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ABYA YALA, el verdadero nombre de este Continente

LABORATORIO TRASHUMANTE INTERCULTURAL·LUNES, 11 DE ENERO DE 2016

Esta denominación es dada al continente americano por el pueblo Kuna, desde antes de la
llegada de los europeos. Este pueblo es originario de la serranía del Darien, al norte de Colombia. Y
que hoy en día habita la región al sur de Panamá y el norte de Colombia. A los Kuna de la región
Colombiana se les conoce como Kuna-Tule. La cultura kuna sostiene que ha habido cuatro etapas
históricas en la tierra, y a cada etapa corresponde un nombre distinto de la tierra conocida mucho
después como América: Kualagum Yala, Tagargun Yala, Tinya Yala, Abia Yala. El último nombre
significa: territorio salvado, preferido, querido por Paba y Nana, y en sentido extenso también puede
significar tierra madura, tierra de sangre”. Así esta tierra se llama “Abia Yala”, que se compone de
“Abe”, que quiere decir “sangre”, y “Ala”, que es como un espacio, un territorio, que viene de la Madre
Grande. Es así como hoy en día, diferentes organizaciones, comunidades e instituciones indígenas
y representantes de ellas de todo el continente, han adoptado su uso para referirse al territorio
continental, en vez del término “América”. Es por esto que el nombre de ABYA YALA es utilizado en
sus documentos y declaraciones orales. Como símbolo de identidad y de respeto por la tierra que
habitamos.

ABYA YALA es, así, el verdadero descubrimiento de América. En la lengua del pueblo Kuna,
ABYA YALA significa "tierra madura", "tierra viva" o "tierra en florecimiento" y es sinónimo de
América. El pueblo Kuna es originario de Sierra Nevada, en el norte de Colombia, habitó la región
del Golfo de Urabá y las montañas de Darien, y actualmente vive en la costa caribeña de Panamá,
en la Comarca de Kuna Yala (San Blas). ABYA YALA se viene usando como una auto-designación
de los pueblos originarios del continente en contraposición a América, expresión que, aunque usada
por primera vez en 1507 por el cosmólogo Martin Wakdseemüller, sólo se consagra desde fines del
siglo XVIII y principios del siglo XIX como un medio de las élites criollas para afirmarse en
contraposición a los conquistadores europeos dentro del proceso de independencia. Aunque los
diferentes pueblos originarios que habitan el continente atribuyeran nombres propios a las regiones
que ocupaban -Tawantinsuyu, Anauhuac, Pindorama-, la expresión ABYA YALA es cada vez más
usada por los pueblos originarios del continente objetivando la construcción de un sentimiento de
unidad y pertenencia. Pese a que algunos intelectuales, como el sociólogo catalán-boliviano Xavier
Albó, ya habían utilizado la expresión ABYA YALA en contraposición a la designación consagrada
de América, la primera vez que la expresión fue explícitamente usada con ese sentido político fue en
la II Cumbre Continental de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas de ABYA YALA, realizada en
Quito en 2004. Nótese que en la I Cumbre, realizada en México en el año 2000, la expresión ABYA
YALA aún no era invocada, como se puede leer en la Declaración de Teotihuacán, cuando se
presentan como "los Pueblos Indígenas de América reafirmamos nuestros principios de espiritualidad
comunitaria y el inalienable derecho a la Autodeterminación como Pueblos Originarios de este

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continente". A partir de 2007, sin embargo, en la III Cumbre Continental de los Pueblos y
Nacionalidades Indígenas de ABYA YALA, realizada en Iximche, Guatemala, no sólo se
autoconvocan como ABYA YALA, sino que también resuelven constituir una Coordinación
Continental de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas de ABYA YALA "como espacio permanente
de enlace e intercambio, donde converjan experiencias y propuestas, para que juntos enfrentemos
las políticas de globalización neoliberal y luchar por la liberación definitiva de nuestros pueblos
hermanos, de la madre tierra, del territorio, del agua y de todo patrimonio natural para vivir bien".
Poco a poco, en los diferentes encuentros del movimiento de los pueblos originarios, el nombre
América va siendo sustituido por ABYA YALA, indicando así no apenas otro nombre, sino también la
presencia de otro sujeto enunciador del discurso, hasta aquí callado y subalternizado en términos
políticos: los pueblos originarios.

La idea de un nombre propio que abarcara todo el continente se impuso a esos diferentes
pueblos y nacionalidades cuando comenzaron a superar el largo proceso de aislamiento político a
que se vieron sometidos tras la invasión de sus territorios en 1492, con la llegada de los europeos.
Junto con ABYA YALA hay todo un nuevo léxico político que también se viene construyendo, donde
la propia expresión "pueblos originarios" gana sentido. Esa expresión afirmativa fue la que esos
pueblos en lucha encontraron para autodesignarse y superar la generalización eurocéntrica de
"pueblos indígenas". A fin de cuentas, antes de la llegada de los invasores europeos, en el continente
había una población estimada de entre 57 y 90 millones de habitantes que se distinguían como maya,
kuna, chibcha, mixteca, zapoteca, ashuar, huaraoni, guarani, tupinikin, kaiapó, aymara, ashaninka,
kaxinawa, tikuna, terena, quéchua, karajás, krenak, araucano/mapuche, yanomami, xavante, entre
tantos y tantas nacionalidades y pueblos originarios del continente. La expresión "indígena" es, en
ese sentido, una de las mayores violencias simbólicas cometidas contra los pueblos originarios de
ABYA YALA en la medida en que es una designación que hace referencia a las Indias, o sea, a la
región buscada por los negociantes europeos a fines del siglo XV. La expresión "indígena" ignora,
así, que esos otros pueblos tenían sus propios nombres y su propia designación para sus territorios.
Paradójicamente, la expresión "pueblos indígenas", en la misma medida en que ignora la diferencia
específica de esos pueblos, contribuyó a unificarlos no sólo desde el punto de vista de los
conquistadores/invasores, sino también como una designación que, en principio, servirá para
constituir la unidad política de esos pueblos por sí mismos, cuando comienzan a percibir la historia
común de humillación, opresión y explotación de su población y la dilapidación y devastación de sus
recursos naturales.

ABYA YALA se configura, por lo tanto, como parte de un proceso de construcción


político-identitario en el que las prácticas discursivas cumplen un papel relevante de descolonización
del pensamiento, y que ha caracterizado al nuevo ciclo del movimiento "indígena" cada vez más
como un movimiento de los pueblos originarios. La comprensión de la riqueza de los pueblos que
viven aquí hace miles de años y del papel que tuvieron y tienen en la constitución del sistema-mundo
ha alimentado la construcción de ese proceso político-identitario. Considérese, por ejemplo, que

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hasta la invasión de ABYA YALA (América) Europa detentaba un papel marginal en los grandes
circuitos mercantiles, que tenían en Constantinopla uno de sus lugares centrales. La toma de esa
ciudad por los turcos, en 1453, propició la búsqueda de caminos alternativos, sobre todo por parte
de los grandes negociantes genoveses, que encontraron apoyo político entre las monarquías ibéricas
y en la Iglesia Católica Romana. Desde entonces, circuitos mercantiles relativamente independientes
en el mundo pasan a estar integrados e incluso se constituye el circuito Atlántico con la incorporación
del Tawantinsuyu (región hoy ocupada por Perú, Ecuador y Bolivia, principalmente), del Anahuac
(hoy México y Guatemala, principalmente), de las tierras guaraníes (envolviendo parte de Argentina,
Paraguay, sur de Brasil y Bolivia, principalmente) y Pindorama (nombre con que los tupí designaban
a Brasil). El carácter periférico y marginal de Europa era tal que la expresión "orientarse" (ir hacia el
oriente) indicaba la relevancia de Oriente en la época. Así, es con la incorporación de los pueblos de
ABYA YALA y con su sometimiento político, junto con el tráfico y la esclavización de los negros
africanos traídos a este continente, que se crea la oportunidad para la centralidad de Europa. En
resumen, el surgimiento del sistema mundo moderno se da junto con la construcción de la
colonialidad. Se trata, por lo tanto, de un sistema mundo moderno-colonial. Y ese carácter
contradictorio inscrito en el sistema mundo moderno, que busca olvidar su carácter también colonial,
es lo que los pueblos originarios de ABYA YALA vienen buscando explicitar en la lucha "por la
liberación definitiva de nuestros pueblos hermanos, de la madre tierra, del territorio, del agua y de
todo patrimonio natural para vivir bien".

De este modo, la descolonización del pensamiento se vuelve central para los pueblos originarios
de ABYA YALA. Como bien señaló Luis Macas, de la Coordinadora de las Nacionalidades Indígenas
del Ecuador (CONAIE), "nuestra lucha es epistémica y política", donde cumple un papel fundamental
el poder de designar lo que es el mundo. Varios intelectuales vinculados a las luchas de los pueblos
de ABYA YALA han señalado el carácter etnocéntrico inscrito en las propias instituciones, incluso en
el Estado Territorial, cuyo eje estructurante está en la propiedad privada y cuyo fundamento se
encuentra en el Derecho Romano. A pesar de su origen regional europeo, los fundamentos del
Estado Territorial, incluso la idea de espacios mutuamente excluyentes, como la propiedad privada,
han sido impuestos al resto del mundo como si fueran universales, ignorando las diferentes formas
de apropiación de los recursos naturales que predominaban en las mayores partes del mundo, casi
siempre comunitarias y no mutuamente excluyentes. En América Latina, el fin del colonialismo no
significó el fin de la colonialidad, como afirmó el sociólogo peruano Aníbal Quijano, explicitando el
carácter colonial de las instituciones que sobrevivieron tras la independencia y que ilumina la
declaración de Evo Morales Ayma al asumir la presidencia de la República de Bolivia, en 2006,
cuando afirmó que era "preciso descolonizar el Estado". Para que no se piense que se trata de una
afirmación abstracta, debe recordarse que los concursos de oposición para funcionarios públicos en
ese país eran realizados exclusivamente en lengua española, cuando aproximadamente el 62 por
ciento de la población piensa en quechua, aymara y guaraní, las lenguas que hablan
predominantemente en su vida cotidiana. En países como Guatemala, Bolivia, Perú, México, Ecuador
y Paraguay, así como en ciertas regiones de Chile (en el sur, donde viven aproximadamente un millón

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de araucanos/mapuches), de Argentina (el Chaco norteño) y de la Amazonia (brasileña, colombiana
y venezolana), el carácter colonial del Estado se hace presente con todo su peso. El "colonialismo
interno", expresión consagrada por Pablo González Casanova, se muestra actual, en tanto historia
de larga duración actualizada. No es raro que esas regiones sean objeto de programas de desarrollo,
casi siempre para (des)arrollar, de modernización, casi siempre de colonización (de hecho, esas
expresiones casi siempre son sinónimos).

La elección del nombre ABYA YALA por los kuna recupera la lucha por la afirmación de sus
territorios, de la que ellos fueron pioneros con su revolución de 1925, consagrada en 1930 en el
derecho de autonomía de la Comarca de Kuna Yala, con sus 320.600 hectáreas de tierras, más las
aguas vecinas del archipiélago de San Blas. La lucha por el territorio se configura como una de las
más relevantes en el nuevo ciclo de luchas del movimiento de los pueblos originarios que se delinea
a partir de los años '80 del siglo pasado (Myskitos en Nicaragua) y que logra su mayor expresión en
los años '90 y a comienzos del nuevo siglo, revelando cambios profundos tanto del punto de vista
epistémico como político. Abya Yala se posiciona así como un atractor (Prigogine) en torno al que
otro sistema puede configurarse. Eso es lo que los pueblos originarios están proponiendo con ese
otro léxico político. No olvidemos que dar nombre propio es apropiarse. Es hacer propio un espacio
a través de los nombres que se atribuyen a ríos, montañas, bosques, lagos, animales y plantas; por
ese medio, un grupo social se constituye como tal, constituyendo sus mundos de vida, sus mundos
de significación y convirtiendo un espacio en su espacio: un territorio. El lenguaje territorializa y, de
esa manera, se revela una tensión de territorialidades entre América y ABYA YALA.

Fuentes

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Blog Otros Bicentenarios. (Traducción Javier Lorca y Jorge Montenegro).

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