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Este cuento no inicia con el clásico, “Había una vez”, Inicia con la historia de los Deras y los Dalis,

Estos dos estaban destinados a odiarse mutuamente hasta que uno de los dos ganara…
¿Porque?...Bueno los Dera eran la muy conocida raza de la destrucción, los hijos de la mismísima
muerte, atrayentes de malos presagios, y muchas cosas mas que en este momento no
importaran…en cambio los Dali eran pequeñas criaturas que no pasaban del el tamaño de un
hongo maduro, eran conocidos por ser los protectores de la vida, causantes de la fertilidad en las
tierras, su ley era proteger y sobrevivir, la de los Deras, destruir y matar a cualquier Dali.

En un bosque que ni tu ni yo conocemos, habitaban en armonía los Dali, se podían apreciar felices
y entre uno de ellos estaba Merí, un pequeño Dali, que en su cabeza al igual que todos tenia una
pequeña capucha de hongo, solo para camuflarse en caso de que hubieran encuentros con los
Deras, cosa que era algo de todos los días, solo que a él, a él le gustaba la noche, dormir de día,
para que cuando el sol diera su ultima sonrisa, el pudiera salir, no importaba que tan peligroso
fuera…Las estrellas eran una de sus secretas pasiones, los astros para el eran más importantes que
hacer tareas de fertilización a la tierra.

Miraba su pequeña biblioteca, cada uno de sus conocimientos guardados en ese lugar, cada
nombre de constelación, era el único despierto, y una luciérnaga era la única que alumbraba todo
su pequeño y diminuto hogar, así que, como cada día, se dispuso a salir a la parte mas al de la
frondosa y gran copa de el árbol, mientras subía, escuchaba los reproches de sus demás
compañeros…”Eres un rarito”, “Deberías dormir”…y mas y mas reproches de ese tipo.

Merí no hacia caso, era muy testarudo, subía con agilidad mientras su pequeña luciérnaga le
seguía para alumbrarle el camino. Al llegar a la parte mas alta las nubes cubrían gran parte el cielo,
y eso solo causo una mueca de molestia en él, las ráfagas de viento se vieron venir, el pequeño
pensó que con eso las nubes se irían, pero una por una cayeron, las gotas caían más y más, hasta
que el cielo rompió en llanto, y el viento fue mas fuerte…tal vez fue tanta su desdicha, que cuando
peleaba contra la corriente, esta se lo llevo a él…el viento se llevó al pobre Merí al otro lado de el
bosque, aquel a donde se les tenía prohibido ir.

No tenia una cuenta exacta de si durmió por días o tal vez horas, pero cuando se despertó era de
día, y por la posición de el sol casi era mediodía

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