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ARBOLARIOS
1. LLEGADA
2. PRIMAVERA DE 1938
Bertolt Bretch
3. EL PINO
Vladimir Holan
4. LOS ÁRBOLES
5. TEMOR
Charles Simic
6. LOS ÁRBOLES
Este transformar de los árboles en muebles, ¿no es un suplicio monstruoso? El árbol, hecho
leña, va a poseer el alma multicolor y maravillosa del fuego; va a concluirse más pronto,
pero antes sentirá fluir su espíritu en las lenguas inquietas de la llama y en las estrellitas de
las chispas; saciará su afán de ascensión y de cielo subiendo humo, hecho nube, él, que
siempre estiraba la verde cabeza de su copa a las nubes. Pero, convertido en mueble, no es
más que una momia, la forma más horrible de perdurar. Recorro las habitaciones de mi casa
y pienso:
–¿Cuántos árboles habrán talado para que yo tenga todo esto? ¿Qué selvas enormes se han
abatido para amueblar todas las casas del mundo? Me lleno de tristeza pensado en el duelo
del rocío, de los pájaros y del viento. Y me lleno de angustia imaginando el dolor de los
gajos heridos, de los troncos mutilados, de todas las selvas de la tierra caídas bajo las
hachas brillantes de los leñadores. Esta madera ahora inmóvil y muda, ¡cómo habrá
susurrado y florecido en un tiempo!
por su impudicia
son hoy ruinas de castillos, lejanos bastiones para dejar de lado
y no lanzarse a conquistar.
Los cruzados jamás vendrían a esta tierra, los corceles
8. MINIATURA ASOMBROSA
Jorge Galán
9. RAMAS
A contraluz,
tu pulmón al desnudo.
Y en su interior
(aunque no puedas verlas)
ramas como de almendro o de avellano
Una radiografía.
La dejas otra vez sobre la mesa
que aún conserva intacta
su memoria de ramas, tronco y árbol
y en el papel de un libro.
Josep Rodríguez
Crecen silenciosas
en la contemplación de sí,
de sus bordes,
en el trabajo minucioso del insecto
que las hiere.
Lucía Estrada
BESTIARIOS
1. AL PERRO DE KACHALOV
Wislawa Szymborska
3. EL GATO
El gato se acomoda
en el hueco del sueño.
Indolente
estila posturas dentro de su forma
como esculpiendo
fugitivas figuras
de gatos.
Oigo el tardo
envolver el ovillo de su música.
Y esto he comprendido.
A la hora en que los gatos duermen
–afuera– en los tejados
andan las sombras solas.
Gatos negros
que caen de la luna.
Luís Vidales
Gonzalo Rojas
5. TRAYECTORIA
ni sólo viajes
podría describirla
¿tenía nariz ojos boca oídos?
¿tenía pies cabeza?
¿tenía extremidades?
voraces aladas
sedientas bestezuelas
infamantes ángeles zumbadores
la perseguían
ah señor
qué horrible dolor en los ojos
qué agua amarga en la boca
de aquel intolerable mediodía
en que más rápida más lenta
más antigua y oscura que la muerte
a mi lado
coronada de moscas
pasó la vida.
Blanca Varela
7. GRANDE ES EL ODIO 2
La tarántula, oh Bécquer,
que vive enamorada
de una tensa magnolia.
Dicen que mata a veces,
que descarga sus iras en conejos dormidos.
Es cierto,
pero muerde y descarga sus tinturas internas
contra otro,
porque no alcanza a morder sus propios miembros,
y le parece que el cuerpo del que pasa,
el que amaría si lo supiera,
es el suyo.
Eduardo Lizalde
Surgió una mariposa con un ala negra y la otra azul. Andaba en el aire de la
habitación; arriba de los estantes y roperos. No se sabía si era sólo una. La niña más chica
la pidió para antifaz.
A ratos, sus alas profusas, extendíanse lisas y límpidas. Cuando se paró en el borde
de mi taza, vi su belleza abrasadora; daba pavor.
Mamá lloró todo el día; papá aprontó los revólveres y diversas trampitas, que él
mismo tejió, más nada tuvo efecto.
Al caer la tarde resolvimos cerrar la casa y partir. Pero por las sendas, la mariposa
nos sobrevolaba, como una estrella de Belén oscura, como un coloreado asesino.
Hasta que se metió en mi cuello de nueve años, entre mis venas, se entro en mi
cabello.
Los demás ya no vieron nada o hicieron que no veían.
Yo fingí no darme cuenta.
Y la mariposa sigue bullendo.
A cada instante me visita.
Marosa di Girogio
9. CARACOLA
He oído
en el entresueño
algo como un rumor de mar
que amaina y arrecia
Me han llegado
en el entresueño
voces como de mujeres en el amor
o como de sirenas
10. EL ERIZO
11. PÁJARO
En el aire
hay un pájaro
muerto;
quién sabe
adónde iba
ni de dónde ha venido.
¿Qué bosques traía,
qué músicas deja,
qué dolores
envuelven
su cuerpo?
¿En cuál memoria
quedará
como diamante,
como pequeña hoja
de una selva
desconocida?
Pero en el aire
hay un patio
y una pradera,
hay una torre
y una ventana
que no quieren morir
y están prendidos
de su cola
larga de norte a sur.
En el aire
hay un pájaro muerto.
No sabrá de la tierra
ni de esta mancha
que todos llevamos,
de las máscaras
que lapidan,
de los bufones
que hacen del Rey
un arlequín perdido.
¿Quién lo guarda,
quién lo protege
como si fuera
la mariposa angélica?
Pájaro muerto
entre el cielo y la tierra.
Giovanni Quessep
Antonio Cisneros
13. EL LENGUADO
Soy
lo gris contra lo gris. mi vida
depende de copiar incansablemente
el color de la arena,
pero ese truco sutil
que me permite comer y burlar enemigos
me ha deformado. He perdido la simetría
de los animales bellos, mis ojos
y mis narices
han virado hacia un mismo lado del rostro. soy
un pequeño monstruo invisible
tendido siempre sobre el lecho del mar.
Las breves anchovetas que pasan a mi lado
creen que las devora
una agitación de arena
y los grandes depredadores me rozan sin percibir
mi miedo. El miedo circulará siempre en mi cuerpo
como otra sangre. Mi cuerpo no es mucho. Soy
una palada de órganos enterrados en la arena
y los bordes imperceptibles de mi carne
no están muy lejos.
A veces sueño que me expando
y ondulo como una llanura, sereno y sin miedo, y más grande
que los más grandes. Yo soy entonces
toda la arena, todo el vasto fondo marino.
José Watanabe
14. EL CERDO
Horacio Benavides
15. MARIPOSA
Coral Bracho
16. MANTARRAYA
Rómulo Bustos
17. LAGARTO
Camina como un dragón caído que fue despojado del fuego y de las alas. Sobreviviente
de una raza de gigantes, hoy luce el agazapado apetito de la demora, el lento, hastiado
zigzaguear de un pesimista. Es una piedra en el centro del desierto. Hay otro tiempo detrás
de sus ojos. Sólo parece esperar la noche de un interminable crepúsculo. Su sangre es fría y
necesita al sol para recordar que vive. No conoce la tibieza ni la piedad. El mundo que aún
habita derrocó su dinastía y él aborrece a este enfriado planeta como se aborrecen dos
viejos y cansados enemigos. Aseguran que su carne es curativa o venenosa, según el humor
de quien la ingiere. En el mediodía del mundo, sus rascacielos huesos fueron la formidable
forma de la fuerza. Hoy son pequeños y casi cobardes. Ya no lanzan fuego: de su hocico
asoma sólo una tensa lengua roja que tiene menos del dragón que del ajolote; pero sus
pupilas aún conservan el brillo prehistórico del ámbar, y parecen mirarnos desde el fin del
mundo.