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Historia del proceso sobre la constitución de 1999.

Al asumir la presidencia de Venezuela, 2 de febrero de 1999, Hugo Chávez firmó el


decreto número 3 destinado a realizar un referendo consultivo al pueblo para elegir
una Asamblea Constituyente a fin de que esta redactara y aprobara la nueva Carta
Magna del país.

El 25 de abril del mismo año se llevó a cabo el Referendo Consultivo para convocar a la
Asamblea Nacional Constituyente (ANC), que fue aprobada con 3.360.666 votos, lo que
representa el 87.75 por ciento de los votos.

La ANC se instaló el 3 agosto de 1999 con el principal objetivo de elaborar la nueva


Constitución que debía encaminar a la nación por los nuevos esquemas de bienestar
social, económico y político.

El 15 de diciembre de 1999, la Carta Magna se aprobó mediante un referéndum


constitucional.

En su momento la Constitución de 1999 fue considerada como la más avanzada del


planeta en materia de Derechos Humanos, identificada con los principios humanistas
que caracterizan a la Revolución Bolivariana

La Constitución de 1999 reconoce los derechos civiles, políticos, económicos,


culturales y ambientales que hoy se defienden en las Constituciones modernas, y con
una amplitud muy importante.

Otros puntos importantes fueron el cambio de la figura de gobierno representativo a


gobierno participativo. Otorga mucho mayor poder al presidente y revive la figura del
vicepresidente. El período de gobierno se alarga de cinco a seis años.

La nueva Carta Magna decretó el nombre del país como República Bolivariana de
Venezuela y reconoce los derechos de los pueblos indígenas venezolanos, sobre todo
en aspectos como idioma, territorios, cultura.

El proceso de creación de la Constitución de 1999 en Venezuela se inició con la


elección del Teniente Coronel (r) Hugo Chávez Frías como Presidente de la República el
6 de diciembre de 1998[2]. Sin embargo, el trasfondo histórico y político de este
proceso se remonta a los hechos violentos que sacudieron a la ciudad capital y otras
partes del país en 1989, conocidos como el "Caracazo"[1][2].
Luego de su elección, Chávez asumió la presidencia el 2 de febrero de 1999, y poco
después, el 15 de febrero, firmó el Decreto No. 3 para realizar un referéndum para la
elección de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC). El referéndum se celebró el
25 de abril de 1999 y el ANC fue aprobado con el 87,75% de los votos.

El ANC fue instalado el 3 de agosto de 1999, con el principal objetivo de redactar una
nueva Constitución que guiara al país hacia el desarrollo económico y político. La
nueva Constitución fue aprobada mediante referéndum el 15 de diciembre de 1999 e
introdujo cambios significativos en el sistema político venezolano, como la creación de
nuevos poderes públicos (Poder Electoral y Ciudadano), el reconocimiento de la
participación popular como principio fundamental y el establecimiento de un nuevo
modelo económico basado en la justicia social y la igualdad.

La Constitución de 1999 fue el resultado de un proceso complejo y controvertido, con


desafíos legales y políticos que fueron superados mediante decisiones históricas de la
Corte Suprema de Justicia. A pesar de estos desafíos, la Constitución ha estado vigente
durante más de dos décadas y ha sido el marco legal para la implementación de las
políticas sociales y económicas de la Revolución Bolivariana.

Constitución de la república Bolivariana y la nueva concepción

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, promulgada en 1999,


introdujo una nueva concepción del Estado venezolano en respuesta a una crisis
política en el país. Esta nueva concepción se basa en la justicia social y el equilibrio
social, con un enfoque en la democracia, los derechos y la justicia como pilares
fundamentales. La Constitución establece un Estado democrático y social de Derecho y
de Justicia, que promueve valores como la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la
solidaridad, la democracia, la responsabilidad social, y la preeminencia de los derechos
humanos, la ética y el pluralismo político. Además, la Constitución garantiza la defensa
y desarrollo de la persona, el respeto a su dignidad, la construcción de una sociedad
justa y pacífica, la promoción del bienestar del pueblo, y la garantía del cumplimiento
de los principios, derechos y deberes reconocidos en la Constitución. Esta nueva
concepción del Estado venezolano se refleja en la creación de instituciones políticas
como el Poder Ciudadano y el Poder Electoral, inspirados en las propuestas del
Libertador Simón Bolívar.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, promulgada en 1999,
introdujo una nueva concepción del Estado venezolano en respuesta a una crisis
política en el país. Esta nueva concepción se basa en la justicia social y el equilibrio
social, con un enfoque en la democracia, los derechos y la justicia como pilares
fundamentales. La Constitución establece un Estado democrático y social de Derecho y
de Justicia, que propugna valores como la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la
solidaridad, la democracia, la responsabilidad social, y la preeminencia de los derechos
humanos, la ética y el pluralismo político. Además, la Constitución garantiza la defensa
y desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, la construcción de una sociedad
justa y amante de la paz, la promoción del bienestar del pueblo, y la garantía del
cumplimiento de los principios, derechos y deberes reconocidos y consagrados en esta
Constitución. La educación y el trabajo son fundamentales para alcanzar estos fines,
reflejando así una visión integral del Estado y la sociedad en Venezuela.

Participación ciudadana en la constitución soberanía y poder popular


La participación ciudadana en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
se fundamenta en el principio de soberanía popular, que reconoce a los ciudadanos
como detentores del poder supremo e inalienable, el cual puede ser ejercido
directamente o a través de representantes. Este principio se refleja en diversos
mecanismos de participación ciudadana establecidos en la Constitución, como el
derecho a petición, reclamo, queja, sugerencia y denuncia, que permiten a los
ciudadanos involucrarse activamente en la gestión de los asuntos públicos y exigir
rendición de cuentas a las autoridades.

Además, la Constitución promueve la democracia participativa y protagónica, que


implica la activa participación de los ciudadanos en la toma de decisiones, la ejecución
y el control de la gestión pública, a través de mecanismos como la consulta popular, el
referéndum y la revocación de mandatos.

En este contexto, la participación ciudadana se considera un derecho constitucional


fundamental que todo ciudadano venezolano posee, sin excepción, y que puede
ejercer de manera directa o a través de representantes. Esta participación activa de la
ciudadanía se enmarca en la búsqueda de una sociedad democrática, justa y
equitativa, donde los ciudadanos son los actores principales en la construcción de su
propio destino y en el ejercicio de la soberanía popular.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, promulgada en 1999,


establece la participación ciudadana como un derecho fundamental y un principio
rector del Estado. La participación ciudadana se define como el poder o medio
democrático que tienen los ciudadanos de un país de tomar parte, opinar e incidir en
la formulación y en la gestión de los asuntos públicos, así como el poder de controlar a
los gobernantes en su ejercicio.

La Constitución reconoce la participación ciudadana como un derecho con rango


constitucional y establece que la ley indicará las condiciones para ejercerlo. Además,
establece que la participación ciudadana puede ser ejercida directamente por los
ciudadanos o por medio de sus representantes elegidos.

La participación ciudadana se promueve a través de diversos mecanismos, como la


elección de cargos públicos, el referendo, la consulta popular, y la iniciativa legislativa
popular. La Constitución también establece la creación de instituciones políticas como
el Poder Ciudadano y el Poder Electoral, que se inspiran en las propuestas del
Libertador Simón Bolívar y buscan promover la participación ciudadana y la
transparencia en la administración pública.

La participación ciudadana se considera un elemento fundamental para la construcción


de una sociedad democrática y participativa, en la que los ciudadanos puedan ejercer
su soberanía y controlar el ejercicio del poder público. La Constitución establece que la
soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la
forma prevista en esta Constitución y en la ley.

En resumen, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece la


participación ciudadana como un derecho fundamental y un principio rector del
Estado, y promueve diversos mecanismos para su ejercicio, con el objetivo de construir
una sociedad democrática y participativa en la que los ciudadanos puedan ejercer su
soberanía y controlar el ejercicio del poder público.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, promulgada en 1999,


establece que la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce
directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente,
mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público. Los órganos del
Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos.

La Constitución de 1999 refleja una visión democrática y participativa de la soberanía,


en la que el pueblo desempeña un papel activo en el ejercicio de la misma. Esta visión
se refleja en el establecimiento de mecanismos de participación directa, como el
referéndum y la iniciativa legislativa popular, y en la promoción de la democracia
participativa y protagónica

El poder popular y sus diversas formas de organización


El poder popular se manifiesta en diversas formas de organización que reflejan la
participación directa del pueblo en la toma de decisiones y en el ejercicio de la
soberanía. En Venezuela, por ejemplo, se establecen los Consejos Comunales como
instancias de participación para el ejercicio directo de la soberanía popular, donde el
pueblo organizado tiene un papel fundamental en la formulación, ejecución y control
de funciones públicas. Estos consejos comunales son considerados como medios de
participación, articulación e integración entre los ciudadanos y las organizaciones
comunitarias, siendo instancias del Poder Popular para el ejercicio del autogobierno
comunal.

En otros países de América Latina, como Bolivia y Ecuador, se observa una intensa
actividad de organizaciones sociales y movimientos que representan una expresión de
poder popular independiente y crítica del gobierno central, fortaleciendo su carácter
autónomo. Estas organizaciones sociales y movimientos no solo colaboran con el
gobierno, sino que en ciertas circunstancias también se oponen a sus decisiones, lo
que demuestra la diversidad y dinamismo del poder popular en la región.

En resumen, el poder popular se manifiesta a través de diversas formas de


organización, como los Consejos Comunales en Venezuela, que permiten la
participación directa del pueblo en la gestión de asuntos públicos, y en movimientos
sociales y organizaciones que en países como Bolivia y Ecuador representan una fuerza
autónoma y crítica frente al gobierno central, enriqueciendo la democracia
participativa y la soberanía popular en la región.

El poder popular es una forma de organización social y política que busca empoderar a
las comunidades y a los ciudadanos en la toma de decisiones y en el ejercicio de la
soberanía. En América Latina, el poder popular se ha manifestado en diversas formas
de organización, como los movimientos-partido y los movimientos-gobierno, que han
impulsado cambios importantes en los gobiernos nacionales y en las condiciones
sociales de los países.

En el caso de Venezuela, la Constitución de 1999 establece el Poder Popular como una


forma de ejercicio directo de la soberanía popular, y crea los Consejos Comunales
como instancias de participación para el ejercicio de este poder. Los Consejos
Comunales son medios de participación, articulación e integración entre los
ciudadanos y las organizaciones comunitarias, e instancias del Poder Popular para el
ejercicio del autogobierno comunal.

La Ley Orgánica del Poder Popular de 2010 define a este poder como el ejercicio pleno
de la soberanía por parte del pueblo, y a los consejos comunales como instancias del
Poder Popular para el ejercicio del autogobierno de carácter comunal. La Ley Orgánica
de los Consejos Comunales de 2009 los define como instancias de participación para el
ejercicio directo de la soberanía popular

El poder popular en Venezuela es una forma de organización política que tiene como
objetivo empoderar a las comunidades y a los ciudadanos en la toma de decisiones y el
ejercicio de la soberanía. Este poder se expresa a través de diversas formas de
organización, según lo establecido en la Constitución de la República, leyes e iniciativas
populares.

La Ley Orgánica del Poder Popular establece que el poder popular es el ejercicio de la
soberanía por parte del pueblo en todos los aspectos del desarrollo de la sociedad, y
que su ejercicio se fundamenta en el principio del desarrollo progresivo de los
derechos y del nivel de conciencia política y de organización. de poder. gente. La ley
también prevé diversas formas de organización y participación, como Consejos
Comunitarios, medios comunitarios, unidades productivas comunitarias, bancos
comunitarios y milicias comunitarias, entre otras.

Los Consejos Comunales son una de las principales formas de organización del poder
popular en Venezuela. Son organizaciones comunitarias que agrupan a ciudadanos con
objetivos e intereses comunes, con el objetivo de resolver los problemas y necesidades
de sus comunidades, mejorar sus condiciones de vida y promover el desarrollo social.
Estos consejos son instancias de ejercicio directo del poder por parte del pueblo, y sus
decisiones y acciones se basan en los principios de participación, protagonismo y
autogestión popular.

Sin embargo, el ejercicio del poder popular en Venezuela ha enfrentado diversos


desafíos y limitaciones, como la polarización política, el clientelismo y la falta de
autonomía de las organizaciones comunitarias. Estos desafíos han obstaculizado el
pleno desarrollo y consolidación del poder popular y han limitado su capacidad para
transformar la sociedad y promover la justicia social.

A pesar de estos desafíos, el poder popular en Venezuela continúa siendo un elemento


fundamental del sistema político del país y una herramienta clave para promover la
participación, el protagonismo y la autogestión popular en todos los ámbitos de la
sociedad. El futuro del poder popular en Venezuela dependerá de la capacidad de las
organizaciones comunitarias, los movimientos sociales y el Estado para superar los
desafíos y limitaciones actuales, y promover el pleno desarrollo y consolidación de este
poder como herramienta de transformación y justicia social.

Leyes organizas del poder popular

Las Leyes Orgánicas del Poder Popular en Venezuela constituyen un marco legal que
busca desarrollar y consolidar el poder popular, generando condiciones para el
ejercicio de la soberanía popular, la democracia participativa, protagónica y
corresponsable, así como la creación de formas de autogobierno comunitarias y
comunales para el ejercicio directo del poder. Estas leyes establecen diversos medios
de participación y organización, permitiendo a los ciudadanos ejercer plenamente su
derecho a la soberanía y a la constitución de formas de autogobierno comunitarias y
comunales.

Las leyes del poder popular en Venezuela incluyen la Ley Orgánica del Poder Popular,
la Ley Orgánica de las Comunas, la Ley Orgánica de los Consejos Comunales, la Ley
Orgánica de Contraloría Social, la Ley Orgánica del Sistema Económico Comunal, y la
Ley de Planificación Pública y Popular. Estas leyes buscan desarrollar parte de la
Reforma Constitucional que se rechazó en diciembre de 2007, promoviendo la
participación ciudadana en el marco del pluralismo político garantizado por la
Constitución de 1999.

En resumen, las Leyes Orgánicas del Poder Popular en Venezuela tienen como objetivo
fundamental desarrollar y consolidar el poder popular, fomentando la participación
ciudadana, la democracia participativa, y la creación de formas de autogobierno
comunitarias y comunales para el ejercicio directo del poder.

El poder popular en Venezuela está regulado por una serie de leyes orgánicas,
incluyendo la Ley Orgánica del Poder Popular, la Ley Orgánica de las Comunas y la Ley
Orgánica de los Consejos Comunales. Estas leyes buscan desarrollar y consolidar el
poder popular, generando condiciones objetivas a través de diversos medios de
participación y organización establecidos en la Constitución, la ley y la iniciativa
popular.

La Ley Orgánica del Poder Popular, promulgada en diciembre de 2010, tiene como
objetivo desarrollar y consolidar el Poder Popular, generando condiciones objetivas a
través de los diversos medios de participación y organización establecidos en la
Constitución, en la ley y los que surjan de la iniciativa popular. La Ley Orgánica de las
Comunas, también promulgada en diciembre de 2010, crea el marco jurídico para la
organización y funcionamiento de las comunas, unidades territoriales básicas de
participación y gestión popular. La Ley Orgánica de los Consejos Comunales,
promulgada en noviembre de 2009, regula la organización y funcionamiento de los
consejos comunales, órganos de participación y gestión popular a nivel de las
comunidades.

La Ley Orgánica del Poder Popular establece que el Poder Popular es el ejercicio pleno
de la soberanía por parte del pueblo en lo político, económico, social, cultural,
ambiental, internacional, y en todo ámbito del desenvolvimiento y desarrollo de la
sociedad, a través de sus diversas y disímiles formas de organización, que edifican el
estado comunal. El Poder Popular se fundamenta en el principio de soberanía y el
sentido de progresividad de los derechos contemplados en la Constitución, cuyo
ejercicio y desarrollo está determinado por los niveles de conciencia política y
organización del pueblo.

La Ley Orgánica del Poder Popular establece que el Estado garantizará a todas las
personas, conforme al principio de progresividad y sin discriminación alguna, el goce y
ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente de los derechos humanos. La Ley
Orgánica de las Comunas y la Ley Orgánica de los Consejos Comunales también
establecen mecanismos para garantizar la participación ciudadana en la toma de
decisiones y en la gestión de los asuntos públicos a nivel comunitario.

En resumen, las leyes orgánicas del poder popular en Venezuela buscan desarrollar y
consolidar el poder popular, generando condiciones objetivas a través de diversos
medios de participación y organización establecidos en la Constitución, en la ley y la
iniciativa popular. Estas leyes establecen mecanismos para garantizar la participación
ciudadana en la toma de decisiones y en la gestión de los asuntos públicos a nivel
comunitario, promoviendo la democracia participativa y el ejercicio directo de la
soberanía por parte del pueblo venezolano.
Las leyes orgánicas del poder popular en Venezuela son la Ley Orgánica del Poder
Popular, la Ley Orgánica de las Comunas y la Ley Orgánica de los Consejos Comunales.
Estas leyes establecen el marco jurídico para la participación ciudadana en la toma de
decisiones y en la gestión de los asuntos públicos a nivel comunitario, promoviendo la
democracia participativa y el ejercicio directo de la soberanía por parte del pueblo
venezolano. La Ley Orgánica del Poder Popular, promulgada en diciembre de 2010,
tiene como objetivo desarrollar y consolidar el Poder Popular, generando condiciones
objetivas a través de los diversos medios de participación y organización establecidos
en la Constitución, en la ley y los que surjan de la iniciativa popular. La Ley Orgánica de
las Comunas, también promulgada en diciembre de 2010, crea el marco jurídico para la
organización y funcionamiento de las comunas, unidades territoriales básicas de
participación y gestión popular. La Ley Orgánica de los Consejos Comunales,
promulgada en noviembre de 2009, regula la organización y funcionamiento de los
consejos comunales, órganos de participación y gestión popular a nivel de las
comunidades. Estas leyes buscan fortalecer la participación ciudadana y la
organización comunitaria en Venezuela, promoviendo la democracia participativa y el
ejercicio directo de la soberanía por parte del pueblo.

El burocratismo, ineficiencia y corrupción.


Burocratismo, ineficiencia y corrupción son tres fenómenos que a menudo van de la
mano y que pueden afectar negativamente a la gestión pública y privada. La burocracia
se refiere al conjunto de servidores públicos y a la estructura administrativa que los
sustenta. Sin embargo, en la práctica, la burocracia puede llegar a ser ineficiente y
generar trámites y procedimientos excesivos que dificultan la gestión y la toma de
decisiones. Además, la burocracia puede ser propensa a la corrupción, especialmente
cuando los funcionarios públicos abusan de su autoridad y utilizan su posición para
obtener beneficios personales.

La corrupción es un problema grave que afecta a muchos países y que puede socavar
la confianza en las instituciones y en el gobierno. La corrupción puede manifestarse de
diversas formas, como el soborno, el tráfico de influencias, el fraude y la malversación
de fondos. La corrupción puede ser particularmente dañina en el sector público, ya
que puede afectar a la prestación de servicios públicos esenciales, como la educación,
la salud y la justicia.

La ineficiencia es otro problema que afecta a la gestión pública y privada. La


ineficiencia puede manifestarse en forma de trámites y procedimientos excesivos, falta
de coordinación y comunicación, y falta de recursos y capacidades. La ineficiencia
puede ser particularmente perjudicial en el sector público, ya que puede afectar a la
prestación de servicios públicos esenciales y a la toma de decisiones.

Para combatir el burocratismo, la ineficiencia y la corrupción, es necesario adoptar


medidas que mejoren la transparencia, la rendición de cuentas y la eficiencia en la
gestión pública y privada. Estas medidas pueden incluir la simplificación de trámites y
procedimientos, la mejora de la coordinación y comunicación entre los diferentes
departamentos y organismos, la capacitación y formación de los funcionarios públicos
y privados, y la adopción de sistemas de control y seguimiento de la gestión. Además,
es necesario promover una cultura de integridad y ética en la gestión pública y privada,
y sancionar de manera efectiva los actos de corrupción y malversación de fondos.

El burocratismo, la ineficiencia y la corrupción son problemas que han afectado a


Venezuela en diversos ámbitos, incluyendo la gestión pública y privada. En Venezuela,
el burocratismo se ha convertido en un signo distintivo de muchas oficinas públicas,
caracterizado por trámites excesivos y procedimientos complicados que dificultan la
eficiencia y la toma de decisiones. Esta situación ha generado ineficiencia en las
empresas estatales venezolanas, que han aumentado sus plantillas de empleados sin
mejorar su productividad, lo que ha contribuido a la escasez en un país que busca
avanzar hacia un modelo socialista. La ineficiencia en las empresas estatales ha sido
evidente en sectores clave como la petrolera estatal PDVSA, donde la productividad
per cápita ha disminuido significativamente a lo largo de los años.

Además, la corrupción ha sido un problema grave en Venezuela, afectando la


prestación de servicios públicos esenciales y minando la confianza en las instituciones
y en el gobierno. La corrupción se ha manifestado a través de prácticas como el
soborno, el tráfico de influencias, el fraude y la malversación de fondos, lo que ha
impactado negativamente en la economía y en la calidad de vida de los ciudadanos. El
presidente Nicolás Maduro ha reconocido que la corrupción, la ineficiencia y la
incapacidad en Venezuela son problemas más graves que el bloqueo externo,
destacando la importancia de abordar estos desafíos internos.

En resumen, el burocratismo, la ineficiencia y la corrupción han sido problemas


persistentes en Venezuela, afectando la gestión pública y privada, la productividad de
las empresas estatales y la calidad de los servicios públicos. Estos problemas requieren
medidas efectivas para mejorar la transparencia, la rendición de cuentas y la eficiencia
en la gestión, así como para combatir la corrupción y promover una cultura de
integridad y ética en el país.
Burocratismo, ineficiencia y corrupción son problemas que han afectado a Venezuela
en diversos ámbitos, incluyendo la gestión pública y privada. El burocratismo se refiere
al conjunto de servidores públicos y a la estructura administrativa que los sustenta,
pero puede llegar a ser ineficiente y generar trámites y procedimientos excesivos que
dificultan la gestión y la toma de decisiones. La ineficiencia puede manifestarse en
forma de trámites y procedimientos excesivos, falta de coordinación y comunicación, y
falta de recursos y capacidades. La corrupción es un problema grave que afecta a
muchos países y que puede socavar la confianza en las instituciones y en el gobierno.
La corrupción puede manifestarse de diversas formas, como el soborno, el tráfico de
influencias, el fraude y la malversación de fondos.

En Venezuela, el burocratismo, la ineficiencia y la corrupción han tenido un impacto


negativo en la economía y en la prestación de servicios públicos esenciales. La
ineficiencia de las empresas estatales venezolanas, que han aumentado sus plantillas
de empleados y disminuido su productividad, profundiza la escasez en un país que
busca ir hacia un modelo socialista. La corrupción también ha sido un problema grave
en Venezuela, y ha afectado a la prestación de servicios públicos esenciales, como la
educación, la salud y la justicia. La corrupción puede ser particularmente dañina en el
sector público, ya que puede afectar a la prestación de servicios públicos esenciales y a
la toma de decisiones.

Para combatir el burocratismo, la ineficiencia y la corrupción en Venezuela, es


necesario adoptar medidas que mejoren la transparencia, la rendición de cuentas y la
eficiencia en la gestión pública y privada. Estas medidas pueden incluir la simplificación
de trámites y procedimientos, la mejora de la coordinación y comunicación entre los
diferentes departamentos y organismos, la capacitación y formación de los
funcionarios públicos y privados, y la adopción de sistemas de control y seguimiento
de la gestión. Además, es necesario promover una cultura de integridad y ética en la
gestión pública y privada, y sancionar de manera efectiva los actos de corrupción y
malversación de fondos.

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