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La leña sigue siendo el medio principal para cocinar en los hogares

guatemaltecos. Según los datos del censo de población XII y del censo de
vivienda VII recogidos en 2018, de 3,27 millones de hogares, 1,78 millones de
hogares utilizan leña para cocinar, lo que supone un 54,4%.
En contra parte: solo 1.1% utiliza estufa con electricidad y 43.7% hace uso del gas
propano, una minoría de 0.8% utiliza gas corriente, carbón u otros.

En el país de Guatemala, el consumo de la leña es un desafío importante. El


consumo per cápita de leña es el más alto de América Central (0.82 t/persona al
año). En el país es una de las fuentes principales de energía en el país, ya que,
representa el 56 % de la matriz energética, en consecutivo los productos
petroleros. La demanda anual en el país de leña se aprecia entre 16 millones de
toneladas, haciendo equivalencia a 40 millones de barriles de petróleo. El Censo
Nacional del año 2018 nos muestra que cerca de 1 800 000 hogares, o el 54.4 %
de lo que contribuye la población, utiliza leña como una fuente principal para
cocinar los alimentos. Por el otro lado, el consumo de leña es mayor en los
hogares del área rurales (con un 87 % de la demanda total), área caracterizada
por el aumento de la prevalencia de la pobreza, consecutivamente la pobreza
extrema, especialmente entre las poblaciones indígenas en todo el territorio
guatemalteco. (el 73% comparado con la pobreza media nacional de 54%, según
datos del Instituto Nacional de Energía y Minas), recurso fuera del alcance de
dicha población ya antes mencionada, provocando no tener acceso a otras fuentes
de energía, utilizada para para la cocción de sus alimentos.
Una problemática que surge es de las personas que tienen ingresos diarios
menores a los Q15 no optando por otra opción. El Ministerio de Desarrollo Social y
Ministerio de Ambiente han creado programas, de pequeña magnitud y lo que se
requiere es algo masivo para mejorar la eficiencia del uso de la leña como fuente
de energía.

Gas propano una opción.


El gas es el combustible más noble con el medio ambiente que existe en el país,
se debería ser algo para impulsar su uso y que las familias que aún usen leña,
pasen al gas propano.
“La experiencia internacional nos dice que, si se quiere reducir el consumo de
leña, es (con) la generación de empleo en centros urbanos, porque eso permite
inversiones importantes en infraestructura que proveen gas de manera constante.
Muchos de los guatemaltecos viven lejos de centros urbanos, sin mecanismos de
distribución de gas y ahí está la dificultad”.
De acuerdo con datos del Ministerio de Ambiente las áreas rurales de San Marcos,
Huehuetenango, Quiché y Baja Verapaz tienen los índices más altos de consumo
per cápita de leña. Al año, por persona, usan entre 3.2 y 4.6 metros cúbicos. El
país posee alrededor de 8.4 millones toneladas anuales de leña con base seca
disponibles para uso energético.
Altas emisiones de GEI en Guatemala
Un estudio elaborado por el BID- aún no publicado- muestra que el 74 % de la
población utiliza leña para satisfacer al menos alguna de sus necesidades de
energía. Adicionalmente, se estima que anualmente 65.000 nuevas familias
comienzan a utilizar la leña como su principal fuente de energía. En el periodo
1990-2016, el consumo de leña per cápita ha crecido a una tasa superior al
crecimiento poblacional: 7 % vs. 3.4 %. Dadas las limitaciones que enfrenta la
población rural para acceder a combustibles alternativos para cocinar, sin una
intervención masiva no sería posible disminuir el uso de leña en los próximos 30
años. Es decir, el porcentaje de hogares que dependen de métodos de cocción
tradicionales se mantendría en los niveles de 2014, en un 85 % de los hogares
rurales y en el 15 % de los hogares urbanos.
Cómo apoyar a las poblaciones más vulnerables: cocinas mejoradas
Se estima que la población alcanzó los 17,5 millones de habitantes en 2020 y
llegará a los 22,5 millones en 2030. Estos elementos, combinados con las altas
tasas de pobreza y pobreza extrema, seguirían agravando el problema. Bajo este
escenario, podría haber una demanda de hasta 2.8 millones de estufas eficientes
de leña -también llamadas estufas mejoradas (EM)- en todo el país para 2030, o
400 000 por año.

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