Capiruto 1X
Comayagua.
Ahi estaba el rfo Juan. Asi como el auténtico portugués habla
‘ajo como «El Senor Tajo%>, asi los hondurefios le conceden la
yor dignidad al rio Juan, aunque no es, bajo ningdin concepto, el
més importante del pais. Lo llaman BI rey de los
ace alt
lento, casi desalante Send que quizés este amor de los honduredos
Ja orilla opuesta percibi una
en su. centro, De configuracién
tes.
Sobre las rocas el agua giraba y saltaba en todas direcciones. Hl
sonido mismo era una carcajada burlona que se mofaba de nosotros,
y los solemnes arboles oscuros que bordeaban la margen estaban lejos
de poner una nota alegre que animara la perspectiva, Las nubes habian
lo_al sol, y los micos matices del paisaje los proporcionaba
personas, y los pafuelos carmesi de dos indias. Ella
tadas en cuclillas al borde del observaban a sus desnudc
que se entretenian haciendo de barro, como es cos
de Ja gente menuda que hi Jas mérgenes del Lea,
Témesis
‘Un guacamayo malhumorado, cuyo frecuente y discordante chi-
IHido cafa en mi oido como una burla, estaba seguramente oculto en
alguna parte.VN VIAJE POR HONDURAS
4 muy crecido, ya verén, no hay
vino, —Deje que yo lo haga..., no tate a la
Mareos a un lado, acomod6 mi
s dijo con voz sobremanera dramética:
5 muy peligroso. Usted iré; pero «ay
1odo —y haciendo a
=No hay vado; y atin més,
a de un lado a otto 1
eta disgustado con todo lo que
ubiera sentido mi pulso acelerado, se
lucha que en ese momento se
inglés para no parecer _miedosal
Palabras y sonrei consciente de que no
ero si bien esto parecia ser coraje, no eta
icido de ta desesperacién, En otras palabras
‘a en mi orgulloso corazén i
ealidad sino el valor nac
¥ entonces Marcos resolvié la
—Adiés, buena amiga.
bia otro remedio, y los hombres Para partir, Luisa, sin embargo, no queria
garon los pantalones hast
cabeza, y se prepararon param
la mas absoluta indiferencia, Luisa
i6 sus cuatro cascos, juntindolos todo
lodo. El hecho de que este animal
emblando, y pareciera paralizado por
ad y di media vuelta para evitar la
queria caminar, sino que rect
en la montura para nom posible, y los hundié en el
Bros0; Pero equé podia hacer? Le hice a Marco,
EL hombre respondié. con su
acostumbrado tono incisivo y ten
@ hacia mi con un grito, seguida por su
compafiera, y levantando tos brazos en el aire, —La om
at; {Seiiora, por amor de
No podria decir qué ocurria, pues i
idad sobre la mula, que permanecia
reojo al agua de cuando
—Debemos cruzar inmedi
‘oncluciré la mula del e
ia perdido toda auto-
como una roca, mirando
en cuando y temblando de temor,
do vuelta y evidentemente entendié Ja situa-
colocarse al alcance de mi vido, grits...
Abora