Los antifúngicos, también conocidos como antimicóticos, son fármacos
utilizados para tratar infecciones causadas por hongos. Pueden clasificarse de varias maneras, incluyendo su mecanismo de acción, estructura química y espectro de actividad. A continuación, proporcionaré una clasificación general de los antifúngicos basada en su mecanismo de acción principal y algunos ejemplos representativos:
1. Antifúngicos de la membrana celular:
Polienos: Este grupo incluye medicamentos como la anfotericina B y la nistatina. Actúan uniéndose a los esteroles de la membrana celular fúngica, lo que causa su disrupción y eventual muerte celular. Alilaminas: Ejemplos incluyen terbinafina, que inhibe la enzima esqualeno epoxidasa, interrumpiendo la síntesis de ergosterol en la membrana celular fúngica. 2. Antifúngicos que interfieren con la síntesis de la pared celular: Azoles: Esta clase incluye medicamentos como el fluconazol, itraconazol, voriconazol, y posaconazol. Inhiben la enzima lanosterol 14α-desmetilasa, que es necesaria para la síntesis de ergosterol en la membrana celular fúngica, lo que conduce a la acumulación de esteroles tóxicos y la muerte celular. Equinocandinas: Ejemplos incluyen caspofungina, micafungina y anidulafungina. Inhiben la síntesis de β-(1,3)-D-glucano, un componente estructural importante de la pared celular fúngica, lo que resulta en la debilidad y lisis de la pared celular. 3. Antifúngicos que interfieren con la síntesis de ácidos nucleicos: Flucitosina: Actúa como un antimetabolito al convertirse en 5- fluorouracilo en el interior de las células fúngicas. El 5- fluorouracilo inhibe la síntesis de ácidos nucleicos, lo que lleva a la interrupción de la síntesis de proteínas y el eventual deterioro celular. 4. Antifúngicos de acción sistémica versus tópica: Algunos antifúngicos pueden ser administrados por vía oral o intravenosa para tratar infecciones sistémicas graves, mientras que otros se utilizan tópicamente para tratar infecciones cutáneas o mucocutáneas menores.