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Narración

Una tarde de verano, Tío Tigre y Tío Conejo quisieron dejar a un lado sus
diferencias y dar un paseo por el campo. Al cabo de varias horas, el calor se hizo
insoportable y los nuevos amigos decidieron sentarse a la sombra de un frondoso
árbol de mangos.

Los mangos eran pequeños, pero dulces y jugosos. Tío Conejo y Tío Tigre
comieron muchas de estas frutas hasta quedarse dormidos.

Al despertar, Tío Tigre levantó la vista hacia las ramas del árbol y le dijo a Tío
Conejo:

—¡En este mundo todo está al revés! Este árbol tan alto tiene mangos pequeños,
mientras que las enormes sandías nacen de tallos en la tierra. Pasa lo mismo
contigo Tío Conejo, eres bajo de estatura, pero bastante orejón.

Al final de estas palabras, le cae a Tío Tigre un mango en la cabeza.

—¡Qué afortunado eres Tío Tigre! Si las sandías crecieran en los árboles, menudo
golpe que te hubieras llevado —dijo Tío Conejo, revolcándose de la risa.

Y fue así que Tío tigre y Tío conejo volvieron a enemistarse.

Moraleja: Criticar sin fundamento solo afecta a quien critica.

Narración 2
Un mosquito voló por el prado y se posó en la punta del cuerno de un enorme toro.
Después de descansar por un buen rato, se preparó para volar. Pero antes de irse
se acercó al oído del toro para disculparse:

— Lamento haber usado tu cuerno como lugar de descanso. Debes estar muy
contento de que me vaya ahora —dijo el mosquito.

El toro levantó la vista y respondió con indiferencia:


—Pequeño mosquito, gracias por compartirme tan grandiosa disculpa. Pero
piensas demasiado bien de ti mismo. ¡Ni siquiera me di cuenta de que estabas allí!

Moraleja: Para muchos, la vanidad es reflejo de la ignorancia.

Dialogo
—¿Dónde has estado? —le dijo su madre en cuanto entró a la casa.

—En la casa de un amigo —respondió él con fastidio.

—¿Qué amigo?

—No lo conoces. Por favor, fue un día muy difícil, necesito acostarme —dijo el
joven con sus últimas fuerzas.

—Esta conversación no está terminada.

—Ya lo creo. —Y se metió en su habitación dando un portazo.

Dialogo 2
―Buen día, señor.

―Buen día.

―Le hago una consulta. ¿Este ómnibus llega hasta el centro de la ciudad?

―Sí, serán unos veinte minutos de viaje desde acá. De hecho, es el final del
recorrido.

―¡Perfecto! ¿Cuánto cuesta el pasaje?

―4,20 pesos.

―Aquí tiene. Muchas gracias.

―Por nada, que tenga un buen viaje.


Dialogo 3
—Buenos días.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?

—Estoy buscando la Oficina de Admisión para dejar una documentación, ¿sabe


dónde está?

—Sí, claro. Tiene que subir al primer piso, doblar a la derecha y la última puerta
del pasillo es la que usted busca.

—Genial, muchas gracias.

—Debo advertirle, de todas maneras, que la Oficina de Admisión recién abre al


mediodía…

—Ah, no lo sabía. Bueno, vuelvo más tarde entonces. ¡Muchas gracias!

—No hay por qué. Que tenga un buen día.

—¡Igualmente!

Dialogo 4
– Padre, tengo miedo de saber que hay en el más allá.

– Hijo, no debes de temer. Si has sido buena persona las partes del cielo estarán
abiertas para ti.

– ¿Cree usted que allí me reencontraré con mi madre?

– Por supuesto. El reino de los cielos da cobijo a todos los hijos de Dios y tu
madre seguro que tendrá un lugar privilegiado.

– Padre, tengo mucho sueño.

– Recibe, Señor, a tu siervo en el lugar que debe esperar de tu misericordia.

– Amén.

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