14 de la Constitución Nacio-
nal, es posible establecer el rol que asume el Estado para garantizar este
derecho si se analizan las políticas educativas instrumentadas en cada
contexto histórico. Así, cuando se privilegia el derecho a aprender el
Estado tendría un rol principal en materia educativa ya que ello cons-
tituye uno de los derechos fundamentales del ser humano, o sea, el de
acceder a los niveles más elevados del conocimiento de su época. Desde
esta concepción, el Estado debe proveer recursos –salariales, edilicios,
didácticos y bibliográficos– a la población para garantizar el derecho a
la educación, tal como se lo comenzó a denominar desde mediados del
siglo xx gracias al desarrollo del constitucionalismo social. La reforma
constitucional de 1994 ha reforzado esta última concepción e introducido,
a la vez, definiciones propias del constitucionalismo internacionalizado a
partir de la incorporación de instrumentos internacionales de derechos
humanos con jerarquía constitucional en su artículo 75 inciso 22. Por el
contrario, cuando desde las políticas educativas prevalecen las posturas
que enfatizan el derecho a enseñar por sobre el de aprender, el Estado
adoptaría un rol subsidiario respecto de otros agentes de la sociedad
ya que promovería en primer lugar el derecho original a educar que le
corresponde a los padres, a las iglesias y a los particulares. Según estas
posturas, el Estado debería intervenir sólo cuando la actividad educativa
privada no resulte suficiente para cubrir las necesidades de la población
(Ruiz, 2007).
Entre las obligaciones a cargo del Estado para respetar, garantizar, promo-
ver y facilitar el ejercicio del derecho a la educación, es posible enumerar
las siguientes definiciones de la Constitución argentina:
11. La calificación de una norma como federal es objeto de debates conceptuales y de problemas
para su precisión. Ello se debe a que, en el derecho argentino, el Congreso Nacional puede
emitir diversos tipos de normas con distinto alcance y jerarquía. En tanto nuestro país posee un
federalismo atenuado en materia de derecho común, la legislación de derecho público y/o privado
de naturaleza codificada –como el derecho comercial, derecho civil, derecho penal, derecho
laboral, entre otros– constituye una atribución propia y exclusiva del Poder Legislativo federal,
pero su interpretación y aplicación queda bajo la órbita de los poderes judiciales provinciales o
locales (en estos casos, las legislaturas locales sólo pueden dictar normas de procedimiento o
procesales aplicables a sus territorios). Las leyes federales se definen por exclusión, es decir, de
manera residual, como aquellas que la propia Constitución determina como tal en razón de su
materia (en temas como nacionalidad, naturalización, falsificación de la moneda, supremacía de
la Constitución, entre otras), o por derivar del ejercicio de las competencias o atribuciones de
los órganos federales. La interpretación y aplicación de este tipo de normas corresponde a los
tribunales federales.
12. El derecho internacional reconoce la existencia de países con estructura federal y prevé
que ello no debe afectar el reconocimiento de los derechos en el territorio de estos países. Así,
la Convención Americana en su artículo 28 señala expresamente que el federalismo no puede
ser una excusa del Estado nacional para el incumplimiento de los derechos en el interior de sus
territorios. Su artículo 2° complementa lo anterior y establece la obligación del Estado como parte
de la adopción de las medidas de derecho interno que resulten necesarias para dar efectividad a
las normas convencionales de protección, y así subsanar eventuales lagunas o insuficiencias del
derecho interno, incluidas las originadas en la estructura federal a fin de armonizarlas con las
normas convencionales.
13. En suma, la introducción de contenidos obligatorios (como los estipulados en los artículos
87, 88 y 92, entre otros) y la actualización de los contenidos curriculares mínimos (denominados
“núcleos de aprendizajes prioritarios”), ha permitido el desarrollo de diseños curriculares así como
la inclusión de temas vinculados con desafíos actuales asociados con los valores democráticos, la
perspectiva de género, el respeto por la diversidad, entre otros.
14. Puede tomarse como ejemplo paradigmático lo que ocurre con la controversia judicial que
se tramitó ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación por el tema de la educación religiosa
en el currículo oficial, la cual podía ser impartida durante el horario de clases, en las escuelas
públicas de la provincia de Salta. En la Ley 26.206 no surge en ningún lugar el carácter laico de
la enseñanza oficial. Ello es particularmente criticable sobre todo si se atiende a la gran cantidad
de desarrollos normativos históricos que expresamente abogaban por el carácter laico y secular de
la educación pública, en conformidad con la posición respecto de la relación entre el Estado y la
Iglesia prevista en la Constitución Nacional, más aun en función del artículo 75 incisos 22 y 23.
15. Bravo ha diferenciado entre servicios públicos e instituciones públicas. Entre los primeros se
encontrarían ciertamente las escuelas privadas o particulares como históricamente se conocieron,
ya que brindan un servicio público “impropio” al satisfacer necesidades colectivas, regladas por el
Estado (Bielsa, 1974, citado por Bravo, 1991). Sin embargo, el ejercicio de los particulares de “una
actividad que interesa al Estado, no significa la presencia de una institución pública – integrante de
su organización administrativa” (Bravo, 1991: 2). Asimismo, Bravo destaca que la primera vez que
se introdujo en las bases legales de la educación la concepción de educación pública estatal y no
estatal fue durante el gobierno inconstitucional del general Onganía, cuando en 1968 se presentó
el proyecto de Ley Federal de Educación ideado por José Mariano Astigueta. Posteriormente, se
volvió a apelar al mismo concepto en 1974 a través del Decreto N° 1784 (Perón – Taiana). En la
década de 1990, la legislación nacional avanzó en un contexto de recomposición de derecha de
la educación al introducir diferencias de gestión entre los dos tipos de sectores educativos.
tipo de gestión. Si bien se señala que los particulares que brinden educación
quedarán sujetos a la autorización, reconocimiento y supervisión de las
autoridades jurisdiccionales estatales (artículo 62), en el Título III de la ley
no resultan menores las concesiones y las prerrogativas ya reconocidas por
el propio texto para con dicho sector. Así, la ley avanza en la definición de
los nuevos agentes con capacidad para brindar educación privada: además
de la Iglesia Católica y las confesiones religiosas inscriptas en el Registro
Nacional de Cultos y las sociedades, se mencionan las cooperativas, las
organizaciones sociales, sindicatos, asociaciones, fundaciones y empresas
con personaría jurídica y a las personas físicas; y se mantienen los mismos
derechos y obligaciones establecidos en la Ley Federal de Educación.16 La
misma continuidad aparece respecto de las remuneraciones mínimas de los
docentes de instituciones educativas privadas. El artículo 14 remarca, en
este sentido, que al sistema educativo lo integran los servicios de gestión
“estatal, privada, cooperativa y social”. Precisamente por ello, y para tornarse
operativos, algunos de sus principios o líneas de acción fundamentales han
requerido de una actividad posterior profusa a nivel infraconstitucional y
legal, como las adoptadas en el ámbito del Consejo Federal de Educación.17
16. De esta forma, se reconoce el derecho de los servicios educativos de gestión privada a evaluar
y emitir certificados y títulos con validez oficial, formular planes y programas de estudio, aprobar
el proyecto educativo institucional de acuerdo con su ideario y participar del planeamiento
educativo, entre otros derechos.
17. Ello es notorio si se considera, por ejemplo, el rol del Ministerio de Educación nacional
como un ámbito de fijación de políticas y estrategias nacionales. Entre sus funciones se previó lo
dispuesto en el artículo 115 de la Ley: declarar la emergencia educativa para brindar asistencia de
carácter extraordinario en aquella jurisdicción en la que esté en riesgo el derecho a la educación
de los/as alumnos/as que cursan los niveles y ciclos de carácter obligatorio. La falta de una mayor
precisión y de mecanismos dentro de la ley que garantizasen su aplicación, han tornado esta cláusula
en una norma prácticamente programática de uso discrecional por el poder político nacional de
turno. Hasta el momento nunca ha sido utilizada, a pesar de las diferentes situaciones conflictivas
ocurridas en diversos ámbitos entre las que podemos mencionar las siguientes: la de la provincia
de Neuquén en 2010, la de Buenos Aires en 2018 y la de Chubut en 2019, por citar sólo algunos
casos que habrían requerido de la intervención del Estado federal dado que en dichos contextos
ha estado en riesgo y se ha visto afectado el ejercicio del derecho a la educación.
18. La Ley Federal de Educación modificó la estructura histórica del sistema educativo argentino
y creó dos niveles nuevos: la Educación General Básica (EGB) y la Educación Polimodal. El
primero y el último año de la Educación Inicial eran obligatorios. Sin embargo, la organización del
tercero de los ciclos de la EGB fue aplicado de manera diferente en cada jurisdicción provincial.
Más aun, de las veinticuatro provincias que componen nuestro país dos de ellas no aplicaron esta
reforma en la estructura académica y mantuvieron la preexistente a la Ley 24.195. Ello dio lugar
a una fuerte diferenciación interna del sistema educativo nacional, en cuanto a duraciones de los
ciclos y de los niveles de la educación obligatoria que afectó los contenidos de la enseñanza, los
resultados de los aprendizajes y también a los docentes que trabajaban en cada uno de los niveles
educativos. La aplicación fue crítica y generó las condiciones políticas para la derogación de esta
ley trece años después de su aprobación.
La resistencia a la reforma educativa enmarcada en aquella legislación de la década de 1990
surgió en los sindicatos docentes y en la comunidad educativa en general, en un contexto de
fuerte conflictividad durante la segunda mitad de la década de 1990 que dio lugar a una extensa
protesta frente al Congreso Nacional en torno a una “carpa blanca” que consistió en una toma de
la Plaza del Congreso por parte de los docentes de los diferentes niveles que se extendió durante
1003 días entre el 2 de abril de 1997 y el 30 de diciembre de 1999.
Además de los reclamos por un mayor presupuesto educativo, a la Ley 24.195 se le cuestionaron sus
orientaciones hacia la privatización, la provincialización y descentralización propias de la moderna
derecha y de sus propuestas educativas. Estas críticas a las políticas derivadas de la aplicación
diferencial de la estructura académica prevista por dicha ley generaron las condiciones políticas
para su derogación en el año 2006. En relación con dichas críticas a la Ley Federal de Educación
véase, entre otros, Paviglianiti (1995) y Senen González (2001).
19. El problema del pasaje entre niveles educativos resulta muy notorio en el área metropolitana de
Buenos Aires, la cual está conformada por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los municipios
limítrofes (equivalentes a los ayuntamientos) que pertenecen a la Provincia de Buenos Aires. Sin
constituir una entidad administrativa integrada, esta megalópolis alcanza un total de población
superior a los 12 millones de habitantes (INDEC, 2003; 2010).
Numerosos estudiantes de la Provincia de Buenos Aires, donde la escuela primaria se extiende
durante 6 años, obtienen su certificado de nivel primario al concluir el sexto año de escolarización.
Sin embargo, si al año siguiente aspiran ingresar a una escuela secundaria de la Ciudad de Buenos
Aires deben asistir al séptimo año de la escuela primaria ya que en esta última jurisdicción la
educación primaria tiene una duración de siete años. En consecuencia, al año subsiguiente obtienen
un segundo certificado de nivel primario –que se suma al que habían adquirido en la Provincia
de Buenos Aires– y entonces estarán en condiciones de iniciar la escolarización secundaria en el
ámbito de la Ciudad de Buenos Aires.
Lo mismo aplica para otras áreas urbanas que corresponden a diferentes jurisdicciones como
Resistencia –en la provincia de Chaco– y la ciudad de Corrientes; o Neuquén y General Roca –en
la provincia de Río Negro–, entre otras.
20. El Consejo Federal de Educación fue creado como un organismo de coordinación del sistema
en el año 1972. Cobró centralidad en la definición de las políticas educativas en el contexto del
Estado federal a partir de 1993 con la Ley 24.195 ya que allí se especificaron sus funciones. La
Ley 26.206 detalló con más precisión sus competencias en el sentido de favorecer un federalismo
de concertación.
Integran este Consejo el Ministerio Nacional de Educación, las autoridades educativas de las
veinticuatro jurisdicciones provinciales, Ministros, Directores Generales de Educación, según
corresponda, y tres integrantes del Consejo de Universidades.
Referencias bibliográficas
Notas:
1
. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Esta ley establece la extensión de la escola-
ridad según la estructura académica histórica de siete años de educación primaria
y cinco de secundaria (seis y en algunos casos siete en las modalidades técnicas).
2
. Corrientes. Es una ley de tres artículos que adhiere en todos sus términos a la
Ley de Educación Nacional. La opción de estructura fue definida por el decreto
N° 222/08.
3
. Mendoza. Un proyecto de ley obtuvo la media sanción de Diputados en diciembre
de 2014 pero el Senado lo desaprobó en febrero de 2015.
4
. Misiones. Se presentó un proyecto de ley en la legislatura pero encontró fuertes
rechazos por parte de los sindicatos docentes.
5
. Tierra del Fuego había establecido esta opción en la resolución N° 2484/07.